Goblin Slayer Vol. 3 capítulo 3
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Goblin Slayer volumen 3 capítulo 3 en español
El Festival de la Cosecha Trae Sueños
¡Pew! ¡Pew! El cielo de la mañana se llenó de
apacibles estallidos de humo de colores.
Debe haber sido un mago contratado para hacer un
espectáculo de fuegos artificiales. Los colores centelleantes hicieron evidente
su habilidad.
Las cosas estarían ocupadas a pesar de la madrugada, así
que los grupos de actuación más animados ya estaban tocando música. El jaleo
llegaba hasta la granja, a una buena distancia de la ciudad, pasando por las
orejas de la granjera.
El tiempo era hermoso, y era el día del festival, el
festival de la cosecha, el festival de otoño.
Su corazón estaba prendido, bailando en su pecho.
Estaba muy animada, demasiado feliz para quedarse quieta.
—Oooh… Ummm… Ohhh…
O al menos, así es como debería haberse sentido.
Pero había una razón por la que ella estaba en su habitación
en ropa interior, gimoteando. Su pequeño armario estaba abierto, con
ropas esparcidas en la habitación de la puerta a la cama.
Apenas había un lugar para caminar.
Y en medio de todo eso, la granjera estaba acurrucada.
Su pelo era un desastre. Después de todo el esfuerzo
que había hecho para enderezarlo, ahora tendría que volver a cepillarlo más
tarde.
Pero eso era un problema menor.
Nunca había sido buena para el maquillaje. Podría
alisarse el cabello, ponerse un poco de polvo y un toque de labial, pero eso
sería todo.
Así que el problema era…
— ¡No tengo ni idea de qué ponerme!
Esto era crítico.
¿Un vestido estaría bien? ¿O debería intentar jugar
más casual? ¿O debería ser atrevida?
—No puedo usar mi ropa de trabajo… ¿O puedo? ¿Simple y
llanamente? Ah, pero sólo una cosa, exactamente una cosa era cierta.
— ¡Él estará vestido como siempre!
Una sucia armadura de cuero y un casco gastado,
llevando una espada, con un escudo redondo sujeto a su brazo.
Él llevaría su ropa normal (?), y ella la suya, y así
era como iban a ir juntos al festival. ¡Ellos irían juntos al festival!
Mientras ella había estado sosteniendo su cabeza con
una mano, la ropa de trabajo había encontrado su camino de otra forma. Los tiró
a la cesta. Adiós.
Las sobras eran vestidos que ella había ensamblado
poco a poco en sus días libres.
Pero ninguno de ellos parecía razonable. No había nada
que ella pudiera usar ahora, cuando los contó.
Trágicamente, ella no tenía suficientes puntos de
experiencia en asuntos cotidianos. Su nivel era demasiado bajo.
Era claramente demasiado tarde para arrepentirse, pero
deseaba haber intentado estar más a la moda regularmente.
—Tal vez… Tal vez no necesito preocuparme por la ropa
interior…
Sí. Eso estará bien. Por supuesto.
— ¡No! ¡Tienes que pensar en tus ropas normales, no en
tu ropa interior! ¡Argh, me estoy confundiendo!
Pensó que había oído una vez que cuando estabas tan
confundido, lo importante era no mostrarlo.
Dejando salir un pequeño grito involuntario, ella
recogió una prenda de ropa tras otra, consideró que cada una no era muy
apropiada, y las tiró a un lado.
Entonces se preguntó si la ropa que había descartado
más recientemente podría ser la mejor, la volvió a agarrar y se la puso en el
pecho, sólo para tirarla una vez más.
Su cita con él era por la mañana. Toda esta
preocupación era una pérdida de valioso tiempo.
Estaba tan preocupada de estos problemas que no
escuchó el golpeteo de su tío.
—…Ahem. Disculpa. ¿Ahora es un buen momento?
— ¡Oh! ¡Eep! Uh… oh… ¡¿Papá, quiero decir, tío?!
Saltó a su cama y se puso la manta alrededor para
cubrirse.
Cuando miró, la puerta aún estaba cerrada. Puso una
mano en su amplio pecho para calmar su corazón latiendo.
—Es… está bien. Entra.
—Disculpe. ¿Qué…? ¿Qué es todo esto?
Su tío difícilmente podía ser culpado por su suspiro
cuando entró en la habitación.
Ella ni siquiera trató de inventar una excusa, pero
sólo apartó los ojos del desorden por vergüenza.
— ¿Planeas abrir tu propia tienda de ropa?
—Ha… Ha-ha-ha-ha.
Se rascó la mejilla en un gesto de inconfundible
vergüenza hacia su exasperado tío.
—…Sólo asegúrate de limpiarlo. Dijo. No tenía que
añadir nada más. —De todos modos, yo… hm. Ahora es un buen momento. Tengo algo
para ti.
— ¿Huh? ¿Qué es eso?
En respuesta a su perplejidad, le ofreció un
sorprendente vestido azul. La deslumbrante tela de colores estaba decorada con
encajes y bordados.
La expresión de su tío era difícil de describir,
excepto por el reflejo melancólico en sus ojos.
—Mi hermana pequeña… tu madre se puso esto cuando tenía
tu edad.
— ¡Oh…!
Pensó que era realmente hermoso. La cogió y la sostuvo
tentativamente delante de sí misma, para ver cómo se veía.
—Me pregunto si puedo ponérmelo. ¿Se verá bien en mí…?
—Será perfecto. Dijo su tío. —Tu madre tenía el pelo
más largo, pero en lo demás eres su viva imagen.
—B…bien. ¡Bien! Me lo probaré.
¿Mamá usó esto? ¿Yo… me parezco a ella?
Inexpresables sentimientos brotaron de ese
pensamiento, y ella se abrazó firmemente el vestido.
—Cuidado, se arrugará.
—Oh, b…bien… Debo tener cuidado. Pero… ¡Hee-hee-hee!
Lo había casi aplastado completamente contra su enorme
pecho, y ahora lo volvía a alisar rápidamente para que se mantuviera ordenado.
Tenía una sonrisa en su rostro, sin embargo, no pudo
evitarlo. Ella dijo sus siguientes palabras sinceramente.
— ¡Gracias, tío!
Parpadeó y levantó los ojos al techo durante varios
segundos antes de agitar la cabeza.
—…No es nada. No lo menciones. Y luego su abrupto
rostro se suavizó un poco.
—Después de todo, perteneció a tu madre. Ahora es
tuyo. Úsalo con amor.
— ¡Lo haré! Lo atesoraré.
Mientras él cerraba la puerta, su tío le advirtió que
no se apresurara y tropezara con ella, a lo que ella respondió con lo más alto
de sus pulmones. — ¡No lo haré!
Luego se quitó la manta que la rodeaba y se probó el
vestido de su madre.
La falda ondulada se sentía un poco rara para una
chica que solía usar ropa de campo.
Pero la extraña sensación también trajo el hecho de
que ella estaba rompiendo su rutina, y eso fue emocionante.
Se puso un sombrero con un gran lazo para acompañar el
vestido.
— ¡Esto servirá!
Dio una vuelta dando una rápida inspección a su
apariencia. No había espejo en el que mirarse, pero una chica no podía tenerlo
todo.
El único problema era sus zapatos, que no eran muy
elegantes.
¡Pero esto es suficiente para hacerme una dama
adecuada!
— ¡Muy bien, vamos!
Abrió repentinamente la puerta. Pero sólo vio a su tío
esperando en la cocina. Tenía la leche afuera y parecía estar en medio de algo.
—Tío, es el día del festival. ¿No vas a salir?
—Soy demasiado viejo para ese tipo de cosas. Me
quedaré aquí con lo que tú llamas el helado. Él había aprendido a hacer la
delicia helada, pero frunció el ceño mientras su boca decía el inusual nombre.
— ¿Qué hay de ti? ¿No vas a estar fuera todo el día?
—No. ¿Qué pasaría si necesitas salir? No podemos
simplemente dejar la granja sola.
— ¿Ah, sí? Murmuró mientras ella hacia un gesto de
despedida.
Ella estaba un poco distraída que parecía querer decir
algo, pero… — ¡Hasta luego!
—Mm. Nos vemos. Ten cuidado.
No tenía tiempo. La granjera salió rápidamente por la
puerta.
El cielo era azul, despejado del humo de los fuegos
artificiales. El sol otoñal se posó sobre su colina, y el viento sopló con
apuro.
Y allí estaba él, de pie al sol, examinando la zona
como siempre lo hacía.
Justo como ella esperaba, llevaba todo su equipamiento
habitual. La sucia armadura, el casco de baja calidad, la espada de una extraña
longitud y el escudo redondo.
Ah, pero…
¡Yo estoy diferente hoy!
— ¡Hey! Siento haberte hecho esperar.
—En absoluto.
Ella le saludó con la mano, intentando actuar lo más
natural posible.
Respondió con su habitual respuesta sosa, y luego
pensó. —No he esperado mucho tiempo.
— ¿Ah, sí?
—Sí.
— ¡Vamos entonces!
—Sí.
Asintió, y luego se preparó para ir delante de ella a
su paso rápido rutinario. Pero antes de que pudiera, la granjera volteó y
agarró su mano con guantes de cuero.
—Erk…
—Va a estar lleno de gente. No querrás separarte,
¿verdad?
Incluso para la misma granjera, esto era un pretexto.
Deseaba que su voz no se entrecortara.
Tal vez sus guantes le impidan notar su pulso latiendo
a través de la palma de su mano.
Era difícil saber si él era consciente de sus
sentimientos. Perplejo, dijo. —Puede que haya mucha gente… en la ciudad.
—B…bueno, no hace daño estar preparado. La granjera
miró hacia otro lado y se rascó la mejilla con su mano libre. Podía sentir el
calor en la punta de sus dedos. Su rostro debe haber estado de un rojo
brillante. —Quiero decir, necesitamos una forma de… cómo acostumbrarnos. Agarró
el borde de su sombrero y lo ajustó para que no la viera sonrojarse. Ella
suavemente ajustó su agarre en su mano. —Porque… no estoy acostumbrada a ello.
—Ya veo. Asintió. —Eso es importante.
La granjera también asintió, y caminó con su mano en
la suya.
—H-hey.
— ¿Qué cosa?
—Uh, es decir… Mirando al frente, la granjera preguntó
lo qué se moría por preguntar.
—Mi ropa, quiero decir… ¿qué te parece?
—……
Era el mismo camino por el que siempre caminaban. El
mismo paisaje que siempre veían.
El mismo él. Una diferente ella. Tomándose de las
manos.
El mismo silencio en el que él siempre caía cuando
pensaba. Entonces…
—Te quedan bien. De todos modos es lo que pienso.
Era suficiente para hacerla cada paso más ligera que
el aire. —… ¡Hee-hee-hee!
La granjera sentía que podía flotar hasta el cielo.
✠
Era una avalancha de sonidos.
Cuernos soplando, tambores golpeando, flautas, pisadas
y risas llenaban las calles.
Los comerciantes llamaban, los artistas callejeros
gritaban, y las voces de los transeúntes pasaban en oleadas.
Era palpable en el aire incluso antes de que llegaran
a la puerta de la ciudad, pero por dentro, las cosas estaban en un nivel
completamente diferente.
—Sé que lo hacen todos los años. Dijo ella,
agarrándose a su guante con fuerza, todavía sonrojándose. —Pero siempre es
increíble.
—Sí.
Su casco se movió en respuesta.
Hoy de todos los días, su extraño equipo no destacaba
demasiado. Después de todo, por todas partes, los artistas bailaban en la calle
y hacían espectáculos improvisados. Y había más de unos cuantos aventureros
visitantes que no se quitaron su equipo en la ciudad.
En todo caso, fue la granjera quien llamó la atención.
Una elegante joven se tomaba de las manos con un
aventurero en un casco y armadura sucios. Ojos curiosos la seguían uno tras
otro.
Me pregunto cómo me verán a mí.
Ella disfrutó el pensamiento pasajero.
Quizá pensaban que era una aristócrata mezclada con la población, y que él era su guardaespaldas.
No… supongo que eso es demasiado.
Ella era la sobrina—hija adoptiva—de un dueño de una
granja local que tenía una buena cantidad de tierra a su nombre.
Y su compañero era un conocido veterano de este lugar,
un aventurero de rango plata.
Claro que todos sabían que no era una joven noble. Y
sin embargo…
—Supongo que tuve una idea bastante buena.
— ¿De qué?
Ella dio una risita a su inquisitivo casco, y luego
hizo un gesto de enderezar su sombrero.
—Donde me llevarías primero.
—Hm.
Él miró al cielo en silencio, pensando. El torrente de
gente se abría a su alrededor mientras ellos permanecían inmóviles como rocas
en un río.
No estaban realmente en el camino de nadie. Ella
esperó su respuesta, sonriendo. Después de un momento, murmuró como si se
hubiera dado cuenta repentinamente.
—Aún no he desayunado.
—Oh. Dijo ella, poniendo su mano sobre su boca
abierta. Él tenía razón.
Estaba tan preocupada por su ropa y sus preparaciones
que la comida de la mañana se le había olvidado.
La miró fijamente mientras ella se cubría los ojos. —
¿Podemos conseguir algo en un puesto?
—…Sí. Eso suena bien. Ella estuvo de acuerdo.
Se sentía mal por su tío, pero ya era demasiado tarde
para eso.
Él estaba justo ahí con ella.
Empezaría disculpándose con él. —…Lo siento. Yo solo… me lo olvide por
completo.
—No. Sacudió la cabeza lentamente. Y luego, después de
un momento, añadió. —Estas cosas pasan.
Ella disfrutó mirar en los puestos y preguntarse dónde
comerían, pero al final, ya no soportaba más su hambre.
El desayuno tardío que finalmente obtuvieron de uno de
los vendedores era sorprendentemente caro para lo que era. Cortes gruesos de
tocino frito, mezclado con patatas. Eso fue todo.
Pero era simplemente delicioso.
— ¡Oh! Dijo ella, riéndose. — ¡Este es nuestro tocino!
— ¿Lo es? Contestó, metiendo algo de comida por la
visera de su casco. —Ya veo.
Las patatas saladas y grasosas deleitaban su lengua.
Ella devoró el desayuno, soplando la comida para no
quemarse la boca.
Él comió en forma constante, silenciosa, pero
ordenada, como siempre lo hacía.
Luego tomaron los platos vacíos, eran desechables, así
los destrozaron antes de volver a partir.
Voces vivas les llamaban de todos lados.
— ¿Brandi de ciruela para la encantadora pareja? ¡Se
derrite en tu boca! Gritó un vendedor de licor. La granjera se detuvo allí.
— ¿Qué piensas? Preguntó él, señalando. — ¿Quieres un
trago? Bueno, ya que estaban aquí…
Se les obsequió dos tazas de un licor de frutas de
olor ligeramente dulce en pequeñas vasijas de barro.
Ella bebió con delicadeza. Sin embargo, él se tragó el
suyo en un solo trago. — ¿No se te subirá a la cabeza si lo bebes todo de una
vez?
—No es un problema. Dijo muy seriamente. —El brandi te
despierta.
—… ¿No es una forma de decir que estás un poco
borracho ahora mismo?
—No es una forma de decir nada.
— ¿Oh, en serio? Ella detectó un tono ligeramente
acorralado en su voz y se rio.
Ella sólo lo estaba molestando, sólo bromeando. Si él
realmente hubiera sentido algún malestar, ella lo habría notado. Y entonces
ella lo habría arrastrado a su cama y lo habría metido dentro.
El festival era divertido, sí, pero era una razón más
por la que no quería arruinarlo presionándolo demasiado.
—No obstante, anoche estuviste fuera hasta tarde. ¿Qué
estabas haciendo?
—Terminando algo que necesitaba ser hecho.
Ya estaba muy acostumbrada a estas no-explicaciones.
Pero ella no lo presionó más, simplemente diciendo. —Huh.
El calor se estaba extendiendo por su pecho, y
empezaba a sentirse alegre. No estaba segura de sí se trataba el alcohol o algo
más.
—Pensé que estabas dormida. Dijo en el mismo tono
distante de siempre. ¿Él notó cómo se ella se sentía? — ¿Estuviste despierta
todo ese tiempo?
—Oh, haha… yo sólo… no podía dormir.
—Ya veo.
Él tampoco la presionó. Juntos se volvieron a fusionar
en el remolino, celebrando con la multitud.
Nunca había tiempo suficiente.
Un arquero elfo arrojó platos al aire y los derribó
recibiendo bulliciosos aplausos. Un enano había montado un puesto vendiendo
hermosas espadas grabadas que él mismo había hecho. Un músico rhea tocó una
melodía conmovedora para que todos la escucharan.
Dondequiera que iban, la familiar ciudad tenía algo
nuevo que mostrarles.
Habían estado caminando por ahí durante un tiempo,
cuando repentinamente él se detuvo.
— ¿Huh? ¿Qué pasa?
Ella miró fijamente a su cara pero, por supuesto, no
pudo ver ninguna expresión allí.
Él sólo murmuró. —Hm. Entonces…
—…Espera un momento.
—Bien, claro, pero…
Él alejó su mano con guantes de la suya.
Repentinamente sola, hizo lo que siempre hacía y se
apoyó contra una pared mientras lo esperaba.
Levantó su ahora vacía mano delante de su cara y
respiró suavemente sobre ella. No estaba exactamente sola o molesta. Pero
mientras observaba pasar a la multitud de aventureros y viajeros, se le ocurrió
una idea.
Esta relación de él yéndose, su espera no era probable
que cambiara. Así era como sería siempre.
Habían visto cosas diferentes. Diez años.
Diez años después de que ella abandonó su hogar y su
aldea fue destruida. Cinco años después de que ella se reuniera con él, ahora
era un aventurero.
Ella no sabía cómo había pasado los cinco años que
habían estado separados. No sabía nada de los días antes de que él se
convirtiera en Goblin Slayer. Ni siquiera sabía lo que había pasado en su
aldea. Había oído las historias, por supuesto, pero eso era sólo de segunda
mano.
Recordó que sostenía la mano de su tío mientras
colocaban ataúdes vacíos bajo tierra.
Pero eso fue todo.
Realmente no sabía lo que había pasado, ni por qué, ni
adónde se habían ido todos.
¿Había habido un incendio? Los campos, ¿qué pasó con
ellos? ¿Los animales? ¿Sus amigos? Su padre. Su madre.
¿Y el nido donde ella había guardado su propio pequeño
secreto, el tesoro que tenía escondido en el nudo de un árbol?
¿El delantal de su madre, el que le habían prometido a
la granjera cuando creciera? ¿Sus zapatos favoritos? La taza que había comprado
para su cumpleaños, cuyo color verde se había descolorido aunque la había
cuidado tanto.
Uno tras otro, los preciosos recuerdos volvieron a
ella, ahora casi como fantasmas.
¿Qué le quedaba? Una pequeña caja, con las cosas que
había encontrado en la ciudad ese día y decidió traerla con ella.
Sólo era su imaginación. Pero sí.
Si… no se hubiera ido de la aldea aquel día, ¿qué le
habría pasado?
¿Habría hecho las mismas cosas que él hizo para
sobrevivir?
¿O habría muerto y lo habría a él dejado solo? Y si es
así, ¿él habría tomado venganza por ella?
O… ¿Y si él hubiera muerto, y ella hubiera sido la
única sobreviviente?
Qué pensamiento tan terrible.
En ese momento escuchó. —Siento haberte hecho esperar.
La familiar armadura apareció ante ella entre la multitud.
—No hay problema.
Agitó la cabeza mientras estiraba su sombrero. Él le
dio un pequeño objeto.
— ¿Qué es esto? Dijo, mirándolo.
—Cuando éramos pequeños… en el pueblo. Murmuró —Te
gustaban estas cosas.
Estaba sosteniendo un pequeño anillo hecho a mano.
Era de plata, o parecía serlo. Sabía que tenía que ser
una imitación de la plata. Algo que un vendedor al borde de la carretera había
hecho para separar a los niños de sus monedas.
En otras palabras, era sólo un juguete.
Se encontró sonriendo. Luego riendo. — ¡Ha-ha-ha-ha…!
Eso fue cuando yo era una niña.
— ¿Lo fue? Dijo con una pequeña y recortada voz. Y
luego. —Supongo que lo era.
—Sí.
Ella asintió. Se asentaron y se puso el anillo.
Puede que hubiera sido hecha a mano, pero era barato.
Ni siquiera tenía una gema falsa. Sólo una banda de metal.
Pero captó la luz del sol y brilló, lo suficientemente
brillante como para hacerla entrecerrar los ojos.
—…Pero. Susurró —Todavía me gustan.
—… ¿En serio?
—Sí.
—Gracias. Se las arregló para decirlo, y luego la
granjera metió el anillo en el bolsillo de su vestido.
Ella mantenía su mano izquierda sobre ella para no
perderla; su mano derecha, por supuesto, estaba en la de él.
— ¿Vamos?
Sonrió y empezó, mano a mano.
No podía ver su cara detrás de su casco. Pero…
…Él también sonreía. Estaba bastante segura.
Ella confiaba en ello.
✠
Era casi mediodía cuando una voz les llamó a los dos.
— ¡Bueno, si no es el viejo Gob Killer (Goblin Slayer)!
La grajera levantó su cuello para ver quién era,
mientras se preocupaba acerca de qué hacer con su anillo.
No reconocía la voz relativamente aguda, pero el
destinatario parecía que sí los conocía.
El casco se giró para mirar directamente al joven
explorador, que los señalaba.
Junto a él estaban la chica druida, el guerrero novato
y la sacerdotisa aprendiz.
La granjera se dio cuenta de que los jóvenes
aventureros incluso pasaban sus tiempos libres juntos.
—Whoa, tío, ¿estás en una cita con la granjera?
— ¡Hey, deberías ser más educado con alguien mucho
mayor!
El guerrero novato parecía molesto, pero la
sacerdotisa aprendiz le tiró de la manga.
¿Gob Killer? Déjaselo a un niño para que se le ocurra
un apodo como ese. La granjera sonrió.
Ella sonrió ante su casco en un gesto deliberadamente
significativo.
— ¿Una cita? Me pregunto. ¿Qué te parece?
—Espera. Dijo Goblin Slayer sin rodeos. —Sólo tengo
veinte años.
Su sonrisa se amplió. Él no lo había negado.
— ¡¿Quéééé?!
Los chicos dieron gritos extraños, y finalmente la
granjera no pudo contenerse más.
—Claro que lo es. Pero nadie lo sabe desde que siempre
lleva puesto ese casco.
—…Es una medida necesaria.
Su voz sonaba un poco más brusca de lo habitual.
Él estaba haciendo pucheros. El día de la
granjera seguía mejorando.
Todos decían que no sabían lo que estaba pensando
porque no podían ver su cara. Pero para alguien que lo conocía desde hace tanto
tiempo como ella, era bastante fácil.
—Um, ¿podrías… ayudarnos? La sacerdotisa aprendiz les
preguntó con vacilación.
Vwip. El casco de
acero de Goblin Slayer se volvió hacia ella. — ¿Son goblins?
—No, en absoluto. Umm…
— ¿No son goblins?
Su apagada respuesta dejó a la chica druida mirando a
su alrededor con incertidumbre.
Junto a ella, el joven explorador dijo. — ¡Eres
bastante tonto, hombre! Y engreído. — ¡De ninguna manera algún goblin
aparecería por aquí!
—Lo harán.
— ¡¿Huh?!
—Los goblins vendrán.
— ¡¿En serio?!
Sí. ¿Qué? ¡De ninguna manera! De un lado a otro dieron
vueltas. La granjera los miraba con una especie de indefensa diversión.
—Que los chicos sean chicos. ¿Necesitaban algo?
Se agachó hasta el nivel de los ojos para ver a la
chica druida y a la sacerdotisa aprendiz.
Se miraron la una a la otra, luego al pecho de la
granjera, acentuado por el brazo que ella descansaba bajo él.
Entonces cada una se miró a sí misma y suspiró. Lo
suficientemente fácil de entender.
—No se preocupen. Seguirán creciendo.
—…Eso no es muy tranquilizador.
—Sí, sigue siendo aún…
Los rostros de las dos se volvieron rojos e inquietos,
mirando fijamente al suelo. La granjera sonrió por dentro mientras les daba una
palmadita en la cabeza. —De todos modos, ¿qué tienen en mente?
Las chicas asintieron, luego miraron hacia atrás y
señalaron hacia la entrada de una taberna que había detrás de ellas.
Una enorme multitud se había reunido allí, y en medio
del círculo había una pequeña mesa. Encima de la mesa había una estatua de una
rana con la boca abierta.
Un borracho estaba parado en una línea blanca dibujada
en el camino, sosteniendo un puñado de bolas de plata.
— ¡Hrah! ¡Yaah! Haaah!
Tiró las pelotas una tras otra, pero no sirvió de
nada. Cada una rebotó en la mesa y cayó al suelo.
El dueño de la tienda, parado junto a la estatua,
recogió las bolas con gran facilidad y dijo en voz alta.
— ¡Vamos, diez bolas por una moneda de bronce! ¡Un
acierto y consigue una taza de cerveza! ¡O limonada para los niños y las niñas!
—Las bolas no entrarán. Dijo el joven explorador con
un resoplido.
Había estado entrenando con el grupo del guerrero
blindado, pero aún era un niño. Quince años era la edad mínima para convertirse
en un aventurero, y esa habría sido su edad hace muchos años para este chico,
pero aún no podría haber cumplido los veinte años.
La granjera se dio cuenta de que debía haber mentido
sobre su edad, pero no sentía ninguna inclinación a mencionarlo.
—Sí. Creo que esas bolas de plata están amañadas.
—Calma, calma, chico. Eso no es gracioso.
El aprendiz guerrero habló medio en broma mientras
entregaba una moneda de bronce, y el dueño respondió con una sonrisa y un tono
que sugería que ya habían tenido esta conversación antes.
Entonces los dos chicos lanzaron las pelotas uno tras
otro, pero no se acercaron al blanco.
Un gran suspiro… vino de las chicas.
—…Ellos se ven atrapados en estas cosas tan
fácilmente.
—Los chicos apestan, ¿huh?
Ellas no eran mucho más maduras, pero trataron de
fingir que lo eran. La granjera escuchó las quejas de las chicas con un
—Uh-huh, uh-huh.
Chicos. Están tratando de parecer geniales.
—…Y las chicas quieren que lo hagan. Dijo ella,
mirando a su viejo amigo.
La expresión detrás del casco de acero era, como
siempre, imposible de ver y sin embargo fácil de adivinar.
— ¿Qué cosa?
— ¿Danos una demostración?
—Hrm.
Goblin Slayer miró a los cuatro niños y a la granjera.
Luego, con un pequeño gesto de asentimiento, sacó una
moneda de bronce de su bolsa y se acercó al dueño de la taberna.
—Tendero.
— ¡Si señor!
—Uno, por favor.
Lo que pasó después fue casi demasiado rápido para que
el ojo lo siguiera.
Rodó las bolas alrededor de su palma con un clink, y
luego las lanzó dentro de la boca de la rana.
No había nada inusual en su técnica.
Simplemente tenía su marca. Pero era preciso y rápido.
Uno entró. Dos. Tres, cuatro. Entonces cinco y seis.
Durante varios segundos, las bolas rodando dentro de
la estatua de la rana crearon un sonido muy parecido a ribbit.
— ¡Wow!
—Whoa…
El asombro en las caras de los niños era evidente.
Y no sólo los niños.
Los espectadores exclamaron apreciativamente
y comenzaron a aplaudir.
¡Heh! La granjera
infló su amplio pecho casi como si fuera ella la que hubiera hecho esa
impresionante exhibición.
La gente creía que sólo era bueno para matar goblins.
Pero eso no era verdad. Había más en él que eso.
—Caray, señor, ¿no podías haberte detenido? ¿Por mi
bien?
—No.
Mientras que él dijo su respuesta profundamente seria
al dueño, la granjera le dio una palmadita de felicitación en la espalda.
—Siempre fuiste bueno en estos juegos, incluso cuando
éramos niños.
—Sí.
Había también una taberna en su pueblo natal, aunque
la estatua no había sido una rana, sino una mujer con una jarra de agua. En
cada festival, había ganado tres tazas de limonada para ella, él y su hermana.
Ahora que lo pienso, lo recuerdo practicando haciendo
rebotar piedras en el río antes de cada fiesta.
Se dio cuenta con un torrente de afecto de que él
siempre había sido el tipo de persona que se preparaba a fondo.
— ¡Bien hecho, hombre! Dijo un camarero. — ¿Seis
limonadas? ¡Ahora mismo!
—Sí.
Bajó su casco una vez, como siempre.
Luego se volvió hacia los muchachos y les explicó en
un tono moderado.
—Y eso es lo que debes hacer.
—…B-bien.
—Ahora inténtelo.
Goblin Slayer pasó las cuatro bolas de plata restantes
a los jóvenes.
El joven explorador tomó dos, a la vez frenético y
estoico.
— ¿N…no tienes otro consejo?
—Práctica.
Eso fue todo lo que dijo.
—Bleh. Se quejaron los chicos. Goblin Slayer les
asintió con la cabeza y se puso de pie seriamente.
— ¡D-dale tu mejor tiro!
— ¡Hey, tienes que lanzar mejor que eso!
— ¡Ha-ha-ha-ha! Aww, no seas tan duro con él.
Así las chicas vieron a los tres chicos…
—Oh…
La granjera se dio cuenta de que no estaba mal pensar
en él con esa palabra.
¿Era extraño?
No, no lo era. Realmente no lo era.
Por supuesto, habían pasado diez años desde entonces.
Era mucho tiempo para generar experiencias. Ella había aprendido tantas cosas
como él.
Pero todo eso era sólo una acumulación.
Las raíces siguen siendo las mismas.
Era un principio en el que ella creía… No, era algo
que ella esperaba que fuera cierto.
— ¿Bebida?
—Claro, gracias.
Ella tomó el vaso frío de su mano. Era agua de pozo
con limón y miel.
Esa refrescante sensación fría, pensó, no había
cambiado en diez años.
—Oh, sí. Dijo, fingiendo que se le había ocurrido algo
mientras veía a los niños arrojar decididamente las pequeñas bolas por el
rabillo del ojo. —Ya que lo conseguiste para mí, ¿por qué no me lo pones? El
anillo.
— ¿Dónde?
Miró intensamente sus dedos desde el pulgar hasta el
meñique.
—Lo quiero en… mi dedo anular. Dijo, empezando a
arrepentirse de haber dicho algo.
—… ¿Qué te parece?
— ¿En cuál mano?
— ¿Qué quieres decir con, en cuál? La…
La mano izquierda.
Ella agitó su cabeza, de alguna manera incapaz de
pronunciar las palabras.
—Dere…
Tomó un respiro y buscó en su bolsillo, sacando el
anillo con la mano izquierda.
—Mano derecha… por favor.
—Muy bien.
Y entonces le puso el anillo en el dedo sin una pizca
de ceremonia.
Lo levantó hacia el sol, y brilló intensamente.
Bueno, supongo que tendré que quitármelo cuando
trabaje.
Pero al menos durante el festival, podría dejarlo
puesto.
Con el sabor agridulce de la limonada en su boca, la
granjera decidió divertirse tanto como pudiera.
✠
Ahora, dejemos atrás la estatua de la rana afuera y
sigamos al tendero dentro mientras entra a la taberna por más limonada.
—No meteré mi nariz demasiado lejos, pero… El
sacerdote lagarto mordisqueó gustosamente una salchicha frita cubierta de
copiosas cantidades de queso. No era grosero en la cultura lagarto hablar
mientras se disfrutaba de la comida.
—Me pregunto si irá bien… Por supuesto, espero que sí.
—Ahh, las cosas en este mundo resultan ser las mejores
ocho o nueve veces de cada diez. Dijo el chamán enano, golpeando su barriga
como un tambor mientras tomaba un trago de su fuerte bebida y proclamaba. —
¡Está bien! Miró hacia un lado con una sonrisa astuta y dijo. —Lo que realmente
me preocupa es…
La última persona en la mesa, La elfa mayor, miraba
como si estuviera cazando presas.
—Grrr…
— ¿De qué estás quejándote, Orejas Largas?
— ¡Porque! Golpeó la mesa, señalando fuera de la
taberna mientras sus orejas se movían furiosamente. — ¡Intenté eso antes, y no
conseguí ni uno solo!
—Todo lo que eso significa es que disparar y lanzar
son cosas diferentes.
— ¡No es justo! ¡Soy una elfa mayor! ¡Somos
descendientes de los dioses!
Entonces tomó un trago desesperado de su limonada.
Había gastado una moneda de bronce tras otra, y al
final terminó comprando su propia bebida. Era la limonada más amarga que había
bebido nunca.
—Bueno, así es el mundo. Mi señorita exploradora y
Goblin Slayer tienen diferentes talentos.
El tono del sacerdote lagarto sugirió que estaba
hablando con una niña. Y el chamán enano estaba encantado de añadir su opinión.
— ¿Seguro que no es sólo que estás herida por perder
contra Corta barbas?
—Sniiiiff… N-no estoy herida.
El sacerdote lagarto siseó con diversión mientras la
elfa decía las palabras entre dientes.
—…Oh, espera un segundo.
La elfa de repente revoloteó sus orejas sorprendida,
levantando la cabeza y volviéndose hacia la ventana.
— ¿Pasa algo malo, señorita exploradora?
—Mira afuera. Se están moviendo.
Ella tenía razón. Los dos estaban dejando el juego de
lanzar las bolas atrás.
La granjera arrastraba los pies con pesar, mientras
que Goblin Slayer caminaba con tanta audacia como siempre.
—Um, están diciendo… “Saluda a la recepcionista de mi
parte” y “Sí”.
¿No puede pensar en algo más amistoso que decir?
La elfa hinchó sus mejillas molesta, jugando con su
vaso de limonada, ahora cubierto de lágrimas.
El chamán enano acarició su barba, aparentemente
divertido por esto.
—No puedo pensar en un uso más tonto para las orejas
de un elfo.
— ¿Oh? ¿No sabes nada de cultura humana, enano? La
elfa le dio una inusual y confiada sonrisa, con sus orejas erguidas. —Si puedes
hacer tonterías, demuestra que tienes recursos suficientes para permitirte el
lujo.
—Me suena como la excusa de alguien que se vio tan
atrapado en lo que estaba haciendo, que olvidó su cartera en algún lugar.
—Eso no tiene nada que ver con esto.
— ¡Por eso odio a los elfos! Siempre tratando de
ocultar sus problemas.
—Palabras fuertes cuando los enanos sólo piensan en el
dinero.
Y entonces los dos amigos empezaron otra vez en uno de
sus habituales discusiones.
El sacerdote lagarto los miraba con placer, golpeando
su cola contra el suelo. Llamó a una camarera cercana.
— ¡Disculpe, señorita camarera!
— ¡Si, señor!
La atenta respuesta vino de una padfoot—una chica
bestia. Sus manos, pies y oídos eran los de un animal. Ella se le acercó.
—Mi. Naturalmente, los ojos del sacerdote lagarto se
abrieron un poco al reconocer a la chica que estaba allí, riéndose entre
dientes.
—Disculpe, pero ¿no es usted una de las chicas del
Gremio?
—Oh, sí. Tengo dos trabajos. La chica padfoot escondió
su sonrisa con una bandeja, pero no pudo ocultar su risa. —Mire a su alrededor.
Todos están tan ocupados hoy, que aceptarán toda la ayuda que puedan conseguir.
—Ya veo, ya veo. Me alegro de que esta marea creciente
parezca estar levantando su barco también. El sacerdote lagarto asintió
seriamente, usando una de sus afiladas garras para indicar el menú en la pared.
—Pediré otras dos o tres de tus salchichas fritas. Y si pudieras asegurarte de
que el queso sea especialmente abundante.
—Claro, claro, claro. Por cierto, si quiere, también
tenemos salchichas con hierbas.
—Ah, ¿hierbas, dices?
—Y otros con cartílago.
— ¡En serio!
— ¡Además algunos rellenos con queso!
— ¡Oh, dios mío!
Ni que decir, sus ojos nunca habían brillado tanto.
Así, la hora del almuerzo pasó sin incidentes.