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Goblin Slayer Vol. 2 capítulo 10

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 Goblin Slayer volumen 2 capítulo 10 en español


Esperaaa...!!
Goblin Slayer vol. 2

 Las Ruinas de la Ciudad y Trampas Mágicas


Si la muerte tuviera pisadas, este debería ser el sonido.

Tambores de batalla retumbaban desde las profundidades del infierno. Armas y armaduras sonaban mientras los monstruos avanzaban, y su aliento apestoso profanaba el aire de las ruinas; su saliva mojaba los pisos de piedra.

Estaban llenos de murmullos y gritos desordenados. Cada sonido emanaba una codicia y arrogancia desbordante. Debatieron sobre la mejor forma de destrozar a los impertinentes aventureros, de bailar sobre sus cuerpos rotos, de degradarlos.

*Whumph*. A la cabeza de su grupo llegaron los pasos de ese gigantesco goblin, el campeón.

Primero, tomaría un ojo por ojo, de cada uno de ellos. Allí es donde empezaría, antes de cualquier asesinato, antes de que cualquiera sea devorado, antes de cualquier cosa…

—Ohh…

Las sensibles orejas de la elfa captaron todo esto fácilmente. Su voz se escurrió mientras temblaba, y la sangre escapaba de su rostro.

Ella apretó la cuerda de seda de araña de su arco con un *twang*, revisando su suministro de flechas, y respiró hondo.

— ¿Puedes hacerlo?

—… ¡Por supuesto!

Ante la pregunta de Goblin Slayer, tan neutral como siempre, respondió con firmeza.

Fingiría estar bien tanto como pudiera. Cuanto más horribles eran las cosas, más hablaba. Si no podía bromear, seguramente moriría.

—Sólo trata de evitar que esta vez casi volemos en pedazos.

—Esa es mi intención.

Ella entrecerró los ojos, pero él sólo asintió, amargado como siempre.

Había encendido cuatro antorchas y puesto una en cada punto de la brújula; ahora examinaba el santuario con su luz. Además del camino que habían tomado para entrar en la sala, existían otros pasillos llevaban a quién sabía dónde.

— ¿Puedes decir de dónde vienen?

—De todas partes. Dijo la elfa encogiéndose de hombros. —No preguntes cuántos.

—Goblin Slayer, he preparado una barrera.

Los otros aventureros, por supuesto, no estaban siendo perezosos.

El sacerdote lagarto había amontonado pedazos de los escombros de la explosión alrededor del altar. Un atrincheramiento, incluso uno simple, a menudo marcaba la diferencia entre la victoria y la derrota en una batalla defensiva. El enemigo sería vulnerable mientras intentaba superarlo, y eso también los frenaría.

El chamán enano, que había estado dirigiendo la iniciativa, se limpió el polvo de las manos y dijo: —Es lo mejor que podíamos hacer con tan poca antelación, pero no esperen mucho de eso.

—Será suficiente. ¿Qué hay de ti?

— ¡Sí, estoy lista! Respondió la sacerdotisa valientemente.

Se había subido al altar con su pequeño cuerpo. Era su trabajo recoger piedras, flechas, y espadas cortas utilizables del suelo cercano. Era importante que una nueva arma estuviese a la mano, a punto de ser entregada en cualquier momento que pudieran necesitarla.

—Muy bien. Asintió Goblin Slayer.

Él también podía ahora oír claramente al ejército goblin.

No habría que esperar más. No había tiempo para largas explicaciones. Goblin Slayer no vaciló.

— ¿Cuántos hechizos te quedan?

—Yo tengo, um… La sacerdotisa puso un dedo en sus labios y pensó.

¿Cuántas veces más podría soportar su alma suplicar a los dioses de arriba?

La experiencia le sugirió…

—Fallé una vez y tuve éxito una vez, así que… una más.

—Guárdalo. Dijo Goblin Slayer cortamente. —Lo necesitaremos más tarde.

— ¡Sí!

Esas eran sus instrucciones, y la sacerdotisa asintió sin vacilar. Agarró firmemente su bastón con ambas manos, y desde lo alto del altar, miró a la oscuridad. Si ella no iba a usar su milagro, ella sería responsable de vigilar el panorama general.

Era mucho que soportar sola… pero no estaba sola. Estaban todos juntos.

— ¡Haré todo lo que pueda!

— ¡Ha-ha-ha-ha-ha-ha! Nuestra humilde doncella del templo se ha vuelto bastante valiente.

Junto al altar, el sacerdote lagarto ladeó su cola y tocó su lengua jovialmente con su nariz.

— ¿Quién, yo?

Se volvió hacia la sacerdotisa, que parecía un poco avergonzada, sosteniendo su catalizador, y un colmillo.

—Quedan dos para mí. Aunque si me abstengo de convocar a un guerrero diente de dragón ahora, serán tres. Supongo que no debería esperar. Dijo el sacerdote lagarto sonriendo intensamente, mostrando sus dientes.

—Hazlo. Respondió Goblin Slayer inmediatamente. —Que sostenga un escudo. Movió la barbilla en dirección a la sacerdotisa. —Quiero que la proteja.

—Muy bien, muy bien. ¿Y yo me ocupo del espejo?

—Sí.

El sacerdote lagarto respondió agitando lentamente la cabeza de un lado a otro y unió sus manos en un extraño gesto. Ascendió al altar, luego rápidamente lanzó su colmillo al suelo y se concentró en su hechizo.

Se decía que no había tribu en este mundo más experta en la batalla que los lagartos. Pensativo como era, el sacerdote probablemente ya tenía una idea de lo que Goblin Slayer estaba planeando.

—Oh cuernos y garras de nuestro padre, Iguanodón, que tus cuatro extremidades, sean patas para caminar sobre la tierra.

El chamán enano miró al sacerdote lagarto orando y al guerrero que creó, pasando un dedo por su barba.

—Monté ese muro espiritual antes y usé estupor… diría que dos más.

—Aférrate a ellos. Serán nuestras cartas de triunfo.

— ¡Oh-ho! Es el papel más importante que tengo. Hasta que los necesitemos, entonces, ¿te ayudo, Corta barbas?

El chamán enano le dio un golpe a su vientre, ya con su espíritu habitual. Sin él, el grupo podría haber encontrado mucho más difícil cambiar su estado de ánimo. La risita de la elfa era como una campana.

—Estamos realmente bendecidos, ¿no? De tener tres hechiceros.

— ¿Qué es esto? No sabía que sabías ser educada, orejas largas.

— ¡Oh, por favor! Siempre soy educada.

Alguien se rio. Entonces todos ellos asintieron el uno al otro. Eso fue suficiente.

Ahora podían ver los brillantes ojos de los goblins y escuchar la voz aullante del campeón.

La elfa cerró un ojo, agitando sus orejas mientras juzgaba la distancia al enemigo.

—… ¿Y? ¿Qué quieres que haga?

—Distráelos, luego mátalos. Reduce sus números, saca tantos como sea posible.

— ¿Por qué tengo la sensación de que esto es una locura?

— ¿En serio?

Goblin Slayer tomó una honda en su mano derecha libre y puso una piedra en ella. Al mismo tiempo, sacó otra honda de su bolso y se lo dio al chamán enano, intentando preparar el siguiente bloqueo.

La elfa hizo un “hmph”, puso una flecha contra la cuerda del arco, y la tiró hacia atrás.

— ¿Listo? Aquí voy.

Dejó salir una firme pero de algún modo encantadora risa. Pero en el mismo momento…

— ¡GOROORORRRRRRRB!!

Era el grito de guerra del campeón goblin.

El monstruo de un ojo agitó su bastón y rugió, intentando provocar a los goblins bajo su mando.

Sus tropas llevaban lanzas, garrotes, hachas y dagas oxidadas.

Mientras la horda se arrastraba hacia adelante, una de las criaturas al frente…

—Uno.

— ¡¿GROB?!

…cayó víctima de una de las piedras de la honda de Goblin Slayer.

A lo largo de la historia de este mundo, los seres humanos siempre han sido más aptos para lanzar cosas. Ni siquiera un dragón podría lanzar un objeto más lejos que un humano.

Los goblins carecían de fuerza, los elfos amaban demasiado sus arcos, y los enanos y los rheas tenían el lanzar como un simple pasatiempo. Sólo los humanos podían lanzar una piedra más rápido que un caballo que iba directo a su objetivo.

— ¡¿GOROB?!

— ¡¿GROOORRB?!

Y mientras hubiera piedras en el suelo, una honda nunca se quedaría sin munición.

— ¡Ho! ¡Apenas tienes que apuntar por aquí! ¡Me gusta!

Los dedos gordos del chamán enano brillaban como magia, cargando una roca tras otra en su honda y lanzándolos a los goblins.

— ¡Dispara Corta barbas! No hay malos tiros aquí.

—Ese es mi plan… Eso hace tres.

Una piedra silbó por el aire, abriendo otro cráneo de goblin. Dos seguidos, tres. Goblin Slayer parecía, después de todo, estar estado disparando goblins en un barril.

Los pequeños monstruos pisotearon los cadáveres de sus hermanos caídos, golpeados por las piedras.

— ¡GROB! ¡¡GOOOROBB!!

Los goblins no pensaron ni por un segundo que eran ellos quienes estaban atacando a los aventureros.

Eran ellos quienes estaban siendo atacados. Los goblins se veían a sí mismos como las víctimas en todas partes, así que era culpa de todos los demás si los goblins se defendían. Las muertes de sus camaradas sólo avivaron en ellos una ira vengativa. ¿Qué era un pequeño muro de escombros?

Sus pequeños ojos miraban fijamente a quienes los aventureros defendían, a la muchacha sobre el altar.

— ¡Vienen por la derecha!

— ¡Lo tengo!

Las voces de las chicas gritaban unas tras otras, y un instante después, los goblins invasores estaban llenos de flechas.

La sacerdotisa miró a su alrededor, habían gotas de sudor en su frente, y dondequiera que indicara, la elfa disparaba en esa dirección.

Rebota, rebota. Cada movimiento de sus orejas iba acompañado de una flecha mortal que viajaba a lo largo del viento subterráneo.

Ningún goblin podía escapar de ella.

— ¡Seguro que son muchos, sin embargo…!

— ¡Tres a la izquierda! ¡Cuatro delante!

—Sí, estoy en ello.

La elfa iba de un lado del altar al otro, perdiendo sus flechas tan rápido como podía cargarlas.

No fue la fatiga lo que la hizo sudar, sino el nerviosismo y la tensión. Hacía mucho tiempo que se había cansado de disparar una flecha a la vez; ahora agarraba todo lo que estaba cerca, tres flechas a la vez. Por supuesto, su carcaj estaba vacío; se abastecía de todo lo que podía encontrar en el suelo.

Y mientras ese suministro permaneciera, los goblins no se acercarían a ella, sino que sólo se añadirían a la creciente pila de cadáveres.

— ¡GOROROROB! ¡GROB! ¡GOORB!

Así que no era momento para quejarse de la situación.

El campeón goblin dio una orden y sacó la tapa de un frasco cuidadosamente acunado en los brazos de uno de sus lacayos.

Los goblins con sus mentes perversas habían inventado un líquido pegajoso y venenoso.

Los arqueros en las filas de los goblin llevaban rústicos arcos y mojaban las puntas de piedra de sus flechas en el veneno antes de disparar.

— ¡¿GOORB?!

Tenían, sin embargo, la costumbre de disparar enteramente desde la cadera, resultando en que varios goblins tuvieran flechas envenenadas en la espalda.

Incluso cuando las heridas no eran críticas, las víctimas golpeaban y espumaban por la boca y finalmente morían.

Lo que importaba, sin embargo, era que algunas alcanzaban a la elfa de la fila de atrás que les disparaba, y a la chica humana dando direcciones.

Si sólo pudieran golpear a esos dos blancos, el veneno haría el resto. Si sólo los paralizara, estaría bien. O bien podrían morir. Los goblins lo disfrutarían de cualquier manera.

—……

Pero uno no podía olvidar al leal guerrero colmillo de dragón. El soldado esquelético levantó el escudo que se le había dado, desviando silenciosamente las flechas que volaban hacia las chicas. De vez en cuando, una flecha lo golpeaba, pero sin carne y sangre el veneno no era una amenaza.

—Huh. La elfa se limpió el sudor de su frente y agarró una flecha a sus pies, y luego le dio al guerrero una palmadita en la espalda. —Esta cosa es muy linda.

— ¿T…tú piensas eso? La sacerdotisa frunció el ceño y se agachó para evitar una flecha. Se agarró desesperadamente a su gorra, intentando controlar su respiración. Se limpió un poco de sudor antes de que cayera en sus ojos, y luego miró a la oscuridad.

Junto a ella, el sacerdote lagarto había colocado su imponente cuerpo frente al espejo.

— ¡Ha! ¡Ha! ¡Ha! Estoy satisfecho de recibir su más grata alabanza.

El sagrado espejo había sido colocado en la pared de piedra con alguna técnica antigua. El sacerdote lagarto rayó con una afilada garra a lo largo del marco que rodeaba la superficie ondulante.

— ¡Debo decir que estoy muy desconcertado de cómo este espejo está acoplado aquí!

Respiró ruidosamente, y las escamas de sus brazos se abultaron mientras sus músculos se tensaban.

— ¡Oh orgulloso y extraño brontosaurio, dame la fuerza de diez mil!

Fue el milagro de Dragón Parcial, que invocaba la bendición de su gran espíritu ancestral, el temible naga.

Sus músculos agrandados ahora se jactaban de la fuerza del terrible lagarto que había caminado por la tierra hace tanto tiempo. Ahora su garra rompió la piedra, una grieta se abrió sin dañar el espejo.

Pero esto requeriría más que un rasguño. No había tiempo.

— ¡GOROOOOBB! ¡¡GOOROOROB!!

La barrera distante se rompió de un solo golpe, los escombros volvieron a la nada. Con un estrepitoso paso hacia adelante, el campeón goblin tuerto levantó su garrote y comenzó su asalto.

— ¡GORRB!

— ¡GORB! ¡¡GOORB!!

Los aullidos de los goblins dejaban claro su placer.

Tenían un héroe con ellos, un campeón, y eso les dio la fe de que podían prevalecer. En ese sentido, no eran diferentes de las personas.

La sacerdotisa tembló mientras sus horribles voces resonaban en sus oídos. Se mordió el labio, agarró su bastón, y dijo tan fuerte como pudo:

— ¡El grande, ya viene!

— Yo me encargo. Goblin Slayer no dudó. En el siguiente instante, cogió una daga del suelo y bajó una mano, saltando sobre la barrera.

— ¡Quédate junto al altar!

— ¡Sí, claro! Dijo el chamán enano, atrapando la honda que le tiró Goblin Slayer y lanzando una piedra.

Con el apoyo del chamán enano, Goblin Slayer voló como una flecha hacia sus enemigos.

Tres goblins estaban ante él, con armas en la mano. ¿Pero qué hay con ellos?

— ¡Dieciocho, diecinueve… veinte!

— ¡¿GROOB?!

Con la espada en su mano derecha, dio un golpe crítico, desgarrando la garganta del goblin que estaba justo frente a él.

La criatura escupió sangre; Goblin Slayer le dio una patada, liberando su espada, que luego utilizó para romper el cráneo de la criatura que venía de su derecha.

El monstruo de su izquierda no podía lidiar consigo mismo, así que usó su escudo para empujarlo detrás de él. Tan pronto como lo hizo, una de las piedras del chamán enano vino volando.

— ¡¿GOR?!

El goblin tropezó mientras la piedra le golpeaba en el pecho, y Goblin Slayer lo apuñaló mortalmente sin pensarlo dos veces. Atrapó al monstruo en la garganta; el goblin cayó al suelo con apenas una sacudida. Goblin Slayer soltó su espada y la dejó caer con el cuerpo.

— ¡GOROOB!!

— ¡Veintiuno…!

Lanzó la daga en su cintura para proteger su retaguardia. Golpeó en la garganta de un goblin que se había preparado para embestirlo. Mientras la criatura arañaba el aire, Goblin Slayer saltó hacia él y agarró su arma.

Un garrote. Probablemente la primera arma que los humanos usaron. Nada mal.

—Veintidós… tres.

Un golpe del instrumento contundente pulverizó otro cráneo goblin, luego Goblin Slayer se fijó a un arquero en la parte trasera y envió el garrote volando hacia él.

— ¡¿GORARA?!

No fue suficiente para ser un golpe crítico. Fue un disparo de la elfa el que acabó con el arquero goblin.

— ¡Lo tengo! Exclamó la elfa. Goblin Slayer no tuvo que mirarla para saber que sus orejas rebotaban de arriba a abajo. — ¡Orcbolg, flechas!

— ¡Hmm…!

Incluso si el grupo no era exactamente psíquico, nunca estaban fuera de lugar.

Goblin Slayer echó a los goblins del camino mientras corría a través del campo de batalla para agarrar el carcaj de un arquero enemigo. Luego giró, confiando en la fuerza centrífuga para llevar el paquete a la elfa.

Pero la carga era pesada y sólo tenía un segundo para girar, por lo que apenas difícilmente podría haberla alcanzado.

— ¡Ahí!

El chamán enano saltó para recoger el carcaj, lanzándolo hacia atrás.

— ¡Hecho! Gritó.

—… ¡Eep!

La sacerdotisa cogió el carcaj en sus brazos y se lo pasó a la elfa, devolviéndola a su elemento.

Siguió una lluvia de flechas. El poder de fuego de un elfo con un buen arco y flechas se comparaba a un hechicero. Como ella solía decir, una tecnología suficientemente desarrollada (ayudada por la habilidad) era indistinguible de la magia.

Había algunos tontos que, como podría haber dicho el chamán enano, creían que “los hechiceros sólo lanzaban rayos”.

— ¡GROORB!!

Varios goblins estaban buscando hacer del chamán enano, su saco de boxeo, ahora que había salido por detrás de la barrera.

— ¿Cómo va, Escamoso? ¿Aún falta?

Estaban demasiado cerca para ataques a distancia. El chamán enano tiró su honda y sacó su hacha.

Los enanos eran tan duros como las rocas, después de todo. Sacudiendo salvajemente sus brazos y piernas rechonchas, el chamán enano casi rodó hacia la formación enemiga, golpeando y pateando.

— ¡Sólo… un poco… m…ás!

El altar en donde el sacerdote lagarto estaba, comenzó a romperse bajo las garras de sus pies, algunos escombros se desmoronaban.

Los hombres lagartos no sudan, pero un humano en su posición estaría empapado.

El espejo se apartaba lentamente de la pared con un sonido audible, pero claramente el sacerdote lagarto necesitaría más tiempo.

—¡…! ¡Yo ayudaré!

— ¡Gr…acias!

La sacerdotisa miró rápidamente a su alrededor, y luego se arrodilló junto al sacerdote lagarto.

Eran completamente superados en número.

Los números son la mayor fuerza de los goblins y la mayor debilidad de los aventureros.

Los monstruos se acercaban lentamente al altar, el tamaño de la horda crecía. La sacerdotisa había decidido que el tiempo era más valioso que una vista de pájaro de la batalla. ¿Pero había algo que sus delgados brazos pudieran hacer? Tenía que haberlo.

En un rápido movimiento ella atascó su bastón que sonaba entre el espejo y la pared y comenzó a usarla como palanca.

—Hr… aahh…

—…Todavía necesitan más tiempo, ¿verdad? Goblin Slayer murmuró, habiendo confiado las cosas a sus camaradas.

Él estaba solo la primera línea de defensa ahora.

Mientras una multitud de goblins colapsaba a su alrededor, Goblin Slayer cogió la espada de uno de ellos. Era un palo montado con una hoja de piedra; apenas se le podía llamar espada.

Pero Goblin Slayer nunca había sido quisquilloso con sus armas.

— ¡GORARAB…!

—Hmph.

Entonces, una enorme forma surgió ante él, el campeón goblin de un solo ojo.

El horrible hueco vacío. El único imponente ojo ardía. Su horrible sonrisa. Su ira.

— ¡¡GORARARABOOBOBORIIIIN!!

Ene se instante, Goblin Slayer saltó hacia atrás casi como si estuviera cayendo.

— ¡¿GORAB?!

Ignoró el grito del goblin con el que estaba luchando, contrayéndose a sí mismo y rodando de nuevo.

A partir de ahí, vio como el tambaleante goblin, recibió el devastador golpe del garrote del campeón.

— ¡¡GORARARAB!!

El rugiente campeón goblin se centró enteramente en Goblin Slayer. Su garrote rompió el suelo de piedra, levantando una nube de polvo y un gran ruido.

—Demasiado fuerte para tu propio bien. Escupió Goblin Slayer, y sólo fueron instantes antes del siguiente golpe.

La fuerza del campeón no era menor que la del ogro (no es que Goblin Slayer recordara esa palabra) al que se habían enfrentado antes.

Goblin Slayer quería evitar tanto los golpes críticos como fuera posible. Mantuvo su escudo levantado, empujando a través de la multitud de goblins.

— ¡¿GORAB?!

Gritos y aullidos mezclados con los sonidos de carne y huesos rotos; sucios géiseres de sangre escupidos por todas partes.

Todo causado por el campeón goblin y su garrote.

Balanceaba el arma de un lado al otro, decidido a aplastar a Goblin Slayer, pero sólo golpeaba a sus propios aliados. Los desafortunados monstruos se convirtieron en el escudo de Goblin Slayer, tristemente dando sus vidas en el proceso.

—Idiota.

— ¡¿GORAB?!

Goblin Slayer enterró su espada en el cráneo de una criatura que se escondía, soltando la empuñadura para cambiar su arma por la del monstruo.

Era una hoja oxidada que probablemente había sido robada a un aventurero; ahora, muchos días después, había sido devuelta a uno.

Goblin Slayer cortó a través de la garganta de un goblin cercano, casi como si para probar la hoja, provocando un rocío de sangre. La criatura se retorció como si se estuviera ahogando. Con su víctima todavía atravesada en su propia arma, Goblin Slayer giró y le dio una patada hacia atrás.

— ¡GOORORORB!!

El campeón goblin puso fin a su subordinado con un *smash*.Probablemente fue una muerte mejor que ahogarse en su propia sangre.

—Un goblin no debería tener la suerte de tener tal final.

— ¡GORARARAB!! ¡GORARARA!!

Golpe—un goblin roto. Polvo llovía del techo.

Golpe—un goblin lanzado al aire. Polvo caía del techo.

Golpe. Golpe. Golpe. Cada vez, Goblin Slayer escapaba.

La auto-reflexión no estaba en el vocabulario goblin.

Sí, el campeón seguía matando a sus propias tropas, pero eso era culpa de ellos por no esquivar, o al menos del humano usándolos como escudo.

¡Qué horrible humano! ¡No sería suficiente arrancarle el ojo, ni destrozarle las extremidades, ni siquiera matar a sus amigos mientras miraba!

El enfurecido campeón olvidó convenientemente que sabía que él estaba usado a sus aliados como escudos. Se sentía frustrado porque el aventurero no se pondría de pie a pelear, pasando por alto el uso que los goblins hacen del gas venenoso.

Los goblins son estúpidos, Goblin Slayer se repitió a sí mismo, pero no son tontos.

En otras palabras, no eran tontos, pero tampoco inteligentes. Y una persona no inteligente agitando una espada es fácil de aprovechar.

Después de todo, ellos fallarían en usar su mejor arma.

Así que Goblin Slayer condujo directamente a través del campo de batalla, con el campeón siguiéndolo.

— ¡Si Orcbolg lo está alejando…!

La elfa no sólo estaba esperando y mirando.

Se subió al altar, pateando su camino a través de goblins con sus largas y hermosas piernas. Hizo un chasquido con su lengua.

Cómo odiaba usar las flechas de los goblin.

— ¡Cielos, no puedo creerlo! Dijo, medio enfadada. Sus orejas se contrajeron mientras leía el viento y hacía volar sus flechas.

No estaba, por supuesto, apuntando al campeón, sino a la chusma goblin.

— ¡¿GROB?! ¡¿GOORB?!

Incluso una flecha rudimentaria puede perforar un cuerpo, tomar una vida. Los goblins cayeron como la lluvia en una tormenta, pero su número seguía siendo inmenso.

El chamán enano enterró su hacha en la cabeza de otro, su querida barba estaba cubierta de salpicaduras de sangre.

— ¡Ho, Orejas largas! ¿No puedes disparar más que eso?

— ¡Silencio, enano! Si quieres resultados, dame mejores flechas.

— ¿Puedes interesarte en algunas lindas piedras?

— ¡Olvídalo!

Y discutieron. ¿Era esta su broma habitual, o lo hacían a propósito? Cuando ya no puedan seguir respondiéndose el uno al otro, ese sería el verdadero final. Así era con la mayoría de los aventureros.

Incluso la sacerdotisa, con su rostro de color rojo brillante mientras se esforzaba con su bastón.

— ¡Hn… Hnnnn…!

Sus brazos temblaron y se mordió el labio mientras lanzaba todo su peso corporal en su batalla con el espejo. Era todo lo que podía hacer la niña humana con su delicado cuerpo.

El intrépido lagarto, por su parte, no escatimó ni un ápice de fuerza en su valiente esfuerzo.

— ¡Vamos… uno más… empuja…!

Aún imbuido con la bendición de su antepasado, el temible naga, sus esfuerzos estaban en el punto culminante. Respiraba ruidosamente entre sus colmillos desnudos, cada centímetro de él desde sus garras hasta su cola se había convertido en poder.

¡Screeeeeeeeyyyyeeeechhh!

Con un tremendo ruido, el espejo sagrado finalmente sucumbió a la fuerza absoluta del sacerdote.

La gran cosa descansaba en las manos del sacerdote lagarto, junto con un trozo de la pared.

— ¡Goblin…Slayer!

La sacerdotisa lo llamó. Su respiración entró en jadeos; su voz estaba débil y exhausta.

Goblin Slayer miró hacia atrás, le dio una patada al campeón y se fue corriendo.

— ¡Coloca el espejo boca arriba! ¡Luego ponte debajo de eso!

— ¡Entendido!

Con un gruñido, el sacerdote lagarto deslizó el espejo sobre la parte superior del altar como un techo. Sabía que todo dependía de este momento.

Se puso de rodillas y apoyó su hombro contra el espejo, sin temblar.

— ¡Él viene!

Apoyando al otro bando estaba el leal guerrero diente de dragón.

— ¡ORARARAG!!

El campeón goblin dio un golpe fuerte.

Aunque no se podía esperar que los goblins entendieran exactamente lo que estaba pasando, estaba claro que algoestaba pasando.

El garrote del campeón conectó con varios goblins, que no tuvieron ni un segundo para esquivar, salpicando sus cerebros alrededor de la habitación.

Saltando hacia atrás, Goblin Slayer atacó con una lanza de mano que había tomado de un enemigo. La espada envió varios dedos del campeón girando hacia el aire, provocando un rugido resonante.

— ¡¿GARAOR?!

— ¡Ráfaga de Piedras! Uno grande, ¡arriba!

— ¿Arriba? Lo tengo

Hubo un instante de sorpresa por parte del chamán enano, pero sabía que no debía dudar.

Agarró un puñado de arcilla de su bolso. Respirando sobre ella mientras la enrollaba, gritó.

— ¡Salgan, gnomos, es hora de trabajar, ahora no se atrevan a eludir su deber, un poco de polvo puede que no les dé asco, pero mil son una piedra preciosa!

Tiró la bola de suciedad al aire tan fuerte como pudo, y se convirtió en una enorme roca ante sus propios ojos…

— ¡Luz!

— ¡Bien!

Sin distraerse por un momento por el espectáculo, la sacerdotisa respondió inmediatamente a sus palabras, a su confianza.

Sabía que esta era la razón por la que estaba aquí, y le hizo sentir tan orgullosa que pensó que su pequeño pecho podría reventar.

Ella derramó todo en la oración que conectó su alma a los dioses del cielo.

— ¡Oh Madre Tierra que rebosas de piedad, concede tu sagrada luz a los que estamos perdidos en las tinieblas…!

Era una oración pura, ofrecida por una dama frágil a costa de la energía de su propia alma.

¿Cómo podría la Madre Tierra, toda compasiva, hacer otra cosa que no sea dar luz sagrada?

— ¡¿GORORB?!

¡Una explosión de sol!

Desde el bastón de la sacerdotisa (liberado de su función como palanca), una luz abrasadora llenó el espacio. Era probablemente más luz de la que las entrañas de estas ruinas habían visto en todos sus eones de existencia.

Los goblins gritaban como si hubieran sido quemados, agarrando sus caras y tropezando hacia atrás. Sus retinas habían sido quemadas. Y Goblin Slayer, aunque se había cubierto la cara inmediatamente, había sufrido lo mismo.

—… Hr…

— ¡Orcbolg, por aquí!

Pero sin embargo, podía oír una voz clara a pesar de la blanca oscuridad.

La elfa, que poseía habilidades más allá de las de cualquier explorador, extendió la mano.

—Lo siento.

— ¡No importa! No es que tenga ni idea de lo que estás pensando.

Con su guía, él dio uno, dos, tres pasos.

Ella saltó con gracia, y Goblin Slayer se subió al altar.

La cola del sacerdote lagarto se extendió, jalando a Goblin Slayer con seguridad bajo el espejo.

Goblin Slayer gritó: — ¡Control de Caída, bájalo!

— ¡Hrrf, por supuesto! ¡Salgan, gnomos, y déjenlo ir! ¡Aquí viene, miren abajo! Pongan esos cubos boca abajo, vacíen todo hacia el suelo.

—… Eso hace… Murmuró Goblin Slayer. Se giró, apoyado por la cola del sacerdote lagarto.

Con su mano derecha, tomó firmemente a la sacerdotisa. Su mano temblaba suavemente.

La elfa todavía agarraba su mano izquierda, lo suficientemente fuerte como para lastimarse a través de su guantelete de cuero.

El chamán enano le dio un buen golpe en la espalda. Incluso ahora, con su espíritu agotado, estaba más alegre que nunca.

Goblin Slayer miró a los goblins a través de sus claros y quemados ojos. Gritando en confusión, temor, dolor, codicia, y odio; y se tambalearon inútilmente.

— ¡¿GO?! ¡¿GROB?!

— ¡¿GRAROORORORB?!

Tan pronto como el chamán enano terminó sus complicadas invocaciones, la roca se estrelló contra el techo.

El techo que había sido sacudido por la explosión, golpeado por el monstruo del globo ocular, y sacudido por los golpes del campeón goblin.

El techo cuyas piedras habían sido sostenidas por innumerables años por las raíces de los árboles.

Pero no podría ser el mejor momento.

Y aquí, el tiempo tuvo un poco de ayuda de la masa y el peso y el poder de los espíritus.

Los gnomos, gobernantes de la tierra, dirigieron todo su poder directamente hacia abajo.

Primero, una pequeña fractura corrió a lo largo del techo. Luego, se agrietó, y un poco de ella, demasiado pesada para que las raíces la apoyasen, cedió.

Y entonces…

—… Cincuenta… y… tres.

Un instante después, la aulladora cara del campeón goblin fue enterrada bajo una avalancha de tierra y desapareció.

Ese fue el final.

No pasó mucho tiempo antes de que todo pareciera terminado, como si todo hubiera muerto.

Este lugar donde un fino polvo marrón se elevaba en el aire, ¿había sido realmente un templo unos momentos antes?

Ahora, cualquier indicio de lo que había sido estaba cubierto de tierra y restos, rocas y escombros. Donde debería haber estado el techo, sólo había un nido de raíces retorcidas. Luz tenue del sol, o más bien ahora, la luz de la luna y las estrellas, se filtraban a través de ellos.

Era de noche, a principios del verano. Se decía que las estrellas que brillaban sobre ellos eran los ojos de los dioses que miraban desde lo alto del cielo. Vigilaban este lugar, pero ahora no había nada que atestiguara a sus antiguos habitantes.

Excepto tal vez, solo tal vez, los terribles cuerpos de goblin que se podían ver entre los escombros.

…No.

Ahí estaba el espejo.

En medio del altar devastado había un monte de escombros donde una vez pudo haber estado un altar. En su cima se sentaba un enorme espejo, reflejando la luz de las estrellas en el cielo.

Entonces, se escuchó un golpe.

— ¡Pfah!

Sonó una dulce voz, y la montaña de escombros se desmoronó levemente.

Una roca fue empujada a un lado, y haciendo un túnel estrecho a través de la tierra salió… una elfa.

Era la elfa arquera, con su rostro sucio de polvo.

— ¡Por los dioses, Orc…Orcbolg! ¡¿En qué estabas pensando?!

Se retorció como un gato que había caído en el agua, con sus orejas recostadas. Una fina capa de polvo parecía ser lo peor que llevaba. La sacerdotisa, que se arrastró tras ella, suspiró suavemente. Tosió varias veces, escupiendo suciedad de su boca.

—E…eso fue sorprendente…

— ¿Sorprendente? ¿Así es como lo llamas?

—Supongo que… ya estoy acostumbrada a ello.

— ¡Oh, por…!

La elfa se acercó para ayudar a la sacerdotisa, todavía tosiendo polvo.

Los ojos del sacerdote lagarto se movieron en la escena mientras se arrastraba afuera; entonces, se sentó pesadamente. —Santo cielo… Es nuestra buena suerte tener un espejo Portal en el momento justo.

Mientras suspiraba, el guerrero colmillo de dragón que estaba a su lado agitó la cabeza, con un toque de ingenio artístico.

El altar seguía en pie. Por eso todos ellos seguían vivos… Pero había una cosa extraña.

La suciedad y el polvo se amontonaban a su alrededor, pero el altar en el centro estaba despejado.

La razón era el espejo, que el guerrero diente de dragón estaba ahora sosteniendo solo. Sostenido por el guerrero y el sacerdote lagarto, había transportado los escombros que caían a través de su Portal. Si no hubiera sido así, los aventureros habrían estado tan muertos como los goblins a su alrededor.

—Absorbió todos los escombros. Es una pena que sea tan pesado. Dijo el sacerdote lagarto.

—Bueno, hiciste la mayor parte del trabajo, Escamoso. El chamán enano salió y golpeó al sacerdote lagarto con una carcajada. —Supongo que es un poco grande para un escudo, ¿no?

Finalmente pudo beber sin interrupción. No perdió tiempo en sacar su copa y tomar un trago. Sus mejillas estaban pálidas por la presión que sus hechizos habían puesto en su espíritu, pero el beber algunos espíritus alcohólicos rápidamente restauró un saludable sonrojo.

—Tengo que decir, sin embargo, que me siento un poco mal por los del otro lado.

Sólo los antiguos sabían exactamente cómo usar este artefacto igualmente antiguo. Era imposible decir quién había traído el artefacto aquí, pero seguramente esto era un mal uso del Portal.

El espejo conectó un nido de duendes con el subsuelo de la Ciudad de Agua, ¿por qué eso conducía a esas ruinas?

—Tal vez así es como la gente se movía entonces. ¿Eh, Corta barbas?

—No me interesa.

Ahí estaba Goblin Slayer.

El último en salir de la montaña de escombros, no mostró signos de fatiga, hablando calmada y fríamente. Estaba cubierto de polvo y salpicaduras de sangre, pero su casco de acero de aspecto barato y su mugrienta armadura de cuero estaban como siempre.

La sacerdotisa, que finalmente se había puesto de pie con la ayuda de su bastón, apretó los labios al verlo.

—Tenemos mucha suerte de no estar debajo de la ciudad.

—Si así fuera, habría pensado en otra cosa.

Ella infló sus mejillas con un gemido. Él era, por supuesto, inalterable.

El casco de acero de Goblin Slayer giró hacia los lados, vigilando la zona.

Miró la exasperación de la sacerdotisa, la jovial mirada del sacerdote lagarto, y al chamán enano, que brillaba cada vez más rojo mientras bebía.

Y finalmente, llegó a la elfa, quien le clavaba puñales brillantes, o quizás flechas, a través de ojos.

—Oye. Él dijo.

—… ¿Qué?

—Sin fuego, sin agua, sin veneno, sin explosión.

Sonaba un poco impresionado consigo mismo.

A la luz de la luna, una sonrisa apareció en el rostro de la elfa. Una sonrisa traslúcida y bella como si fuera de vidrio.

— ¿Orcbolg?

— ¿Qué?

—Eres un idiota. Y le dio una patada que hizo que Goblin Slayer volviera a los escombros.



Referencias

  1. Nota: No religiosos.



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