Goblin Slayer Vol. 4 capítulo 2
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Goblin Slayer volumen 4 capítulo 2 en español

De Cierto Niño Pequeño
—Vamos, ¿hasta qué hora vas a
dormir? ¡Despierta!
El niño escuchó la voz familiar
de su hermana mayor en el aire de la mañana.
Se movió perezosamente con
muchos off y aaah y otros sonidos inarticulados,
hasta que una brillante luz le atravesó los ojos.
Amanecer, era de día.
— ¡¿Es de día?!
El niño se lanzó fuera de su
lecho de paja y dio un gran estiramiento.
Aspiró una bocanada de aire frío
y confortable. Un aroma fragante de algún tipo flotaba en el aire.
¡Pan!
Era el desayuno.
— ¡Si no te apuras y te levantas,
no quedara nada del desayuno!
— ¡Lo sé! Le gritó a su hermana,
y rápidamente se cambió de ropa.
Si ya era de día, no podía perder
ni un minuto más, ni un segundo más. Además, tenía hambre.
Cuando cierro los ojos, la
mañana viene enseguida, entonces ¿por qué tengo tanta hambre?
Tal vez su hermana lo sabría.
Quería preguntar, pero ahora el desayuno era más importante.
— ¡Días, herma!
— Creo que te refieres a buenos días.
Dijo molesta mientras él volaba hacia la cocina (y el comedor y la sala de
estar, era una casa pequeña). —Sheesh. Es por eso tenemos que tenemos que hacer
que ella te cuide.
—Hrk… Ella no tiene nada que ver
con esto. Cuando su hermana educó a su vieja amiga que vivía en la casa de al
lado, el niño adoptó la misma expresión de disgusto que ella.
La vecina era menor que él, pero
ella podía hacer casi cualquier cosa, así que todos lo trataban como si él
fuera menor y la hacían responsable de él. Se quejaba ante su hermana de ello,
pero ella sólo sonreía. Uno pensaría que una hermana mayor podría tener más en
cuenta los sentimientos de su hermano pequeño.
—No importa, tú sólo come.
—…Sí, hermana.
Su objeción fue rechazada
despiadadamente, y ella le hizo un gesto, con una gran cuchara, para que se
sentara a la mesa.
Los platos en la mesa incluían
pan, todavía caliente y una sopa hecha de leche. Habría huevos fritos en los
días en que las gallinas ponen huevos, pero eso no sucedía tan a menudo. Su
plato favorito era el estofado, que sólo podían hacer cuando habían matado a
una de las gallinas.
Le dolió el estómago por los
deliciosos olores.
Tomó una cuchara y decidió no
dejar que se enfriara.
— ¡Hey, reza tus oraciones! Dijo
su hermana, que parecía tener ojos en la nuca, mientras vigilaba la sopa.
Pesarosamente el niño puso la
cuchara sobre la mesa y entrelazó sus manos.
—Oh [Uno] que es más grande que
los ríos y más ancho que los mares, gracias por darnos la sabiduría para
obtener este alimento.
— ¡Bien, bien!
Era típico en estas aldeas
pioneras creer en la Madre Tierra, y el niño se enorgullecía de que su familia
fuera diferente. Su hermana había aprendido a leer, escribir y hacer
matemáticas en el templo del Dios del Conocimiento e incluso empezaba a enseñar
allí. Era lo que les había permitido sobrevivir incluso después de la muerte de
sus padres, y por eso tenían que estar agradecidos con la deidad.
Pero… el chico pensó. Sorbió un poco de sopa,
luego arrancó un pedazo de pan y lo remojó en la sopa antes de comerlo. Yo,
yo quiero ser un aventurero.
Ciertamente no era algo que
pudiera decirle a su hermana.
***
— ¡Asegúrate de estar fuera de
los Bosques Orientales!
— ¡Lo sé!
— ¡Vuelve al mediodía y ve al
templo!
— ¡Lo sé, lo sé!
Mientras su hermana le insistía
desde atrás, el niñoo se puso en marcha por un camino que conocía desde su
nacimiento.
Bueno, quizás no desde que
nací, exactamente…
En su espalda se sacudía la
espada de madera que su hermana le había dado recientemente por su cumpleaños.
Uno de sus juegos favoritos de estos días era balancearla y fingir que era un
aventurero. Por supuesto, en su mente, no era fingir.
Mi grupo es pequeño hoy.
La chica de al lado iba a la
ciudad ese día. No es justo. No es nada justo.
—Ni siquiera yo he ido a ver la
ciudad todavía. Desenvainó su espada y dio unas cuantas impulsivas estocadas
contra la maleza.
— ¡Tú, niño! No agites esa cosa
donde hay gente alrededor, es peligroso.
Por supuesto, un granjero de
mediana edad que estaba parado en una esquina lo vio y gritó. Debe haber estado
regando sus campos. Hubo un sonido mientras estiraba sus caderas encorvadas.
—…Sí, señor. El niño comprendió
lo que hizo pensando en su hermana, y envainó obedientemente la espada. —Lo
siento.
—Ten cuidado, ahora. Golpeando
suavemente la parte baja de su espalda, el granjero comenzó a alejarse de su
campo, sonriendo por estar en un breve descanso. Se acercó al niño y dio un
largo suspiro, cogiendo una toalla de mano de su cintura y limpiándose la cara.
Estaba cubierto de tierra y polvo, barro y sudor, y la toalla se manchó
rápidamente de marrón.
— ¿Dónde está esa chica con la
que siempre andas?
— ¿Ella? Hoy está en la ciudad
Dijo el niño con una pizca de molestia, pero el granjero sólo asintió con la
cabeza.
— ¿Es así? Ya veo… Ella es una
cosa dulce. Quizá consiga ropa bonita en la ciudad. Saborea la expectativa,
niño.
—No creo que se vea bien con
cosas lujosas. Infló sus mejillas. El granjero le dio una palmadita con su mano
áspera y sucia. Al ver al niño, el granjero volvió a reírse.
—Bueno, espera a verla.
Guárdatelo para ti por ahora.
—Hrm…
—Di, niñoo. Vas al templo al
mediodía, ¿no?
—Uh-huh. Mi hermana dice que
tengo que estudiar.
—Tiene razón en eso. El granjero
asintió, frunció el ceño y luego golpeó suavemente la parte baja de su espalda
con un puño. —De hecho, mi cadera me está molestando otra vez. Dile a los
monjes que me vendría bien un poco de medicina.
—Claro. Medicina para las
caderas, lo tengo.
El niño asintió, y la cara
curtida del granjero se convirtió en una arrugada sonrisa. “Buen chico”, dijo.
—Oh, y chico. Te han dicho que te alejes de los Bosques Orientales, ¿no?
—Sí. Dijo el chico, moviendo la
cabeza. Ahora pensando en ello… — ¿Pero por qué no debería ir allí?
— ¿Qué, no te lo ha dicho tu
hermana?
—No. Nunca pregunté.
—Los Bosques Orientales… El
granjero cruzó sus brazos con seriedad, dando un profundo suspiro. —…Hay
goblins allí.
✠
—Un aventurero, ¿huh? Me pregunto
si realmente nos ayudarían.
Por el tosco camino que llevaba
el pueblo pionero había un denso y oscuro bosque.
En la entrada, tembló uno de los
jóvenes del pueblo, aunque tenía más de treinta años.
El que había hablado sostenía una
vieja lanza oxidada, pero parecía intranquilo y poco seguro. Después de todo,
habían pasado más de diez años desde que se había ido a la guerra llevando esa
arma. E incluso entonces, la batalla había terminado mientras él estaba todavía
en la retaguardia, y todo había quedado en nada.
Ahora cualquiera en la aldea con
una pizca de experiencia en batalla, había sido convocado para que se
enfrentara a los goblins, pero no estaban muy bien preparados.
—El Gremio puede hacer promesas,
pero no quisiera toparme con algún bandido…
—Yo, tengo miedo a la magia
negra.
Las susurrantes voces pertenecían
a dos ansiosos hombres de unos veinte años.
Tenían hachas hechas para cortar
leña, ajustando y reajustando su agarre sin descanso.
—He oído que tampoco puedes bajar
la guardia con las mujeres (aventureras), o te succionaran el alma.
—Sí, yo también lo oí. Dijo un
exsoldado lo más bajo que pudo. — ¿Había una joven, en el pueblo de los
fabricantes de seda al otro lado de las montañas?
—Oh, sí, la hubo.
—Bueno, ella dijo que no quería
una larga vida comiendo pan duro. Iba a vivir una vida rica y corta como
aventurera.
—Se fue de casa, ¿huh?
—Claro que sí. Pero sabes qué, en
realidad era porque estaba E-N-A-M-O-R-A-D-A de una chica elfa, una hechicera
que había venido al pueblo.
—Aww, mierda.
—Por supuesto, a veces es al
revés. Las chicas son capturadas o violadas por aventureros que vienen a su
pueblo todo el tiempo, ¿no?
—Basta de estupideces. ¿No lo
dijo mi abuelo? El líder del grupo, un hombre de veinte y tantos años, que
parecía ser el próximo jefe de la aldea, habló con una severa expresión. —Los
únicos pueblos que sobrevivieron a un ataque goblin fueron los que contrataron
aventureros.
—Sí, pero…
— ¿O deberíamos enviar a tu hija
con a los pequeños demonios como ofrenda?
—Oye, ahora…
—Al menos debes haber oído la
historia del mercader ambulante cuya hija fue raptada.
El ex soldado asintió con la
cabeza estando acuerdo, mientras el tímido hombre se quejaba de que esto no era
bueno, que no soportaba pensar en ello.
—Lo que sé es que mi abuelo no
está equivocado. Sabe mucho más sobre peleas que yo.
—Sí, pero son goblins. No tenemos
que contratar a ningún aventurero, ¿verdad? Si los dejamos en paz, ¿no serán…?
—Cuando vienen uno o dos, puedes
expulsarlos. Los goblins no son un gran problema. Su líder agitó la cabeza, aun
mirando seriamente. —Pero el abuelo dijo que cuando empiecen a establecer un
nido… vendrán por nuestras esposas e hijas.
—Sí…
—Pero, mira. No hay mucha
esperanza de que nosotros podamos matar a todos esos goblins nosotros mismos,
¿verdad? Mientras el ex soldado hablaba, el tímido hombre dio un grito como si
se estuviera enfrentando a la muerte en ese mismo momento.
—Cla…cla…cla…claro, no podemos.
Tal vez podría ahuyentar a un goblin que viniera al pueblo, pero…
—Bueno, ahí lo tienes. Dijo el ex
soldado. —Así es como los aventureros llevan comida a sus mesas, dejémosle que
lo manejen.
—Tch. Murmuró el líder —Qué
llorón, cobarde…
—Vale, vale, tienes que pensar en
sus sentimientos también. Dijo el ex soldado llanamente, protegiendo al tímido
hombre de los ataques. —Sabemos que estás comprometido con la hija del jefe, y
que estás preparado para el futuro, pero no todo el mundo lo tiene (un futuro).
Frente a este argumento, todos
callaron, incluido el líder.
Los jóvenes del pueblo estaban
fascinados con los aventureros. Querían amar a las mujeres, comer comida deliciosa,
vivir la alta vida. No querían pasar sus vidas arando la tierra del campo.
Preferirían luchar contra un dragón. La disposición para enfrentar la muerte
llegó fácilmente a sus labios, para ser más exactos, a sus corazones.
Y las mujeres jóvenes eran muy
parecidas. Todo lo que podían esperar era convertirse en una de las tontas con
la cabeza vacía, que no tenía otra cosa que hacer más que trabajar en el hogar
y la granja, o servir al dios en el templo para rezar hasta el momento de su
muerte. Si tuvieran mala suerte, podrían ser atacadas y violadas por bandidos o
similares, o llegar a ser tan pobres que venderse a sí mismas se convirtiera en
su único recurso.
Entonces, ¿por qué no pasar una
noche soñando con un aventurero, o abrazar la fantasía de viajar con uno? El
más fuerte entre ellos podría incluso reclamar su derecho a convertirse en
aventurero.
—Cualquiera se preocuparía por su
propia hija, hermana, hijo o hermano.
La vida del pionero en la
frontera era cruel.
Los monstruos aparecerían
siempre, pero ciertamente no podías contar con que el ejército viniera a
protegerte. Su Majestad el rey, cuyo rostro nunca habías visto, seguramente
estaba ocupado lidiando con dragones y dioses oscuros, que eran más importantes
que tú.
Un templo donde ellos orarían a
los dioses en tu nombre podría ser construido como una medida de apoyo, y
quizás eso era reconfortante a su manera.
Y había impuestos. La lluvia
cayó, el viento sopló, el sol brilló. Algunos días estaban nublados. Y allí
había goblins.
Si el dinero se agotaba, siempre
estaba la prostitución, o viajar a algún lugar donde encontrar trabajo… y para
los jóvenes, era natural soñar en convertirse en aventureros.
Si eso era lo que querían, podían
haber intentado simplemente convertirse en empleados en el gremio de
aventureros de la capital.
Pero sin educación ni dinero,
esto también era sólo un sueño dentro de un sueño.
—Espero que un buen y fuerte
aventurero venga por nosotros…
— ¿Esperas? Por eso el rey gasta
nuestro dinero de los impuestos para construir Gremios. No te preocupes.
—…Sí.
Más importante que sus sueños o
dinero eran los goblins que estaban muy cerca.
Los tres jóvenes se miraron y
luego suspiraron profundamente.
Probablemente por eso ninguno de
ellos notó que el niño se escabullía silenciosamente en el bosque, solo.
✠
Goblins.
¿Qué eran exactamente esas
criaturas a las que los adultos temían tanto?
El niño nunca había visto uno,
así que ahora quería echar un vistazo.
¡Entonces tendré algo de que
presumir!
Era la simple lógica de un niño.
Había oído que los goblins eran
los monstruos más débiles. También sabía que cuando uno o dos habían aparecido
en la aldea, los adultos los habían eliminado.
Si eso fuera verdad, ¿tal vez
podría manejarlo? Y si pudiera…
Podría presumir aún más.
El niño caminó descuidadamente
por un sendero familiar, balanceando su espada de madera.
Los humanos no habían dejado su
huella en este bosque, y estaba oscuro incluso al mediodía. Los árboles crecían
densamente; los olores de musgo y animales se mezclaban en el aire.
A menudo se le había advertido de
lo peligroso que era, pero hoy era especialmente alarmante. Pero el peligro y
la rareza eran la razón por la que venía tantas veces a jugar aquí.
—… ¿Hm?
El niño se detuvo cuando vio un
conjunto de huellas desconocidas en el lugar donde siempre iba a jugar. Eran
más grandes que las huellas de su amiga, del mismo tamaño que las suyas. No
eran ni lobos, ni zorros, ni ciervos.
—… ¿Un goblin?
En el momento en que habló, el
viento sopló a través de la hierba y las hojas.
Tragó pesadamente. De repente
descubrió que tenía la boca seca y le dolía la garganta.
Las palmas del chico empezaron a
sudar, y rápidamente reajustó su agarre en la espada.
— ¡S-si estás ahí, s-sal y dame…!
Actuando con valentía, aunque él
no lo consideró una actuación, el niño trató de lucir lo mejor posible.
El viento sopló de nuevo,
trayendo un olor fétido y húmedo.
¿Dónde está?
El chico respiró hondo, y exhaló.
Eventualmente, comenzó a moverse de nuevo.
Agitó su espada sin razón alguna,
despejando la maleza y ramas, y golpeando raíces.
Nada pasó. Sólo había el silencio
de un bosque que se había quedado callado.
¿No hay nadie ahí?
—Pff, lo ahuyenté.
El niño se secó la frente con un
movimiento exagerado y se secó las manos en la camisa. Al tocarla, se dio
cuenta de que la tela estaba empapada de sudor, y su corazón latía con fuerza.
Volvió a tragar, agitó su cabeza.
Levantó su voz como para tranquilizarse.
—B-bien, volvamos. ¡No querrás
preocuparte hermana!
Se giró… y vio a un goblin
blandiendo un garrote.
—Ee… eek…
— ¡¿GORRB?!
El goblin parecía estar casi tan
sorprendido como él. Se congeló con el garrote en el aire.
La criatura era de su altura, con
los ojos y la boca sucios. Piel verde pálida. Y su aliento olía como a carne
podrida.
— ¡¿Un g-g-goblin?!
— ¡¿GB?!
Su espada de madera, que se había
movido reflexivamente por el susto, golpeó a la criatura en la cabeza con un
seco thwack.
El pensamiento que corrió a
través de su cabeza fue, “¡Lo hice!” Y la sensación que corría
por su tripa era, “Oh, no…”Pero eso fue demasiado tarde.
—GGGGG…
El goblin se levantó
inestablemente, agarrando su cabeza. Había un chorro de sangre. El chico jadeó.
— ¡GOORBOGOOROB!
El goblin soltó un grito, sus
ojos ardían, y al mismo tiempo el niño salió disparado como un conejo asustado.
Corre, corre, corre, corre.
Tropezando, casi cayendo, cayendo, moviendo sus pies rápidamente, pero con
dificultad. Ni siquiera sabía si estaba saliendo del bosque o entrando más
profundamente en él. Una vez salido del sendero, no había forma de saber en qué
dirección iba por el bosque.
— ¡Ergh… ahhhh…!
Estaba sin aliento. Estaba
jadeando por falta de aire. Le picó la garganta. Le dolía todo el cuerpo. Tenía
los pies pesados. Pero seguía corriendo.
No había tiempo para mirar atrás.
No escuchaba la voz del goblin, pero pudo haber sido por el zumbido de sus
oídos.
— ¡Oh! ¡¿D-dónde…?!
El chico había llegado a un lugar
que nunca había visto.
Un claro, justo en medio del
bosque. ¿Siempre ha estado ahí? Y no sólo eso, ¡pensar que habría una cueva!
Desesperadamente succionando aire
para su confundida cabeza, el chico se arrastró entre los arbustos. No fue ahí
para intentar esconderse. Simplemente no podía dar otro paso.
Su respiración era débilmente
audible mientras luchaba por controlarla.
Entonces…
—………
Escuchó pasos atrevidos y
despreocupados.
Miró en la dirección del sonido,
y luego colocó sus manos en su boca para callar el “¡Oh!” que se le escapó.
Goblins.
Dos de ellos, y ninguno tenía una
herida en la cabeza. ¿Eso los hacia tres?
—GORBBRB…
—¡GROB! ¡GBRROB!
Parloteaban entre ellos,
balanceando los garrotes en sus manos, y luego compartieron una vil carcajada.
El niño no podía entender su
idioma, pero podía adivinar lo que decían.
Porque él mismo había dicho cosas
similares, entraban en calor para la lucha que se avecinaba.
— ¡Irán al pueblo!
Tenía que avisar a todos.
Sus pies se movieron sin que se
diera cuenta. Y cuando sus pies se movieron, la maleza crujió.
— ¿GBRO…?
Demasiado tarde.
Horribles ojos amarillos de
goblin se volvieron hacia el arbusto donde el niño estaba congelado.
Un rechoncho dedo señaló, y el
otro goblin hizo una siseante y horrible carcajada. Un paso, seguido de otro.
Los dos goblins se acercaron.
Los dientes del niño castañearon.
De alguna manera, se las arregló para agarrar su espada de madera. Tenía que
huir. Tenía que…
¿Pero cómo?
— ¡¿GBOROBR?!
Al instante siguiente, una espada
salió de la garganta del goblin más alejado.
— ¡¿GORB?!
El otro goblin se volvió hacia el
grito de su compañero.
Justo detrás de la criatura que
arañaba el aire, y chorreaba sangre mientras caía, el chico lo vio.
Él… tenía que ser… un aventurero.
Un casco de acero de aspecto
barato. Una armadura de cuero sucio. Un pequeño y redondo escudo estaba
adherido a su brazo izquierdo, y sostenía una espada de extraña longitud.
No era nada parecido a los
gloriosos aventureros de fantasía, o a los patanes que a veces visitaban su
pueblo.
Y sin embargo era, sin duda, un
aventurero.
—Ese es uno.
La voz era baja y desapasionada,
casi mecánica. El chico no estaba seguro de cómo el sonido había llegado a sus
orejas.
El otro goblin estaba perplejo.
El monstruo miró primero el garrote que tenía en la mano, luego al aventurero,
y luego a la entrada de la cueva.
Y salió corriendo hacia la entrada
de la cueva.
Venganza, ira y miedo lo impulso
a dirigirse hacia sus compañeros.
En ese lapso, el aventurero sacó
su espada del cadáver del goblin muerto.
—Dos.
La levantó y la lanzó.
— ¡¿GOROB?!
El goblin se cayó hacia delante,
retorciéndose, con la espada atravesando su columna vertebral, aunque el niño
aún no sabía lo que era una columna vertebral.
Finalmente, la criatura en el
suelo volvió a temblar, y luego se quedó quieto.
—Hrm.
El aventurero gruño
silenciosamente y se acercó a los dos cuerpos con pasos audaces e indiferentes.
—Retiró la espada, sacando las
hebras de materia gris de ella, y luego hizo un “tsk” y la
tiró.
En vez de eso, el niño lo vio
tomar algo así como una daga del cinturón de uno de los goblins.
— ¡Oh…!
No… no puedes… hay más… Las palabras salieron de él de repente.
— ¡Aún hay otro goblin ahí fuera!
La reacción del aventurero fue
demasiado rápida. Giró, levantó la daga, y la lanzó, todo en un solo
movimiento. Hubo un silbido en el viento, un grito medio formado, y un golpe de
algo pesado cayendo a la tierra.
— ¡¿GBOROB?!
El goblin de antes estaba detrás
de él, no muy lejos, chisporroteando y ahogándose en la sangre que brotaba de
su garganta.
— ¡Oh…!
Sólo entonces se dio cuenta de lo
cerca que estaba de ser asesinado.
La espada de madera se resbaló de
su temblorosa mano, golpeando al suelo a sus pies.
—Son tres, entonces.
Aplastando la hierba y haciendo a
un lado los arbustos, el aventurero se acercó.
Su guante de cuero abollado
levantó el arma de madera del suelo, y luego se la entregó al niño.

— ¿Eh? Ahh…?
—Lo siento. Mientras el
confundido chico tomaba la espada, el aventurero continuó, en silencio y
calmadamente, pero de forma inconfundible. —Gracias por la ayuda.
Entró en la cueva sin mirar atrás, y el niño lo vio irse.
***
— ¡Por qué, tú…! ¡Y después de que te dije todas esas veces que no fueras al bosque!
— ¡Lo siento mucho, hermana!
Se había apresurado al templo e
intentó ocultarlo, pero su hermana pronto se enteró de todo. Después de todo,
no había otro lugar donde pudiera jugar que lo hubiera dejado tan cubierto de
arañazos.
Ella lo arrastró por la oreja
hasta su casa, donde soportó una tormenta de sermones, algunos primeros
auxilios y luego la cena.
El ungüento que usó ardió
terriblemente. Ella lo envolvió en vendajes, y finalmente le dio una buena
bofetada que hizo que el niño saltara un pie en el aire.
Honestamente, él deseaba que ella
fuera un poco más amable con él, pero no podía decírselo.
—Cielos y todo lo demás. Siempre
dices, “Lo sé, lo sé”, pero no sabes nada.
Esos pequeños comentarios
continuaron mientras comían, hasta que por fin su hermana dio un gran suspiro.
—De todos modos… al menos no
estabas seriamente herido. Luego sonrió aliviada.
Realmente la preocupé.
El chico sintió una punzada en el
pecho ante la idea. — ¿Um… y los goblins?
—No te preocupes por ellos. Ese
aventurero se deshizo de todos ellos.
Su hermana sonrió tan
brillantemente como el sol, luego frunció el ceño y señaló hacia su habitación.
— ¡Eso significa que no hay nada
que te mantenga despierto por la noche, así que ve a dormir! Tu amiga volverá
mañana, ¿verdad?
— ¡Oh, sí!
El chico saltó de su silla, pero
con la mano en la puerta del dormitorio, se giró.
—Buenas noches, hermana. Y… lo
siento.
—Buenas noches, tú… no hagas nada
peligroso, ¿de acuerdo?
—…Seguro.
Abrió la puerta, entró en su
habitación y la cerró detrás de él. Exhaló.
Realmente había sido largo día.
Había sido perseguido por goblins, atacado por ellos, y regañado por su
hermana.
Pero…
Acurrucado en su cama, el chico
se dio la vuelta hasta mirar la espada de madera en la pared.
Había golpeado a un goblin con
esa espada. Un aventurero la había recogido para él.
El nerviosismo y la excitación
persistentes de ese momento todavía le hacía latir el corazón.
—Me pregunto… cómo será su cara.
¡Conocí a un verdadero
aventurero!
No, eso no era todo.
¡Ayudé a un verdadero
aventurero a vencer a unos goblins!
Eso era algo de lo que podía
presumir.
Era mucho mejor que comprar ropa sofisticada en la ciudad.
Satisfecho con el resultado de su aventura, el niño cerró los ojos, ansioso por que llegara el día siguiente.
Referencias
- Nota: Originalmente 言葉持つ者 . La traducción directa seria ‘Usuarios de Palabras’ o incluso ‘Usuarios del Lenguaje’, así que usaré ‘Iluminados’ aquí. ↩