Ningen Fushin Volumen 1 capítulo final
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Ningen Fushin no Bōkensha-tachi ga Sekai o Sukū Yō Desu vol 1 Capítulo final
Aventureros con Problemas de Confianza
Los vendedores
ambulantes siempre hacían bullicio en los días soleados.
Los lugareños
llamaban Calle del Gato Atigrado a aquella calle con muchas posadas baratas que
iba desde la estación de correos hasta el Gremio de Aventureros Pescadores. Los
vendedores ambulantes instalaban puestos a lo largo de toda la calle con la
esperanza de atraer a los aventureros que volvían de sus expediciones
vendiéndoles comida, alcohol, herramientas y medicinas útiles para los
aventureros y artículos de primera necesidad. El nombre de la calle hacía
referencia a los gatos que se reunían con la esperanza de atrapar cualquier pez
que soltaran los pescadores, pero también podía referirse a los molestos
vendedores ambulantes.
“¡Aquí encontrarás
los mejores precios! Joven, ¿qué tal unas patas de pulpo a la parrilla?”
“¡Tengo medicina
hecha con hojas secas de alraune! ¡No es mentira! ¡Hice un gran esfuerzo para
encontrarlas!”
“¡Me ocuparé de
todas tus necesidades de equipamiento! Puedo afilar espadas, alterar armaduras,
reparar zapatos, ¡lo que quieras!”
“¿Estás libre esta
noche, guapo?”
Era por la mañana,
cuando más ruidosos e incesantes eran. Algunos mercaderes iban más allá de los
gritos y les agarraban de las mangas y las bolsas. Nick les apartaba las manos
mientras se abría paso a través de la abarrotada calle. Sólo así llegaría al
Gremio de Aventureros Pescadores, donde le esperaban sus compañeros.
“Cielos, esta calle
es un dolor de cabeza... ¿Sigues el ritmo, Bond?”, preguntó Nick.
“Los mercaderes son
insufribles, no importa la época”, respondió Bond.
“De eso no hay
duda... ¿Huh?”
Nick vio una cara
conocida. Una chica draconiana pelirroja observaba con gran interés las joyas
de un vendedor ambulante.
“Es Karan”, dijo
Bond.
“Sí.”
El vendedor vendía
accesorios como collares de cuentas de cristal y otros artículos con piedras
que no podían pulirse del todo para convertirlas en gemas. Era un puesto de
moda que compensaba sus artículos más baratos con el sentido del estilo del
diseñador. Los collares de cuentas de cristal tenían un aire exótico que Nick
pensó que le quedarían muy bien a Karan.
Sin embargo,
cualquiera que intentara vender joyas en esta calle era sospechoso. Los
productos que vendían casi siempre resultaban demasiado buenos para ser verdad.
“¿Hmm? ¿No vas a
hablar con ella, Nick?”
“... Espera un
momento.”
El vendedor
ambulante comenzó a hablar con Karan. Parecía que Karan estaba mirando los
productos mientras escuchaba, y luego le preguntó al hombre por el precio de
uno de los productos, y decidió comprarlo. El vendedor ambulante le estaba
dando una larga explicación sobre el colgante que eligió y lo envolvió cuando
ella le agarró fuertemente del brazo.
“¡¿Ay?!”
“Acabas de
cambiarlo, ¿verdad?”
“N-no, ¡no lo hice!”
“Urgh...”
El vendedor
ambulante cedió y sacó un colgante de su bolsillo. Desde lejos, parecía
idéntico al que Karan había elegido, pero Nick estaba seguro que no era el
mismo. Había cambiado el que Karan quería comprar por un artículo defectuoso,
pero ella le atrapó infraganti. Era una estafa común.
“¡Lo siento! Nunca lo
volveré a hacer, ¡así que por favor déjame ir!”
Por desgracia para
él, las súplicas del mercader tuvieron el efecto contrario al que pretendía, y
fue arrestado por unos Caballeros del Sol que pasaban por allí patrullando. Se
lo llevaron sin escuchar los argumentos del vendedor. Debía de ser un
delincuente reincidente; de lo contrario, nunca se lo habrían llevado sin
interrogarlo.
“Oye, Karan”, dijo
Nick tras acercarse a ella.
“Oh, hola, Nick”,
respondió Karan.
“Parecía que tenías
algún problema allí.”
“Uh, si,” dijo ella
evasivamente. Después de un breve silencio, ella miró a Nick sospechosamente. “...
Estabas mirando, ¿no?”
“Sip.”
“Malvado.”
“Culpable.” Nick
mantuvo su rostro sereno y evitó sus ojos enojados. “Parecía que lo estaba
manejando muy bien.”
“Lo estaba, pero...”
“Anda, vámonos.
Tiana y Zem nos están esperando.”
“Okay.”
Nick reanudó su
caminar con Karan y Bond detrás de él. La multitud disminuía a medida que
caminaban, y para cuando llegaron al Gremio de Aventureros Pescadores, ya no
había mercaderes a la vista. Era ilegal montar un puesto delante de un edificio
público.
“Oye, Nick”, gritó Karan, deteniéndolo antes que entrara.
“¿Qué pasa?”
Respondió Nick.
“¿Qué habrías hecho
si no lo hubiera manejado bien?”
“No soy una persona
agradable, así que probablemente me habría burlado de ti por haber sido
engañada.”
“¿Así que me dirías
que fui engañada?”
“¿Huh? Sí, lo haría”,
Nick respondió sin dudarlo.
“... Eres horrible.”
“Sip.”
“También eres un
mentiroso.” Pero Karan no parecía estar criticándolo. “No puedo creer nada de
lo que dices. Realmente eres pésimo actuando como si no te importara”, dijo
ella.
Nick desvió la
mirada. Probablemente la habría ayudado si lo hubiera necesitado. También le
habría dicho lo que hizo el comerciante y cómo evitarlo en el futuro. Pero al
verla superar la situación por sí sola, se sintió extrañamente conmovido.
Estaba aprendiendo a cuidar de sí misma paso a paso. Incluso leyó sus
pensamientos y le dijo que era “malísimo” ocultándolos. Eso fue realmente
embarazoso.
“Lo que sea. Nos
están esperando, ¡así que entremos!”, dijo él, ocultando su vergüenza.
“Okay”, respondió
Karan. Ella se rió para sí misma y siguió a Nick tras él junto a Bond. Nick no
podía ver cómo ella movía su cola alegremente de un lado a otro. “Por cierto,
¿qué llevas?”
Nick llevaba una
tonelada de bolsas. Parecía el sirviente de una noble dama en un día de
compras.
“Oh,
estas son... Ya verás cuando estemos todos juntos.”
Los tres entraron en el Gremio de Aventureros Pescadores. Se abrieron paso
entre la multitud de aventureros, que discutían alegremente sus planes para hacerse
ricos rápidamente y presumían de sus propias aventuras, y buscaron a los dos
miembros restantes de su grupo. Este gremio era el punto de encuentro de los
aventureros intermedios, y siempre estaba abarrotado entre semana. No había
garantía de encontrar una mesa.
“¡Nick! ¡Karan! ¡Por
aquí!”
Esa preocupación
resultó ser infundada. Nick se dio la vuelta hacia la voz y vio a una hermosa
chica rubia y un sacerdote alto, ambos comiendo gachas de cebada que no se
veían particularmente bien.
“¿Hmm? Ustedes dos,
esto es un poco temprano para el almuerzo.” Dijo Nick.
“Este es nuestro
desayuno y almuerzo. Anoche me dejé llevar en el club de anfitrionas y bebí
demasiado alcohol”, respondió Zem tímidamente.
“¡No es culpa mía!
Debería haber ganado la carrera. Nadie podría haber predicho que se convertiría
en una pelea de dragones. ¡Los corredores de apuestas deberían habernos
devuelto el dinero!”, despotricó Tiana.
“Genial. No me
sorprende nada de esto.” Suspiró Nick y tomó asiento. Bond y Karan se sentaron
a ambos lados de él.
“Oh, vamos, eres
alguien para hablar. Ni siquiera actúes como si no hubieras derrochado ayer
también. ¿Qué pasa con todas esas bolsas?”, acusó Tiana.
“Todo esto es para
el trabajo.”
“¿Estás diciendo que
no gastaste dinero en tu idol favorita?”
“Urgh...”
Nick no creía haber gastado tanto como Zem y Tiana, pero sus bolsillos eran
considerablemente más ligeros. No todo su gasto fue en el concierto y la
mercancía, sin embargo. Reparó su daga y armadura, se mudó a una posada mejor,
buscó por todas partes ropa adecuada para el concierto y se dio un buen capricho
después de verse tentado por la deliciosa comida de Karan. Gastó el dinero como
si fuera un hombre mucho más rico.
Nick miró a Karan, y
ella desvió la mirada con culpabilidad. “... ¡No hablemos de eso! Tengo cosas
de trabajo que discutir”, dijo él.
“Vaya, vaya. Parece
que alguien se divirtió ayer”, dijo Zem burlonamente.
“Eso suena muy
indecente viniendo de ti, Zem. No vuelvas a decir eso.”
“¿De verdad hay
repugnancia en tu cara? Me duele.”
Zem soltó una
carcajada, y Tiana sonrió satisfecha.
“Todos ustedes
tienen muy malos hábitos”, dijo Bond, encogiéndose de hombros exageradamente.
“¿No te gastaste
toda la mesada que te di en un solo día?”, replicó Nick.
“Hmm-hmm, lo gasté
todo en libros. Estoy invirtiendo en mí mismo.”
“Sí, claro. Ninguno
de ellos era educativo.”
Cuando Nick se fue
al concierto de idols, le dio a Bond una mesada para que la gastara como
quisiera. Volvió a la posada y encontró novelas románticas y de aventuras
apiladas en su escritorio. Nadie podría haberlas comprado excepto Bond.
“Es importante estar
al día de la cultura popular”, respondió Bond a la defensiva.
“No hay nada malo en
tener un hobby. De todos modos, ¿tienen tiempo para hablar?”, preguntó Nick.
“¿De qué se trata?
Ah, sí, dijiste que tenías cosas de trabajo que discutir. ¿Tiene algo que ver
con esas bolsas?”, preguntó Tiana en respuesta.
“Sí, lo tiene...
Tengo buenas y malas noticias”, comenzó Nick siniestramente.
“No hables como si
fueras un vendedor turbio. Dínoslo sin rodeos”, intervino Tiana.
“Cielos, ¿esa es
forma de hablarle a alguien que trajo regalos para todos ustedes?”
Nick la ignoró. “Primero
tú, Bond.”
“Okay”, contestó
Bond, parecía inquieto. Sus ojos se centraron en las bolsas de Nick.
“Tu armadura está
lista. Aquí la tienes.”
Nick sacó el
contenido de una gran bolsa de compras y lo puso sobre la mesa. Era un peto de
color plateado y una espada lisa enfundada en una vaina, junto con un cinturón
y accesorios metálicos para equiparlos. Bond los cogió uno a uno y los miró con
alegría.
“¡Quiero ponérmelos!
¡Ayúdame!”
“Tranquilo, lo haré.”
Nick se colocó
detrás de Bond, le ayudó a ponerse los artículos y le ajustó el cinturón.
“Me sientan mejor
que cuando me los probé la primera vez”, dijo Bond.
“Eso es porque
fueron hechos a medida para tu estatura”, explicó Nick.
Nick llevó a Bond a
una armería en el Callejón del Martillo hace unos días. Su verdadera forma
podía haber sido una espada literal, pero no tenía un arma cuando estaba en
forma humana. Tampoco tenía armadura. Nick usó el presupuesto del grupo para
comprarle un conjunto de arma y armadura, y ya estaba listo para que se lo
pusiera.
“¿Y? ¿Qué tal me
veo?” Preguntó Bond alegremente, dando una vuelta.
“Te ves fuerte.
Supongo que la ropa realmente hace al hombre”, respondió Nick.
Bond bailó ágilmente
con la armadura y espada equipadas sin tropezar ni chocar con nadie, a pesar de
lo abarrotado que estaba el gremio. Fue lindo e impresionante.
“Sí, tienes buen
aspecto”, dijo Karan.
“Te queda bien”,
felicitó Zem.
“Se ve sorprendentemente
natural”, coincidió Tiana.
Animado por sus
palabras de elogio, Bond giró en su sitio. Continuó hasta que Nick le dijo que
se sentara antes que empezara a molestar a la gente.
“Muy bien, eres la
siguiente, Karan”, dijo Nick.
“¿Huh? ¿Yo?”
respondió ella.
“No es un regalo,
exactamente... pero es importante. Aquí tienes.”
Nick sacó una caja
de metal nueva. Tenía un asa en la parte superior y una cerradura de aspecto
muy robusto, y no tenía ni un rasguño. Era la viva imagen de la seguridad. Lo
único inusual en su aspecto era una piedra incrustada junto al ojo de la
cerradura.
“No es una caja
fuerte cualquiera — es mágica. Repele los hechizos de apertura y sondeo como
medida contra los ladrones. Además, es muy resistente. Al parecer, es capaz de
resistir los pisotones de un dragón”, explicó Nick.
Karan miró la caja
fuerte tan de cerca que parecía que intentaba hacerle un agujero. Esta era la
primera promesa que Nick había hecho cuando formaron el grupo. Le confiaría la
caja fuerte a Karan, le daría la llave a Zem y gestionaría el libro de cuentas
él mismo, mientras que Tiana vigilaría el libro de cuentas y el dinero. Esta
caja fuerte era la prueba que iba a cumplir su promesa de que todos
desempeñarían un papel y se mantendrían controlados.
“Había estado
guardando el dinero temporalmente, pero a partir de ahora lo pondremos en esta
caja fuerte. Cuídalo bien”, dijo Nick.
“O-okay”, respondió
Karan, tomando la caja fuerte con reverencia. La sostuvo con tanta delicadeza
como si fuera un pajarito que se hubiera caído de un árbol.
“No tienes que
sostenerla así, Karan. No se va a romper.”
“C-cállate.”
Avergonzada, Karan puso la caja fuerte delante de ella sobre la mesa.
Nick luchó por
contener una sonrisa, y luego sacó dos llaves. “Las llaves son para Zem”,
anunció él.
“Ya veo...”,
respondió Zem. Cogió las llaves con el mismo cuidado y las miró con gran
interés. Parecían perfectamente normales, salvo por una piedra incrustada en el
arco que se parecía a la de la cerradura de la caja fuerte.
“Esta llave también
tiene una característica especial de seguridad. La caja fuerte no puede abrirse
ni cerrarse a menos que las piedras de la cerradura y la llave reaccionen entre
sí. Esto evita que alguien abra la caja fuerte con una falsificación. También
te doy una de repuesto, para que no la pierdas.”
“Las guardaré con
cuidado.”
“A continuación, voy
a gestionar el libro de cuentas. Ya lo he estado haciendo, así que acabo de
comprar un bolígrafo nuevo.”
Nick sacó un
bolígrafo del bolsillo de su pecho y se lo mostró a los demás. Era una pluma
estilográfica con un diseño sencillo. No era mágica como la caja fuerte y las
llaves, pero era ligera y cómoda de sostener. Estaba bastante orgulloso del
resultado de sus compras.
Una persona en
particular le miró con aburrimiento.
“Oye, ¿a mí no me
toca nada?”, preguntó Tiana.
“No creí que
necesitaras nada, pero...” Nick sacó un largo estuche de madera y se la dio.
“Huh... ¿Puedo
abrirlo?”
“Adelante.”
Tiana abrió el
estuche para revelar un marco rectangular de madera que contenía columnas de
cinco bolas cada una. Las bolas eran piedras pulidas, y brillaban tenuemente
cuando Tiana las tocaba.
“¿Esto es... un
ábaco mágico?”, preguntó ella.
“Bien, ya sabes lo
que es. Así no tengo que explicártelo.”
Un ábaco mágico era
un ábaco que realizaba automáticamente cualquier cálculo que el usuario
deseara. Tenía dificultades con las ecuaciones complejas, pero podía realizar
operaciones aritméticas básicas y otros cálculos cotidianos, como determinar
promedios, áreas y volúmenes.
“Había muchos tipos
diferentes y no estaba seguro de cuál comprar, así que me quedé con el más
popular. Si quieres otro tipo, aún podemos devolverlo...”
“No te preocupes,
éste servirá.” A pesar de su tono altanero, enseguida empezó a probar el ábaco
mágico mientras sonreía. Los demás observaron con interés cómo las bolas
brillantes se movían solas.
“Genial. Haz buen
uso de él”, respondió Nick.
Nick sintió una
sensación de confusión en el corazón al ver a los miembros de su grupo estudiar
alegremente sus regalos. El grupo que había propuesto al principio por fin se
había hecho realidad. No se iban a limitar a sobrevivir, sino que iban a
esforzarse por mejorar como aventureros.
Nick contuvo las
lágrimas y se preparó. Se sentía lo suficientemente valiente como para sacar el
siguiente tema.
“Muy bien, se
terminaron las buenas noticias. Pasemos a las malas.”
“Oh sí, dijiste eso
al principio. ¿Pasó algo?” Preguntó Tiana.
“No, no es nada
grave. Pero...” Nick se detuvo, incapaz de decirlo. Eso dio a los demás un mal
presentimiento. “... Será más rápido solo mostrándoles.” Sacó una pequeña bolsa
de tela de su bolsillo. “Abre la caja fuerte, Karan. Todavía no está cerrada.”
“O-okay.”
Karan abrió la caja
fuerte. Había una serie de particiones en el interior. Tenía un bolsillo para
meter monedas y varios espacios para guardar contratos doblados y otras cosas.
Nick contó las monedas en su bolsa y las puso en el bolsillo de la caja fuerte.
“Tenemos dos monedas
de cobre... y tres monedas pequeñas de cobre”, dijo Zem, contando.
“Pensé que, si
íbamos a conseguir una caja fuerte y un ábaco, también podría apostar por la
calidad, así que acabé gastando más de lo que pretendía... Esta es la totalidad
de los fondos de los Supervivientes”, dijo Nick.
“Um, así que...” Tiana se detuvo, como si le doliera la cabeza. Nick dijo
la cruel verdad que todos habían razonado.
“Hemos utilizado
casi todo el presupuesto del grupo. Sólo nos quedan doscientos treinta dinas.”
Todos se quedaron
mirando el interior de la caja fuerte en un silencio estupefacto.
“... Pfft.”
“E-esto...
ciertamente no es lo ideal...”
“No tenemos
remedio... Ja-ja...”
“¡Ah-ha,
ah-ha-ha-ha! ¿Cómo es que hacemos esto cada vez? ¡M-mi estómago...!”
Tiana, Zem y Karan
estallaron en carcajadas. Los aventureros de las mesas cercanas se asomaron
para ver qué pasaba y empezaron a reírse también al oír el poco dinero que les
quedaba. Algunas personas empezaron a increparles.
“¡Cállense! ¿Quién
dijo eso?” Gritó Nick en respuesta.
“¡Asegúrate de
ahorrar, o terminarás en la calle!”
“¡Así es! ¡Eso no es
un subsidio!”
“¡¿Perdón?!” Nick
volvió a gritar, pero Bond se encogió de hombros.
“No te queda más
remedio, Nick. Tu única opción es seguir aventurándote”, dijo él.
“Santo Dios...
¡Basta de risas! ¡Tenemos que ponernos a trabajar!” Gritó Nick. Aplaudió, pero
los demás estaban perdidos en su pequeño mundo, incapaces de salir de su ataque
de risa.
Ahora que lo
pensaba, 230 dinas no era nada despreciable. Después de todo, doscientas dinas
bastaban para comprar gachas de cebada y cerveza en el Gremio de Aventureros
Novatos. Incluso podría disfrutar de esas gachas insípidas ahora, si las comía
con estos compañeros.
“¡Se terminó la
reunión! ¡Nos vamos al laberinto! ¡Ahora!”
“““¡Okay!”””
≪ •❈• ≫
Una sonrisa se
dibujó lentamente en el rostro de Bond mientras observaba cómo Nick y los
miembros de su grupo montaban una escena. Estaban demasiado distraídos para
prestarle atención.
Lo importante es que
salí del laberinto.
Bond
no dijo ninguna mentira cuando se encontró con ellos en el laberinto. Era
cierto que había sido engañado y encerrado por el Gremio de Aventureros — y que
había sufrido durante años sin un espadachín que lo empuñara. Incluso había
sentido un leve anhelo de trabajar con un grupo de aventureros como el que
tenía ahora. Se estaba divirtiendo mucho. Pero había una cosa importante que
aún no había mencionado.
La presencia del mal
ha crecido... El sello de los demonios puede estar deshaciéndose. Padre se
habría enfadado conmigo si me hubiera contentado con trabajar arduamente en el
laberinto.
Los grandes demonios
aparecían en el mundo de los hombres una vez por milenio — o una vez cada
varios siglos en el ciclo más corto. El largo período de tiempo entre
apariciones significaba que, aunque la noticia de los demonios se transmitiera
en forma de leyenda, la gente siempre olvidaba o minimizaba el peligro y
comenzaban las luchas entre ellos. La última guerra fue tan extrema que la
civilización casi llegó a su fin.
La
misión que se le encomendó a Bond cuando sobrevivió a la guerra era mantener
una posición lo más libre posible y vigilar el mundo de los hombres. Esa misión
fue la razón por la que hackeó la seguridad del laberinto, guio a los
aventureros por su camino e insistió en que le llevaran con ellos.
Espero que mi temor
sea infundado... Pero puede que los necesite para que se conviertan en héroes, pensó Bond mientras observaba la trifulca del grupo.
“¡Deberíamos elegir un laberinto donde podamos ganar más dinero! ¡Por ejemplo, un lugar donde pueda acabar con hordas de monstruos a la vez con mi magia, o donde podamos recoger un montón de hierbas valiosas! ¿Conoces alguno así?”, preguntó Tiana.
“¿De verdad crees que cualquier laberinto puede ser tan conveniente? Vámonos!” espetó Nick.
“¡Oh, vamos, debes conocer alguno! ¡Quiero hacerme rica!”
“¡¿Crees que yo no?!”
¿De verdad estos cuatro lo harán?, pensó Bond mientras los veía gritarse entre ellos por dinero. Sin embargo, cualesquiera que fuesen sus dudas, no eran personas desagradables. Deseaban dinero, pero no ansiaban el poder. Sintieron simpatía por Bond y acordaron no entregarlo al Gremio de Aventureros. Su amabilidad lo llenó de deseos de vigilarlos y protegerlos.
Aunque en realidad, en ese momento estaban cuidando de él. Bueno, al menos me estoy divirtiendo.Había vivido una larga vida... si es que se podía decir que una espada vivía. Ser recogido por este grupo de aventureros podría no haber sido algo tan malo.