City of Witches capítulo 110
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Regresión III
Parte 1
Era la tan esperada hora de la cena.
Desde que Siwoo estaba en coma, Amelia no había consumido nada, salvo
alcohol y cigarrillos.
No tenía ni el lujo ni el humor para ello.
La larga mesa del restaurante estaba llena de un suntuoso festín que
podía alimentar fácilmente a diez personas.
Diversos platos estaban magníficamente preparados, y el plato principal
era un crujiente lechón asado.
Aunque compartir una comida con Siwoo le producía alegría y una
sensación de reencuentro, seguía sintiéndose incómoda.
Se debía a la reacción de Siwoo cuando se despertó.
La sutil sensación de distancia y miedo que tenía.
Aunque su memoria no se había recuperado del todo, Amelia podía decir
que ella ocupaba una posición desfavorable en su subconsciente, lo que le
llevaba a albergar instintivamente emociones negativas hacia ella.
Este hecho le punzó en el corazón.
Aparte de eso, también tenía la responsabilidad de decirle toda la
verdad.
“Si lo he entendido bien, Srta. Amelia, me está diciendo que
originalmente era un hombre de veintiocho años y que de repente me volví más
joven como consecuencia del proceso de recuperación que recibí, ¿es correcto?”
Sentado en una silla con varios cojines extra debido a la diferencia de
altura, Siwoo miró a Amelia, intentando evaluar su reacción.
Tenía una servilleta alrededor del cuello, que Amelia le había atado
personalmente.
A juzgar por su expresión escéptica, no parecía creer en absoluto sus
palabras.
A decir verdad, ni siquiera Amelia estaba segura de por dónde empezar a
explicar todo esto.
“Ya veo...”
Sin embargo, Siwoo no se apresuró a mostrarle sus sospechas a pesar de
la duda que albergaba.
Amelia no sabía si era por el miedo instintivo que él sentía hacia
ella.
“Entonces, ¿podrías decirme qué debo hacer? Te pido disculpas, pero mis
recuerdos son... Bueno... Son un poco...”
“No necesitas hacer nada específico. Sólo quédate conmigo hasta que tu
cuerpo se recupere por completo.”
“Pero, ¿no soy su esclavo, Srta. Amelia? ¿De verdad está bien?”
Amelia evitó su mirada y fingió tragar un vaso de agua, ocultando una
expresión muy abatida.
No podía enfrentarse a él como era debido, no cuando él la miraba con
esa cara. Él no sabía nada y Amelia se golpeaba a sí misma por este
hecho.
“Un esclavo... no...”
“¿Perdón?”
“Destruí tu certificado de esclavo cuando aún estabas inconsciente.”
Amelia había reflexionado sobre cada palabra que él había pronunciado
con rabia el día que arremetió contra ella.
Lo que él había deseado con vehemencia era una sola cosa.
La libertad.
Por eso, hizo los trámites en el Ayuntamiento un mes después de que él
entrara en coma y destruyó su certificado de esclavo.
“Ya veo. Gracias.”
Siwoo parecía desconcertado tras oír sus palabras.
Algo vino a la mente de Amelia mientras observaba su reacción.
Ella lo había sentido mucho antes, pero él era notablemente maduro para
su edad.
Su cuerpo había vuelto a ser el de su infancia, pero su capacidad para
analizar las circunstancias y leer su entorno no era la de un niño.
Cuando ella tenía aproximadamente su edad, Amelia no era más que una
niña ingenua.
—Clatter, clatter.
Después de eso, no habían intercambiado ninguna palabra
significativa.
Hicieron ruidos del chocar los utensilios de comer al usarlos, pero esos
fueron los únicos ruidos que hicieron.
Amelia decidió que no debía disculparse con Siwoo a menos que sus
recuerdos hubieran vuelto por completo.
Después de todo, él no estaba en un estado en el que pudiera hacer
juicios racionales.
“Estaba delicioso.”
Tan pronto como Amelia dejó sus utensilios, Siwoo, que había estado
cortando lentamente el cerdo asado, dejó su cuchillo.
Al ver sus acciones, Amelia dijo:
“Si quieres más, no dudes en pedirlo.”
“No, esto es suficiente.”
A juzgar por su reacción, parecía que sólo había estado fingiendo comer
hasta que Amelia terminara su propia comida.
En el pasado, ella había dado por sentado tal comportamiento.
Pero, ahora, verlo constantemente lanzarle miradas cautelosas hizo que
le doliera el corazón.
Tras la comida, se levantaron de sus asientos y se dirigieron juntos al
segundo piso.
Su cabeza solía estar mucho más alta cada vez que caminaban uno al lado
del otro.
Amelia sintió la incomodidad al girar la cabeza para ver al guapo y
pequeño Siwoo.
“Bueno, que descanses bien. Si hay algo que te incomode, no dudes en
llamarme.”
“Sí, Srta. Amelia. Por favor, que descanse bien también.”
En ese momento, cuando estaban de pie en la intersección de la escalera
central, a punto de ir a sus respectivas habitaciones.
Siwoo de repente agarró a Amelia.
“Um, ¿Srta. Amelia?”
Sin esperar que él iniciara una conversación con ella, Amelia se quedó
ligeramente desconcertada.
“¿Qué pasa?”
Siwoo dudó un momento.
“No sé qué ha pasado exactamente, pero... sólo quería decirte que todo
está bien.”
“¿Qué quieres decir...?”
“En cuanto me desperté, te disculpaste conmigo inmediatamente... No
estoy seguro de por qué te disculpabas, pero creo que... te perdonaré por lo
que fuera...”
“...”
Amelia asintió levemente, sintiéndose como si la hubieran golpeado en la
cabeza.
“D-De acuerdo...”
“Ah...”
Sin embargo, Amelia sólo dio a Siwoo una respuesta ambigua.
Al ver esto, él cayó en contemplación antes de disculparse
apresuradamente.
“¡L-Lo siento! No debería haber dicho esas cosas cuando ni siquiera sé
de lo que estoy hablando—”
“¡No, no lo sientas! ¡No es lo que piensas!”
Amelia se apresuró a consolar a Siwoo presa del pánico.
Ella le aseguró repetidamente que estaba bien hasta que él se calmó.
Luego, le observó mientras abría la puerta de su habitación y entraba en ella.
Con un corazón complicado, Amelia entró en su habitación.
¿Me va a perdonar?
Ella nunca esperó que él dijera algo así.
Sin embargo, Amelia lo sabía.
Si las palabras de la Duquesa Keter eran ciertas, su cuerpo pronto
volvería a su estado original y sus recuerdos se recuperarían poco a
poco.
El perdón que recibió del actual Siwoo era como una cáscara vacía.
Después de todo, provenía de un chico joven que había olvidado todo lo
que ella le había hecho. Le tenía terror, claro, pero ya no la despreciaba como
antes. Ella no podía aceptar su perdón, así como así.
“... Perdonar...”
Sin embargo, Amelia seguía sintiendo una abrumadora sensación de
liberación, que la hizo quedarse inmóvil y aturdida durante un rato.
Sentía como si sus lágrimas estuvieran a punto de caer como la
lluvia.
Sacó una botella de ron de la estantería y se dejó caer en el
sofá.
Justo cuando estaba a punto de encender un cigarrillo y llevárselo a los
labios, le vino a la mente la forma actual de Siwoo.
Vagamente, recordó que sería malo para un chico joven convertirse en
fumador pasivo.
Si bien fumar no afectaría a su cuerpo, ya que era una bruja, Siwoo era
un humano normal.
Por no hablar de que en ese momento no era más que un niño frágil.
Guardó tranquilamente su cigarrillo y sirvió su bebida en un vaso con
cubitos de hielo.
Parecía que esta noche sería otra noche que tendría que pasar
reflexionando profundamente.
Parte 2
Era muy tarde por la noche, pero Amelia no conseguía conciliar el
sueño.
Abría y cerraba sus libros, se levantaba y volvía a sentarse inquieta,
se acostaba en la cama y se revolcaba, repitió esas acciones hasta que no pudo
soportarlo más.
La habitación de Siwoo estaba a pocos metros.
Él aún parecía incómodo a su alrededor, así que lo mejor para ella sería
no ir a verlo si tenía en cuenta sus sentimientos.
Al menos hasta que recuperara la memoria y el juicio adecuado.
“... Pero, necesito asegurarme de que está durmiendo bien.”
Acaba de recuperarse, ¿no?
Su recuperación fue tan repentina.
Era importante para ella seguir velando por él porque quién sabe lo que
le pasaría.
Esa fue la excusa que se le ocurrió a Amelia para
convencerse a sí misma antes de dirigirse a la habitación de Siwoo. Aunque era
más que consciente de que la Duquesa Keter no cometería un error tan
fundamental.
La verdad es que pensó que si miraba su cara dormida, se sentiría un
poco mejor.
Ella entro en la habitacion sigilosamente mientras contenia la
respiracion, asegurandose tambien de que el sonido de la puerta al abrirse no
lo despertara.
“¡...!”
Pero, su consideración parecía haberse convertido en un esfuerzo
inútil.
En cuanto entró en la habitación, vio que Siwoo, que se había estado
tapando la cabeza con la manta, se estremecía.
Sus movimientos eran demasiado exagerados para tratarse de solo él dando
vueltas en la cama mientras dormía.
Amelia miró el reloj del otro extremo de la habitación.
Las manecillas indicaban que eran las dos de la madrugada. El chico aún
no se había dormido a pesar de ser ya tan tarde.
Ella se dirigió al lado de la cama.
Cuando se sentó en la silla y le cogió la mano, el chico bajó con
cuidado la manta.
“S-Srta. Amelia, lo siento... S-Sé que debería dormir temprano... E-Eso
es lo que quiere que haga, ¿verdad, S-Srta. Amelia...?”
Intentó evitar el contacto visual y divagó, como si hubiera hecho algo
malo.
Aunque era Amelia quien debería sentirse culpable.
“Está bien. No tienes que preocuparte por tus horas de sueño. No pasa
nada si tú también quieres despertarte tarde.”
“... Lo-lo siento...”
Amelia esperó un momento, tratando de calmar al chico, hablando con la
voz más suave que pudo reunir para no asustarlo.
“¿Hay algo que te moleste y te impida dormir?”
“B-bueno, no, pero...”
“¿Quieres que te traiga un poco de leche?”
“Ah, n-no, es sólo que...”
Tras un momento de duda, Siwoo habló con cautela.
Parecía bastante avergonzado.
“E-Estoy un poco... asustado...”
“Ah.”
Ya veo.
Amelia se dio cuenta.
Había estado tan absorta pensando que esa persona que tenía delante era
el Siwoo que ella conocía, y todo sólo porque parecía increíblemente maduro
para su edad.
Olvidó que era sólo un niño.
Cuando tenía su edad, era como él, se asustaba fácilmente incluso con
las sombras de los árboles que se mecían con el viento, lo que le hacía tener
problemas para dormir.
Si había una puerta del armario abierta, siempre la cerraba bien antes
de dormir. También llenaba de objetos el espacio bajo la cama para que los
monstruos no pudieran esconderse allí.
En los días de tormenta, con vientos huracanados y tormentas, corría a
la habitación de su maestra.
En esos momentos, su maestra le leía cuentos de hadas, le cantaba
canciones de cuna o simplemente charlaba con ella hasta que se cansaba y se
quedaba dormida.
Al ser Siwoo un niño, significaba que necesitaba ese tipo de
cuidados.
Ese fue el momento en que Amelia comprendió el significado de las
palabras de la Duquesa Keter, que cuidar de él requeriría mucho esfuerzo.
“¿Quieres que durmamos juntos?”
Mientras rememoraba sus recuerdos con su maestra, una frase que no tenía
intención de decir se le escapó de la boca.
No era propio de ella dejar aflorar así sus verdaderos sentimientos,
pero después de meditarlo un poco, se dio cuenta de que parecía algo
razonable.
“¡Ah, no, está bien!”
En respuesta, Siwoo se negó rápidamente.
Teniendo en cuenta lo incómodo y asustado que estaba, era poco probable
que de repente aceptara su sugerencia.
Sin embargo, Amelia se sintió decepcionada por su respuesta.
Pero Siwoo volvió a hablar.
“Um, ¿Srta. Amelia...?”
“Sí, ¿qué pasa?”
“¿E-Estaría bien si pido su compañía? ¿... Sólo por esta noche?”
La imagen de él abriendo los ojos y tímidamente haciendo la petición,
era tan lindo para Amelia.
Sintió que por fin comprendía por qué su maestra le había dedicado tanto
amor y cuidado, a pesar de su ingenuidad y terquedad.
Esta visión despertó su instinto maternal.
“¿Te sientes cómodo durmiendo aquí? ¿O prefieres venir a mi habitación?”
Con suavidad.
Para no asustarlo, le rozó suavemente la frente con la mano.
Al principio, él pareció sorprendido, ya que no esperaba que ella lo
tratara tan amablemente, pero luego expresó sus pensamientos por primera
vez.
“Ese dibujo de ahí me parece tan espeluznante. Quiero irme a otra
habitación.”
Señaló la fórmula mágica en forma de árbol que había dibujado.
De hecho, emitía una vibración inquietante en este lugar poco
iluminado.
“De acuerdo.”
Cuando Amelia asintió con la cabeza, Siwoo se quitó rápidamente la manta
y se puso las pantuflas.
Se levantó con una postura algo incómoda, inseguro de cómo acercarse a
ella.
“Ah.”
Mientras tanto, Amelia le tendió la mano para arreglarle el parche que
se le había aflojado de tanto dar vueltas en la cama. Fue entonces cuando se
dio cuenta de algo.
“¿Está bien si te quito el parche por un momento?”
“Ah, sí, Srta. Amelia.”
Cuando le quitó el parche, su ojo izquierdo se hizo visible para
ella.
Pero no se movía. Cuando lo inspeccionó de cerca, no había signos de
vitalidad en él.
Lo que significaba que el ojo era una prótesis.
Aunque la Duquesa Keter había rebobinado el tiempo por él, la herida de
su ojo izquierdo seguía sin curar.
Mientras Amelia sostenía el parche en su mano, Siwoo vaciló y se tocó la
cara
“¿P-Pasa algo?”
Aunque ella se lo explicara, él no entendería nada de inmediato.
Así que Amelia sacudió suavemente la cabeza y volvió a ponerle el
parche.
“No es nada. Vámonos.”
Concluyó que necesitaría escuchar la explicación de la Duquesa sobre este asunto.
Amelia condujo entonces a Siwoo a su habitación.