Failure Frame Vol. 1 Prólogo
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Failure Frame volumen 1 prólogo en español
Prólogo
ESTÁBAMOS EN UN VIAJE ESCOLAR cuando sucedió.
Toda la clase 2-C de la Academia Okito iba en un autobús que serpenteaba por las montañas. Algunos dormían, otros jugaban con sus smartphones, otros se miraban en pequeños espejos de maquillaje o simplemente estaban sentados allí mirando con expresión de mareo. Pero quienes más destacaban, se encontraban todos juntos en la parte trasera del autobús.
“Las élites”, podría llamarlos.
“Hey Takuto, preséntame a una de tus
chicas un día de estos, ¿sí?”
“Juegas muy a la ligera con ellas,
Shougo. No mientas con tanta frecuencia, y lo pensaré.”
Ese era Kirihara Takuto. Dicen que
Dios no da con ambas manos, pero este tipo era guapo, carismático y bueno en
todo lo que intentaba — las mejores notas en todos los ámbitos. Él era el sol
alrededor del cual giraba toda nuestra clase. Una palabra suya, y hasta el aire
se sentaba y prestaba atención.
“Kirihara-kun, ¡eres un buen chico!”,
exclamaron algunas chicas en respuesta.
Si Kirihara Takuto era el
protagonista de la clase 2-C, Oyamada Shougo era su fiel compañero. Al lado de
Kirihara en todo momento, Oyamada era el yin delincuente del yang del chico de
oro, y su autoproclamado mejor amigo. Su rostro era áspero y tenía fama de
meterse en líos. Lo único positivo que se podía decir de él, era que tenía un
buen físico y que sabía pelear. Si se evaluara a las personas por lo
desagradables que eran en general, él ocuparía uno de los primeros puestos de
la lista.
El dúo Kirihara y Oyamada gobernaba
sobre todos los chicos populares de la clase.
“¿Por qué nunca vas por ninguna de
nosotras, Shougo?”, preguntó una de las chicas.
“¡Son todas demasiadas fáciles!”,
respondió Oyamada.
“Aw, vamos”, suspiró ella.
“¡Si quieres ser llamativa, al menos
tienes que vencer a la hermana menor de las Takao!”
“Whoa, ¡de ninguna manera, ¿estás
bromeando?! ¡Ella es, como que, apenas humana! ¡¿Cómo esperas que una chica
normal compita con eso?!”
“Heh, supongo que no tienes mucho con
que trabajar, ¿huh? ¡Ella nació con cien millas de ventaja sobre ti!”, se burló
Oyamada, claramente divirtiéndose. Parecía más animado que de costumbre — debió
de ser por el viaje de excursión escolar.
La chica de la que hablaba, por el
contrario, estaba sentada en silencio. Las Hermanas Takao, un par de gemelas
que siempre estaban juntas, eran famosas por ser extrañas. La mayor, Takao
Hijiri, era una belleza serena e impecable, mientras que su hermana menor,
Takao Itsuki, era mucho más llamativa y extrovertida. Eran otro par
impresionante y de altas estadísticas — Hijiri era la segunda más lista de la
clase, e Itsuki también quedó en cuarto lugar en nuestro último examen. Ambas
eran atléticas, con una figura a la altura, y su belleza dejaba boquiabiertos
al resto de la clase.
Siempre y cuando puedas ignorar lo
raras que son, pensé.
“Esta vista panorámica de las
montañas podría ser una ventana para expandir tu imaginación en direcciones
extraordinarias. Echa un buen vistazo ahí fuera, Itsuki”, dijo Hijiri.
“Ya lo estoy viendo, Aneki”,
respondió su hermana.
No importaba cuánto tiempo mirara por
la ventana, todo me parecía normal.
¿Realmente hay algo extraordinario
ahí fuera? ¿Pueden realmente las gemelas Takao ver algo que yo no pueda?
O quizá sea sólo Hijiri... No creo
haber oído nunca a Itsuki estar en desacuerdo con ella.
“¡Whoa! Pronuncie su nombre, ¡y ella
ni siquiera pestañeó! ¡Me ignoró por completo! ¡Oh, hombre, ella es tan cool!”,
dijo Oyamada emocionado.
“¿Podrías ser un poco más silencioso
ahí atrás, Oyamada-kun?”, una voz clara sonó a través del autobús.
“¿Huh?”
“Estoy tratando de leer.”
Se trataba de Sogou Ayaka, la líder
de nuestra clase. Cabello negro con una diadema, tez pálida, medias negras
inmaculadas — era tan atractiva que incluso se habían extendido rumores sobre
ella en otras escuelas, como algunas fotos de largo alcance que circulaban por
mensajería instantánea.
Se rumoreaba que pertenecía a una
familia muy rica — un costoso coche se detenía en la puerta todos los días para
recogerla después de clase. Había recibido formación en artes marciales, y sus
aptitudes académicas la situaban entre las mejores de la clase. No pertenecía a
ningún club, aunque demostraba su capacidad atlética en la clase de gimnasia —
e incluso a veces participaba en los torneos del club deportivo cuando la
necesitaban.
Si Kirihara Takuto era el
protagonista masculino de esta historia, Sogou Ayaka era la protagonista
femenina.
“¿Qué estás leyendo, Sogou?”, se
burló Oyamada mientras le arrebataba el libro. “Sigues leyendo libros impresos
hoy en día— ¿esto es un manga o qué? Oh, oye, una novela.” Nadie lo detuvo, por
supuesto — no había muchas personas en la clase 2-C capaces siquiera de
responderle. Arrancó la cubierta del libro para ver lo que había debajo.
Ese idiota siempre va demasiado
lejos...
“Devuélvemelo”, le espetó Sogou.
“¡¿'La historia de amor más increíble
que leerás este año'...?! Ooh, ¡Tengo que ver esto!”
“¡T-te he dicho que me lo devuelvas!”
“¿Estás bromeando? ¿Nuestra
estudiante número uno lee este tipo de basura? En el fondo, Ayaka-tan, ¡sólo
eres una dulce niña que lee novelas románticas!”
“¡¿Y-y qué?!”
“¡Ugh, ¡tantas malditas palabras!
¡Nunca podría acabar con esto... mis ojos... se salen de la página... mis
neuronas se están muriendo...!”
“Entonces, regrésamelo.”
“Huh, ¿lo quieres de vuelta?” Oyamada
se burló. “Ahora, ¿qué debo hacer~? ¿Quizás te lo devuelva si intercambias IDs
de R@IN conmigo...?”
Lo cierto era que Oyamada estaba muy
enamorado de Sogou, pero solo lo demostraba a través de esa vieja y retorcida
forma de afecto en la que un chico se mete con una chica para llamar su
atención.
“¡Oyamada-kun, sólo devuélvemelo!”,
dijo Sogou.
Estaba claro que ella no era
consciente de lo que él quería en realidad — siempre había pensado que era un
poco ajena a ese tipo de cosas.
R@IN era una aplicación de mensajería
instantánea, la más popular del mundo. Pero sólo se podía hablar con una
persona allí si ésta lo permitía, y Oyamada quería que Sogou abriera esa
puerta.
Seguramente me vería muy bien si me
apresurara a defenderla ahora mismo...
Pero sabía que era sólo un
pensamiento superficial. Un personaje de fondo como yo saltando en su defensa
sería tan útil como una fuerte brisa.
Nada de nada. Sin sentido. Sin valor.
El PERDEDOR usó un GESTO
INSIGNIFICANTE. No es muy efectivo...
Sabía que con un tipo como Oyamada,
involucrarse probablemente sólo empeoraría las cosas. Si alguien en la cima de
la jerarquía de clases como Sogou no puede enfrentarse a él, ¿qué se supone que
puede hacer un tipo de fondo como yo?
Hoy parece apagada, y su cara está un
poco roja... oh, lo entiendo. Le da vergüenza que la hayan atrapado leyendo
novelas románticas, ¿huh? Sus reacciones suelen ser más seguras que esto, pero
supongo que él la atrapó hoy...
En realidad, podría ser bastante
linda.
“Oyamada, vamos. Sólo devuélveselo.”
También me siento mal por ella.
“¿Qué acabas de decirme?”
“¿Huh?”
Esa voz defendiéndola... esa
era yo.
¿Qué...? ¿Qué estoy haciendo? ¿Por
qué estoy de pie?
“Mimori... Touka-kun, ¿cierto?
Entonces... ¿cuál es tu problema, hombre?”, preguntó Oyamada, sorprendido.
Seguro que se sorprendería —un personaje de fondo como yo no se enfrentaba a él
todos los días. Toda la atmósfera del autobús había cambiado— todos los ojos
estaban clavados en mí. El sudor me picaba en la frente.
“Uh... parece que Sogou-san realmente
quiere que te detengas, así que... “, me quedé a medias.
“Tú—”, empezó Oyamada.
“¿Huh?”
Él temblaba como gelatina recién
sacada del molde.
“Oooh, ¡m-miren a Mister Chico Cool
aquí!”, se burló, señalándome y exaltándose más a cada momento. “¿Quieres
recorrer el camino del A-M-O-R con Sougo-san? ¿Es eso? ¿Es eso lo que te
impulsa a ser tan increíblemente cool en este momento, Mimori-senpai?
¡¿Qué es esto, 'El Ascenso de los Personajes de Fondo'?!”
“¿Mimori-kun...?”
Sogou volteó hacia mí con una
expresión preocupada en su rostro. No estaba seguro de si eso era buena o mala
señal... pero esperaba que fuera lo primero.
Okay, ¿cómo sale Mimori Touka de
esta?
“Devuélveselo de una vez, Shougo.”
Aquello fue un salvavidas de Kirihara — ni siquiera Oyamada podía responderle.
“Tienes razón, Takuto. Deberíamos
conocer a este nuevo y genial Mimori-senpai en su lugar, ¿huh?”, replicó
Oyamada.
“No me incluyas en esto. No me
interesan los tipos como él.”
“Whoa, eso es frío, hombre. Supongo
que ésa es la verdadera diferencia entre nosotros — yo no puedo igualar ese
nivel de ser genial.”
“Haz lo que quieras con Mimori, pero
devuélvele a Sogou su libro de una vez. No me gusta cuando haces cosas como
esta.”
Algunos de los otros estudiantes, en
su mayoría las chicas, miraron anhelantes a Kirihara y susurraron entre ellos
acerca de lo amable que era. Oyamada le dio varias palmadas a Sogou en el
hombro con su novela.
“Lo siento, Sogou. Me dejé llevar un
poquito. Pero eres una persona lo suficientemente amable como para perdonarme,
¿verdad?”
Sogou le arrebató el libro y lo miró
con odio. Oyamada se llevó las manos a la cabeza en señal de rendición.
“Dije que lo sentía. Cielos...”
En silencio, Sogou volvió a guardar
la novela en su bolso. Parecía haber perdido el apetito por la lectura.
Sogou Ayaka no sólo era académica y
atractiva — también sabía artes marciales antiguas e incluso había utilizado
sus habilidades con Oyamada en una ocasión. Desde entonces, existía la teoría
de que Oyamada le tenía un poco de miedo. Bueno, en parte temeroso y en
parte atraído a ella, decía la gente.
Kirihara se puso los auriculares y
empezó a escuchar música. Oyamada se dejó caer en su asiento.
“¡Al diablo con esto!”
Pateó con fuerza el asiento de
adelante. La mayoría de los estudiantes, incluido yo, movimos la cabeza hacia
atrás, sorprendidos — e incluso el conductor se sobresaltó. Sólo Kirihara,
Shougo y las Hermanas Takao parecían imperturbables.
“Hey, ¿Yasu~?” Oyamada llamó al chico
tímido sentado delante suyo. Se inclinó hacia delante y rodeó con un brazo el
hombro de Yasu.
“¿Qu-qué pasa, Oyamada-san...?”
Yasu Tomohiro era la típica víctima
de bullying en el instituto. Oyamada lo había marcado para la carnicería desde
el principio — dos años atrás. Accidentalmente, Yasu había derramado su zumo y,
para su mala suerte, había empapado el smartphone de Oyamada y lo había
estropeado. Yasu había replicado que no era culpa suya, pero en aquel momento
él no sabía a quién le estaba replicando. Desde entonces, Oyamada no le ha
quitado los ojos de encima.
“R-realmente me sorprendiste con
eso...”, murmuró Yasu.
“¡Así que Mimori-senpai rompió la
jerarquía y trató de dar el golpe por encima de su categoría, y tú estás ahí
sentado actuando como si no tuviera nada que ver contigo! ¡Me molesta! ¡¿Tienes
algo que decir?! ¡Vamos! ¡Mírame a los ojos!”
“Yo-yo no tengo nada que decir... “,
murmuró Yasu.
“De todas formas, ¿por qué el bote de
basura del 2-C le responde a un hombre de verdad? ¡Cierra tu maldita boca!”
“...”
“¡Contéstame!”
“O-okay...”
¿Quieres que se calle o quieres que
te responda? Oyamada es un bicho raro...
“Dale un descanso al asunto ya, Oyamada.
Hoy en día, si vas demasiado lejos y él termina por suicidarse, tendrás
problemas, ¿entiendes? Tú también, Yasu. Si vas a saltar de un puente, no lo
hagas bajo mi responsabilidad.”
Ése era nuestro profesor, Zakurogi
Tamotsu. Enseñaba Educación Física y era amable con las chicas y duro con los
chicos.
No, espera, una pequeña corrección
ahí. Sólo es amable con las chicas bonitas.
En cuanto a los chicos, sólo se
interesaba por los primeros de la jerarquía de la clase, utilizándolos como
peones para mantenernos a raya al resto. Mientras todos estuviéramos bajo
control, podía ignorarnos a la mayoría de nosotros. El trato que recibíamos
variaba mucho de un alumno a otro — la “igualdad” era un concepto vacío en la
clase de 2-C. El orden social se aplica a todo el mundo y a todo lo demás. No
había escapatoria.
“¡Entendido! Apártate.”
Oyamada sabía cuándo hacerse el
tonto, retroceder y seguir órdenes. Siempre se las arreglaba para quedar bien
con los adultos y los profesores —cuando le apetecía, al menos— creando un
pequeño espacio en el que refugiarse si las cosas se ponían feas. Esto hizo que
la red que extendió a su alrededor fuera tan tóxica.
Juntó las manos en un exagerado gesto
de disculpa.
“¡Lo siento por todo eso, Yasu-kun~!
Pasemos página — ¡soy muy bueno en eso!”
No parecía arrepentido en absoluto.
Estirando bien sus brazos y piernas,
Oyamada se lanzó hacia atrás en su asiento con un ruidoso suspiro.
“¡Mimori-senpai empieza a actuar como
el protagonista, ¡y ahora esta preciosa y chispeante escena de viaje escolar
está arruinada! Qué hice para merecer esto—”
Fue entonces cuando sucedió. Sin previo aviso, justo en ese momento—
Una luz blanca se filtró a través de las ventanas del autobús.