City of Witches capítulo 86
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City of Witches capítulo 86 en español
¡Este capítulo contiene representaciones de sangre y violencia!
Invitada No Invitada VII
Parte 1
Después de maldecir a Ea, un frío silencio
llenó el ambiente.
La situación sería menos aterradora si ella
hubiera estallado de ira y hubiera corrido de un lado a otro enloquecida.
No mucho después, su fría ira se calmó, pero
perduró en sus pupilas mientras enviaba a Siwoo una mirada intensa.
Se sentía como una serpiente venenosa
arrastrándose sobre su piel desnuda.
Sin embargo, no había tiempo para tener
miedo.
A partir de ahora, no podía permitirse el lujo
de defenderse.
Las gemelas se le escaparon delante de sus
narices y, para rematar, él se las quitó de encima, seguro que ella centraría
su furia en él.
Ahora era el momento de jugarse la vida y
luchar por su última resistencia.
Él levantó su lanza.
”¡[Floración]!”
De su brazo extendido, surgió una sombra negra
como el azabache, formando una lanza de más de cinco metros de largo.
Era una lanza de caballería diseñada
únicamente para atravesar a sus enemigos.
Ya no necesitaba la fuerza mental extra para
manipular la sombra o establecer la fórmula de teletransportación.
Con la lanza apuntando a Ea, utilizando la “Zancada
del Lagarto de Agua”, Siwoo bajó el cuerpo y se lanzó contra ella.
Su lanza, creada por una densa estructura de
sombra, alcanzó el máximo nivel de dureza.
Las sombras salieron de su espalda y se
extendieron como alas, acelerando su cuerpo.
Como resultado de esta aceleración, su campo
de visión se estrechó.
Montó el viento.
El resultado fue que redujo la considerable
distancia que le separaba de Ea en una fracción de segundo.
“Ya estoy cansada de esto.”
Entre las docenas de cintas
revoloteando. Sólo una de ellas atravesó el aire. Y chocó con la
lanza.
“Ah...”
Siwoo se detuvo en seco.
Tres pasos más.
Sólo necesitaba dar tres pasos más para que su
lanza alcanzara a Ea.
Sin embargo...
“Sólo había estado jugando contigo. ¿Esperabas
un resultado diferente?”
Su lanza se hizo añicos.
La lanza con el nivel más alto de dureza,
creada utilizando una estructura de rejilla, se hizo añicos como un bambú que
se parte en cuanto entra en contacto con la cinta.
Incluso sus guanteletes volaron por los aires
debido a las ondas de choque. Su mano quedó destruida hasta el punto de que su
forma original apenas era reconocible.
Si no fuera por su armadura y sus guanteletes,
sus brazos se habrían desgarrado en el momento en que su lanza chocó con la
cinta.
“Gg...Guh...”
Un chorro de sangre caliente brotó de detrás
de su garganta.
El penetrante olor a hierro le picó en la
nariz y su visión, ya borrosa, se tiñó del tono de la sangre.
Sin comprender, Siwoo se miró las manos.
Mis uñas han
desaparecido.
Sus dedos, doblados, rotos y
parecían tan retorcidos que parecía que podía hacer nudos con ellos.
¿Dolor?
¿Esto es doloroso?
Me sorprende que una mano
humana pueda deformarse así.
Su determinación de exprimir todo lo que tenía
fue destrozada por una simple cinta.
Desde el principio, todos sus ataques, de los
que él apenas había conseguido defenderse, no eran más que un juego de
niños.
Esta abrumadora diferencia de fuerza había
existido desde el principio, ella sólo había decidido mostrarle esa cruda
realidad.
Ella lo sabía desde el
principio.
Al final, nunca la
alcanzaría.
¡Cough! ¡Cough!
¡Cough...! (Toser)
La sangre brotó de su boca.
Fue el contragolpe que tuvo que pagar al
perder el control de su propia magia mientras se derrumbaba a la fuerza.
Su cuerpo temblaba mientras escupía sangre al
suelo.
En el charco de sangre que formaba uno del
tamaño de un pequeño cojín, había mezclado trozos de carne que a uno le
aterrorizaría identificar.
La armadura negra que había envuelto su cuerpo
desapareció.
Su maná estaba completamente agotado.
Sus piernas estaban dobladas y rígidas como un
tronco y se negaban a moverse ni un milímetro.
Una de sus orejas había perdido su capacidad
auditiva.
Sus ojos estaban cerrados por la sangre
coagulada.
Sus dedos se transformaron en algo grotesco,
como esculturas de carne.
Con cada latido de su corazón, el pulso
resonaba como un tambor que parecía que le iba a partir la cabeza.
Bien.
Lo hice bastante bien.
¿Algún esclavo se lo ha
puesto tan difícil a una Exiliada como ella?
Ea caminó con paso firme hacia Siwoo.
Ella lo miró, que era incapaz de moverse, con
una mirada fría.
“¿A dónde fueron las gemelas?”
“No lo sé...”
Antes de que pudiera terminar su respuesta, uno
de los tacones de Ea golpeó su nuca mientras luchaba por levantarse.
Pero, ni siquiera un grito escapó de sus
labios.
No fue un golpe impulsado por el maná, pero
aun así se clavó en su punto vital. Con su estado revuelto, acabó perdiendo el
conocimiento.
“Ugh, en serio, esto es tan molesto...”
Un sonido de bofetada resonó cuando su mano
cayó sobre la parte posterior de su cabeza encorvada.
“Finalmente tuve una oportunidad para
vengarme, pero por tu culpa, todo se arruinó...”
Sus delgados dedos le agarraron el cabello y
levantaron su cabeza a la fuerza.
“¿Qué vas a hacer ahora? ¿Cómo vas a
compensarme? Estoy tan irritada que siento que me estoy volviendo loca.”
Su mano le acarició la mejilla.
Luego, la uña puntiaguda de su pulgar se clavó
lentamente en su ojo izquierdo.
La adrenalina, que había aliviado
momentáneamente su dolor, dejó de tener sentido ante el insoportable tormento
que suponía que ella le clavara la uña en el globo ocular.
Extraños gemidos escaparon de su boca abierta.
“Tú... Guh... Maldita... Perra...”
“Claro, claro, ¿por qué no haces sonidos más
lindos?”
“Maldita... Perra...”
La mirada venenosa de él, llena de la
anticipación de la muerte, se clavó en Ea.
“Sinceramente, no me siento cómoda dejándote
ir tan fácilmente así. Después de todo, parece que tu ama volverá pronto.”
Ea retiró la mano de la cuenca de su ojo.
Una mezcla de vítreo y sangre goteó de las
yemas de sus dedos.
Luego, una hebra de cinta se dirigió
lentamente hacia la cuenca vacía de Siwoo.
“Espera un momento.”
Cuando Siwoo sintió la muerte inminente.
La barrera se onduló cuando alguien entró en
ella.
Por su cabello y ropa desaliñados, estaba
claro que se apresuró a venir aquí.
Por un breve momento, no pudo evitar pensar
que no era propio de Amelia hacer algo así.
“¡Siwoo...!”
El rostro de Amelia palideció al ver a Siwoo y
Ea en medio del tumulto que rodeaba la mansión.
“Adiós.”
Cuando Amelia pronunció el nombre de Siwoo, Ea
transformó su cinta en una punta afilada y se la clavó directamente en la
cabeza, como si hubiera estado esperando este momento.
“Ah...”
La sangre goteaba de las cuencas de los ojos,
la nariz y la boca de Siwoo.
Dentro del torrente de sangre que brotaba como
un grifo abierto, había un líquido resbaladizo y transparente mezclado.
En la aturdida mente de Siwoo, surgieron
pensamientos como susurros fugaces.
Shin Siwoo, las gemelas
que cruzaron la barrera, Sadalmelik, que estaba al borde de la fuente. Haré que
te corras en mi cara. Quiero beber gaseosa. ¿Cómo se sacia la sed humana? Siempre
hay luna llena en Gehenna. La belleza de la creación, el valor de los círculos
intrincados - pi: 3.14159165355820...3025... ¿Qué vino después? Ah... ¿He
memorizado hasta 152674450? Por fin llego al primer 999999, el punto de
Feynman. Abro los ojos, susurro y si rebobino mis recuerdos, soy libre, canto.
Sombras, renacen en el mundo de los ceros, consumen este cuerpo para la
eternidad.
Entonces, su conciencia se vio envuelta en una
oscuridad total.
“Encantado de conocerla, Baronesa Marigold.”
Ea atravesó los ojos de Siwoo hasta llegar a
su cerebro antes de lanzar su cuerpo a un lado como un muñeco de trapo. Luego
extendió los brazos para dar la bienvenida a la presa que había estado
esperando.
Parte 2
Amelia siguió corriendo sin detenerse.
Cientos de partículas envolvieron su cuerpo.
Salió disparada a una velocidad decenas de
veces mayor que cuando usaba la “ Zancada del Lagarto de Agua”.
Algo la instó a darse prisa mientras seguía
corriendo.
La urgencia se intensificó cuando una única determinación
surgió con fuerza dentro de su mente.
“¡Siwoo... Siwoo... Siwoo!”
El nombre que seguía pronunciando en sus
labios.
Quería transmitirle sus nuevas emociones.
Gratitud, disculpa, y...
Ella ya no estaba asustada.
Su ansiedad y desasosiego fueron sofocados por
la cálida luz que brotó de su pecho, dejando sólo su desbordante confianza.
A cada paso, incontables partículas de luz
convergían y explotaban.
Como un pájaro, surcó el cielo.
La mansión estaba a su vista.
La misma mansión en la que había estado
viviendo con Shin Siwoo durante un breve periodo de tiempo.
¿Todavía está aquí?
¿Tal vez ya huyó?
Amelia aceleró el paso.
Entonces, algo llamó su atención.
—¡Ripple!
Una barrera con forma de botella de agua rodeó
la mansión.
Se volvió translúcida brevemente antes de
volver a su estado transparente original.
“¿Huh...?”
Sin reducir la velocidad, Amelia esprintó a
través del campo.
No fue difícil reconocer la identidad de la
barrera transparente.
Una barrera interdimensional.
Dentro de ella, incrustada una fórmula mágica
única que separaba todo lo que estaba dentro de la barrera del mundo exterior.
Teniendo en cuenta que no había detectado
ninguna sensación de incomodidad hasta que la barrera fue golpeada con algún
tipo de interferencia, parecía una barrera de alto nivel con una fórmula bien
elaborada.
“...”
La ansiedad surgió de su interior.
Las barreras interdimensionales eran algo que
utilizaban principalmente las brujas del mundo moderno para evitar meterse en
problemas.
También se utilizaba para ocultar el
hecho de que una era bruja para evitar llamar la atención de un Exiliada, o
para minimizar los daños a los del mundo moderno cuando una estaba cazando
Homúnculos.
Sin embargo, esto era Gehenna, no había
necesidad de hacer nada de eso.
Entonces, ¿por qué aparecería de repente
una barrera alrededor de su mansión?
¿Porque alguien quería ocultar el hecho
de que estaba usando magia?
“¡Siwoo...!”
Pero, ¿quién en Gehenna querría ocultar
su magia?
Serían las Exiliadas.
Las brujas malvadas cuyos corazones
estaban llenos de malicia.
Amelia sintió que caía en un mundo de
oscuridad.
A pesar de ello, su cuerpo corrió por el
aire a un ritmo mucho más rápido de lo habitual.
El aspecto de la mansión era el mismo de
siempre.
Sin embargo, ella sabía que era un
disfraz para que no se pudiera distinguir desde fuera ninguna situación
anormal.
Cuando Amelia extendió la mano, de las
yemas de sus dedos emanaron incontables racimos de partículas que desgarraron la
barrera.
Lo que la recibió dentro de la barrera
fue un jardín que parecía haber sido golpeado por un tifón.
Varias plantas del jardín fueron
arrancadas de raíz y el césped quedó patas arriba, dejando al descubierto la
tierra que había debajo.
En medio, una bruja desconocida mantenía
cautivo a Shin Siwoo.
'Miserable' no bastaba para describir su
aspecto.
No había una sola mancha en su cuerpo que
no estuviera tocada por la sangre.
“¡Siwoo...!”
Amelia extendió la mano para lanzar su
magia.
El maná contenido en su vientre surgió de
golpe y formó gotas en su mano.
No se le ocurrió otra cosa que alejarlo
de las garras de esa bruja.
Al irrumpir, Siwoo la miró con el ojo que
le quedaba.
“Adiós.”
Siwoo separó los labios para decir algo,
pero antes de que una palabra pudiera salir de su boca, la cinta que le
apuntaba impactó profundamente en su cabeza.
Le atravesó la cara sin esfuerzo, como un
tenedor ensartando un filete.
No hubo tiempo suficiente para detenerla.
Las cosas sucedían demasiado rápido,
Amelia no podía protegerlo con su magia.
Mientras la bruja se levantaba, el cuerpo
de Siwoo colgaba del extremo de la cinta.
Su cuerpo destrozado fue arrojado por
ella y voló hacia Amelia.
Amelia extendió instintivamente los
brazos y lo atrapó.
“Encantada de conocerla, Baronesa
Marigold.”
En los brazos de Amelia había un cuerpo
empapado en sangre, sudor y una sustancia viscosa desconocida.
Su cuerpo convulsionaba como un insecto
moribundo.
De su boca rezumaba espuma de sangre
mientras vítreos aplastados, nervios y vasos sanguíneos se enredaban en su
pupila vacía.
“Ah... Ah... Aaahh...”
Era como una escena sacada de una
espantosa pesadilla.
¿Por qué está pasando esto?
Todavía no me he disculpado con él.
Todavía no le he dado las gracias.
No le he dicho que quiero ir al mundo
moderno con él y permanecer junto a él en el futuro.
“P-Por favor, espera... Te... te...
curaré...”
Partículas blancas emanaron del cuerpo de
Amelia hacia el cuerpo de Siwoo.
Amelia no era experta en magia curativa.
No, incluso si una bruja más competente
se pusiera en esta situación, sería imposible curar tales heridas sin el equipo
adecuado.
La sustancia desconocida mezclada con su
sangre que manaba de su nariz y su boca era el líquido cefalorraquídeo.
El golpe de la Exiliada le había
atravesado el cerebro.
Mientras ella se aferraba a él, su fuerza
vital seguía drenándose.
“Ah... P-Por qué ahora... C-Cuando por
fin tengo... algo... que quiero decir...”
Lo único que pudo hacer fue abrazarlo.
Su vestido etéreo estaba empapado en
sangre.
“Mi nombre es Ea Sadalmelik, estoy aquí
para quitarte tu marca. Me topé con un obstáculo en mi investigación y adquirí
tu perfume por casualidad, así que supuse que tu marca me sería útil.”
“...”
“Veo que parece que aprecias mucho a ese
esclavo. Eso es estupendo. Hasta el momento de su muerte, gritó: '¡Señorita
Marigold! Por favor, ¡sálveme! ¡Duele tanto!”, no paraba de gritar tu nombre
mientras gemía lastimosamente. Debería haberte enseñado esa escena, ¿no?”
El cuerpo de Siwoo dejó de convulsionar.
Mientras Ea seguía parloteando, Amelia
acarició suavemente la mejilla de Siwoo.
Su tez, antes sonrosada, se había vuelto
aterradoramente fría.
Sentía como si estuviera tocando una
estatua de yeso, no la piel de un ser humano.
Ella sentía el pecho asfixiado por la
angustia.
La asfixia ni siquiera le permitía pensar
en su agonía.
Otra vez terminó así...
¿Me están dejando sola otra vez...?
Ella abrazó fuertemente el cuerpo de
Siwoo entre sus brazos.
El sentimiento familiar de soledad
floreció en una rosa negra dentro de su corazón.
Dentro de esa rosa, el veneno de la ira
se cristalizó como gotas de rocío.
“¡Aaaaahhh!”
Sus ojos comenzaron a emitir una luz azul
cielo, acompañada de sus cánticos.
Así es.
Por Amelia Marigold.
La magia siempre fue un poema de lágrimas, escrito para llorar a los que se habían ido.