Goblin Slayer Vol. 2 capítulo 9
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Goblin Slayer volumen 2 capítulo 9 en español
El Monstruo que no Debe ser Nombrado
—Cuando digo predicamento, quiero decir, esa cosa.
Dijo el chamán enano cuando los exploradores se reunieron al día siguiente.
En lo más profundo de las catacumbas, habían
encontrado un cuarto que era como un templo. Bancos de piedra tallada llenaban
la pequeña sala, al final de la cual había un altar. Un espejo de cuerpo entero
estaba colocado en la pared, su superficie era extrañamente acuosa. Era enorme,
casi del tamaño de un gran escudo de batalla. Tal vez un objeto de adoración.
Si es así, entonces esta habitación era un templo o al
menos un lugar sagrado.
Habían ido por la escalera escondida, que bajaba y
bajaba hasta que, por fin, comenzó a subir de nuevo. Y en lo más profundo había
estado esta sala.
Y el problema, el predicamento, estaba ahí.
— ¿Qu…qué…es eso? Preguntó la sacerdotisa en voz baja,
asomándose desde las sombras del pasillo.
La elfa, con las largas orejas caídas, agitó la
cabeza.
—No lo sabemos. Pero… creo que es un globo ocular.
A primera vista, uno podría describirlo como un globo
ocular volador.
El ojo enorme era casi de la altura de una persona.
Flotaba justo por encima del suelo, esperando a los aventureros en medio de la
habitación.
La pupila del monstruo inyectada de sangre con forma
geométrica se volvió hacia aquí y hacia allá. Desde su párpado, si se le puede
llamar así, crecían tentáculos. Al final de cada uno había un ojo, había un
gran número de ellos. Cada uno parecía ser una versión en miniatura del ojo
principal de una manera que era difícil de describir, y cada uno tenía un
destello brillante. Su boca estaba llena de dientes afilados que sugerían un
gato grande. Parecía muy poco probable que fuera amistoso.
La criatura debe haberse dado cuenta de que la veían
desde el pasillo, pero no mostró reacción alguna. Parecía imposible que no los
hubiera visto. Simplemente no los había reconocido como una amenaza.
Era una cosa verdaderamente no permitida aquí, algo
del otro mundo, una plaga en este lugar sagrado.
—Sólo por su apariencia, estoy dispuesto a adivinar
que es un agente del caos. Dijo el sacerdote lagarto, con los ojos
estrechándose en desagrado. —Al menos, no fue creado por ningún dios del orden.
—Puede que nos sirva de algo positivo deshacernos de
él, pero no estamos seguros de lo que es. Refunfuñó el chamán enano con un
encogimiento de hombros.
—Es uno de esos monstruos cuyo…cuyo nombre no se debe
decir. Respondió la sacerdotisa temblando.
En una aventura, pocas cosas son más peligrosas que
desafiar a un enemigo del que no sabes nada. Si no puedes establecer tus líneas
delanteras y traseras, es mucho peor.
Los tres exploradores se habían encontrado cara a cara
con esta extraña criatura mientras investigaban las ruinas el día anterior. Fue
el sacerdote lagarto, el mejor luchador, quien les había ordenado evitar el
combate y decidido retirarse tácticamente el día anterior.
¿No iba esto un poco más allá de matar goblins? ¿Y no
deberían preguntarle a su contratista del trabajo, Sword Maiden, por
instrucciones?
—Eso no importa. Dijo Goblin Slayer sin vacilar. —Esto
sigue siendo la matanza de goblins.
Después de eso, no hubo discusión con él. El equipo no
había querido venir aquí en primer lugar.
Pero, ¿qué eran los aventureros que no saltaban de vez
en cuando a peligros desconocidos?
Al ver a la criatura en el templo, Goblin Slayer dijo
—Ojo Gigante servirá como nombre.
—No es uno demasiado elegante, ¿verdad? Dijo el chamán
enano con un toque de sarcasmo.
—Referirse al monstruo de los ojos de bicho como un
ojo gigante. Dijo el sacerdote lagarto, sus ojos se movían por la diversión.
—Nada mal. Estoy bien con eso. La elfa asintió, con
sus orejas moviéndose. Puso una flecha en su arco y comprobó suavemente la
cuerda.
—Y… Dijo la sacerdotisa, pegándose a su bastón — ¿Qué
planeas hacer con este…Ojo Gigante? ¿Supongo que deberíamos empezar con
Protección?
Nadie se opuso a la idea.
—Entonces, de acuerdo con nuestra costumbre,
permítanme ir al frente. Cuantos más tanques tengamos, mejor.
—Me quedaré aquí atrás y dispararé como siempre lo
hago, ¿de acuerdo?
—Ahora, ¿qué hay de ti…? El chamán enano acarició su
barba y miró al techo. Algunas raíces de árboles se habían extendido por la
vieja piedra. El equipo estaba probablemente fuera de la ciudad ahora, ya no
debajo de las calles de la ciudad del agua. La vida vegetal que había estado
creciendo en los campos por quién sabe cuántos años, y había penetrado hasta
aquí. Antes de que pasaran muchos más siglos, estas ruinas ya pertenecerían,
probablemente, totalmente a los árboles.
Era simplemente un recordatorio: no podía ser el mejor
momento.
—No importa cómo lo mires, ese es un Ojo Gigante.
— ¿Tratando de ser gracioso, enano?
—Guárdatelo para ti, orejas largas. Hablo muy en
serio.
El chamán enano respondió con severidad la burla del
elfo.
Los dragones respiraban fuego, las arpías cantaban y
las serpientes tenían su veneno… los ojos gigantes podían ver.
Uno no sobreviviría subestimando todos esos tentáculos
retorcidos, ni el ojo siniestro que acechaba debajo de ellos.
—Le quitaremos su visión. Murmuró Goblin Slayer. —No
me importa cómo. ¿Puedes hacerlo?
—Tan seguro como una piedra. Asintiendo, el chamán
enano hurgó en su bolsa de catalizadores, y luego empezó a correr su mano sobre
el suelo bajo sus pies. —Los gnomos son buenos. Pero, ¿qué tal si levanto un
muro espiritual?
—Muy bien.
El chamán enano asintió con firmeza y le dio un
golpecito a su barriga.
La conversación terminó, Goblin Slayer se puso a
revisar sus propias armas y equipo.
Todo parecía que funcionaría tan bien como si fuera
nuevo, pero su bien usada armadura de cuero era la misma de siempre, y eso le
agradó. Fijó firmemente su pequeño escudo en su brazo izquierdo; la espada que
había desgastado era buena para usarla en un espacio reducido. Todo en su bolso
estaba en orden. Por último, como siempre, su casco sucio.
Eran muy pobres cosas para un aventurero. Incluso un
principiante tendría un equipo más atractivo.
Pero aquellos que sabían quién era este hombre, y
nunca lo menospreciarían por eso. Goblin Slayer tenía exactamente lo que
necesitaba.
—Podrías tratar de parecer un poco más
genial. Dijo la elfa riendo entre dientes.
—Sí… Dijo la sacerdotisa, arrugando pensativamente su
cara antes de dar un aplauso. — ¡Lo tengo! ¿Qué tal una pluma en su casco,
Goblin Slayer?
—No me interesa.
Cortantemente desechó los comentarios de las chicas, y
luego se puso en pie.
La elfa miró con sorpresa a la linterna que se
balanceaba en su cadera.
—Hey, Orcbolg. ¿No hay antorcha hoy?
—Hay algo que quiero probar. El fuego sólo se
interpondría en el camino. Dijo y cerró cuidadosamente la ventana de la
linterna. —Vamos.
A su señal, los aventureros entraron a la sala y
tomaron su habitual formación de batalla. El enano y la sacerdotisa se
colocaron atrás, concentrándose para poder ofrecer sus hechizos y oraciones.
Al principio, el Ojo Gigante sólo miraba a la grosera
intrusión.
Fue la sacerdotisa quien primero se dio cuenta de que
esta era la forma de atacar de la criatura.
—Oh Madre Tierra que rebosas de piedad, por el poder
de la tierra, da seguridad a los débi… ¡Ahh!
— ¡BEBBEBEBEBEBEBEHOOOO!!
Sus ojos se abrieron de par en par cuando fue lanzada
al aire por una onda de choque invisible.
La elfa gritó cuando la sacerdotisa fue azotada, luego
golpeada para después caer.
— ¡¿Te encuentras bien?! Llamó en voz alta, tratando
de correr mientras mantenía una línea de visión para disparar. La sacerdotisa
se sentó, jadeando.
—Sí… sí… Pálida y arrodillada, ella asintió.
Esa mirada brutal había cortado violentamente el hilo
del espíritu que la conectaba con los dioses de arriba. Sentía como si su alma
misma hubiese soportado el golpe, y su espíritu le dolía amargamente.
Pero eso no fue lo que le llamó la atención cuando se
levantó, aun aferrándose a su bastón.
— ¡No puedo… no puedo usar hechizos…!
El grito corrió a través de todo el grupo antes de que
alguien pudiera lanzar algo. Tenían dos sacerdotes y un chamán. Más de la mitad
del grupo eran hechiceros. La habilidad de usar la magia era nada menos que una
cuestión de vida o muerte para ellos.
— ¡Es ese ojo! Exclamó el chamán enano, rechinando los
dientes. —Corta barbas, ¡dale duro hasta el infierno!
—Por supuesto.
Mientras hablaba, Goblin Slayer sacó un huevo de su
bolsa de objetos y se lo lanzó a la criatura. Voló directo hacia su objetivo,
rompiéndose en una nube de humo rojo negruzco.
— ¡¿OOOOODEEARARARARA?!!
La punzante nube voló a todos de sus muchos ojos,
causando un bramido de consternación del monstruo. Por supuesto, el Ojo Gigante
estaba en un nivel completamente diferente a cualquier goblin, y este truco no
era suficiente para hacerle algún daño.
Sin embargo…
— ¡Muy bien, allá voy!
…era más que suficiente para que actuaran.
El chamán enano se tumbó, cogiendo un puñado de tierra
de su bolsa y arrojándola al aire en un suave movimiento.
— ¡Salgan, gnomos, es hora de construir! ¡Que todo
este espacio con la tierra sea llenado! No teman al viento ni a las olas, una
pared sólida los mantiene a raya.
Dispersó la tierra mientras cantaba.
Entonces el chamán enano tiró al suelo lo que parecía
ser la versión infantil de una pared de piedra.
Creció mientras miraban, hasta que una completa pared
de barro estaba ante ellos.
El Muro Espiritual era como Protección, pero tomaba forma
física más que inmaterial. Y a diferencia de una barrera de Protección, era
imposible ver a través de una Muralla Espiritual.
— ¿Qué piensas de eso?
Pero parecía haber captado la atención del Ojo
Gigante, que actualmente había limpiado el gas lacrimógeno.
Sus tentáculos retorcidos se volvieron hacia la
Muralla Espiritual y brillaron maliciosamente.
— ¡BEEEHOOOOLLLL!!
En el instante siguiente, una luz deslumbrante llenó
el espacio sagrado.
— ¡Hrrg…!
— ¡Esto no servirá!
—Hu… ¡¿qu…?!
Goblin Slayer y el sacerdote lagarto gritaron y
saltaron hacia atrás. El chamán enano gritó.
Una línea roja corría por la cara del Muro Espiritual,
burbujeando mientras miraban, derritiéndose a través de él.
— ¡Está caliente!
— ¡Ahh no!
La sacerdotisa gritó mientras la explosión de la pared
la atrapaba. El chamán enano la apoyó lo mejor que pudo mientras les ayudaba a
ambos a huir de los escombros. Tan pronto como se rompió su barrera, la luz
desapareció, dejando marcas de quemaduras en el suelo de la capilla.
¿Visión de calor? No…
Era una intensa forma de desintegración lanzada por
uno de los ojos tentáculos del Ojo Gigante.
— ¡Esos ojos malvados son capaces de disipar y
desintegrar! Incluso su gran luchador cuerpo a cuerpo, el sacerdote lagarto,
sólo podía mantener su distancia. No importaba cuán duras fueran sus escamas,
no podían evitar la desintegración. Quería invocar a un guerrero diente de
dragón como una especie de muro propio, pero estaba demasiado claro que el Ojo
Gigante simplemente le daría un resplandor y lo disiparía.
Pero entonces, para golpear con sus garras, colmillos
y cola, haciendo un arma de sí mismo, lo ponía en riesgo del rayo de calor.
— ¡¿Q…qué se supone que debemos hacer con esta cosa?!
— ¡Por ahora, retrocede!
Mientras que la elfa intentó montar un ataque, la
respuesta de Goblin Slayer fue cortante y segura. Desenvainó su espada con la
mano derecha y levantó su escudo a la izquierda, colocando detrás de él al
chamán enano y a la sacerdotisa.
— ¡Está bien…!
La elfa también buscó seguridad allí, dando sus
últimos pasos, y saltó.
— ¡BEBEBEBEBEBEBEEEEEEEEHOO!!
— ¡¿Hwa?!
Saltó para evitar el impacto a sus pies. El rayo de
calor chamuscó unas pocas hebras de su cabello, y maldijo una o dos veces en
elvish (idioma élfico). Cayó caóticamente, pero se encontró junto a
Goblin Slayer.
— ¿Estás bien?
— ¿Eh? La elfa saltó hacia atrás, con sus largas
orejas temblando sorprendidas. —Estoy bien… Gracias.
—Ya veo.
—Ahora, esto es un problema… El sacerdote lagarto, que
había regresado arrastrándose para evitar el rayo de calor, suspiró
fatigosamente.
—BEEHOHOHO…
El Ojo Gigante no mostró ningún otro signo de ataque,
aparentemente satisfecho de haber expulsado a los aventureros del templo.
Volvió flotando hacia donde había empezado, vigilando de nuevo la entrada.
—Parece que… mientras no entremos en la habitación… no
nos atacará. Dijo la sacerdotisa, respirando irregularmente y apoyándose contra
la pared. —Debe estar… protegiendo este lugar.
—No importa por ahora. Descansa… Toma agua.
—Oh, gracias.
La elfa mojó sus labios con uno o dos tragos de su
cantimplora, y luego se los dio a la sacerdotisa. La joven mujer lo tomó con
ambas manos, luego bebió delicadamente, tragando casi inaudiblemente.
—Creo… que si no me hubiera visto, podría haber hecho
el milagro…
—Pero si te acercas a lanzar uno, seguro que te verá.
El chamán enano no trató de ocultar su frustración mientras se sentaba
pesadamente. —No podemos usar hechizos, y tiene un rayo de calor y más
extremidades que todos nosotros juntos. ¡No podemos ganar!
—No. Dijo Goblin Slayer, rebuscando en su bolsa de
objetos. —Hay algo que quiero probar.
—Sólo quiero recordarte que el fuego, el agua y el gas
venenoso están prohibidos.
—Lo recuerdo. Dijo tranquilamente Goblin Slayer a la
elfa, que le había entrecerrado los ojos.
—No traje ningún instrumento de fuego o agua conmigo.
Y dudo que el veneno funcione.
La elfa aspiró un poco y murmuró: —Bien. Sacudiendo
las orejas deliberadamente.
—Sólo para estar seguros, estamos fuera de la ciudad,
¿verdad?
—Eso creo. Dijo el chamán enano, levantando las orejas
y ladeando su cabeza. —Caminamos bastante, y el sentimiento aquí es
definitivamente diferente.
—No hay problema entonces.
—Entonces está decidido. Dijo el sacerdote lagarto
aplaudiendo. —Como no tenemos otras ideas ingeniosas y debemos eliminar a ese
maldito demonio, confiaremos en la táctica de Goblin Slayer.
—Gracias. Dijo Goblin Slayer con un guiño de cabeza.
Su casco se giró hacia la elfa. —Necesito a esa criatura distraída, sólo un
segundo. Necesito que alguien entre y empiece a correr. ¿Puedes hacerlo?
— ¡Déjamelo a mí! La elfa asintió con entusiasmo, sus
orejas se movían de un lado a otro.
— ¿Puedes lanzar Estupor? No quiero que pueda usar su
rayo de calor.
— ¿Desde aquí? El chamán enano acarició su barba,
luego levantó el pulgar y cerró un ojo.
Extendió su brazo hacia el Ojo Gigante en el templo
como para apuntar, juzgando la distancia.
— Por el número de losas, diría… Bien. Creo que va a
funciona. Sonrió incongruentemente y se golpeó el vientre como para enfatizar
su alarde.
Bien. Goblin Slayer
asintió y se giró hacia el sacerdote lagarto.
— Necesitamos un guerrero diente de dragón. Uno es
suficiente. ¿Puedes hacerlo?
— Estoy un poco preocupado por ese disipa…
— Me aseguraré de que no pueda ver.
— Sin ese ojo malvado, creo que se puede hacer. Puedes
contar conmigo. — Él movió sus ojos en goce.
—Finalmente. Dijo Goblin Slayer, mirando a la
sacerdotisa. Cuando dé la señal, quiero que lances Protección en la entrada.
Ella tragó pesadamente y lo miró a él tan directamente
como pudo.
— ¿Podrás hacerlo?
—… ¡Sí! ¡Estará bien! Sostuvo firmemente su
bastón con ambas manos y asintió profundamente. ¡Hagámoslo!
Y así comenzó la batalla.
—Bueno, si todo lo que tengo que hacer que no me fría.
El Ojo Gigante se giró para mirar a la elfa cuando se
precipitó a la habitación, con los pies veloces como una liebre. Movió sus
esbeltas piernas, corriendo por encima de los bancos a través del salón.
El Ojo Gigante flotaba en el aire, con su mirada
siguiéndola en el sentido más literal. Sus tentáculos llenos de ojos comenzaron
a emitir ese peligroso brillo.
— ¡BEBEBEBEBEBEBEHOHOOOOOL!!
—Ohhhh chico, aquí viene, aquí viene…
Gritando con una voz demasiado alta para ser coqueta y
demasiado suave para ser un grito, la elfa saltó fuera del camino. Obviamente,
ni siquiera un elfo es más rápido que la velocidad de la luz. ¿Evitar a un ojo
mientras intenta apuntar? Esa es una historia diferente.
El rayo destellaba sin sonido, quemando la silueta de
la elfa sobre las antiguas paredes y el suelo.
Hay algo de satisfacción en eso, pensó ella, sonriendo mientras bailaba ágilmente.
Su hermana mayor o su prima, ambas mucho más
experimentadas que ella, podrían haber manejado aún más. Debería haber sido lo
suficientemente fácil dispararle al Ojo Gigante mientras caía lejos de su
desintegración.
Aún tenía mucho que aprender. Pero ella no fue la
primera de sus compañeros en seguir este camino.
Sabía que tenía tiempo libre. El tiempo siempre está
del lado de un elfo. Al menos, mientras no se matara.
Eso significaba que el futuro era menos importante que
enfocar todo lo que tenía en el momento presente. La elfa saltó audazmente
alrededor de la habitación sin preocuparse, sin temor.
Nada podría haber sido más irritante para el Ojo
Gigante.
— ¡OOOOOLLDER!!
El gran ojo principal giró más rápido, intentando
lanzar más ataques y con mayor precisión.
— ¡Oh-ho! ¡Esa es mi Orejas largas! Parece que le está
yendo bien.
Esto significaba que la criatura le quitó los ojos a
todos ellos y al chamán enano, que se reía alegremente cerca de la entrada de
la capilla.
Metió la mano en su bolso y sacó una jarra roja llena
de vino. Una exquisita fragancia salió a la deriva mientras la destapaba y la
bebió tan rápidamente que unas gotas gotearon en su larga barba.
Se lo pasó por la boca, y luego lo sopló alegremente
en el aire.
— ¡Bebe profundo, canta fuerte, deja que los espíritus
te guíen! Canten alto, dense prisa, y cuando duerman los verán, que un jarro de
vino de fuego esté en vuestros sueños para saludarlos.
En efecto, el rocío de espíritus se movió por la
habitación y envolvió al Ojo Gigante.
— ¿BE…DERRRR…?
Empezó a tambalearse en el aire, pareciendo que podría
caer al suelo.
Nadie sabía lo que soñaba el agente del caos cuando
finalmente se quedó dormido.
—Ahh. Dijo felizmente el chamán enano —Mira lo que un
hombre puede hacer cuando no está siendo mirado fijamente por un ojo flotante
de la muerte. —Se limpió la boca con su guante.
—… Bien. Al asentir del chamán enano, Goblin Slayer
entró en el templo. Se movió con la nada, con una ligereza no tan marcada como
la de la elfa, pero aun así mostró una agilidad impresionante para alguien con
armadura completa.
Mientras corría, esparció algo de una bolsa que había
sacado de su bolsa de objetos. Poco después, un denso rastro de polvo blanco
flotaba tras él.
— ¿Qué es eso, Orcbolg? Preguntó la elfa.
—Harina de trigo. No lo respires.
—Estoy segura de que no sé qué tienes en mente, pero
podrías haberlo dicho antes.
Ella frunció el ceño y se tapó la boca, pero él la
ignoró mientras tiraba la harina de trigo por todos lados.
No pasó mucho tiempo antes de que el estrecho templo
se llenara de esa cosa.
Ahora el estupefacto Ojo Gigante, junto con todo lo
demás más de una pulgada por delante de sus rostros, estaba oculto a la vista.
— ¡Ho, Corta barbas, Orejas largas! El hechizo no
durará mucho tiempo.
Antes de que Goblin Slayer pudiera responder al enano,
la elfa se movió.
— ¡Por aquí, Orcbolg!
Los sentidos elevados del elfo la dejaron pasar sin su
vista. Goblin Slayer siguió la clara voz en el templo
— ¡Hrrah!
Cuando Goblin Slayer salió, el sacerdote lagarto se
adelantó, lanzando un gran número de colmillos dentro de la entrada. Los huesos
rápidamente se hincharon y se unieron, levantándose en forma de guerrero
portando una espada y un escudo. Los aventureros ya estaban bastante
acostumbrados a estos temibles esqueletos, y éste se dirigía sin palabras al
salón.
Viéndolos desaparecer en el humo de la cal viva, el
sacerdote lagarto abrió la boca.
—Goblin Slayer, confío en mi guerrero diente de
dragón, pero ni siquiera puede ganar contra la desintegración.
—No hay problema. Dijo Goblin Slayer y se volvió hacia
la elfa y la sacerdotisa. —Dispara una flecha. Si puedes darle al monstruo,
será suficiente.
—Sin embargo eso romperá los efectos de Estupor.
—No importa. Tú inmediatamente lanza Protección en la
entrada. Continuó tranquilamente
—Tu papel es crucial. Si flaqueas, todos moriremos.
— ¡S…sí! Ella asintió con tanta confianza como pudo,
apretando su bastón con ambas manos.
—Realmente no se te ocurrió una mejor forma de
decirlo. Gruñó la elfa, pero puso una flecha en su arco. La cuerda de seda de
araña susurró mientras ella la estiraba, fijando el blanco desde la rama de
árbol.
Los arqueros elfos no apuntan con los ojos, sino con
la mente.
— ¡…….!
La flecha voló; ni siquiera podían oírla cortar el
aire, sólo veían la silueta serpenteando mientras penetraba en la nube de
polvo.
Pero no necesitaba ver nada para saber lo que había
pasado.
— ¡Lo tengo!
— ¡Oh Madre Tierra que rebosas de piedad, por el poder
de la tierra, concede seguridad a los débiles!
Esta vez la Madre Tierra fue capaz de conceder el
milagro por el que su humilde seguidora oró.
Una pared invisible selló la entrada del templo. El
chamán enano parpadeó varias veces.
—El polvo… una habitación sellada… no puedes…
Goblin Slayer gritó:
— ¡Tápense los oídos, abran la boca y agáchense!
✠
— ¡BE…HOOLLLOOHOHOHO!!
El Ojo Gigante fue despertado de su estupor por un
repentino dolor punzante.
Encontró su ojo atravesado por una flecha. Había polvo
por todas partes; apenas podía ver.
Pero podía ver la silueta humanoide acercándose a él,
arma en mano. ¿Nunca aprenderán estos intrusos? Si la criatura tenía algo que
pudiéramos reconocer como sentimientos, probablemente estaba bastante molesta
en ese momento.
Buscando por los alrededores, abriendo el ojo de par
en par y apuntando con los ojos del tentáculo. Su terrible desintegración
acumuló suficiente calor como para causar daños críticos, y su luz comenzó a
brillar…
— ¡IDEEERRRRRRRRRRRR!!
Al principio, la sacerdotisa no sabía lo que había
pasado.
Pensó que quizás el lugar había sido alcanzado por un rayo.
Hubo una explosión.
Había oído una serie de estallidos; entonces la
habitación había sido envuelta en una bola de fuego. A medida que se expandía,
diezmaba todo en el templo, abrumando a todos con su rugido y la furia de su
calor.
— ¡Hu-ah!
La sacerdotisa cubrió su cara; incluso en el otro lado
de la barrera Protección, hacía suficiente calor como para quemarse.
Al borde de su estrecha visión, pudo ver a la elfa
acurrucada como un balón y cubriendo desesperadamente sus oídos. Polvo cayó
desde arriba, y las ruinas temblaron tan violentamente que se preguntó si toda
la estructura podría no venirse abajo.
Finalmente, la nube de humo comenzó a despejarse.
—… Mira. Dijo Goblin Slayer cortantemente. Él se había
agachado, pero parecía no estar perplejo.
La elfa echó un vistazo obediente al templo y vio que
el Ojo Gigante aún estaba allí.
Arriba.
Debió haber sido arrojado hacia arriba y ser golpeado
por el techo por la explosión. Los tentáculos del monstruo ennegrecido se
retorcieron patéticamente. Uno tras otro, caían irresistiblemente, como si
estuvieran siendo arrancados…
Splork.
Hicieron un sonido asqueroso y carnoso al golpear el
suelo en medio de la habitación. La criatura era sólo un trozo de carne
crujiente. Se movió varias veces, vomitando algún tipo de líquido, y finalmente
dejó de moverse.
Así, el vigilante, el monstruo del caos convocado
desde otro reino, encontró su fin.
—… Parece que ha funcionado el truco. Dijo llanamente
el chamán enano. Empezó a levantarse lentamente.
El sacerdote lagarto le ofreció una mano, moviendo la
lengua. — ¿Harina de trigo, Goblin Slayer? ¿Qué hizo exactamente?
—Algo que escuche de un minero de carbón. Goblin
Slayer entró en el templo con su habitual zancada valiente e indiferente. —Dijo
que si se enciende una chispa en un cuarto lleno de polvo, se propaga
rápidamente y luego explota.
Desenvainó su espada y la clavó en la criatura en el
suelo, asegurándose de que no había reacción. —Pero fue más difícil prepararlo
de lo que esperaba. Y hay demasiado riesgo de que el fuego se propague
incontrolablemente. Demasiado peligroso. Goblin Slayer agitó la cabeza y
murmuró: —No servirá de nada contra los goblins.
— ¡Eso fue una explosión! La elfa puso sus orejas
detrás y reprendió a Goblin Slayer.
Pero ella debía hacerlo. ¿No lo había prometido? Pero
él fue indiferente a su acusación.
—No fue un ataque de fuego, agua o gas venenoso.
— ¡Estás perdiendo el punto! Tú… ahhhh, no importa.
Suspirando, la elfa entró asombrada en la sala de
adoración.
Sé que su corazón está en el lugar correcto, pero él
no es muy bueno para mantener el espíritu de sus promesas.
Afortunadamente para ellos, con el Ojo Gigante
despachado, parecía que no había más señales de vida en la habitación. Ese
agente del caos parecía haber sido el jefe de esta mazmorra.
Tal vez ese caimán, nadando como si fuera el dueño del
lugar, había sido el anterior maestro de las ruinas. En cualquier caso, hubo un
cambio de titularidad.
—Umm… ¿Qué planeabas hacer si no explotaba? Preguntó
la sacerdotisa, siguiendo el ritmo de Goblin Slayer con pasos rápidos.
—Como uno de ustedes dijo, esta cosa parecía estar
interesada sólo en defender este lugar. Contestó, empujando a la criatura con
su pie. —Le hubiéramos disparado flechas desde el pasillo, y luego correríamos
antes de que se pudiera concentrar. Hubiéramos hecho eso hasta que muriera.
Goblin Slayer asintió como si fuera la cosa más
natural del mundo.
—Toma tiempo, pero es seguro.
—Qué asco. ¿Eso no me convertiría en la que tendría
que hacer todo el trabajo? ¡Dame un respiro! La elfa había completado su
inspección del área, convencida de que estaban a salvo.
Cerca, el chamán enano se acarició la barba,
intentando no reírse de su tono resignado.
—Sería un problema para ti, ¿no? Con todo ese
ejercicio, nunca engordarías y serías un yunque para siempre.
—Mira quién habla. Como si no pudieras soportar perder
unos kilos.
—No seas tonta. Los enanos son la imagen misma de un
excelente físico.
El sacerdote lagarto se encogió de hombros felizmente
y movió los ojos de su cabeza; la sacerdotisa puso una mano en su boca y se
rio.
Incluso la elfa se sintió atraída a reírse, y la
estruendosa risa del chaman enano la siguió.
Goblin Slayer no se rio, pero…
—……
“Phew…” Con un suspiro, envainó la espada que había
estado sosteniendo en su mano derecha hasta ese momento.
La tensa atmósfera que había dominado sus
exploraciones se derritió, dando paso a una sorprendente sensación de
comodidad.
Habían ganado.
✠
—Ahora, entonces… Esto es muy intrigante.
La última risa resonó en el tenue templo.
El sacerdote lagarto señaló silenciosamente a la cosa
que aún colgaba sobre el altar: un gigantesco espejo de cuerpo entero. Su
superficie vibraba como el agua, extrañas ondas que se esparcían por ella.
El espejo y la encantadora e intrincada estructura metálica
que lo rodeaba no se habían visto ni siquiera raspados por la explosión. No
podría ser más obvio que este no era un vidrio de aspecto normal.
— ¿Podría ser… un objeto de adoración? La sacerdotisa
se inclinó ligeramente hacia delante, acercándose al altar.
—Será mejor que te abstengas de tocarlo
descuidadamente.
—Sí, pero… no podemos no investigarlo,
¿verdad?
—Nos falta un explorador o un ladrón en este grupo.
Dijo el chamán enano
La sacerdotisa extendió su pálido dedo y tocó
suavemente la superficie del espejo.
Ploop. Su dedo se
hundió en él.
— ¡¿…?!
Instintivamente retiró su mano, y la superficie del
espejo se movió como un estanque. Olas diminutas corrían desde donde ella lo
había tocado, ondulando por toda la superficie.
— ¡Oh! Uh, esto…
—Entra en la formación. Ordenó Goblin Slayer,
sustituyendo a la sacerdotisa cerca del espejo mientras ella retrocedía
apresuradamente.
Cada uno de los miembros del grupo sacó sus armas y se
preparó para la batalla mientras el espejo seguía cambiando. La superficie
ondulante se torció y giró enloquecidamente y, al cabo de un tiempo, comenzó a
brillar con una extraña luz.
Vieron un desierto, no sabían su ubicación; estaba
cubierto de una peculiar arena verde. Un sol brillaba en el perturbadoramente
muerto cielo crepuscular.
Pero lo que más llamó su atención fue un artefacto
mecánico enorme y extraño. Pequeñas siluetas humanas luchaban por empujarla;
mientras se movía, se tambaleaba lentamente, como un mortero redondo en un
camino.
No… ellos no eran humanos. Goblin Slayer sabía lo que
eran.
—… Goblins.
Era un grupo de goblins con cara cruel. Un goblin con
un látigo en la mano y la boca abierta, estaba gritando de rabia, sin duda
intentaba apresurar el trabajo. ¿Qué estaban haciendo y con qué propósito? Era
temeroso incluso de imaginar.
Porque la máquina y sus enormes engranajes estaban
hechos de huesos humanos.
— ¿Qué demonios…?
—El hogar de los goblins, supongo.
Junto a una temblorosa sacerdotisa, el sacerdote
lagarto asintió lentamente. Se acercó tranquilamente y volvió a tocar el espejo
con la garra de su mano escamosa.
De repente, la imagen en el espejo se torció.
Se dobló sobre sí mismo, corrió hacia un lado, se
giró, y comenzó a disiparse como si se hubiese visto atrapado en una tormenta
de arena.
— ¡Oh…!
Exclamó la elfa en la escena apenas visible en la
imagen arremolinada. Sus largas orejas se movían, y ella señaló con su hermosa
mano y gritó — ¡Miren eso! Todo el mundo miró.
— ¡Justo ahora acabo
de ver…. las ruinas de esa selva! ¡Donde estuvimos el otro día!
— ¿En la selva? Murmuró Goblin Slayer. — ¿El de los
goblins inusualmente bien equipados?
— ¿Eso es todo lo que recuerdas de ese lugar? Pero sí.
Ese es el sitio. La elfa asintió con la cabeza a Goblin Slayer, con sus orejas
moviéndose de emoción. — ¿Qué posibilidades crees que hay de que los de allí
fueron enviados desde aquí?
— ¿Crees que esto es una reliquia antigua que puede
producir un portal? Susurró el chamán enano, como si no pudiera creerlo.
Tenía buenas razones para no creerlo. Portal, un
hechizo que podía unir dos lugares, se había perdido hace mucho tiempo.
Los pergaminos como el que había usado Goblin Slayer
eran los únicos artículos donde se podía encontrar el hechizo. E incluso esos
eran artículos caros que tenían que ser primero encontradas en ruinas antiguas.
La idea de un objeto mágico que pudiera invocar ese
raro hechizo en cualquier momento era asombrosa. Los aventureros, por supuesto,
no sabían exactamente cómo usarlo, pero si podían entenderlo.
Imagínate el precio que traería. Más de lo que podían
contar.
—Así que alguien estaba invocando goblins con esta
cosa…
La elfa se alejó lentamente del espejo como si pudiera
atacarla.
—…les dio armas y les hizo vivir aquí abajo…
El chamán enano recogió el pensamiento, cerrando un
ojo y haciendo una mueca ante el espejo.
—…y entonces esa bestia asquerosa lo estaba
protegiendo.
El sacerdote lagarto terminó con un golpe con la cola.
— ¿Qué hacemos, Goblin Slayer…?
La sacerdotisa lo miró con angustia.
Goblin Slayer no contestó.
—No… Lentamente agitó la cabeza de un lado a otro, y
luego dio un paso decidido y audaz.
Volteó el cadáver del Ojo Gigante con su pie, entonces
sacó una tela empapada que podía verse debajo de eso.
Probablemente había sido arrastrada por la explosión.
Estaba chamuscada, cubierta de hollín, y sucia, pero cuando lo estiró, se
reveló una horrible bandera de guerra. Llevaba un crudo dibujo en el pigmento
rojo negruzco de sangre seca.
Un solo ojo.
La imagen era infantil, pero lo que significaba estaba
terriblemente claro.
El escudo significaba que tendrían un castigo por el
ojo robado. Era el símbolo de los goblins, prueba de que los aventureros habían
encontrado su ciudadela.
—Sabía que eran goblins. Murmuró Goblin Slayer.
Como si fuera en respuesta, aullidos provinieron de
las profundidades de la tierra.
Voces de inmenso odio. Voces de celos y lujuria. Voces
que buscaban robar, violar, matar. Gritos crueles llenos de codicia.
Desde lo más lejano de ese sucio agujero, los ruidos
salían de una oscuridad que parecía el hogar de las pesadillas.
—…Ee…
La sacerdotisa apretó su bastón con ambas manos y
tembló. Conocía esos sonidos, los conocía de una manera que la enfermaba. ¡Esas
voces… esos goblins!
—Ah-ha… Nuestra explosión resonó hasta llegar a ellos.
El sacerdote lagarto respiró agudamente, moviendo su cuello.
Las voces parecían provenir de todas partes a la vez,
de cada uno de los pasillos que llevaban a la salida del templo. Pasos y ecos
de los estridente choques de las armas y equipos al mismo tiempo, cada vez más
cerca.
No tenían mucho tiempo.
—Si de aquí vienen los pequeños demonios, no podemos
ignorarlo.
—Entonces, estás diciendo…
El chamán enano sacó su botella de vino de fuego y
tomó un gran trago.
Su cara se puso rígida y se puso un poco roja, y luego
sonrió como para evitar su inquietud.
—… ¿Vendrán a recuperar este lugar?
—Oye… Oh, hombre… ¿No podemos tomarnos un descanso? La
elfa se sentó débilmente. Sus orejas cayeron lastimosa y lamentablemente, toda
su energía de momentos atrás desapareció. Su delicado rostro cayó, y parecía
que iba a llorar.
La sacerdotisa se acercó a su lado con la misma
expresión. Con las manos temerosas, temblorosas y rígidas, agarró con tanta
fuerza su bastón que su piel comenzó a ponerse blanca, y sus ojos temblaban.
Pero miró a Goblin Slayer, aunque no suplicante ni
desesperadamente. Sólo lo miró directamente a él.
—Goblin Slayer.
Su pequeño susurro hizo que todos se centraran en él.
Igual que con el ogro, igual que con el lord goblin, así lo hicieron ahora. En
sus momentos más nefastos, éste era el hombre que manejaría algo. Podía parecer
que se daban por vencidos, pero no lo estaban, no del todo.
Porque si lo hicieran, ¿quién se volvería hacia Goblin
Slayer como líder?
En los términos más amplios, era una especie de
confianza.
—……
Goblin Slayer escaneó silenciosamente toda la
habitación.
El desmoronado templo. El espejo que contiene el
asombroso poder de Portal. Los goblins acercándose desde todas las direcciones.
Los cuatro agotados aventureros.
Habían sido arrinconados completamente… ¿o tal vez no?
— ¿Qué tengo en el bolsillo…?
No buscaba una respuesta, sólo hablaba consigo mismo.
Era un acertijo que nunca había entendido. Incluso ahora, no estaba seguro de
entenderlo.
No había nada allí… excepto su mano.
Una mano que no podría sostener nada. O todo.
¿No lo hizo siempre?
Y si lo hizo, entonces…
—……
Miró a la elfa, que no se movió para huir a pesar de
su evidente temor.
Al chamán enano, fortificando su coraje con vino.
Al sacerdote lagarto, que se estaba echando a perder
para la próxima batalla.
Y a la sacerdotisa, que lo miraba directamente.
Entonces asintió, y dijo tranquilamente:
—No te preocupes.
Era imposible distinguir su expresión detrás de ese
casco de acero.
Pero a la sacerdotisa, no, a todos ellos, sus únicos compañeros en el mundo…
—No será un problema.
… parecían que, tan tiernamente, se estaban riendo.