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Goblin Slayer Vol. 3 capítulo 6

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 Goblin Slayer volumen 3 capítulo 6 en español


Esperaaa...!!
Goblin Slayer vol. 3

 Los Siete Poderes


El canario trinaba en contra de la torrencial lluvia.

Cantó una melodía desde su jaula, mientras las gotas que golpeaban contra la ventana formaban un acompañamiento.

La granjera sentada junto a la ventana. Tocó el cristal empañado con la punta de su dedo y exhaló.

Se apoyó en sus brazos. El vestido que llevaba todavía era todo lo que quedaba de su mañana en el festival.

Podía sentir el aire fresco en sus mejillas. Apareció una leve sonrisa, y ella murmuró…

—Me pregunto dónde estará tu amo ahora. ¿Qué estará haciendo?

No hubo respuesta. El pájaro siguió trinando melodiosamente.

El pájaro que él había traído a casa ese verano, ahora vivía con ellos en la granja.

Cuando ella preguntó — ¿Es un regalo para mí? Él había contestado —No realmente. Podría ser extraño a veces.

Extraño. Para él, eso incluía ir a un festival o tener una cita.

—……

Tal vez no va a volver.

Enterró su cara en sus brazos mientras ese pensamiento cruzaba por su mente.

No quería verse reflejada en la ventana. No podría soportarlo.

Apretó su mano derecha. Todavía llevaba el anillo, realmente era sólo un juguete que él le había dado.

Se había contentado con eso cuando estuvieron juntos. Pero ahora que estaban separados, no era suficiente.

Más, más, más, más.

¿Más de qué?

— ¿Siempre he sido tan egoísta?

Podía oír el sonido del retumbe de los truenos en la distancia.

Las viejas historias contaban que tales sonidos eran las voces de los dragones, pero ella no sabía si era verdad.

Afortunadamente, ella aún no había conocido a un dragón. Y esperaba nunca hacerlo.

*Rumble, rumble*. Los truenos se estaban acercando. ¿Truenos…? La granjera se dio cuenta de que el sonido se había detenido justo cerca de ella.

Eso no fue un trueno. ¿Entonces qué…?

Levantó la cabeza, confundida. Se vio en el vidrio. Se veía terrible. Y más allá de su reflejo…

Un sucio casco de acero, empapado de lluvia.

— ¡¿Qu…?! Oh… ¡¿Qué?!

Se enderezó rápidamente, abriendo y cerrando su boca.

¿Qué debería decir? ¿Qué podría decir? Palabras y emociones giraban alrededor de su cabeza y corazón.

No se le daba muy bien decir Bienvenido o ¿Estás bien?

— ¿Q…qué haces así en la lluvia? ¡Vas a pescar un resfriado!

Ese fue el saludo que decidió usar mientras abría la ventana de golpe.

—Lo siento. La luz estaba encendida, así que pensé que estabas despierta.

Comparado con su desordenado estado, él estaba tan tranquilo que la hizo enojar.

—Ha surgido algo.

— ¿Algo como…?

—Volveré por la mañana. Dijo tranquilamente, y después de pensarlo un momento añadió     —Me gustaría guiso para el desayuno.

—Uh…

Él volvería. Se estaba desviando de su camino para decirle que volvería. Y que quería comer su comida.

Este hombre… ¡Oh, este hombre!

—… ¿Guiso? ¿Por la mañana?

El calor se extendió por su pecho, y una sonrisa iluminó su cara.

¡Me siento tan calmada!

—Cuento contigo. Él dijo.

Todo lo que ella pudo reunir en respuesta fue —Dios, no tengo esperanza. Antes de que ella continuara diciendo —Si terminas quedándote dormido porque estás resfriado, me enfadaré. Así que asegúrate de levantarte a tiempo.

—Muy bien.

—…Mn.

La granjera asintió.

Él nunca mintió.

El “algo” con lo que estaba tratando sólo podía ser una cosa.

Por eso que ella no pidió nada más.

Su día de celebración había terminado. Las cosas volvieron a la normalidad. Otro día normal.

A pesar de todo lo que sentía, este no era el día para mostrar sus emociones.

—Bueno, entonces… b-bien.

Sólo había una cosa que ella podía decirle.

— ¡Haz lo mejor que puedas!

—Lo haré.

Y con eso él dio un paso, luego dos, lejos de la ventana con la habitual ferocidad descuidada en su andar.

—No salgas. Quédate con tu tío. Dijo.

Ella lo vio irse hasta que desapareció en la oscuridad.

*Rumble, rumble*. El sonido volvió a aparecer y se volvió más distante junto con él.

La granjera vio lo que era, y se rio entre dientes mientras cerraba la ventana.

—Tu amo hace las cosas más extrañas a veces.

Ella empujó la jaula con un dedo, haciendo que se balanceara suavemente. El canario cantó en protesta.

Pero por esta vez ella no le prestó atención.

La mitad de ella estaba haciendo pucheros de rabia, la otra mitad casi flotaba de emoción.

Tenía la sensación de que este no era el momento para esos sentimientos, pero también quería irse a la cama y quedarse dormida mientras los mantenía en su corazón.

Sus sueños le darían tiempo suficiente para disfrutarlos.

—Pero aun así…

Se quitó el vestido, lo dobló con cuidado para que no se arrugara, y luego deslizó su voluptuosa forma en la cama.

Obviamente él tenía algo en mente.

—… ¿Por qué demonios estaban rodando esos barriles?

La lluvia cayó más y más fuerte a medida que el viento crecía.

La noche era profunda ahora, tan negra que apenas se podía ver más allá de la nariz.

Esta era una verdadera tormenta.

— ¡Ho, Corta barbas! Cerca del edificio que se levantaba de la oscuridad, el chamán enano lo llamó. — ¡Encendí el horno!

— ¿Lo hiciste? Goblin Slayer detuvo sus barriles rodantes, ahora al final de su viaje, y asintió. El edificio, una pequeña estructura de ladrillo en las afueras de la granja, tenía una chimenea, pero hasta ahora no había humo. — ¿Cómo se ve?

—Estaba terriblemente húmedo. Pero nada que un poco de magia no pueda manejar.

El chamán enano acarició su barba y sonrió. Muchas de sus habilidades especiales giraban en torno de la tierra, pero los enanos y el fuego también eran amigos naturales. Era bastante sencillo para él convocar a una salamandra de fuego para encender la leña empapada.

—La dirección del viento parece buena por ahora. La elfa agarró una araña que pasaba arrastrándose y sacó algo de seda, usándola para encordar su arco de tejo.

Todo el equipamiento de los elfos estaba hecho de cosas encontradas en la naturaleza. Podrían no tener magia para controlar los espíritus del mundo, pero desde el día en que nacían, los elfos vivían en verdadera armonía con todas las cosas. Al parecer, sentían que otras razas eran simplemente ignorantes, pero…

Eso estableció que no había gente en el mundo más adecuada para ser rangers que los elfos.

Ella sacudió sus largas y distintivas orejas y dijo —La tormenta va a estar justo encima de nosotros. Pero por ahora, estamos a favor del viento. La naturaleza está de nuestro lado.

—Muy bien. ¿Qué hay de los goblins?

—Se están acercando. No tenemos mucho tiempo.

—Ya veo. Apurémonos. Goblin Slayer asintió, y luego se volvió hacia el chamán enano.

—Si tienes hechizos de sobra, intenta aumentar el viento. Sólo para tener una buena medida.

—El viento es el campo de los elfos. Aunque supongo que puedo conseguir algunas ráfagas…

—Por favor, hazlo.

El chamán enano respondió a la petición de Goblin Slayer sacando un abanico de su bolsa.

La abrió con un chasquido y empezó a barrer en el aire, cantando con una voz extraña y aguda.

—Oh sílfides[1], justas doncellas ventosas, concédanme su beso más raro, bendice nuestro barco con brisas favorables.

En medio del aullido de la tormenta, una corriente más suave comenzó a hacer cosquillas en sus mejillas.

Era un hechizo sencillo para llamar al viento, del tipo que un mago podría usar cuando montaba un espectáculo para ganar unas cuantas monedas.

—Eso es lo más fuerte que puede ser. Dijo el chamán enano. —No sé qué cuanto te servirá.

— ¿Los enanos no pueden hacer nada bien? La elfa se rio, mostrando una mirada punzante al chamán.

—No me importa. Es suficiente. De espaldas al viento invocado, Goblin Slayer empezó a comprobar todos sus preparativos.

— ¿Cómo van tus guerreros colmillo de dragón?

—Todos ya están preparados.

El sacerdote lagarto señaló hacia los pequeños colmillos esparcidos por el suelo, y luego hizo un extraño gesto con sus manos juntas.

—Oh cuernos y garras de nuestro padre, Iguanodon, que tus cuatro extremidades sean piernas para caminar sobre la tierra.

Mientras su oración resonaba, los colmillos burbujeaban y crecían.

Finalmente, dos esqueletos de lagartos se pararon ante ellos, eran guerreros colmillos de dragón.

El sacerdote lagarto apoyó su garra-espada sobre su hombro e hizo un ruido apreciativo.

—Desafortunadamente, esto representa el alcance de mis milagros. ¿Tal vez podría pedir prestado algo con forma de armas?

—No importa. Dijo Goblin Slayer, enderezando el barril a sus pies. —Yo alquilo el cobertizo allí. Usa cualquiera de las armas dentro.

—Gracias. Me apropiaré de una o dos de ellas.

El Sacerdote lagarto enroscó su cola, y él y sus esqueletos se alejaron hacia el edificio.

Cuando se alejó, Goblin Slayer puso de pie otro barril.

Había tres barriles en total. Eran casi tan grandes como él.

También parecían ser bastante pesados, llenos de algo dentro. Cuando él levantó el barril, este aterrizó rociando lodo. Puso salpicaduras oscuras en las vestiduras de la sacerdotisa, pero a ella no parecía importarle.

—Goblin Slayer, ¿no tienes frío?

—Si alguien debiera tener frío, creo que serías tú.

Sus delgadas ropas estaban empapadas por la lluvia, agarrándose firmemente a su delgada forma. La sacerdotisa mostraba apenas un indicio de vergüenza en la piel que apenas se veía a través de la tela, pero agitó la cabeza.

—No, estoy bien. Esto no es nada. A veces hacemos nuestras abluciones (ritual de purificación) en agua helada.

—… Todavía tienes milagros, ¿no?

—Sí, señor, no hay problema.

La sacerdotisa sonrió valientemente.

Su vestimenta estaba, de hecho, destinada a la batalla, y la Madre Tierra difícilmente discriminaría una mancha.

Ensuciar su ropa blanca pura por ayudar a otro la haría mucho más hermosa.

Agarró su mayal y asintió.

—He tenido la oportunidad de descansar desde que usé Silencio antes. Puedo manejar dos más.

—Muy bien.

Goblin Slayer usó la empuñadura de su espada para abrir la tapa de uno de los barriles.

Salió con un crujido, y un crudo hedor mezclado con el olor de la lluvia.

—Ugh. Dijo la elfa, arrugando su cara, pero la sacerdotisa inmediatamente se acercó hacia el barril.

—Se nos acaba el tiempo. ¡Te ayudaré!

—Gracias. Por favor, hazlo.

— ¡Claro que sí!

—Rellénalos todos los de ahí dentro. Cada uno de ellos.

— ¡Lo tengo!

Había sacado un pez que había empezado a pudrirse en el sol.

Llenó sus brazos con ellos, se dirigió hacia el horno y los metió dentro.

La abrasadora llama ahora estaba rugiendo. No lo habían preparado como una forma de secarse de la lluvia.

Mientras Goblin Slayer la miraba, el chamán enano le dio un codazo en las costillas.

—Vamos a dejar que la chica se caliente. Dijo conscientemente.

—Erk. Esto vino de la elfa. — ¿Y qué hay de mí? ¡Estoy empapada!

—Sí, sí, sí, Srta. Dos milenios. Pensé que los elfos veían la lluvia como una bendición del cielo.

— ¡A los elfos tampoco les gusta tener frío!

Y estaban discutiendo de nuevo. Era su habitual broma amistosa.

El sacerdote lagarto, que había regresado de armar a sus guerreros colmillos de dragón con azadas y hoces, giró sus ojos alegremente.

— ¿Y qué está planeando exactamente, Goblin Slayer? Su tono sugirió que esto era lo que más le interesaba.

Goblin Slayer contestó mientras preparaba su propio equipo, asegurándose de que su escudo este ajustado.

—Debería ser obvio. Una táctica básica para matar goblins.

Enderezó su casco y sacó la daga que le había robado a un goblin de la vaina en su cadera.

Cogió un trapo sucio de su bolsa, limpiando cuidadosamente la hoja.

La devolvió a su vaina, y luego cogió otra daga con su mano derecha.

Su armadura de cuero sucia, su casco sin valor, su espada que no era ni larga ni corta, y el escudo redondo de su brazo.

Con su apariencia inmutable, con su tono invariable, declaró simplemente:

—Vamos a sacarlos con humo.

Los goblins se acercaban, serian veinte o treinta, tal vez.

El ahumadero expulsó un espeso y negro humo en la tormenta.

Para los goblins, esta noche tormentosa era un regalo de arriba.

La noche era su amiga, y la oscuridad su aliada. El trueno era su tambor de guerra.

El elfo oscuro, posicionado detrás de ellos como su dirigente, compartía sus sentimientos.

Llevaba un chaleco de cuero sucio bajo un abrigo pesado por la lluvia. Una fina espada descansaba sobre su cadera.

Su piel podría haber tenido el color de la arrogancia, con orejas puntiagudas como espigas, y su pelo plateado, pero aun así podía haber pasado por un aventurero. Un elfo oscuro de buen corazón podría aparecer muy raramente.

El arma que sujetaba, sin embargo, disipaba cualquier duda.

Era una cosa retorcida con un intrincado patrón esculpido en ella. De un vistazo, se parecía más bien a un candelabro.

¿Quién pudo haber hecho tal cosa? Incluso ahora, eso estiró sus dedos como para agarrar algo.

Y si todo esto no fuera suficiente, resplandecía con la luz de la vida, pulsando. Ningún partidario del orden desearía retener tal objeto.

— ¡GOBOR!

— ¡GROBR!!

—Mm. No me importa. Continúen el avance, ¡pisotéenlos, destrúyanlos!

El elfo oscuro asintió plácidamente mientras uno de sus adorablemente estúpidos goblins daba un informe.

Las criaturas eran excelentes soldados de a pie, pero eran particularmente inapropiados para cualquier otra cosa.

Por supuesto, con armas y armaduras simples y una posición en primera línea, eran más que suficientes para invadir a los agentes del orden.

— ¿Dices que parece que hay aventureros delante? Querido tonto. Temblando por unas sombras.

Esta era una de las ciudades donde se reunían los aventureros. Era ciertamente posible que algunos pudieran estar allí. Por eso había llegado deliberadamente la noche después de un festival.

—Pero… ¿podría ir bien para mí…?

¿Quién iba a dudar del regalo de los dioses del caos?

Con el objeto maldito que tengo, invocaré al antiguo Hecatoncheir[2], el gigante de cien manos.

Hecatoncheir, líder entre los temibles gigantes encontrados en el libro de monstruos que muchos creían que los dioses del caos sostenían. Una criatura creada para luchar cuando los dioses comenzaron a hacer las piezas para sus juegos de guerra.

Había oído cómo, con el poder de sus incontables brazos, había derribado a los dioses del orden.

¡Ah, Hecatoncheir! ¡Hecatoncheir! El elfo oscuro realmente temblaba por la emoción.

Sus acciones harían más definitivo el día de la victoria para las fuerzas del caos.

Desde que recibió el regalo, no había escatimado esfuerzos.

Y sin embargo… él no podía escapar a la sensación de que había un defecto en su plan.

¿Pero por qué debería sentirse así? ¿Qué lo causaba?

¿Era porque las comunicaciones con sus escuadrones del este, oeste y norte habían sido misteriosamente cortadas?

¿Era porque el disgustado aventurero que había contratado para causar confusión en la ciudad parecía haber dejado de lado por completo su trabajo?

¿O era que todas las mujeres que había ordenado secuestrar a sus goblins como sacrificios vivientes le habían sido arrebatadas?

¿Podría haber sido un error que este objeto maldito llegara a él?

—… ¡No! Gritó tan fuerte como pudo, como para eliminar sus dudas.

—El dado ha sido lanzado. Ahora no queda nada más que avanzar.

Sólo tenía treinta goblins con él bajo su mando personal. Pero sólo eran señuelos.

Goblins se acercaban por las otras direcciones. Todo simplemente para nublar los ojos de los aventureros.

La verdadera misión estaba literalmente en sus manos.

Mientras sostenga esa maldita cosa, la fuente del poder de Hecatoncheir, no había nada que temer.

Él aguardaría su momento. Cada hora, cada segundo, sin desperdiciar nada.

Él oraría a los dados. Buscando una persona más, una gota de sangre más.

Hasta que el Hecatoncheir despertó.

—¡Hrk…!

Entonces sucedió.

Sus sentidos, tan agudos como los de cualquier elfo, captaron algo malo. Un olor.

Un hedor, de hecho, que atravesó sus ojos y nariz. Algo podrido… No… ¿El olor del mar?

La lluvia y el viento eliminaron todo sonido, y ahora traían una niebla negra que borraba la poca luz que había.

Llegó en el viento, cubriendo su campo de batalla.

— ¿Una cortina de humo? No… ¿Gas venenoso?

Inmediatamente se cubrió la boca, pero desafortunadamente, sus goblins no eran tan inteligentes. El humo los envolvió, y comenzaron a gritar y llorar.

— ¡M…maldito seas! ¡¿Se hacen llamar aventureros, pero esto es lo que hacen con sus enemigos…?!

El elfo oscuro notó que su agitación aumentaba, incapaz de contener un resoplido de enfado. Esta no era una táctica que los aliados de la ley y el orden emplearan. Pero tampoco era todo lo que estaba reservado para ellos.

Guerreros esqueleto emergieron de la nube, blancos pálidos frente al humo negro, y atacaron a los goblins.

— ¡Dijiste que no pusiste ninguna trampa, Corta barbas!

—No lo hice.

Goblin Slayer habló mientras veían a los goblins caer como trigo por una guadaña.

—No dije que no tuviera ningún plan.

—Oi.

—Siempre hay una manera. A menudo muchas.

—Oi.

Los guerreros colmillo de dragón eran verdaderamente terribles de contemplar en el campo de batalla.

Eran sólo huesos, carentes de ojos, narices y de cualquier necesidad de respirar. El humo del pescado podrido no les afectó negativamente.

Los goblins tosían en la nube, moviendo sus armas a ciegas. Con qué facilidad los guerreros fosilizados los dominaban. Un movimiento de una hoz cortó una cabeza. Con el golpe de la azada, un brazo se fue al suelo. El olor a sangre y la pestilencia de los cuerpos de los goblins se unieron al hedor de los peces podridos en el aire.

Tal vez el infierno olía así.

—No estés bromeando. Dijo la elfa, arrugando su cara y cubriéndose la boca y la nariz con un paño. —Siempre tienes algo en la manga para tiempos como estos, Orcbolg.

Eso fue lo que lo convirtió en el líder de su grupo.

La elfa pudo haber tenido más experiencia (o eso es lo que ella creía), y el sacerdote lagarto quizás pensaba más calmadamente.

Pero cuando se trataba de muchas estrategias poco ortodoxas…

—Pero no puedes usarlo en nuestra aventura, ¿de acuerdo? Me enfadaré si lo haces.

— ¿Éste tampoco?

—Por supuesto que no.

—Ya veo.

La sacerdotisa se rio de su desanimada respuesta.

— ¿Está decepcionado?

—Cuando se es superado en número por el enemigo, es una manera efectiva de frenar la vanguardia. Explicó imparcialmente Goblin Slayer, y luego asintió con un gruñido. —Buscan e investigan y se vuelven más ansiosos. Dudan de lo que vendrá después. Es como un truco de manos.

—No estoy seguro de que eso sea lo mismo…

Tan pronto como ella lo dijo, la sacerdotisa miró al campo de batalla como si hubiera sentido algo. Sus ojos se abrieron de par en par.

— ¡Oh…!

Tembló fuertemente mientras gritaba, y luego saltó delante del resto del grupo.

Antes de que alguien pudiera detenerla, levantó primero su mayal y luego su voz.

— ¡Oh Madre Tierra Madre, que rebosas de piedad, por el poder de la tierra concede seguridad a quienes son débiles!

Imploró a los dioses por un milagro. La totalmente compasiva Madre Tierra, la dotó de una barrera invisible, centrada alrededor del báculo que sostenía en el aire.

En ese instante, las palabras de una lengua antigua resonaron por el campo de batalla.

—“¡Omnis… nodos… libero!” ¡Yo desenlazo todo lo que está atado!

Una luz explosiva los cegó. Una luz cubierta de blancura cortó a través de la lluvia oscura y lo envolvió todo.

Perforó el campo de batalla, despejó el humo, y destrozó a los guerreros colmillo de dragón. Los soldados esqueléticos se derrumbaron como una torre de ladrillos.

La luz volvió a pulsar sobre el campo de batalla, atrapando a varios goblins y convirtiéndolos en polvo…

—Hrr… rrr…

…Hasta que, con un choque, se estrelló contra la barrera invisible y desapareció.

La lluvia azotó como un torbellino, ahora con otro extraño olor mezclado con él.

La sacerdotisa se contrajo mareada, incapaz de absorber completamente el choque espiritual de tal impacto.

Goblin Slayer usó su escudo en su mano izquierda para sostenerla y mantenerla erguida.

—Yo… lo siento…

— ¿Estás herida?

—N…no, mi cuerpo está bien… La sangre se le había drenado del rostro, y se mordió el labio lamentablemente. —Pero a…ahora sólo me queda un milagro…

—No. Goblin Slayer agitó la cabeza. Es suficiente.

Las oscuras nubes que cubrían el campo de batalla habían sido disipadas.

No tendrían mucho tiempo antes de que los goblins se recuperaran de su confusión.

Los guerreros colmillo de dragón no duraron tanto como esperaba.

Goblin Slayer rápidamente revisó sus planes. Había intentado entrar sólo después de que los guerreros hubieran reducido un poco los números de goblin.

Tenía una idea, no era exactamente una carta del triunfo, pero era algo que había preparado por si acaso se enfrentaban a algo distinto a los goblins.

Pero la granja estaba a sus espaldas. Tendrían que matar a todos sus enemigos aquí. Nadie podría quedar vivo.

Como de costumbre.

— ¿Qué piensas? Preguntó él.

—Eso tiene que ser un hechizo de desintegración. Dijo el chamán enano, acariciando su barba mientras buscaba en su bolsa de catalizadores. —Eso es algo malo para enfrentar, pero lo más probable es que no puedan hacerlo más de una vez.

—Es extraño, sin embargo. Dijo el sacerdote lagarto desde donde se agachó para cubrirse en la maleza, observando el campo con atención. — ¿Sería normal que un hechicero de tal poder simplemente dividiera a sus goblins?

— ¿Podría tener otro objetivo? Murmuró Goblin Slayer.

Nubes oscuras giraban sobre sus cabezas. Los elementos les azotaron sin piedad.

Goblin Slayer tuvo un mal presentimiento. El mismo sentimiento que tuvo cuando un goblin se le acercó silenciosamente por detrás.

—No tenemos forma de ganar tiempo.

—Hay un viejo proverbio, “Una trampa ya activada ya no es una trampa”. El sacerdote lagarto sacudió su cola. —Creo que nuestra mejor oportunidad está en un ataque frontal, forzando su mano. ¿Usted?

—Estoy de acuerdo. Dijo Goblin Slayer, y luego giró su casco hacia la sacerdotisa.

Ella limpió el sudor, el barro y la lluvia de su cara y encontró su mirada.

Su casco también estaba empapado por el diluvio, manchado de barro y sangre, y la expresión en su interior era inescrutable.

—Eres crucial. Cuento contigo.

Pero ella podía sentir su mirada en ella. Parpadeó.

Era más que suficiente para sostener la fe en su corazón.

Goblin Slayer, esta inusual persona que no podía ayudarse a sí mismo, contaba con ella. Él lo había dicho.

—… ¡Sí!

—Muy bien. Todos, ya conocen el plan. Es lo que les dije antes. Goblin Slayer tomó su espada, preparó su escudo y dio un paso al frente.

El sacerdote lagarto se alineó junto a él, con su garra-espada lista, y su cola levantada.

En la parte trasera, la elfa puso una flecha en su arco, haciendo retroceder la cuerda.

El chamán enano sostenía catalizadores en ambas manos mientras comenzaba a cantar.

Y la sacerdotisa se aferró firmemente a su mayal agrado, ofreciendo una oración a los dioses en el cielo.

—Vamos.

Y así inició la batalla.

La primera víctima fue uno que intentaba salir de la cortina de humo.

El goblin ladeó su cabeza, sintiendo que alguien se acercaba, y poco después ya no tenía cabeza que ladear.

— ¡¿GROORB?!

Goblin Slayer pisó el cráneo mientras presionaba hacia adelante, aplastándolo.

Barrió a la criatura detrás de él con el escudo en su brazo izquierdo y perforó la garganta de otro que saltó hacia él.

—Dos.

El cadáver fresco cayó mientras él soltaba su espada. Lo pateó, y golpeó con el hacha de mano que había sacado del cinturón del goblin.

Cortó a la criatura tropezando detrás él en la base de su cuello, reclamando su vida.

—Tres.

Lanzó casualmente el hacha hacia la horda de goblin, antes de recoger una lanza corta de su última víctima, y luego siguió adelante sin mirar hacia atrás.

—Este es el camino. Vamos.

— ¡Entendido! El sacerdote lagarto respondió elegantemente, con su cola enrollada.

Balanceó el colmillo blanco como si fuera una espada ancha, reduciendo a varios enemigos de un tajo.

— ¡Admiren esto! ¡Temible naga, mis antepasados, admiren esto! ¡Nos deleitaremos en esta noche!

— ¡¿GOROROR?!

Las gotas de lluvia danzaban, la sangre fluía y la carne volaba. Aullidos y gritos resonaban en el aire.

Los goblins nacieron cobardes. Era parte de por qué eran tan astutos.

Se reúsan a morir ellos mismos, entonces usan a sus compañeros como escudos. Enfadados por las muertes resultantes de sus aliados, se reunían para aplastar al enemigo.

Y debido a que sus enemigos les habían hecho esta grave injusticia, todas y cada una de las torturas estaban justificadas.

¡Mira! Los enemigos son sólo dos. Algunos han caído, sí, pero los números siguen estando de nuestro lado.

Y en medio de la lluvia y los vestigios perdurables de esa horrible peste… ¿Hueles eso?

Una chica. Una elfa. Una mujer.

No hay nada de qué preocuparse. Háganlo.

— ¡GOBBRO!!

— ¡GROBB!!

A los goblins sólo les llevó unos momentos transformar su confusión primero en ira, para terminar en codicia.

Algunos tomaron sus múltiples armas y se esforzaron por detener el asalto de Goblin Slayer, y algunos sacaron lanzas y trataron de rodear y matar al sacerdote lagarto en su torbellino de violencia.

Los más inteligentes huyeron de estos terribles oponentes y rompieron la formación para escapar.

Pero Goblin Slayer y su grupo eran conscientes de que algunos lo intentarían.

—Pazuzu[3], Rey Langosta, Hijo del Sol, trae temblor y temor, ¡en el viento en que vienes!

Los goblins temblaban ante un sonido parecido a un gran silbido en el viento.

Y entonces vieron la fuente del extraño y aullador retumbar, una ola negra rodando a través de la tierra, directamente hacia ellos. Una tormenta de color brea.

Era un inmenso enjambre de insectos, listos para abrumar y destruir.

— ¡¿GORRBGGOOG??!!

— ¡¿GORGO?!

Los goblins intentaron desesperadamente barrer a las criaturas que mordían su piel, ignorando que era sólo una ilusión.

El miedo era la emoción más primitiva en el mundo, y terriblemente eficaz para controlar a los goblins. Huyeron gritando y rechinando los dientes.

Huyeron, soltando sus armas y corriendo tan rápido como sus piernas podían, a todas direcciones.

Como si pudieran llegar tan lejos.

— ¡Gnomos! ¡Undines! ¡Háganme el mejor cojín que puedan ver!

Los goblins fueron atrapados.

La tierra mantuvo sus pies firmes, pero empezaron a caer al suelo uno por uno. El barro pegajoso burbujeaba alrededor de ellos.

— ¡¿GORBO?!

— ¡¿GBORBB?!

Forcejearon y lucharon, pero descubrieron que no podían salir.

El sacerdote lagarto se abrió camino implacablemente a través del pantano invocado, haciendo su mortal trabajo.

Garra, garra, colmillo, cola. Bailó entre los goblins, barriéndolos con cada uno de sus miembros.

— ¡Ho! ¡Mis antepasados son parte de mí! ¡Acepten este alboroto!

Los hombres lagartos venían de los pantanos. Este lodo no era un obstáculo.

El sacerdote lagarto esculpido a través de los goblins, levantó su gran cabeza y bramó.

— ¡Adelante, Goblin Slayer!

—Bien. Dijo Goblin Slayer, apareciendo junto a él. Llevaba algo de cuero especialmente preparado.

Usó su lanza para apuñalar, a una de las criaturas caídas, por la espalda. Ese era uno. Cogió la espada del monstruo y la tiró. Dos.

Avanzó con su escudo en alto, derribando a varios y matando a uno. Agarró al cadáver, y sacó una espada. Tres.

Usó esa espada para partirle el cráneo a un goblin que intentaba bloquear su avance. Cuatro. Tiró el arma sin filo, pateando un cuerpo a un lado y cogiendo su garrote.

Fría y precisamente, buscando el mayor efecto por el menor esfuerzo, cortó a través de una franja de la fuerza enemiga.

—Dioses, Corta barbas. Seguro que puede arreglárselas solo. Al otro lado del campo, el chamán enano se rio, con un cuerno de caza en una mano y algo de arcilla en la otra. Ese hombre desafió la creencia. —Pero por supuesto, sin mí aquí, las cosas no habrían ido tan bien…

—Haz un pantano. Le había dicho Goblin Slayer. —No dejes que se escapen. El chamán enano tenía justo lo que él pedía.

Miedo, y luego Trampa. Los efectos sólo se verían amplificados por el hecho de que estaban al aire libre.

Dos hechizos a gran escala. Ciertamente, él estaba soplando a través de sus catalizadores, pero…

—Trabaja más rápido, Orejas Largas, eres la siguiente.

Le dio un buen golpe en el hombro, y ella movió sus orejas con desagrado.

—No me golpees. Me quitarás la puntería.

—No seas tonta. Una horda así de grande, no importa donde dispares, golpearás algo.

—Enanos, nunca hablan en serio sobre nada… Esos impactos sólo vienen después de apuntar.

Inhaló calmadamente, y luego exhaló por sus fosas nasales. Para un elfo, disparar era como respirar.

Sus dedos trabajaban la cuerda rítmicamente, enviando sus flechas a través de la lluvia. En este mundo, sólo los dioses podían igualar a un elfo en cantidad de muertos cuando se trataba de disparar con flechas. Y la elfa era, bueno, una elfa mayor, la heredera de un linaje que se remontaba a la era de los dioses.

Y, de hecho, sus objetivos eran goblins atrapados en el lodo.

A pesar de sus protestas, podría haber acertado sin apuntar. Pero era demasiado dedicada para eso.

Después de todo, ¡Orcbolg había aceptado ir a una aventura con ella! Ella no dejaría escapar esa oportunidad. No podía.

— ¡Los aventureros siempre ven sus misiones hasta el final!

Y su lluvia de flechas con punta de brote se unió a la lluvia que cayó del cielo.

El mismo Goblin Slayer se disparó a sí mismo como un misil a través del campo, sin ningún momento de vacilación en su paso. Esto no era casualidad, sino lo que tenía que pasar.

Él tenía un objetivo, llegar al líder ubicado muy por detrás de las líneas enemigas.

Con más razón…

— ¡G…Grr!

El elfo oscuro rechinó los dientes.

Su escudo de treinta goblins había sido roto, el enemigo estaba cerca, y no tenía tiempo para concentrarse en sus cantos.

Pensó en reunir a sus goblins, pero sabía que no vendrían.

Lo único en lo que podía confiar era en esto. El elfo oscuro sacó la espada de su vaina.

— ¡Maldito humano!

Golpeó, su espada era un destello de luz plateada.

Goblin Slayer se enfrentó a ella alzando su escudo. Este era el por qué lo llevaba.

Su utilidad como maza era sólo secundaria.

Inmediatamente respondió con un golpe contundente del garrote que agarró con la mano derecha. Apuntó a la cabeza, esperando romper el cráneo o la columna vertebral.

Pero los elfos oscuros comprendían tanto al movimiento, como a sus hermanos del bosque. En otras palabras, mucho mejor que cualquier humano.

Hubo un rocío de lodo mientras el elfo saltaba hacia atrás, sin ser perturbado por el suelo pantanoso y ni intimidado por la temible ilusión.

El garrote de Goblin Slayer conectó con nada más que aire.

—Hrmph. Pensar que uno preparado como para ver a través de mis planes viviría en esta ciudad.

—…No pareces un goblin.

Goblin Slayer y el elfo oscuro estaban ahora a cierta distancia. El lodo sonaba suavemente *slosh, slosh* mientras que se movían lentamente para encontrar una posición ventajosa.

La espada del elfo oscuro era claramente un arma mejor que el garrote del aventurero. Consciente de esto, el elfo se tomó el tiempo para interrogar a su oponente.

— ¿Quién o qué eres?

—…….

—Había oído que algunos en esta ciudad habían alcanzado el rango plata… Pero no puedo imaginarme que un aventurero tan experimentado se rebajara a usar el garrote de un goblin.

— ¿Eres su líder?

Goblin Slayer contestó con su propia pregunta. Indiferentemente como siempre.

—En verdad lo soy. Respondió el elfo oscuro, con un poco de enfado. Infló su pecho, y las esquinas de su boca se elevaron levemente.

— ¡Soy el apóstol de la anarquía, recipiente de un regalo de los mismísimos dioses del caos! Tenía una espada en su mano derecha, un objeto mágico en su izquierda. El elfo oscuro mantuvo una postura baja mientras exclamaba.

— ¡Y mi ejército de goblins se acerca por todas direcciones! La próxima vida pronto te dará la bienvenida a ti y a tu…

—No sé lo que eres. Y no me importa. Goblin Slayer interrumpió la proclamación del elfo. —…Ese lord goblin fue más problemático que tú.

—…….

Hubo una pausa mientras el elfo oscuro procesaba lo que le habían dicho.

— ¡P-por qué, insolente…!

Sus dedos ágiles del pie dieron un paso geométrico refinado y complicado. Desde esta posición inusual, su espada vino como un destello.

El resplandor apenas detectable era la prueba de su latencia mágica. Era una espada mágica. No era particularmente inusual.

Goblin Slayer levantó su escudo para bloquear el golpe. El ataque corrió a lo largo de la superficie del escudo, curvándose hacia arriba y sobre él.

No…

— ¡Hrggh!

Goblin Slayer gruñó.

La delgada espada se deformó, perforando a través de su cota de malla y de una costura en su armadura del hombro.

La sangre se filtró por su lado izquierdo. El elfo oscuro no sólo tenía la mejor arma, sino que tenía experiencia usándola.

— ¡Hah! ¡Eres lento, humano!

Su habilidad no debería haber sido una sorpresa. Después de todo, su nivel era lo suficientemente alto como para que incluso pudiera usar [Desintegrar].

Los elfos y elfos oscuros tenían fundamentalmente diferentes cualidades físicas que los humanos.

Los seres humanos no estaban dotados naturalmente de nada excepcional, lo que les dificultaba ganar contra un ágil elfo oscuro. Mucho menos a uno como éste, que tendría cientos o miles de años más de experiencia. Frente a los ojos, las manos y las habilidades del elfo oscuro, un equipamiento pasable era tan bueno como ningún equipamiento.

—Ya veo. Como su líder, no tienes por qué contenerte. No es que le importara a Goblin Slayer, por supuesto.

El golpe no fue crítico. No dolió lo suficiente como para impedir que usara el hombro. Y no estaba envenenada.

Evaluó su propia herida con su habitual y calmado desinterés, y luego eligió continuar la pelea.

— ¿Todavía estás ansioso por más, tú sucio gusano?

—……

—Muy bien. ¡Mira por ti mismo si nosotros somos menos que un goblin!

El elfo oscuro, que parecía haber saltado a una conclusión injustificada, empujó el artefacto en su mano izquierda al aire.

— ¡Oh señor de esta gran extremidad, príncipe del huracán! ¡Pon a soplar el viento! ¡Convoca a la tormenta! ¡Otórgame poder!

Algo cambió en ese momento. Un extraño sonido crepitante salió del cuerpo del elfo oscuro. Se retorció e hinchó. Luego, uno tras otro, estallaron de su espalda.

Brazos.

Deformes y extraños, eran huesos conectados en lugares equivocados, abultados con músculos.

Cinco de ellos—siete, incluyendo los brazos con los que había nacido.

—…Hrm.

—Heh, heh-heh, heh. Veo que ni siquiera puedes hablar, ¡maldito aventurero!

Los concebidos apéndices, como los de una araña o un cangrejo, eran visibles incluso desde el otro lado del campo de batalla.

Ya no era realmente un elfo oscuro. Sus ojos eran salvajes e inyectados de sangre, su voz alta, presionando los límites de todos sus sentidos y habilidades.

Apenas hizo un sonido cuando se inclinó con su enorme peso y se lanzó hacia Goblin Slayer.

En el siguiente instante, apareció un géiser de barro disparado desde la tierra, acompañado de un golpe.

— ¡¿Qué demonios es eso?! La elfa gritó mientras disparaba una flecha, que atravesó el ojo de un goblin invasor. — ¡¿Ese elfo oscuro acaba de sacar brazos de su espalda?!

— ¡No puede ser! ¡Ridículo! El chamán enano ya tenía su hacha afuera y le estaba dando buen uso en contra de los goblins.

El trabajo de los guerreros colmillo de dragón y los dos luchadores de primera línea, había reducido significativamente el número de enemigos. Mientras el grupo pudiera mantener su frente de batalla, tenían una gran oportunidad de ganar.

— ¡Maldita sea! Sea lo que sea que haya hecho, parece ser algún tipo de magia. Y no se parece a nada en lo que queramos meternos.

—Oh, no creo que tengamos nada que temer. Era el tercer miembro del grupo. El sacerdote lagarto, con su cola enroscada, sonaba más confiado que de costumbre. —Es sólo un poco de transformación corporal instantánea. Goblin Slayer tiene todo bajo control.

Eso les dejó libres para concentrarse en su papel. Con un grito, el sacerdote lagarto saltó nuevamente hacia los goblins.

Era justo decir que Goblin Slayer estaba resistiendo contra un enemigo que podía atacar siete veces a la vez.

Bloqueó un ataque de la izquierda con su escudo, y luego atacó con su garrote. Rodó lejos de los golpes que venían de todas direcciones, y luego se levantó sobre una rodilla.

Un puño descendió hacia su cabeza. Esta vez se tiró hacia delante, directamente hacia el elfo oscuro.

—¡…!

Goblin Slayer movió su daga hacia arriba, pero la agilidad del elfo oscuro le permitió esquivarla.

Los brazos de la criatura le permitieron casi volar sobre el barro.

— ¿Qué pasa, humano? Tendrás que acercarte más si quieres usar tu daga.

Ahora que el enemigo había ampliado el espacio entre ellos, Goblin Slayer no tenía más opción que avanzar.

El elfo oscuro esperó casi sin ningún tambaleo, a pesar de los cinco brazos masivos que crecían de su espalda. La vista de él allí parado, con su equilibrio no siendo afectado por las nuevas extremidades, era muy inquietante.

—Bueno, cuanto más grandes son, ¡son mejores objetivos!

Cierto, Goblin Slayer estaba en desventaja uno a uno. ¿Pero eso no significaba simplemente que necesitaba algunos amigos?

La elfa acababa de eliminar a unos goblins cercanos. Ahora se apoyó sobre una rodilla y preparó su arco.

Sacó una flecha de su carcaj, la colocó en su arco, la tiró hacia atrás, y la soltó con movimiento fluido.

Su puntería era perfecta. La flecha con punta de brote se deslizó entre las gotas de lluvia, y golpeó al elfo oscuro en la frente…

—¡……!

…Casi. En el instante antes de que aterrizara, una vasta mano blanca apareció repentinamente y agarró la flecha en el aire.

Era como un torbellino, como un pilar de piedra. Una mano hinchada, abultada y torcida.

La translúcida extremidad rompió la flecha como la rama que era y desapareció.

El elfo oscuro sonrió burlonamente y levantó el artefacto maldito con su mano izquierda.

Nadie encabezaría el frente sin algún tipo de protección.

— ¡¿Él puede desviar las flechas…?! La elfa se lamentó, temblando de terror.

Se decía que, en las profundidades del tiempo, un gigante había luchado en la guerra entre los dioses del orden y el caos.

Ese artefacto maldito era su brazo, un objeto con el poder de convocar al gigante. Y el elfo oscuro era su dueño.

—Entonces… El chamán enano se abofeteó las mejillas, haciendo muecas.

— ¡¿…Él es un invocador?!

Si realmente podía convocar a una criatura desde la era de los dioses, eso significaba que era tan fuerte como un aventurero de rango bronce o plata, o incluso…

Sus métodos de invocación eran poco ortodoxos, de hecho, inhumanos, pero no se podía negar la confianza que él exudaba. Era posible que para el elfo oscuro, él mismo—y mucho menos sus goblins—no eran lo más importante.

Contemplen las nubes oscuras que se movían sobre sus cabezas. Contemplen la tormenta que ataca la ciudad. El trueno. El viento. La lluvia.

¿Y si todos estos fueran sólo presagios del regreso de Hecatoncheir a la tierra?

—Si desvía las flechas, ¿debemos suponer que todas las armas a distancia resultarán ineficaces?

—No lo sé exactamente, yo…

El sacerdote lagarto acababa de regresar de decapitar al último goblin cubierto de barro.

La respuesta de la elfa fue acompañada por un ansioso movimiento de sus orejas.

Aun tambaleándose de incredulidad, preparó otra flecha.

—…Pero cuando yo era pequeña, mi abuelo me dijo que no importaba cuántas flechas se lanzaran a ese gigante, eso las detuvo todas.

Si un abuelo humano hubiera contado una historia así, bien podría haber sido descartada como una gran historia. Pero este era un veterano de los elfos que había estado vivo durante las batallas de la época mítica.

Y había dicho que las flechas eran inútiles.

—Dioses. Dijo el chamán enano mientras chasqueaba su lengua.

—De todos los tiempos para que un elfo descubra lo que significa fallar. No parecía abierto al optimismo.

Levantó un dedo, juzgando la distancia hasta el mutado elfo oscuro.  El enemigo estaba a su alcance.

Pero Ráfaga de Piedras corría demasiado riesgo de golpear a Goblin Slayer. Y aunque le golpeara, ¿cuánto daño causaría a esos monstruosos brazos?

— ¿Oho?

Los ojos del elfo oscuro se abrieron de par en par.

Goblin Slayer había tirado a un lado su garrote y desenvainó su espada. La espada de longitud extraña estaba cubierta por una capa de tierra, quizás por la pelea en el barro.

Pero Goblin Slayer tomó una postura profunda y rotó su muñeca una vez.

— ¿Piensas que un cambio en las armas te permitirá prevalecer contra mí?

—No. Goblin Slayer estabilizó su respiración, apuntó la punta de su espada al enemigo, y habló en voz baja. —Pienso que me permitirá matarte.

— ¡Ahórrame tu idiotez!

Mientras rugía, los brazos del elfo oscuro se estiraron anormalmente, extendiéndose hacia Goblin Slayer.

El guerrero humano se lanzó hacia delante, aprovechando la más mínima abertura. En su mano derecha, el elfo oscuro sostenía esa ágil espada. Era una buena arma, pero los reflejos de su dueño la hacían realmente peligrosa.

— ¿Una carga suicida? Nunca me alcanzarás.

Goblin Slayer acaba de desviar el silbante destello de plata con su escudo.

El trozo de cuero redondo ya había sufrido varios cortes y perforaciones y estaba llegando a un punto en el que ya no sería de mucha utilidad.

Pero Goblin Slayer no pensó en eso, cerrando la distancia con su espada lista.

El elfo oscuro salto hacia atrás y se preparó para atacar nuevamente. Goblin Slayer le siguió, alcanzándolo con punta de su espada.

La armadura torácica del enemigo se agrietó levemente haciendo un eco. Pero eso fue todo.

— ¡Ha-ha-ha-ha-ha-ha! Parece que tu brazo hábil no es lo suficientemente fuerte. Goblin Slayer simplemente no tenía el poder para golpear al propio elfo.

El enemigo aterrizó en el suelo, salpicando lodo por todas partes, y declaró triunfal:

— ¡He juzgado tu rango! No eres mejor que Rubí, el quinto rango. ¡O incluso Esmeralda, el sexto!

—No. Dijo Goblin Slayer, agitando SU cabeza. —Prueba con Obsidiana.

Goblin Slayer no lo tenía en él. Pero…

—Oh Madre Tierra que rebosas de piedad, concede tu sagrada luz a los que estamos perdidos en las tinieblas.

Escucharon una voz clara, elevada en súplica a los dioses.

En esta noche de todas las noches, una oración de una chica a la que había bendecido tan recientemente con su amor, ¿cómo podría la Madre Tierra no concederle un milagro?

La luz sagrada explotó del mayal sostenido por la sacerdotisa.

Pronunciando un grito sin sonido, el elfo oscuro retrocedió cuando una luz tan brillante como el sol atravesó la tormenta.

Sus ojos, acostumbrados a la noche y a la lluvia oscura, ardían como si estuvieran expuestos a la luz del día.

La sacerdotisa ya no necesitaba palabras para comunicarse con Goblin Slayer.

El grupo se encargaría de los goblins; Goblin Slayer se encargaría de su líder. Y…

Eres crucial. Cuento contigo.

Él le había confiado este papel.

Por supuesto, ella seguiría el camino que él hizo a través del ejército de goblin. Y ahora, con la luz a sus espaldas, Goblin Slayer se lanzó a la oscuridad.

La sacerdotisa estaba detrás de él, cubierta de lluvia, barro y sudor, pero con su resolución intacta, sosteniendo la gran luz.

Su belleza no venía de la luz de los dioses que la bañaban, ni de las vestiduras que llevaba.

Venía de la manera en que ella podía llevar su oración al mismo lugar de los dioses en el cielo en nombre de otro.

Sin dudarlo ni un momento. Aunque temblorosa y asustada, aun así levantó su mayal.

— ¡Goblin Slayer!

Su espada se movió, aunque no gritó ni rugió.

Levantó el arma, avanzó, apuntó, la dejó caer, y cortó a su enemigo.

Fue un ataque completamente normal, un ataque totalmente ordinario. — ¡Hrr…gah!

Pero era un ataque.

La armadura torácica de elfo oscuro se rompió, rociando sangre. No era mucho. Pero el golpe había caído en el lugar que quería, y eso era suficiente.

— ¡Por-por qué, t-túúú…!

Dejó caer su espada y apretó su mano contra su pecho, tropezando hacia atrás.

No había temido a ninguna flecha, espada o hechizo mágico. Ese golpe había herido su orgullo como un elfo oscuro mucho más profundamente que lo que había herido su cuerpo.

¡¿Cómo es posible que esta chusma de grupo entrometido me haya rebajado tanto?!

— ¡Te haré desear que solamente hubiera usado el poder del gigante para destruir esta ciudad! El deseo de asesinar ardía en sus ojos. Tanto como los elfos del bosque buscan armonía, los elfos oscuros aprecian el orgullo y el tormento.

—Te haré comida para mis goblins. Y a tu elfa y a tu sacerdotisa, ¡les cortaré las manos y los pies, y las dejaré en lo profundo del nido hasta que mueran…!

El elfo oscuro asumió que era su propia furia creciente era lo que le hacía difícil sacar las palabras.

Cayó de rodillas en una salpicadura de barro.

—Erg… Gah… ¿Hrrr…?

Su cara, del color de las tinieblas, se contorsionaba de dolor. Los cinco brazos en su espalda arañaron el barro, y luchó para ponerse de pie.

¿Fue la invocación lo que había reducido su fuerza tan repentinamente? Imposible. En todo caso, eso le había dado más fuerza.

¿La herida, entonces… el corte?

…No.

—Está envenenado.

Goblin Slayer sólo ofreció esas dos palabras y tiró un trapo viejo de la bolsa de su cadera.

Contenía los dardos que se había usado contra él y la recepcionista en el ataque en la sala del Gremio.

Goblin Slayer no sabía exactamente qué tipo de veneno había en ellos, pero…

— ¡Por-por qué, tú…! ¡Tú…! ¡Túúú…!

…Para usarlo contra su enemigo, era suficiente saber que era veneno.

La sangre se filtró entre los dedos del elfo oscuro y se rompió. La rabia estalló en sus ojos, y la lluvia corrió por sus retorcidos labios.

Usó los brazos de su espalda, en vez de los que temblaban en su torso, para sostenerse.

Un relámpago brilló detrás del elfo oscuro, resaltando su inestable forma, como un árbol marchito.

Jadeó, luchando contra el veneno que corría a través de él. Parecía que estaba a punto de morir, y aún más terrible que antes.

— ¡Omnis…!

Gritó las palabras del verdadero poder, un desesperado último hechizo de muerte, si alguna vez lo hubo.

— ¡No…! La sacerdotisa trató desesperadamente de sostener su mayal arriba con sus manos temblorosas, y su rosto pálido y exhausto.

Pero el esfuerzo de conectar su alma con los mismos dioses una y otra vez había hecho que sus dedos vacilaran.

— ¡Si nos golpea, se acabó, pero… bajo la guardia!

La elfa sacó tres flechas de su carcaj, lanzándolas de una sola vez, más rápido que la magia.

Pero con una ráfaga de viento, la mano nublosa golpeó las flechas mientras pasaban a través de la tormenta.

— ¡El gran poder de Hecatoncheir…!

La elfa rechinó los dientes y con rabia sacó otra flecha. Se negó a creer que era inútil.

— ¡Ráfaga de Piedras es demasiado imprecisa! ¡Depende de ti salvar el día, Orejas largas!

— ¡¿Qué crees que estoy tratando de hacer?!

La arquera soltó un tiro tras otro, pero el brazo barrió cada uno en el aire.

—Mis propios hechizos y los de nuestra señorita sacerdotisa están agotados. Significa…

— ¡Nodos…!

¿Cargar por un ataque cuerpo a cuerpo? No, a esta distancia ni ellos ni Goblin Slayer llegarían a tiempo. El sacerdote lagarto se unió a la elfa para rechinar sus dientes.

El conjuro del elfo oscuro continuó fuerte y claro. Su tiempo casi se había acabado. Los ojos del grupo se volvieron hacia un hombre.

—Goblin Slayer…

— ¿Desviación de flechas?

Cubierto de barro, veneno y sangre, ese casco de acero se inclinó levemente.

—Es capaz de desviar las flechas entrantes… ¿es correcto?

A pesar de la tormenta que les rodeaba, su suave murmullo no podía dejar de llegar a las orejas de la elfa.

— ¡Desviación, lo defiende contra ellas… ya sabes! Levantó su voz para ser escuchada sobre el viento. — ¿Qué…? ¿Cómo lo llamaba mi abuelo…? Mordisqueó su pulgar finamente formado, moviendo sus orejas, molesta. —Creo que dijo… “Ningún metal atraviesa mi piel, el astil de cada flecha es atrapada por mi mano.”

—Ya veo. Ningún metal atraviesa la pielEl astil de cada flecha es atrapado. Murmuró para sí mismo. —Desviación de flechas…

Todo esto lo dijo sin emoción, y finalmente asintió para confirmar el llamado de la sacerdotisa, y dio un paso adelante.

Ante sus ojos, la luz blanca ya empezaba a brillar. El aire zumbaba con poder mágico.

Mientras daba el segundo paso, volvió a poner su espada larga en la vaina y giró levemente su hombro derecho.

—Libe…

—Ya veo.

Luego, el tercer paso. En ese instante, el brazo izquierdo del elfo oscuro salió volando.

Nadie, incluido el mismo elfo oscuro, se dio cuenta de lo que había sucedido hasta que la sangre comenzó a brotar del muñón.

La tormenta recogió el chorro de sangre y la esparció como lluvia. Se oyó el ruido del brazo aterrizando en los arbustos.

El extraño y torcido cuchillo arrojadizo había cortado a través del aire, y luego a través de la carne y el hueso del elfo oscuro.

Cuchillo con hojas como un ventilador. El elfo oscuro no tenía forma de saber que era un cuchillo arrojadizo estilo sureño.

— ¡¿…?! ¡Gaaahhh!!

La estrella arrojada viajó a través de la niebla mientras el canto se transformaba en un horrible grito.

El elfo oscuro agarró su miembro mutilado. Detrás de él, el brazo se agitó como un hilo de hierba en la tormenta.

—Esto se considera una daga.

No había nada extraordinario en el lanzamiento de Goblin Slayer.

Fue simplemente rápido y preciso.

Dos brazos danzaron en la noche, el brazo cortado del elfo oscuro, y el que había estado sosteniendo (el artefacto maldito).

Aterrizaron patéticamente en el lodo, y Goblin Slayer los pisó. Desde debajo de su bota, se oyó un sonido que recordaba a rocas rompiéndose.

No sabía exactamente lo que había pasado, pero parecía que el brazo ahora cercenado no valía más que el brazo de un goblin.

— ¡N…no! ¡Mi… brazo! ¡El… brazo… de Heca…toncheir!

Un instante después, una certera flecha atravesó la garganta del elfo oscuro, y entonces se retorció en el suelo.

Hubo una lejana exhalación de la elfa al soltar el disparo.

Esto era todo lo que ella podía hacer sin algún tipo de trampa.

—Mis… sacrificios… no son… suficientes… Y mis… goblins… no sirven… para nada…

El elfo oscuro cubrió un torrente de sangre, y luego concentró su ardiente mirada en los enemigos invasores.

Pero el fuego en sus ojos era bajo. Su visión era borrosa. Parpadeó rápidamente.

Todo lo que podía ver era un aventurero con equipo extraño.

Armadura sucia de cuero, un casco de acero de aspecto barato, una espada de extraña longitud y un pequeño escudo redondo atado a su brazo. Estaba salpicado con lluvia, barro, sangre y tierra. Incluso un aventurero novato estaría en mejores condiciones.

Y sin embargo…

—T-tú… Fuiste tú… Brotaba bilis rosa con sangre de la boca del elfo oscuro.

— ¡En la Ciudad de Agua… el héroe que… frustró nuestras ambiciones…!

Debería haberlo visto antes.

Su venganza sobre esa maldita Sword Maiden, el renacimiento del Señor de los Demonio, y el ritual para convocar una tormenta de caos.

Ellos eran los aventureros que pusieron fin a todo eso.

Este hombre. Este hombre era uno de ellos, estaba seguro. El elfo oscuro miró a ese casco de acero con pensamientos tan sangrientos como sus labios.

—…No.

Respondió tranquilamente. Mucha gente lo apoyó.

Lo ayudó.

Lo guio. Gracias a todos ellos estaba aquí.

Cuando regresaba a la ciudad, había quienes, independientemente de lo que sintieran por él, él los llamaba amigos.

Si se daba la vuelta, vería a los que luchaban con él como compañeros.

Si se iba a casa, había alguien esperándolo allí. No sirvientes. Ni seguidores.

No era nada que haya recibido por los dioses, el destino o el azar.

Sino por las decisiones que había tomado, caminos y palabras que escogió por voluntad propia.

Razón de más para que pudiera llamarse a sí mismo como quisiera. Ah, pero…

—Yo soy…

Sin dudarlo, se declaró a sí mismo.

—…Goblin Slayer.



Referencias

  1. Nota: Ninfa o espíritu elemental del aire de la mitología germánica.
  2. Nota: En la mitología griega, los Hecatónquiros o Hecatónqueros (en griego, Έκατόνχειρες Hekatonkheires o Έκατόνταχειρας Hekatontakheiras: ‘los de cien manos’), conocidos también como Centimanos (del latín Centimani), eran gigantes con 100 brazos y 50 cabezas, hijos de Gea y Urano.
  3. Nota: Pazuzu es el rey de los demonios del viento, hijo del dios Hanbi en la mitología sumeria, asiria y acadia.



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