Goblin Slayer Vol. 2 capítulo 1
Goblin Slayer volumen 2 capítulo 1 en español
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Aventuras y Vida Cotidiana
—Si no te gusta esto, puedes irte a casa.
Una voz clara resonó en el bosque, el cual estaba
oscuro incluso al mediodía.
Árboles, musgo, hiedra. Este era un mundo donde uno
pisaba las ruinas de edificios blancos abandonados, un lugar en donde todo el
camino estaba regido por frondosas plantas. Las ruinas de la gran ciudad,
probablemente construida en la Era de los Dioses, o al menos en la primera era
de aquellos que tenían palabras. (Los Iluminados)
Incluso los elfos reconocen que nada perdura bajo el
paso de meses y años, y sin embargo…
Esta escena era especialmente triste. Fisuras
recorrían las elaboradas esculturas; los suelos de piedra alguna vez pulidos,
ahora estaban destrozados. A través de las ramas que se extendían sobre cabezas
como un techo, unos pocos rayos de luz, aunque no suficientes, se filtraban.
Este lugar alguna vez había sido una ciudad, pero ahora no era nada, solo
ruinas. Árboles y plantas eran sus únicos residentes ahora.
A través de este paisaje, marchaban cinco figuras en
una sola fila, llevando todos los ítems imaginables. Ellos eran, por supuesto,
aventureros.
La voz pertenecía a la joven que estaba a la cabeza,
encargada de la exploración. Sus largas orejas, la prueba de que era un elfo
mayor, se estremecieron.
—Esto no significa nada si vienes obligado.
— ¿No? La respuesta fue brusca, casi mecánica.
Venía del segundo en la línea, un guerrero humano
con un casco sucio y una armadura de cuero. En su cadera había una espada que
parecía tener una longitud extraña; en su brazo había un escudo redondo y
pequeño; y en su cintura colgaba una bolsa llena de baratijas.
Era un equipo ligeramente mejor al de los jóvenes
entusiastas. Pero sólo eso. No parecía la gran cosa. Sin embargo, sus pasos, la
forma en que caminaba, irradiaba seguridad.
Su extraño caminar de guerrero, le daría una extraña
impresión a cualquier curioso que volteara a verlo.
—Esta aventura. La elfa no se volteó. Sus
largas orejas revoloteaban incesantemente.
Muchos elfos eran rangers. Eran exploradores a la par
con las rheas, incluso si esa no era su clase principal.
Saltó sobre la prominente raíz de un árbol con tanta
facilidad que parecía no pesar nada.
—Las orejas de la elfa saltaron.
—Pero esto fue lo que acordamos. Y no me negaré a
pagar lo que prometí—continuó.
Sus orejas volvieron a caer.
La tercera persona en la línea suspiró ante las
palabras del hombre.
Una pequeña, joven, inexperta y la más bella del
grupo, una chica humana. Ella agarraba un báculo con las dos manos, y usaba un
atuendo de clérigo sobre su cota de malla. Ella era una sacerdotisa.
Ella movió el dedo con un gesto reprobador al
guerrero, como si dijera—Qué voy a hacer con él.
—No lo digas así. Necesitas una mejor actitud.
— ¿Yo?
—Sí, tú. ¡Justo cuando ella está siendo tan
considerada contigo y con todos!
— ¿Es eso así…? Murmuró el guerrero, luego se calló.
Su expresión estaba escondida detrás de su casco. Un momento después, giró
sombríamente hacia la elfa y le preguntó directamente— ¿Es cierto?
— ¿Podrías no preguntar eso? Dijo la elfa, hinchando
sus mejillas.
En realidad, desde que había pedido “una aventura”
como su recompensa por ayudar al guerrero a defender cierta granja, la elfa
había estado de muy buen humor.
Sin embargo, admitirlo en voz alta era otra cuestión.
— ¡Ahh, ríndete! Un enano regordete acarició su barba,
mostrando una sonrisa sincera.
El cuarto en la línea, era un usuario de magia,
vestido con un traje de estilo oriental—un chamán enano. Era incluso más bajo
que la Sacerdotisa, pero macizo como una roca. La sabiduría convencional
sostenía que los lanzadores de hechizos eran débiles, pero los enanos eran
diferentes.
No es que la longitud de sus extremidades fuera un
problema. Caminar a lo largo de senderos que sólo eran transitados por animales
era un obstáculo para todos.
—Así es Corta-barbas. Ser duro no es nada nuevo para
él.
—…Supongo que sí. Orcbolg es terco. Con eso, la elfa
soltó un suspiro. —Como odio admitir que un enano tiene razón en algo.
El enano hizo un —hmph— molesto, y luego sonrió con
satisfacción. — ¿Cómo esperas encontrar un hombre con esa forma de hablar?
¡Serás una solterona de dos mil años!
— ¡Hrk! Sus orejas se sacudieron. —No me importa. ¿Por
qué debería importarme? De todos modos, aún soy joven.
—Oh, ¿en serio? Dijo el enano, su sonrisa aumentó como
si hubiera encontrado la apertura que estaba buscando. — ¡Debería haberlo
sabido, a juzgar por ese yunque que tienes por pecho!
— ¡Al menos no soy un barril andante!
Las encantadoras cejas de la elfa se erizaron. Giró y
miró al enano. Cubriendo su pecho bastante plano con sus brazos, abrió su boca
para continuar la discusión.
Pero fue interrumpida por un suspiro.
—Los habitantes de esta tierra pudieron haberse ido
hace tiempo, pero tal vez haya algún tipo de trampa.
Quien hablaba era un hombre lagarto, con un talismán
en el cuello.
Él era la cola—literal y figurativamente, por tener
una cola y estar último en la formación. Era un gigante, su aliento salía de
sus mandíbulas. Vestía los trajes tradicionales de su gente, y juntaba sus
manos haciendo gestos extraños, era un sacerdote lagarto, el cual tenía como
antepasados, a los temibles nagas.
—Estas tierras no son para las personas normales.
Debemos mantenernos alerta, para no invitar problemas.
—Hrm. Tal vez ella estaba siendo un poco ruda.
— ¡Hrk! ¿Qué? Es tú culpa por…
—Mi querida ranger, por favor. Imploró el sacerdote
lagarto.
Las palabras que iba a decir se quedaron en sus
labios.
El sacerdote lagarto no era el líder del grupo, pero
la elfa no podía evitar no hacerle caso a tan imponente rostro.
—Tal vez puedas continuar. Saltando hacia una raíz que
parecía ser un reto.
—Sí señor.
—Y querido lanzador de magia, no distraigas a nuestra
exploradora.
—Ya lo sé, ya lo sé.
El enano no notó como las orejas de la elfa cayeron
por la reprimenda.
Mientras tanto, el sacerdote lagarto movió sus ojos
irritadamente.
La sacerdotisa se rió, casi sin quererlo. Le gustaba
lo vivaz que eran la elfa y el enano cuando peleaban.
Es lindo que ellos sean tan amigos como para pelear
así.
— ¡Hyup!
La elfa saltó hacia una raíz de un árbol casi tan alto
como ella, en uno, dos, tres pasos, haciendo una exhibición acrobática más allá
de lo que la mayoría de las personas sería capaz de hacer.
—Eres bastante hábil. El guerrero, que había estado
viendo, dijo en voz baja.
—Oh, ¿lo has notado?
Junto con la respuesta satisfecha de la elfa, una
cuerda para escalar se balanceaba sobre el obstáculo.
El guerrero le dio dos o tres tirones a modo de
verificación, luego plantó sus pies sobre la raíz y empezó a escalar.
Él escaló con una velocidad y ligereza que no parecía
estar usando una armadura. Tal vez esto era el resultado de una vida al aire
libre.
—Muy bien. Esto servirá. Desde lo alto de la raíz,
giró su casco mientras miraba hacia abajo.
—Siguiente.
—Oh… claro.
La sacerdotisa asintió varias veces y lo siguió.
Ella puso sus cosas en su espalda y empezó a escalar
con vacilación, apoyándose intensamente en la raíz para sostenerse.
—Pero… hrgh… y pensar que una ciudad tan grande se
convertiría en ruinas… “grito”
—Con cuidado
Vwoop. La sacerdotisa resbaló sobre algún musgo y casi
cayó, pero el guerrero agarró su muñeca y la levantó.
Su brazo era tan delgado, parecía que aquella mano con
guantes de cuero podría partirla por la mitad
—Gracias… dijo ella en voz baja, mirando hacia abajo
la raíz y sonrojándose.
Se frotó la muñeca ligeramente adolorida. No es que se
quejara.
—Si no estás herida, vamos a bajar.
—De acuerdo
La sacerdotisa siguió caminando a través de la raíz,
el guerrero sostenía su mano para ayudarla.
Una vez ellos estuvieron en la seguridad de la tierra
firme, la elfa ladeó su cabeza y preguntó. — ¿Todo está
bien?
—Si… Yo solo… necesito aumentar un poco más mi fuerza…
—Bueno, pero no enloquezcas, dijo la elfa con un
movimiento de sus orejas. Ella entrecerró los ojos y le dio a la sacerdotisa
una significativa mirada hacia arriba y hacia abajo.
—No querrás terminar con el cuerpo de un enano.
— ¡Puedo oírte, orejas largas! Y sigo diciéndote que
mi cuerpo es el de un enano promedio, gritó el chamán enano desde el otro lado
de la raíz. —De todos modos, nada puede ganar contra el flujo del tiempo. Ni
tus árboles, ni nuestras cuevas… nada.
El enano, después de un amable empujón del sacerdote
lagarto en la raíz, aumentó su determinación y saltó al suelo.
Aterrizó sobre su trasero con un golpe
La elfa frunció el ceño notablemente ante la
exhibición poco elegante. — ¿Podrías ser más ridículo?
— ¡Mira mis piernas! ¡Son rechonchas! Elfos, siempre
tan preocupados por cómo los ve la gente.
—Si te molesta, siempre puedes usar Control de Caída.
— ¡Pfah! ¿Usar un hechizo para esto? ¿No tienen los
elfos ningún concepto de ahorro en la magia?
—Vale, vale… La sacerdotisa los irrumpió con una
sonrisa que no podía ocultar. — Si hacen demasiado ruido, recibirán un regaño
de alguien más. Ella advirtió.
—Oh, ¿quién me va a regañar? Desde la perspectiva de
un elfo, esa serpiente es sólo un niño…
— ¿Oh-ho?
Los oídos de la elfa saltaron al estruendo de una voz.
—Ni siquiera los elfos son eternos. Tal vez lo único
que lo es, es la eternidad misma…
La voz estaba acompañada por el silbido del sacerdote
lagarto que trepaba la raíz con la ayuda de sus garras y cola.
Escaló con gracia y aterrizó ágilmente. Fue
impresionante, aunque fuera un poco ruidoso. — ¿Quizás sería divertido
descubrir si los elfos mayores son eternos o no?
—… paso.
Tal vez su expresión tenía la intención de parecer
juguetona o burlona. Pero para cualquiera que no tuviera escamas, sólo parecía
un enorme lagarto con la boca bien abierta de par en par.
La elfa frunció el ceño y agitó la cabeza de un lado a
otro.
— ¿Y? Dijo el guerrero. — ¿Dónde están los goblins?
—… Ahí va otra vez. La elfa se encogió de hombros como
si dijera que no valía la pena responder y siguió con un suspiro aún más
grande. —Me desvié de mi camino para encontrar ruinas que parecían tener
goblins, sólo por ti, Orcbolg. Podrías estar un poco más agradecido.
Entonces, el guerrero continuó diciendo: —Hmm. En
otras palabras, estabas siendo considerada.
—…Si, podrías llamarlo así.
—Ya veo
Aparentemente, él había estado esperando a que todos
llegaran. Ahora asintió con un gesto simple y se puso a la cabeza de la fila.
La elfa le siguió apresuradamente, adelantándolo para continuar con el
reconocimiento.
Considerando todo, el guerrero era un buen explorador.
A pesar de su rapidez, indiferencia y su forma de andar que parecía bulliciosa,
su armadura era extrañamente silenciosa. Puede que parezca un simple bandido,
pero no pisó ni una rama, ni pateó ninguna piedra.
—Ejem, no hay necesidad de preocuparse, Goblin
Slayer-sama. El sacerdote lagarto sacó un papel enrollado de su bolsa y lo
abrió, estudiándolo mientras caminaba.
Estaba descolorido, desgastado, aparentemente medio
borrado, pero parecía ser un mapa de la ciudad en la que se encontraban.
Teniendo cuidado de no dañar el papel, el lagarto
recorrió con su garra el mapa cuidadosamente. —… debería haber un santuario más
adentro. Yo, por mi parte, creo que deberíamos ir allí. ¿Qué piensan el resto
de ustedes?
—De acuerdo, dijo con prontitud el guerrero. Se había
detenido y se puso a revisar el camino con un dedo, buscando huellas de
pisadas. —Puede que haya goblins ahí.
— ¿Eso es en lo único que piensas? Dijo cansada la
elfa
— ¿Hay algo más?
— ¡Mira a tu alrededor! Dijo, sin bajar la guardia,
pero si extendiendo los brazos. — ¡Mira esto! ¡Maravillas! ¡Secretos!
¡Misterio! ¡Leyendas! ¿No sientes nada de eso?
—No hay tiempo para eso.
—… no puedo creerlo.
— ¿Es así?
La elfa apretó los labios debido a la respuesta tan
brusca. Sus largas orejas se movieron.
Ahora, orejas largas. Si apresuras el pulido de una
piedra, sólo la romperás —El chamán enano se rio, girando su barba, hacia la
vanidosa elfa. —Sólo dale tiempo. Santo Dios, todos los elfos son tan
impacientes.
—Por eso estás tan gordo, enano, sólo comiendo y
bebiendo, y nunca haciendo nada.
—Aww. ¿Qué tienes en contra de un poco de comida y
bebida? Él tomó un trago largo de la jarra de vino de fuego que llevaba en el
cinturón, sin sentirse perturbado por su comentario.
—Aunque siendo justos, mi niña de orejas largas, no te
equivocas.
La elfa miró al chamán enano mientras dejaba salir un
eructo nada delicado.
—Corta barbas, ¿nunca pensaste que sería más fácil si
fueras a, digamos, subir de rango?
—Lo he hecho, respondió el guerrero mientras se
agachaba, se acercó a un muro y miró a la vuelta de una esquina.
—Oh-ho. El enano dejó escapar un gruñido por la
respuesta inesperada.
El guerrero miró a la izquierda, luego a la derecha, y
luego continuó hacia delante.
—Hacerme con una buena reputación, clasificarme en la
categoría de oro y tomar un trabajo más amplio como aventurero es una
posibilidad, dijo.
— ¿Entonces por qué no lo has hecho? Preguntó el
enano.
—Porque si lo hiciera, los goblins estarían atacando
aldeas.
Vigilando junto a ellos, la elfa agitó su cabeza como
si quisiera quitarse un dolor de cabeza.
—Había oído que los humanos podían tener una visión
cerrada, pero… ¿todos son así?
—Creo que él es especial, dijo la sacerdotisa con una
sonrisa que decía ¿qué más podemos hacer?
Así había sido en los meses desde que se habían
conocido, aunque al principio había sido confuso.
—Pero ahora habla de muchos más temas de los que solía
hablar.
—……..
El guerrero continuó silenciosamente su búsqueda con
esa misma caminata enérgica. La sacerdotisa lo siguió, aun sonriendo.
—Y es fácil de entender, ¿no?
—Lo entiendo, al menos, dijo la elfa con un guiño y
una sonrisa.
El chamán enano y el sacerdote lagarto intercambiaron
una mirada, luego una sonrisa sin palabras.
Pronto llegaron al final de lo que parecía haber sido
una calle principal y llegaron a su destino: una gran plaza en un claro formado
por árboles. Podían ver una abertura de pared blanca, como la entrada a una
cueva.
—No veo ningún guardia. El guerrero suspiró con
molestia mientras revisaba el territorio desde la larga hierba en las oscuras
sombras de los árboles.
Desde que entraron en el bosque, no habían visto ni
rastro de algún animal salvaje, y mucho menos de ningún monstruo.
— ¡Oh, eso significa que no hay goblins! Desde el
fondo de la fila, la sacerdotisa intentó animar al guerrero decepcionado.
—No necesariamente.
La respuesta fue casi mecánica, pero no pareció
molestarla. Respiraba pesadamente mientras trotaba detrás de él.
—No creo que permitieran que un nido tan preparado se
desperdiciara.
—No tienes que imaginarte que están aquí si no lo
están. Dijo la elfa, y luego murmuró para sí misma: ” Goblins, goblins.
Honestamente.”
El guerrero la ignoró y dijo —O quizá sólo
recientemente cavaron un túnel desde el nido hasta aquí.
—Oye… ¿Hueles algo? La elfa frunció el ceño. No lo
decía en respuesta al guerrero.
El sacerdote lagarto movió lentamente su cabeza.
“Lamentablemente, mi nariz apenas sirve en este bosque. ¿Qué clase de olor es?”
—Es como… eh. ¿Cómo huevos podridos?
—… Así que están aquí. Murmuró el guerrero brevemente.
Los aventureros prepararon sus armas. La elfa sacó su arco, una gran rama de
tejo ensartada con seda de araña, junto con una flecha que tenía un colmillo
por punta.
Con una oración a sus ancestros, el sacerdote lagarto
convirtió un colmillo en una espada pulida.
El chamán enano metió la mano en una pequeña bolsa de
catalizadores, mientras la sacerdotisa sostenía su báculo con ambas manos.
Retrocedieron rápidamente, separándose para rodear la
entrada.
— ¿Qué debemos hacer? ¿Quieres entrar? ¿O debo usar mi
milagro de protección?
—No. El guerrero agitó la cabeza, cortando la pregunta
ansiosa de la sacerdotisa.
— ¿Hay otra entrada a estas ruinas, este santuario?
¿Qué dice el mapa?
—No hasta donde yo he visto, respondió el sacerdote
lagarto, que conocía el mapa como la palma de su mano. —Aunque, siendo estas
ruinas tan antiguas, no podemos estar seguros de que el colapso no haya creado
una.
—Los ahuyentaremos con el humo. Con su mano izquierda,
el guerrero rebuscó en su bolso.
Lo que sacó era amarillento y del tamaño de su palma;
parecía un trozo endurecido de algo. Usó una cuerda para atar la cosa a un poco
de leña, hasta que la apretó en una bola.
La sacerdotisa llevaba una expresión ligeramente tensa.
Tal vez reconocía ese artefacto.
—Eso es resina de pino, ¿no?
—Sí.
—Y… azufre.
—Hará un buen y espeso humo. Incluso mientras hablaba,
el guerrero fácilmente golpeaba a un pedernal, prendiendo fuego a la bomba de
humo. Teniendo cuidado de no respirar los vapores que inmediatamente empezaron
a salir del dispositivo, lo arrojó al agujero. —Eso envenenará el aire. Es poco
probable que los mate, pero… Con eso, el guerrero sacó una pequeña espada de su
vaina. —Ahora, esperamos.
El humo de la bomba cubrió profundamente las ruinas.
Los aventureros suspiraron entre sí con una mezcla de
molestias y temblores.
—Conoces los trucos más viles, dijo el chamán enano.
— ¿En serio?
— ¿No lo ves?
Pero no hubo discusión con los resultados inmediatos.
Pequeñas siluetas corrían a través de la cortina de humo, clamando en voces
chillonas.
Eran monstruos con rostros crueles, del tamaño de
niños: goblins.
—Hmph.
Cuando vio que los goblins llevaban armaduras de
cuero, los cortó con su espada como un hacha a través de leña.
Impactos. Gritos. Un rocío de sangre.
Casualmente pisó a un goblin que yacía boca arriba,
una espada estaba enterrada en su cráneo, y cogió el arma del goblin.
Una hoz corta. El guerrero dio al arma manchada de
sangre un ligero giro, y luego asintió. Nada mal. El arma había sido hecha para
que un goblin la usara en una cueva, pero se sentía natural en su mano.
—Nuestra presa tiene un equipo excelente. Tengan
cuidado.
—Esto no es como cualquier aventura en la que haya
estado.
— ¿No lo es?
— ¡No! La elfa soltó una flecha con el ceño fruncido.
Estaba hecha de una rama convenientemente fuerte, y
volaba como si el santuario mismo la dibujara.
Aumentaron los gritos.
— ¿Normalmente no vas a las ruinas para luchar contra
goblins?
—Supongo que ése es el método convencional.
El sacerdote lagarto iba de un goblin a otro, acabando
a cada uno con su espada.
—Si uno se une a Goblin Slayer en su cacería, hay que
hacer preparativos para lo que menos se espera.
—Si tú lo dices…
La sacerdotisa echó una mirada dudosa hacia el
guerrero.
Estaba enterrando la hoz, sostenida por el reverso, en
la garganta de un goblin. Rompió la tráquea del monstruo cuando la arrancó con
su arma prestada; luego la lanzó inmediatamente por el aire. El arma giró en la
nube de humo, y se oyó un grito de goblin. Sus movimientos eran brutalmente
eficientes.
—A este ritmo no necesitaremos hechizos, supongo, dijo
el chamán enano, preparando piedras para su honda.
Era sólo una previsión en caso de que se rompiera la
línea del frente; de hecho, estaba muy tranquilo.
—No.
Entonces el guerrero levantó la daga del goblin cuyo
cuello había desgarrado, sacudiendo su cabeza mientras probaba el borde.
Un veneno oscuro de algún tipo de descripción fue
empapado a lo largo de la hoja. El guerrero limpió el veneno en la túnica del
goblin, ignorando el escalofrío de la sacerdotisa.
—Guarda tu magia para cuando estemos dentro, le dijo
el guerrero al chamán enano, poniendo la daga en su cinturón.
La entrada al santuario apreció. Los cadáveres de
goblin cubrían el suelo, pero no sabían que había más adentro.
¿Habían ellos matado a todos? ¿O alguno había
escapado?
—Son duros…
Sacó la espada del cuerpo del primer goblin que había
matado, limpiando las vísceras de la espada. Esto sería suficiente.
Sin dudarlo, volvió a meter la espada en su vaina, y
luego asintió. —Una vez que el humo disminuya, nos movemos.
—Una vez más, no es el tipo de aventura a la que estoy
acostumbrada, refunfuñó la elfa.
— ¿No?
— ¡Porque no es una aventura! Esta no cuenta, ¿de
acuerdo?
—Muy bien.
Eso fue todo lo que dijo el guerrero mientras se
dirigía al altar. El grupo lo siguió.
Un guerrero y la sacerdotisa eran humanos, una elfa
mayor, un chamán enano y un sacerdote lagarto.
Los planetas y las estrellas habían completado casi la
mitad de su ciclo desde que este inusual grupo se unió.
No había pasado mucho tiempo desde que otra lucha
interminable con el caos y el desorden había llegado a su fin. Fueron a las
ruinas y cuevas alrededor de las ciudades de la frontera, buscando cada una por
su lado. Muchos fueron a las fortalezas, santuarios, ruinas y cavernas que se
habían olvidado en la larga lucha. Los aliados del caos podrían encontrar un
respiro en estos lugares y esperar a que llegue su momento. Uno debe estar
siempre en guardia, pero no sólo por los monstruos.
Los gobernantes de la tierra, que habían comprado
suficiente tiempo para retomar sus mezquinas rivalidades, dejaron este negocio
a los que vivían en el desierto.
No era nada: los aventureros terminaban sus luchas y
volvían a su vida cotidiana.
La gente se convertía en aventureros por curiosidad
acerca de las tierras desconocidas. Su sueño era abrirse camino en el mundo
matando monstruos y encontrando tesoros. Y si podían ganar una recompensa en su
camino, sería hacía mucho mejor.
Al guerrero le importaba poco dónde vivían los
goblins, ya fuera una cueva o una antigua ruina.
Orcbolg, Corta barbas, Goblin Slayer – él pasó por
muchos nombres. Pero incluso cuando entró audazmente en la caverna, aún no era
un aventurero.
—Encuentra a todos los goblins. Mátalos.
Él era un Asesino de Goblins — Goblin Slayer.
◇◆◇
Era tarde. El sol estaba recién pasado de su cenit y pronto comenzaría a hundirse.
El primero en darse cuenta de su regreso fue el dueño de la granja.
Un pequeño camino corría hasta el pueblo, al lado de
los campos, ahora coloreados con la puesta del sol.
Caminó despacio con su valiente e indiferente paso.
Como siempre, llevaba su sucio casco y armadura de cuero, su espada de extraña
longitud, y su pequeño escudo redondo.
El dueño había estado reparando una cerca cuando
sintió un olor a óxido, entonces se puso de pie.
—… has vuelto, dijo en breve.
Asintió, caminando hacia el dueño. —Sí. Terminé mi
trabajo.
—Ya veo…
El dueño agitó la cabeza de manera inofensiva al
hombre y miró hacia el casco, que ocultaba lo que la misteriosa figura estaba
pensando.
El dueño no tenía nada que decirle a esta persona que
conocía, o creía conocer desde que el dueño era joven.
De hecho, el dueño encontraba difícil lidiar con este
hombre. Podía entender al hombre, no quería echarlo, pero tampoco era alguien
que el dueño quisiera cerca.
— ¿Sabes cuántos años ya han pasado? Murmuró sin
saberlo.
Cuando los goblins atacan tu aldea, es como una fuerza
de la naturaleza, como un acto de los dioses.
Entonces, el hombre sólo había tenido una opción:
huir. Pero no sólo se había salvado a sí mismo, sino que ahora estaba luchando.
— ¿No fue suficiente?
— Sí… Asintió como si lo entendiera.
— Entonces no exageres… me da pena esa chica.
—… tendré cuidado. Respondió con un poco de
vacilación.
Esto era lo que lo hacía tan difícil, pensó el dueño.
Si fuera un hombre que no se preocupaba por nada, el
dueño no habría necesitado preocuparse por él.
Tal vez sabía lo que estaba pensando el dueño, pero
continuó con su voz brusca.
—Lo siento. Me gustaría arrendar el establo.
—… es lo de siempre. No te preocupes por los detalles,
sólo haz lo que quieras.
Parecía soportar esta respuesta tan ruda sin
preocuparse y simplemente pasó junto al dueño.
En la granja propiamente dicha, se fue detrás del
establo. Pasando un montón de pastos secos. Había un establo tan viejo que
había sido abandonado hace mucho tiempo.
Las tablas habían sido golpeadas contra las paredes y
el techo, para remendar los agujeros en ellas. Era algo muy duro, sin duda,
pero fue el trabajo de sus manos, lo había hecho sin protestar.
La granjera, la hija adoptiva del dueño y su amiga de
la infancia, había insistido en que ella lo haría, pero él sentía que como
inquilino, sólo tenía sentido que él hiciera el trabajo.
— ¡Oh! Justo cuando iba a abrir la puerta, una voz
había sonado detrás de él con excitación infantil. Se giró y vio a una joven
que le señalaba con el dedo, la granjera. Corrió hacia él, con el pecho
rebotando, y agitando los brazos.
— ¡Bienvenido a casa! Cielos, al menos podrías
avisarme cuando vuelvas.
—No quería molestarte.
—No me molesta saludar.
— ¿Verdad? Él asintió con calma; la granjera le
presionó con su dedo índice.
— ¡No! Así que, ¡salúdame bien!
No dijo nada durante un momento, y luego asintió
lentamente.
—… estoy en casa.
—Así está mejor. Bienvenido a casa. La granjera
sonrió, y su era tan radiante como el sol.
—Te oí la primera vez.
Abrió la puerta con un chirrido y entró en el establo.
La granjera lo siguió, pasando por la puerta.
Se detuvo y giró la cabeza, mirando la cara de su
viejo amigo. — ¿Cómo estuvo el trabajo…?
—Estoy en una especie de descanso.
— ¿Oh?
— ¡Sí!
Él no parecía especialmente interesado. Tiró su bolso
al suelo; luego tomó un pedernal y prendió la luz de una vieja linterna que
colgaba de una viga.
El establo se parecía a una cueva.
Una estera se extendía en el suelo, y la habitación
albergaba unos estantes estrechos y una variedad de misteriosas monedas
sueltas. Botellas, hierbas, un arma extraña con forma de cruz rota, viejos
libros escritos en letras indescifrables, la cabeza de alguna bestia… y muchas
cosas más que la granjera no podía adivinar.
Ella sospechaba que incluso la mayoría de los
aventureros no podrían comprender lo que eran muchos de esos objetos.
—Ten cuidado.
—Claro, claro…
Ella le dijo mientras se movía alrededor de la
colección, y luego se sentó pesadamente en medio del suelo. Él tomó la espada
de su cadera y la dejó a un lado, envuelta y todo, y luego empezó a desarmar
ruidosamente su armadura.
La granjera se arrodilló junta a él, mirando por
encima de sus hombros.
—Oye, ¿qué estás haciendo?
—Reparando las abolladuras de mi casco, cambiando las
bisagras de mi armadura, arreglando mi cota de malla, afilando mi espada y
puliendo el borde de mi escudo.
—El resto lo entiendo, pero… ¿el borde de tu escudo?
¿Qué diferencia hay?
—En el momento justo, puede ayudar.
—Huh…
Sus movimientos eran diligentes y delicados. Con un
martillo, él reparaba y reemplazaba los accesorios de metal, formó eslabones de
cadena de alambre doblado, y afiló su espada y escudo con una piedra de afilar.
Un arma podría ser reemplazada por algo tomado de un
goblin, pero la armadura era un asunto diferente. Era extremadamente inusual
ver a un duende con un yelmo de metal que pudiera proteger su vida. Y aunque
encontrara uno, no tendría tiempo para quitarse su casco y ponerse otro.
Un golpe desafortunado en la armadura en la parte baja
de las piernas tenía muchas probabilidades de ser fatal. Eso hizo de este
trabajo su obra más importante, su salvavidas más importante.
La granjera miraba cada uno de sus movimientos con un
ojo y una sonrisa que sugería que ella se estaba divirtiendo.
—… ¿encuentras esto interesante?
—Supongo. Siempre me gusta ver lo que te traes entre
manos, se rió y movió su pecho apropósito. — ¿Y? ¿Cómo te fue en tu aventura?
Ella se acercó a él, sus ojos brillaban. Tenía un
dulce olor a leche.
En un tono completamente diferente, él respondió.
—Habían goblins.
—Oh, ¿en serio?
—Sí. Él respondió rápidamente, aun trabajando. Luego,
agregó —Bastantes.
La granjera miraba fijamente a su espalda, entonces…
— ¡Yah!
Él dejo salir un suspiro cuando sintió repentinamente
algo pesado y suave en su espalda.
La granjera se le acercó y se le echó encima desarreglando su pelo.
![La Granjera y el Souka - Goblin Slayer Vol. 2](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEitT5rhgdmU9dbW5tBSVH61Gg7gUqQV3ih6aTlyCBuhQl5JhNSkFKObXLfVBjirjwzMyMY_Wgeb54xCqmwTFm-vX6m4DJm9wNefB3nFwReXsNN8qxp1kuIAdxwE1JbMegRMYJh8Lm5xzRU19eX2TDLT13PTeHc66-_Wz_FfU_O42mhFF_06JI4sxAQ-eBE/s16000/Goblin_Slayer_v2_image_2.webp)
Sus manos se quedaron inmóviles; se volvió hacia ella con una mirada sospechosa. — ¿Qué pasa?
— ¡Nada! Sólo quiero felicitarte por un trabajo bien
hecho. Dijo con naturalidad.
—Tendría cuidado si fuera tú.
— ¡Aww, está bien!
—No está bien.
— ¿Pasó algo interesante? ¿Qué clase de lugar era?
Se quedó en silencio. Quizás pensó que lo que pudiera
decirle no le serviría.
Montó su escudo recién pulido en la pared, y luego fue
a revisar los estantes. Sacó varias botellas, una bolsa y una mezcla, luego
abrió una botella con las manos enguantadas. Dentro había restos de una
serpiente.
Ignorando a la granjera mientras murmuraba “ugh” por
detrás de él, puso la serpiente en el mortero.
—No lo toques. Te dará un sarpullido.
—Claro… Así que, um…
—Eran ruinas en un bosque.
—Ruinas… Entonces, ¿fuiste a matar goblins?
—No. Sacudió la cabeza. —… fui invitado por otros.
Ella asintió con interés, mientras él añadía la mezcla
al contenido de una botella a otra.
La serpiente, luego un polvo rojo, una especie de
especia. Hierbas secas. Todos irritantes. Ni siquiera hizo mediciones exactas;
el proceso le era tan familiar. Aplastó todo en el mortero hasta que se mezcló
todo.
—… parece que alguna vez fue una ciudad de algún tipo.
— ¿No sabes su nombre?
—Lo siento. No me importaba.
—Bueno, supongo que hay muchas ruinas por aquí. Esta
es la frontera después de todo.
Una vez que quedó satisfecho de machacar completamente
a la serpiente, comenzó a hurgar un estante cercano.
Trajo un huevo, la cáscara decía que venía de la
granja. Tenían gallinas, pero no ponían huevos todos los días.
Vertiendo cuidadosamente el contenido en polvo del
mortero en el huevo a través de un agujero en su parte superior. Cuando lo
hizo, murmuró —Ahora que lo pienso, había una gran…
— ¿Uh-huh? Dijo la granjera con un movimiento de
cabeza.
—Una gran raíz de árbol sobresaliendo.
— ¿Cómo de grande es grande?
—Más o menos tan alta como tú. Fue un trabajo duro
escalar.
—Huh. Eso es realmente increíble.
Fue una valoración infantil y, a su manera, algo
asombroso. Había vivido la mayor parte de su vida en la granja, nunca había ido
más lejos que el pueblo; nunca había visto algo así. Ahora era él quien sabía
más del mundo que ella.
Eso la dejó un poco triste, pero feliz también.
—Y había goblins. Añadió mientras envolvía el huevo
relleno en papel de aceite y lo sellaba. Su tono era desinteresado, pero
gravemente serio. —… fue extraño. Estaban inusualmente bien equipados.
La granjera se golpeó la barbilla pensativamente antes
de decir — ¿Crees que huyeron de la batalla aquí?”
—Si así fuera, al menos habrían puesto un guardia.
—Hmm… Bueno, si no lo entiendes, estoy segura de que
yo tampoco voy a entenderlo.
Ella gimió, luego extendió los dos brazos con un
“ahhhh” se giró sobre su espalda en el suelo.
Cerca del techo oscuro, la linterna ardía y crujía.
—Te vas a ensuciar.
—No me importa. Contestó la granjera con una
carcajada.
Entonces… —Oye. Dijo ella, rodando hacia el otro
lado para poder mirarlo. — ¿Y si te tomas un descanso mañana?
—No. Sacudió la cabeza silenciosamente mientras metió
el huevo en su bolsa. —La recepcionista del gremio me llamó
— ¿Ah, sí? Eso es una pena.
Asintió. —Puede ser un trabajo de goblins.
◇◆◇
—No, no es un trabajo de matar gobli… espera, ¡por
favor no te vayas!
Goblin Slayer se giró molesto, su mano estaba en la
puerta de la sala de reuniones.
Había sillas lujosas, una alfombra peluda. Una de las
paredes estaba cubierta de cabezas de monstruos y bestias mágicas, junto con
viejas armas.
Rodeado de trofeos de los aventureros a través de los
siglos, el hombre respondió:
—Pero ya has dicho que no se trata de goblins.
—Sí, bueno, eso es verdad, pero… La recepcionista,
luciendo pequeña en una de las sillas, parecía como si pudiera romperse en
lágrimas en cualquier momento. Aferrándose a un montón de papeles, dijo en voz
baja —No todos tus trabajos deben ser de goblins ¿no?
Goblin Slayer estaba en silencio. No había ninguna
idea de su expresión bajo su casco.
Después de un momento, suspiró en silencio.
Entonces se giró, se acercó rápidamente a una silla y
se sentó más agresivamente de lo necesario. La miró sentada frente a él y le
dijo:
—Se breve, por favor.
— ¡Por supuesto!
La cara de la recepcionista del gremio brilló como la
de un niño.
Rápidamente enderezó sus papeles, colocándolos una vez
más sobre la mesa. El papel de piel de oveja que ella extendió frente a él
parecía ser el currículum vitae de un aventurero. Nombre, raza, género,
habilidades y una historia de búsqueda fueron todos incluidos.
—Me gustaría pedirle que sea un observador, Goblin
Slayer.
—Un observador. Asintió como si estuviera convencido.
— ¿Esto es para una prueba de ascenso?
Los aventureros se dividían en diez rangos, desde
Porcelana hasta Platino.
Los rangos se determinaron en base a la cantidad de
recompensa que uno había ganado, cuánto bien había hecho el mundo y su
personalidad. Algunos se refirieron a ellos colectivamente como “puntos de
experiencia”, y eso no fue inexacto. En efecto, era una simple medida de lo
mucho bien que se había hecho a las personas y a la sociedad.
Pero por supuesto, estaban aquellos aventureros cuya
excelencia solo se daba en sus habilidades de lucha. La personalidad de un aventurero
se valoraba al menos tan bien como sus habilidades. Por lo tanto, los
aventureros de alto rango servirían como testigos en una prueba, esencialmente,
una entrevista.
De esta manera, por ejemplo, un vagabundo con
habilidades asombrosas de quién sabía dónde, podría clasificar inmediatamente a
Plata u Oro. O mejor dicho, tal historia sería ideal. Pero en realidad no
funcionaba así.
Un aventurero masculino cuyos miembros del partido
eran todas mujeres, por ejemplo, encontraría difícil subir de nivel. A pesar de
las circunstancias, pocas personas estaban dispuestas a confiar en alguien que
pareciera un filántropo con misiones importantes. Por muy fuertes que sean, los
tontos cuya fuerza era su único valor permanecerían en el rango porcelana de
por vida. Mientras tanto, los mejores aventureros sabían que estaban siendo
observados y trataban de actuar de una manera confiable.
Con la excepción de algunos rangos platino
históricamente muy raros.
—Pero… Goblin Slayer sonaba incierto. Era algo inusual
para él. — ¿Estás segura de que quieres que lo haga?
—Cielos. La recepcionista respondió como si no le
molestara en absoluto. — ¿Qué quieres decir? Tú también estás clasificado en el
rango plata, ¿sabes?
—La asociación decidió eso arbitrariamente. Dijo
Goblin Slayer.
—Eso demuestra lo agradecidos que todos están contigo.
La recepcionista sonaba confiada, tan orgullosa como
si estuviera hablando de sí misma.
Goblin Slayer se quedó en silencio. Durante un
momento, levantó la vista al techo, pero al poco tiempo agarró el papel.
— ¿Quiénes están siendo probados?
La recepcionista asintió alegremente en el momento en
que se dio cuenta de que aceptaba, sus trenzas rebotaron.
— ¡Muchas gracias! Son varios miembros de un solo
equipo, cada uno queriendo subir de Acero a Zafiro, en otras palabras del
octavo al séptimo rango…
◇◆◇
—Por favor, que sea esta vez… Por favor, por favor,
que me asciendan esta vez…
En el vestíbulo fuera de la sala de entrevistas, una
oración sonó entre los aventureros que esperaban.
El que hablaba era un hombre de mediana edad vestido
de trapos.
Probablemente un monje, en realidad, no cualquier
monje.
Su cuerpo se encogió con la edad. Con él había un
bastón de madera golpeado, probablemente una especie de arma. Su frente estaba
afeitada, pero aparentemente no tenía aceite para ponerle, y su cabeza estaba
cubierta de pelo fino.
— ¡Cállate, abuelo! No tienes que cantar todo el
tiempo sólo porque eres un monje. ¡Me estás molestando muchísimo!
El que lo crítico era un joven con ojos duros que
apreciaba mucho la parte guerrera de una persona.
Sus palabras fueron duras, pero él mismo se agitó como
si no pudiera mantener la calma. Cada vez que lo hacía, su bien usada armadura
y su hacha de batalla chocaban entre sí con un rasguño de metal sobre metal. No
estaban oxidados, pero habían visto días mejores. No era un equipo de primera
calidad.
—Maldición. Debí haberlos pulido…
—Demasiado tarde ahora. El viejo es el único aquí que
tiene su propia casa. Te hace querer tener una religión. Susurró una joven
maga, apaciguando al hombre del hacha. —Además un poco de pulido no habría
cambiado mucho las cosas.
Orejas levemente puntiagudas asomaban de su capucha
rasgada, una medio elfa. Ella sostenía un libro de hechizos, también parecía
estar muy gastado. La cubierta se estaba cayendo y lo había vuelto a pegar con
adhesivos.
—Ahh, tómalo con calma. No servirá de nada alterarse…
El que acababa de hablar se rio a carcajadas. Era un
hombre joven, apenas la mitad del tamaño de cualquier otro. Llevaba una
armadura de cuero sin manchas, una daga en la cadera, y botas de piel en los
pies.
Era un explorador rhea, o de todos modos, eso era lo
que uno asumía.
—Sí, lo sé. Dijo el guerrero con hacha. —Pero es un
gran paso ir de Acero a Zafiro, tanto en pagos como en misiones.
Si hoy subimos de rango, por fin podremos dejar de
cazar ratas en las alcantarillas. Agregó la maga elfa.
El guerrero siguió hablando, rápido como un hacha
balanceándose. —Por fin podremos ganar más que los intereses de nuestras
deudas. El abuelo aquí presente será capaz de valerse por sí mismo. Eso es
importante.
—Yo también necesito esto. Los libros de hechizos son caros.
Si una oración es lo que se necesita para conseguir ese rango, oraré todo el
día. Murmuró la elfa. Miró al explorador rhea por debajo su capucha. —De todos
modos, no actúes como si no te importara.
—Sí, jajaja… El rhea se rascó la cabeza de vergüenza.
—Estoy, ya sabes, estoy bastante asustado del peligro. Y no tengo deudas, así
que…
—Vago.
—Cobarde.
El guerrero y la maga sonaban exasperados, pero el
explorador solo se encogió de hombros.
— ¡Siguiente, por favor!
La alegre voz de la recepcionista salió flotando de la
sala de reuniones.
— ¡Oh! ¡Ese soy yo! El explorador de rhea saltó
ágilmente.
El monje calvo lo agarró de su armadura, prácticamente
de rodillas. —Por favor… Por favor, se fuerte…
—Lo sé, lo sé, ya me voy, dijo el explorador,
apartando la mano del monje. Abrió la puerta…
—… ugh.
… y sus ojos se abrieron de par en par.
Tres personas estaban sentadas en la sala de
reuniones. Primero, había una empleada del gremio, la recepcionista de ojos
brillantes. (Algún día él iba a azotarla hasta que gritara). La segunda era
otra mujer delgada usando el uniforme del gremio. ¿Quién era ella? El
explorador rhea busco en su cabeza. No podía recordar si la había visto antes.
Y luego hubo un aventurero de alto rango, pero de aspecto muy extraño.
Un casco barato. Armadura de cuero sucio. Equipo
apenas apto para una aventura. No tenía su espada ni su escudo, pero no había
manera de confundirlo.
—G-Goblin Slayer…
— ¿Hay algún problema? Preguntó.
—No, ninguno señor. El explorador contestó al hombre
brusco con una risa sumisa, volviéndose para cerrar la puerta.
La verdad es que el rhea no odiaba al hombre llamado
Goblin Slayer, el hombre que había llegado al rango de plata tomando simples
trabajos de goblins. El rhea quería dinero. Quería fama. Quería que se hablara
bien de él. Pero odiaba tener miedo y no quería morir. Estaba seguro de que Goblin
Slayer debía sentir lo mismo. Si de verdad le disgustaba algo del hombre, era
ese casco sin expresión…
Goblin Slayer vio al explorador de Rea sentarse frente
a él.
El explorador tembló un poco. No odiaba a Goblin
Slayer, pero tampoco lo encontraba fácil de tratar.
—Así que, esto es la prueba para subir de nivel ¿eh?
El rhea hizo una risa débil y se frotó las palmas de las manos. —Vamos al rango
zafiro, pasemos de Esmeralda, Rubí… ¿Qué te parece si vamos directo a Cobre?
—Dudo que lleguemos tan lejos. Respondió la
recepcionista con una sonrisa. Ella revisó unos papeles en su mano. —No puedo
dejar de notar tu nueva armadura y tus botas.
—Oh, ¿te has dado cuenta? Las esquinas de los labios
del explorador se voltearon hacia arriba, y él puso sus pequeños pies sobre la
mesa. Sus botas no estaban desgastadas, estaban pulidas a fondo, y la luz negra
apenas podía escapar de su superficie. —Son de alta calidad. Las conseguí de
color mate. Son perfectos para mí.
— ¡En serio!
Él no sabía lo que se venía.
— ¿Por qué tú eres el único que está tan bien cuando
todos los de tu grupo han tomado las mismas misiones? Su tono era terriblemente
serio. —Esas botas siguen siendo un poco costosas incluso si juntáramos la
recompensa de los demás miembros. Espero no equivocarme.
La recepcionista continuó, ignorando que el rhea se
había puesto rígido.
— Algunos informes bastante ambiguos sugieren que a
diferencia de tus amigos, has estado tomando misiones por tu cuenta.
—Oh, eso, bueno, eso…
El explorador rápidamente sacó sus pies de la mesa.
Miró de derecha a izquierda. No había lugar por donde
escapar. Rápidamente dijo una excusa.
—Sabes, yo recientemente he recibido ayuda de casa.
—Mentira
Las palabras cortantes vinieron de la empleada que
estaba en silencio hasta ese momento.
El explorador mostraba una sonrisa congelada, pero en
el fondo la maldecía.
Llevaba una espada y escamas alrededor de su cuello,
el símbolo del Dios Supremo.
—Yo juro en nombre del Dios Supremo, que lo que él
dijo era mentira.
El milagro Sentir Mentiras. ¡Malditos sean estos
videntes!
Eso era por qué no podía reconocerla. Era una
inspectora, ellas eran recepcionistas, pero también sacerdotes del Dios
Supremo, gobernante de la ley y la justicia.
¿Qué era esto? ¿Habían sospechado de él? ¿Pero por
qué?
La recepcionista hizo un gesto de hojear sus papeles.
La acción decía que lo sabían todo.
—Parece que tienes nuevo equipo después de esa
incursión en esas ruinas el otro día… Oh, lo entiendo.
Con una sonrisa y una risita, aplaudió y asintió.
— ¡Le dijiste a los demás que ibas a explorar más
adentro, encontraste un cofre de tesoros, te guardaste el contenido y los
vendiste!
—Erk…
Eso fue exactamente lo que había hecho.
Al entrar en ruinas, monstruos y trampas abundaban,
además de ser letales. Era natural que el explorador rhea se ofreciera
voluntario para hacer reconocimiento y que sus compañeros estuvieran de
acuerdo. Había entrado en las ruinas con delicadeza, girando varias veces, y
entonces…
Había encontrado un cofre del tesoro.
No fue una trampa explosiva, y abrir la cerradura fue
fácil. Dentro había docenas de monedas, antiguas pero de oro. Cofres vacíos no
eran algo raro. Y aún quedaba mucho espacio en su mochila.
—Ves, eso fue… yo…
Se rio torpemente, se rascó la cabeza como un niño
regañado, y asintió. Sería más beneficioso para él si simplemente se
disculpara, decidió.
—Lo… lo siento mucho.
—Bueno, esto hace que las cosas difíciles. La
Recepcionista rio.
Era demasiado obvio que su hojear las páginas era sólo
un acto.
Ella ya había previsto todo esto. El gremio tenía una
posada y un bar, y no eran sólo para el beneficio de los aventureros de menor
rango. El flujo de dinero nunca miente.
—Gente como tú es la que da mala fama a los rheas y a
los exploradores. Movió su cabeza con asco —Bueno, es tu primera ofensa… creo
que el descenderte a Porcelana y la prohibición de aventurarte en esta ciudad
es apropiado.
— ¡Espera un segundo! ¿Cómo es eso justo? Sin
quererlo, el rhea se encontró inclinado sobre la mesa y gritando. —Yo robo un
pequeño cofre con tesoros, ¿y tú vas a echarme?
— ¿Disculpa? El tono de la recepcionista era frío, y
su exasperación era obvia; de hecho, ella estaba muy cansada de él. — ¿Sólo un
cofre del tesoro? No seas tonto. No puedes reparar la confianza rota con
dinero.
Y el que traicionaba la confianza de los demás no
tenía derecho a ser un aventurero.
Por supuesto, ser un aventurero significaba luchar.
Nadie preguntaba por tu historia. Había gente grosera entre los aventureros. No
había final para las peleas; pero lo más importante es que uno sea lo más
sincero posible. Un aventurero que no era digno de confianza era sólo un
canalla.
Y el gremio se ocupaba de la confianza y la honradez.
El rhea aún era capaz de poder ascender y se le había
concedido clemencia porque era la primera vez. ¿No lo entendía?
—Por la presente, se le degrada por falsificar una
recompensa. Pero si aún quieres quedarte aquí, puedes hacerlo.
—Erk…
El explorador de Rhea no tenía palabras. Luchó por
pensar en alguna forma de convertir esta situación en algo ventajoso.
Todo el mundo lo hace. No. Eso no le anularía el castigo. Tal vez si digo que alguien lo
había amenazado, forzado a hacerlo…
—No servirá de nada intentar algo gracioso.
Ella tenía razón. La “gobernante de la ley y la
justicia” lo estaba vigilando, con ojos brillando.
Su única esperanza… Se volvió a su única salida, la
persona en la habitación más parecida a él.
—Vamos, Goblin Slayer… Te lo suplico, como compañero
aventurero…
Ojos suplicantes. Sonrisa ingrata. Frotándose las
palmas de sus manos en una súplica desesperada.
El aventurero, que se había sentado con los brazos
cruzados silenciosamente a lo largo de toda la escena, contestó con un poco de
enfado — ¿Compañero? Su respuesta fue directa. —Soy un observador. Nada más,
nada menos.
—Pero tú… también eres un aventurero…
—Sí, lo soy. Goblin Slayer miró hacia el rhea
suplicante. —Igual a los que engañaste.
— ¡…!
El explorador rhea se puso rojo brillante y los miró a
los dos. Durante un breve instante, tuvo una visión de sí mismo sacando su daga
y saltando sobre la recepcionista.
Era posible.
— ……
Pero tendría que pasar por Goblin Slayer, un guerrero
lo suficientemente fuerte como para realizar misiones solitarias de goblins que
normalmente exigían un grupo entero. ¿Cuánta oportunidad tenía el rhea en una
lucha mano a mano?
— ……
Sintiendo la mirada de Goblin Slayer fijada en él,
desde debajo de ese casco, tragó pesadamente. Él era tan listo como cualquier
explorador y ciertamente no era tonto.
— … te arrepentirás de esto.
Sus sentimientos fluían en sus palabras de despedida
mientras echaba hacia atrás su silla y dejaba la habitación.
La recepcionista suspiró mientras la puerta se cerraba
de golpe. —Rechazado para ascenso. “Phew…” Eso fue aterrador…
La sonrisa perpetuamente pegada en el rostro de la
recepcionista finalmente se desprendió, y ella cayó en su asiento. Al final,
bajó la mirada del explorador, inconscientemente había empezado a temblar. No
sabía lo que podría haber pasado si Goblin Slayer no hubiera estado allí.
—Muchas gracias, Goblin Slayer.
Miró hacia el casco de acero junto a ella, sus trenzas
colgaban sin fuerzas.
—No. Goblin Slayer agitó la cabeza en silencio. —Yo no
hice nada.
— ¡Difícilmente! Recuerdo lo mal que me sentía cuando
estaba haciendo el curso de formación de la asociación en la capital.
Aún deprimida, la recepcionista sonrió levemente.
—Todos esos desgraciados que no podían abrir la boca
sin hacer un comentario lascivo. Pensé que me recogerían sólo porque era guapa
y joven.
—Hay demasiados de ellos, ¿no es así? La inspectora
suspiró de exasperación y golpeó suavemente la espada y las escamas.
—Tenemos que enfrentarnos a gente así por nosotras
mismas, así que… ya sabes… Con un pequeño gesto de asentimiento, puso una mano
sobre el escritorio y se puso erguida. Sus trenzas se balanceaban. —Realmente
te hace sentir mucho mejor tener a alguien en quien confías como observador.
— ¿Lo hace?
—Sí, lo hace.
Siempre irradiaba tanta confianza cuando hablaba de
Goblin Slayer. Él debió entenderlo, porque se quedó en silencio, y luego se
levantó lentamente de su asiento.
— … Si hemos terminado aquí, voy a volver.
—Oh, claro. Si te pasas por la recepción, estoy seguro
de que te darán tu honorario…
—Muy bien.
Goblin Slayer se dirigió hacia la puerta con su paso
audaz y casual.
Viéndolo allí, la recepcionista de repente habló
fuerte.
— ¡U-um!
Ahora lo había hecho. Ella lo había dicho. La
recepcionista sintió una punzada de arrepentimiento.
Goblin Slayer, con su mano sobre el pomo de la puerta,
se giró lentamente. — ¿Algo más?
La recepcionista dudó.
El coraje que la inspiró a gritar había desaparecido
tan pronto como había llegado. Abrió la boca, se detuvo, y luego decidió decir
sólo lo que era apropiado.
—… Buen trabajo hoy.
—Claro. Dijo mientras giraba la perilla. —Tú también.
La puerta se cerró con un suave ruido.
La recepcionista, dejada atrás, se volvió a estirar
sobre la mesa.
—Phewww…
La superficie del escritorio se sentía bien contra su
mejilla.
—Buen trabajo. Su colega, la inspectora, le dio
palmaditas en la espalda a la recepcionista con una suave expresión.
—Tengo miedo de que ese tipo haga otra cosa.
—Bueno, los aventureros vivos son un recurso precioso.
Y no hizo nada claramente ilegal… Sería mucho peor si tirara por la borda el
sistema de aventurarse y se convirtiera en un alborotador. —Ciertamente hay
todo tipo de aventureros, desde el Bien Común hasta el Caótico Mal.
—Mientras sean aventureros, pueden hacer esa elección…
De todos modos, buen trabajo.
—Para nada. Es simplemente mi deber como sacerdote del
Dios Supremo. La inspectora sonrió a la recepcionista, pero ella sólo podía
suspirar otra vez.
—Y desde la perspectiva del Dios de la Ley, ¿lo que
acabo de hacer fue… correcto?”
—Mucha gente malinterpreta al Dios de la Justicia,
incluso a los escritores de nuestros concursos de belleza. Dijo la inspectora
con un gesto teatral. —La justicia no es castigar el mal, sino concienciar a la
gente.
La ley era una herramienta y mostraba una forma de vivir
bien. Nada más y nada menos. Por eso el Dios Supremo no transmitió
revelaciones. La intención no era que siguieran la sagrada palabra de Dios,
sino que pensaran por sí mismos y usaran su propio juicio.
La recepcionista seguía tendida sin gracia al otro
lado del escritorio, su cara se volvió hacia su amiga.
—Qué bonito pensamiento.
—Si puedes ponlo en práctica. Aún no estoy cerca de Sword Maiden[1]
—Esa no es una comparación muy justa.
Sword Maiden.
Ya habían pasado diez años desde que ella se había
convertido en un personaje conocido.
La recepcionista tenía doce o trece años en aquél
entonces, cuando uno de los Señores Demoníacos había vuelto a la vida.
Sword Maiden era una leyenda de la época en que la
humanidad luchaba por su supervivencia, anhelando el advenimiento de un héroe,
un aventurero de rango platino.
Un grupo de rangos oro se había atrevido a desafiar al
Señor…
—Y tuvieron éxito. Uno de ellos era una humilde
servidora del Dios Supremo, Sword Maiden.
La inspectora se sonrojó un poco y suspiró como una
chica soñadora. —La amo. Murmuró.
—De todos modos, todo lo que hago es usar Sentir
Mentiras. No es difícil. Hay más trabajo que hacer, ¿verdad?
—Muchas entrevistas de ascenso. Y tengo que llenar el
papeleo para degradar a ese sujeto… La amiga de la recepcionista la golpeó en
la espalda otra vez, pero no fue reconfortante.
Aun así, eso la trajo de vuelta aunque sea un poco.
—Correcto. Ella asintió y levantó la vista.
—Así que. Una sonrisa burlona apareció en el rostro de
la inspectora. — ¿Ese era el tipo que te gusta?
—Oh, um…
¿Estaba Sentir Mentiras funcionando? La recepcionista
miró al techo, pero el Dios Supremo estaba en silencio. No podía ver la mirada
de su amiga, pero asintió honestamente.
—Sí, sí, lo es… ¿Y?
—Hmm. Bueno, no puedo culparte. Siempre te han gustado
los que ayudan, incluso desde que estábamos en la capital.
![La Recepcionista y Saouka - Goblin Slayer Vol. 2](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEinPslCE-vr91yhMe8JHGQzV1LhKj-UJ671WNFXtisc-rI5fFoGTGJLlh55TdWDGbrMyArmcfUec4j7rBciZOJDa36BNUovhkNkursUkvxYVpZ7SKSz0qlS5JjWmgL_RypSHOGothMD8IOC3eq7lG21DnFtytU9PFZB3B6D30aXWtmlAhGMpFXO6ocLRuo/s16000/Goblin_Slayer_v2_image_1.webp)
—Siempre estaba buscando un tipo de, tú sabes, aventurero imperturbable.
Ella no había encontrado ninguno. En ese momento
estaba decepcionada, pero ahora parecía una bendición. Se habían conocido justo
después de que la recepcionista había terminado su entrenamiento y había sido
asignada a esta ciudad en la frontera. Un aventurero recién registrado había
conocido a la recepcionista nueva, y se conocían desde entonces.
Había estado completamente concentrado en cazar
goblins, ignorando todo lo demás. Para ella, harta de los lujosos torpes de la
capital, era un poco de aire fresco.
—Lo admito, tal vez éste sea demasiado imperturbable…
Es genial poder hablar con él, pero quizá al menos
podría invitarme a cenar o algo… ¿no?
La chica del Gremio agitó la cabeza.
¿Él, invitándola a comer después de una aventura?
No podía imaginárselo. Y aún no tenía el valor de
preguntárselo ella misma. Si sólo pudiera conseguir un poco de… valor.
—Bueno, eres feliz, eso es lo que importa… ¿Cuánto
tiempo puedes permitirte el lujo de eludir tu trabajo?
—Buena pregunta. Es hora de dejar de soñar despierta y
volver a los negocios.
Se levantó lentamente, componiéndose. Ella enderezó
los papeles del escritorio. Había mucho que hacer: el informe sobre el
explorador rhea y la promoción del guerrero con hacha, la maga elfa y el monje
calvo.
Ella también había estado postergando muchos problemas
de su trabajo. Bueno, ella empezaría con lo que estaba justo delante de ella.
Tomó una pluma con decisión en la mano, abrió la tapa de su tintero y comenzó a
correr la pluma sobre el papel de piel de oveja…
—Hola.
—Yii, ¡¿qué?!
La recepcionista estaba completamente sorprendida por
la voz tan cerca, y su pluma saltó a lo largo de la página.
Mientras intentaba calmar el golpeteo de su corazón,
vio el casco sin expresión. Se apresuró a alisar su cabello y controlar su
respiración y no derramar la tinta en el proceso. También juró vengarse un poco
de la inspectora sonriente más tarde.
— ¿Pasó algo, Goblin Slayer?
—Creo que lo sabes. Su voz era tan mecánica como
siempre, pero de algún modo alegre. Tenía el papel de un trabajo en la mano.
¿Lo había agarrado del tablón de anuncios después de
irse? No, ella no recordaba que hubiera ningún trabajo disponible.
Y ese trabajo… ¿alguien se lo había dado?
— ¿De quién era? ¿De dónde era? No lo sabía, pero
parecía muy especial porque había sido enviado desde muy lejos.
Ignorando la recepcionista que miraba fijamente la
hoja del trabajo, dijo:
—Un trabajo de cazar de goblins.
La recepcionista le dio una sonrisa débil.
◇◆◇
—La recompensa es una bolsa de piezas de oro por
persona. Venir o no, es tu elección.
En algún lugar de la taberna del gremio, Goblin Slayer
estaba resumiendo.
Era apenas mediodía, pero algunos tipos ansiosos
habían salido a beber, y el lugar era ruidoso.
Excepto cuando estaban peleando, los aventureros
naturalmente prestaban poca atención a la hora del día. Después de un largo
tiempo en algunas ruinas o laberintos, su regreso podría ser de noche, podría
ser de madrugada; no importaba. A veces se sumergían dentro mazmorra por la
mañana con la intención de regresar esa noche, pero resultó ser la noche del
día siguiente. Las caravanas podrían irse a mediodía. Por todo tipo de razones,
las luces de la taberna nunca dejaron de arder.
Hoy, como siempre, la taberna estaba llena de
aventureros comiendo el almuerzo y probándose contra el vino.
En contraste, la sacerdotisa llevaba algún tiempo
masajeando su sien mientras escuchaba.
—De acuerdo, lo entiendo… creo.
— ¿Lo haces?
—Sí, la mayor parte. Entiendo que si actúo así de
sorprendida cada vez que haces algo que no espero, no duraré.
Sus otros tres compañeros también estaban sentados en
la mesa redonda. Su equipo. Sus amigos.
La elfa asintió con la sacerdotisa a pesar de tener un
aire de irritación.
El sacerdote lagarto masticó pensativamente un poco de
queso, con la cola balanceándose ligeramente.
El chamán enano sonrió, ocupado cosiendo piedras
preciosas en la parte de atrás de su chaleco.
—Escucha. Dijo la sacerdotisa, como si estuviese dando
un sermón a un niño en el templo, moviendo su dedo índice — Te lo dije antes.
Si no sentimos que tenemos otra opción, no cuenta como consultarnos.
—Pero tienes una opción.
—Ir o no ir. Esa es una elección muy limitada.
— ¿Lo es?
—Sí, lo es.
—Hmm.
![Reunión del Grupo Souka - Goblin Slayer Vol. 2](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjq04f-KaZhG_OJHTpYkycY2VQS56mnPQzcOOZRJWJNWvPVVVcR3sjw90p5FtXJKtnwy-JxzuG_alHH8F2-QMaBS6qSA2BS1u49DRwOyfTmuw1TapB2JZaZS6B2XXt1dmTJo3yULuoRcUgUnBUmNX9CjwwVeWhPn4kb7cQA5Bbnj8IjPd3jB34LsdqQbDc/s16000/Goblin_Slayer_v2_image_01.webp)
Goblin Slayer ladeó su cabeza interrogativamente. Tal vez lo entendió, tal vez no.
En el fondo de su mente, la sacerdotisa consideraba la
posibilidad de que él no tenía realmente un pensamiento en su cabeza.
—Si decimos que no iremos contigo, irás solo de todos
modos, ¿verdad? Dijo la elfa.
—Por supuesto.
—Bueno, entonces, esto no es realmente una discusión.
Dijo riéndose.
—Al menos Corta-barbas se ha ablandado lo suficiente
como para tratar de tener una charla con nosotros. El chamán enano había
acabado de coser las gemas y las había examinado a fondo con ayuda de la luz.
— ¡Absolutamente delicioso! ¡Dulce como el néctar! …
Erm. Sí, es una tendencia prometedora. Dijo el sacerdote lagarto mientras
hablaba. La mayoría de sus quesos habían desaparecido.
—Bueno, entonces haremos nuestra elección. La
sacerdotisa tomó su bastón el cual había estado apoyado contra la pared con
ambas manos.
—Bien. Dijo Goblin Slayer brevemente.
La sacerdotisa suspiró por enésima vez, cerró los ojos
y dijo deliberadamente:
—Voy contigo.
—……..
Se quedó callado ante la sonrisa de la sacerdotisa, y
después de un momento murmuró-
—Ya veo.
—Bueno, estuviste en mi aventura el otro día. Aunque
terminó siendo una matanza de goblins.
La elfa movió sus orejas hacia arriba y hacia abajo
excitadamente. Siempre impaciente, ella ya estaba revisando su arco,
asegurándose de que tenía flechas, deslizando su bolso sobre su hombro, y de
pie. —Heh-heh. Se rio, alzó su pequeño pecho con orgullo, y guiñó un ojo. —Te
ayudaré de nuevo, a cambio de otra aventura. Está bien, ¿verdad, Orcbolg?
—Sí. Goblin Slayer asintió. —Eso está bien.
— ¡Y esta vez no habrá bombas de gas venenosas!
—Hrm…
—Es letal. Dijo, con su dedo en el pecho de Goblin
Slayer.
Después de un momento murmuró:
—Pero son efectivas.
—No me importa. Además, tampoco fuego ni inundaciones.
¡Piensa en otra cosa!
—Pero…
La elfa ya no escuchaba.
—Olvídalo. Cuando esas grandes orejas comienzan a
revolotear así, lo que tú digas va a entrar en una y salir de la otra. Murmuró
el chamán enano.
El sacerdote lagarto entrecerró los ojos alegremente y
tocó su nariz con la lengua.
—Incluso la astucia como la de una serpiente de Goblin
Slayer se hacía discutible ante semejante bárbaro.
—… no hay nada que hacer entonces. Luego de responder,
Goblin Slayer se quedó callado.
Si eso era lo la elfa exigía para venir con él, no
había manera de cuestionarlo.
Es una persona bastante sencilla, ¿no? Pensó la sacerdotisa mientras se encontraba con los ojos de la
elfa con una suave sonrisa. Asintieron la una con la otra.
—Muy bien, entonces… El sacerdote lagarto abrió sus
mandíbulas. Reflexionó cuidadosamente sus palabras, como para mostrar cuán
exhaustivamente las había considerado. —En ese caso, parece que necesitarás
cada hechicero que puedas conseguir.
—Espera, escamoso. Dijo el chamán enano, acariciando
su cabello. —Por esa lógica, ¿no debería yo también venir?
—Oh-ho, qué descortés de mi parte. El sacerdote
lagarto puso sus grandes ojos en su cabeza.
El chamán enano le dio un codazo amistoso. —Dioses,
todos ustedes me han acorralado en una linda esquina. Apenas puedo negarme
ahora, ¿verdad? Repitiendo con exasperación, “Dioses”, el chamán enano dejó a
un lado su trabajo de coser y comenzó a guardar sus herramientas.
No era inusual intercambiar grandes monedas de oro por
piedras preciosas, y luego coserlas en ropa para que no fueran robadas. Y los
dedos ágiles de un enano significaban que nunca sabías dónde estarían
escondidos.
Moviendo sus brazos a través de los agujeros de su
chaleco y peinando su generosa barba blanca con la mano, sonrió a los demás. —Y
justo necesitaba dinero para mis gastos de viaje. Supongo que me uniré a ti.
— ¿Oh? Dijo la elfa, contrayendo los ojos como un
gato. —Si sólo supones, no tienes que venir.
—Habla por ti misma. No necesitas venir si estás tan
desesperada por evitarme.
— ¡Hrk…!
Las largas orejas de la elfa se movieron hacia atrás;
puso ambas manos sobre la mesa y se inclinó hacia el chamán enano.
—Oh, ahora estoy muy enfadada. Vale, enano, ¡tú y yo!
—Ho-ho, parece que hemos crecido un poco, ¿no? Su
sonrisa parecía fuera de lugar cuando puso dos botellas de vino y dos tazas
sobre la mesa. —Vino de fuego para mí. Vino de uva para ti. ¿Apostamos? ¿Suena
justo?
— ¡Perfecto!
Entonces, ocurrió un alboroto. Los concursantes
sirvieron sus bebidas y las devolvieron.
—Oh, hey, mira. ¡Algo está pasando!
— ¿Quieres apostar?
Por supuesto, ningún aventurero podía resistirse a una
apuesta amistosa.
El lancero sonrió alegremente; la bruja se quitó el
sombrero e inmediatamente se declaró a sí misma corredora de apuestas. Los
gritos de alegría aumentaron, y un aventurero tras otro, empapados de bebida,
aflojaron sus bolsillos.
Las primeras monedas de oro que cayeron en el sombrero
de Bruja provinieron de la mano del caballero femenino. A su lado, el guerrero
pesado estaba de pie, perturbado. — ¡Apuesto por la chica tres piezas de oro!
—Oye, eso es muy atrevido. ¿Estás seguro de eso?
—Heh-heh-heh-heh. Llámalo una apuesta ganadora de
último minuto. Soy un Lawful Good, después de todo, además tengo la bendición
de los dioses…
—Sí, gane o pierda, el Dios Supremo no es del tipo que
castiga los juegos de azar, ¿eh?
—Estoy a favor del enano entonces. ¡No, la chica!
“¡Bebe! ¡Bebe! ¡Bebe!”
Viendo cómo el concurso se calentaba en medio del
bullicio, la sacerdotisa llevaba una mirada ansiosa.
—Dudo que vaya a durar mucho tiempo. Respondió Goblin
Slayer en seguida.
Después de todo, el chamán enano era un bebedor
experimentado, y la elfa apenas podía sostener su licor. El ganador parecía
evidente.
—No, no, nuestra ranger es muy testaruda. La
conclusión no es algo que se dé por hecho.
El sacerdote lagarto veía felizmente la elfa, con su
rostro rojo brillante, mientras iba a por otra copa de vino de uva.
— ¡Más! ¡Puedo beber más…!”
— ¡En seguida!
Ella aún no había empezado a pronunciar palabras
incoherentes; sus ojos aún no habían empezado a vacilar.
Copas golpearon la mesa. Glug, glug, glug,
glug, provenía del vino.
Gritos de apoyo provenían de la multitud mientras ella
agarraba la copa y bebía de un solo trago.
Entonces el tiempo pasó, esto no era nada memorable;
nadie lo recordaría. Aun así, lo pasaron bien.
Parado junto a la elfa, que yacía borracha, como un
señor sobre la mesa, el chamán enano levantó sus puños y rugió de victoria. No
parecía cuestionar el prestigio que realmente había en ganar a un elfo en un
concurso de beber.
—Muy bien, entonces, yo sigo. Dijo el caballero
femenino, pero guerrero pesado la detuvo frenéticamente. (—Eres una borracha
mezquina). La chica y el medio elfo en su equipo se rieron y burlaron.
Mirando de cerca, el lancero se arremangó las mangas,
guiado por Bruja. No queriendo ser superada, el caballero femenino le dio un
empujón al guerrero pesado.
A continuación comenzó un concurso de lucha libre. Los
participantes podrían haber sido reacios, pero una vez que se iniciara, no iban
a perder.
Un bullicio empezó. El chamán enano se adelantó para
ser el árbitro, y la bruja volvió a sacar su sombrero puntiagudo. Parecía que
no habría fin. ¿Quién ganaría, quién perdería? Nuevamente hubo una lluvia de
monedas.
El lancero ganó. Luego, el guerrero pesado ganó.
— ¡Vale! Yo sigo. Gritó el guerrero novato pero fue
recibido con un —Oh, alto que vino de la aprendiz de sacerdotisa.
El guerrero pesado aceptó el reto del niño por su
bravuconería, luego lo agarró mientras intentaba correr y lo despeinó.
Dos jóvenes inexpertos eran los siguientes en la
lucha.
Con los aventureros que miraban y animaban alegremente
a sus favoritos, el chamán enano dio la señal para empezar.
— Goblin Slayer-sama…
Parecía el momento adecuado. Cuando la sacerdotisa lo
miró, la palabra “vámonos” se escabulló desde debajo del casco, y asintió.
— ¡Dos! ¡Tres!
—Hrm.
Él levantó su delgada figura, que de alguna manera era
tan hermosa como una rama. Goblin Slayer gruñó por el peso, a pesar de que el
cuerpo era tan delgado que parecía que se iba a romper por la mitad.
Ojeó a la sacerdotisa. Estaba sonriendo. ¿Qué
puedes hacer tú?
—No te enojes más tarde. Murmuró tan silenciosamente
que nadie más pudo haber oído, luego se inclinó levemente y se puso debajo de
la elfa.
Entonces se levantó, puso una mano detrás de ella, y
la puso sobre su espalda con un movimiento brusco
—Vwoo, wah…
—No tengo ni idea de lo que intentas decir.
— ¿Hmm? Fooo…
¿Estaba en lengua humana lo que quería decir? ¿O
élfico? ¿O fue simplemente era el lenguaje de los sueños?
Por las palabras cortantes de Goblin Slayer, una
sonrisa se posicionó en el rostro de la elfa.
—La llevaré de vuelta a su habitación. Dijo Goblin
Slayer brevemente, sacudiendo suavemente a la elfa como si fuera una niña.
—Pero tú tienes que ayudarla a cambiarse.
—Sí, señor. Déjamelo a mí.
La sacerdotisa cerró el puño, era la persona más dispuesta
a ayudar.
— ¡Hmmm! Ahora a descansar, mañana a cabalgar, y luego
al trabajo… Dijo alegremente el sacerdote lagarto, estirando el cuello como si
pudiera ver todo. —Qué divertido será llevar a nuestra amiga con resaca.
—Si sigue borracha por la mañana, le daré un antídoto.
—Goblin Slayer, eso es demasiado…
La sacerdotisa parecía desconcertada, pero Goblin
Slayer dijo suavemente:
—Eso fue una broma.
La sacerdotisa y el sacerdote lagarto intercambiaron
una mirada, y luego se echaron a reír.
No fue el chiste lo que los hizo felices, sino el
hecho de que él lo había hecho.
Era raro que estuviera tan animado.
![La Elfa y Saouka - Goblin Slayer Vol. 2](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgPjf1McttAIDor2IXoCjj3dqviWnT3csFOjfvNscI_BASyaWGfcHRz-jnOKHjldljiVqtURXjiNDQpeD0VetHR8rYrntMVUbqyajigOyr83zNRoa_NQEiagc6lyOrfqHqZE1WpqXZvde79MOCQb3nVle7u8Tn7TyVibZoN4ex_FuJL180OtxGM4nhyBOw/s16000/Goblin_Slayer_v2_image_3.webp)
Referencias
- Nota: Doncella de la Espada, lo dejare en inglés. ↩