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City of Witches capítulo 335

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City of Witches novela pdf
City of Witches - Odile & Odette

 Terapia de Gemelas V


“Mmm...”

“Fuuu...”

Después de eso, se desató un festival sexual como una tormenta.

Odile balanceó sus caderas encima de Siwoo, subiendo y bajando como una rana saltarina.

Odette, aceptando sus empujones por detrás con descaro mientras besaba a su hermana.

Sin embargo, todo había terminado ya que las gemelas dormían profundamente mientras se abrazaban con fuerza.

Quizás acurrucarse juntas de esa manera era su hábito de dormir o algo así.

“Que tengas un lindo sueño.”

Siwoo acarició la cabeza de las dos que dormían como un par de ángeles.

Aunque no pudo disfrutar del concepto de amo y maid —después de todo, lo dejaron a la mitad—, aun así se lo pasó muy bien. 

“Nn... E-Eso no encajará...” 

“Sr. Asistente...”

Puso una manta sobre ellas, que hablaban dormidas, probablemente soñando con su sesión de hacer el amor.

Después de eso, procedió a continuar con sus actividades post-sexo — suplemento de nicotina.

Cuando estaba a punto de salir a la terraza y llevarse un cigarrillo a la boca... 

“Qué noche tan agradable, ¿verdad?”

“¡¿Huh...?!”

Dejó caer el cigarrillo al suelo debido al shock.

Este era el escondite de las gemelas, así que se suponía que nadie debería estar aquí, pero ahí estaba ella.

Una bruja con un vestido negro azabache que resaltaba su escote. La combinación de su cabello negro y sus ojos púrpura añadían una atmósfera misteriosa a su apariencia. 

Tal vez si Odile se hiciera mayor, tendría este aspecto, tal pensamiento surgió en la mente de Siwoo mientras miraba fijamente a la bruja. Era la Condesa Albireo, la “intrusa” que ocupaba la terraza frente a él, fumando tranquilamente, aparentemente sin ninguna preocupación en el mundo. 

“Ah...” 

Una cosa apareció instantáneamente en su mente.

Estoy jodido.

No había forma de que no estuviera al tanto de lo que había ocurrido en este lugar. 

Después de todo, las gemelas seguían acostadas desnudas mientras dormían, y tal espectáculo era claramente visible a través de la puerta de cristal. 

Además, hasta hacía unos minutos les había estado machacando los agujeros traseros. 

El coito anal no era algo que supusiera mucha tensión en los cuencos de las aprendices de bruja. 

Esto lo han demostrado más que suficientes veces.

Sin embargo, la Condesa era como la madre de las gemelas. Y había muchas posibilidades de que ella hubiera presenciado la acción directamente, así que no pudo evitar encogerse de miedo por lo que pudiera hacerle. 

Mientras su mente estaba ocupada con tales preocupaciones…

Albireo dejó escapar una larga calada de humo de cigarrillo antes de intentar tranquilizarlo. 

“No te preocupes, sospeché que esto pasaría desde el principio... Ellas me rogaron que las dejara hacer una pijamada, así que supuse que debía seguirlas hasta aquí.” 

“L-Lo siento... En realidad, fui yo quien...” 

Intentó defender a las gemelas, pero Albireo agitó la mano y lo detuvo antes de que pudiera inventar una excusa. 

“No hace falta que las defiendas, conozco bien la personalidad de mis hijas... Su cuenco está bien, ¿verdad?” 

“S-Sí, están bien... U-Um, siento preguntar, pero ¿desde cuándo...?” 

“Llevo aquí una hora.” 

Si llevaba aquí una hora, eso significaba que había visto el momento en que las gemelas hacían una torre con sus culos y él se los follaba alternativamente de esa manera. 

Mierda…

Ella vio todo entonces…

Sintiéndose a la vez extremadamente avergonzado y aterrorizado, miró a Albireo. 

“¿Te importa hablar conmigo un momento?” 

“... Sí.” 

Aunque ella parecía estar bien por fuera, él aún no sabía qué pasaba por su mente. 

Estaba nervioso, pero no podía hacer nada, así que se limitó a sentarse obedientemente en la silla como se le había ordenado. 

Parecía que ser interrogado por presunto asesinato le relajaría más que esto. 

Además, sólo tenía una bata cubriéndole el cuerpo, lo que aumentaba la sensación de incomodidad. 

“No hace falta que te pongas nervioso, ya te he dicho que tenía la suposición de que podría tratarse de esto, ¿no?” 

A pesar de que ella dijo eso, él todavía no podía deshacerse del malestar que sentía. 

Podía sentir su trasero apretado, como si estuviera sentado en un cojín hecho de espinas. 

“Llevas tiempo haciendo esto con ellas, ¿verdad? ¿También lo hiciste cuando te atrapé la última vez?” 

“Um, lo siento... ¿Haciendo qué, específicamente...?” 

“Coito anal. ¿También lo hiciste en aquel entonces?” 

“...” 

Después de su primera vez con ellas, probablemente pensó que hacerlo con ellas no era nada especial. 

Pero, desde la perspectiva de un extraño, claramente no era algo normal. 

Aunque eran gemelas perfectamente idénticas, al fin y al cabo seguían siendo hermanas. Para él, tener sexo con las dos en la misma cama, haciendo algo que no podía contarse como sexo normal... 

Como su madre, Albireo debe haber tenido sus propios pensamientos después de presenciar tal escena. 

“... Sí.” 

“Entonces, ¿te han pedido algo más? ¿Un coito de verdad, por ejemplo? ¿Quizás les prometiste hacerlo con ellas en el futuro? O tal vez cometiste un error y casi lo insertaste en el agujero equivocado...” 

“Eso nunca ocurrió. Incluso si me lo pidieran, no lo haría. Me aseguré de priorizar la seguridad por encima de todo.” 

“Ya veo...” 

Siwoo realmente deseó haber engullido uno o dos vasos de alcohol antes de iniciar esta conversación. 

Pero, al mirar a Albireo, su expresión sugería que ella deseaba lo mismo que él. 

Por la forma en que ella daba caladas a su cigarrillo, estaba claro que estaba dándole vueltas a algunos pensamientos complicados en su cabeza. 

Si tuviera que describirlo con una sola palabra, su expresión estaba llena de... 

Angustia.

No había otras palabras que encajaran.

“Hace frío aquí fuera. ¿Te importa si entramos y tomamos algo?” 

Siwoo reunió todo su coraje y preguntó.

Aplicó con éxito las cosas que había aprendido como anfitrión en una situación de la vida real. 

Al oír su sugerencia, Albireo le miró con los ojos muy abiertos, y de repente soltó una modesta risita. 

“¿Qué? ¿No te bastan las gemelas, así que ahora intentas seducirme a mí?” 

“A-Ah, no, eso no es lo que yo...” 

Sorprendido por su malentendido, agitó las manos frenéticamente, intentando negar sus palabras. 

Albireo notó su vergüenza, así que dejó escapar una sonrisa antes de abrir la boca de nuevo. 

“Lo sé, sólo quería ver tu expresión avergonzada.” 

“... Por favor, no vuelvas a decir algo así...” 

Después de ese intercambio, acompañó a la Condesa escaleras abajo hasta el salón. 

Como quedaba media botella del alcohol que había traído para las gemelas, la sirvió en un vaso. 

“Este está muy bueno.” 

“Comparado con lo que me ha dado, Condesa, esto no es nada.” 

“Cierto. Después de todo, no hay alcohol en el mundo que pueda compararse a los corazones de las gemelas que he criado con tanto amor y cuidado.”

¿Ves? 

Me dijiste todas esas cosas, pero está claro que estás enfadada conmigo... 

Supongo que, aunque pudiera aceptarlo lógicamente, emocionalmente hablando, es diferente, ¿huh...? 

Bueno, no es que no la entienda…

O tal vez estaba siendo sincera y sólo quería ver mi cara avergonzada.

¿Debería arrodillarme y pedirle perdón? Estoy seguro de que Takasho haría exactamente eso en esta situación... 

Albireo dejó su vaso antes de lanzarle una mirada.

En ese momento, su expresión cambió drásticamente, como si acabara de quitarse una máscara. 

“Ah, al diablo con esto, es tan frustrante. Por mucho que intente quitármelo de encima, no puedo.” 

Sin siquiera darle la oportunidad de responder, le bombardeó con palabras tras palabras. 

“Les has salvado la vida y te estoy agradecida por ello, por supuesto, y también comprendo su encaprichamiento contigo, ¡pero...! Cuando vi esa escena, simplemente no supe qué hacer. Bueno, no, en realidad, cuando vi esa escena, tuve un fuerte impulso de abofetearte. Bien, ¿puedo hacerlo? Te prometo que lo haré con suavidad... No, lo haré un poco más fuerte que con suavidad.” 

La forma en que hablaba estaba completamente fuera de su carácter normalmente tranquilo y sereno. 

En cambio, la forma en que se quejaba guardaba similitudes con la de Odile — despojada de toda pretensión y vanidad. 

“Okay, digamos que ahora acepto todo lo que acaba de pasar. Pero, ¿por qué tienes a alguien más aparte de las gemelas, huh? Entiendo que cuando vives en la misma casa que una mujer, inevitablemente te enamoras de ella, pero, ¿por qué no puedes esperar un poco más a las gemelas?” 

De vez en cuando, daba otro sorbo a su vaso y respiraba hondo antes de seguir desahogándose. Ni siquiera sabía si se sentía frustrada o enfadada. 

Parecía que estaba soltando todo lo que le venía a la cabeza sin filtrarlo antes. A medida que avanzaba, sus palabras se volvían cada vez más aterradoras. 

“Sería más fácil para mí si fueras un verdadero imbécil. ¡Podría reducirte a átomos sin pensármelo dos veces! Pero no lo eres. Eres su salvador. ¡Ugh, lo juro, me estoy volviendo loca!” 

Tal vez porque siempre pensó en ella como la madre de las gemelas... 

O tal vez porque la forma en que se vestía elegantemente y la atmósfera majestuosa que siempre tenía a su alrededor estaba completamente grabada en su mente... 

Verla desahogar así sus emociones hizo que Siwoo se diera cuenta de lo joven que Albireo parecía en realidad. 

En cuanto a su apariencia, parecía tener unos 20 años, probablemente mucho menos de lo que Siwoo era antes de obtener su cuerpo espiritual. 

Por otra parte, esto no era nada extraño ya que ella era una bruja.

“Um, puedes abofetearme si quieres. Hasta que esté satisfecha si es necesario...” 

Porque yo soy el culpable aquí... 

De hecho, Siwoo pensó que no tenía derecho a defenderse aquí.

Si él estuviera en la misma situación que ella; teniendo dos hijas gemelas que estaban teniendo relaciones sexuales pervertidas con un hombre que también tenía relaciones con otras mujeres... 

Ese hombre recibiría un bautismo de escopeta de su parte. 

En todo caso, la reacción actual de Albireo fue extremadamente moderada. 

—¡Slap! 

“¡Ugh!” 

Sin dudarlo ni un segundo, Albireo dejó el vaso y le abofeteó con todas sus fuerzas. 

Fue un golpe más fuerte de lo esperado.

Sin embargo, él no creyó que fuera suficiente, así que volvió la otra mejilla hacia ella, para que le diera otra. Al ver esto, ella dudó. 

“¡Glug, glug, glug!” 

Entonces ella engulló su bebida tan fuerte como pudo hasta el punto de que goteó por su barbilla hacia su cuello antes de respirar profundamente varias veces. 

“Huu... Perdona que te haya pegado tan de repente, me he perdido un momento. Ya me he calmado un poco.” 

“No es necesario, yo soy el culpable aquí...” 

Ella sólo le pegó una vez, así que no había forma de que le guardara rencor por esto. 

En todo caso, se sintió agradecido de que ella no lo golpeara con magia en su lugar. 

Albireo apoyó se reclinó en el sofá, adoptando una postura relajada, como si se hubiera calmado considerablemente. 

“Espero que a partir de ahora podamos empezar a tener conversaciones sinceras entre nosotros, ya que nos hemos visto en nuestros peores momentos.” 

“Si eso es lo que desea, Condesa...” 

Siwoo sirvió más alcohol en el vaso de Albireo —por pura costumbre— mientras ella se abrazaba las rodillas, claramente enfurruñada. 

Sólo ella sabía por qué se comportaba así — si era porque se había enterado de la relación entre las gemelas y Siwoo, o porque se sentía avergonzada por dejarse llevar por sus emociones. 

“Siwoo, ¿está bien si te pregunto algo?” 

Después de pasar unos momentos reflexionando, Albireo finalmente abrió la boca de nuevo.

Su tono había cambiado ahora —él podía sentir que ella estaba preocupada por lo que estaba a punto de preguntar. 

“Por favor, siéntase libre.” 

“¿El sexo se siente tan bien?”

“¿... Realmente quieres que le responda eso?” 

“Sólo tengo curiosidad por saber por qué las gemelas están tan obsesionadas con ello. Esto puede ser una sorpresa para ti, pero nunca lo he hecho antes.” 

“U-Uh... Aunque sólo puedo responder desde la perspectiva de un hombre...” 

“Por supuesto. No es que espere que respondas desde la perspectiva de una mujer.” 

Albireo estalló en carcajadas en cuanto escuchó su respuesta, aunque era consciente de que su pregunta era tan absurda como su respuesta. 

La habitual atmósfera elegante que siempre llevaba consigo desapareció en ese momento. 

En cambio, fue reemplazado por una atmósfera más bien familiar.

“¿... Asumo que harás esto con ellas mucho en el futuro también?” 

“Haré todo lo posible por contenerme.” 

“No, no digo que no debas hacerlo. Mientras no las pongas en peligro, eres libre de hacer lo que quieras con ellas. Eso sí, asegúrate de que no te atrape Deneb. Si fuera ella y no yo la que estuviera aquí, una bofetada en la cara no sería el final.” 

“… Lo tendré en cuenta.”

Después de terminar con todas sus quejas, Siwoo también estaba visiblemente más relajado. 

No conozco los detalles, pero crisis evitada, supongo. 

“Sería... mejor que no lo hicieras con ellas en absoluto, pero sé que los hombres suelen caer fácilmente en la tentación. Tú en particular lo eres aún más. Aunque no serás tú quien tome la iniciativa, si las testarudas gemelas te instan a...” 

“...” 

Ni siquiera puedo refutar sus palabras…

“¿Qué me dices de esto? De momento, ¿te conformarías con hacerlo conmigo? A diferencia de esas dos, yo soy una bruja de verdad, así que no habrá ningún peligro si lo haces conmigo. Además, creo que mi aspecto es de tu agrado, ¿no?” 

Albireo soltó aquella bomba con la cara roja mientras miraba tímidamente a Siwoo. 

Por supuesto, esto no era algo que él esperara que ella dijera. 

Se quedó con la boca abierta por la confusión sin darse cuenta.

“Haré todo lo posible para sacar tiempo para ello. Puede que sea un poco incómodo ya que será la primera vez que lo haga, pero... confío en agarrarle el truco pronto.” 

Cuando terminó sus palabras, él pudo notar que sus dedos se crispaban y que había un brillo extraño en sus ojos. 

Ella cruzó las piernas y, al hacerlo, el dobladillo de su vestido se levantó, dejando entrever sus bragas. 

Era de color negro. 


En cualquier caso, aparte de la sorpresa que le produjo su oferta, no podía negar que era una oferta muy tentadora.

¿Quitarle la virginidad a una de las Condesas gemelas? 

Podía imaginarse a sí mismo azotándole el trasero mientras lo hacían. 

Por no hablar de él, cualquier hombre se sentiría tentado al oír ese tipo de oferta.

Si él siguiera su impulso, diría directamente algo como “¡Sí, Condesa! Hay una habitación en el tercer piso, ¿por qué no lo hacemos allí?” en el momento en que ella soltara esa oferta. 

Pero, después de reflexionar un poco más sobre ello…

“¿No sería eso un problema, moralmente hablando...? Usted sigue siendo su madre, Condesa... Tener una relación física con la madre de esas dos es un poco...” 

“...” 

“Entiendo lo que está tratando de hacer, pero lo siento, no creo que pueda hacerlo. En su lugar, haré todo lo posible por contenerme y ser lo más cuidadoso posible cuando esté con ellas...” 

Tras escuchar su respuesta, Albireo, que había adoptado una postura bastante provocativa, corrigió inmediatamente su postura y sonrió. 

“No hay nada que lamentar. Fue una broma.” 

Tomó otro sorbo de alcohol, había recuperado su compostura habitual, como si la forma en que había actuado hacía un momento fuera mentira. 

Después de quedarse boquiabierto durante un rato debido al repentino cambio, Siwoo rompió a sudar frío al darse cuenta de algo. 

“¿... Una broma...? ... Más bien una trampa...” 

“Efectivamente. Si aceptabas esa oferta, te iba a dar una decepción muy, muy grande. Un precio justo, ¿no?” 

“... Su sentido del humor es un poco retorcido, Condesa...” 

“Eso es lo que obtienes después de vivir durante más de cien años. Podrás relacionarlo si vives tanto como yo.” 

Al decir eso, había una suave sonrisa en su rostro. 

Pero, esta sonrisa en particular parecía mucho más aterradora que la expresión que tenía cuando abofeteó la cara de Siwoo. 

“De todas formas, por favor, mantén en secreto para esas dos que he venido aquí. Tienen clases mañana por la mañana, así que por favor envíalas de regreso a la mansión temprano.” 

“Haré lo mejor que pueda.” 

“Muy bien, me iré entonces.” 

Dejando atras esas palabras, Albireo salio del escondite, el dobladillo de su vestido ondeaba en el aire.



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