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City of Witches capítulo 44

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 City of Witches capítulo 44 en español


Esperaaa...!!
City of Witches - Odile & Odette

 No Podemos Ser las Únicas II


Parte 1

Las gemelas, que compartían la misma cama, empezaron la mañana a las 6 a.m. 

El piar de los pájaros se oía desde fuera de la ventana. 

Al despertarse, fueron recibidos por el olor a leña de ciprés ardiendo que emanaba de la chimenea, que había estado encendida durante toda la noche y ahora estaba reducida a cenizas crepitantes. 

“Buenos días, Odette.” 

“Buenos días, hermana.” 

Odile y Odette se sentaron en su espaciosa cama, estirando sus cuerpos como dos gatos flexibles disfrutando de la luz del sol mañanero que se colaba por la claraboya. 

Las brujas aprendices no podían detener el proceso de envejecimiento de su cuerpo físico, a diferencia de las brujas que habían heredado la marca. Por lo tanto, el crecimiento, la progresión del envejecimiento y el sueño eran cruciales para ellas. 

Por eso, las aprendices de bruja como Odile y Odette siempre se aseguraban de dormir lo suficiente, siguiendo un estricto horario de acostarse a las 11 de la noche y levantarse a las 6 de la mañana. 

Odile, que se había estado estirando lentamente, lanzó una mirada a Odette. 

“¿Dormiste bien?” 

“No, no he podido dormir nada. ¿Y tú, hermana?” 

“Me siento igual. Sólo conseguí dormirme cuando la luna pasó por la segunda ventana.” 

Esto era muy poco común entre las gemelas, porque normalmente se dormían en cuanto sus cabezas tocaban la almohada. 

A pesar de su agotamiento, las gemelas no podían relajarse y dormir cómodamente, ya que tenían una importante tarea por delante. 

“Lo sabes, ¿verdad?” 

“¿Qué, hoy?” 

Las gemelas intercambiaron miradas antes de asentir lentamente con la cabeza. 

—¡Crack! 

“Buenos días, Srta. Odile. ¿Ha dormido bien, Srta. Odette?” 

“Buenos días, Jefa de Sirvientas Galina.” 

“Buenos días. Jefa de Sirvientas Galina.” 

Tan pronto como se abrió la puerta, entró una mujer de mediana edad con gafas gruesas. 

Era Galina, que había estado sirviendo a la familia Géminis durante mucho tiempo, incluso antes que las gemelas nacieran. 

Galina era una sirvienta anciana que había cuidado de las gemelas desde que eran bebés y, a pesar de sus rasgos amables, a las gemelas siempre les pareció que Galina les daba miedo por su actitud tajante. 

“Pareces tener energía desde el momento en que te despiertas.” 

“¡Ayer tuve un buen sueño!” 

“¡Yo también!” 

Galina abrió el camino mientras cuatro sirvientas la seguían detrás, intercambiando pequeños saludos matutinos. 

Una de ellas abrió las cortinas de las 18 ventanas, mientras otra recogía las sábanas de la cama donde Odile y Odette habían estado dando vueltas la noche anterior. 

Las otras dos colocaron las pantuflas en los pies de las gemelas, que colgaban de la cama, y les peinaron el cabello revuelto por las vueltas que habían dado en la cama. 

A pesar de tener que cepillarse el cabello después de la ducha, las brujas de la familia Conde Géminis siempre tenían que mantener su dignidad, incluso al pasar por el pasillo. 

Aunque les habían enseñado a mantener esta norma desde la infancia, les seguía pareciendo una tarea molesta. 

“¿Ocurrió algo digno de mención anoche, o hay algo especial hoy que les preocupe?”, preguntó Galina, extrañada por el animado humor de las gemelas hoy. 

Odette y Odile se miraron a los ojos y Odile dio un paso adelante. 

Cuando se trataba de esos asuntos, Odile era la que actuaba con valentía en comparación con la tímida Odette. 

“¡Jefa de las Sirvienta! Tengo que pedirte un favor.” 

“¿Qué cosa, Odil? Para que lo sepas de antemano, no puedo aceptar peticiones como montar a caballo sin montura en la Colina Mendel o ir de picnic al temido Pantano de Fammel. 

“Además, tampoco se aceptan peticiones para visitar Ciudad Fronteriza. Hoy tienes clase en la academia a las 4 de la tarde. No lo habrás olvidado, ¿verdad?” 

“Por supuesto que no.” 

Odile jugueteó con el dobladillo de su ropa y luego abrió la boca. 

“De hecho, me gustaría invitar a la Profesora Amelia a tomar el té hoy como regalo.” 

“¿En serio?” 

Los ojos arrugados de Galina se iluminaron tras sus gruesas gafas. 

Odette se estremeció y retrocedió, sintiendo una repentina punzada. 

Odette tomó el relevo y explicó. 

“Bueno, um... A la Srta. Profesora le ha costado mucho darnos clase, así que hemos pensado invitarla a un té para aliviarle la garganta durante las clases.” 

“¡Ahh!” 

Galina extendió los brazos hacia el cielo como una actriz dramática, y luego corrió a abrazar fuertemente a Odile y Odette. 

“¡Odile, Odette! ¿Cuándo crecieron para ser estudiantes tan responsables? Verlas a las dos tan maduras me hace tan feliz que casi no puedo soportarlo.” 

“Uh, bueno... así son las cosas, supongo.” 

“Sí, claro. Es natural.” 

Galina se llenó de alegría mientras acariciaba la nuca de Odile y Odette, inconsciente de las oscuras intenciones de ellas. 

A pesar de lo locuaces que eran las gemelas, Galina se dio cuenta de su nueva madurez y sintió como si estuviera viendo crecer a sus propias hijas. 

“Entonces voy a preparar un poco de té. ¿Quieres que lo ponga en un termo?” 

“Sí, me gustaría eso.”  

“Bueno, entonces, ustedes dos tomen un baño.” 

Acto seguido, las sirvientas condujeron a las gemelas al cuarto de baño. 


Parte 2

De hecho, la rutina diaria de las gemelas no había cambiado mucho. 

En primer lugar, las conducían al cuarto de baño separado en cuanto se despertaban de la cama. 

A continuación, las bañaban cuatro sirvientas, dos para cada una. 

La familia Géminis, que era de la nobleza entre las brujas, tenía en total más de 50 sirvientas. 

Odile y Odette no tuvieron que mover un dedo para bañarse o cambiarse de ropa. 

Todo lo hacían por ellas las personas que las rodeaban. 

Odile se sentó en una silla de baño de amatista mientras le vertían aceite perfumado caliente en la cabeza. 

A continuación, Pecha, una de sus sirvientas personales, le aplicó aceite perfumado en el cuerpo y el cabello, peinándolo cuidadosamente con un peine de dientes anchos. 

Mientras tanto, otra sirvienta personal, Lena, roció con agua los pies de Odile y preguntó: 

“Srta. Odile, ¿le sienta bien la temperatura del agua? Avíseme si está demasiado fría o demasiado caliente.” 

“Fumu, está tibia.” 

Pecha, que cepillaba su cabello vigorosamente, alborotó el cabello de Odile con la mano. 

“Oh dios~ adorable Srta. Odile, ¿cómo puede su cabello ser tan bonito?” 

“Pecha, por favor, abstente de decir que soy adorable ahora. Tengo que comportarme como una dama adecuada.” 

“Pero eres muy linda, ¿Verdad, Lena?” 

“Sí, es muy descortés por mi parte decirlo, pero cada vez que cuido de la Srta. Odile, quiero meterla en mi bolso y llevármela a casa. Mi familia la adoraría.” 

“Estoy segura que todos se sorprenderían que trajeras a una muñeca enorme, ¿verdad?” 

“¡De ninguna manera! Seguro que todos temblarían de asombro ante la dignidad y carisma de la Srta. Odile.” 

Las dos criadas soltaron una risita mientras seguían mostrando su cariño y afecto hacia Odile. 

Al principio, todas las criadas tenían miedo de Odile y Odette.  

Sin embargo, tras darse cuenta que las gemelas, a pesar de parecer duras, no eran más que unas inocentes amas, las criadas empezaron a mostrar afecto como si estuvieran cuidando de unos cachorritos. 

Sobre todo, cuando no había nadie cerca —como en el baño— Pecha y Lena le hacían bromas a Odile. 

Si las sorprendían, la Jefa de las Sirvientas —Galina, que tiene fama de estricta— las reprendería. 

Lo mismo ocurría con Odette. 

A los ojos de las criadas, si Odile representaba el papel de la dura pero adorable hermana menor, Odette representaba la posición de la dulce e inocente hermana menor que todas deseaban proteger. 

“Marsha, quiero preguntarte algo.” 

“Sí, Srta. Odette, adelante, pregúnteme lo que quiera.” 

Marsha pasó su mano por detrás del cuello de Odette, dándole un masaje mientras sonreía. 

“Ah... hmm...” 

Odette que había vuelto a caer sobre la bañera se estremeció con una agradable sensación refrescante. 

“Sabes el libro que me llevé antes.” 

“Ah, ¿el manual de instrucciones de la primera noche?” 

“Hay algo... ¿más... más... más...?”, preguntó Odette, con la voz entrecortada por la vergüenza.

“¿Más, más, más?” 

“Me preguntaba si tenía más información...” 

Sabía que era una pregunta incómoda. 

Marsha soltó una risita, observando la postura vacilante de Odette, y dio un codazo a Vera, su colega, mientras susurraba. 

“¿Viste eso? ¿Lo has visto? La Sra. Odette pregunta por ese tipo de cosas. Está actuando como una linda cachorrita, ¡qué debo hacer!” 

“Marsha, es hora que la Sra. Odette se interese por ese tipo de cosas.” 

“¡No es así!” 

“Sra. Odette, tiene la cara más roja que una fresa. Sólo quiero pellizcarle sus mejillas.” 

“Uf... por favor, no lo hagas.” 

Marsha acarició suavemente el cabello de Odette mientras le susurraba al oído. 

“En realidad, hace poco recibí una novela erótica de Ciudad Tarot.” 

“¡Eh, Marsha! ¡Es demasiado pronto para contarle esas cosas a la Srta. Odette!” 

“¿Cuál es el problema? Vera, ya lo hemos pasado varias veces. La Sra. Odette también debería saberlo. No podemos seguir siendo sobreprotectoras con ella.” 

A pesar de la expresión confusa de Odette, Marsha y Vera continuaron su discusión. 

“¿De qué trata?” 

“La historia gira en torno a una bruja que se interesa por el amor y tiene un encuentro romántico con un apuesto lechero. ¿Quiere leerlo, Srta. Odette?” 

“No puedo entender la novela sólo con eso.” 

Hasta ese momento, Vera, que había estado atendiendo obedientemente a Odette, desvió su atención hacia la divertida conversación que parecía estar teniendo lugar y empezó a cuchichear como si quisiera unirse a ella. 

Para ella, este tipo de charlas ociosas eran incluso más entretenidas que los chismes. 

La vida podía llegar a ser bastante aburrida en un mundo con pocas salidas para el entretenimiento y carente de comodidades modernas. 

Las conversaciones lascivas siempre despertaban el interés de las jóvenes e inocentes doncellas. 

“Es así...” 

“Un repartidor de leche y... ¿qué pasó después?” 

—Susurrar 

“Sí, y también con su hermano menor...” 

“¿Con su hermano...? ¿En la misma cama...? ¿Así que dos hombres y una mujer...?” 

—Susurrar, susurrar 

“¡Sí, sí! Y entonces la bruja se convirtió en la sirvienta del lechero... ¡golpeando su trasero, piack-piack!” 

“¡Qué vergonzoso!” 

El baño de Odette terminó cuando se quedó sin palabras ante el increíble relato. 

Odile miraba sus mejillas inusualmente sonrojadas con expresión perpleja. 


Parte 3

Al terminar el baño, las gemelas se dirigieron al vestidor, donde se sentaron frente al tocador. 

Las criadas las peinaron cuidadosamente con magia, dejándolas suaves y sedosas. 

A continuación, calentaron una varilla metálica a la temperatura adecuada y enrollaron alrededor de ella el pelo húmedo de los costados de sus cabezas para dar a sus cabellos de la parte de adelante un grácil volumen y completar su elegante peinado. 

Con el cabello bien peinado, llegó el momento que las gemelas se pusieran el vestido. 

Sin embargo, antes que pudieran hacerlo, Galina —la intimidante sirvienta encargada— entró en el vestidor, que estaba decorado tan bellamente como una casa de muñecas. 

Las criadas, que habían estado riendo y charlando, se callaron de repente. 

No era de extrañar, pues temían más a Galina, feroz como un tigre, que a las aprendices de bruja. 

“Como nuestra Lady Géminis no está hoy, nos saltaremos los saludos.” 

“¿A dónde fue?” 

“No he oído mucho al respecto, pero parece que hay algún tipo de maná involucrado con la 'Montaña de Espíritus' así que fue a investigarlo en persona.” 

“¿Ella está en la Montaña de Espíritus?” 

“¡Bueno, de todos modos...!” 

Galina aplaudió y despejó la tensión en el aire. 

Mientras las gemelas charlaban y saltaban de un lado a otro, se dio cuenta que, si se entretenía en su conversación, llegaría tarde a la tarea que había venido a hacer. 

“Antes mencioné que la clase de piano del Sr. Kelvin se llevaría a cabo hoy de ocho a diez, seguida de un taller de elaboración de pociones con una bruja Aureliana invitada de Tabla Esmeralda desde las diez y media hasta la una.” 

“Después del almuerzo, está prevista una sesión de lectura con la Sra. Hathaway de dos a tres, durante la cual se servirá té.”

“Luego, de 4 a 7, asistirás a tus clases regulares en la academia.” 

“Como se acaba el tiempo y te espera el desayuno, será mejor que te des prisa.” 

“Galina, ¿podemos saltarnos la sesión de lectura? No he leído ninguno de los libros, y las sesiones de lectura de la Srta. Hathaway son siempre frustrantes.” 

“Ugh, odio tanto estudiar...” 

En cuanto Odette se enteró de su agobiante horario, se derrumbó en el suelo, pero Marsha y Vera la cogieron rápidamente y la apoyaron para evitar que se cayera. 

“¡No! Deberías tener más conocimientos que cualquier aprendiz de bruja si quieres llevar el nombre de Géminis.” 

“Pero tenemos clases durante más de 8 horas todos los días excepto los fines de semana. ¿Y sabes cuántas tareas nos da la Profesora Amelia?” 

“Estoy de acuerdo, Galina. Esto es abuso mental infantil.” 

“¡Uf!” 

Los ojos de Galina se abrieron de par en par en cuanto oyó las quejas, haciendo callar a las gemelas. 

Invitar a expertos en diversos campos a la mansión para dar conferencias era la rutina diaria de las gemelas. 

Estaban deseando hacerle pasar un mal rato a la Profesora Amelia cuando se levantaron por la mañana. 

Sin embargo, al enterarse de su asfixiante horario, su humor se volvió hosco. 

“¿Desde cuándo Odile y Odette se comportan como niñas? Ustedes son señoritas de la nobleza. Dense prisa y vayan al comedor. Y, ¡Pecha!” 

“¡Sí!” 

“Tener conversaciones privadas puede dificultar las cosas. Aunque es bueno que la Srta. Odil mantenga una relación cercana con las criadas, es importante comportarse adecuadamente dado su estatus.” 

“Sí...” 

Parecía que el día que tenían por delante estaría lleno de tediosas tareas que las gemelas tendrían que completar antes de partir hacia la academia. 


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