City of Witches capítulo 94
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Tratamiento IV
Parte 1
Amelia no podía ocultar sus complicados sentimientos.
Para empezar, ya tenía un dolor de cabeza palpitante debido a Shin
Siwoo, pero la revelación de las gemelas sólo empeoró su dolor de cabeza.
'Profesora, la vez pasada… nosotras le dimos en secreto la poción de
Eros.'
Las gemelas bajaron la cabeza, hasta casi tocar el suelo, mientras
confesaban su pecado a Amelia.
Era una situación bastante sencilla.
Amelia consumió una poción de amor hecha con el semen de Siwoo.
En aquel momento, las gemelas creían que la poción era ineficaz e
intrascendente, por lo que la descartaron como un brebaje defectuoso.
'En aquel entonces, no sabíamos lo que podía pasar si la poción se
mezclaba con té... Cuando la probamos después, descubrimos que el efecto
variaba en función de los individuos, así que concluimos que usted no había
experimentado todos los efectos de la poción, Profesora.'
'Se lo decimos porque creemos que merece saberlo, Profesora.'
'Lo siento, Profesora... Aceptaremos cualquier tipo de castigo que nos
imponga...'
Durante meses, las gemelas habían estado observando a Amelia mientras se
movían discretamente por la mansión.
Rápidamente se dieron cuenta de que sus emociones eran demasiado intensas
para lo que se suponía que era culpa por lo que le había pasado a Siwoo.
Esto las hizo sentirse lo suficientemente culpables como para consultar
a Sophia y, finalmente, decidieron confesar.
Los efectos de las pociones variaban de una persona a otra.
A diferencia de las drogas, no se podía comprobar su resultado
químicamente, por lo que era casi imposible discernirlo por completo.
Si hubiera sido un veneno, el sistema de defensa autónomo de Amelia ya
lo habría filtrado.
Pero los elixires como la poción de Eros actuaban como una forma de “amortiguador
emocional”. Su sistema de defensa autónomo no podía detectarlo ni ocuparse de
él.
Esta asombrosa verdad hizo que el cuerpo de Amelia se sintiera débil.
Significaba que sus sentimientos no habían sido más que una ilusión.
La incomodidad que sintió al ver a Siwoo hablando con las gemelas.
La sensación de impotencia que sintió al enfrentarse directamente a su
ira.
La sensación de liberación que sintió cuando se dio cuenta de lo que
sentía por él.
La tristeza que sintió al pensar que lo había perdido.
El miedo que sintió cuando se enteró de que podría convertirse en otra
persona.
La aprensión que sintió al oír que necesitaba tener relaciones con Yebin
para su tratamiento.
Todo eran simples ilusiones causadas por una poción que tomó sin
saberlo.
'Pero sus sentimientos no son necesariamente mentiras, Profesora... La
descripción de la poción decía que sus efectos no se manifestarían en alguien
que ya sintiera algo por la otra persona.'
Odette añadió rápidamente esa explicación al final.
El efecto no se manifestaría si quien la consumiera ya sintiera algo por
la otra persona, ¿verdad...?
¿Eso significa que ya lo amaba cuando consumí la poción?
Amelia levantó la cabeza, intentando recordar el momento en que se
interesó brevemente por el audaz esclavo que se atrevió a rechazar la
invitación nocturna de una bruja.
Se fijó en su diligencia a la hora de cumplir sus órdenes, en que las
acometía con sinceridad en lugar de con artimañas.
Aunque de vez en cuando se quejaba diciendo cosas como: “¡Esclavo
insolente!” En realidad, no le parecía exasperante.
Y cuanto más tiempo pasaba, más a menudo le venía a la mente su rostro.
Sin embargo, hasta ahí llegaban sus sentimientos.
Nunca había sentido una emoción tan intensa como la que estaba
experimentando ahora.
Déjame en paz.
Conmocionada por la revelación, Amelia ni siquiera pudo reunir rabia y
simplemente se limitó a instar a Sophia y a las gemelas a que se marcharan.
Su corazón se hizo un lío gracias a la confusión que sentía.
Tal vez, como habían dicho las gemelas, se sentía así por Siwoo a causa
de la porción de la poción.
Tal vez, como había dicho Sophia, se sentía así porque era la primera
vez que experimentaba ese tipo de emoción.
Tal vez sólo era una tonta, alguien que seguía siendo engañada por sus
propias mentiras.
“...”
Comprender los efectos exactos de la poción era difícil.
Pero, una vez que logró identificarlos, disiparlos no sería difícil.
Igual que disipaba los efectos de su propio “Perfume de la Fatiga”,
podía disipar la poción con sólo mover un dedo.
Amelia entrelazó los dedos.
Sólo tenía que hacer un gesto y todo volvería a ser como antes.
Los sentimientos pesados en su corazón.
La culpa de no haber sido capaz de protegerlo y de ser la causa de su
sufrimiento.
La presión que la mantenía despierta a pesar de haber usado el “Perfume
de la Fatiga” en una gran dosis.
La ansiedad que sentía por el futuro incierto.
Y...
El calor que sentía cuando le tomaba de la mano.
La excitación que sintió al oler su aroma.
El deseo de volver a oír su voz furiosa.
El amor que sentía cuando él venía a su mente, sabiendo que ya no estaba
sola...
Sí, la palabra “amor” expresaba muchas de sus emociones.
Imaginó que todo desaparecería, como semillas de diente de león
arrastradas por el viento.
Siwoo volvería a ser un simple esclavo y Amelia sólo se convertiría en
su ama y superior.
Bajó la mano levantada y la apoyó en su pecho.
“No quiero perder nada de esto...”
Aunque este sentimiento partiera de una mentira.
Incluso si sufría por ello.
“No quiero olvidar nada de esto...”
Este sentimiento aún le pertenecía a ella, a Amelia Marigold.
Nadie podía quitárselo sin su consentimiento.
Especialmente cuando ni siquiera podía hacerlo con sus propias manos.
—Tap, tap tap.
En ese momento, pudo oír pasos que venían de fuera.
Provenía de la escalera central, la habitación de invitados del primer
piso. Lo que significaba que la dueña de los pasos no era otra que Yebin.
Sin darse cuenta, Amelia había pegado la oreja a la puerta, escuchando
los pasos con atención.
Esta noche, a medianoche, Yebin llevaría a cabo la operación tal y como
había planeado.
Amelia abrió ligeramente la puerta y vio la espalda de Yebin cuando ésta
entró en la habitación de Siwoo.
“...”
Yebin llevaba una delgada bata blanca que brillaba bajo la luz de la
luna.
Amelia sólo lo había entendido superficialmente hasta ahora, pero
después de ver esta escena, por fin hizo clic en su corazón.
El hecho de que Yebin mezclara su carne con la de Siwoo.
Permitiría que Siwoo se mezclara con las partes más profundas de su
cuerpo, realizando un intercambio de sus fluidos corporales.
—¡Thud! (Ruido Sordo)
La puerta de la habitación de Siwoo se cerró.
Después de morderse los labios dudando varias veces, Amelia salió de su
habitación en silencio.
Parte 2
Al entrar en la habitación de Siwoo, Yebin dejó escapar un profundo
suspiro.
Pasaba más de diez horas al día en esta habitación para su tratamiento,
pero hoy le resultaba extrañamente desconocida.
Tal vez fuera porque hoy era el día en que por fin se convertía en
adulta... No, vino aquí como una doctora a punto de realizar una operación.
“Ah, qué situación tan problemática...”
Yebin murmuró mientras miraba tímidamente su atuendo.
Como no lo consideraba una relación sexual real, eligió el atuendo más
cómodo que le proporcionaron. Después de todo, no tenía intención de desnudarse
por completo durante el acto.
Sin embargo, su atuendo actual exponía completamente sus saludables
muslos.
No sólo eso, también era un traje sin mangas con tirantes sueltos, por
lo que parecía que podría caerse en cualquier momento.
Sin embargo, el lado bueno es que era fácil hacerlo con el camisón
puesto, ya que sólo tenía que quitarse las bragas.
“¿Debería al menos haberme puesto algo encima?”
El aire era un poco frío.
Aunque se había decidido con firmeza, en comparación con lo habitual,
sus pensamientos eran un completo caos. Probablemente porque se repetía a sí
misma: “Así va a ser mi primera experiencia...”
Sin embargo, no era como si pudiera volver atrás en este punto, incluso
si ella estaba teniendo dudas.
Ya se había retirado el himen con antelación para que la operación fuera
más eficaz.
Cuando se recordó a sí misma sentada en la bañera mientras se metía los
dedos en la entrepierna...
“Fue patético...”
De repente se sintió un poco deprimida.
La estructura del himen variaba de una mujer a otra. En el caso de
Yebin, su himen apenas dejaba salir sangre tras ser penetrado.
Además, no sintió ningún dolor cuando se desgarró el himen.
Después, se duchó sin usar magia por primera vez en mucho tiempo y se
ató el cabello largo en una cola de caballo.
“¿Está nervioso, Sr. Shin Siwoo? Porque yo lo estoy...”
Mentiría si dijera que no estaba nerviosa.
Es más, pensar en sí misma sacudiendo las caderas encima de un hombre
sin vida la hizo estremecerse de vergüenza.
Por eso decidió hablar para reducir la incomodidad de la situación.
Desde que vivía sola, ya se había acostumbrado a hablar sola.
“Ahora voy a quitarte los pantalones, ¿okay?”
Yebin empezó a bajar los pantalones holgados del paciente. Bajada la
prenda inferior, brevemente se vio obstaculizada por algo — antes de que toda
la parte inferior de su cuerpo fuera revelada a la vista de Yebin.
“Wow...”
Ya había examinado y observado su cuerpo varias veces antes de esto, así
que sabía el tamaño exacto de sus genitales.
Pero en aquel entonces, por no hablar de sonrojarse, ni siquiera tuvo
pensamientos extraños.
Después de todo, la vida de alguien estaba en juego. Era absurdo
preocuparse por su pene en ese tipo de situación.
Sin embargo, el caso de hoy era diferente.
El objeto que ella siempre había considerado desdeñosamente como “genitales
masculinos” parecía mucho más novedoso que antes.
Yebin estiró las manos para medir el tamaño de su vara.
“Ya lo sabía, pero el tuyo es realmente grande, Sr. Siwoo... Ah, ¿cuenta
como acoso sexual decir tal cosa?”
“...”
“¿Tiene novia, Sr. Siwoo?”
“...”
“¿O al menos tiene experiencia?”
“...”
“Mi Querido Príncipe Encantador, estás durmiendo tan profundamente,
dejándome anhelando tu toque. ¿De verdad dejarías colgada a alguien tan
atractiva como yo?”
“...”
No hace falta decir que Siwoo no la respondió.
No es que Yebin esperara que lo hiciera. Sacó un frasco que había preparado
con antelación.
Era una botella de lubricante, el gel que utilizaba para las pruebas
ultrasónicas, le permitía sondear y aceptar las ondas de sus pensamientos y su
magia sin errores.
Además, como era resbaladizo, servía de lubricante para las relaciones
sexuales.
“Lo siento, pero por favor no pienses mal de mí. Yo también estoy
perdiendo en esta situación, ¿sabes?”
Ya que iba a hacer lo que quisiera con él sin pedirle su consentimiento,
pensó que al menos debía disculparse un poco antes de empezar.
Primero, cubrió toda su polla con el gel, asegurándose de que estuviera
bien lubricada.
Hasta el punto de que su pene flácido podía rodar alrededor de su mano
sin ninguna dificultad.
Le pareció estar viendo la polla de una estrella porno occidental, ya
que no había ni un solo vello púbico en la entrepierna de Siwoo.
“Primero, debería hacer... ¿Esto?”
Yebin agarró su pene flácido.
Siguió aplicándole más gel hasta el punto de que apenas era capaz de
sostenerlo.
“Ahora, sube y baja...”
—¡Plap, plap, plap!
Cada vez que la parte inferior de su mano chocaba con el bajo vientre de
él, un sonido embarazoso resonaba en la habitación.
Yebin movía el brazo arriba y abajo lentamente mientras observaba
atentamente la reacción de Siwoo.
Estaba dispuesta a detener el procedimiento en cuanto él mostrara signos
de excitación excesiva o cualquier tipo de reacción consciente.
Sin embargo, Siwoo seguía mirando indiferente al techo.
En cambio, la polla que ella sujetaba con firmeza empezó a crecer y a
palpitar con vigor.
“W-Woah...”
Con cada movimiento que hacía, se hacía más grande, más caliente y más
dura.
Sólo habían pasado tres minutos desde que ella comenzó a sacudir su
polla, pero se había vuelto dura y erecta en ese corto tiempo.
“¿Huh? ¿No es demasiado grande...?”
Antes de que se pusiera erecto, Yebin ya había pensado que su vara era
demasiado grande, pero ahora que crecía con tanto fervor, se sintió intimidada
por ella.
Exagerando un poco, su cabeza había crecido hasta alcanzar el tamaño del
puño de un bebé. Incluso con su ligera curva, su longitud era monstruosa.
A diferencia de antes, ya ni siquiera podía sostenerlo con la mano.
“Um...”
Yebin soltó suavemente la polla de su mano.
Parpadeó un momento antes de mirarse el abdomen y se puso la mano en el
estómago para medir qué tan profundo podía llegar dentro de ella.
“¿Por aquí...?”
Solo por la longitud, llegaba más allá de su ombligo.
La idea de que entrara en su cuerpo la asustó un poco.
“... Hm...”
Ella enarcó las cejas, contemplando profundamente.
Poco después, pareció decidirse y se subió a la cama.
Yebin llegó a la conclusión de que no necesitaba pensarlo mucho. Ni
siquiera era sexo entre amantes. Además, ya lo había puesto erecto, así que lo
único que tenía que hacer era metérsela y establecer la conexión necesaria para
la sincronización.
Si ella podía aguantar el proceso hasta el clímax, sería perfecto.
“Ah, bien.”
Introdujo los dedos en su coño, frotando lentamente sus paredes internas
con los restos de los geles.
Aunque la polla de Siwoo había sido lubricada lo suficiente, ésta seguía
siendo la primera vez de Yebin.
Si no quería sentir dolor, tenía que lubricarse también su coño.
“Entonces, discúlpame...”
Levantó el dobladillo de su delgado vestido, revelando su curvilíneo
trasero.
Sus muslos sanos desembocaban en un sutil mechón de vello.
Entre el vello púbico ligeramente húmedo, una vagina sin impurezas
esperaba ser penetrada.
“¿Es esta la posición correcta...?”
Estiró la mano por detrás de su trasero, con la intención de meter la
polla de Siwoo entre sus piernas.
Su cabeza caliente se burló de sus pétalos, haciendo temblar su corazón.
Después de hacer una pose como si estuviera a punto de mear, se sentó a horcajadas sobre Siwoo y empezó a bajar las caderas despacio y con cuidado mientras intentaba recordar cómo proceder.