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Goblin Slayer Vol. 3 capítulo 1

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 Goblin Slayer volumen 3 capítulo 1 en español


Esperaaa...!!
Goblin Slayer vol. 3

 Cosecha de la Luna


Un hilo de humo se alzaba por el pálido cielo.

Uno podría rastrearlo hasta encontrar su fuente, una pequeña granja en lo alto de una colina.

Específicamente, un pequeño edificio de ladrillo a las afueras de la granja.

El humo salía de la chimenea al aire como una pincelada ascendente.

Una joven estaba junto a la estufa en el pequeño edificio, humeando poderosamente mientras limpiaba el sudor de su frente.

Su piel tenía el brillo saludable de una persona criada al sol. Estaba bien dotada en todos los lugares importantes para una chica, pero no en exceso.

—Hmm… ¿Acerca de esto?

La granjera limpió el hollín de sus mejillas con la tela que le cubría el hombro de su delantal de trabajo, y entrecerró los ojos contenta.

Sus brillantes ojos estaban fijos en un cerdo colgado dentro del cobertizo, visible a través de la ventana.

El humo lo envolvió, sacando gradualmente la grasa creando un aroma irresistible.

Tocino ahumado.

Cada año tomaban cerdos que habían engordado con bellotas y margaritas y los ahumaban así.

Había un montón de carne de cerdo en el pequeño edificio, y lo dejaban ahumar todo el día. Ellos mantendrían el proceso durante varios días, el tocino era un producto que requería mucha mano de obra.

Así que normalmente, él la ayudaría a esta hora, aunque lo hiciera en silencio.

—Bueno, supongo que cuando tienes trabajo, tienes trabajo. Se dijo la granjera a sí misma, como si esto no le causara molestia.

Después de todo, lo conocía. Sin duda, volvería a casa sano y salvo, y luego ayudaría como siempre.

Esta creencia le vino tan naturalmente que casi no tuvo que pensar en ello. — ¡Hup!

Se sentía bien estirarse mientras se levantaba, después de estar tanto tiempo agachada viendo el fuego.

Levantada, con los brazos extendidos, su pecho rebotando, sus articulaciones crujiendo y dejando salir un gran aliento.

Mientras alzaba su rostro, un halo de luz bailaba sobre el oscuro bosque en el horizonte.

El amanecer. El sol. El comienzo de un nuevo día, aunque de hecho, su día ya estaba muy avanzado.

Más allá de la colina, los campos de trigo que recorrían ambos lados de la carretera captaron los rayos del sol y brillaron. El viento inclinó suavemente los cultivos, creando ondas en un mar de oro. El susurro de los tallos sonaba como el océano.

O eso es lo que la granjera imaginaba. Nunca había estado en la playa. Pronto los gallos de la granja notaron que se acercaba la mañana y empezaron a cantar. Sus llamadas sacaron a la gente del pueblo de su sueño, y las delgadas corrientes de humo aparecieron en el horizonte. Había bastantes para una hora tan temprana. La luz de la mañana reveló lo vibrante y animado que era el pueblo. Banderas ondeaban sobre los edificios, banderines en forma de dragones, o dioses eran azotados con las ráfagas de viento.

El mismo viento se acercó a la granjera, rozando sus mejillas mientras pasaba.

—Wow… Ella tembló un poco por el frío.

El aire se sentía bien contra su sudorosa piel, pero era menos fresco y más incómodamente frío.

El sol que se esforzaba por salir del horizonte irradiaba una luz suave.

Era el otoño.

La temporada de cosecha había llegado. El verano había terminado, y era hora de prepararse para el invierno.

La granja y el pueblo se habían mantenido ocupados.

Viva y próspera, era una de las estaciones más bellas del mundo.

Aunque para la granjera, el mundo siempre era hermoso.

Sabía que todos trabajaban duro, incluido él.

Pero también sabía que él vendría a ayudarla. ¡Y cuando lo haga, sí! — ¡Le prepararé estofado con nuestro tocino fresco!

Primero, ella tendría que asegurarse de que él estuviera lleno y descansado.

Sólo ese pensamiento iluminó su corazón, y ella casi se saltó su camino de regreso a la casa principal.

Después de todo, el otoño también significaba la llegada del festival.

El quinto goblin cayó aproximadamente a mediodía.

Una piedra silbó por el aire y le cayó en la cuenca del ojo, aplastando su hueso y golpeando finalmente el cerebro.

El goblin colapsó donde estaba con el golpe.

El sol brillaba en la entrada de un túnel parecido a una masacre.

—…Hmph.

Un guerrero observaba, vigilante desde las sombras de algunas rocas cercanas.

Llevaba una sucia armadura de cuero y un casco de acero barato. En su cadera colgaba una espada de un largo extraño, y un pequeño escudo sobre su brazo.

Este guerrero de aspecto miserable, era Goblin Slayer.

Todo lo que había hecho hasta ahora era someter a los guardias, y ya tenía hasta ahora cinco goblins.

Sin embargo, eso no quiere decir que hubiera herido mucho a sus oponentes.

Habían pasado más de dos semanas desde que los goblins habían tomado la mina, que era la única fuente de recursos de este pueblo.

¿Quién sabía cuántos más podrían estar escondidos más allá de las mandíbulas de esta entrada al túnel?

Algunas mujeres de la localidad habían sido secuestradas. No había pasado suficiente tiempo para que ninguna descendencia potencial proporcionara refuerzos. Pero los rehenes significaban menos opciones para él. Y debido a que los aldeanos necesitarían usar esta mina en el futuro, las estrategias que involucraban gas venenoso o inundaciones tampoco eran viables.

Supuestamente, el resto son menos de diez. Mientras lo consideraba, sus manos colocaron ágilmente otra piedra en su honda.

Estaba junto a un cúmulo de tierra excavada, donde no había temor de quedarse sin munición.

Con la especial atención puesta en el campo de batalla, era posible usar una honda para toda una pelea.

— ¿Q…qué piensa, Goblin Slayer-san?

Junto a él estaba una joven doncella que agarraba con fuerza un báculo con ambas manos.

Era pequeña y delgada, vestida con ropas simples pero blancas y puras. Era la sacerdotisa.

Goblin Slayer contestó sin mirarla.

— ¿Por  “qué”, qué quieres decir…?

—Quiero decir, um, ¿qué le parece? ¿Qué hacemos?

—Aún no lo sé.

Mientras hablaba lanzó otro proyectil a través del aire.

— ¡¿GOORB?!

Eso partió el cráneo de otro goblin, uno que se había aventurado a investigar los cuerpos de los guardias.

—Seis.

El goblin cayó boca abajo y rodó hacia el interior del túnel. Goblin Slayer contó suavemente.

Era simple, estaba atrayéndolos.

No es que los goblins “se apreciaran” el uno al otro en ningún sentido significativo. Lo más probable es que el que había salido de allí, simplemente había sacado la paja corta y se había visto obligado a ir a ver.

Pero el principio era el mismo: usar enemigos muertos o heridos como cebo para atraer a otros enemigos y luego matarlos.

Así fue como había llegado a seis asesinatos hasta ahora. Recargó su honda de una manera profesional.

—Pero en cualquier caso, esto es un problema.

— ¿Es decir…?

—Tienen equipamiento.

—…Oh.

Ahora que él lo mencionaba, ella también pudo verlo.

A pesar de ser rudimentarias, todos los goblins muertos llevaban armadura y armas.

Una espada, un pico, un garrote, una lanza de mano, una daga. Algunos de construcción goblin, otros simplemente robados.

— ¿No dijeron que tres mujeres jóvenes habían sido secuestradas? Preguntó la sacerdotisa, con preocupación en su rostro. —Tenemos que apresurarnos… Aun así, ella no se abalanzó.

Habían pasado más de seis meses desde que se convirtió en aventurera.

Más de seis meses desde que había escapado por poco de la muerte en esa primera misión. Meses en los que se había enfrentado muchas veces a la muerte en la batalla.

Ella seguía siendo sólo de rango Obsidiana, el noveno rango, pero en muchos sentidos ya no era una aficionada. Cuando se enteró de que los goblins habían secuestrado a algunas mujeres de la aldea, ya no entró en pánico.

¿O quizás simplemente se había insensibilizado?

La ansiedad, nacida de su siempre creciente experiencia, se extendió a través de su pequeño pecho.

Con mayor razón cerró los ojos y se aferró a su bastón, rezando a la compasiva Madre Tierra. Ella rezó para que los goblins muertos alcanzaran la felicidad después de muertos, y que las mujeres capturadas fueran rescatadas con seguridad.

—Tomó demasiado tiempo para que la petición nos llegara… Hey. Goblin Slayer esperó en silencio a que terminara sus oraciones y luego habló. — ¿Puedes registrar sus cadáveres?

— ¿Eh? Levantó la cabeza sorprendida, pero sus ojos sólo se encontraron con su casco sin expresión.

—Quiero recoger su equipo.

—Oh, um… La sacerdotisa no fue capaz de responder inmediatamente, mirando de un lado a otro entre los cadáveres y el casco.

Por supuesto, no era que tuviera miedo, o que los cuerpos fueran impuros.

Goblins o no, los cadáveres seguían siendo cadáveres.

Ella no condenaría cualquier acción que él decidiera tomar; pero, ¿podría ella, un miembro del clero, profanar esos cuerpos?

—Si no puedes hacerlo, entonces me cubres.

—Sí. La sacerdotisa asintió. —Si es posible, preferiría…

Goblin Slayer no hizo ningún sonido de confirmación, pero se puso en marcha inmediatamente.

Aún en el mismo lugar, la sacerdotisa suspiró. Ella seguía pensando que estaba acostumbrada a esto, pero de alguna manera nunca lo estuvo.

Había sudor en su frente a pesar del viento cada vez más frío. Estaba increíblemente alerta. Deseaba que sus compañeros habituales estuvieran con ellos, especialmente la elfa.

Aunque técnicamente todos eran equipo, no siempre se aventuraban juntos. Así fue como las cosas salieron hoy. Aun así…

“Suspiro…”

La sacerdotisa se encontró dejando salir otro gemido.

Tenía demasiadas cosas en qué pensar, demasiadas cosas que hacer.

Pero Goblin Slayer seguía obsesionado con los goblins.

Discutir las cosas no siempre sería provechoso, por supuesto, pero con él apenas se podía llegar tan lejos.

— ¡Oops, necesito concentrarme…!

Volvió a sí misma de repente, sacudiendo rápidamente la cabeza.

No era momento de distraerse.

Sostuvo su bastón bajo el brazo, preparando su honda. Respiró profundamente.

— ¿Estás… estás bien?

—Sí.

La débil pero firme respuesta se la dio a sí misma.

Goblin Slayer se acercó a los cadáveres con su habitual paso ágil pero despreocupado.

—Hmm… Justo lo que pensaba. Murmuró. —Pero no hay tiempo para echar un vistazo por aquí.

No les servía de nada su armadura o sus cascos. Saqueó una espada, con vaina y todo, de la cadera de un goblin, sacó la daga de otro, y recogió el pico de un tercero.

Robó el equipamiento de mano, y se dirigió hacia atrás por donde había venido.

— ¡GORB! ¡GRROOORB!!

— ¡Goblin Slayer! ¡Están aquí!

Goblin Slayer se movió mientras la sacerdotisa lanzaba una piedra con su honda.

Inmediatamente detrás de él, un goblin y su aliento apestoso salieron de la entrada de la mina.

Los aventureros no eran los únicos que podían usar los goblins como cebo. Los monstruos sobrevivientes probablemente pensaron que habían usado los cuerpos de sus compañeros para atraer al humano.

Pero la piedra de la sacerdotisa golpeó al goblin en el hombro, y dejó salir un gran alarido.

—Bien.

Goblin Slayer no iba a dejar que tal oportunidad se desperdiciara.

Con una velocidad que contradice a su armadura completa, arrojó algo sobre su hombro con su mano derecha.

Era la espada de su cintura.

— ¡¿GBBR?!

Perforó la garganta del goblin con un sordo “thock”. Goblin Slayer ni siquiera se había girado para lanzarlo. La espada que había robado ya estaba en su mano cuando la espada de la criatura golpeó el suelo de la caverna.

—Siete. ¿Otros?

Goblin Slayer se zambulló entre las sombras de las rocas, arrojando sus premios al suelo.

—Hasta donde puedo ver… Dijo la sacerdotisa, vigilando la entrada del túnel. —Ninguno.

—Muy bien.

Rápidamente se concentró en clasificar las armas robadas.

Colocó la vaina vacía en su cinturón, usándola para volver a enfundar la espada que sostenía. También puso la daga en su cintura.

Tratar a los goblins como una armería era su estrategia típica.

—Nos estaremos moviendo.

— ¿Qué? ¿Movernos?

Ahora reequipado, Goblin Slayer se levantó.

La Sacerdotisa, aún en cuclillas, le parpadeó perpleja.

—Pensé que esta mina sólo tenía una entrada.

—Así era. Hasta hace dos semanas. Goblin Slayer levantó el pico y se lo lanzó.

— ¡Eek!

El movimiento casual era fácil de confundir con un ataque. La sacerdotisa miró con reproche al casco.

— ¡Goblin Slayer-san! ¡Cu…cuidado con eso!

—Mira.

— ¿Qué estoy mirando…?

Desconcertada, ella obedientemente se inclinó hacia el pico, estudiándolo intensamente.

Estaba muy usado, viejo y sucio, probablemente dejado en la mina. Sus bordes habían sido desafilados por el implacable uso. Tenía manchas oscuras de carmesí… y partículas de tierra.

—¿…?

La sacerdotisa examinó la tierra con la punta de sus blancos dedos. Todavía estaba húmedo y fresco.

—Goblin Slayer, ¿significa esto que…?

—Sí.

Goblin Slayer asintió y apoyó el pico en su hombro.

Era muy consciente de que los goblins no conocían la metalurgia.

No cavaban agujeros para encontrar recursos, al menos aún no.

Esto podría significar sólo una cosa.

—Lo que yo haría sería cavar un túnel lateral y planear un ataque sorpresa.

Resultó estar exactamente en lo correcto.

Goblin Slayer partió hacia el lado de la montaña que antes había estado tranquilo.

Pero ahora, encontraron un nuevo túnel allí, junto con goblins, que se arrastraban por el agujero como gusanos.

Todos estaban sucios con barro, cansados y claramente exhaustos… En otras palabras, era una oportunidad perfecta.

— ¡¿GUAAUA?!

—Ocho.

Goblin Slayer lanzó el pico tranquilamente, reclamando su próxima víctima. Puede que la herramienta haya sido desgastada, pero era lo suficientemente afilada como para romper el esternón de la criatura y perforar su corazón.

A la vista de su compañero caído, los otros goblins comenzaron un terrible desorden.

¿Y quién podría culparlos? Era de esperar.

Estos compañeros habían hecho incursiones en el tiempo que era equivalente a su noche, y luego se habían visto obligados a cavar este túnel para la emboscada.

Fueron incapaces de dormir, cayéndose de cansancio, y con goblins de alto rango estaban chasqueando el látigo detrás de ellos. Se les había dicho que su recompensa sería una joven sacerdotisa, pero pensaron que para cuando llegara su turno, no la encontrarían muy diferente de cualquier otro prisionero. Naturalmente, todo esto debilitó su moral.

Goblin Slayer prefirió “el crepúsculo”, pero “la medianoche” también funcionaría.

De lo contrario, ¿qué sentido tendría esta táctica?

Rápidamente evaluó a los goblins, confundidos por su emboscada.

—Una lanza, un pico, dos garrotes, sin arcos, sin hechiceros.

Y sólo dos aventureros.

—Vamos. Dijo.

— ¡S…sí!

Asintiendo, la sacerdotisa lo siguió lo mejor que pudo.

Nunca había sido y nunca sería tan tonto como para desechar la ventaja que obtuvo a través de un ataque sorpresa.

Goblin Slayer voló como una flecha hacia el enemigo mientras que el bastón de la sacerdotisa se elevaba a lo alto.

— ¡Oh Madre Tierra Madre, que rebosas de piedad, por el poder de la tierra concede seguridad a los débiles!

Un campo invisible le daba protección adicional más allá de su escudo, repeliendo las lanzas de los goblins.

Este era el milagro de [Protección].

— ¡¿GRRORG?!

—Nueve… Diez.

Goblin Slayer nunca había dejado de moverse.

Su espada parpadeó cuando eliminó al goblin de la lanza de mano, y luego abrió la garganta del dueño del pico.

La sacerdotisa se coordinó con Goblin Slayer sin hablarse entre ellos.

Este fue el resultado de medio año trabajando juntos. Agarrando su bastón con una mano, ella preparó la honda con la otra.

— ¡¿GOORB?!

La lanza se partió a la mitad contra el campo de fuerza, y el goblin, ahora sin armas, pronto encontró una espada en su cráneo.

Goblin Slayer no perdonó ni una sola mirada y la criatura se desplomó, su cerebro manchó la espada, y con una patada lanzó el pico hacia su mano.

No le gustaban las armas de dos manos, pero al menos su escudo estaba atado a su brazo. No tendría problemas para balancearse.

—Siguiente.

Los goblins eran monstruos débiles, los más débiles de los débiles, nada que temer.

Tenían el tamaño y la cruel inteligencia de niños, quizás el monstruo más común en todo el mundo.

Sí… de hecho.

Luchando contra algunos de ellos al aire libre, Goblin Slayer podía ver de dónde alguien podría creer esa reputación. No era de extrañar que muchos de los aldeanos comenzaran a aventurarse tras expulsar a algunas de las pequeñas criaturas de su aldea.

Un goblin se le acercó con un torpe golpe de garrote, y Goblin Slayer lo atrapó con ambos brazos, luego perforó su corazón, con el pico.

Sangre inmunda siseó por la herida. — ¡¿GOOROROROGB?!

—Once.

Ni siquiera se molestó en perder tiempo sacando el pico. Simplemente lo dejó caer con el cadáver.

Mientras se volvía hacia el último goblin, una piedra pasó volando. — ¡Hi… yah!

— ¡¿GBBOR?!

El goblin gritó estúpidamente mientras la roca chocaba contra su mejilla con un golpe sordo.

La criatura cayó. Goblin Slayer saltó sobre el sin dudarlo y clavó su daga en su corazón.

—Doce.

Dio un violento golpe con la espada para asegurarse, y luego sujetó al goblin hasta que dejó de temblar.

Finalmente, exhaló.

Cualesquiera que fueran las ventajas que uno pudiera tener, no había tiempo para relajarse cuando le superaban en número.

Pero al final, hubo una pausa.

— ¿Goblin Slayer-san? La sacerdotisa se acercó a él, buscando algo en su bolso, una cantimplora.

— ¿Quieres algo de beber?

—Sí quiero.

—Aquí tienes.

Tomó casualmente la bolsa de cuero, hecha del estómago de un animal de granja. Sacó la tapa y bebió a grandes tragos a través de su visera abierta.

Su larga relación había llevado a la sacerdotisa a llenar la piel con vino de uva diluido.

—Tienes que asegurarte de beber lo suficiente.

—Cierto.

Por lo que ella pudo ver, él mantenía una buena condición física, a su manera. Sin embargo, sólo parecía ser el mínimo absoluto.

Supongo que sería extraño decir que estoy tratando de cuidar de él. Aunque ella ciertamente creía que él era alguien a quien valía la pena cuidar. Glug, glug. Mientras él bebía, ella pensó para sí misma.

—Fue un buen tiro. Murmuró.

Ella no comprendió inmediatamente lo que significaba el comentario y le dio una mirada desconcertada. Pero pronto se dio cuenta de que hablaba de su honda.

—Oh… He estado practicando.

Hizo un puño cerca de su pequeño pecho y asintió con firmeza.

No es que se sintiera orgullosa de aprender artes mortales. Pero en cierto sentido, lo hacía para ayudar a la gente, así que tal vez podría considerarse como una de sus pruebas.

Si estuviera completamente indefensa ante el peligro, sólo sería una carga para sus compañeros. Había empezado a aprender a usar la honda simplemente para protegerse, pero el arma había demostrado ser extraordinariamente versátil.

Goblin Slayer terminó de beber y volvió a colocar la tapa. —Buen trabajo.

…¡Oh!

Lanzó las palabras de improviso, pero hicieron que su corazón se hinchara. Sus mejillas, toda su cara, estaban de repente calientes.

Acaba de alabarme, ¿verdad?

Apenas podía pedirle que lo repitiera, por inusual que fuera.

Pero Goblin Slayer siguió hablando como si nada extraño hubiera pasado.

—Hemos reducido seriamente su número. Probablemente sólo hay dos o tres restantes, incluyendo al hob.

— ¿U…un hob?

La voz de la sacerdotisa se debilitó, insatisfecha con este escenario.

—No hemos visto ningún tótem. Dijo Goblin Slayer con un sencillo gesto de asentimiento, tranquilamente extendió la cantimplora hacia ella.

—Toma, bebe.

— ¿Eh? Oh…

La sacerdotisa lo aceptó con cierta vacilación. Se tocó los labios pensativamente con un delgado y pálido dedo índice.

—Se…seguro.

Goblin Slayer ignoró su renuencia a poner sus labios en la boquilla de la cantimplora. En vez de eso, usó los harapos de un goblin cercano para limpiar la grasa de su daga, y luego la devolvió a su cintura. La siguiente fue su espada, aún enterrada en su víctima.

Sujetó el cadáver y extrajo la cuchilla, revisando el borde y limpiando la suciedad antes de cubrirla.

Confirmó el contenido de su mochila, el estado de su equipamiento, y finalmente asintió.

— ¿Estás lista?

—Oh… sí.

—Entonces vamos a entrar.

Un hobgoblin. Dos escoltas. Quince monstruos en total. Lo que pasó con ellas no era difícil de imaginar.

Sorprendentemente, había una pequeña luz entre esas tinieblas, todas las mujeres estaban a salvo.

Pero, ¿cómo deberían volver a encontrar la felicidad después de haber sido violadas por los goblins?

La sacerdotisa no podía imaginarlo.

— ¡No usa suficientes palabras! ¡En absoluto! ¡Nunca! La elfa golpeó la mesa con su tarro.

—“Ya veo.” “¿Es eso cierto?” “Eso es correcto.” “Goblins, goblins, goblins…” ¡Eso es todo!

Sus orejas rebotaron de un lado a otro, reflejando su agitada taza de vino.

Su cara, normalmente casi translúcida, era de color rojo brillante mientras sus ojos comenzaban a girar.

Era un estado indecoroso para un elfo mayor, es decir, estaba borracha. La noche había caído. Aunque se encontraban en una ciudad fronteriza, la taberna del gremio de aventureros estaba bien atendida.

La mayoría de los clientes acababan de terminar un trabajo o se estaban preparando para salir a uno, y gritos apasionados para elogiar a los caídos o animar a los heridos puntuaba el estruendo.

Dado todo esto, la elfa y el furioso vapor que brotaba de sus oídos apenas merecían atención. Pero el humor del bar y su embriaguez hacían buena pareja era otra pregunta.

El lancero, para entonces un rostro ya conocido, tomó un trago de cerveza de su enorme taza y dijo: — ¿Estás molesta por esto ahora? ¿Desde cuándo lo conoces?

—Cuando le preguntó si tiene planes, no me importa si dice “Goblins”. Ella no estaba molesta. La elfa asintió a alguien, aunque en realidad no había nadie.

—Él es Orcbolg, ¿verdad? Me alegra pasarlo por alto, pero… Ella golpeó su taza otra vez, derramando el vino dejando una mancha roja en su pecho.

— ¡Esa no es la respuesta que espero cuando pido un poco de ayuda!

—En otras palabras. Dijo el lancero, arrastrando un tazón de nueces lejos de la elfa.

—Él te abandonó.

— ¡No lo hizo!

Ella golpeó su taza nuevamente, aunque esta vez puso todo su cuerpo en ella y levantó un verdadero tsunami de vino desde la taza. El lancero se agachó para evitar la espuma voladora.

La elfa frunció los labios e hizo un sonido de desagrado, quizás lamentando el desperdicio.

—Ese es el problema con ustedes los humanos. ¡Son tan buenos en hacer sólo una cosa!

—Pero rechazó tu pequeña aventura, ¿no es así, muchacha?

— ¡Silencio, enano!

Balanceó la taza hacia él, pero gracias a su estatura mínima, conectó sólo con el aire.

Tal vez porque su puntería era mala, a pesar de ser una elfa y una arquera, o quizás porque estaba cayéndose de borracha.

El chamán enano estaba con una cara roja como siempre. Acariciando su barba blanca, dijo con inmensa seriedad: —Si me preguntan, te diría que deberías ofrecerle ayuda.

—Si siempre hago eso, él pensará que quiero ayudarlo.

— ¿Y no es así?

— ¡No!

Se sentó malhumorada y murmuró para sí misma.

—Goblin esto, goblin aquello. ¡Ponte esta ropa sucia! ¡No mires mis ítems! Cada vez que…

El chamán enano simplemente movió su cabeza ante la rabieta.

—Nunca vi a nadie emborracharse tanto con una copa de vino. Al menos ella es flexible con el monedero.

— ¿No es mejor relajarse de vez en cuando?

La última observación vino del sacerdote lagarto, que estaba tomando bocados felizmente a un queso entero. La sugerencia le quitó la seriedad que solía acompañar al clérigo escamoso.

— ¡Néctar! ¡Dulce néctar! Si todo el mundo tuviera una cama y una comida tan buena como ésta, no habría más guerras.

—Eso y vino, quizás. Y entonces pelearíamos acerca de que comer con eso.

—Nada es fácil en el mundo material.

El sacerdote lagarto parecía meditar sus palabras, mientras sus ojos vagaban por la taberna.

—Para variar, Goblin Slayer se ha ido solo con nuestra querida sacerdotisa. Quizás algunas se sientan amenazadas por esto.

—Hay muchas rivales, ¿no? Dijo una mujer voluptuosa saboreando su vino con elegancia, la bruja mostraba una sonrisa tenue.

Ella robó un poco de comida del plato del lancero, mientras sus ojos se volvían significativamente hacia su vecina.

—Estoy segura de que no sé de qué estás hablando. Dijo la recepcionista riendo entre dientes.

Todavía llevaba el uniforme, aunque su jornada laboral había terminado. Quizás simplemente se detuvo en la taberna antes de irse a casa. Sus mejillas estaban sonrojadas por la bebida.

—Vaya, que… despreocupada.

—No, no exactamente. La recepcionista jugaba con la taza en sus manos, esperando distraerlos un poco. Mientras lo giraba suavemente, unas olas en miniatura se agitaban en el vino.

—Yo sólo estoy… esperando mi oportunidad.

—Esperando… durante cinco años, ¿no?

No había nada que la recepcionista pudiera decir. Acaba de tomar un sorbo de su taza con una expresión ilegible.

Cuando ella había sido asignada a la rama del gremio en esta ciudad, él era uno de los aventureros puestos a su cargo.

¿Cómo podría ella evitar notarlo mientras él calladamente hacía lo que tenía que hacer?

Ella lo veía partir, y luego esperaba su regreso. No había nada dramático en eso, para estar seguros, pero…

Los sentimientos y afectos de la gente se acumulan también con este tipo de día a día.

Aunque en ese sentido, también entiendo el acercamiento de este hombre.

Miró al lancero, a quien bruja interrumpía cada vez que intentaba decir algo. Incluso la recepcionista se dio cuenta de que él intentaba seducirla.

Era bastante guapo, extrovertido y amable con las mujeres. Su único defecto era su tendencia a coquetear.

Era inteligente, fuerte, bondadoso y alegre. Ganaba buen dinero, y aunque podía ser rudo cuando se enojaba, nunca era insoportable. Objetivamente hablando, parecía ser un hombre decente. A la recepcionista no le disgustaba especialmente el lancero. Salvo cuando se burlaba de Goblin Slayer.

Pero, bueno, no se enamoraría de cada hombre decente que viera. Tampoco se vería obligada a responder con amabilidad simplemente porque otra persona se había enamorado de ella.

—Hmm.

Pero tal vez, pensó, esto la hacía una rival en el amor.

A menudo se dice que la amistad entre mujeres es voluble, pero la recepcionista no estaba tan segura.

El miembro del equipo del lancero, la bruja, estaba sentaba sin su característico sombrero pero con una sonrisa misteriosa.

—Esto es muy difícil.

—Para las dos.

Las dos mujeres intercambiaron sonrisas irónicas, y luego se asintieron amistosamente.

El hombre no pareció darse cuenta.

—Parece que últimamente ha habido un montón de misiones relacionadas con demonios, ¿no se suponía que el Dios Demonio había sido derrotado? Dijo el lancero tomando un trago de su cerveza, tal vez finalmente sometido por la bruja.

— ¿Qué está pasando?

Tal vez ella podría hablar con él sobre esto. La recepcionista se sintió un poco mal por él, y la aventura era un tema seguro.

—Mis superiores parecen pensar que nuestros héroes omitieron a algunos de los chicos malos.

—Supongo que el hecho de encargarse de las altas esferas enemigas no significa que todo el mundo pueda volver a casa. El lancero agarró una nuez y se la metió en la boca, masticando ruidosamente. —Los demonios son malas noticias.

—Pueden disfrazarse de humanos. No son un trabajo fácil. El sacerdote lagarto asintió profundamente a al lancero, juntando sus palmas en un gesto extraño.

—Estaba muy agradecido por tu ayuda en ese caso.

— ¡Ni lo menciones! Había una misión, y yo la tomé. Respondiendo a la gratitud del sacerdote lagarto.

—Y cuando tu aventura también sirve como cita, tampoco está mal.

Como había dicho el sacerdote lagarto, esta vez los cinco habían tratado con un demonio en forma humana.

La misión en sí misma había sido terriblemente mundana: investigar un nuevo culto que se había extendido por una ciudad.

El pequeño pueblo todavía presumía de tener un templo del Dios Supremo, pero parecía que habían perdido su instrumento sagrado. La búsqueda involucraba recuperarla. Sin embargo, cuando surgió la pregunta de si goblins estaban involucrados, la respuesta fue un firme no.

No era una misión de matar goblins.

—Iré a matar goblins, entonces. Dijo Goblin Slayer. Y la sacerdotisa le siguió con un “lo siento” y una inclinación de su cabeza.

— ¡Muy bien, lo manejaremos nosotros mismos! Exclamó la elfa, pero incluso ella sabía que estarían menos preparados para el combate sin él.

Justo cuando estaban decidiendo cómo abordar este asunto, el lancero les llamó.

Fue perfecto. Los cinco formaron un equipo temporal y se pusieron a investigar.

Naturalmente, encontraron pruebas abundantes de secuestros, tráfico de drogas, robos y extorsión.

Para cuando encontraron el instrumento robado, un diamante azul cortado para que se pareciera un ojo, sabían muy bien lo que estaba pasando.

Encontrar el cuartel general del culto, donde practicaban sus extraños rituales, y capturar a su líder era sólo cuestión de tiempo.

— ¡UUUUUUU…! ¡AKATERRRAAAAABBBBB!!

A la luz del diamante, el segundo al mando del culto se reveló como el verdadero cabecilla, un demonio, por supuesto.

Y finalmente, el demonio se despojó de su disfraz y se enfrentó a los aventureros en una batalla épica.

—Como recordarán, fueron mis flechas las que dieron el golpe final.

—Sí, lo sabemos. Todo está claramente escrito en el informe. La recepcionista comprobó el testimonio de la elfa en su papeleo.

Ahora la tiradora estaba ilustrando dramáticamente la batalla con gestos salvajes.

La recepcionista nunca se cansaba de vigilarla. La elfa era fácilmente 2000 años mayor que ella, pero se sentía como una hermana pequeña.

—Tal vez ya has tenido suficiente…

—Está bien. ¡Estoy bien! Es sólo una taza de vino de uva. ¡No te preocupes! La elfa estaba completamente borracha y claramente no “estaba bien”.

Bueno, todos necesitan experimentar una buena resaca una vez en sus vidas. La recepcionista puso una sonrisa irónica y resolvió ayudar a la elfa a subir las escaleras una vez que el alcohol desapareciera, y luego se tomó otra copa. Lo inclinó delicadamente hacia atrás, disfrutando de la sensación del vino en su lengua. Recordó las palabras de la bruja unos minutos antes.

Muchas rivales.

En comparación con la sacerdotisa, que podía acompañarlo en sus aventuras, era verdad que la recepcionista estaba en desventaja porque lo único que podía hacer era esperarlo.

¿Qué desventaja? No seas tonta.

Por aquí, incluso una recepcionista podría tomar la ofensiva. Sin embargo, de alguna manera, ella estaba un poco asustada de dar ese paso…

Le sorprendió lo mucho que disfrutaba de su relación como empleada del gremio y aventurero. ¿Pero si se detuviera ahí…?

Por el rabillo de su ojo, vio a la bruja regañando al lancero mientras él intentaba llamarla           — ¿Está preocupada?

La recepcionista se encontró soltando un pequeño suspiro. Y en ese momento. — ¿…?

Las puertas del edificio se abrieron. Luego vino el sonido de pasos casuales e indiscretos.

Las orejas de la elfa se levantaron, como un cazador atrapando el sonido de un conejo.

Entonces lo vieron: un aventurero con equipamientos ridículos de segunda clase. Equipamiento tan patético que causó un revuelo incluso entre los rangos porcelana, los principiantes. Un aventurero cuyo traje único era conocido por todos en el Gremio.

Goblin Slayer.

—Yo me encargaré del papeleo. Tú descansa.

La contundente instrucción estaba dirigida a la sacerdotisa que lo seguía. Apenas parecía capaz de soportar su fatiga. Su cabeza se balanceaba arriba y abajo, con los párpados medio cerrados.

Los hechizos de un sacerdote se llamaban ‘milagros’ porque, exactamente como el nombre implicaba, el lanzador hacia una súplica directa a los dioses en el cielo. El esfuerzo que esto exigía no era menos que el de un guerrero de primera línea, y había afectado seriamente a esta delgada joven.

—…Sí… Um…

— ¿Qué?

—Buenas noches… Goblin Slayer.

Ella asintió fuertemente a las palabras de Goblin Slayer y se abrió paso escaleras arriba.

Esperó a que ella llegara con seguridad al segundo piso sobre sus inseguros pies antes de partir.

Pero los otros pudieron difícilmente verlo llegar al frente del mostrador.

— ¡Hey, Orcbolg, por aquí! Gritó la elfa a todo pulmón después de reconocer a su distinguida compañera a través de la neblina del alcohol. Se levantó y agitó su copa de vino con locura hacia él, salpicando su contenido en el bocadillo del lancero.

Cansadamente masticó una nuez empapada en vino, ganándose la risita de la bruja.

Goblin Slayer se acercó a la mesa y entró en escena.

— ¿Qué cosa?

El chamán enano y el sacerdote lagarto compartieron una mirada y se encogieron de hombros.

No estaban seguros encontrar o no reconfortante que Goblin Slayer fuera exactamente el mismo, igual que siempre, inmediatamente después de una aventura.

— ¡Sabes perfectamente bien qué…! La elfa, sin embargo, no parecía complacida. Golpeó la mesa repetidamente y miró al casco de acero.

— ¡Cuando vuelvas de una aventura, al menos deberías decir hola!

— ¿Es así?

— ¡Sí lo es!

La elfa resopló. La recepcionista le sonrió, y luego se deslizó hacia un lado. Hizo un gesto a Goblin Slayer para que se sentara, cosa que él servicialmente hizo. Ella volvió su sonrisa a él y dijo: —Bienvenido, Goblin Slayer. ¿Cómo te fue?

—Haré mi informe. Dijo, y luego ladeó su cabeza. — ¿Tu turno no ha terminado?

—Oh, vamos. Dijo la recepcionista, frunciendo los labios con un toque de enfado. Siempre soy la primera en enterarme de tus aventuras. ¿Por qué no me lo dices?

—Hm. Goblin Slayer cruzó los brazos y pensó. Luego declaró: —Habían goblins.

—Guau, ¿quién lo hubiera adivinado? Gruñó el lancero. Se encogió de hombros y agitó la cabeza como si dijera, “Este tipo no lo entiende”.

—Lo que nuestra querida recepcionista pregunta es, ¿se compara lo que hiciste con lo que hicimos?

Goblin Slayer volvió a pensar. —Matamos a quince de ellos.

El lancero sabía que no podía esperar una anécdota detallada sobre la aventura de Goblin Slayer, pero incluso colgó su cabeza decepcionado.

—Vamos, Goblin Slayer. ¡Dinos algo interesante!

La bruja entrecerró los ojos distraídamente y puso su vaso en sus labios. —Tal vez, no hay nada que contar…

—Tratándose de Corta barbas, supongo que no habría.

—Hablamos de Goblin Slayer. Tiene sus peculiaridades.

—Tenían equipamiento.

El chamán enano y el sacerdote lagarto asintieron a sabiendas el uno al otro, pero Goblin Slayer agitó la cabeza.

—Las mujeres secuestradas estaban a salvo.

— ¿En serio? La recepcionista parpadeó. —Eso es maravilloso, pero… bastante inusual.

Había estado trabajando aquí durante cinco años, y rara vez había oído hablar de algo así.

Aunque carecía de experiencia real en aventuras, ella había oído más de ello que nadie. Ciertamente más acerca goblins. A veces la información llegaba antes de que las mujeres fueran secuestradas, a veces inmediatamente después. A veces dos semanas después.

— ¿Estaban siendo guardadas para comida…? ¿O alguien al mando las quería como rehenes?

—No. Sacudió la cabeza. —Estaban heridas y aterrorizadas.

—Esto estaba en una mina, ¿no?

—Apuntar a una mina era bastante extraño.

—Significa que no iban tras la comida. Hmm…

La recepcionista demostró cómo estaba entre los pocos que podían seguir la conversación de Goblin Slayer. Golpeó un dedo contra sus labios mientras digería los trozos de información que él compartía.

Apenas se dio cuenta de que el lancero exclamaba: —Tal vez entonces debería estudiar a los goblins.

En los casos que envolvían goblins, las criaturas secuestraban a mujeres jóvenes ocho o nueve veces de diez. Pero esto era en gran parte para usarlas como esclavas sexuales o juguetes para desahogar su ira.

De la misma manera que la mayoría de la gente encontraba repugnantes a los goblins, los goblins no podían soportar a los humanos.

La recepcionista conocía muchos ejemplos de brutalidad que, como mujer, deseaba no haber oído ni leído sobre ellos.

Uno podría haber esperado que ella estuviera emocionada al escuchar noticias del rescate.

—…Hmm. Así que aún no sabemos lo suficiente para decir nada.

Algo parecía molestar a la recepcionista. Inclinó la cabeza, intentando saber que era.

Tal vez era lo mismo para Goblin Slayer. Dijo con indiferencia:

—Ese es mi informe preliminar. Presentaré una más detallada más tarde. Echa un vistazo.

—Claro. Por supuesto, mi turno ha terminado por hoy, así que será mañana a primera hora.

—Eso está bien.

— ¡No para mí, no lo es! La elfa interrumpió.

Apoyada en la mesa, miró a Goblin Slayer, luchando por hacer que su cálida mirada se viera apropiadamente amenazante.

—… ¿A quién le importa tu estúpido informe? ¡Deberías saludar a tus amigos y compañeros primero! …Sé que los goblins son más importantes para ti. Murmuró.

El hombre blindado agitó lentamente su cabeza.

—Ya sabes que estoy aquí. No hay necesidad.

—No importa. Deberías hacerlo de todos modos.

— ¿Así es como funciona?

—… Todos estaban preocupados por ti.

Esto provocó un murmullo —… ¿lo estaban? De Goblin Slayer.

—Cambiaré.

—Eso es bueno. La cara de la elfa se convirtió en una sonrisa apacible, finalmente contenta.

Sus oídos se movían con su mejor humor.

Ella juró que para cuando llegaron a los 2000 años de edad un elfo era considerado un adulto, pero ciertamente no actuaba como uno. Francamente, podría ser una vergüenza para sus antepasados los elfos mayores.

Al menos, eso es lo que el chamán enano estaba pensando cuando la recepcionista se movió en silencio.

Se inclinó despreocupadamente y puso su mano sobre la rodilla de Goblin Slayer.

El movimiento fue sorprendentemente natural, y parecía completamente seria.

—Por cierto, Goblin Slayer.

— ¿Qué?

—El festival de la cosecha es pasado mañana.

—Sí.

La recepcionista inhaló y exhaló con un leve suspiro. Puso su mano en su pecho, como si tratara de contener físicamente su corazón latiendo.

— ¿Tienes… tienes algún plan?

La atmósfera cambió inmediatamente.

Incluso los aventureros charlando y bebiendo cerca se detuvieron para escuchar, no importaba las personas en sus mesas.

Ella sintió que sus nervios se tensaban de la forma en la que ellos lo hacían al entrar en un calabozo.

La bruja usó Silencio para evitar que el lancero gritara: — ¡Estoy libre!

Los ojos de la elfa estaban abiertos, pero su embriaguez le permitió ofrecer sólo un murmullo lento e incoherente.

Y en el centro de ese estado de ánimo indescriptible, Goblin Slayer habló.

—…Goblins.

—Ah, quiero decir… ¿un plan que no implique goblins?

—……Hm.

Con ese único sonido, Goblin Slayer bajó la cabeza como si estuviera perdido en sus pensamientos. O quizás sin palabras. Cualquiera de los dos sería una vista inusual.

Mientras todos a su alrededor esperaban con el aliento contenido, sólo la recepcionista todavía tenía una sonrisa en la cara.

Después de un momento, Goblin Slayer dijo: —…No, supongo que no.

—Sabes, estaré libre toda la tarde de ese día. Parecía estar esperando algún tipo de respuesta.

¡Es ahora o nunca!

Era la temporada del festival, y ella había estado planeando este momento. Acababa de terminar la misión de matar goblins, y la recompensa por su arduo trabajo (el de la recepcionista) le permitiría tomar tiempo libre cuando realmente importaba.

También estaba el vino. Tomando prestada la fuerza del alcohol, ella pensó que esta sería su mejor oportunidad.

—Yo… yo pensé que tal vez te gustaría ir a ver el festival conmigo.

—…

—Qui…quiero decir, el festival… puede que no sea completamente seguro, ¿verdad?

Uno de sus dedos dibujó formas sin sentido en la palma de su mano. La recepcionista miró el casco de acero.

La misma cosa barata que llevaba siempre escondiendo su cara detrás.

La única forma de llegar a él era seguir hablando, aunque su voz estaba cada vez más tensa gracias a su acelerado corazón.

Para la recepcionista, cada segundo que se quedaba callado se sentía… ¿cómo un minuto? No, una hora.

—…Está bien.

Goblin Slayer asintió.

Su voz pudo haber sido neutral, casi mecánica, pero no había duda de lo que decía.

—Siempre eres de gran ayuda para mí.

—Ah, bien… yo… gracias. Dijo con una reverencia, lanzando su trenza al aire.

Whoops. ¿Dices “gracias” en esta situación?

Estaba un poco preocupada, pero era algo insignificante, completamente abrumada por la alegría que se extendía rápidamente a través de su corazón.

— ¡Ah-oh, bien! Goblin Slayer, ¿quieres comer algo?

—No, estoy bien. Con una fuerte negación de su cabeza, Goblin Slayer se levantó del banco. Como siempre, revisó su armadura, armas, escudo y guantes con un ojo entrenado, y luego asintió.

—Una vez que haga mi informe, me iré.

—O-oh, ya… ya veo. La recepcionista sintió una extraña mezcla de emociones, decepcionada pero también complacida con esa respuesta tan característica.

—En ese caso, um…

—El día del festival de la cosecha, al mediodía, en la plaza. ¿Eso servirá?

— ¡Sí!

—Está bien, entonces.

Goblin Slayer asintió, y luego preguntó a todos los que estaban en la mesa.

— ¿Qué harán todos ustedes?

La recepcionista logró evitar jalarse los pelos, pero su cara claramente traicionó sus sentimientos. Debería haberlo visto venir.

El sacerdote lagarto y el chamán enano sentían lo mismo. Simplemente se encogieron de hombros y decidieron hacer lo que podían para ayudar.

—Es mi intención pasar ese día disfrutando de una comida con el maestro lanzador de magia.

— ¡Ah, sí! Siempre quise beber con Escamoso hasta emborracharnos. Será una buena oportunidad.

El chamán enano se golpeó en el vientre, y luego se tocó la espalda de la elfa.

—Ven con nosotros, Orejas largas. No importa lo que digan, los elfos y los enanos deben andar juntos.

— ¿Bwah? Un ruido de desacuerdo salió de su boca. Era el tipo de sonido sin forma que hacía un niño para protestar por levantarse de la cama.

— ¡Ah, vamos, te invito a una copa de vino!

—…Está bien.

—Ya veo. Goblin Slayer aceptó sus respuestas con su habitual frialdad, y luego se preparó para irse.

El lancero abrió la boca como para decir algo, pero la bruja interrumpió. —Nosotros dos tenemos una cita.

—Me iré entonces.

Sin muchas palabras para despedirse. Como siempre.

Se dirigió a la recepción y llamó al empleado más cercano para hacer su informe, y luego salió.

Su valiente pisada no contenía ningún indicio de vacilación, como siempre. Era un aventurero algo extraño.

El grupo lo vio irse, incapaz de decir nada.

—Sorprendente. Dijo el sacerdote lagarto, soltando un aliento de admiración. —Un ataque impresionante.

—Heh… Ah-ha-ha… Me alegro de que haya ido bien. La recepcionista se sonrojó tímidamente y jugó con su trenza.

—Efectivamente. La bruja sonrió, dando una pequeña palmadita al lancero que tenía una cara pálida. —Tú también lo intentaste.

El chamán enano dejó salir un aliento exasperado. —Pecho de yunque aquí podría aprender una o dos cosas de ti.

—Aw, cállate. La elfa giró, lenta y pesadamente, para mirar al enano. —Sólo quiero que vayamos juntos a una aventura. ¡Ese idiota ni siquiera viene conmigo!

—Sí, muchacha, has fallado miserablemente.

— ¡Waaaah!

—Ah, vamos. Toma, tómate un trago.

Le sirvió una gran cantidad de vino en su taza. Le dio una rápida mirada antes de poner la taza en la boca con un pequeño gesto de asentimiento.

La recepcionista, viendo todo esto, bajo las cejas disculpándose. —Um, yo… yo lo siento…

—Pfft. Como si me importara. Ya te lo dije, no pienso en él de esa manera. La elfa tomaba delicados sorbos de su bebida, viendo a la recepcionista. —Hey. Dijo.

— ¿Sí?

—Ésa fue una buena frase: “¿un plan que no implique goblins?” ¿Puedo usarla?

Cuando Goblin Slayer dejó el Gremio, un dulce aroma lo envolvió.

¿Qué podría ser este olor?

Pero mientras se preguntaba, una ráfaga de brisa fresca se llevó el olor. Al atardecer, el calor del día desaparecía como si nunca hubiera estado.

Se acercaba la noche. Miró fijamente a un frío cielo salpicado de estrellas.

Las lunas gemelas, llenas de la promesa de una rica cosecha, brillaban con una luz que de alguna manera era metálica e inorgánica.

—Hm.

Ya era otoño.

Pero significaba muy poco para él.

Después de la cosecha, las incursiones de los goblin a las aldeas probablemente aumentarían.

Había un estilo de lucha apropiado tanto para la primavera, como para el verano, para el invierno, y sí, también para el otoño.

Examinó las silenciosas calles.

Las pancartas y banderines colgando en anticipación al festival junto con las torres de madera, arrojaban una compleja red de sombras sobre el suelo. Goblin Slayer zigzagueó entre ellas mientras caminaba.

Estas eran calles que conocía bien, pero cada vez que pasaba una sombra, reflexivamente hacia un puño.

Quizás no había nada escondido en la oscuridad. Pero los goblins podrían aparecer en cualquier momento y lugar.

No todos los preparativos eran útiles, pero uno nunca podría estar demasiado preparado. Este era uno de los principios más preciados de Goblin Slayer.

— ¡Oh, ahí estás!

Así podía tomar con calma la inesperada, pero familiar voz.

El brillante y amistoso saludo que no coincidía con la noche, aunque quizás necesitaba la luz.

—Oh, Dijo Goblin Slayer. — ¿Viniste a verme?

Era, por supuesto, la granjera

— ¡Heh-heh! Con una sonrisa en el rostro y un rebote de su pecho, ella se estampó rápidamente contra él.

—Ojalá pudiera decir que sí. Acabo de estar en la ciudad. Trabajo, ya sabes.

— ¿Es así?

—Sí, lo es. Ella asintió firmemente. El sucio casco la siguió intensamente.

— ¿Una entrega?

La granjera negó con la cabeza.

—Hablando con un cliente. El tío me dijo que lo manejara para que aprendiera sobre el lado comercial de las cosas.

— ¿Es así? Dijo otra vez, asintiendo.

El sol estaba ausente y la ciudad oscura, dejando a los dos solos en la oscuridad. La calle a las afueras de la puerta de la ciudad era aún más solitaria y oscura.

—… ¿Vamos a casa?

—Sí, vamos.

Salieron, apoyándose uno al lado del otro.

Siguieron sus propias sombras que se extendían a lo largo de las losas y silenciosamente se dirigieron a casa.

No con prisa, pero tampoco tomándose su tiempo.

La falta de conversación no les molestó. A veces era bastante agradable.

—Ah…

Con un silbido, el fresco viento volvió a soplar y trajo consigo esa agradable fragancia.

Goblin Slayer no podía recordar a que le recordaba esa fragancia.

Un pétalo danzaba en el aire, acompañando la brisa y el olor.

Goblin Slayer miró hacia arriba. Vio un árbol cubierto de flores doradas.

—Oh, es un olivo fragante. La granjera siguió su mirada hacia arriba y usó su mano para proteger sus ojos del brillo de las hojas. —Ya está floreciendo. Supongo que esta es la temporada.

Había sido el aroma de una flor.

—Así es. Murmuró Goblin Slayer, ahora que sabía de dónde venía el olor.

Era extraño cómo el marco de flores de color amarillo pálido hacía que incluso las lunas frías parecieran cálidas.

Cuando empezó a alejarse, de repente sintió una suave sensación rodeando su mano izquierda.

La granjera había sujetado su mano enguantada con la suya.

Ella se sonrojó lo suficiente como para ser visible, apartó sus ojos lentamente.

—Quiero decir… Podría ser peligroso, caminar mientras estás mirando hacia arriba. Está… Está oscuro.

—……

—Lo siento. ¿Yo…?

Ella miró a su cara, intentando decidir cómo tomar su silencio.

Tras un momento, Goblin Slayer, con su expresión oculta por su casco, sacudió lentamente la cabeza.

—No.

—Hee-hee.

Y la granjera se puso en marcha, llevando a Goblin Slayer detrás de ella.

Podía sentir su calor a través de su armadura. Aferrándose a esa sensación, él la siguió.

Ella lo miró por el rabillo de su ojo.

—Por cierto…

— ¿Qué?

— ¿Sabes lo que el olivo fragante simboliza en el lenguaje de las flores?

— ¿Lenguaje de las flores? Repitió Goblin Slayer, como si nunca hubiera oído esa expresión antes. —No, no sé.

—Bueno, creo que deberías averiguarlo, entonces.

Sonaba muy parecida a un niño tratando de emular a un adulto.

La granjera soltó una risita y sonrió a deliberadamente, moviendo ligeramente su dedo índice.

—Según yo, creo que te queda bien.

—…Lo tendré en cuenta.

Goblin Slayer asintió, y la granjera respondió con un “Mm” de afirmación.

¿Debería mencionarlo?

La granjera había conseguido romper el hielo.

A pesar de su casco, no era tan difícil de leer. Aun así, podría ser sorprendentemente testarudo, así que ella tendría que usar su cabeza.

—…El festival se acerca, ya es pasado mañana.

—Sí, lo es. Asintió asiduamente. —Yo mismo fui invitado.

— ¿Gwah? Se le escapó un extraño grito.

— ¿Qué pasa?

—No, yo… uh, quiero decir… ¿quién te invitó? ¿Y qué dijiste?

—La recepcionista del Gremio. Creo que la conoces.

La granjera asintió.

La recepcionista. Elegante, capaz y reflexiva. Una joven madura.

—No tenía ninguna razón para rechazarla. Les pregunté a todos los demás si querían venir, pero parece que todos tienen planes.

La granjera de repente dejó de caminar.

—… ¿Qué pasa?

—Ah… ¡Ahh-ha-ha-ha-ha-ha!

Con su mano libre jugaba con su cabello para distraerlo.

Gah. Se me adelantó…

Ya sea que entendiera o no lo que ella estaba pensando, Goblin Slayer repitió desapasionadamente: — ¿Qué?

—…Aww, no es nada. La granjera agitó su cabeza lentamente.

No es… No es para tanto. ¿No es así?

Así que no había conseguido lo que quería.

No estaba segura de que debiera dar voz a su pensamiento ahora, pero eran sólo palabras, ¿no?

—Yo también esperaba ver el festival contigo. Eso es todo.

— ¿Lo estabas?

—Sí.

Ella asintió, y luego volvieron a quedarse en silencio.

Antes de que se dieran cuenta, las losas habían dado paso a un camino de tierra, y salieron por la gran puerta principal.

En primavera, esta colina se llenaba de margaritas. Era donde los aventureros habían luchado contra los goblins. Ahora, con el invierno acercándose, todo lo que quedaba era el pasto y sus propios crujientes pasos.

 

Cuando escuchaba atentamente, podía oír el débil “liii, liii” de algún insecto, y la respiración de su vieja amiga a su lado.

El frío había aumentado, pero no tanto como para empañar sus alientos.

—…Hey.

— ¿Qué?

— ¿A qué hora es tu cita?

—A mediodía.

Las luces centelleantes de la granja estaban apareciendo a lo lejos.

Goblin Slayer mantuvo sus ojos—más bien su casco—hacia adelante mientras respondía en silencio.

—Oh. Susurró la granjera, mostrando su temblorosa mano en el pecho. —Entonces… ¿puedo pedir tu mañana?

—Sí.

— ¿Qu…?

Había estado a punto de retractarse de una petición tan atrevida, y ahora todo lo que podía hacer era mirar fijamente.

El sucio casco se mezcló con la oscuridad tan bien que apenas podía decir dónde acababa el acero y comenzaba la noche.

Al igual que ella no podía decir si él estaba siendo sincero.

Él era lo suficientemente fácil de entender, pero… ¿no proyectaba sus propios deseos en sus palabras?

La granjera tragó. Deseaba que su voz no temblara.

— ¿De… verdad?

— ¿Por qué iba a mentir?

No hubo ningún tropiezo en su voz.

Por supuesto que no era el tipo de hombre que dice una mentira tan estúpida. Ella lo sabía.

—Pero es… ¿Estás seguro…?

—Ésa no es la cuestión. Él descartó fácilmente su ansiosa pregunta. —Tú me lo pediste.

—Oh… ¿Entonces… si te parece bien?

—No me importa.

— ¡Hurra!

A la granjera difícilmente se le podría culpar por su emocionado grito, después de su respuesta.

Saltó en el aire, con su generoso pecho rebotando, y dio vueltas delante de él.

— ¡Muy bien, es una cita! En la mañana del festival.

—Sí. Abrumado, Goblin Slayer ladeó su cabeza perplejo. — ¿Te hace tan feliz?

— ¡Qué pregunta!

La granjera le recordó lo que ya debería haber sabido con una gran sonrisa.

— ¡Han pasado casi diez años desde que fui a un festival contigo!

— ¿Sí?

—Claro que sí.

—…Ya veo. Goblin Slayer agitó su cabeza con la máxima seriedad. —No me di cuenta.

Apenas podían captar el aroma de la crema hirviendo. La granjera había dejado los lácteos cocinando cuando pensó que estaba lista para ir a reunirse con él bajo el pretexto de un mandado.

Ahora la casa estaba justo delante de ellos.



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