Goblin Slayer Vol. 1 capítulo 6
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Goblin Slayer volumen 1 capítulo 6 en español
Compañeros de Viaje
Tres días pasaron en un parpadeo.
Bajo las estrellas y las dos lunas, en un campo que
parecía continuar por siempre, cinco aventureros se sentaron en círculo. Un
largo y delgado camino de humo flotaba en el aire desde la hoguera. Lejos,
detrás de ellos, el bosque donde los elfos vivían se elevaba en la oscuridad.
—Ahora que lo pienso, ¿por qué todos ustedes se
volvieron aventureros?
— ¡Por la buena comida, obviamente! ¿Qué hay de ti,
orejas largas?
—Por supuesto que querías comida. Yo… quería aprender
sobre el mundo exterior.
—En cuanto a mí, quiero elevar mi estatus al erradicar
la herejía, para poder convertirme en un naga (Semidioses del
Hinduismo).
— ¿Qué?
—Busco elevar mi estatus al erradicar la herejía, para
poder convertirme en un naga.
—Uh… Seguro. Puedo entender eso, creo. También soy
religiosa.
—Yo, quería matar…
—Sí, de alguna manera creo que ya lo sabía, gracias.
— ¡No interrumpas al hombre, orejas largas!
Interrumpió el enano mientras tejía dos hojas de césped seco juntas.
El fuego no ardía muy alto. Los elfos odiaban el fuego
y ponían barreras para mantenerlo a raya. Incluso tan lejos del bosque como
estaban, los efectos aún eran notables.
La sacerdotisa y el hombre lagarto habían preparado
esto, la última cena que comerían antes de llegar al nido.
—Mmm, ¡eso es delicioso! ¿Qué es esto? La carne bien jaspeada había sido condimentada con especias tan pronto como empezó a rostizarse. El enano, encantado por el fragante y crujiente resultado, tomó dos o tres pinchos.
—Estoy complacido de que lo encuentres satisfactorio. El hombre lagarto respondió a las alabanzas del enano con una sonrisa de agradecimiento, que para él significaba revelar sus largos dientes. —Es la carne seca de una criatura del pantano. Las especias incluyen ingredientes no encontrados en este lugar, es por eso que tu paladar podría encontrarlos extraordinarios.
—Es por esto que a nadie le gustan los enanos. Son
glotones y carnívoros para empezar, se burló la elfa.
— ¡Bah! ¿Cómo podría un aspirante a conejo como tu
apreciar las virtudes de una carne como esta? ¡Dame otra!
—Tch…
El enano lamió la grasa de sus dedos y tomó otro gran
bocado de carne como para subrayar su punto. La elfa gimió de verlo consumir
tan vigorosamente algo que ella no podía siquiera contemplar comer.
—Um, ¿tal vez te gustaría algo de sopa? No es mucho,
con solo una hoguera para cocinar, pero…
— ¡Si, por favor!
La sacerdotisa hizo una sopa de frijoles secos con sus
entrenadas habilidades. La elfa no había comido nada de la carne, así que la
sugerencia de algo que podía comer era suficiente para hacer que sus orejas
saltaran de alegría.
El rebosante tazón de sopa que la sacerdotisa le pasó
tenía un sabor suave que era innegablemente delicioso. —Hmm. Tengo que darte
algo por esto… La elfa tomó pequeñas, delgadas obleas de pan envueltas en hojas
de su bolsa y partió un pedazo. El olor era ligeramente dulce, pero no tenía
fruto o azúcar en él.
—Esto… no es pan seco, ¿cierto? Tampoco es una
galleta…
—Es una comida preservada que los elfos hacen. En
realidad, casi nunca lo compartimos con nadie más. Pero hoy es una excepción.
— ¡Esto es delicioso! Tan pronto como dio un bocado el
sorprendente sabor trajo palabras de apreciación de los labios de la
sacerdotisa.
Una pequeña sorpresa estaba oculta en la comida. El
crujiente exterior daba paso a un suave y húmedo centro.
— ¿Oh? Eso es bueno. La elfa actuó desinteresada, pero la manera en que cerró sus ojos ligeramente la hizo parecer bastante complacida.
— ¡Hrm! Bueno, ahora que la orejona está presumiendo, difícilmente puedo dejar que los enanos queden sin representación, ¿cierto? Por eso el enano sacó un gran y fuertemente sellado jarro de arcilla. Había un sonido de líquido dando vueltas dentro. Cuando quitó el tapón y vertió un poco en una copa, el punzante olor a alcohol flotó alrededor del campamento.
—Heh-heh. Digan hola a nuestra especialidad, hecho en lo profundo de nuestras bodegas - ¡vino de fuego!
— ¿Vino… de fuego? La elfa miró con interés la copa
que el enano sostenía.
— ¡Nada menos! Supongo que no eres tan niña como para
beber, orejas largas.
— ¡P-por supuesto que no, troglodita! Diciendo eso,
ella arrebató la copa de sus manos.
Ella le dio una dubitativa mirada a la aparentemente
ordinaria copa.
—Es claro. El vino son solo uvas fermentadas. Lo he
probado antes, ¿sabes? No soy tan joven.
Ella tiró hacia atrás su cabeza y se bebió toda la
copa.
Seguido de una tos incontrolable, provocada por la
sequedad de la bebida.
— ¿E-estas bien? ¡T-ten, bebe un poco de a-agua! La
sacerdotisa rápidamente le ofreció una cantimplora a la jadeante elfa, cuyos
ojos estaban hinchados.
— ¡Ha-ha-ha-ha-ha! ¡Tal vez es demasiado para una
chica delicada como tú!
—Por favor se moderada. Una ranger borracha nos valdrá
poco.
— ¡Lo sé, escamoso! No le dejaré beber mucho.
El enano rio alegremente al momento, mientras el
hombre lagarto siseó con desaprobación.
— ¡Ho ahí, Corta-barbas! ¿Te apetece un sorbo?
Goblin Slayer no dijo nada pero tomó la copa ofrecida
y la bebió con diligencia.
Él no había dicho ninguna palabra durante toda la
cena, simplemente llevando comida a su visor. Poco después, él se absortó en su
propio trabajo. Pulió su espada, escudo, y daga; revisó el filo de las
cuchillas; y las regresó a sus vainas. Puso aceite en su armadura y cota malla.
—Hrm… La elfa hizo un ruido insatisfecho a la vista de
Goblin Slayer haciendo sus tareas. Su rostro estaba tan rojo como un tomate
hervido.
— ¿…Qué?
—…Ni siquiera te quitas ese casco cuando estas comiendo. ¿Qué sucede contigo?
—Si fuera a ser golpeado en la cabeza por un ataque sorpresa, podría perder la conciencia.
—…Y tú solo comes, comes y comes. ¿Por qué no coshinas[1] arlgo para nosotrosh?
La elfa dio esta ilógica orden con la lengua pesada,
articulando mal sus palabras. Ella apuntó acusadoramente a la gran roca a lado
de Goblin Slayer.
Él no respondió, incluso cuando la borracha elfa lo
miraba fijamente y emitió otro — ¿Hrrmm?
—Ooh, el enano susurró. —Sus ojos están vidriosos…
Viendo la escena, la sacerdotisa infló ligeramente sus
mejillas.
Está pensando. Ella aun no puede ver su rostro, pero ella
sabía eso.
Después de un rato, Goblin Slayer buscó su mochila con
un poco de exasperación. El rodó un seco y duro pedazo de queso.
— ¿Será suficiente con esto?
Oh-ho. El hombre lagarto
lamió la punta de su nariz con su lengua. Él estiró su cuello hacia e queso
como si nunca lo hubiera visto antes.
— ¿Qué clase de cosa es esta?
—Es queso. Es hecho al batir la leche de vaca o de
cabra.
—Tienes que estar bromeando escamoso, dijo el enano. —
¿Nunca has visto queso antes?
—Soy muy serio. Esto es bastante nuevo para mí.
— ¿Los hombres lagarto no crían ganado? Preguntó
Sacerdotisa. Él asintió.
—En nuestra sociedad, los animales son para cazar. No
para criar.
—Dame. Lo cortaré. La elfa arrebató el queso de Goblin
Slayer y, casi más rápido de lo que el ojo podía ver, lo cortó en cinco pedazos
con un cuchillo que ella había afilado en una roca.
—Supongo que freírlo un poco haría maravillas aquí.
Ahora, ¿dónde hay una buena rama?
Ante la sugerencia del enano, la sacerdotisa dijo,
—Tengo brochetas si quieres. Ella sacó varios palos largos de metal de su
bolso.
— ¡Ah, esta chica sabe cómo empacar para un viaje! No como algunas personas que conozco.
—Si tienes a alguien en mente, adelante y dilo. La claridad parecía regresar a la voz de la elfa.
— ¿Por qué no le preguntas a tu corazón? El enano rio
entre dientes, acariciando su barba.
—Tu corazón con forma de yunque.
Dijo, —De todas formas, déjame encargarme de esto. ¡El fuego es el ámbito de mi
pueblo! Calvó el queso en las brochetas y los puso en el fuego. Los rostizó con
rápidos y seguros movimientos como un mago lanzando un hechizo. Un dulce olor
mezclado con el humo que se elevaba.
Antes de que lo supieran, el queso empezó a
derretirse. El enano pasó las brochetas a sus compañeros aventureros, y cada
uno de ellos lo llevó a sus bocas.
— ¡Es dulce, como néctar!
El sacerdote lagarto dio un gritó y golpeó su cola en
el suelo. — ¡Como néctar, magnífico!
—Me alegro de que el primer queso de tu vida no te
decepcionara, dijo el enano, dando un mordisco de su propio pedazo y bajándolo
con un trago de vino de fuego. —Ahh, vino de fuego y queso, ¡eso es una buena
combinación!
Él dio unos toques al vino que goteó en su barba y dio
un suspiró contento. La elfa frunció el ceño.
Viéndose de regreso a su forma normal, arrogante, ella
tomo finos mordiscos de su queso.
—Hmm. Es algo agrio pero… dulce, ella dijo. —Algo como
una banana. Sus orejas largas hicieron un gran movimiento hacia arriba y abajo.
Entonces sus ojos se entrecerraron como los de un gato cuando escupe una bola
de pelo.
— ¿Esto es de esa granja? Preguntó la sacerdotisa con
una brillante sonrisa, a mitad de su propio pedazo de queso.
—Sí.
— ¡Es delicioso!
— ¿Lo es?
Goblin Slayer asintió en silencio y calmadamente puso
un pedazo de queso en su boca. Él mastico, tragó, tomó un trago de vino de vino
de fuego, y entonces acercó su bolsa. El siguiente día entrarían al nido de los
goblins. Él tenía que revisar su equipo dos veces.
La bolsa estaba llena con una variedad de botellas, cuerdas, cadenas, y objetos no identificables. La elfa, cuyo estupor había sido claramente mitigado por el agudo y dulce queso, miró a la colección con interés.
Goblin Slayer estaba examinado un pergamino que estaba
atado de forma peculiar. La elfa lo alcanzó mientras que, aparentemente
conforme con los nudos, Goblin Slayer regresaba el pergamino a su bolsa.
—No toques eso, dijo con voz seria. La elfa retiró su
mano rápidamente. —Es peligroso.
—N-no iba a tocarlo. Solo estaba mirando.
—No lo mires. Es peligroso.
La elfa hizo una pequeña mueca en su dirección. Goblin
Slayer era impasible.
Sin querer recibir un no por respuesta, la elfa miró
el pergamino desde el borde de su ojo.
— ¿Eso, es un pergamino mágico? Ella preguntó. —Nunca
he visto uno antes.
Ante sus palabras, no solo la sacerdotisa sino que el
enano y el hombre lagarto se inclinaron para mirar.
Un pergamino mágico. Un objeto a veces encontrado en
ruinas antiguas, aunque muy raramente. Desenróllalo, e incluso un niño podría
lanzar el hechizo escrito ahí. El conocimiento de cómo hacerlos se perdió hace
mucho, incluso para los más antiguos de los Altos Elfos. Los objetos mágicos ya
eran lo suficientemente raros, pero tales pergaminos estaban entre los más
raros de todos.
Pero por todo eso, eran objetos sorprendentemente
inconvenientes para aventureros.
Cualquiera de una infinita variedad de hechizos podría
estar escrito en ellos, desde los más útiles hasta los más mundanos, y solo
podían ser usados una vez. Muchos aventureros simplemente los vendían – por una
suma considerable – a investigadores o coleccionistas de curiosidades. Un mago
en el grupo era magia suficiente para ellos. Necesitaban más el dinero que los
pergaminos.
Goblin Slayer era uno de los pocos que mantenía sus
pergaminos. Incluso la sacerdotisa no sabía que él lo tenía.
—Muy bien, muy bien, no lo tocaré, siquiera lo miraré,
¿pero al menos podrías decirnos que hechizo está escrito ahí?
—No. Él ni siquiera la miró. —Si fueras capturada y le
dices a los goblins, ¿entonces qué?
Sabrás lo que es cuando lo use.
—…No te agrado, ¿verdad?
—No en particular.
— ¿No es esa solo una forma de decir que no te importa?
—No quiero decir más de lo que dije.
La elfa apretó los dientes y sus orejas se agitaron
enojadamente.
—Ríndete, orejas largas. Él es más terco que yo. El
enano rio felizmente. —Él es Corta-barbas, después de todo.
—Querrás decir Orcbolg.
—Soy Goblin Slayer, él murmuró.
La elfa frunció el ceño por esto, y el enano acaricio
su barba con diversión.
—Um, disculpa, La sacerdotisa interrumpió, —pero, ¿qué
significa exactamente Orcbolg?
—Es el nombre de una espada que aparece en nuestras
leyendas—, dijo la elfa. Ella alzó un dedo orgullosamente como un profesor
enseñándoles a sus pupilos. —Era una espada asesina de goblins que brillaba
azul cuando un goblin estaba cerca.
—Aunque, deja que sea dicho, que fueron los enanos
quienes la forjaron, dijo el enano.
La elfa resopló. —Y la llamaron ‘Corta-barbas’. Que
nombre más horrible. Los enanos pueden tener buenas cabezas para artesanía,
pero no para algo más.
— ¡Así que, orejas largas, admites que tu gente no son
artesanos habilidosos como los míos!—
Él lanzó una enorme sonrisa. La elfa infló sus mejillas.
El hombre lagarto giró sus ojos, como si no pudiera
creer lo que estaba viendo, e intercambió una mirada con la sacerdotisa. Ella
estaba empezando a entender que esta era su manera de hacer una broma.
Ella había empezado a apreciar discusiones amigables,
también. Era solo como eran los elfos y los enanos. La sacerdotisa, encarada
por primera vez con personas de otras razas, sabía que nunca podría confiar en
sus compañeros de equipo si ella no llegaba a conocerlos. Así que salió de su
camino para hablar con ellos, y en muy poco tiempo, se habían vuelto amigos.
La fe ancestral del hombre lagarto no chocaba con las
enseñanzas de la toda-misericordiosa Madre Tierra. Y había otra chica en el
grupo que era de la edad de la sacerdotisa – o al menos lo parecía. Lo que la
hacía sentir tranquila.
Goblin Slayer, por su parte, no parecía especialmente
interesado en aceptar o rechazar a ninguno de ellos. Pero esto parecía de
alguna manera al gusto del enano. Lo que sea que Goblin Slayer hacía, molestaba
a la elfa, él parecía disfrutar imitándolo.
El extraño y pequeño grupo se había conocido de la forma más inesperada, y aun así, de alguna manera, había un sentido de que todos pertenecían.
La sacerdotisa sintió un inusual calor expandiéndose a través de ella.
—Hey, ¿quieres ir de aventura con nosotros?
Lo que no quería decir era que había algo que punzaba
su corazón…
—Oh sí, hay una cosa que me he estado preguntando, el
hombre lagarto dijo, su cola bailaba mientras abría su mandíbula ante el fuego
de la hoguera. Antes de hacer su pregunta, hizo el extraño gesto de manos
unidas. Él dijo que era una expresión de gratitud por la comida.
— ¿De dónde vienen los goblins? Mi abuelo una vez me
dijo: ‘de un reino bajo tierra…’
—Yo – el enano eructó – escuché que eran rheas o elfos
caídos.
— ¡Que prejuicio! La elfa miró fijamente al Enano. —A mí me enseñaron que los goblins es lo que sucede con los
enanos que se obsesionan demasiado con el oro.
— ¡Prejuicio, ciertamente! El enano miró
triunfantemente a la elfa, que sacudió ligeramente su cabeza.
—Vamos, vamos, ¿nuestro sacerdote no dijo que vienen
de debajo de la tierra? ¿Y no es de ahí de donde provienen los enanos?
— ¡Grrr…! El enano solo pudo apretar los dientes por
esto. La elfa dio una risita satisfecha, el hombre lagarto, por supuesto, lamió
su nariz con su lengua.
—Bajo la tierra dije, pero nada de elfos o enanos.
¿Qué historias cuentas los humanos, Mi lady sacerdotisa?
—Oh, um… La sacerdotisa había estado en el medio de
reunir la vajilla de todos y limpiarla.
Ella dejo de lado el trabajo y se enderezó, poniendo
sus manos en sus rodillas. —Tenemos un dicho que dice, que cuando alguien falla
en algo, un goblin nace.
— ¡¿Qué?! La elfa rio.
La sacerdotisa asintió con una sonrisa.
—Es solo una manera de enseñar
modales. ¡Si no haces tal o cual, te convertirás en goblin!
— ¡Eso ciertamente parecen noticias graves, chica!
dijo el enano. — ¡Porque, orejas largas sola podría crear un ejército entero de
goblins!
— ¡Hey! Las orejas de la elfa apuntaron directamente
hacia atrás. —Que rudo. Solo espera a mañana. Veras si alguna de mis flechas
falla en golpear a su objetivo.
—Oh, golpearan algo, está bien – Temo que me golpearan a mí, ¡justo en la espalda!
—Bien. Los pequeños enanos son bienvenidos a estar detrás de mí.
— ¡Maldición, sí que lo haré! Eres una ranger, ¿no? Un
poco de exploración nos ayudaría a todos, dijo el enano, dando palmaditas en su
barba con una sonrisa.
La elfa alzó su brazo y parecía estar a punto de
responder, cuando una sola palabra cayó entre ellos.
—Yo…
Naturalmente, la atención del grupo se giró hacia la
fuente.
—Escuché que vienen de la luna, dijo Goblin Slayer.
— ¿Por ‘la luna’ te refieres a una de las dos lunas en
nuestro cielo? preguntó el hombre lagarto.
—Sí. Goblin Slayer asintió. —La verde. Rocas verdes,
monstruos verdes.
—Bueno, nunca pensé que podrían venir de sobre mi
cabeza, dijo el enano con un largo y pensativo suspiro.
Con gran interés, la elfa preguntó, —Así que, ¿las
estrellas fugaces son goblins viniendo aquí?
—No lo sé. Pero no hay césped, árboles, o agua en la
luna. Solo rocas. Es un lugar solitario, dijo moderadamente. —No les gusta ahí.
Quieren un lugar mejor. Nos envidian, están celosos, así que vienen aquí.
— ¿Aquí?
—Sí. Él asintió. —Así que cuando te pones celoso, te
vuelves un goblin.
—Lo entiendo, dijo la elfa con un respiro
decepcionado. —Otra pequeña historia para enseñarle modales a los niños.
—Um, ¿quién te contó esa historia? preguntó la
sacerdotisa, inclinándose ligeramente hacia adelante. Él era siempre tan
realista y racional. Este tipo de historia parecía diferente a él.
—Mi hermana mayor.
—Oh, ¿tienes una hermana mayor?
Él asintió. —Tenía.
La sacerdotisa sonrió suavemente. El pensamiento de
este endurecido aventurero siendo regañado por su hermana era de alguna manera
alentador.
—Así que, la elfa presionó, — ¿realmente crees que los goblins vienen de la luna?
Goblin Slayer asintió ligeramente.
—Todo lo que sé, dijo mirando a los orbes gemelos en
el cielo, —es que mi hermana nunca se equivocaba. En nada.
Con eso, se quedó en silencio. La hoguera crepitó. Con
sus orejas largas de la elfa detectó el indicio de un suspiro.
Ella silenciosamente movió su cabeza más cerca del
casco de Goblin Slayer. Ella aun no podía averiguar su expresión. Una sonrisa
maliciosa se extendió por su rostro.
—Pfft. ¡Está dormido!
—Oh-ho, el vino de fuego finalmente lo atrapó,
¿cierto? El enano solo estaba sacudiendo la última gota de la botella.
—Ahora que lo pienso, él bebió una buena cantidad de
esa cosa, ¿no es así?
La sacerdotisa tomó una manta de su equipo y
cuidadosamente la colocó sobre él. Tan suavemente, ella tocó la armadura en su
pecho. Ella también estaba cansada, pero él necesitaba descansar.
—Nosotros, también, tomemos un descanso, el hombre
lagarto dijo solemnemente. —Y
determinemos la guardia. Un buen descanso por sí mismo
será un arma en nuestro arsenal.
La sacerdotisa, la elfa, y el enano cada uno se
ofreció de voluntario para un turno.
Mientras ella se acurrucaba bajo su manta, la elfa
robó una mirada hacia Goblin Slayer.
—Hmm, ella murmuró para sí misma. —Dicen que un animal
salvaje nunca duerme en frente de aquellos en los que no confía…
Para su propia molestia, ella encontró en esto, un
inesperado brillo de felicidad.
Referencias
- Nota: No está mal escrito, se supone que está borracha. ↩