Goblin Slayer Vol. 3 capítulo 5
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Goblin Slayer volumen 3 capítulo 5 en español
Un Escenario Desbaratado
—Whoa, ¿qué le pasa?
— ¿Alguien ha visto a un aventurero tan sucio?
—Hey, ¿no es Goblin Slayer?
— ¿Goblin Slayer?
—Dicen que se especializa en matar goblins.
— ¿Así que ese atuendo es parte de su estrategia para
matar goblins?
—Supongo. Él es Goblin Slayer.
—Goblin Slayer… huh.
— ¡Heeeyyy! ¡Cuidado con los goblins!
Goblin Slayer corrió tenazmente a través de la multitud,
zigzagueando entre los ciudadanos que aún estaban bajo el dominio del festival.
Llevaba su mugrienta armadura de cuero y su casco de
aspecto barato, llevaba su espada de una extraña longitud, y tenía su escudo
redondo atado al brazo.
Incluso un aventurero novato tendría mejor
equipamiento, pero su silueta rápidamente desapareció entre la muchedumbre.
Recibió algunas miradas extrañas, pero no
desconocidas.
La sala del Gremio estaba en la entrada de la ciudad,
justo al lado de la puerta de la ciudad. Dejando atrás a la recepcionista, fue
directamente a esa puerta, y más allá de ella…
— ¡Goblin Slayer! Escuchó una voz parecida al tintineo
de una campanilla tras él.
No necesitaba darse la vuelta. Ya reconoció a su
dueña.
—Has venido.
— ¡Sí! Recibí un regalo… ¡un oráculo!
Era la sacerdotisa, agarrando con las dos manos su
bastón—no, su mayal—con ambas manos.
Todavía estaba vestida con su escasa vestimenta de
ritual mientras se precipitaba, con su respiración aún entrecortada.
Así que era ella, y no Goblin Slayer, la que atrajo
más miradas.
Manejó una expresión seria mientras se sonrojaba de
vergüenza.
—Me dijo que te encontrara… Um, ¿qué…?
—Goblins Slayer, estoy seguro.
Mientras los dos pasaban por la puerta del pueblo, una
sombra se les acercó sin sonido desde un lado.
Esa voz clara. Esa delgada figura. Las orejas de la
elfa rebotaron, y sus ojos se entrecerraron como un gato.
—Si Orcbolg está corriendo, ¿qué más podría ser?
—Indudablemente, indudablemente.
—Corta barbas no es exactamente difícil de entender.
Dos sombras más la siguieron.
El imponente sacerdote lagarto juntó sus manos en un
extraño gesto, mientras el chamán enano acariciaba alegremente su barba.
Cada uno de ellos ya estaban preparados con el equipo
que pensaban que era mejor para la batalla.
—… Hrm.
Goblin Slayer gruñó y se quedó quieto.
Miró a cada uno de ellos. No podían ver su expresión
detrás de su casco.
— ¿Quieres saber por qué estamos todos aquí, aunque no
nos llamaste? Sus pensamientos estaban ocultos, pero no eran difíciles de
adivinar. —No subestimes las orejas de un elfo. Explicó la elfa. Hizo un
movimiento autocomplaciente con sus orejas.
— ¿Crees que no puedo oír a un par de idiotas
susurrando en una taberna? ¿O rumores? Levantó su delicado dedo índice,
formando un círculo en el aire.
— ¡Una aventura! Conmigo, con todos. Ese es nuestro
precio por ayudarte.
—…Ya veo.
Goblin Slayer asintió bruscamente, y las orejas de la
elfa se balancearon.
—Oye, ¿eso es… eso es todo? ¿No nos vas a dar las
gracias, alabarnos o algo?
—No… Tuvo un momento de vacilación. Como si ni
siquiera estuviera seguro de qué hacer.
Goblin Slayer buscó las palabras a tientas, y luego
dijo, sin emoción pero de forma inequívoca:
—… Gracias. Por ayudar.
—No te preocupes. Dijo la sacerdotisa con una risita que
no podía contener. Aun sujetando su mayal, su mirada le abrió paso a su cuerpo.
—Somos tus amigos, ¿verdad?
—Ya veo. Goblin Slayer asintió. —… Sí, lo son.
Los cuatro aventureros intercambiaron miradas y
sonrieron ampliamente. En lo que sea que estuvieran a punto de meterse, no
estaban preocupados. Después de todo, el día especial había terminado. Este
sería otro día normal. Para un aventurero, cada nuevo día significaba una nueva
aventura.
—Puede que nos digas que no te hagamos caso, chica,
pero no es fácil ignorar ese disfraz tuyo. Se burló el chamán enano,
acariciando su barba y sonriendo.
—Viejo verde. Se quejó la elfa. La sacerdotisa agitó
sus manos frenéticamente.
— ¡Um! ¡Oh! ¡Uh! ¡Yo! ¡Es por el ritual…! ¡No tuve
tiempo de cambiarme!
—Me parece que te favorece mucho. El sacerdote lagarto
movió los ojos y se rio con las mandíbulas abiertas. — ¿Qué le parece, Goblin
Slayer-san?
La respuesta de Goblin Slayer fue indiferente.
—Nada mal.
— ¡¿Gwaaah?!
La sacerdotisa no fue la única sorprendida. Mientras
ella se sonrojaba vertiginosamente, el sacerdote lagarto sacó la lengua, como
si no estuviese seguro de cómo responder a su propia pregunta. La elfa comenzó
a preocuparse seriamente por la salud de Goblin Slayer, e incluso el chamán
enano se congeló.
Goblin Slayer miró al grupo y luego aclaró. —Me
refiero a nuestras circunstancias.
Todos suspiraron. La sacerdotisa hinchó sus mejillas y
no dijo nada.
—…Parece que viene una tormenta.
Goblin Slayer asintió con la cabeza al susurro de la
elfa, y luego dio una explicación.
—Desde la torre de vigilancia del Gremio vi sombras en
todas las direcciones. Lo más probable es que vengan goblins.
— ¡¿Qué?! Los ojos del chamán enano estaban abiertos.
Casi escupió su trago de vino, y luego lo tragó apresuradamente.
—Eso es preocupante, eso es… Esa última horda requirió
más que un poco de trabajo.
—Mm. ¿No podríamos recurrir a la ayuda de otros
aventureros como lo hicimos entonces? Preguntó el sacerdote lagarto.
—No… Se detuvo a sí mismo y luego miró hacia el
pueblo.
La celebración, el festival, ya había terminado. La
gente regresaba a sus casas. Unos pocos seguían caminando borrachos, reacios a
dejar que la diversión terminara.
Aquí vivían personas de todas las razas y profesiones,
y también lo hacían aventureros de la misma diversidad.
Goblin Slayer pensó.
Pensó en el guerrero blindado. En la caballera
femenina.
Pensó en el joven explorador y en la chica druida, en
el guerrero novato y en la sacerdotisa aprendiz.
Y finalmente, pensó en el lancero y la bruja.
—…Esta vez…
Tras esta tranquila reflexión, Goblin Slayer agitó
lentamente su cabeza.
Ahora sabía cuánta valentía se necesitaba para hablar.
¿Había algo más aterrador en todo el mundo que confiar
todo a la suerte?
Contempló a la sacerdotisa desde detrás de su visera.
Estaba visiblemente asustada, pero mirando hacia delante.
Ella había dicho antes que la suerte no tenía nada que
ver.
Goblin Slayer hizo un puño.
—…Creo que nuestra fuerza será suficiente.
—Pero Corta barbas. Dijo el chamán enano, comprobando
los catalizadores en su bolsa.
—Si hay demasiados… Bueno, hubo muchos de ellos la
última vez. No podríamos haberlo hecho solos.
—Por supuesto que no. Dijo Goblin Slayer calmadamente.
—Nadie puede enfrentarse a un ejército goblin en un campo abierto.
— ¿Crees que esta vez será diferente?
—Nuestro enemigo está dividido. Sólo hay unos pocos en
cada unidad, no están bien coordinados. Y ya he hecho algunos preparativos.
La elfa lo miró, sorprendida de que pudiera estar tan
calmado.
— ¿Preparaciones? ¿Cómo sabías exactamente que estos
goblins venían, Orcbolg?
—Porque si supiera que un nido para los goblins se
emborracharía por la celebración, lo atacaría.
—…Hmph. Ya veo.
Su respuesta no podría haber sido más directa.
—Rápido. Explicaré el resto mientras nos movemos.
Goblin Slayer se puso en marcha mientras hablaba, y
los demás se unieron a él.
Abandonaron la carretera principal, saltando entre los
árboles y la vegetación a lo largo de los senderos forestales.
Cada uno de ellos lo siguió de cerca mientras él
marcaba un ritmo digno de un explorador.
Después de todo, si un aventurero no pudiera seguir a
un explorador a través de las ruinas de un laberinto, ése sería el final.
— ¿Sabías que últimamente no ha habido muchas misiones
de eliminar goblins?
—Supongo que no lo noté. Pero, ¿y qué? La elfa corrió
suavemente a su lado con sus orejas rebotando. Ella corrió lo suficientemente
despacio como para que los otros pudieran mantenerse a la par. La sacerdotisa
nunca había sido muy atlética, y los lagartos y enanos no eran conocidos por su
velocidad.
—Son parásitos. No pueden sobrevivir sin robar a
otros.
— ¿Seguro que tú—huff, huff—no los has matado
ya a todos?
Goblin Slayer miró al chamán enano, moviendo sus
brazos y piernas tan fuertes como pudo, y moderó su paso.
—No es posible.
— ¿Y por qué es eso?
—Porque no han estado tocando a las mujeres que han
secuestrado. Si sus números bajaran, darían prioridad a la reproducción.
Los goblins que ignoraban a las mujeres que
secuestraban, eran tan extraños como los dragones que no acaparaban el oro, o
nigromantes sin ningún interés en los cadáveres.
—Hrrm. Gruñó el sacerdote lagarto, manteniendo la
cabeza baja para poder hablar mientras corrían, balanceándose con su cola.
—Significa que… hay algo o alguien que les proporcionan recursos y les hace
secuestrar a esas mujeres.
—Oye, ya sabes… La sacerdotisa sonaba como si de
repente hubiera recordado algo.
El sacerdote lagarto, por su parte señaló el mayal que
ella sostenía, con su cola, y le preguntó si quería que él la sostuviera por ella.
Ella sonrió y se negó, y luego habló.
—Los goblins con los que nos topamos estaban bien
equipados, ¿no? Armaduras y armas y todo…
—Si suponemos que esos artículos no fueron simplemente
robados, significaría que alguna otra entidad se los suministró a los goblins.
—Sí. Goblin Slayer asintió.
Como el monstruo gigante, —como quiera que se llame—,
que habían encontrado en las ruinas antes.
O la criatura de un ojo sin nombre que habían
encontrado en las alcantarillas debajo de la Ciudad de Agua.
Los goblins eran efectivamente los soldados de
infantería del caos, lo que significaba que su líder no era un goblin.
—No sé quién es, y no me importa. Pero… Consideraba
que la pregunta era insignificante, no valía la pena.
—…Puse trampas en los caminos que ellos prefieren usar, en todas las
direcciones. Nos encargaremos del resto nosotros mismos.
Los enemigos eran goblins. Nada más.
Simplemente siguió corriendo, con sus amigos
intercambiando sonrisas cansadas detrás de él.
Después de todo, si la aventura era habitual para un
aventurero…
—Los números de los goblins son su única fuerza. Sólo
un líder aficionado los dividiría.
…entonces matar goblins era un trabajo habitual para
Goblin Slayer.
—Y vamos a enseñarles eso de primera mano.
Lejos en la distancia, truenos comenzaron a retumbar.
✠
Así llegaron los goblins a la ciudad fronteriza.
Al norte de la ciudad, los quince goblins del primero
de los grupos alrededor de la ciudad, estaban encantados con la oportunidad de
marchar al “mediodía”.
Durante muchos meses, su “comandante” había insistido
en que frenaran sus deseos.
Y no importaba la seguridad de que más tarde se les
permitiría hacer lo que quisieran, los goblins odiaban ser pacientes.
Los goblins creían en no dejar para mañana lo que uno
podía hacer hoy, al menos cuando se trataba de auto-complacerse. ¿Por qué
esperar a cenar cuando se puede almorzar?
Esto no era porque eran demasiado estúpidos como para
pensar en el futuro, sino porque lo veían como la única forma de sobrevivir.
De todos modos, los goblins estaban hambrientos.
Estaban hambrientos, aburridos, hartos de esperar, y
más que nada querían algunos placeres que los distrajeran.
Atacar una ciudad llena de personas bajo los efectos
del festival era lo que necesitaban, y su moral estaba alta.
Llevaban una variada colección de equipamientos y sus
pasos eran ligeros mientras caminaban en formación.
La noche acababa de caer. Para ellos era de madrugada,
así que aún estaban algo cansados, pero pronto llegaría su momento.
¿Qué tenían que temer? ¿Qué razón tenían para dudar?
— ¿GROOBR…?
— ¡GROOB! ¡GOROOBBR!
Y aun así, dejaron de moverse.
Bajo la luz de la luna que se filtraba por las nubes,
podían ver una cuerda que cruzaba el sendero delante de ellos.
Los goblins se reían el uno al otro. Qué tontos eran
estos humanos.
Uno de ellos cortó la cuerda con una punta de una
lanza rustica, y se oyó un golpeteo en los arbustos.
Siguieron el sonido y encontraron un simple
dispositivo de tablas de madera ensartadas a lo largo de la cuerda.
Incluso los goblins reconocerían una alarma cuando la
vieran.
¿Qué esperaban ganar los humanos con esto? Le dieron
una patada y la enviaron volando.
— ¡GROROBR!!
— ¡GOBRR!
El avance se reanudó.
Su capitán agitó la mano, y los goblins empezaron a
caminar, sonriendo entre ellos.
El lugar del festival no estaba muy lejos. Las
personas ya habían tenido su celebración. Ahora era el turno de los goblins.
Siguieron adelante, cantando un canto de la muerte con sus chillantes voces.
Todo ello sin darse cuenta de que los aventureros los
miraban desde los arbustos.
—G…Goblin Slayer, ¡desarmaron tu trampa!
—Todo está bien.
— ¿Huh? La sacerdotisa, presa del pánico, estaba
francamente sorprendida mientras miraba por encima de su hombro a Goblin
Slayer.
—Esa no era la trampa. Era sólo un señuelo.
—… ¿Qué? ¿Q…qué hacemos entonces? A este paso…
—Sólo mira. Ya lo verás.
Apenas había hablado, se oyó un sonido bajo y agudo.
¿Los goblins lo notaron?
Era el sonido de una cuerda estirada que se soltaba
repentinamente.
En el siguiente instante, algo salió volando de los
arbustos y atacó al grupo de goblins. Estacas afiladas o lanzas—no, eran
flechas gigantescas.
Largos, afilados y gruesos trozos de madera que habían
sido cortados hasta obtener las puntas más afiladas posibles.
Impulsados por ramas que actuaban como arcos de gran
tamaño, los misiles fueron disparados directamente hacia los goblins.
— ¡¿GROOROB?!
— ¡¿GOBR?!
Alaridos y llantos. Los horribles sonidos de la muerte
de aquellos llevados a su fin en una ola de agonía.
Afortunados fueron los goblins que murieron
inmediatamente con los pinchos. Otros, disparados en el estómago, no pudieron
extraer las estacas y sólo podían esperar a la muerte.
Pero esa descarga apenas acabó con los goblins, por
supuesto.
— ¡GOORB! ¡GOBRR!!
A algunos no les había caído ningún disparo. Los
supervivientes enviaron gritos de furia y odio, luego levantaron las armas y
comenzaron a correr.
Nunca decidieron por completo si estaban huyendo o
presionando hacia adelante, porque Goblin Slayer y el sacerdote lagarto
saltaron de los arbustos y descendieron sobre los goblins con sus espadas.
—La trampa parece haberse beneficiado de mis disparos
de prueba.
— ¡Por supuesto! ¡Y ahora contemplen! Siéntanse
orgullosos, ¡o mis antepasados!
Los goblins gritaban mientras sus corazones eran
ensartados, sus gargantas arrancadas, sus cráneos aplastados, y sus entrañas
esparcidas.
En medio de los gritos se escuchaba la única y aguda
oración del sacerdote lagarto, resonando en la noche. La destrucción de la
herejía era tanto su alegría como su misión.
Es decir, su motivación era diferente a la de Goblin
Slayer, pero sus objetivos eran los mismos.
Comparado con el tranquilo y metódico Goblin Slayer,
el estilo de lucha del sacerdote lagarto estaba repleto de regocijo.
—Trece—ahem, o mejor dicho, catorce.
—No. Quince.
La pelea duró sólo unos segundos, los goblins
terminaron siendo cadáveres cruelmente expuestos.
Tal vez no sea necesario decir que ningún goblin tuvo
más suerte que los que murieron instantáneamente en esa primera descarga de
enormes flechas.
—Erk… Oh… La elfa palideció un poco viendo la
situación desde donde se posaba, en los árboles, con sus flechas listas para
disparar.
Se suponía que iba a disparar a cualquier goblin que
tratara de huir, pero al final eso no había sido necesario.
Y sin embargo… bueno, esto…
—No sé cuántas veces me he preguntado, ¿qué estás
pensando, Orcbolg?
—Esto es lo que estoy pensando.
—… Ahórrame las molestias.
La elfa saltó de su rama, sin hacer ruido, sin doblar
ninguna rama o hacer caer ninguna hoja.
Aunque apenas podía soportarlo. En cualquier otra
aventura, esto habría estado fuera de lugar.
— ¡Esa trampa está fuera de los límites para cualquier
cosa que no sea matar goblins!
—Hrk…
—Bueno, hay un momento y un lugar para todo. Dijo el
chamán enano, que había estado esperando silenciosamente en la retaguardia
junto a la sacerdotisa con el fin de conservar sus hechizos. Acarició su barba
con un reflexivo murmullo, inspeccionando el dispositivo que acababa de causar
tal destrucción.
La cuerda que parecía ser una alarma había sido
conectada a una gruesa rama cercana. La rama había sido doblada como un arco
con las estacas afiladas como jabalinas encima. Cuando se cortó la cuerda,
volaron las estacas—era una ballesta primitiva.
—Una trampa simple. Pero bastante efectiva para todo
eso.
—Originalmente era para los juegos de cacería.
La espada de Goblin Slayer había soportado esta
batalla y la lucha en la sala del Gremio, así que la tiró sin vacilar.
— ¿Dónde aprendiste eso?
—De mi hermana mayor. Dijo cortantemente, escarbando
por los cuerpos. —Mi padre era un cazador. Lo aprendió de él.
Recogió la mejor espada que pudo encontrar, revisó el
filo, y luego la envainó.
—Requiere cierta destreza. Los goblins no lo
entenderán la primera vez que lo vean.
—Aunque se necesita un lugar y tiempo adecuados para
prepararse por sus limitaciones. Ahora bien, Goblin Slayer, ¿qué hacemos ahora?
El sacerdote lagarto sacudió la sangre de su espada colmillo, tocando la punta
de su nariz con la lengua.
—Tengo una idea. Goblin Slayer inclinó un poco su casco.
—… ¿Has terminado?
—Oh, uh, ¡sí! La sacerdotisa asintió, levantándose de
donde había estado orando por las almas de los muertos.
Habría más muertes por venir. No había tiempo para
enterrar los cuerpos aquí y ahora.
Pero por lo menos Goblin Slayer nunca interfirió con
sus oraciones.
—El poder de la Madre Tierra sigue siendo fuerte. Dudo
que se conviertan en no-muertos esta noche.
—Ya veo… ¿Todavía tienes ese regalo, o como sea que lo
llames?
—No. Dijo la sacerdotisa, agitando la cabeza. —Creo
que debe haber sido sólo por ese momento.
—Ya veo. Murmuró Goblin Slayer, y asintió.
Aceptó todo eso sin quejarse.
En donde ella se había levantado, se arrodilló al
costado de un cadáver, cogiendo una daga goblin para su propio cinturón. Buscó
en la criatura cualquier otra cosa que pudiera ser útil, y luego miró a la
elfa.
— ¿Qué está pasando?
—Veamos… Dame un minuto.
Cerró los ojos, sus largas orejas temblaban levemente.
Incluso el chamán enano mantuvo la boca cerrada,
dejando sólo el silencio, o mejor dicho, el silbido del viento.
Entonces, se oyó el crujido de la hierba, la
respiración de los animales. Zumbidos de insectos y truenos sordos. Y…
—… El oeste. Es más ruidoso allí, así que
probablemente sea el siguiente. El este también.
—Ya veo. ¿Qué hay de los otros?
—Estoy un poco preocupada por la colina al sur, a
pesar de que está lejos… Sus orejas revolotearon con confianza. Olfateó,
recogiendo el olor en el aire. —Viene la lluvia. Los truenos se están haciendo
más fuerte.
—Mm. Goblin Slayer gruñó, luego se giraba hacia el
sacerdote lagarto y dijo — ¿Qué piensas?
—…El clima está del lado de nuestros enemigos esta
noche. La lluvia les será perfecta para ocultarse. El sacerdote lagarto se tocó
la nariz con la lengua y soltó un siseo. —Debemos matarlos a todos. Si uno o
dos llegan a la ciudad, la victoria será suya.
—Tendremos que apresurarnos, entonces Dijo sin rodeos
Goblin Slayer.
—Esas nubes de tormenta… Tengo un mal presentimiento
sobre ellas. Dijo la sacerdotisa. No fue el frío lo que le hizo temblar los
hombros. —Tienen la sensación de… no lo sé. Caos. Algo artificial.
—Hrm…
La elfa, que estaba en sintonía con todas las cosas
naturales, y la sacerdotisa, que servía a la diosa de la tierra, estaban ambas
ansiosas.
Quizás deberían asumir que esto era un hechizo lanzado
por un chamán goblin, o por el que está detrás de los ataques de los goblin.
Goblin Slayer, por su parte, nunca había conocido a un
goblin con tanto poder. Pero eso no era una garantía de que no existiera.
Tendrían que hacer hipótesis, planificar, y tendrían
que ganar.
Sus pensamientos se interrumpieron cuando una mano
abierta le golpeó fuertemente en la espalda.
— ¡Qué, ahora, no hay necesidad de ser tan serio,
Corta barbas! Era el chamán enano. La pequeña estatura de los enanos ocultaba
su fuerza física, y ésta le dio a Goblin Slayer otra palmada en la espalda. —
¡Apenas estamos jugando el mismo juego que ellos! Sólo haz lo que siempre
haces.
Goblin Slayer asintió.
—… Cierto.
La verdad es que, de todos modos, no había mucho
tiempo para pensar.
Ellos eran pocos, y su enemigo una legión.
Tendrían que ser rápidos, sutiles y precisos si
quisieran tener alguna posibilidad de victoria.
Fue sólo la presencia de los miembros de su grupo lo
que le impidió aceptar la derrota. Eso era algo que él no sabía cómo devolver.
No tenía ni idea, pero si ellos pedían una aventura,
entonces se iría a una aventura.
Incluso si le prohibieron usar sus trampas por alguna
razón, bueno, tenía muchas otras tácticas.
—Del este y del oeste, ¿no? Están intentando un ataque
de pinza.
Goblin Slayer se alzó. —Vamos a detenerlos.
✠
A riesgo de revelar el resto de la historia, eso es
exactamente lo que hicieron.
Los truenos retumbaron sobre sus cabezas, y los
insectos hacían sonidos desde sus escondites entre la hierba.
Los goblins que se acercaban por el bosque desde el
oeste se detuvieron al ver las luces de la ciudad.
Podían ver formas humanoides.
Algo estaba pegado contra los árboles a lo largo de la
carretera, como si pensara que estaba oculto.
Pero el casco era demasiado obvio. No había duda
alguna. Era una especie de aventurero.
El goblin que los dirigía, no por algún deseo o
ambición personal, hizo un gesto de “espera”.
Señaló a un subordinado, y luego empujó la lanza que
tenía a las manos de la criatura. Ve a clavar esa sombra.
—GRBB.
— ¡GOOB!
El subordinado agitó con furia su cabeza; su líder le
respondió con una bofetada en la cara y una patada en el trasero.
El goblin que ahora sostenía el arma se acercó
temerosamente.
No hubo movimiento. El goblin tragó fuertemente.
Levantó la lanza rudimentaria y dio su mejor puñalada.
Fue un buen golpe, para los estándares goblin. Lo
suficientemente bueno como para matar a una persona.
La hoja golpeó algo.
Al mismo tiempo, la silueta se inclinó y luego se
desplomó sin ningún sonido.
Los goblins eran criaturas simples. Satisfechos con el
resultado, volvieron a partir.
Así que no se dieron cuenta hasta que fue demasiado
tarde.
No notaron el viejo casco oxidado rodar en el suelo,
mostrando la cara dibujada con tiza que se le había puesto adentro.
¿No era una persona?
En el instante siguiente, una polea pesada entró en
acción, y la muerte vino lloviendo hacia las cabezas de los goblins.
—¡……!
—¡¿……?!
La muerte llegó en forma de estacas afiladas colocadas
en bolas.
Las bolas estaban unidas a la polea por una cuerda, y
la fuerza de la polea las arrojó sin piedad sobre sus víctimas.
Los aventureros se refieren a estas repugnantes bolas
con púas como Guten Tag, popularmente entendida como “¡Buen día,
ahora muere!”.
Después de pasar por primera vez a través de los
goblins, las bolas con púas volvieron por acción de su propio peso y velocidad,
balanceándose como péndulos.
Por mucho que quisieran, los goblins se encontraron
incapaces de gritar y no pudieron dar la alarma.
De hecho, no hubo ningún ruido.
— Oh Madre Tierra Madre que rebosas de piedad,
concédenos la paz para aceptar todas las cosas…
El viento revoloteó las ropas de la sacerdotisa
mientras ella levantaba su mayal de una manera impresionante durante el canto
del milagro.
Silencio. Prueba de que los dioses respondieron a su
fiel corazón.
La sacerdotisa fue protegida de los goblins frente a
ella por la bendición de la Madre Tierra.
Pero los goblins, cuyas filas habían sido eliminadas
por la trampa, no estaban solamente asustados.
Creían que cualquiera que no fueran ellos mismos debía
sufrir, y ardían de ira por sus compañeros caídos.
Esa era simplemente, su naturaleza.
— ¡¡¡……!!!
Con un grito de guerra sordo, los goblins levantaron
las armas primitivas e intentaron acorralar a la sacerdotisa.
En unos momentos, la doncella seguramente sería
sobrepasada, pisoteada por los pies de los goblins.
Deberían haberlo sabido.
Ningún aventurero especializado en soporte se
enfrentaría una horda de goblins solo.
— ¡¿……?!
Uno de los monstruos de repente cayó espectacularmente
al suelo.
¿Qué había sido eso? Todos se detuvieron a ver. Una
flecha sobresalía de la frente de la criatura caída.
Repentinamente una flecha con punta de brote
sobresalía de la garganta de otro monstruo, habiéndose ensartado dentro de la
boca.
Evocó el dicho de que una habilidad lo suficientemente
superior era indistinguible de la magia.
Nada ejemplificaba mejor ese máximo como la elfa
mostrando su puntería élfica. A veces los grandes poetas entienden mejor que
los antiguos elfos.
Las flechas no soltaron siquiera un susurro mientras
volaban, atravesando la multitud de enemigos.
Uno tras otro fueron derribados, sembrando una
poderosa confusión, los goblins no podrían soportar el caos ni la emboscada por
mucho tiempo.
Sin embargo, el último de ellos se acercó a la
sacerdotisa
— ¡Toma… eso!
Ella sonaba un poco aliviada mientras golpeaba al
atacante con su mayal. Mientras él se doblegaba por el golpe, dos, luego tres,
flechas lo alcanzaron… Y todo quedó quieto.
—Huff… Huff…
—Buen trabajo. Yo diría que fue bastante bien. La elfa
le dio palmaditas en el hombro a la sacerdotisa. La muchacha más joven aún
jadeaba, mientras que los restos de su enemigo se derrumbaban a sólo unos
metros de distancia.
—G…gracias, gracias. De algún… modo, yo…
El sudor corría por su cara, pero ella sonrió
valientemente. Ella difícilmente se mantuvo de pie.
—Sheesh. La elfa se rio, acariciando la cabeza de la
sacerdotisa.
— ¿Huh?
—Cuando alguien te dice que seas el cebo, está bien
estar un poco molesta por eso.
—Bueno, digo… creo… Parpadeando, la sacerdotisa
concluyó —Era mi papel en el plan.
—No te importa lo que haga Orcbolg, ¿verdad? Él podría
golpearte en la cara y lo perdonarías.
—Ah-ah, ha-ha-ha…
La elfa hizo un sonido de disgusto y le recordó que él
les había ordenado que contaran los cuerpos.
La sacerdotisa no dijo nada y levantó el casco del
suelo con una expresión de tensión.
Viejo y cubierto de manchas horribles, era igual que
el casco de Goblin Slayer. Probablemente era uno de los viejos suyos que había
guardado para una situación exactamente como esta.
Acarició la visera. Sheesh. En serio. Sonrió
y murmuró.
—Bueno, no se le puede ayudar.
¿Y qué estaba haciendo esa persona “que no podía ser
ayudada” en ese momento?
Estaba por supuesto, matando goblins.
✠
—Hmph.
Una roca silbó a través del aire, rompiendo el cráneo
de un goblin.
La criatura tropezó y cayó hacia atrás antes de desaparecer
en la oscuridad.
— ¡¿GOROOG?!
Quizás desparecer fue una palabra
equivocada—o mejor dicho, sólo se veía así desde una perspectiva humana. La
visión nocturna superior de los goblins era perfectamente capaz de percibir lo
que le había pasado a su compañero.
Estaba en el fondo de la hendidura en el suelo, un
agujero lleno de púas afiladas.
— ¡GRRROROR!
— ¡GORRRB!
El hoyo era simplemente un hoyo. Pero seguía siendo un
hoyo.
Los goblins no sabían que tales trampas habían cobrado
la vida de muchos aventureros en muchos laberintos.
Pero ellos supieron que no deberían avanzar al azar.
Cuando el primero cayó en el hoyo a lo largo del
sendero, la banda de guerreros se detuvo.
Guijarros de colores salpicaban el camino frente a
ellos.
¡Ah, marcas!
El líder del grupo goblin, complacido por su propia
percepción, ordenó a sus tropas que evitaran los guijarros.
El primer paso que dieron fue bastante bien. Luego el
segundo, el tercero, el cuarto. En el quinto paso…
Otra criatura fue tragada repentinamente por un
agujero.
— ¡¿GOROOB?!
— ¡GROOROB! ¡GOROBOB!!
Los goblins entraron en pánico. Aquí no había piedras
de colores.
Esos guijarros no habían marcado nada. Simplemente
habían sido una distracción.
Los goblins estaban cayendo constantemente en los
hoyos ahora. No podían avanzar y no podían retroceder.
Esos primeros pasos habían sido simplemente
afortunados. No había garantía de que el terreno seguiría siendo seguro si
retrocedieran.
— ¡GROB! ¡GOROROB!
— ¡GOOROBOG!!
Pronto empezaron a discutir unos contra otros.
Era una pelea fea. Los subordinados culparon al líder
que les había dicho que siguieran adelante, mientras que el líder trató de
culpar a sus seguidores.
Atrapados en su mutua sospecha e ira, ninguno de ellos
se dio cuenta de que ese era precisamente el objetivo.
Era por eso algunas de las piedras de color habían
marcado un hoyo.
Y Goblin Slayer no era de los que no aprovechaban la
ventaja de un ataque sorpresa.
Más piedras silbaron por el aire, golpeando a un
goblin tras otro.
Los monstruos chillando y alborotados lanzaban sus
lanzas, lanzaban piedras, sabiendo que estaban luchando por sus vidas.
Pero todos sus proyectiles fueron repelidos por el
muro defensivo que él había preparado de antemano.
—Gracioso. ¿No serían nuestras vidas más fáciles si
hubiéramos tenido a orejas largas con nosotros? Refunfuñó el chamán enano,
mientras cargaba una piedra en su honda usando sus gruesos dedos. Siempre
llevaba el arma, pero la magia era su fuerte.
—No es posible. Goblin Slayer tiró tranquilamente una
piedra, murmurando —Diecinueve. Entonces él explicó —Ella tiene menos
resistencia. En una lucha detrás de las fortificaciones, sería peligroso que
ocurrieran eventos inesperados.
—Eventos inesperados… ¿Hablas de un chamán, por
casualidad? El sacerdote lagarto estaba recogiendo piedras para los dos,
poniéndolos a sus pies. Levantó la cabeza por detrás.
Dos a la derecha, varios a la izquierda. Le indicó los
números a Goblin Slayer con los dedos, quien le dio su confirmación.
—Correcto. Goblin Slayer asintió, provocando que el
enano refunfuñara de nuevo.
—Bueno. Puede que tenga un yunque como pecho, pero
supongo que está más cómoda saltando a través de los árboles, que agachándose
detrás de un cúmulo de tierra.
—Admito que me molesta. Dijo Goblin Slayer.
— ¿El hecho de que ni siquiera tiene suficiente pecho
como para menearlo?
—No. Mientras se negaba, miró a los goblins a través
de una abertura, estaban al borde de la derrota. —Cuatro grupos de quince hacen
un total de sesenta… ¿Has visto a algún rango superior?
—Todos parecen ser bastante normales, por lo que puedo
decir.
—Escamoso tiene razón. Aunque Orejas largas podría ser
capaz de recoger algo más.
—Sin hechiceros, sin campeones, sin Lords, sin escudos
de carne. ¿Y todos atacando precisamente en el mismo momento…? Murmuró Goblin
Slayer.
—Sólo puedo pensar que están jugando con nosotros.
El chamán enano asintió. No completamente a la ligera,
pero era más serio que antes.
—No podemos atribuirle esto a la idiotez goblin,
¿verdad?
—Son estúpidos, pero no tontos.
—Significa… Dijo el sacerdote lagarto con un golpe en
la cola —…que su misterioso comandante cree que tiene posibilidades de
victoria.
—Debemos asumir eso.
Al último, Goblin Slayer le partió el cráneo, contando
—Treinta.
Después de asegurarse de que el cadáver había caído en
el hoyo, se levantó detrás de la pared.
—Deberíamos reunirnos con los demás y luego reforzar
la ruta sur.
—El sur… ahí es donde está tu granja, ¿no?
—Preguntó el chamán enano.
—Sí.
La siguiente pregunta vino del sacerdote lagarto.
— ¿Has puesto trampas cerca de la granja?
—No.
— ¿Pero ahí es donde quieres tener la confrontación
final? El chamán enano parecía dudar de la solidez de ese plan.
—Es donde esperan lanzar el ataque. Dijo. —Están equivocados.
En otras palabras.
—Mataremos a todos los goblins.
Fue entonces cuando la primera gota descendió del cielo y llegó a la visera de Goblin Slayer.
Sería una batalla húmeda.