City of Witches capítulo 167
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City of Witches capítulo 167 en español
La Bruja del Pacto II
Parte 1
En una oficina de inmigración hecha para que
las brujas viajen entre el Mundo Moderno y Gehenna.
La sala de espera conectada
al 'portal' estaba abarrotada de gente, ya que hoy, había muchas brujas
visitando el lugar.
Del otro lado del 'portal' salió una bruja de cabello rosa claro,
parecido a la flor del cerezo.
Sus ojos magenta brillaban con orgullo y convicción, en ellos no se
ocultaba ninguna coquetería ni encanto coqueto.
Con sus delgados labios fruncidos y las encantadoras líneas de su
cuerpo.
Y la forma en que caminaba hacia el centro de la sala con pasos cortos
pero precisos, mostrando el aura de una líder carismática.
En cuanto la vieron, las brujas que habían estado conversando en la sala
se callaron.
Luego, bajaron rápidamente la cabeza.
“...”
Todas reconocieron quién era esa mujer; un personaje que destacaba
incluso entre las brujas.
La Bruja del Pacto, la mismísima Duquesa Eloa Tiphereth.
Sin embargo, la razón por la que inclinaron la cabeza no fue únicamente
por respeto a su título.
Después de todo, se trataba de la mujer que masacró a cientos de
Homúnculos y mató a docenas de criminales por su bien.
No importaba lo testaruda o arrogante que fuera una bruja, presentarían
sus respetos a sus méritos y nobles actos.
Ante tal respuesta de asombro, Eloa les dirigió una mirada antes de
caminar hacia la persona que buscaba.
“Cuánto tiempo, Madam Deneb Gemini.”
“Duquesa Tiphereth. ¿Ha estado bien?”
Frente a ella había una bruja de cabello blanco, vestida con un vestido
de sirena pasado de moda, que la saludó con una sonrisa.
En cuanto Deneb recibió la llamada de la Duquesa, le pasó su apretada
agenda a Albireo y salió ella sola a saludar a la Duquesa.
No fue una respuesta sorprendente. Al fin y al cabo, la Casa Gemini se
beneficiaba comprando y vendiendo los ítems y legados que adquiría la
Duquesa.
Ella era una clienta que les proporcionaba un suministro continuo de
herramientas y artefactos mágicos de alta calidad, por supuesto que le darían
un trato VIP como este.
“¿Dónde está Ea Sadalmelik?”
“¿Cambiamos de lugar antes de hablar? Traje mi carruaje aquí.”
“Pongámonos en marcha entonces.”
Eloa pasó junto a Deneb con paso algo brusco, pero ésta comprendió el
motivo.
Aunque a simple vista Eloa pudiera parecer tranquila, Deneb podía ver
claramente que se esforzaba mucho por reprimir su emoción. Como una bomba de
tiempo, esa emoción podía explotar en cualquier momento.
Esta era la persona que había estado vagando por el Mundo Moderno
durante el último siglo. Nunca había pisado Gehenna desde entonces. Pero, tan
pronto como escucho la noticia de la muerte de Ea, inmediatamente se apresuró a
volver aqui.
Así de fuerte era su deseo de confirmar con sus propios ojos la
autenticidad de las noticias que había recibido, a pesar de tener acceso a
dispositivos de comunicación de largo alcance.
Las dos personas se sentaron frente a frente en el interior de un
elegante carruaje.
En cuanto Deneb se acomodó en su asiento, Eloa abrió la boca para
hablar.
“¿Ea Sadalmelik ha muerto? ¿Es eso cierto?”
“En primer lugar, me gustaría expresar mis condolencias. Y
efectivamente, el invierno pasado, la Bruja de Acuario se coló en Gehenna para
atacar a la Baronesa Marigold, y fue prontamente asesinada en la batalla entre
ella y la Baronesa.”
En ese momento...
Deneb vio que la mirada acusadora de Eloa se derrumbaba.
Pero, ella seguía mirándola con incredulidad.
Probablemente esa era la razón por la que la visitó directamente, ya que
Deneb era alguien capaz de recopilar información más precisa que nadie.
“Imposible...”
“Duquesa—”
“Eso es imposible. Esa mujer es minuciosa... Y su persistencia es como
la de una cucaracha... ¿Y su cuerpo? ¿Lo has encontrado?”, preguntó Eloa,
inclinando su cuerpo hacia Deneb como si estuviera a punto de abalanzarse sobre
ella.
Esto puso a esta última en un pequeño aprieto.
Después de todo, si no podía controlar su ira y golpeaba ligeramente el
carruaje con el puño, ésta se derrumbaría inevitablemente, igual que una casa
de montaña arrollada por un alud.
“No hemos encontrado su cuerpo... Sin embargo, considerando la
naturaleza de la magia de autoesencia de la Baronesa Marigold... Al menos
podemos confirmar que se evaporó sin dejar rastro.”
La naturaleza de la Magia de Partículas era interferir con su entorno
rociando partículas microscópicas alrededor. Destrozaría cualquier oposición en
pedazos, poco a poco.
En aquel momento, Deneb corrió inmediatamente al lugar donde habían
luchado tras oír las palabras de las gemelas, sólo para encontrar a Amelia
gritando mientras abrazaba a Siwoo. La Baronesa no tenía ninguna herida,
mientras que Sadalmelik se había convertido en un montón de flores.
Estaba claro que la diferencia entre sus habilidades era
abrumadora.
Con tal diferencia, no había forma de que ella permitiera que Sadalmelik
escapara.
Al menos, Deneb estaba segura de ello.
A medida que avanzaba en su explicación, la expresión de Eloa se tornaba
aún más arrugada.
A estas alturas, la Duquesa apenas lograba reprimir su pesada
respiración, que se mezclaba con nihilismo y resentimiento.
“Dijiste que la que luchó contra Sadalmelik fue Marigold, ¿verdad? Me
reuniré con ella en persona. Todavía no puedo creer que esa maldita astuta como
zorro esté muerta. Por favor, organízalo por mí.”
En el tono de Eloa ardía su pasión por no rendirse tan fácilmente en
este asunto.
Por otro lado, Deneb se vio en una situación difícil.
Esto se debía a que se había enterado por Sophia del estado en el que se
encontraba la Baronesa.
Se encerró en la cabaña en la que solía vivir como aprendiz de bruja,
declarando que no se reuniría con nadie.
Dadas las circunstancias, estaba claro que parecía sumida en una
profunda tristeza tras romper con su esclavo, quien rechazó su amor no
correspondido por razones desconocidas.
“Eso es...”
Aunque dudaba, Deneb sabía que la Duquesa no se echaría atrás.
Si la rechazaba aquí, se iría corriendo a buscar a Amelia por su
cuenta.
Dado que ése era el caso, Deneb decidió que lo mejor para ambas sería
que ella organizara el encuentro entre ambas.
“... Haah... De acuerdo,
vamos. Te llevaré hasta ella.”
“Gracias.”
Y así, el carruaje comenzó a moverse hacia el bosque de pinos donde
Amelia se recluía.
Parte 2
Su vida cotidiana se había vuelto monótona.
Letárgica y aburrida.
Desde que Siwoo se fue, Amelia hizo lo que mejor sabía hacer.
Enterrar toda su tristeza y dolor sumergiéndose en su investigación
mágica.
Concentrarse en algo para evitar evocar sus dolorosos recuerdos.
Ya no le quedaba nada de su vida feliz dentro de su cabaña llena de
colores cálidos.
Igual que antes de conocerlo, se quedó en un mundo sin color mientras
huía de todo lo que no podía manejar.
Porque de lo contrario, ella recordaría...
Sus ojos, llenos de resentimiento...
Su voz, llena de decepción...
Un trozo de papel se desdobló ante sus ojos mientras escribía la fórmula
mágica que le venía a la mente.
Si no se le ocurría nada, escribía todo lo que sabía en una hoja en
blanco.
Se desharía de cualquier pensamiento errante que tuviera.
De esta manera, no tendría tiempo para sentir dolor.
Como cuando murió su Maestra.
Gracias a esto, pudo olvidar su dolor, aunque sea un poco, y pudo
esconderse de su tristeza.
Aunque, en comparación con aquel entonces, sentía algo diferente.
Aunque pasó por la misma situación y utilizó el mismo método para
superarla, a diferencia de aquel entonces, era incapaz de matar su emoción y
olvidarlo todo.
Podía sumergirse en la investigación, pero cuando el sol se ponía y
llegaba la noche, una persona venía a su mente.
Shin Siwoo.
—Crunch.
Sintió que se le caía el corazón, y la esquina del papel que sostenía se
arrugó.
“...”
Todo esto sucedió porque le quedaba algo de resistencia.
Porque no se había puesto al límite y había dejado la mente en
blanco.
Cogió otro papel en blanco y estaba a punto de garabatear en él, cuando
oyó un alboroto fuera.
“Entraré y pediré su permiso primero.”
“No, iré yo misma.”
Una ligera arruga apareció en su frente.
Pensé que había pedido
que no me molestaran.
Se sintió molesta.
Después de todo, ella ni siquiera pidió mucho.
La soledad. Y ni siquiera eso pudo conseguir.
La puerta de la cabaña se abrió de golpe y entraron dos mujeres.
Una era una cara conocida, Deneb Gemini, mientras que la otra era una
bruja con el cabello rosa que ella nunca había visto antes.
“¿Puedo ayudarle?”
Un tono frío e interrogante salió de la boca de Amelia.
Consciente de lo que le ocurría, Deneb le pidió comprensión con
expresión muy compungida.
“Por favor, perdóname por venir tan de repente. Este personaje dijo que
tenía algo que quería preguntar... Sobre Ea Sadalmelik—”
Antes de que pudiera terminar su frase, la bruja más baja se adelantó y
preguntó.
“Perdóneme por entrometerme sin su permiso. Baronesa Marigold, ¿puede
hablarme del día en que se enfrentó a Ea Sadalmelik?”
“Permítame que la presente primero. Esta es la Duquesa Tiphereth...”
Nublada por su ansiedad, Eloa expuso de inmediato sus asuntos sin
siquiera presentarse, lo que incitó a Deneb a hacerlo en su lugar.
Tras conocer su identidad, Amelia comprendió de inmediato la razón por
la que habían acudido a ella.
El hecho de que la aprendiz de la Duquesa Tiphereth fuera asesinada por
la Bruja de Acuario era un acontecimiento tan importante que incluso Amelia,
que era insensible a los rumores, lo sabía.
Pronto, la hostilidad de sus ojos se desvaneció.
Después de todo, ella también conocía el dolor de perder a un ser
querido.
Luego, mientras ofrecía asiento a las dos brujas frente a ellas,
dijo:
“Traeré un poco de té.”
Parte 3
“... Vi su último momento con mis propios ojos.”
“...”
Amelia relató los hechos ocurridos aquel día con sinceridad.
Aunque de vez en cuando sentía una punzada en el pecho al hablar de
Siwoo.
Tal y como había esperado, la Duquesa se esforzó en visitarla para
conocer el proceso que condujo a la muerte de Ea y asegurarse de que realmente
estaba muerta.
Ella comprendía este sentimiento.
Después de todo, sólo tenía una oportunidad en la vida para
vengarse.
Excepto que su oportunidad ya se había esfumado, ya que Amelia era la
que había apretado el gatillo por ella.
Pero, no era como si hubiera tenido otra opción en ese entonces
tampoco.
“Mis disculpas.”
Con estas palabras, Amelia puso fin a su historia.
La Duquesa se levantó débilmente de su asiento.
“... Durante ese tiempo, ¿alguna vez la perdiste de vista por un
momento? ¿O notaste algo inusual en ella?”
“No.”
“¿Sentiste algo como una ilusión mágica o magia espacial siendo lanzada?”
“No lo he sentido.”
“Ya veo... Gracias...”
Eloa, que expresaba su gratitud con voz temblorosa, como si hubiera
perdido la energía, se sentía una persona distinta a cuando entró por primera
vez.
Su mirada, que antes era aguda, se había vuelto sombría, y su tono digno
se había convertido en el de una persona enferma.
Entonces salió de la cabaña, dejando dentro sólo a Deneb y Amelia.
Deneb bebió un sorbo del té ya frío antes de dejar la taza.
“A la Duquesa le está costando mantener la compostura.”
“Me doy cuenta.”
“Si la dejara sola, vendría irrumpiendo aquí... Por eso la traje a pesar
de saber que era una grosería por mi parte...”
“Está bien.”
“Entonces, me iré.”
Al ver el estado de Amelia, Deneb pensó que estaba mejor de lo que
esperaba.
¿O quizá está fingiendo?
Tras despedirse, Deneb salió de la cabaña, comparando el aspecto actual
de Amelia con el que había visto en el pasado.
Cuando dejó a las gemelas a su cuidado, Amelia parecía una muñeca
viviente.
Aunque era hermosa, incluso desde el punto de vista de una bruja, su
belleza parecía artificial, ya que carecía de cualquier emoción humana.
Cuando la visitó por segunda vez, para obtener de ella la propiedad de
Shin Siwoo, estaba mucho más animada que antes.
Aunque mostraba más emociones negativas, como nerviosismo y un leve
enfado, la hacía parecer alguien que podía sentir tanto alegría como
tristeza.
Comparando esas dos apariencias con la actual, Deneb llegó a la
conclusión de que se parecía más a la primera vez que se vieron.
Aunque por fuera parecía estar bien, desprendía una frialdad cortante
que parecía capaz de cortar cualquier cosa que la tocara.
“¿Se siente molesta...?”
Sin embargo, ella no era su niñera, por lo tanto, no necesitaba
preocuparse por su estado.
Así que se dirigió directamente a Eloa, que se alejaba de ella.
“¿Qué piensa hacer ahora?”
“... No lo sé.”
“¿Qué tal si descansa un poco? Te prepararé un sitio en mi mansión.”
“No es necesario, todavía tengo algo que hacer. Hay un enemigo al que
tengo que perseguir, tengo que atraparlo y matarlo antes de que vuelva a
teletransportarse.”
“¿Vas ahora mismo?”
“Sí.”
Deneb sintió que la otra bruja se estaba presionando demasiado.
Incluso renunció a su investigación mágica y vivió para vengarse, para
que nadie experimentara el dolor que ella sentía.
Ahora que uno de los objetivos que había perseguido durante un siglo
había desaparecido de repente, la sensación de vacío debía de pesarle en el
cuerpo.
“Me alegro de encontrarte después de tanto tiempo.”
Si tan sólo pudiera
dejarlo pasar un poco.
Con esos sentimientos en mente, Deneb le hizo una pregunta.
“¿... Hacia dónde te diriges?”
“A Corea.”
Esa fue la respuesta que salió de su boca.