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Goblin Slayer Vol. 1 capítulo 10

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 Goblin Slayer volumen 1 capítulo 10 en español


Esperaaa...!!
Goblin Slayer vol. 1

 Adormecido


Incluso ahora, recordaba cuando su hermana mayor lo regañó.

Fue cuando él hizo que esa chica, su amiga de la infancia, llorara.

¿Por qué? Cierto… se iría de viaje a la ciudad. Iba a quedarse en una granja.

Ella le había contado todo. Él se había puesto celoso. No pudo evitarlo.

Él no sabía nada de la vida fuera de su pueblo. No sabía el nombre de las montañas a lo lejos ni nada que estuviera más allá de ellas.

Sabía que si seguía el camino lo suficiente, llegaría a una ciudad, pero lo que eso significaba, qué clase de ciudad era, él no lo sabía.

Cuando era más joven, había pensado que se convertiría en un aventurero. Dejaría el pueblo, tal vez mataría un dragón o dos, y luego volvería a casa como un héroe, un aventurero de rango Platino.

Por supuesto, después de crecer un poco, él se había dado cuenta que era imposible.

No, no imposible.

Pero tendría que dejar a su hermana. La hermana que lo había criado después de que sus padres murieran.

Él podría haberse convertido en un aventurero. Pero decidió no elegir ese camino.

Por eso estaba enojado con su amiga.

Cuando su hermana lo llevó de la mano a casa, ella lo regañó.

— ¡Cuando envidias a alguien, te conviertes en un goblin! Y —Se supone que debes proteger a las chicas.

Su hermana era sabia.

No era que tuviera mucho conocimiento, pero su mente era aguda. Tal vez la mente más aguda en el pueblo. De hecho, se ganaba su comida enseñando a los niños locales a leer y escribir.

Los niños eran necesarios para trabajar en las granjas de sus familias, pero la alfabetización también era importante.

Después de todo, ella trató de mostrarle a su hermano pequeño la importancia de usar su cabeza. Ella le dijo, —Si sigues pensando, eventualmente conseguirás algo.

Su hermana debió haber soñado con ir a la ciudad a estudiar. Pero ella se quedó en el pueblo por su bien. Así que él también se quedaría. Por el bien de ella.

Para él, eso era algo obvio.

Cuando llegaron a casa, su hermana le preparó un estofado de leche y carne de pollo.

Él amaba el estofado de su hermana.

Pedía otro tazón, y luego otro, pero ahora no podía recordar su sabor.

Sin duda porque esa fue la última vez que lo probó antes de que ellos aparecieran...

Abrió los ojos lentamente.

Se levantó de la alfombra y observó un techo familiar.

Su cuerpo todavía le dolía. Gradualmente estiró sus miembros, y luego calmadamente tomó sus ropas. Una camisa sin adornos. La tela era delgada gracias a los lavados repetidos y desprendía débilmente el aroma del jabón. La camisa le impedía quemarse con el sol. Y

escondía las cicatrices que le cubrían todo el cuerpo.

Luego puso una prenda de algodón grueso sobre la camisa.

Cuando fue a ponerse el casco de acero y la armadura, recordó que los había dejado a una herrería para reparar.

Tampoco tenía escudo. Había recibido un golpe crítico de ese ogro.

—... Hmph.

No había nada que hacer al respecto. Puso la espada en su cadera como un mínimo de seguridad. Su campo de visión parecía excepcionalmente amplio y brillante, su cabeza era demasiado ligera, y eso lo inquietaba.

— ¡Buenos días! ¡Seguro que dormiste bien! La voz le llegó como un ataque sorpresa.

Era esa chica, su amiga de la infancia, que se inclinaba hacia su habitación, con el pecho apoyado en el alféizar de la ventana abierta.

Una brisa sopló en la habitación. No había sentido el aire de principios de verano como este en su piel desnuda desde hace mucho tiempo. Su amiga usaba su ropa de trabajo. Un poco de sudor cubría su frente. De la luz que entraba, adivinó que el sol ya estaba en el cielo.

—Lo siento, dijo, ofreciendo palabras de disculpa por haber dormido demasiado. Parecía que ya había empezado a cuidar a los animales. Había perdido por completo la oportunidad de ayudar.

Ella le hizo un gesto con la mano, sin ningún indicio de molestia en su tono. —Oh, no, está bien. Estabas cansado. Porque de lo contrario, nunca te perderías la inspección de la mañana.

¿Dormiste bien?

—Sí.

—Parece que va a ser muy caluroso hoy. ¿Seguro que no estarás demasiado acalorado con esa ropa?

—...Tal vez tengas razón, dijo con un lento movimiento de cabeza. Ella tenía razón. Y

realmente, el grueso algodón se interponía en su camino mientras trabajaba. Así que se quitó la prenda de algodón que usaba debajo de su armadura y la tiró en la cama.

—Dios, no tienes que ser tan duro con eso. Lo romperás.

—No importa.

—Por supuesto que no... Ella dio un profundo encogimiento de hombros y entrecerró los ojos como si estuviera cuidando de un niño. —Bien por mí. Tengo hambre. El tío ya debería estar listo. Dense prisa y desayunen.

—Bien, respondió con calma y salió de su habitación.

El dueño de la casa, ya sentado a la mesa del comedor, se quedó con los ojos muy abiertos cuando vio la figura en la puerta.

—Buenos días señor.

—Sí... sí. Buenos días.

No prestó atención a la reacción del tío, se limitó a asentir con cortesía y se sentó frente a él.

El tío se movió incómodo.

—Tú, uhh, has despertado bastante tarde hoy...

—Sí. Asintió firmemente. —Me quedé dormido. Haré mi inspección más tarde.

—Ya veo... La respuesta salió casi como un gemido. Abrió la boca, luego la cerró de nuevo.

—Deberías... descansar un rato. No puedes trabajar si no tienes fuerzas, ¿verdad?

Se quedó en silencio por un momento, luego asintió. —Cierto.

Esto fue lo más cerca que llegaron de una conversación.

Sabía que el dueño de la granja era una buena persona. Trataba a su sobrina como a su propia hija. Pero también sabía que él no le agradaba al dueño, o al menos lo encontraba desconcertante.

Era elección de cada persona quien les gustaba y quién no. Desde luego, no tenía necesidad de tratar de convencerlo de cambiar su forma de ser.

— ¡Uf! ¡Siento la demora! Voy a apagar la comida en un segundo. Momentos más tarde, su amiga llegó corriendo y comenzó a poner los platos sobre la mesa. Queso y pan y una sopa cremosa. Todo con productos frescos de la granja. Comía rápidamente, como siempre.

Cuando hubo terminado, apiló los platos vacíos, empujó su silla hacia atrás ruidosamente y se puso de pie.

—Me voy.

— ¿Qué? ¿Estás lista para hacer las entregas? A sus palabras, ella comenzó a limpiar apresuradamente. Ella metió un pedazo de pan en su boca de una manera bastante indecorosa. Mirándola, el dueño de la granja apretó los labios con mal humor.

— ¿La carreta otra vez?

—Oh, tío, eres tan sobreprotector. Te lo repito, soy mucho más fuerte de lo que parezco...

—Yo los llevaré, dijo él. La chica y su tío intercambiaron una mirada. ¿No había sido suficientemente claro?

—Yo los llevaré, repitió. Ella parecía confundida, sin mirarlo completamente, luego sacudió la cabeza.

—No, tú... no tienes que hacer eso. Necesitas descansar.

—Mi cuerpo se ablandará, dijo con calma. Además, tengo cosas que hacer en el Gremio. Él sabía que no decía mucho. No podía recordar si siempre había sido así. Pero sabía que por más simple que fuera, ella siempre estaba buscando maneras de cuidarlo. Así que con más razón diría claramente lo que tenía que decir.

—Está bien, dijo, y salió del comedor.

Ella podía oír sus pasos mientras se apresuraba tras él.

El carro estaba esperando justo afuera. Las entregas para el Gremio de Aventureros habían sido cargadas la noche anterior. Tiró de las cuerdas para asegurarse de que todo estaba seguro, luego tomó las riendas y comenzó a jalar.

Las ruedas crujieron, retumbando por el sendero de grava. Podía sentir el peso en sus brazos.

— ¿Estás seguro de que estás bien? Justo cuando llegó a la puerta, ella llegó corriendo, respirando con dificultad. Ella lo miraba de frente.

—Sí. Asintió brevemente, luego dio otro empujón.

El camino hasta la ciudad estaba rodeado de árboles. Caminaban despacio, paso a paso, sintiendo la tierra bajo sus pies.

Tal como había dicho, el día parecía caluroso. Aún no era mediodía, y los rayos del sol palpitaban. Estaba transpirando en unos instantes. Debería haber traído una toalla de mano.

Él solo estaba imaginando que si no entraba en sus ojos no sufriría daño cuando algo suave le rozó su frente

— ¿Qué pasó con descansar? Las mejillas de la chica se torcieron con molestia mientras se limpiaba la frente con un pañuelo. —Te desmayaste en cuanto volviste y dormiste durante días.

¿Sabes lo preocupada que estaba? Él fingió pensar por un momento, y luego sacudió la cabeza. Seguramente no era tan importante.

—Eso ya fue hace tres días.

— ¡Hace sólo tres días!

—Es por eso que te dije que no se excedieras, dijo ella mientras extendía la mano y se limpiaba el rostro. — ¡Apenas puedes estar de pie! Necesitas descansar.

Todavía tirando del carrito, él suspiró. —Tú…

— ¿Huh?

—... te pareces mucho a tu tío.

Parecía que no podía decidir si eso la hacía sentir feliz o enojada. De cualquier manera, no parecía dispuesta a retroceder.

—Es sólo un poco de exceso de trabajo. No tienes que preocuparte por mí, explicó con una ligera molestia.

No. No fue molestia. Simplemente odiaba que le recordaran que apenas y podía cuidarse.

—Ya me lo recordaron antes. Así que no voy a cometer el mismo error dos veces.

— ¿Es eso lo que te dijo tu amiga Sacerdotisa? Él la miró por el rabillo del ojo y vio que sus mejillas todavía estaban hinchadas con un poco de mal humor.

—No.

Miró de nuevo hacia adelante y le dio otro empujón de la carreta.

—Otro miembro del equipo dijo eso.

—Hmm, dijo, calmada. —Te estás aventurando con mucha gente nueva en estos días.

—Sólo fue por esta misión.

—Parece que estás planeando ir a más, ¿no?

No pudo responder. No sabía qué decir.

Sería una mentira decir que no tenía tal intención. Había cosas peores. Pero, ¿saldría de su camino para invitarlos a su próxima misión...?

En ese momento, el viento aumentó. Cerró los ojos, oyendo el susurro de las ramas y tomando la luz que se filtraba a través de las hojas de los árboles.

Dejaron de hablar.

La brisa. Sus pasos. Su aliento. El retumbar de las ruedas girando.

Un ave cantó en alguna parte. Un niño gritó mientras jugaba. El tumulto de la ciudad estaba todavía lejos.

—Esto es agradable. El murmullo escapó de repente de sus labios.

— ¿Qué…?

—Esto es mejor que cazar goblins.

—Geh, realmente sabes cómo encantar a una chica.

—Ya veo…

Al parecer, todavía no se comunicaba con claridad.

—Si no sabías qué decir, era mejor no decir nada. Él la observó confundido por el rabillo del ojo. Y siguió empujando la carreta en silencio.

— ¡Heh-heh! Ella se rio de repente. Como si fuera inesperado incluso para ella.

— ¿Qué?

— ¡Nada!

— ¿De verdad?

—De verdad.

Ella caminaba tarareando una melodía que él no reconocía. Sin embargo, no había necesidad de reconocerla. Ella estaba feliz. Eso era suficiente.

Estacionaron la carreta en la entrada trasera y entraron en el vestíbulo del gremio. Todo estaba tranquilo. Era casi el mediodía, por supuesto, la mayoría de los aventureros ya habían salido.

O tal vez todos estaban en la capital, últimamente habían tenido muchos problemas. En el Salón del Gremio, había unos cuantos encargados que archivaban el papeleo y unos cuantos aventureros que él conocía estaban tomándose un descanso, pero eso era todo. Muy pocas personas parecían estar esperando a alguien, y la fila para ver a la recepcionista era corta.

—Perfecto, dijo su amiga de la infancia con un aplauso feliz. —No tendré que esperar por siempre para obtener la firma que necesito. Yo me encargaré de eso y volveré, pero... dijiste que tenías algo que hacer, ¿verdad?

—Sí.

—Bueno. Bueno, cuando hayas terminado, nos reuniremos aquí y volveremos a casa juntos.

—Está bien.

La observó correr con una sonrisa, luego echó un vistazo por el vestíbulo.

No veía a quién estaba buscando. Tal vez era un poco temprano.

En ese caso, él esperaría en su asiento habitual junto a la pared. Se encaminó con su paso característico...

— ¿Hrm...?

... y casi golpeó a una persona sentada en la silla. Esa persona lo miró con recelo. Era el aventurero que empuñaba una lanza.

El lancero se dejó caer en la silla, con los hombros caídos, mirándolo abiertamente.

—Nunca he visto a alguien tan en forma y tan pálido a la vez. No reconozco tu cara. ¿Eres nuevo por aquí?

—No.

Meneó la cabeza una vez mientras hablaba. Por supuesto, el hombre lo reconoció. Y por supuesto, sabía que no era nuevo.

Pero parecía que el lancero se negaba a creer que realmente era él sin su armadura habitual.

El lancero se dirigió a él con el tono que uno podría usar con un colega desconocido.

—Supongo que no. Los aventureros que quieren ganar dinero en estos días van a la capital,

¿eh? Dijo. Debes estar aquí para descansar o algo así.

El recién llegado asintió y el lancero rio.

—La capital es un lugar difícil. Puedo ver por qué querrías tomar un poco de tiempo libre. Con un movimiento ágil, se enderezó y ajustó el agarre de su lanza. —Oí que todos están preocupados por espíritus malignos o algo por el estilo. ¿Una batalla para salvar al mundo?

Suena como una forma infame de hacerse un nombre.

— ¿No vas a ir allí?

— ¿Yo? No seas ridículo. Lo único por lo que lucho es por mí. No es por el dinero ni por el destino del mundo.

—Bueno, replicó el lancero, —por mí y por... Le dio una mirada significativa a la recepcionista.

Cuando el recién llegado siguió la mirada del lancero, vio a la recepcionista corriendo como un cachorro emocionado. Al parecer, una multitud de aventureros no era lo único que mantenía al gremio ocupado.

—... Razones personales, terminó el lancero. —No una causa preciosa.

— ¿Enserio?

—Por supuesto. Diciendo esto, El lancero se dejó caer en la silla.

Ambos vieron a la bruja sensual acercándose ellos.

—Bueno, veras. Dijo el lancero —Tengo una cita con… o debería decir; un asunto en unas ruinas. Deséame suerte…

—Lo haré, asintió en silencio

—En verdad eres una persona interesante. Dijo el lancero con una sonrisa. —No pareces ser tan malo.

Cuando los dos salieron de la habitación, la bruja miró de nuevo a este “recién llegado” y le dio un guiño significativo y una sonrisa pícara.

—Ten cuidado, dijo.

—Lo haré.

Y luego se sentó en la silla vacía.

Se quedó mirando fijamente el alto techo del Salón del Gremio. Era hasta ese momento que él se enteraba que el lancero y bruja estaban juntos en un equipo. Y él creía que los conocía bastante bien.

— ¡Um, Goblin Slayer-sama! Goblin Slayer-sama, ¿está aquí?

Esta vez, una voz vacilante. Él cambió su mirada hacia el sonido pero no movió su cabeza, un viejo hábito de usar el casco durante tanto tiempo.

Allí vio al aprendiz del taller, con un delantal de cuero manchado de grasa.

—Ese soy yo.

—Oh, gracias a Dios. No sabía quién eras. El jefe te está llamando. Dice que el trabajo está hecho.

—Perfecto. Estaré ahí.

El edificio del Gremio no era sólo para entregar misiones; Acogía todo tipo de actividades empresariales. Además de las oficinas, había una posada, una taberna, una tienda de artículos y una tienda de equipo. Por supuesto, no era absolutamente necesario que las tiendas como éstas formaran parte del edificio del Gremio. Pero en lo que respecta al Estado, era conveniente mantener a los ‘mercenarios’ en un solo lugar en la medida de lo posible, en lugar de hacerlos vagar por la ciudad.

Cuando se levantó y se fue, se dirigió a uno de los talleres del Gremio. A través del edificio, en otra habitación más adentro. Frente a una forja resplandeciente se alzaba un anciano que agitaba incesantemente un martillo, transformando una espada que acababa de salir del molde en un arma templada.

Por supuesto, era un artículo de producción en masa que no tomaba demasiado tiempo forjar; Nada comparado con las espadas legendarias. Pero también, la capacidad de forjar esencialmente la misma espada, una y otra vez, casi sin variación, era un talento notable.

—... Estás aquí. El anciano lo miró. El anciano tenía una barba tan espesa que podría haber pasado por un enano. Podría haber sido a causa de estar largas horas en la fragua lo que lo hacía mirar con un ojo casi cerrado y el otro anormalmente abierto No era una mirada atractiva.

—Pones ordenes de pedido, pero sólo para los productos más baratos. Dime, ¿cómo voy a ganar dinero de esa forma?

—Lo siento.

No lo lamentes. Sólo se más cuidadoso con mis productos.

—Lo intentaré.

—Hmph. Murmuró el anciano, no sería él si cayera en ese tipo de bromas... —Hmph ven aquí.

Le dijo mientras hacía señas. Cuando Goblin Slayer se acercó, el herrero le enseñó la armadura y el casco.

—Debería estar bien, pero pruébatelo para estar seguros. Voy a ajustarlo si es necesario. Sin costo.

—Gracias.

Su armadura sucia, doblada y machacada había sido reparada: No al punto de estar como nueva, pero estaba en un estado como lo había sido antes de su encuentro con el ogro. Por lo menos, podía confiarle su vida una vez más.

— ¿Y fuiste capaz de conseguir algún pergamino?

—Me diste el dinero, así que conseguiré la mercancía. Pero los pergaminos son raros. Y

costosos. El anciano soltó un resoplido y volvió a la forja. Sacó la espada de hierro que había hecho, la inspeccionó y luego la devolvió al fuego con un chasquido de su lengua. —Cuando algún aventurero encuentre uno y venga a venderlo, lo compraré para ti, pero eso es todo lo que puedo hacer.

—Lo sé. Pasando una bolsa de monedas de oro al aprendiz, caminó hasta un rincón del taller donde estaría fuera del camino.

El herrero incluso había atado un chaleco acolchado de algodón nuevo bajo su armadura.

Qué amable de su parte.

Guantes, cota de malla, armadura, placa de pecho, y luego el casco. Se puso el equipo mecánicamente, en el orden acostumbrado. Al hacerlo, escuchó la desconcertada voz del aprendiz.

—Jefe. Ese tipo es un aventurero de rango plata, ¿no?

—Eso he oído.

— ¿Por qué usa esa armadura? Si quiere moverse sigilosamente, tenemos mallas de mithril o...

— ¿No lo sabes, muchacho?

—No señor. ¿Por qué no una espada mágica en lugar de un pergamino?

— ¡Porque sólo un novato sería lo bastante tonto como para usar una espada mágica en una cacería de goblins!

El herrero golpeó el metal con todas sus fuerzas, un sonido claro resonó cuando el martillo golpeó la espada.

—Ese hombre conoce bien su trabajo.

¿No soy popular hoy?  pensó. Mientras llegaba desde el taller al vestíbulo, vio que alguien se acercaba rápidamente hacia él. Las pisadas haciendo un ruido * tap-tap-tap* estaban acompañadas con el rebote de unos hermosos pechos y un rostro que era todo sonrisas.

— ¡Goblin Slayer-sama! Llamó Sacerdotisa mientras se acercaba a él.

— ¿Si, qué?

— ¡Aquí, mira esto!

Ella lo alcanzó sin aliento y sacó su placa de rango. Ya no era de blanca porcelana, sino una reluciente obsidiana.

Oh.  ¿Así que se trata de eso?  

Él asintió con la cabeza a su sonriente compañera. —Ascendiste del 10° rango al 9°.

— ¡Sí señor, fui promovida! El sistema de clasificación de los aventureros se basaba en la cantidad de aportes que un aventurero había hecho al mundo, algunos se referían a esto como

“puntos de experiencia” o similares, pero en esencia se basaba en las recompensas que habían recibido. Aquellos que habían ganado una cierta cantidad podrían ser promovidos, luego de una cierta evaluación personal.

No debería haber algún problema con la personalidad de la sacerdotisa, por lo que esta promoción fue un reconocimiento de su creciente fuerza. —No estaba segura de poder hacerlo, pero creo que la batalla con el ogro contó mucho...

Dijo mientras deslizaba su dedo por sus enrojecidas mejillas.

—Ya veo.

¿Enserio, qué es un ogro?  

Oh, cierto, esa criatura que habían encontrado en las ruinas, ¿no? El asintió. Así que su pequeña expedición había sido muy importante, al final. Después de un momento de reflexión añadió brevemente:

—Bien por ti.

— ¡Es todo gracias a usted! Sus hermosos ojos lo atravesaban. Contuvo el aliento. ¿Qué debería decir?  Hubo una gran pausa.

—De ningún modo, él gritó. —Yo no hice nada.

— ¡Hiciste mucho! Respondió ella con una sonrisa. Me salvaste cuando nos conocimos.

Pero no pude salvar a tus compañeros.

—Es cierto, pero... Su rostro se puso rígido por un instante. No podía terminar su frase de manera comprensible.

Incluso él recordaba la horrible escena con demasiada claridad. El guerrero, la maga, y la luchadora, ella había perdido todo. Su equipo había sido masacrado.

La sacerdotisa tragó saliva y continuó. —Pero usted me salvó. Quiero al menos agradecerle por eso. Entonces sonrió. La sonrisa en su rostro era como una flor. — ¡Así que, gracias! dijo ella haciendo una profunda reverencia. Goblin Slayer había perdido las palabras y no respondió.

La sacerdotisa dijo que iría al templo para que la madre superiora supiera de su promoción. Él la observó salir con sus delicados pasos y sus manos agarrando firmemente su báculo.

Miró a la recepción, donde su amiga de la infancia aun parecía ocupada con el papeleo.

—Voy a descargar la carreta, dijo, y ella respondió con una sonrisa.

Saliendo del vestíbulo se dirigió a la entrada del Gremio. Tomó las verduras de la carreta una por una y las puso cerca de la entrada de la cocina. Trabajando bajo el ardiente sol, el sudor empezó a rodar por su frente debajo de su casco.

Pero proteger su cabeza era más importante. No podía bajar la guardia. Eso es lo que estaba pensando cuando:

—Hey... ¿Tienes un minuto? Gritó una voz de detrás de él.

Bajó la carga y se giró lentamente.

— ¿Orcbolg? ¿Qué estás haciendo...? Era la elfa. Sus largas orejas temblaban ligeramente.

— ¿Qué, corta-barbas está aquí? ¡Ya veo! ¿Deberías estar despierto?

—Escuché que dormiste durante tres días... pero ahora pareces estar perfectamente sano.

—Sus pasos lo delatan, ¿no? Dijo la elfa, al enano y al lagarto que estaban alineados con ella.

Parecía que los tres se habían instalado en la ciudad después de su cacería de goblins.

Tradicionalmente, los aventureros siempre habían sido vagabundos, cambiando su base de operaciones cuando era conveniente o necesario.

—Este es un buen lugar, dijo la elfa con una sonrisa. —Pero, ¿ qué estás haciendo? Ella se inclinó con gran interés.

—Estoy descargando esta carreta.

—Hmm... Espera, déjame adivinar... Estás falto de dinero, y tomaste un trabajo como repartidor.

—No, dijo enfadado. — ¿Necesitas algo?

—Oh sí. Este tipo, uh... La elfa señaló con su pulgar hacia el sacerdote lagarto. La lengua del hombre lagarto se deslizó hasta su nariz. Sus manos se movían incesantemente.

—Goblin Slayer-sama, yo... esto...

— ¿Qué?

—Quisiera pedir humildemente, algunos... ha...

— ¿Algunos qué? Preguntó Goblin Slayer.

El enano intercedió con una sonrisa. —Escamas quiere un poco de queso.

—Debería simplemente decirlo, sugirió la elfa, entrecerrando los ojos como un gato. El hombre lagarto siseó, pero ninguno parecía darle importancia. Tal vez estaban encantados de haber visto ese lado de su imperturbable compañero. Normalmente el hombre lagarto era el mediador del grupo.

Goblin Slayer podía ver que esto no iba a terminar pronto. Habían estado juntos en una sola misión. Había demasiadas cosas que él no sabía.

— ¿Con esto bastará?

Abrió uno de los paquetes de la carreta, sacó una pieza redonda de queso y la arrojó hacia ellos.

— ¡Oh-ho! El lagarto lo atrapó, y sus ojos se abrieron completamente.

Puedes pagarlo en la oficina del gremio.

—Sí, sí, entendido, Goblin Slayer-sama. ¡Oh, dulce néctar! ¡Bien vale su peso en oro! Estaba prácticamente bailando. Abrió la boca y tomó un bocado del queso.

La elfa dio una sonrisa irónica. —Supongo que incluso los chicos más serios tienen que dejarse llevar de vez en cuando.

—Ya veo. Goblin Slayer asintió. No se sentía mal por ello. Tomó el siguiente objeto de la carreta. Agarró la caja de madera, la recogió y la depositó. Luego la siguiente y la siguiente.

Era un trabajo sencillo, pero no le disgustaba. Cuando alzó la vista para verificar los cajones que faltaban, pero, la elfa todavía estaba de pie allí.

Ella se movió inquieta mientras lo observaba mover las cajas.

— ¿Q-qué? ¿Hay algún problema con que esté aquí?

—No. Agitó ligeramente la cabeza. —Pero hoy está haciendo calor.

— ¡E-Escucha! Su voz era un poco demasiado fuerte. Sus orejas se movían de arriba hacia abajo una y otra vez.

— ¿Y ahora qué? Preguntó con un suspiro.

—Um, estamos... estamos revisando algunas ruinas ahora...

—Ruinas.

—Sí, como hicimos en nuestra última misión. Tratando de averiguar lo que los espíritus malignos están planeando...

—Ya veo.

—Pero nuestro equipo no tiene a alguien para la vanguardia, ¿verdad? Es decir, soy una ranger;  Escamas es un sacerdote.  Y el enano es un lanzador de hechizos.  Jugaba con su cabello mientras hablaba sin mirarlo a los ojos.

—Estoy de acuerdo, respondió él. Todo lo que había dicho era cierto.

—Entonces, quiero decir... Ella se detuvo y miró el suelo. Esperó a que continuara. —Pensé que tal vez... tal vez deberíamos hablar contigo...

Estaba en silencio. ¿Era eso?  Levantó otra caja sin decir una palabra.

Las orejas de la elfa cayeron, y lo vio colocar la caja.

—Lo pensaré.

— ¡Sí! ¡Por supuesto! ¡Haz eso! Con una pequeña señal, se dirigió hacia el Salón del Gremio.

El enano la siguió, acariciándose la barba con una mano y con la otra tirando del hombre lagarto, quien todavía encantado con su delicioso tesoro.

— ¿Qué te parece corta-barbas? Orejas largas eres complicada. ¡Simplemente deberías pedirle que nos acompañe!

—No me molestes, enano. Aún me quedan algunas flechas.

—Estoy temblando en mis botas, muchacha. Parecía que la elfa no estaba lejos del alcance del oído. Goblin Slayer vio cómo ambos se alejaban bromeando en voz alta.

Antes de que él lo supiera, casi había terminado de descargar la carreta. Soltó un suspiro y sacudió su casco. El sol estaba alto en el cielo. Era casi verano.

Entonces…

— ¡Yaaah!

— ¡Heeeeyah!

De repente, gritos, acompañados por el sonido de metal contra metal.

El sonido de una lucha con espadas.  Y no fue repentino. Simplemente no había estado prestando atención.

Estiró el cuello para encontrar la fuente del ruido. Estaba viniendo desde la plaza detrás del edificio del Gremio, justo enfrente de él.

—Ha-ha-ha, ¿llamas eso un golpe? ¡No siquiera podrías matar a un goblin con eso!

— ¡Maldita sea! Es demasiado grande; ¡Está atravesando mi defensa!

— ¡Muy bien, aquí vamos!

Un guerrero fuertemente armado estaba empuñando una gran espada con tanta facilidad que parecía no pesar más que un trozo de madera y se defendía de los ataques de dos muchachos jóvenes. Uno de los muchachos era el ranger del equipo del guerrero blindado, y el otro... era un guerrero novato. Sus movimientos eran inexpertos, justo lo que esperarías de un rango porcelana, pero se estaba esforzando en tratar de seguir el flujo del combate.

—No es una mala idea, respondió el guerrero blindado, — ¡pero no funcionará si se lo gritas a tu oponente!

— ¡¿Yrrrahhh?!

¡Waaagh!

El abismo de la experiencia y la fuerza era simplemente demasiado grande. El guerrero los manejaba con facilidad.

Parecía que Goblin Slayer estaba ligeramente emocionado mientras los veía entrenar.

—Bueno, si no es otro que Goblin Slayer, dijo una voz con un tono de sospecha. Era una mujer con armadura del caballero. Según recordaba, también formaba parte del equipo del guerrero blindado.

—No te he visto por unos días, dijo. —Estaba empezando a pensar que ese ogro había acabado contigo. Pero aquí estás, vivo y bien.

—Sí.

—... ¿Es así como hablas con todos los que conoces?

—Sí.

—... Ya veo... el caballero frunció el ceño como si tuviera dolor de cabeza y sacudió un poco su cabeza.

Él no pensaba que su forma de hablar fuera extraña, pero no lo dijo. Sin embargo, —No pensé que ese guerrero fuera un miembro de su equipo.

—Oh. No lo es. Estábamos haciendo un poco de calentamiento con el chico ranger... Al parecer, notó que el joven guerrero practicaba su trabajo de espada y lo invitó a participar.

La mayoría de los aspirantes a guerrero que venían al país con una espada y un sueño, se auto-instruían en el uso de sus armas. Así que la oportunidad de entrenar con un verdadero aventurero podría salvar la vida del chico algún día.

—Ahora sólo tengo que enseñarle a esas chicas a actuar como damas...

Frente a donde el ranger y el joven guerrero enfrentaban audazmente al guerrero blindado, una mujer clérigo y una chica druida se apoyaba contra una pared, observando al equipo con una increíble emoción.

—Y ese cabeza de músculos probablemente está cansado. Quizás debería saltarle encima, dijo el caballero con una sonrisa retorcida. Ella levantó su enorme escudo y su espada, su mayor orgullo y alegría, y saltó por encima de la pared en medio de la batalla.

—Muy bien, ahora estás en problemas. Creí escuchar que había algunos guerreros poderosos por aquí, ¡pero todo lo que veo es un par de debiluchos!

— ¿Qué? ¿Cómo puedes ser un paladín hablando de esa forma?

— ¡Aquí está mi respuesta!

— ¡Un poco de entrenamiento! Gimió el guerrero que siempre atacaba desde el frente. Su gran espada giró como un huracán, su enorme escudo detuvo un golpe tras otro. Bailó lejos de cada ataque y encontró una abertura. La chica clérigo y la chica druida acababan de venir en ayuda de los jóvenes, cuando...

—Ese caballero no puede ocuparse de sus propios asuntos, ¿verdad? Una risa tan clara como una campana. ¿En qué momento alguien se puso junto a él?

—Disculpa la intromisión mí querido Goblin Slayer, pero ¿quieres beber un poco de esto? Hace mucho calor aquí...

Había salido por la puerta de la cocina. Y le ofreció una taza.

—Gracias, dijo recibiendo la taza. Él lo bebió a través de su casco. Era frío y dulce.

—Tiene un poco de limón y miel, dijo la recepcionista. —Se supone que es bueno para la fatiga.

Él asintió con la cabeza estando de acuerdo. Podría ser una buena adición a sus provisiones de campo. Tendría que recordarlo.

—Se ha estado hablando de un nuevo edificio que se dedicaría a ese tipo de entrenamiento, dijo la recepcionista ante el entrenamiento del equipo.

— ¿Oh? Dijo Goblin Slayer secándose las gotas de líquido en los labios.

Podríamos contratar a algunos aventureros retirados para que sirvan de instructores. La mayoría de los principiantes no saben nada en absoluto.

Si pudiéramos enseñarles un poco, tal vez más de ellos regresarían con vida.  Miró a lo lejos y sonrió. La recepcionista había visto ir y venir a muchos aventureros. Hacer el papeleo no disminuía el impacto. No era difícil de entender por qué ella querría ayudar a los recién llegados.

—Además... añadió. —Incluso después de retirarse, todavía tienes que vivir de algo. Todo el mundo necesita algo para llenar el tiempo.

— ¿Es así? Respondió devolviéndole la taza vacía.

—Sí, así es. Insistió ella con su acostumbrada inclinación de cabeza que hacía rebotar sus trenzas. —Así que es mejor que te cuides más, ¿de acuerdo?

Se quedó en silencio por un momento. —Eso parece lo único que todos me dicen el día de hoy.

—No voy a darte misiones hasta que estés curado. Tal vez un mes.

—Guh... Él gimió.

—Y la próxima vez que te derrumbes de cansancio, serán seis meses.

—Eso sería... un problema.

— ¿No es así? Así que por favor, aprende tu lección esta vez. Ella rio. Entonces le avisó que había terminado el papeleo para sus entregas. Se giró para entrar en el Salón del Gremio, los gritos y golpes de los jóvenes aventureros atacando a su mentor aún sonaban detrás de él.

La muchacha, su amiga de la infancia, estaba de pie junto la carreta con una mirada impaciente.

Cuando vio a Goblin Slayer, su rostro se iluminó. Y lo llamó en voz baja:

— ¿Nos vamos a casa?

— ¡Sí, vamos!

El carro era mucho más ligero de lo que había sido en la mañana.

Cuando regresó a la granja, se encontró con algunas rocas quemadas por el sol y comenzó la construcción de un muro de piedra. Los cimientos del muro ya estaban en su lugar, pero tratándose de goblins, nunca se era lo suficientemente cuidadoso. Hasta el tío de mala gana, reconoció el valor de la pared, con la lógica de que ayudaría a mantener lejos a los animales salvajes.

Goblin Slayer trabajó en silencio hasta después de que el sol había empezado a descender, su amiga de la infancia vino con una cesta en el brazo. Se sentaron en la hierba juntos, comiendo bocadillos y bebiendo vino de uva frío para el almuerzo. El tiempo pasó a un ritmo pausado.

Con el muro casi terminado y las entregas del día siguiente cargadas en la carreta, el sol empezó a hundirse por debajo del horizonte. Su amiga le dijo que iba a preparar la cena y se fue, dejándolo en el pasto. La hierba susurraba suavemente con la brisa del comienzo del verano.

Sobre él brillaban dos lunas y un cielo lleno de estrellas. Las estrellas debían de haber estado en sus nuevos lugares para la temporada, pero no podía asegurarlo. Para él, las estrellas eran sólo una manera de orientarse. Cuando era más joven, su corazón todavía ardía con las historias de los viejos héroes, había querido aprender las historias de las constelaciones. Pero ahora…

— ¿Qué pasa? Oyó pasos débiles en la hierba detrás de él pero no se dio vuelta.

— ¿Hmmm? La cena está lista. Pero no hay prisa. ¿En qué estás pensando? Mientras miraba a las estrellas, se sentó a su lado grácilmente. Pensó por un momento y se sentó también. Su cota de malla chirrió un poco.

—Acerca del futuro.

— ¿El futuro?

—Sí.

La conversación se interrumpió, y se quedó en silencio, mirando hacia el cielo. No era un silencio desagradable. Era un silencio de bienvenida; era tranquilo. Los únicos sonidos en ese silencio eran, el viento, el murmullo de la ciudad a lo lejos, los insectos, y su propia respiración.

Cada uno pareció entender lo que el otro quería decir.

Era humano, después de todo. Él envejecería, se lesionaría. Cuando estuviera demasiado cansado, se derrumbaría. Un día iba a llegar a su límite. Si es que no se moría primero, el día en que ya no pudiera matar goblins, llegaría inevitablemente.

Y ¿qué haría entonces? Él no lo sabía.

Él es más débil de lo que me había dado cuenta,  pensó ella mirándolo con el rabillo del ojo.

—Lo siento.

Las palabras brotaron de forma espontánea de sus labios.

— ¿Por qué? Él dio una sacudida de cabeza. Quizás debido a su casco, el gesto parecía extrañamente infantil.

—No nada. No es nada.

—Eres extraño, murmuró ella mientras se reía.

¿Está haciendo pucheros?  Era una cosa pequeña, pero no había cambiado desde que era joven. Con ese pensamiento en mente, ella tomó su brazo.

— ¿Eh...? Su visión se movió, y luego la parte posterior de su cabeza descansaba contra algo blando. Cuando alzó la mirada, vio las estrellas, las dos lunas y sus hermosos ojos.

—Te mancharás la ropa de aceite.

—No me importa. Estaba pensando en lavarla de todas formas.

— ¿Está bien?

—Sí. Ella apoyó la cabeza en sus rodillas. Acarició su casco mientras se inclinaba y le susurraba: —Podemos tomarnos nuestro tiempo para pensar en esas cosas.

—Nuestro tiempo, ¿eh...?

—Exacto. Tenemos todo el tiempo del mundo.

Se sentía extrañamente a gusto, como un cordón tenso que finalmente se había aflojado.

Cuando cerró los ojos, todavía sabía cómo se veía ella aunque no podía verla. Justo como ella sabía cómo se veía él aunque su rostro estaba oculto.

La cena esa noche era un estofado.

Un día de descanso siguió a otro durante casi un mes.

En algún lugar, la batalla entre los aventureros y los espíritus malignos estaba cada vez más activa...

Entonces, de repente, todo había terminado.

Se decía que una novata había seguido la orientación de una espada legendaria, y al final de su aventura había matado a un rey demonio. Eso, una jovencita, se convirtió en el decimosexto aventurero rango Platino en la historia.

Una gran celebración se declaró en la capital, e incluso Goblin Slayer quien estaba fuera de la ciudad observó las festividades.

No es que nada de eso tuviera algo que ver con él.

Sólo le interesaba el tiempo, los animales, las cosechas y la gente que lo rodeaba. El tiempo avanzaba a paso lento. Los días tenían la calidad de una siesta de la tarde.

Pero todas las cosas deben terminar, a veces… demasiado pronto.

El final de su calma apareció en forma de repulsivas manchas negras en los pastos empapados de rocío. Con barro y excremento a través de los campos, eran inconfundibles: huellas pequeñas.



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