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Goblin Slayer Vol. 3 capítulo 5

"Leer Goblin Slayer Volumen 4 capítulo 5 novela ligera en español."

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 Goblin Slayer volumen 4 capítulo 5 en español


Esperaaa...!!
Goblin Slayer vol. 4

 De un Día en el Que Él no Está Aquí


—Mrm… ooh… hha…

Poco después del amanecer, el aire fresco rozó su piel; ella se agitó y giró en sus mantas haciendo pequeños ruidos.

Normalmente, ella ya habría esperado oírlos a estas alturas, pero hoy no había señales de pasos que se acercaran.

— ¿…Oooh…?

No era de las que tenían problemas para levantarse de la cama, pero sin los sonidos a los que estaba acostumbrada, le costaba mucho trabajo abrir los ojos.

Cuando finalmente se arrastró fuera de su cama de paja, se frotó los pesados y soñolientos párpados e hizo un gran bostezo.

El mediodía aún era cálido, pero las noches y las mañanas se habían tornado frías.

Con muchas sacudidas y meneos de pechos, ella puso su ropa interior sobre su saludable y regordete cuerpo, como siempre.

—M-mm… sólo un poco… demasiado apretado, ¿quizás?

¿Había engordado un poco? ¿O sólo ha crecido un poco? Sea lo que fuera, ella no le dio la bienvenida. Era injusto para su tío estar comprando constantemente ropa nueva y ropa interior.

Pero entonces, tampoco es bueno usar cosas que no te quedan.

Tal vez haría algunas alteraciones a las ropas.

Con esos pensamientos en su mente, abrió la ventana y la fresca brisa de la mañana entró en su habitación.

Sonriendo de placer, ella se asomó afuera, descansando su voluptuoso pecho sobre el alféizar de la ventana.

Era una escena que ella conocía y le gustaba.

La extensión de los campos de cultivo. El mugir de vacas en la distancia. El cacareo de las gallinas. Humo saliendo de la lejana ciudad. El mundo.

—…Oh, así es. Murmuró distraídamente la granjera, mientras se bañaba con la dorada luz del sol. —Él no está aquí hoy.

***

— ¿Qué tal si vas a la ciudad?

— ¿Qué dijiste?

La granjera sólo giró la cabeza para mirar a su tío. El desayuno había terminado, y ella estaba apilando los platos junto al fregadero.

No había mucho que lavar cuando él no estaba allí. Eso hacía las cosas más fáciles, y eso era bueno, a su manera.

—Dije, ¿qué tal si vas a la ciudad?

Ella lo volvió a mirar. Su expresión era simple y franca, y él la observaba sombríamente.

— ¿Hm? Dijo inquisitivamente, mirándole mientras tomaba los platos y los secaba. —Realmente no me importa. Pero no tendría mucho que hacer allí.

—Eso no puede ser verdad. Su tío siempre fue tan serio. Él continuó sin hacer ninguna pausa —Tus amigos están ahí, ¿no?

—Amigos, cierto…

La granjera sonrió vagamente. Tomó un poco de arena de un cubo que estaba junto a ella y la frotó en la superficie de uno de los platos, haciéndolos rechinar.

—Supongo que podrías llamar a esa persona amiga, si quisieras. Pero creo que es más bien una compañera que comparte los mismos valores, tal vez.

—Deberías salir y divertirte a veces.

—Hmm…

La granjera hizo un sonido que no era ni de aprobación ni negación.

Comprobando que la arena había limpiado todas las manchas del plato, ella lo volvió a lavar con agua.

Finalmente, limpió suavemente el plato para secarlo y lo devolvió a la repisa de las vajillas.

—Pero está el ganado que cuidar, la cosecha, el muro de piedra y la valla que revisar, las entregas que hacer, y luego tenemos que prepararnos para mañana…

Ella contaba las tareas que tenía en los dedos, realmente había mucho trabajo. Tantas cosas tenían que hacerse. Cosas que tenían que estar hechas hoy. Cosas que deberían hacerse hoy. Todo tipo de cosas de que ocuparse y que no se podían posponer.

Correcto, la granjera asintió, haciendo que su pecho se sacudiera. —No tengo tiempo para jugar. ¡Es bueno que tengamos trabajo que hacer!

—Te estoy diciendo que vayas a divertirte. Su voz no aceptaría ningún argumento.

Ella lo miró, sorprendida por su agudo tono.

Su tío estaba inmóvil. Cuando se ponía así, su opinión no tenía más posibilidades de cambiar que una piedra de montaña. Había pasado diez años criándola, y ella lo entendió sin que él le dijera nada.

— ¿Eh? Pero… Um…

—Aún estas en una edad temprana. ¿Cuántos años tienes? Quiero oírte decirlo.

—Um, tengo… dieciocho años… Ella asintió diligentemente. —Casi diecinueve.

—Entonces no es tu deber el trabajar desde el amanecer hasta el anochecer todos los días.

La granjera se rompió la cabeza para obtener una respuesta.

…¿Huh? ¿Por qué estoy tan en contra de salir?

El pensamiento apareció en su mente y desapareció. Este no era el momento.

—P-pero, ¿qué hay del dinero?

—Afortunadamente, no somos siervos. Nuestras vidas no están dictadas por la falta de recursos.

—Bueno, es verdad, pero…

No sirvió de nada. Su débil resistencia fue rápidamente sometida, la granjera no tenía palabras.

Bueno, ¿y ahora qué? Los platos estaban limpios, y ella no tenía otras cartas para jugar.

Estuvo en la cocina durante un tiempo antes de finalmente caer en un asiento frente a su tío.

—No tienes que preocuparte por mí. Él era tan amable como siempre, como si estuviera hablando con un niño pequeño.

La granjera frunció sus labios, él no tenía que hablarle de esa manera, pero ella no dijo nada. Tal vez eso fue infantil. En ese caso…

—Ve y diviértete un poco. Mientras la miraba, su escarpada cara repentinamente se suavizó y se relajó. — ¿Una jovencita que trabaja cada minuto en la granja? Seguramente hay cosas de chicas u otras cosas que quieras hacer.

—Me pregunto…

La granjera realmente no lo sabía.

¿Cosas de chicas?

¿Qué podría ser eso? ¿Vestirse? ¿Comer dulces? Todas sus ideas parecían calmadas y vagas.

Comparado con esto, el clima de mañana parecía concreto…

—…Está bien. Dijo ella después de un momento, aún sin estar segura de si entendió algo o no. —Saldré un rato, entonces.

—Sí, haz eso.

—…Bien.

Viendo a su tío aliviado, todo lo que pudo hacer fue asentir.

***

Ella no tenía careta, y él no estaba allí, sólo era ella sola.

Encontró su paso inestable aunque sólo iba a la ciudad por un camino que conocía bien.

¿Cómo es que normalmente caminaba por este camino? Terminó sintiéndose terriblemente desconcertada.

Y entonces, zigzagueando su camino entre los aventureros y los mercaderes mientras venían e iban, ella pasó por la gran puerta y entro a la ciudad.

La granjera sonrió irónicamente mientras sus pies comenzaron a llevarla hacia el Gremio de aventureros, normalmente el primer lugar al que iría. Conscientemente ignorando a su subconsciente, se dirigió directamente al interior de la ciudad, hacia la plaza.

Habían conversaciones en el aire, voces de comerciantes, niños jugando, madres llamando, aventureros charlando entre ellos. Enterrada en los sonidos, la granjera se sentó vacía en un banco aleatorio. Vio pasar a un niño y a una niña, quizás de unos diez años. Los siguió con los ojos y exhaló.

Ahora que lo pienso… — ¿Tengo alguna amiga…?

No quedaba nadie a quien ella conociera desde que era joven. Se había mudado hace diez años, y durante cinco de esos años sólo había estado absorta en lo que había ante sus ojos.

Es un poco tarde para empezar a adentrarse al sendero de los recuerdos.

El camino en el que ella había estado en aquel entonces, tuvo suerte de que él la llamara mientras arrastraba los pies.

Él todavía tenía cuernos en su casco de acero en ese entonces, y su pelo (el de ella) había sido considerablemente más largo.

Durante los cinco años siguientes, su cabeza estaba llena de él. Ella había sido totalmente incapaz de simplemente divertirse.

—Oh, pero…

Agitó la cabeza, pensando en la recepcionista y en la mesera que veía casi todos los días. Podrían contar como amigas, pero sólo había dos de ellas. Bueno, dos amigas podrían ser suficientes.

Mucha gente no podía hacer amigos.

—…Estoy bastante bien de dinero.

Un montón de cosas buenas le hicieron reflexionar. Sonrió débilmente y continuó mirando fijamente a las personas que venían y cruzaban la plaza.

Llevaban una infinita variedad de expresiones. Algunos parecían estar divirtiéndose, otros parecían tristes. Algunos parecían solitarios, otros felices. Pero todos caminaban sin vacilar, con algún tipo de objetivo en mente. Trabajo, o una comida, o un lugar al que ir a casa, o un lugar para divertirse, o, o, o…

No como ella.

La granjera sentada en el banco, jaló sus rodillas contra su pecho.

Este es un problema grave.

Al final, no tengo ni una sola conexión con nada, excepto la granja…

— ¿…? ¿Pasa algo malo?

Pensó que había reconocido la voz encima de ella.

Levantó la vista y vio a una chica de pelo dorado mirándola con un poco de confusión. Ella tenía un elegante y delgado cuerpo, y llevaba ropa modesta de cáñamo, simple y sencilla.

La granjera parpadeó, intentando recordar quién era, y luego aplaudió.

—Oye, tú eres esa sacerdotisa…

—Oh, sí. Y tú eres de la granja, ¿verdad?

—Sí, así es. La granjera asintió y se puso de pie, desempolvando su redondo trasero. — ¿Qué pasa con tu ropa?

En vez de sus vestiduras habituales, la sacerdotisa se vestía con ropa de calle; de hecho, su vestimenta podría haber pertenecido a una niña de un pueblo agrícola.

—Esta vez me quedé atrás, así que pensé… que sería mejor salir. Se rascó la mejilla con un delgado dedo en un gesto de incómoda vergüenza. —Pero no tengo ni idea de qué hacer.

—Sí, yo también. Sé exactamente lo que quieres decir. Normalmente sólo tengo que hacer lo que sea necesario en la granja.

Huh. Ellas eran iguales.

Sabía que su sentido de solidaridad podría ser un poco unilateral, pero la granjera aun así suspiró y se relajó un poco. Al fin y al cabo, siempre había sido extrovertida; no se sentía nerviosa. Y de todos modos, ella era una los miembros de su grupo.

Sería un error decir que no había ninguna sombra de duda en su mente, pero la granjera decidió mantener una actitud tranquila.

— ¿Dijiste que te quedaste esta vez? ¿Por qué?

—Oh, umm, es… Repentinamente, la sacerdotisa no pudo terminar su oración; sus ojos se movieron rápidamente de un lado a otro. Sus mejillas se tornaron rojas—¿su temperatura había subido un poco?—y sus ojos se volvieron al suelo con una mirada deprimida.

¿Hm? La granjera pensó sospechosamente, pero pronto se le dio una explicación.

—Hoy es… un día un poco duro para ello…

—Cierto. La granjera sonrió con fuerza y asintió. Era algo con lo que todas las mujeres tenían que lidiar.

Debe haber sido duro para la avergonzada joven tener que revelarle la información de esa manera.

— ¿Qué haces normalmente, ya sabes, cuando no estás en una aventura?

—Rezo.

La granjera sabía que fue un intento torpe de cambiar de tema, pero la respuesta de la chica fue breve y sincera. Ella más o menos se ajustaba a la imagen que la granjera había imaginado después de verla de lejos unas cuantas veces.

— ¡De verdad! La granjera dijo apreciativamente, y la sacerdotisa puso un delgado y blanco dedo en sus labios y pensó por un momento.

—También leo las escrituras, y el Manual del Monstruo, y entreno…

—Dios, ¿eres del tipo serio, ¿eh?

—Es sólo que aún no he aprendido lo suficiente.

Tal vez la sacerdotisa no estaba acostumbrada a ser elogiada, porque la expresión de sorpresa de la granjera hizo que se sonrojara de vergüenza.

Hmm…

Decidió no decir que planeaba alabar a sacerdotisa ante élmás tarde.

A pesar de cómo se veía, él se preocupaba por la gente a su manera, así que tal vez se extralimitaría un poco, pero…

—…Hey.

— ¿Sí?

— ¿Qué tal si damos un paseo? La granjera sonrió. —Ya que nos encontramos la una a la otra y todo eso.

—…Tienes razón. La sacerdotisa volvió a sonreír, como una pequeña flor floreciendo.

—Sí, vamos a pasear un poco.

—Ahora que lo pienso, aún queda mucho camino por recorrer, pero cuando acabe el verano, llegará el momento del festival de la cosecha, ¿no?

—Oh, sí. El Templo comenzará pronto los preparativos para el baile de ofrendas.

—Me pregunto quién será el bailarín. ¿Pensaste en ser una candidata?

—No, difícilmente. Conlleva mucha responsabilidad. Aún no estoy lista.

— ¿Tú crees? Tal vez nuestra granja debería montar un puesto… Podríamos hacer algo más que comida.

—Ya hace bastante calor, pero el otoño llegará antes de que te des cuenta, ¿no?

Mientras las dos caminaban una al lado de la otra, sin un destino en particular, conversaban ociosamente.

La ciudad fronteriza era una de las colonias pioneras más lejanas. Naturalmente, tenía muchos visitantes y mucha gente caminando. Pero, por supuesto, no tantos como la Ciudad de Agua o la capital, por lo que mientras caminaban vieron rostros que conocían aquí y allá.

— ¡Oh, me alegro de verte!

— ¡Hola!

La granjera se inclinó, y la sacerdotisa asintió respetuosamente al pasar ante un aventurero que reconocieron. Su círculo de conocidos había crecido ciertamente desde el asalto del lord goblin al pueblo.

Es una sensación extraña.

La granjera se rio involuntariamente, provocando una mirada desconcertada por parte de la sacerdotisa.

—Nada, nada. Dijo la granjera, agitando su mano, pero la sonrisa no desapareció de su cara.

Cualquier cosa que él dijera, estaba claramente conectada con un gran número de personas.

No como yo, ¿huh?

—…Oye. ¿Cómo es él? Quiero decir, normalmente.

— ¿Cómo es él? ¿Qué quieres decir?

—Me preguntaba si era un dolor de cabeza o algo así.

La granjera entrelazó sus manos detrás de ella y giró su cuerpo, pero la sacerdotisa agitó sus manos y dijo — ¡Oh, difícilmente! Siempre me está ayudando y todo eso. Me temo que soy yo quien causa todos los problemas.

No parecía haber ninguna falsedad en las palabras o expresión de la sacerdotisa.

La granjera calmó su amplio pecho aliviada. ¿Aliviada de que no estaba causando problemas? ¿O de que no era detestado? Ella no sabía cuál.

—Pero… La sacerdotisa bajó la voz y guiñó un ojo burlonamente. —Tal vez es sólo un pequeño dolor.

— ¿Ah, sí?

Las dos se miraron y rieron.

Era cuestionable, de alguna manera, que él fuera el tema que compartían, pero al mismo tiempo, era fácil hablar de él. Cómo él podía ser extraño, serio y denso, y no podías dejarlo solo. Eso les daba bastante tema de qué hablar.

—Pero es verdad que le debo mucho.

La sacerdotisa describió un lado de él que la granjera nunca había visto.

Cómo cuando ella lo vio por primera vez, y pensó que él era un monstruo.

Cómo cuando él estaba, aparentemente, tratando de actuar como un aventurero de rango plata. Cómo cuando el rápidamente se emborrachó cuando el grupo se reunió para beber. Cómo siempre estaba dispuesto a hacer guardia, dado el gran número de hechiceros en su grupo.

Eso suena tan parecido a él, pensó la granjera. Pero ella también pensó, ¿Él ha ido a beber con todos?

—Y me ha enseñado mucho sobre como aventurarse.

— ¿Cómo qué?

—Como… La sacerdotisa tocó su labio con un dedo. —La cota de malla, por ejemplo.

— ¿Cota de malla…?

En el fondo de su mente, la granjera trató de imaginar todos los objetos que él guardaba en su cobertizo. La cota de malla era una de sus piezas favoritas de equipamiento. Se acordó de él puliéndolo cuidadosamente con aceite. Incluso le había enseñado cómo hacer reparaciones de emergencia a las secciones dañadas usando alambre.

—Pero… De repente recordó una pregunta que había tenido durante mucho tiempo. — ¿No es esa cosa pesada?

—Si atas un cinturón alrededor de tus caderas o abdomen, el peso se reparte por todo el cuerpo, así que no es tan malo. Luego añadió —Pero tus hombros se ponen rígidos.

La granjera asintió. Eso tenía sentido. —Es difícil ser un aventurero, huh…

—Llevo sólo la cota de malla, pero creo que a muchos usuarios de magia no les gusta usarlo. El enano, por ejemplo, parecía ignorarlo.

La granjera asintió indiferentemente ante las palabras de la sacerdotisa. Había una vieja tradición de que el metal interfería con la magia, pero ella no sabía cuan cierta que era. Estaba medio convencida de que debía ser una superstición, pero de vez en cuando había gente que quería herraduras para evitar la magia.

Magia, brujería y milagros divinos eran cosas de las que la granjera no sabía nada.

Lo que más le interesaba era…

—Cota de malla, ¿huh?

— ¿Perdón?

—…Oye, el Gremio vende cotas de malla, armaduras, cascos y cosas así, ¿cierto?

— ¿Qué? Oh, sí. Dijo la sacerdotisa, asintiendo apresuradamente. —Yo me compro el mío allí.

—En ese caso… La granjera sonrió como una niña que se escabullía de sus padres para ir a jugar. — ¿Qué tal si vamos a mirar?

***

—Ci-cielos…

Y ahí, frente a los ojos de la granjera, estaba la ropa interior. O mejor dicho, una armadura que era prácticamente ropa interior.

Era un conjunto que incluía sólo una cubierta en el pecho y algo pequeño para la parte inferior del cuerpo. Categóricamente hablando, podría ser llamada armadura ligera.

En términos de movilidad, supera fácilmente a una armadura metálica completa.

La armadura en sí misma era bellamente curvada, elaborada y sólida. Desde esa perspectiva, era indiscutible.

El problema era que no cubría suficiente superficie.

Sólo era una armadura para el pecho—realmente, armadura para los senos—y bragas.

Tenía hombreras, ciertamente, pero ese no era el problema.

— ¿Eh? ¿U-usas algo más con esto?

—No, eso es todo. El joven aprendiz trabajando con una espada junto con una piedra de afilar redonda detrás del mostrador les dio un vistazo. Él había estado mirando durante algún tiempo, de hecho, quizás preocupado por las chicas que sujetaban la mercancía.

— ¿Al… Alguien ha comprado esto? Preguntó incrédulamente la sacerdotisa.

No estaba claro si ella notó el rubor de sus mejillas.

—Bueno, es fácil moverse. Y proporciona un mínimo de protección… Al menos, ese es el discurso de venta. Entonces el muchacho murmuró algo que sonaba como una excusa —No estoy seguro de que debiera decir esto, pero… Y agregó —Algunas personas, ya sabes. Quieren atraer chicos…

— ¿Atraer? Sí, probablemente recibirías algo de atención en esto. La granjera tomó la armadura bikini, sonrojándose y murmurando —Demonios.

La examinó desde el frente, la volteó y la observó desde atrás, pasó el dedo por los ángulos importantes de la cadera, la extendió y la volvió a examinar.

— ¿No es esto demasiado revelador?

—…Recibimos suficientes órdenes para que valga la pena tenerlo aquí. Murmuró el joven aprendiz, discretamente desviando sus ojos.

—Hmm. Exhaló la granjera. —Supongo que tendrías que tener valor para llevar algo tan peligroso. Es básicamente un traje de baño.

—Es cierto… La sacerdotisa asintió con una expresión ilegible. Ella siguió estudiando con gran curiosidad los objetos en las estanterías. Como alguien cuya posición era la última línea, tal vez no había estado tan expuesta a armas y armaduras. La granjera era tan curiosa como la sacerdotisa.

—Oh, esto… De repente, la sacerdotisa se detuvo frente a una armadura.

Había tomado algo con una sonrisa. Era un casco.

—Oye, lo reconozco.

Fue la respuesta natural de la granjera, que también sonreía. La sacerdotisa había tomado un brillante, pero de aspecto barato, casco de acero. Excepto por los cuernos que crecían a ambos lados y el hecho de que era nuevo, era como el de él.

La granjera examinó el interior del casco a través de su visera vacía, y luego aplaudió.

—Oye, ¿y si nos lo ponemos?

— ¿Eh? ¿Podemos hacer eso? La sacerdotisa inclinó su cabeza confundida ante la inesperada idea.

—El cartel dice que puedes probar objetos.

—Umm, está bien entonces, aquí vamos…

Sosteniendo el casco con una pizca de renuencia, la sacerdotisa tomó primero un pasamontañas de algodón con “Para encajar” escrito en él. La jaló hacia adelante, prestando cuidadosa atención a su largo cabello, y luego deslizó el casco de acero sobre él.

—Ci-cielos…

Su delicado cuerpo se inclinó a un lado; el casco debe haber sido tan pesado como parecía. La granjera levantó su mano frenéticamente para apoyarla. La delgada figura de la chica era sorprendentemente ligera.

—Whoa, ¿estás bien ahí?

—Oh, estoy bien. Sólo un poco desequilibrada…

Dentro del visor podían ser vistos los ojos de la sacerdotisa, que aún parecía inocente a pesar del equipo. Por el ligero enrojecimiento de sus mejillas, parecía extrañamente avergonzada.

—Heh-he… Su…supongo que es bastante pesado. Y hace que sea difícil respirar…

—Eso es porque es un casco de cabeza completa. Es natural, que la visera esté muy ajustada.

Al comentario del joven aprendiz, la sacerdotisa se apresuró a soltar los ganchos, y la visera se alzó.

— ¡Phew!

La granjera rio entre dientes ante el aparentemente involuntario suspiro de alivio, y la cara de la sacerdotisa se puso aún más roja.

— ¡Es-esto no es asunto de risa!

— ¡Ahh-ha-ha-ha-ha! Lo siento, lo siento. Vale, soy la siguiente.

La sacerdotisa se quitó el casco y luego el pasamontaña. Cuando la granjera los cogió, y se cubrió la cabeza, olió un ligero y dulce aroma a sudor.

¿Hm?

¿Eso… no era perfume, pero olía como uno naturalmente? ¡Celos! Con ese pensamiento, ella se colocó el casco.

—Ci-cielos… Esta bastante apretado aquí.

—Sí, ¿cierto?

A través de la fina rejilla del visor, el mundo era oscuro, angosto y amenazador. Ella aspiró y exhaló, con su visión tambaleándose mientras lo hacía.

¿Es este el mundo que él ve?

¿Qué le parecían ella, la sacerdotisa y sus compañeros a él? ¿Cómo se veían sus rostros?

—Puedo más o menos imaginarlo, pero…

— ¿Qué cosa?

—Mm. ¿No es un poco injusto que pueda ver nuestros rostros, pero no podemos ver el suyo?

—Ahh. Dijo la sacerdotisa con una risita. —Eso es verdad.

—No es que crea que él esté tratando deliberadamente de esconderse… ¡Hup!

Ella asintió cuando el aprendiz dijo —Ponlo donde lo encontraste, ¿de acuerdo? Devolvió el casco y el pasamontaña a la estantería.

Dejó escapar un suspiro, con su pecho rebotando mientras estiraba el cuello hacia aquí y hacia allá. No se consideraba a sí misma con mal estado físico, pero de todos modos, la armadura definitivamente dejaba tus hombros rígidos.

Hmmm… —Digamos…

— ¿Sí?

—Ya que estamos aquí… La granjera sonrió como una niña con una broma en mente. — ¿Por qué no nos probamos esa armadura?

La sacerdotisa miró hacia donde señalaba y rápidamente bajó su cabeza, de un color rojo brillante.

— ¡Aww, hombre! ¡Mi país es pan tostado!

—Lástima… Bueno, no es muy gracioso.

— ¡Ese dragón es demasiado fuerte! No tengo el equipo ni las habilidades para manejarlo.

—Pero encontrarás la manera. ¿No es eso lo que te convierte en un rango platino?

Después de examinar las mercancías en el taller, las dos se dirigieron a la taberna y vieron un espectáculo extraño.

Era pasado el mediodía, pero aún no era de noche, y no había muchos clientes en la taberna del Gremio. En todo caso, la taberna parecía estar preparándose. Las sillas se colocaban en las mesas, y la mesera estaba barriendo una esquina del suelo.

La inspectora, la recepcionista y la elfa arquera estaban sentadas en una mesa con las cartas esparcidas delante de ellas. Hacían un extraño grupo, pero al menos hacían uno.

— ¿Qué están haciendo todas ustedes…? Preguntó la sacerdotisa vacilantemente, parpadeando mientras daba un vistazo a la mesa.

Todavía parecía un poco agitada y no había podido calmarse todavía; ella enderezó su ropa un poco desaliñada.

—Oh, es un juego de mesa. Contestó la recepcionista, mirando por encima de su hombro a la sacerdotisa. Ella tampoco llevaba su uniforme, sino ropa personal. Daba una imagen ordenada y elegante.

Pensando para sí misma, Se ve bien, la granjera dirigió sus ojos a la mesa. Había, de hecho, un tablero de juego con varias piezas, cartas y dados.

—Lo encontré cuando estaba organizando unos papeles viejos ayer, así que pensamos en probarlo…

— ¡Pero ese dragón! ¡Es muy fuerte! Se quejó la elfa arquera, su pequeño pecho se presionó contra la mesa.

—Si no fuera fuerte, no sería un dragón. Entiendo lo que estás diciendo, pero tómeselo con calma. Dijo la inspectora, también vestida con ropa personal, con una sonrisa forzada. Aparentemente, la pieza roja del dragón colocada en medio de la mesa era el wyrm en cuestión. Y las piezas situadas a su alrededor eran todos los aventureros que habían muerto desafiándolo.

—Entonces, ¿qué opinas? Preguntó la elfa arquera, girando su cabeza hacia la sacerdotisa.

—Oh, vale. La sacerdotisa asintió avergonzada. —Ya casi había terminado.

—Genial. Dijo la elfa arquera, llamándola con su mano. —En ese caso, ayúdame aquí. Ya no tengo suficientes aventureros.

— ¿Hay… aventureros en este juego de mesa? La granjera inclinó su cabeza perpleja. Casi tenía la idea, pero no podía darle sentido.

—En pocas palabras, pretendes ser un aventurero. Dijo la recepcionista. —Pero hay muchas reglas y cosas así.

— ¿Fingir ser un aventurero? Murmuró la granjera, reflexionando acerca de la idea. — ¿Así que tú, matas goblins y esas cosas?

—Claro. Existen algunos más básicos, donde eres como un verdadero aventurero buscando en una cueva. La recepcionista pinchó una de las piezas de metal, quizás un guerrero ligero con equipo de aspecto cutre o ladrón, y sonrió. Por lo que pudo ver la granjera, la pieza no llevaba casco. Estaba ligeramente decepcionada.

—Esto es desde una perspectiva de alto nivel, donde la pregunta es cómo proteges al mundo del peligro.

—Tienes que recolectar las armas legendarias y armaduras, y asegurarte de que tus habilidades estén al máximo antes de que el dragón despierte. Refunfuñó la elfa arquera, levantando abruptamente su cabeza y dejando caer sus orejas. —Pero no tenemos suficientes manos o tiempo suficiente.

—También puedes tomar misiones de la aldea, y acumular equipamiento, y luchar contra el dragón. La inspectora contó las misiones con sus dedos, asintiéndose a sí misma. Parecía llena de confianza a pesar de haber perdido la batalla, lo que la hacía parecer tonta pero fiable. —Te puede dar el gusto de dirigir un Gremio de aventureros, donde tienes que hacerlo todo.

—No sabía que había juegos como éste. Dijo la granjera, extendiendo una mano con gran interés y recogiendo una pieza que parecía un caballero con armadura y casco.

Él parecía un poco más andrajoso, o al menos, su equipamiento parecía más barato—pero qué bonito caballero. Nada mal.

—Esto es completamente nuevo para mí…

En su mente, los “juegos” se limitaban mayormente a aquellos en los que anotabas puntos con combinaciones de cartas. Entretenimientos similares podrían incluir escuchar canciones, jugar a los dados y tal vez competiciones si hubiera un festival.

La recepcionista soltó una risita, viéndola a ella mirar fijamente las piezas y la tabla.

— ¿Quieres probar?

— ¿Eh? ¿Puedo?

—Claro. Dijo la recepcionista, arrugando los ojos y asintiendo al rostro iluminado de la granjera. —No es fácil esperar ahí sin hacer nada, ¿verdad?

—Hrm. La granjera emitió un pequeño sonido. No había nadie mejor que esta chica. Supongo que esto es lo que llaman una mujer adulta.

Sea o no consciente de los pensamientos de la granjera, la recepcionista nunca dejó de sonreír.

—Vamos, nos encantaría tener más aventureros. ¡No seas tímida!

—Uh, claro, no te importa si lo hago, entonces… ¿Qué tal si vienes conmigo? Ya que estás aquí.

— ¡Oh, vale!

La granjera le dio a la sacerdotisa un tirón en la manga, prácticamente tirando de ella hacia un asiento. Ahora había cinco mujeres formando un círculo completo alrededor de la mesa redonda. Sin duda muchos aventureros, si hubieran sabido de esto, hubieran querido ir a la taberna.

—Así que, por favor, empieza escogiendo tu pieza. Dijo la recepcionista, su voz y sonrisa eran más tiernas de lo que solían ser en la recepción.

—Hmm… La granjera puso sus manos juntas frente a su pecho, mirando fijamente a los varios aventureros alineados en la tabla.

Sí… creo que éste es el que quiero.

Aunque no estaba segura, tomó al caballero que había agarrado antes. El casco de acero hacía imposible ver su cara, pero tenía el escudo y la espada levantados y miraba hacia delante.

—Para mí… creo que éste.

—Oh, um, elegiré… La sacerdotisa puso un dedo pálido en sus labios y pensó, un poco perdida mientras observaba a los peones. Entonces, con un “¡ah!” miró todos rápidamente y eligió una figura en particular.

— ¡És-éste, por favor!

El personaje que había elegido era un hechicero de elfo, su voluptuoso cuerpo estaba envuelto con una túnica.

—Buena elección. Dijo la elfa arquera con una risa empática, y la sacerdotisa se avergonzó un poco.

—Ok, para mí… La elfa arquera movió sus oídos con una expresión como la de un cazador acechando a su presa. — ¡Bien! ¡Elegiré éste esta vez! ¡Un guerrero enano!

—Dios, ¿estás segura? Preguntó la recepcionista, pero la elfa arquera respondió, —¡Por supuesto! E infló su pequeño pecho. —¡Mostraré a ese enano que soy mejor… enano… que él!

—Continuaré como explorador, entonces.

— ¡Heh-heh-heh! Eso significa que no tienes un monje. Bueno, me encargaré de eso.

La recepcionista sonrientemente colocó a un guerrero ligero con un equipo de aspecto cutre en el tablero, mientras que la inspectora escogió a un anciano que llevaba un sello sagrado.

Y así sus aventureros fueron elegidos. Un caballero con armadura y casco, una hechicera elfo, un guerrero enano, un explorador ligero y un monje veterano. Este era el grupo que se propuso enfrentar al enorme dragón y salvar el mundo. La recepcionista explicó brevemente las reglas a la granjera, quien luego tomó los dados con firmeza en su mano.

Aquí vamos.

—Mi aventurero es el héroe que protegerá la aldea, rescatará a la princesa y derrotará al dragón.

Con esta decidida declaración, la granjera deja que el primer lanzamiento de dados caiga sobre el tablero.

***

—Ahh, perdimos.

La ciudad y el cielo estaban teñidos con el ultramarino del crepúsculo. La granjera habló indiferentemente, mirando hacia las estrellas que parpadeaban a lo lejos. Mientras caminaba, sus manos estaban entrelazadas detrás de ella, la sacerdotisa le seguía rápidamente y a cortos pasos, como un pajarito.

—No fuimos capaces de conseguir la Espada Mata Dragones, ¿verdad?

—No pudimos atravesar sus escamas.

Al final, habían tenido las manos llenas con las matanzas de goblins. El dragón había destruido a las chicas, y no habían sido capaces de salvar el mundo, pero…

—Pero seguro que fue divertido, ¿no? Dijo la sacerdotisa.

—Claro que sí. La granjera estuvo de acuerdo.

El otoño todavía parecía estar aún lejos, pero la brisa que soplaba más y más fría lo recordaba.

El mundo que él vio.

El mundo en el él que vivía.

Ella lo había captado el más mínimo vistazo.

—Hey… La granjera rio mientras la brisa acariciaba su piel, enrojecida por el juego. —Mirar los objetos en la tienda de armas, jugar en la taberna… No es muy cosa de chicas, ¿verdad?

—Ah-ha-ha-ha…

La sacerdotisa hizo una risa falsa y evitó la pregunta. Era tres o cuatro años más joven que la granjera, y parecía una hermana pequeña.

Me pregunto qué piensa de ella.

—Hm. La sacerdotisa pudo o no haber notado el pequeño suspiro que dejó salir la granjera. Pero ella la miró con una cándida sonrisa.

—Me gustaría volverlo jugar algún otro día.

—…Sí. Yo también.

—En ese caso… La sacerdotisa corrió varios pasos hacia delante, tap-tap-tap, y giró para ver de frente a la granjera. Su pelo dorado fluía detrás de su cabeza, atrapando la última luz del sol que se hundía y brillaba. —… ¡Hagámoslo!

Huh. La granjera exhaló sin darse cuenta. Supongo que tengo algunas conexiones aquí.

Pensó que sólo lo tenía a él y a la granja. Pero como él estaba conectado a esta chica, ahora ella también lo estaba.

—…Seguro. La granjera le sobrepasó y sonrió. —Hagámoslo de nuevo algún día.



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