Goblin Slayer Vol. 4 capítulo 4
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Goblin Slayer volumen 4 capítulo 4 en español

De un Nido de Goblins Perfectamente Normal
Para este goblin, todo era simplemente lo peor, lo
peor, lo peor.
Estaban en lo profundo de un pequeño agujero
claustrofóbico, que no podía ser llamado cómodo por ningún rincón de la
imaginación. Y había sido posicionado delante de una puerta que apestaba a una
hediondez cruda.
— ¡No! N-no lo hagas, detente… ¡De-deteeenagh!
Dio un vistazo a través de la grieta que dejaba la
puerta de madera mal ajustada para encontrar a su compañero justo en medio de
su negocio. No tenía ningún deseo de ver el sucio pequeño trasero de otro
goblin, pero el trasero de la hembra que estaba siendo sujetada en ese momento,
pateando al cielo—eso sí que quería verlo.
—¿…? ¡GROB! ¡GBROOB!
Pero el otro goblin se dio cuenta de que él lo miraba
y le gritó, por lo que rápidamente se dio la vuelta.
Así era como siempre era. Tú eres el
centinela, así que haz guardia, ellos dirían, y él se quedaría esperando su
turno. Ellos podrían al menos dejarlo mirar.
Esos eran los pensamientos que recorrían su cabeza
mientras escudriñaba la lanza que tenía en sus manos. Tenía una punta metálica
y un mástil de roble, pero el mástil había sido violentamente roto a mitad de
camino.
Fue el goblin quien lo rompió. Había sentido que era
demasiado largo y pesado para usarlo, y si lo rompía, entonces tendría dos
lanzas.
El arma estaba prácticamente brillando cuando la
recibió, pero ahora la punta y el mástil estaban cubiertos de una mugre
carmesí.
Había sido feliz cuando había recibido el trabajo de
centinela junto con la lanza que le habían quitado a esta mujer, pero…
—GBBORB…
No tenía la menor idea de cómo se suponía que iba a
quitar esta mancha. Ahora que lo pensaba, quizás el bonito e impecable cinturón
que otros goblins habían conseguido hubiera sido mejor. Ese goblin tenía un
cinturón tan fino, pero tenía el descaro de no parar de mirar a esta lanza.
Apenas podía soportarlo. ¡Ese cinturón le venía mejor
a él que a ese otro goblin!
Sí. Ningún cinturón le quedaría bien a ese
sinvergüenza.
Él es parte de mi familia, así que si él muriera,
podría quedármelo.
En una horda, casi todo el mundo estaba emparentado
por sangre, pero eso no se le pasó por la cabeza. Su pequeño cerebro carente de
inteligencia empezaba a pensar en algo que no podía tener.
— ¡E-eeeeyaaaaghh!
Como la hembra.
Cada vez que veía a los demás divirtiéndose, haciendo
lo que querían con ella, los celos ardían en su corazón.
Él había sido dejado en el nido con la justificación
de que era el centinela, y nunca había llegado a tener a una de sus capturas
para sí mismo. Había formado parte de un grupo en varias ocasiones, pero nunca
había probado el placer único de estar solo.
La mujer que estaba en esa habitación era típica:
luchando, peleando y negándose a darse por vencida, sin importar cuánto tiempo
pasara. Por supuesto, los goblins estaban haciendo lo que hacían típicamente
hacían ante semejante muestra de desprecio—herirla, romperla.
Había una que parecía haberse rendido, acurrucada en
una pequeña bola y esperando a que pasara la tormenta. Pero entonces ella había
muerto, mientras ellos se divirtieron tratando de averiguar lo que se
necesitaba para hacerla gritar.
Habían otras que suplicaban profusamente a los
goblins, arrodillándose y raspando sus cabezas contra el suelo y empujando sus
traseros.
Y una vez, porque los goblins hacían cualquier cosa,
le habían cortado a alguien los brazos y las piernas uno por uno, los hirvieron
y se los comieron.
Eso estuvo delicioso.
No podía recordar cuándo o dónde había sucedido, pero
se lamio los labios.
Esa era, en última instancia, la relación entre los
goblins y las otras razas. Si estos últimos eran fuertes, los primeros no
tenían más remedio que acobardarse y obedecerlos. Pero si una criatura moría
ante ellos, sea un ogro o un demonio, estarían sobre ella en masa y la
devorarían en todo el sentido de la palabra. Así eran los goblins.
—GOBRBOB…
— ¡¿GBORB?!
Su compañero, después de haber terminado su negocio,
abrió la puerta y salió. Tal vez eso le había dado algo de valor, porque por el
camino se burló de él.
Este compañero pensó que las “tareas de vigilancia”
sólo significaba caminar alrededor del nido, y aquí estaba riéndose del
centinela. Eso hizo enojar tanto al centinela que le dio al otro goblin una
punzada en el trasero con el mástil de su lanza.
— ¡¿GOBORB?!
El centinela rio fuertemente mientras el otro goblin
saltaba al aire. Su víctima se le acercó con los puños levantados, así que giró
la lanza y le mostró la hoja.
— ¡GROB! ¡GBOOROBO!!
En otras palabras, este era su puesto, así que, si el
otro goblin no tenía más asuntos allí, debería seguir su camino.
El otro goblin no cuestionó la autoridad de un trabajo
asignado. Mientras se alejaba refunfuñando, el centinela escupió, Te lo
mereces, y sonrió burlonamente.
Ahora la parte divertida.
El centinela miró de izquierda a derecha, asegurándose
de que nadie pudiera verlo, y luego entró a hurtadillas por la puerta podrida.
— ¿GBOB…?
La hembra miró hacia arriba, ofreciendo sólo un débil
“ahh” o “ugh” aunque él la pateara. Apenas podrías decir si estaba viva o no.
El goblin le dio una suave punzada con su lanza, e inmediatamente gritó,
“¡Gaaah!”. Él siguió un par de veces más, y ella produjo algunos sonidos
interesantes del tipo “yaaargh”.
Bah. Sin beneficios como este, sería imposible
soportar el difícil trabajo de centinela. Era molesto, sin embargo, que le
advirtieran que no la dejara morir.
Estarían enojados con él si ella muriera cuando aún
querían divertirse más con ella. ¿Pero un poco de ira a cambio de alguien así?
Valdría la pena el problema.
— ¡Devuélvemelo… Devuélvemelo…!
— ¡GRRORB!
El goblin ladeó su cabeza a la mujer, que finalmente
había empezado a sollozar.
Hmm, esta lanza pertenecía a esta hembra, ¿verdad?
La lanza, como la mujer, no duraría mucho tiempo.
Encontró el pensamiento extrañamente gracioso y dejó escapar una risita.
Él se divirtió con la hembra hasta que ella ya no
podía hacer ningún sonido, y luego salió deambulando por el nido.
Se había asegurado de que ella aún estaba viva—todavía
temblando, al menos—e incluso se había encargado de las tareas de aseo.
Y pronto sería la “mañana”. Los aventureros sólo
venían de “noche”.
Nadie puede acusarme de nada.
Los goblins siempre toman las cosas de la manera que
les parece mejor para ellos.
— ¡GOROB! ¡GOOBORROB!!
— ¡GBBROBOG!!
Había estado caminando alrededor del nido durante un
tiempo cuando oyó un gran y apasionada risa.
Eran los exploradores (goblins).
Dos o tres de ellos estaban sentados juntos, bebiendo
vino de un cuenco astillado.
Ellos eran los que buscaban presas incautas en los
caminos o en las afueras de la aldea, aventurándose de a uno o dos. Así que era
natural que obtuvieran muchos beneficios adicionales.
No era raro que volvieran temprano a un lugar que los goblins
creían seguro, para disfrutar. Ellos siempre estaban tomando alegremente los
objetos que habían robado a quienquiera que encontraran. Pero su trabajo era
fácil, agruparse para atacar a su presa. ¡El centinela trabajó tan duro todo el
tiempo, y estos tipos…!
¡¿Y el trabajo de guardia?! pensó, indignado por ser ignorado. Trató de mostrarles el extremo
contundente de su lanza, pero sólo le miraron fijamente.
— ¿GOBOR…?
— ¡GOROBOR!
Ellos no le habían hecho nada a él, y todas las lanzas
ondeando en el mundo no cambiarían eso. Esquivó al explorador que le dio un
golpe con el cuenco, se escapó.
Pfah. Ellos eran criaturas asquerosamente violentas.
Deberían seguir adelante y morir.
Aún lleno de amargura, llegó al sendero lateral que se
extendía desde la entrada. Era una ruta de emboscada que los goblins habían
excavado, familiarizados como lo estaban con la tierra y el suelo. Los
aventureros, o como quiera que se llamen a sí mismos, nunca pensaron que
podrían ser atacados por detrás.
Había, por supuesto, rocas cerca para esconderse
detrás, y era una de esas a las que el centinela se acercaba ahora.
Todo, todo el mundo.
Él odiaba, odiaba, odiaba todo.
Odiaba el trabajo de centinela.
Odiaba no tener nada más que una lanza.
Odiaba a los exploradores por intimidarle.
Incluso odiaba a su estúpido jefe, que no tenía más
que tamaño como ventaja. ¡Él mismo sería mejor jefe que ese idiota!
Él podría tener a todos los aventureros y las mujeres
del pueblo que quisiera, todo para sí mismo.
Podría hacer que los guardias y los exploradores
hicieran todas las cosas desagradables y molestas. Él solo gritaría las órdenes
en lo profundo del agujero, y se atiborraría de comida y hembras.
Hrm. Ser el jefe parecía un buen trabajo.
Se absorbió completamente en lo que para él parecía una
posibilidad realista, cuando objetivamente era pura fantasía.
¿Cómo iba a asesinar al jefe que había unido la horda?
¿Cómo esa reducida posibilidad de triunfo se convertiría en alta?
Concibió un plan que sin duda alguna tendría éxito.
Luego lentamente se levantó de la sombra de la roca.
Pero…
— ¿GORB…?
De repente, sus oídos no muy agudos captaron el sonido
de unos pasos audaces.
Se acercaban rápidamente. Se escondió apresuradamente
detrás de la roca, y luego cuidadosamente asomó, mostrando sólo sus ojos.
¡Un aventurero!
No había ningún error. Sólo un aventurero caminaba por
su nido con una antorcha en la mano.

Y solo, sin nadie más. El olor era difícil de
comprender. Esperaba que fuera una hembra. Pero incluso si fuera un macho,
podrían comerlo.
El goblin lamió sus labios, babeando horriblemente,
sin preocuparse por esconder la avaricia que brotaba en él.
Atacaría y arrastraría al aventurero hacia abajo, lo
desgarraría, se saldría con la suya. Maldito aventurero. ¡Maldito
aventurero!
Pero mientras se escondía, listo para saltar con su
lanza en la mano, una pizca de juicio permaneció en él.
Su presa estaba sola. Pero aun así, los goblins eran
débiles. Los aventureros eran estúpidos, pero eran fuertes. Aunque el goblin
emboscara al aventurero aquí y ahora, no significaría nada si él mismo fuera
asesinado.
Podía gritar para llamar a sus compañeros, pero
seguiría siendo el primero en morir.
Podía volver sigilosamente para decirles, pero había
exploradores en el camino. Se llevarían todo el mérito.
¿Qué hacer?
El goblin se quedó allí, con la lanza en la mano,
pensando lo más que pudo.
No quería morir. Quería sacar algo de esto. ¿Qué
hacer, qué hacer?
Tal vez debería correr.
Rápidamente negó con la cabeza. No, eso no
funcionaría. Si el aventurero encontrara que había huido, le daría una paliza.
Y si sus compañeros ganaban el día, el que había huido no obtendría nada. No
apareamiento, no comida. Sólo podía mirar mientras los demás se divertían
delante de él.
No podía soportar eso. Así que decidió esperar su
momento.
Aguantó la respiración, cuidadoso de no hacer ruido,
mientras seguía de cerca al aventurero lentamente, oh, tan despacio.
Finalmente, llegó su momento.
— ¡GOROBOR!!
— ¡GROB! ¡GROBORB!!
El aventurero llegó donde los exploradores estaban
tomando su vino.
En el instante en que lo hizo, lanzó la antorcha con
su mano izquierda directamente en medio del grupo.
— ¡¿GORB?!
— ¡¿GRBBBROG?! ¡GROBOOBR!
El vino salpicó, y el fuego se extendió. Al
alimentarse del alcohol, la llama de la antorcha alcanzó un tono blanco.
Ciertamente, los goblins eran capaces de ver en la
oscuridad, pero su visión aún se veía obstaculizada por el humo.
Uno gritó, otro entró en pánico, y otro simplemente no
sabía lo que estaba pasando. Cada uno de los tres exploradores tuvo una
reacción diferente, pero todos ellos todavía estaban tratando de comprender la
situación cuando el aventurero actuó.
— ¡¿GROB?!
Un golpe en el cuerpo con un pequeño escudo.
El objetivo, que desafortunadamente tenía su espalda
doblada, tropezó de cara al fuego.
—Cuatro. Murmuró el aventurero, pisando directamente
al goblin mientras se retorcía con la agonía de las quemaduras.
—GRBBBR…
— ¡GROBROB!!
Los dos restantes dejaron de respirar por la sorpresa.
Aun así, cogieron armas para atacar al invasor.
Pero llegaron demasiado tarde.
La mano derecha del aventurero resplandeció al lanzar
su espada; quebró los dientes de un explorador mientras le atravesaba la boca.
— ¡¿GOOBR?!
—Cinco.
El aventurero ni siquiera miró al goblin arrodillado y
tembloroso, con su cerebro saliéndose por detrás de su cabeza.
Al contrario, el aventurero puso su peso sobre el
goblin bajo su pie, rompiendo su columna vertebral y embistiendo hacia delante
mientras su brazo izquierdo se acercaba al último explorador.
— ¡¿GBBOORB?!
El borde afilado del escudo rasgó la cara del goblin.
Un rocío de sangre pintó la pared.
El goblin tiró a un lado su arma para presionar sus
manos contra su nariz y la cuenca de sus ojos destrozados, pero…
—Son seis.
El aventurero recogió la lanza de mano del explorador,
que se había caído a sus pies, y perforó el corazón de la criatura con ella.
El último explorador pronto dejó de hacer nada más que
temblar y no era más que una bolsa de sangre goteando tripas al suelo.
El aventurero tiró la lanza a un lado como si fuera
tanta basura y exhaló.
Entonces se acercó con indiferencia al cuerpo, lo pisó
y agarró la espada que sobresalía de su garganta.
Ellos fueron estúpidos.
Si este goblin no hubiera estado esperando su
oportunidad, tampoco lo habría sabido.
Tres contra uno. Cierto, los exploradores habían
estado borrachos. Pero pudo ver lo que pasó.
Era por eso su estrategia era mejor.
El explorador botó sangre, haciendo sonidos
agonizantes. En su corazón, el centinela estaba encantado con la vista.
Eso les enseñará, bárbaros imbéciles.
No había en él ningún indicio de compasión por los
exploradores que se habían convertido en tales avatares de sufrimiento.
Pero sea como fuere, estaría enojado con el que
entrara en su nido y asesinara goblins.
Por eso este era el momento, cuando el aventurero,
cansado de la batalla, daba la espalda.
¡Ahora!
Sus compañeros pronto llegarían, atraídos por la
conmoción. Cuando lo vieran sujetando al aventurero después de atacarlo por
detrás, lo alabarían. Incluso podría presumir de haber luchado mientras sus
compañeros eran asesinados.
Con su corazón lleno de egoísmo y avaricia, dio un
gran salto. Bajó su lanza, sujetándola con un agarre inverso.
El vientre o el pecho servirían, si eso fuera lo mejor
que pudiera conseguir, pero el brazo o la pierna era lo ideal. Si resultaba ser
un hombre, todo lo que podían hacer era comérselo.
— ¡¿……?!
Fue entonces cuando ocurrió.
No sabía lo que había sucedido. Todo lo que sabía era
que supuestamente su ataque debía ser una emboscada por detrás, pero el
aventurero estaba agarrando su lanza con ambas manos.
El aventurero acorazado se movió demasiado rápido como
para verlo.
Y en el instante en que el goblin estaba tratando de
decidir si soltar la lanza o hacer otra cosa, se encontró embestido, con la
lanza y todo, en el suelo.
— ¡¿GROB?!
No había considerado esta posibilidad.
Su mente quedó en blanco; no sabía qué hacer.
— ¡¿GBBOROBO?!
No podía responder correctamente en medio de su
confusión.
Sintió un dolor terrible emanado del golpe en su
espalda, su carne y sus huesos gritaron, y sobre todo, le costaba respirar.
Abrió y cerró la boca, y la lanza cayó de su mano.
No le quedaba nada más. El aventurero había
desenvainado una espada.
El goblin se levantó con un tambaleo y empezó a correr
hacia la entrada de la cueva tan rápido como pudo…
—Este hará siete.
Junto con el despiadado pronunciamiento sintió un
golpe que recorrió de su espalda a su pecho, y su conciencia se desvaneció.
Nunca regresó.
✠
—Hrm.
Después de acabar con siete goblins, Goblin Slayer
finalmente consiguió tomar un respiro.
Usted puede notar que alguien le sigue cuando un juego
extra de pasos viene golpeando después de usted.
Él sacó su espada y limpió la sangre con los harapos
del goblin, luego revisó el borde y devolvió la espada a su vaina. Podía seguir
usándose.
Tomó la punta de la lanza, que había tomado del
goblin, con la punta de sus dedos y examinó el mástil roto.
Goblin Slayer chasqueó con su lengua, y luego la
agregó a su cinturón.
Luego pateó las manos de los exploradores,
rompiéndoles los dedos y liberando las espadas que los cadáveres aún agarraban.
Sucedió que había tres de ellas. Tomó la que estaba en
las mejores condiciones y la añadió a su cinturón. Esto serviría.
Revolvió su bolsa de objetos, para agarrar su
cantimplora, sacarle el tapón, y luego beberse el contenido.
La cantimplora estaba hecha de estómago de oveja,
volteada al revés y seca, y contenía una mezcla de agua de pozo y vino de uva.
El líquido frío se deslizó a través de la visera del
casco de Goblin Slayer, luego entre sus labios, fluyendo por su garganta y
hasta su estómago.
No serviría de nada emborracharse con vino, pero
calentaba un poco el cuerpo y ayudaba a estar alerta.
—…No vi ningún tótem. Goblin Slayer murmuró para sí
mismo mientras tapaba y devolvía la cantimplora a su bolsa de objetos.
Sacudió suavemente su cabeza cuando se dio cuenta de
que no había respuesta.
La sacerdotisa y sus otros compañeros—volvió a sacudir
su cabeza para darse cuenta de que pensaba en ellos de esa manera—no estaban
allí.
Ellos tenían sus planes. Tenían que preocuparse por su
bienestar. No siempre podían estar todos juntos.
Goblin Slayer dio la espalda a la pared y empujó su
visera hacia abajo. Calmó su respiración. No oyó nada parecido a pasos.
En vez de eso, escuchó el sonido ronco de una comida
siendo devorada. Podía sentir pequeñas ondas de choque en su espalda. Estaba
claro que era lo que estaba pasando.
Su fuente de luz, la antorcha, aún brillaba entre los
restos de la fiesta que tuvieron los exploradores. Bien.
Goblin Slayer rápidamente sacó una botella de su bolsa
de objetos y la tiró aproximadamente en el lugar correcto.
El contenedor de arcilla y la pared explotaron en el
mismo instante.
— ¡GBRROBORRBBBG!!
Goblins.
Una horda de ellos, una marea enloquecida.
Pero los primeros varios que saltaron ansiosamente
hacia delante se derrumbaron inesperadamente.
Deben haberse tropezado con la grasa por todo el
suelo. Las volteretas fueron sólo un poco de humillación añadida.
— ¡¿GOROB?!
— ¡¿GOB?! ¡¿GBOROOBOGOBG?!
Gritaron, encontrándose pateados y pisoteados por sus
compatriotas, que venían uno tras otro desde atrás.
Peor aún, habían caído en la antorcha encendida y
estaban envueltos en rugientes llamas.
— ¡¿GOROOOBOGOROOBO?!?!
—Ocho, nueve…. diez.
Las criaturas en llamas contaban dos de estos. El otro
era uno que había sido pisoteado hasta que se quedó inmóvil.
—Quedan siete. Una lanza, una espada, un hacha, cuatro
garrotes. Bien.
Sin prestar atención a la inmolación de sus compañeros
de nido, los otros goblins aumentaron la ira y avaricia brillando en sus ojos.
Habiendo evaluado sus enemigos, Goblin Slayer preparó
su espada y los enfrentó de frente.
— ¡GBBRBGGB!!
El primero que se le acercó fue el goblin que llevaba
una lanza, era literalmente la punta de lanza de la operación.
—Once.
Goblin Slayer lanzó despreocupadamente su espada a la
criatura. Voló a través del aire estancado de la caverna y se enterró en la
frente del goblin con un thwack, perforando su cerebro.
— ¡¿GGBGGO?!
Mientras el goblin tropezaba y caía bajo el impacto,
Goblin Slayer le arrebató el arma de su mano.
Un arma más larga no estaba mal. No estarías rodeado.
Lo primero era eliminar al que tuviera más potencia de fuego.
Si hubiera estado presente uno grande, la prioridad
habría sido reducir sus números, pero en este momento quería evitar quedarse
inmóvil a causa de un solo golpe.
Eso significa que su siguiente paso estaba claro.
Goblin Slayer, aún sosteniendo la lanza, se precipitó
hacia las profundidades de la cueva.
— ¡GOROOB! ¡GOROOBORG!!
— ¡GROOB!!
Los goblins, seis de ellos, le siguieron con patéticos
pasos.
Goblin Slayer miró hacia atrás para fijar su objetivo,
y luego levantó su lanza.
—Este es el doce.
La lanza voló, dibujando la forma de un arco.
Pasó sobre el goblin que había sido empujado al
frente, y estrelló contra el que tenía un hacha.
— ¡¿GOOROBOG?!
Quizás había perforado a través del estómago; un grito
inarticulado resonó alrededor de la cueva.
Quedan cinco. Goblin Slayer lanzó la espada del
explorador de su cinturón. Se le estaba acabando el tiempo, y era arriesgado
entrar más profundo. Era hora de enfrentarse al enemigo.
— ¡GOROBB!!
— ¡GBOR!
El goblin con la espada arrogantemente órdenes a los
cuatro con garrotes.
Por supuesto, esto no era una muestra de coraje, ni
tampoco un ardiente deseo de venganza.
Estaban disgustados por haber visto morir a sus
compañeros, y querían golpear a este adversario triunfante. Sobre todo, a los
goblins les gustaba golpear fuertemente a los aventureros y robar su
equipamiento más que cualquier otra cosa.
—Hmph.
Goblin Slayer dio un paso atrás, y luego pisó el
primer garrote que se balanceo hacia él.
— ¡¿GBOROB?!
Mientras ese monstruo intentaba liberar su arma,
Goblin Slayer empujó su espada contra el que le saltó desde la derecha.
La hoja se deslizó por la mandíbula de la criatura,
perforando la cabeza en diagonal.
Pero no podía soportar el peso del goblin y se rompió.
— ¡¿GOOROBOOBO?!
—Cuatro más.
Mientras ajustaba su agarre en la empuñadura de la
espada, bloqueó un golpe del garrote del monstruo que tenía delante con su
escudo. Su brazo izquierdo se estremeció. Con el mismo movimiento, barrió con
el escudo golpeando al oponente contra el goblin de la izquierda.
— ¡¿GBOR?!
— ¡¿GOROBO?!
—Siguiente.
Mientras los dos goblins seguían retorciéndose por el
impacto, blandió la empuñadura de la espada contra una criatura que tenía
delante. El goblin aterrorizado dejó caer su garrote y trató de huir, pero era
demasiado tarde.
— ¡¿GOBOOROGOBOGOB?!
Un golpe. La empuñadura y la cruz de la espada
descendieron sobre la nuca del goblin, hundiendo en su cráneo, y el monstruo
gritó.
No era una herida crítica, pero no importaba. Podía
simplemente quitarle la vida al goblin.
Goblin Slayer golpeó a la criatura con su espada sin
hoja como si fuera un martillo.
— ¡¿GOROB?! ¡¿GOROOG?! ¡¿GOOROBOG?!
Golpes sordos y fuertes resonaron hasta que finalmente
la sangre y el cerebro salpicaron del cráneo destrozado.
Goblin Slayer un chasqueó con su lengua y soltó la
espada, y luego movió los pies para tomar el garrote en el que había estado
parado.
—Esto hace diez y cuatro. ¡Quedan tres…!
Los otros dos goblins se habían puesto en pie y venían
hacia él juntos.
Goblin Slayer enfrentó a uno de ellos usando su escudo
redondo, rompiendo la cabeza del monstruo, estando fuera del alcance del
garrote del otro.
—Quedan dos.
La diferencia en el tamaño corporal significaba una
cierta diferencia de alcance. Y en una pelea uno a uno, no había forma de que
perdiera ante un goblin.
Un momento después, la respiración agonizante de la
criatura resonó en la cueva.
— ¡¿GOROOBOROB?!
— ¡GOROBOGR!!
El último goblin que quedaba, el de la espada, no
perdió tiempo en dar un gran grito y huir.
Por suerte para el goblin, su enemigo se dirigía más
adentro de la cueva. Si corría hacia el exterior, probablemente no lo
seguirían. El odioso resplandor le pareció una salvación.
El goblin no sentía culpa por abandonar a sus
compañeros. Para empezar, era su culpa que él estuviera en peligro.
Pisó los restos inmóviles de las otras criaturas,
corriendo, corriendo, corriendo…
—Hrmph.
Goblin Slayer soltó despreocupadamente el garrote
empapado del cerebro, acercándose al cadáver que fue empalado con una lanza.
El hacha aún estaba en su mano. Lo cogió con un
llamativo movimiento y lo lanzó.
El goblin huyendo, murió creyendo hasta el último
instante que sólo él se salvaría.
El hacha le atravesó el cráneo por detrás, diezmando
su cerebro. Lo tiró hacia adelante y cayó.
—Diecisiete.
Goblin Slayer cogió una nueva antorcha de su bolsa de
objetos, encendiéndola con las brasas que quedaban entre los restos de la
fiesta.
Entonces regresó por un momento, incluso más enérgico
que antes, y buscó el cadáver del goblin que había matado con el hacha.
Estaba buscando la espada. Cuando la encontró, la puso
en su vaina.
—Tres en reconocimiento, un encuentro fortuito, tres
exploradores, diez por emboscada. Diecisiete en total. Hay prisioneros. Sin
tótems. Sin veneno. Murmuró para sí mismo.
¿Cómo interpretar esto? Por supuesto, no oyó ninguna
respuesta. Goblin Slayer empezó a pensar.
El nido era a pequeña escala. Probablemente no habría
muchos más goblins. Y aún no había tomado al líder.
—Tal vez un hob es su jefe.
Y aún así, no tenía ni idea de que un hobgoblin se
estaba aproximando.
Goblin Slayer pronto determinó lo que esto
significaría.
—Es el tipo de cosas en las que un goblin pensaría.
Rápidamente hizo inventario de todo su equipamiento.
Casco, armadura, escudo, arma, todo bien.
Sostuvo la antorcha con su mano izquierda y entró en
la cueva con su enérgico e indiferente paso.
El nido era lo suficientemente grande como para
albergar a diez criaturas más o menos. Tenía algunas ramificaciones, pero había
un límite para ellas.
Pero más que nada, fue el desagradable olor punzante
en su nariz lo que le dijo a Goblin Slayer dónde ir.
Dio varias vueltas en el serpenteante camino y pronto
llegó a una puerta podrida.
—¡Ah… ouch! ¡¿Eso… eso duele…?!
— ¡GGGOROOOBB!!
Lo que surgió fue un enorme goblin tirando de una
mujer de los pelos.
La mujer dio un grito de dolor, pero a juzgar por el
estado de su cuerpo, ya no estaba en condiciones de resistirse.
Varias hebras de cabello se desprendieron, llevándose
pedazos de su cuero cabelludo con ellos, pero fue todo lo que pudo hacer para
levantar un grito.
Mientras se burlaba de ella, el hobgoblin se dio
cuenta de que había alguien bloqueando su camino. Levantó la vista.
—GOROBB……
El hobgoblin refunfuñó algo, levantó a la mujer y la
sostuvo frente a él.
Un horrible hedor emanó de cada rincón del cuerpo de
ella; sangre y desechos mezclados y salpicados por su cuerpo.
El hob la empujó frente a él, como para captar la
atención de Goblin Slayer con los ojos vidriosos de la mujer, presumiblemente
él la veía como un escudo de carne.
—Estúpido. Escupió Goblin Slayer. —No cambiará nada.
El pensamiento del hob estaba claro. En realidad,
cualquier goblin probablemente hubiera pensado lo mismo en esa situación.
Mientras sobreviviera, eso era lo único que importaba.
La criatura había querido sacrificar a sus compañeros
del nido y escapar con la hembra.
Era el tipo de cosas en las que un goblin pensaría.
— ¡GROBO! ¡GOBOOROGB!!
—…
Asumió que le estaba diciendo que tirara su arma, o
que lo dejara pasar, o algo parecido.
El hobgoblin le sonrió horriblemente, blandiendo el
hacha en su mano derecha.
Goblin Slayer miró a la mujer que la criatura estaba
usando como escudo.
Observó sus ojos. Y luego asintió con un simple y
pequeño movimiento.
—Muy bien.
Desenvainó la espada en su cadera y la dejó caer. Los
ojos del hob siguieron la espada.
Goblin Slayer saltó instantáneamente hacia delante,
pateando sin piedad a la criatura en la entrepierna.
— ¡¿GGROOOOROOBOROOB?!?!
El monstruo gritó insoportablemente por el daño en su
entrepierna.
Goblin Slayer sintió, de hecho, que algo le reventó en
los dedos de sus pies.
Los goblins siempre fueron muy confiados. Aunque nunca
él había tenido la más mínima intención de dejarse matar en silencio.
— ¡Erg… ahh!
— ¡¿GBBRGO?! ¿GOROOBOGOROGOB?!
El goblin arrojó a la mujer a un lado por sus convulsiones.
El casco de acero lo miró hacia abajo impasiblemente.
Entonces Goblin Slayer levantó su espada, la sostuvo
con un agarre inverso, la clavó contra el hombro del goblin, y metió la espada
hasta el fondo.
— ¡¿GOOBOR?!
Sólo hubo un grito incoherente. La espada llegó hasta
la parte trasera del cráneo de la criatura. Goblin Slayer le dio un gran
empujón.
La espada cortó la espina dorsal con un crujido, y el
hob hizo una tremenda sacudida y luego dejó de moverse.
—Dieciocho… ¿Estás viva?
La mujer desechada tembló. Débilmente, con los labios
temblando, ella dijo débilmente un “eh” y “ss”.
—Ya veo.
Goblin Slayer hurgó apresuradamente en su bolsa de
objetos, sacando un abrigador abrigo. Lo extendió sobre la mujer, y una vez que
estaba cubriendo su cuerpo empapado de escoria, la levantó como si fuera un
cargamento.
La mujer murmuró algo débilmente, a lo que Goblin
Slayer dijo, “Ya veo”, y asintió.
—Recogí la lanza. El mástil está roto, pero la hoja
está bien.
Goblin Slayer salió silenciosamente de la cueva.
Un débil y desesperado llanto pesaba intensamente sobre su espalda.
