Goblin Slayer Vol. 5 capítulo 3
"Leer Goblin Slayer Volumen 5 capítulo 3 novela ligera en español."
Goblin Slayer volumen 5 capítulo 3 en español

Mutilar y Cortar
Los aventureros abandonaron el pueblo al amanecer.
Querían al nido lo antes posible, pero la noche le pertenecía a los goblins. Es
cierto que la “oscuridad blanca” reinaba tanto de día como de noche, pero no
había razón para dar una ventaja a sus oponentes. No hubo objeción de dejar el
pueblo en el momento en que la balanza entre seguridad y peligro estaba más
equilibrada.
De todos modos, no había objeciones como…
—Ooooh… ¡Es tan f-f-f-frío…! — La elfa se quejó, sus
largas orejas temblaban mientras caminaban entre los montones de nieve. Estaba
acostumbrada a andar a pie, pero su primera vez en una montaña nevada la tomó
sorpresa.
Una cuerda ataba a todos los miembros del grupo.
Escalar el pico nevado no sería fácil. La blanda alfombra de nieve blanca que
cubría el suelo era profunda y fría, y si alguien tenía mala suerte, su pie
podría encontrar un lugar donde no había nada más que nieve suelta. Había
lugares con caídas y rocas afiladas, donde un tropezón descuidado podía
costarles la vida.
—Erm… Hrgh. Hmm. Esto es bastante…
—¿Estás bien?
—Oh… Pero por supuesto…
El sacerdote lagarto, que venía del Sur, se hacía más
lento mientras más se enfriaba. Le asintió a la sacerdotisa, que lo miraba con
preocupación, y enroscó su cola. El chamán enano agarró su mano.
—Aguanta un poco más. Estoy usando Tail Wind (Viento
de cola) para mantener la ventisca lejos de nosotros. Podría ser peor.
—Hmm. Y estoy agradecido. — El sacerdote lagarto
asintió. —Goblin Slayer-dono, ¿cómo se ve el frente?
—No hay problemas.
—Eso es tranquilizador.
Goblin Slayer estaba caminando un poco por delante de
sus cuatro compañeros. Miró hacia abajo por la cresta de la montaña, comparando
su posición con el mapa que tenía en la mano.
—Ya casi llegamos.
Sea como fuere, la escena ante ellos era poco
inspiradora. Un agujero oscuro estropeaba el paisaje blanco de la montaña.
Desechos estaban apilados a un lado de la entrada. Era ciertamente el tipo de
lugar que los monstruos llamarían hogar.
Todos estaban agradecidos por el hechizo Tail Wind del
chamán enano, el cual solicitaba la ayuda de las hadas de viento para mantener
la helada ventisca a raya. Aun así…
—Necesitamos calentarnos —, dijo el enano. —¡Heeey,
Corta Barbas! ¿Está bien si hago fuego?
—Por favor.
—Entendido.
Con la habilidad propia de un enano, sacó unas ramas
secas y golpeó un pedernal.
—¿Dónde las encontraste? — Preguntó la sacerdotisa.
—Bajo la nieve, un poco más abajo. Harías bien en
recordarlo.
Se refugiaron en una pequeña cueva que desenterraron
de la nieve, así los goblins no verían su fuego. El cielo, cargado de nubes,
aún estaba ligeramente oscuro; el sol era débil y lejano.
—El atardecer está cerca. Una vez nuestros cuerpos se
hayan relajado, entraremos. — Goblin Slayer aflojó las correas de su armadura y
dejó su bolsa.
La sacerdotisa lo miró sorprendida; ella nunca lo
había visto quitarse la armadura así antes.
—¿Estás seguro de que está bien hacer eso?
—Si no paso al menos unos minutos así, mi cuerpo nunca
se relajará.
Él se quitó los guantes mecánicamente, mostrando sus
manos ásperas y curtidas.
—Deberían frotarse los brazos y las piernas —, dijo
él. —Si son envenenados por hadas de hielo, pueden pudrirse y caerse.
—¡Eep! — La elfa gritó. Sabía tanto sobre las hadas
como cualquiera de ellos, y quizás eso empeoró aún más la idea para ella. Con
el ceño fruncido, empezó a trabajar con sus dedos a lo largo de sus
extremidades.
—Tus pies también. No lo olvides.
—¡Eh, sí! — La sacerdotisa se quitó las botas y los
calcetines y comenzó a frotar los pálidos y delgados dedos de sus pies. Sus
calcetines la sorprendieron; estaban empapados y eran bastante pesados. Quizás
era una mezcla de sudor y nieve derretida.
Debería haber traído un par de repuesto…
—¿Cómo estás? — Preguntó Goblin Slayer, mirando al
sacerdote lagarto. El rostro escamoso del monje era tan difícil de leer como el
del mismo Goblin Slayer, pero por una razón totalmente diferente. Aun así,
estaba bastante claro que estaba prácticamente congelado por el frío.
El sacerdote lagarto quitó un poco de hielo de sus
escamas. —M-mm. Bien, hemos llegado de todos modos. ¿Quién iba a saber que
existían lugares tan fríos en el mundo?
—Hay otros aún más fríos que éste.
—¡Increíble!
Bien podría creer los rumores de que sus antepasados
habían sido aniquilados por una profunda helada.
Riéndose silenciosamente del lagarto, el chamán enano
metió la mano ágilmente en su bolso y sacó un jarrón de vino de fuego y tazas
para todo el grupo. Y comenzó a servirlo.
—Toma, aquí tienes un poco de vino, bebe. Te calentará
las entrañas.
—Maravilloso. Mm, es justo lo que necesito, lanzador
de hechizos-dono.
—Oh, para, me estás avergonzando. Toma, un poco para
ti.
—Gracias —, dijo la sacerdotisa.
—Gracias. — Dijo la elfa.
—Te lo agradezco. — Dijo Goblin Slayer.
Cada uno de ellos comenzó a sorber sus bebidas. Ellos
sólo buscaban un poco de calor; emborracharse sería contraproducente.
Sin previo aviso y sin ninguna razón perceptible, la
elfa llevó la conversación hacia el sacerdote lagarto.
—Oye, ¿no nos dijiste que tu objetivo era elevar tu
rango y convertirte en naga/dragón?
El enorme cuerpo del lagarto estaba acurrucado lo más
cerca posible del fuego, y la bolsa de provisiones estaba en su mano. Tal vez
tenía hambre, o tal vez sólo quería probar un poco del queso que ahora estaba
sacando.
El sacerdote lagarto no intentó ocultar lo que estaba
haciendo, pero asintió significativamente.
—Ciertamente, así es.
—Un dragón que ama el queso, ¿huh? — Ella tomó otro
sorbo de la taza en sus manos y se rio.
—Mejor para el mundo que un wyrm que quiere tesoros o sacrificios de doncellas —, dijo el chamán enano.
—Al menos no tendría que preocuparse de que alguien intente matarlo. ¿Puedo tomar un trozo de eso?
—Claro que puedes.
Estaban a muy poca distancia de un nido de goblins,
aún congelados a pesar del fuego, pero la elfa se sentía un poco más caliente y
de buen humor. Ella usó una daga de obsidiana para cortar un trozo del queso
que le ofreció al sacerdote lagarto, y luego se lanzó un trozo a la boca.
La comida de esa granja es deliciosa, como siempre.
Sus orejas se movieron alegremente.
—Dime la verdad. ¿Las chicas realmente saben tan bien
para los dragones? ¿O es algún tipo de ritual o algo así?
—Una buena pregunta. Tal vez cuando me convierta en
uno, lo entienda.
—Estás… Es decir, ¿no tienes ninguna duda de que serás
capaz de convertirte en un dragón? — Preguntó la sacerdotisa, sorbiendo
vacilantemente su vino. Un pequeño suspiro se le escapó de sus labios. —Quiero
decir… respirar fuego y volar por el aire… Tal vez esas son cosas que podrías
lograr con los milagros.
—¡Heh-heh-heh! Así es como las viejas leyendas
describen a los dragones, ¡de acuerdo! — El chamán enano ya había vaciado una
taza y se estaba sirviéndose la segunda. —Pero no puedes creer la mayoría de lo
que dicen las viejas leyendas.
—Pero en mi ciudad natal residió un gran y terrible
dragón que se había convertido en un esqueleto. Y si los simios pueden
convertirse en humanos, seguramente los lagartos…
La sacerdotisa sonrió un poco ante este grave murmullo
del sacerdote lagarto. Cada persona tenía su propia fe.
—¡Oh, es verdad! — Dijo repentinamente la elfa,
chasqueando sus largos dedos. —Cuando te conviertas en dragón, serás inmortal,
¿verdad? ¡Voy a ir a visitarte!
—Oh-ho.
—Quiero decir, estamos hablando de al menos mil años,
¿verdad? Estarás súper aburrido. Te volverás loco sin amigos que te ayuden a
pasar el tiempo.
Ella lo dijo teniendo en cuenta que al menos el 60% de
los dragones alborotadores en el mundo sólo estaban buscando algo que hacer.
El sacerdote lagarto asintió en confirmación. Luego
trató de imaginar cómo sería cuando se convirtiera en dragón.
—Un dragón que hable de las aventuras de Goblin
Slayer. Uno visitado por una elfa mayor.
—Y… uno al que le gusta el queso —, dijo la elfa.
Esto hizo que el sacerdote lagarto moviera sus ojos
felizmente. —Eso suena muy agradable.
—¿Verdad?
—Pero basta de eso. Mil años pasarán a su debido
tiempo, y debemos ocuparnos de lo que viene ahora. — El sacerdote lagarto se
volvió para mirar a Goblin Slayer. —Goblin Slayer-dono ¿cómo los atacaremos?
Él había estado escuchando la conversación en
silencio. Y respondió: —Buena pregunta —, e inmediatamente se puso a pensar.
Entonces dijo: —Creo que debemos hacer lo que usualmente hacemos. Guerrero al
frente, luego la ranger, monje guerrero, clériga y hechicero.
—Según el manual, dijo el sacerdote lagarto.
—Ese túnel parece lo suficientemente ancho —, dijo el
chamán enano, que había dado un vistazo a través de los montones de nieve para
ver la entrada. —¿Quizás sea de dos por tres?
Los goblins tenían buena visión nocturna. La entrada
al nido esbozaba silencio y oscuridad. No parecía haber ningún guardia. ¿Era
una trampa? ¿Un descuido en la vigilancia? O…
—Feh. Mi vino ya no sabe tan bien —, dijo el chamán
enano con un chasquido de su lengua. Debe haber notado que los desechos en la
entrada eran más que sólo basura.
El cuerpo de una aventurera yacía entre la basura. El
cadáver había sido tirado como si no fuera más importante que una valla rota.
Le habían quitado su equipo; estaba claro que había sido profanada, y sus
restos expuestos habían sido roídos por las bestias.
La más cruel de todo, la aventurera parecía ser una
elfa. Parecía… bueno, debió haber luchado, y la violencia al
parecer continuó después de su muerte. Sus orejas habían sido cortadas al
tamaño de las de un humano, las puntas estaban metidas en su boca. Los juegos
retorcidos de los goblins no tenían límites.
La elfa mayor miró al chamán enano. —¿Hmm? ¿Pasa algo
malo?
—…No. Nada —, dijo él sin rodeos. —Pero sigue mi
consejo, Orejas Largas, no te asomes demasiado.
—Nunca lo haría. La mayor parte del tiempo.
—Oye —, Goblin Slayer gruñó, y le preguntó en voz baja
al chamán enano, —… ¿estaba allí la de pelo dorado?
El enano agitó lentamente su cabeza. Se acarició la
barba, y se asomó de nuevo, y luego la agitó con más firmeza. —Por lo que veo,
no lo parece.
—Entonces puede que aún tengamos tiempo —, dijo el
sacerdote lagarto, y los otros dos hombres asintieron.
La sacerdotisa se estremeció, quizás intuyendo algo de
lo que presagiaba su conversación. Goblin Slayer le dio un golpecito en el
hombro y le dijo, —Vamos. — Luego miró a la chica, pálida y descalza. —Ponte
los calcetines y las botas.
✠
La sombra de la llama de la antorcha bailaba
espeluznantemente en el viento. Pero el ángulo en el que había sido excavado el
túnel significaba que con sólo un paso adentro, uno estaba protegido de la
nieve y el viento; uno casi podía estar caliente. Si no fuera por el olor a
carne y excremento que se desprendía del interior, el lugar podría ser casi
acogedor.
—Hmm. El camino desciende en un ángulo bastante
empinado —, dijo el sacerdote lagarto, con su cola sacudiéndose por el interés.
—Sí, pero vuelve a subir por allí —, dijo la elfa.
—Mmm.
Parecía como si los goblins hubieran cavado en el
suelo inmediatamente después de comenzar su nido y luego volvieran a subir. Los
ángulos más agudos no parecían naturales; lo más probable es que hubieran sido
hechos por manos las manos de los goblins.
—Hmm. Una barrera muy inteligente contra la lluvia y
la nieve —, dijo el chamán enano, demostrando su gran conocimiento acerca de
construcciones. Miró por encima de su hombro a la entrada. —Cualquier
precipitación que entra se queda atrapada aquí y no se adentra más en los
túneles.
—¿Los goblins hacen cosas así? — Dijo la sacerdotisa,
parpadeando con perplejidad o, quizás, con sorpresa. Recordaba bien lo que le
decían a menudo: que los goblins eran estúpidos, pero no tontos. En otras
palabras, el hecho de que no tuvieran mucho conocimiento no significa que no
pensaran. Pero esto…
—No lo sé. — La respuesta de Goblin Slayer fue
desapasionada, casi mecánica. Desenvainó la espada en su cadera y la usó para
revolver el charco de basura en el fondo de la depresión. Chasqueó su lengua.
—No podemos decir nada todavía. Todo lo que puedo decirte es, trata de no pisar
el agua.
—¿Hay algo ahí dentro? —, preguntó la sacerdotisa.
—Es una trampa. Hay estacas en la parte inferior.
Una trampa de pozo, en otras palabras. En vez de
echarle tierra, los goblins lo habían escondido en el fondo de un charco de
desechos.
La elfa, examinando la profundidad del charco con una
de sus flechas con punta de brote, frunció el ceño.
—Ugh. Esto es vil.
—Necesito que escuches a los enemigos.
—Lo sé, lo sé. Déjamelo a mí, te lo dije. — Saltó ágilmente
sobre el charco, luego guiñó el ojo con malicia y rio. —No puedo soportar tanto
ensuciarme demasiadas veces.
Una fragante bolsita colgaba alrededor del cuello de
la elfa para ayudar a mantener alejados los olores. Ella movió sus largas
orejas con orgullo, pero Goblin Slayer sacudió su cabeza y dijo sin rodeos,
—Ensuciarse no es el punto.
—Ah-ha-ha-ha-ha… Vale, pero, bueno, cuando te pones
así de sucio, es un dolor limpiarlo… ¿Verdad?
La sacerdotisa escuchó la nota hueca en la risa de la
elfa. Una bolsita similar colgaba al lado de su propia placa alrededor de su
cuello. Puede que se haya acostumbrado a frotar sangre y tripas sobre sí misma,
pero no era algo que disfrutara.
Ahora que reflexionaba, la pila de cadáveres junto a
la entrada del túnel era muy similar. Ella ahora tenía mucha experiencia con
goblins, había visto esto muchas veces y creyó que se había acostumbrado a
esto, pero aun así. Necesitaba algo más que una broma o una risita…
—Hey. — La elfa, más adelante, la miró y asintió
suavemente. Ella estaba igual. Los elfos tenían una percepción sensorial
excepcional. Viendo el aleteo de las orejas de la elfa, la sacerdotisa asintió.
—Hagamos… lo que podamos.
—Claro.
Después de bajar y luego subir dos o tres pendientes
más, el grupo finalmente llegó al túnel principal de la cueva. La antorcha casi
se había consumido, y Goblin Slayer la reemplazó por otra de su bolsa.
—Sostén esto.
—¡Oh, sí, señor!
Le dio la antorcha más pequeña a la sacerdotisa,
mientras sostenía la nueva, que ardía con fuerza.
Los humanos eran los únicos miembros de este grupo, de
hecho, los únicos en esta cueva, que carecían de una visión nocturna decente. A
la luz de la antorcha, Goblin Slayer examinó intensamente las paredes de
tierra.
Parecían haber sido excavados con una herramienta
rudimentaria. Eran toscas pero robustas, un ejemplo claro de un nido de
goblins.
El problema estaba en otra parte.
—No veo ningún tipo de tótems.
—¿Significa eso que no hay chamanes?
—No lo sé. — Agitó su cabeza. —No lo sé, pero no me
gusta.
—Mmm… ¿No sería más fácil para nosotros si no tuvieran
lanzadores de hechizos? — Preguntó la elfa.
—También había empezado a molestarme a mí —, dijo el
sacerdote lagarto, abriendo sus enormes mandíbulas. —El ataque a la aldea, la
habilidad con la que despacharon a los aventureros anteriores. Sería difícil
imaginar que no hay cerebros detrás de esta operación.
—¿Crees que es otro elfo oscuro o un ogro? —, preguntó
la sacerdotisa.
—¿O tal vez… un demonio? — La elfa susurró con una
expresión petrificada. La palabra resonó por los pasillos de la caverna,
haciendo que se les erizaran los pelos.
Los aventureros se miraron unos a otros, y luego el
chamán enano, acariciando su barba, dejó escapar un suspiro. —Ahh, para ya. No
tiene sentido ponernos nerviosos por simples hipótesis. — Estiró su brazo
(porque era muy bajito) y le dio una palmada a Goblin Slayer en la espalda.
—Esto no es exactamente lo que llamamos “golpear una espada famosa con un
martillo”. Pero, Corta Barbas. Debemos concentrarnos en lo que podemos hacer
ahora.
—Sí —, dijo Goblin Slayer tras un momento. Levantó la
antorcha y volvió a mirar la pared, y luego asintió.
—¿Estabas aludiendo a un proverbio enano?
—Lo estaba —, dijo el chamán enano respirando
complacidamente.
—Ya veo. — Mientras Goblin Slayer se ponía en marcha
con su habitual paso enérgico, se escuchaban murmullos. “No hay
necesidad de seguir forjando una espada famosa.” Y luego, “Hmm. No
está mal.”
El diseño de la cueva no parecía demasiado complejo, y
siguieron el camino durante un tiempo. No había señales de goblins, solo un
olor penetrante a putrefacción.
—Creo que voy a vomitar —, murmuró la elfa, poniéndose
el collar sobre su boca. Nadie más dijo eso en voz alta, pero la mayoría del
grupo parecía simpatizar con ella, exceptuando a Goblin Slayer.
Finalmente llegaron a una intersección en forma de T.
La elfa se agachó inmediatamente, inspeccionando el suelo cuidadosamente para
ver si había huellas de pisadas.
—Muchas huellas se dirigen a la derecha —, informó la
elfa, aplaudiendo para quitarse el polvo de sus manos. No siempre podía
percibirlas en las construcciones hechas por el hombre, pero en lugares
naturales como esta cueva, sus ojos eran confiables. Eso sugiere que a la
derecha estaban los dormitorios, con una armería o almacén a la izquierda. O
quizás…
—La última vez, empezamos con el baño —, dijo el
chamán enano.
—Correcto —, dijo Goblin Slayer. —Sería inconveniente
perder a alguno simplemente porque estaba usando el baño.
—¿El mismo plan esta vez?
—Mm —, Goblin Slayer gruñó.
¿Deben hacer lo mismo que ya habían hecho antes? ¿Era
seguro usar la misma estrategia cada vez? ¿Cuál era la probabilidad de que el
enemigo predijera lo que iba a hacer?
Imagínate. Piensa. Si los armamentos humanos fueron su
primera arma, el conocimiento y la planificación fueron su segunda.
Si él fuera un goblin, ¿qué haría?
—Vamos a atacar primero la derecha. — Goblin Slayer
expresó su decisión sin reparo. No hubo debate.
La elfa colocó una flecha en su gran arco, mientras que
el sacerdote lagarto preparó una espada colmillo. El chamán enano tenía su
bolsa de catalizadores a la mano, y la sacerdotisa agarró firmemente su bastón.
Se movieron rápidamente a través de los túneles,
llegando a una gran zona que había sido excavada. Ante ellos había una horda de
goblins, llevando palas y picos como si se prepararan para un ataque sorpresa.
✠
—¡Oh, Madre Tierra, que rebosas de piedad, concede tu
luz sagrada a los que estamos perdidos en las tinieblas!
Con estas palabras, la sacerdotisa tomó la iniciativa.
Lo hizo sin ninguna habilidad especial, sólo tirando los dados. Pero
la forma en que entonó el milagro de [Luz Sagrada] sin ninguna duda fue una
señal de cuánto había crecido. Ella levantó su bastón, cuyo fin era la
recepción del milagro. Una brillante luz llenó la caverna.
—¡¿GORARAB?!
—¡¿ORRRRG?!
Los goblins, golpeados por la luz sagrada, presionaron
sus manos contra sus ojos y gritaron. ¿Ella contó diez… no, quince?
—Diecisiete. Sin hobs, sin lanzadores de hechizos.
Arqueros presentes. ¡Vamos!
Para los aventureros, que tenían la luz a sus
espaldas, la iluminación no era ningún problema.
—¡La primera muerte es mía! — Tan pronto como Goblin
Slayer dio la orden, tres flechas con punta de brote empezaron a volar. La elfa
había tirado hacia atrás la cuerda de seda de araña de su arco con elegancia,
soltando las tres flechas que llevaba en un único movimiento.
La caverna puede haber sido oscura y estrecha, pero
eso no era un obstáculo para el objetivo de un elfo. Su habilidad era tan
avanzada que apenas se distinguía de la magia. Tres goblins colapsaron donde
estaban: quedaban catorce. Una lluvia de piedras comenzó a asaltar a las
criaturas restantes.
—¡Salgan, gnomos, es hora de trabajar, ahora no se
atrevan a eludir su deber, un poco de polvo no puede causar ningún impacto,
pero mil hacen una encantadora roca!
El chamán enano arrojó algo de arena al espacio,
convirtiéndola en rocas que llovieron sobre el enemigo.
—¡¿ORGAAA?!
—¡¿GROOROB?!
Los goblins aullaron y retrocedieron. El hechizo
[Ráfaga de Piedras] los atacó indiscriminadamente, rompiendo sus huesos y
desgarrando su carne.
En este punto, por supuesto, los hechizos que dañaban
al enemigo y los que ayudaban a los aliados eran útiles. Era el propio chamán
enano quien se había decidido por [Ráfaga de Piedras], una técnica ofensiva.
Los hechizos que golpeaban un área entera eran mejores mientras uno tenía la
iniciativa, antes de enfrentarse al enemigo.
Quedaban diez goblins. Chillando y llorando sus viles
lágrimas, los monstruos se abalanzaron hacia delante.
—¡Aquí vamos! Les toca, ¡Corta Barbas, Escamoso!
—¡Hrrrooahhhh!
—Bien.
Un gran rugido y una breve respuesta: los dos miembros
de vanguardia del grupo bloqueaban la entrada a la sala. Era lógico que no
entraran; cuando se luchaba contra un gran número de oponentes, era prudente
elegir un cuello de botella y defenderlo.
El enemigo, que los había superado en número casi
cuatro a uno, quedó reducido a la mitad de su fuerza. Y sólo dos o tres goblins
podían estar al corriente en el túnel. Contra los dos guerreros, y a la luz del
terreno, la lucha era casi pareja. Sólo sirvió para demostrar lo crucial que
era tomar la iniciativa en un combate.
Después de todo, siempre habría más goblins
que aventureros. El destino de los aventureros que buscaban enfrentarse a
goblins, sin conocer ese hecho básico, era cruel.
—¡GORROB!
—¡Eeyahhhh!
Los goblins aún estaban medio ciegos por el destello
de la luz; apenas valía la pena preocuparse de sus ataques. El sacerdote
lagarto atacó con sus garras y cola, asestando un fuerte golpe a un goblin y
despedazando a otro. Quedaban ocho.
Los hombres lagarto, respetaban la animalidad, pues
era una naturaleza bestial combinada con un intelecto agudo lo que definía a
los nagas. Violento y valiente, con gritos de guerra mezclados con oraciones,
el sacerdote lagarto se lanzó contra los goblins sobrevivientes.
—Hmph. — A su lado, Goblin Slayer apuñaló a las
criaturas en sus puntos vitales, silenciosamente, diligente y precisamente.
Garganta, corazón, cabeza. No importaba. Las criaturas
humanoides tendían a tener muchos puntos débiles. Goblin Slayer personalmente
prefería la garganta. Una puñalada allí podría no resultar en una muerte
instantánea, pero dejaría al objetivo indefenso. Pateó a un lado a un goblin
ahogándose, y lanzó su espada a otro que estaba más lejos.
—¡¿ORAGAGA?!
—Diez, once.
Su objetivo colapsó, atravesó la garganta. Incluso en
la oscuridad, su puntería era exacta.
Quedaban seis. Goblin Slayer empujó con su pie un
garrote perteneciente a uno de los goblins muertos, pateándolo hacia su mano.
Recibió con su escudo un golpe de hacha del goblin que tenía a su lado, y luego
dirigió un golpe con el garrote al estómago de la criatura.
—¡¿ORARAO?! — Algo asqueroso salió de la boca abierta
del goblin. Goblin Slayer atacó de nuevo. Esto hizo dos más desde su último
conteo.
Después de darle un golpe atroz al cráneo de la
criatura, Goblin Slayer limpió indiferente el vómito de su escudo.
—Trece. El enemigo se recuperará pronto.
—¡Bien!
Quedaban cuatro. Difícilmente era una excusa para
tomarlo con calma, por supuesto.
A pesar del evidente nerviosismo en su rostro, la
sacerdotisa levantó su bastón e invocó otro de los milagros que desgarraban su
alma.
—¡Oh, Madre Tierra, que rebosas de piedad, concédenos
tu luz sagrada a los que estamos perdidos en las tinieblas!
La Madre Tierra respondió a la oración de su fiel
discípula con otro milagro. Una vez más, una luz cegadora llenó la habitación,
desterrando la oscuridad de la caverna.
Pero los goblins no eran tontos. Ciertamente no eran
intelectuales, pero cuando se trataba de crueldad y malicia, no tenían iguales.
Y cuando esta total falta de principios se unía a la violencia, el resultado
era inevitable.
El bastón que la chica levantó había brillado. Ahora
lo estaba levantando de nuevo. Eso significaba que volvería a brillar.
Uno de los goblins, juntando estos hechos básicos,
agachó la cabeza. Desafortunadamente, era uno de los arqueros. Mientras sus
tres compañeros eran asesinados, mantuvo la cabeza agachada, esperando su
oportunidad, con el arco y la flecha listos.
—¡Hh-Haagh!
El grito pareció ser uno de conmoción. Alguien cayó: era
la elfa mayor. La flecha del goblin había pasado entre los dos guardias de
primera línea para golpearla. Un golpe crítico, en efecto.
—¿Qué es esto? —, exclamó el sacerdote lagarto.
—Hrrgh… — Una flecha rudimentaria pero siniestra
sobresalía cruelmente de la pierna de la elfa.
Goblin Slayer miró atrás, y luego lanzó su garrote
antes de correr hacia la elfa.
—¡¿ORAAG?!
*Woosh* El garrote
giró una vez en el aire y luego se conectó firmemente con la cabeza del goblin,
provocando un grito. Pero no fue suficiente para matar a la criatura. Mientras
corría, Goblin Slayer cogió una daga del suelo, cubriendo los últimos pasos de
un gran salto.
“¡¿GOAORR…?!
El goblin agarró su flecha y giró, intentando escapar,
pero llegó demasiado tarde. La daga se clavó en su corazón, se retorció una
vez, y se acabó.
—Diecisiete.
Esos eran todos.
Mirando alrededor de la pila de cadáveres, Goblin
Slayer tomó una espada cercana y la puso en su vaina.
—Hey-hey, ¿estás bien, Orejas Largas?
—Hrr-r…sí. Estoy… estoy bien. Lo siento mucho. Fallé.
—Te atenderé enseguida —, dijo la sacerdotisa. —¿Está
envenenado?
—Aquí —, dijo la voz grave del sacerdote lagarto.
—Primero, debemos quitar la flecha.
El rostro de la elfa estaba pálido, pero intentaba
actuar valiente; mantenía las manos sobre la herida mientras murmuraba, —Ok.
Normalmente, Goblin Slayer podría haber ido
directamente donde su camarada. Pero esto aún seguía siendo territorio enemigo.
Ellos necesitaban estar alerta ante cualquier posible emboscada.
Por lo que podía ver Goblin Slayer, la herida no era
mortal y, de todos modos, había algo que quería comprobar. Se acercó al cadáver
del último arquero goblin que había matado y le dio una impasible patada.
—Hrm.
El cuerpo rodó, dejando al descubierto el hombro.
Allí, vio una cicatriz, de una herida de flecha que había sanado desde
entonces. Recordó a este goblin.
—… ¡¿Qué?!
—¿Qué pasa?
En ese momento, Goblin Slayer oyó voces de sorpresa
que venían de detrás de él y se dio la vuelta. Se dirigió hacia donde la elfa
se estaba ocultando. La sacerdotisa lo miró.
—Goblin Slayer-san… Mire esto.
Con una mano temblorosa manchada con la sangre de la
elfa, levantó el astil de la flecha. Sí, sólo el astil, sin la punta de la
flecha.
Había sido tallada en una rama, lo suficientemente
rústica como para sugerir el trabajo de un goblin; incluso tenía algunas
pequeñas feas plumas pegadas en el extremo. La punta, sin embargo, no había
sido bien asegurada. O… Tal vez eso se había hecho deliberadamente. Tal vez la
punta de la flecha estaba destinada a romperse y permanecer dentro del cuerpo
de la elfa.
Él había sido descuidado.
No… la contemplación, y el remordimiento, tendrían que
esperar.
Inmediatamente, Goblin Slayer se arrodilló al lado de
la elfa.
—¿Duele?
—E-Estoy bien, en s-serio… Orcbolg, te p-preocupas
demasiado…
Parecía que dolía con tan sólo moverse. La sangre fluía de la pierna de la elfa, y ella estaba gimiendo.

—Mantén presionada la herida. Ayudará a detener el
sangrado. Aunque no es mucho.
—D-De acuerdo, lo… lo haré. — Sin duda estaba
intentando sonar fuerte, pero su voz era mucho más débil de lo habitual.
Goblin Slayer pasó a hacer preguntas a la sacerdotisa.
—¿Algún tipo de veneno?
—Por el momento, no lo creo. Pero… — Mientras hablaba,
la sacerdotisa miró con preocupación la herida de la elfa. Incluso con la elfa
apretando tan fuerte como podía, la sangre se le escapaba entre los dedos. —Con
la punta de flecha aún alojada ahí, no tendría sentido cerrar la herida con el
milagro de curación.
Los milagros de un clérigo podían provenir de los
dioses, pero sus efectos estaban limitados por la realidad física. Usar
Curación Menor mientras un objeto extraño permanecía en el cuerpo era una
situación difícil.
Goblin Slayer miró al sacerdote lagarto, pero también
agitó su cabeza.
—Refresh sólo es capaz de mejorar las habilidades
curativas del cuerpo.
Eso hizo que la conclusión fuera simple. El chamán
enano metió la mano en su bolsa mientras hablaba. —No podemos dejarlo ahí,
¿verdad? Corta Barbas, échame una mano, ¿quieres?
—Claro. — Él y el enano se miraron el uno al otro y
rápidamente se pusieron a trabajar. La sacerdotisa, que tenía alguna idea de lo
que iban a hacer, parecía bastante angustiada; la elfa, que no tenía idea,
simplemente parecía inquieta.
Goblin Slayer desenvainó una daga, la suya, no la que
le había robado a un goblin, y revisó la hoja.
—Yo lo haré. Dame fuego.
—Claro. Llama danzante, flama de la
salamandra. Concédenos una parte de lo mismo. — El chamán enano sacó
un pedernal de entre sus catalizadores, golpeándolo mientras hablaba. Una
pequeña llama fantasmal surgió en el aire, brillando en la daga de Goblin
Slayer.
Goblin Slayer calentó cuidadosamente la espada y luego
apagó la llama con un rápido movimiento. Casi al mismo tiempo, sacó un paño de
su propia bolsa y se lo tiró a la elfa.
—Sostén esto en tu boca.
—¿Qu-qué estás planeando?
—Voy a desenterrar la punta de la flecha.
Las largas orejas de la elfa se alzaron.
—¡No quiero que hagas eso! Después de llegar a casa,
¡podemos…!
Aún sentada sobre su trasero, se echó hacia atrás. El
chamán enano suspiró.
—No te quejes, Orejas Largas. Corta Barbas tiene razón
para hacerlo. ¿Quieres que esa pierna se pudra y se caiga?
Junto a ellos, el sacerdote lagarto habló con frialdad
y con la convicción de una roca cayendo del cielo.
—Ciertamente, una vez caída no habría forma de
pegarla.
—Ooh… Ohhh…
—Vamos, todos, la están asustando. — La sacerdotisa,
incapaz de seguir sentada, regañó a los hombres del grupo, pero no hizo ningún
esfuerzo por detener lo que estaban haciendo.
A ella misma le sacaron una flecha por la fuerza una
vez. Ella conocía el miedo y el dolor, y lo mucho que podía empeorar si dejaban
eso ahí.
—…Al menos, intenta hacerlo de la forma menos dolorosa
posible.
—¿Qué más podría hacer? — Goblin Slayer estaba esperando
a que la hoja al rojo vivo se enfriara a la temperatura adecuada. Un médico
viajero le había enseñado que haciendo esto se desharía de cualquier tipo de
veneno en la hoja.
—Muéstrame la herida.
—Errgh… Ohh… No harás que duela, ¿verdad…? — Muy lentamente,
con su rostro completamente blanco, la elfa movió su mano.
Goblin Slayer no respondió, pero inspeccionó la
herida, de la que aún goteaba sangre.
—Vino.
—Justo aquí. — El chamán enano tomó un bocado de vino
de fuego y lo escupió, como si estuviese lanzando Estupor. Gotas saltaron a los
ojos de la elfa mientras los espíritus alcohólicos ardían en la herida.
—Hrr…rrgh…
—Muerde la tela. Para que no te muerdas la lengua.
—Sólo… Sólo para preguntar de nuevo, pero… No harás
que me dolerá, ¿verdad?
—No puedo prometer nada —, dijo Goblin Slayer agitando
su cabeza. —Pero lo intentaré.
La elfa mayor, que parecía resignada, mordió la tela y
cerró los ojos. La sacerdotisa agarró su mano. Y luego Goblin Slayer hundió la
daga en el muslo de la elfa, ensanchando la herida, cavando más profundo.
—¡Hrrrrgh…Gah! ¡Gaggghhh…!
El ágil cuerpo de la elfa se sacudía como un pez que
había encallado en la orilla. El sacerdote lagarto presionó sus hombros para
mantenerla firme, y la sacerdotisa continuó sosteniendo su mano. Goblin Slayer
no se detuvo en su trabajo; su mano era cruel pero firme.
La extracción de la punta solo llevó unos segundos,
aunque la elfa podría haber jurado que las habían pasado horas.
—Hecho.
—Hooo…hooo… — Ella soltó largos suspiros de alivio.
El sacerdote lagarto colocó una mano escamosa en el
muslo de la elfa y recitó, —¡Gorgosaurus, bello aunque herido, puedo yo
participar en la curación de tu cuerpo! — Se le concedió un regalo:
Refresh. El poder de los temibles nagas curó la herida de la arquera ante sus
propios ojos. La carne se unió, y la piel se formó, la herida pareció
desaparecer. Un verdadero milagro.
—¿Puedes moverte? —, preguntó él.
—S-Sí —, dijo la elfa inestablemente, con lágrimas en
los bordes de sus ojos. Ella movió la pierna hacia atrás y hacia adelante,
comprobando cómo estaba. Sus orejas cayeron lamentablemente. —L-Los primeros
auxilios humanos son muy violentos. Todavía puedo sentirlo.
—¿E-Estás bien? — Preguntó la sacerdotisa, ofreciendo
su hombro para apoyar a la elfa mientras se ponía de pie.
—Creo que sí…
—¿Puedes disparar tu arco? —, preguntó Goblin Slayer.
—Por supuesto que puedo —, contestó la elfa, quizás un
poco más acalorada de lo necesario.
Ella no estaba alardeando. Pero incluso si todavía
podía disparar, su movilidad estaba afectada. Al menos durante el resto del
día.
—Deberíamos hacer una retirada táctica… — Goblin
Slayer agitó su cabeza. —…pero no podemos hacer eso todavía.
—No confío en la cantidad de hechizos y milagros que
nos quedan —, anunció calmadamente el sacerdote lagarto.
Aun así, el casco se movió lentamente de un lado a
otro. —Todavía hay más de ellos más abajo. Tenemos que investigar. — Goblin
Slayer revisó su armadura, casco, escudo y arma. Satisfecho, se grió hacia sus
compañeros. —Puedo quedarme solo si lo prefieren.
La herida elfa fue la primera en responder. —No trates
de ser gracioso. Vamos a ir contigo. ¿Verdad?
—¡Claro que sí! Ciertamente iremos —, dijo la
sacerdotisa con un enérgico asentimiento.
—Mm —, Goblin Slayer gruñó. El sacerdote lagarto rio y
puso una mano sobre su hombro.
—Supongo que eso significa que todos vamos a ir,
entonces.
—¡Pfah! Orejas Largas, sin pensar nunca en lo cansados
que estamos el resto de nosotros —, dijo el chamán enano con una sonrisa y un
encogimiento de hombros exagerado.
La elfa lo miró fijamente. —Oye, Orcbolg es el único
que quiere hacerlo.
Y salieron rápidamente.
Goblin Slayer, ignorando el habitual alboroto de sus
discusiones, echó otro vistazo a la gran sala. Aunque superados, los goblins no
habían mostrado signos de intentar huir.
Y allí había un goblin que había copiado su pequeño
truco. Uno que había recibido primeros auxilios de su herida de flecha. Y otro
que lo comandaba.
—No me gusta —, murmuró Goblin Slayer.
La situación no presagiaba nada bueno.
✠
—Hmph.
Goblin Slayer dio una patada a la vieja puerta
podrida, haciendo que se derrumbara. Casi al mismo tiempo, los aventureros se
amontonaron en la habitación, tomando posiciones, con la sacerdotisa en el
centro de su formación, sosteniendo una antorcha.
—Hrm…
Habían esperado un almacén o una armería o, tal vez,
un baño. Pero la habitación bajo el brillo de la luz no era ninguna de ellas.
Al igual que a la sala de antes, esta era otra gran
habitación excavada en la tierra. Había varios montones de tierra que podrían
haber sigo usados como sillas. Más adentro de la habitación había una piedra
oblonga que podría haber sido traída de otra parte.
Era inconfundiblemente un altar.
Esto era una capilla, así que, ¿esta cueva era un
templo? Si es así, este altar sería el lugar donde ofrecían sus sacrificios.
—¡Oh…! — La sacerdotisa fue la primera en darse
cuenta, como a menudo ocurría. Ella se precipitó hacia delante. El recuerdo de
una trampa que habían encontrado en las alcantarillas brillaba en su mente,
pero esa no era razón para dudar. Se mantendría vigilante, pero no se
abstendría de ayudar.
Una mujer yacía sobre la fría piedra como si hubiera
sido simplemente arrojada allí; no llevaba ni un trozo de ropa. Su cuerpo
expuesto estaba sucio, y la forma en que sus párpados estaban cerrados hablaba
de su agotamiento. Su despeinado cabello era dorado, del color de la miel.
—¡Está respirando…! — La sacerdotisa lo dijo
felizmente, sostuvo suavemente a la mujer.
Su amplio pecho se levantó y cayó suavemente: la
prueba que estaba con vida.
—Misión cumplida, ¿huh? — La elfa murmuró, obviamente
sin creer tal cosa.
Nunca hubo ningún sentimiento de satisfacción o cierre
al matar goblins. Ella frunció los labios y miró alrededor de la capilla. Era
un primitivo lugar de culto. Para un elfo mayor como ella, no parecía que fuera
posible sentir la presencia de los dioses en un lugar como éste.
—…Me pregunto si un sacerdote de la Secta Maligna
estaba aquí.
—O quizás estos son vestigios de alguna ruina antigua
—, dijo el sacerdote lagarto, mirando a su alrededor. La elfa podía oírle
sacudir el polvo mientras examinaba el lugar. —Aunque no puedo imaginar qué
dios podría ser adorado en un lugar tan vulgar.
—Espera un maldito segundo —, dijo el chamán enano,
pasando su dedo por la pared. —Esta tierra es fresca. Esto fue excavado
recientemente.
—¿Goblins? —, preguntó Goblin Slayer.
—Probablemente —, asintió el chamán enano.
¿Los goblins eran rheas caídos? ¿O elfos o enanos? ¿O
venían de la luna verde? Nadie lo sabía. Pero como criaturas que hacían sus
hogares bajo tierra, tenían habilidades estimables para cavar. No importaba lo
remoto que estuviese el lugar, los goblins podían cavar un agujero y empezar a
vivir en el antes de que nadie supiera lo que estaba pasando.
Podrían salir y sorprender a un grupo de aventureros
con la misma facilidad con la que desayunaban. No hacía falta ser Goblin Slayer
para saber esto. En su primera aventura, la sacerdotisa tuvo…
—Um… ¡Mira aquí…!
Ante la angustiada exclamación de la sacerdotisa, él
volvió a mirar a la aventurera cautiva. La sacerdotisa sostenía el pelo de la
mujer, sin miedo a ensuciarse las manos. Ella estaba apuntando a la nuca de la
mujer.
La elfa no pudo contener el murmullo “Eso es
horrible”, y era difícil culparla. El cuello de la mujer inconsciente tenía una
marca que destacaba dolorosamente. La fea impresión roja y negra manchaba su
piel, que de otra forma sería hermosa.
—Hrm…
Goblin Slayer recogió una marca de metal, que yacía en
el suelo cerca. Parecía una herradura perdida o algo así, que había sido trabajado
en una forma complicada.
—¿Es eso lo que usaron? —, preguntó el sacerdote
lagarto.
—Eso parece.
Parecía una especie de círculo, en medio del cual
había algo que parecía un ojo. Goblin Slayer cogió una antorcha y examinó
cuidadosamente la marca, grabándola en su memoria. ¿Era la marca de una tribu o
clan noble? Quedaban muchos misterios sobre los goblins.
—Sin embargo… no parece ser un tótem goblin.
Los goblins tenían poca noción de crear cosas por sí
mismos. Simplemente robaban lo que necesitaban; eso era suficiente para ellos.
Esta marca, sin embargo, incluso si fue construida a partir de una combinación
de items encontrados, representaba un acto de creación.
—Creo que es… la luna verde —, dijo una voz
temblorosa. Era la sacerdotisa, acariciando suavemente el cuello de la mujer.
—Es el símbolo de un dios. La deidad del conocimiento externo… el Dios de la
Sabiduría.
Muchos dioses se reunieron alrededor de esta tabla,
observándola. Ellos incluían, por supuesto, al Dios del Conocimiento, quien
gobernaba sobre el conocimiento de las cosas y encontró muchos fieles entre los
eruditos y funcionarios. Se decía que la luz del Dios del Conocimiento brillaba
entre todos los que se aventuraban a lo desconocido, buscando la verdad y los
caminos del mundo.
Sí: lo que el Dios del Conocimiento concedía no era el
conocimiento en sí mismo, sino guías, un camino que conduce a la verdad. Porque
la adversidad en sí misma era un tipo importante de conocimiento.
El Dios de la Sabiduría, que era la deidad del
conocimiento de las cosas de afuera, tenía un trato sutilmente diferente. El
Dios de la Sabiduría no guiaba a los suplicantes al conocimiento, sino
que daba sabiduría a todos los que la pedían. Lo que esto le
haría al mundo, el tablero, probablemente no era de interés para la deidad.
Consideremos, por ejemplo, a un joven que, enfrentado
a la constante infelicidad de la vida cotidiana, murmura: “Ojalá el mundo se
acabe…”. Normalmente, tales palabras serían meras tonterías, una expresión
inocente de insatisfacción. Pero cuando el ojo del Dios de la Sabiduría cae
sobre tal persona, ¿qué pasa entonces?
En un instante, una terrible forma de acabar con el
mundo entra en la mente del joven, y él comienza a actuar. Más de uno cree en
este dios, gracias a los inexplicables estallidos de conocimiento. Pero…
—Cielos. Ahora me duele casi tanto la cabeza como la
pierna —, dijo la elfa, frunciendo el ceño como si le doliera la cabeza. —Me
quedaré vigilando. Ustedes continúen.
—Oye —, dijo el chamán enano con un toque de enfado.
—Está bien que estés vigilando, pero al menos puedes escuchar lo que decimos.
—Sí, claro… — No parecía muy entusiasmada. Comprobó la
cuerda de su arco, tenía una flecha a la mano. Ella seguía moviendo sus piernas
sin descanso; tal vez el dolor la molestaba. Sus orejas temblaban un poco
mientras escuchaba atentamente.
Goblin Slayer miró en su dirección, pero luego volvió
a mirar la marca.
—La luna verde, ¿dijiste?
—Sí. Aprendí un poco sobre ello durante mi estancia en
el Templo. — La sacerdotisa no sonaba como si ella misma lo creyera. Su tiempo
como aprendiz parecía tan lejano.
—¿Te refieres a la de donde vienen los goblins? —
Goblin Slayer murmuró, recogiendo la marca de metal. —Si es así, entonces no
hay duda de que nuestros enemigos son goblins.
Habló sin un ápice de duda. —Uno de esos goblins
mostró signos de haber sido curado.
¿Pero quién iría tan lejos como para usar un milagro
para ayudar a un goblin?
—¿Un agente del caos desbordante de misericordia y
compasión? — El sacerdote lagarto se mofó. —Lo dudo.
—Entonces debe haber sido un goblin, ¿verdad? — La
sacerdotisa dijo. —Pero… ¿cómo pudieron…? — Parpadeó, como si no quisiera
creerlo.
El dios que daba el conocimiento desde fuera era un
dios impredecible; no habría sido una gran sorpresa si la deidad hubiera hablado
con un goblin.
No habría sido extraño,
pero una duda desesperada permanecía en el corazón de la sacerdotisa. Aun así,
si los goblins fueran capaces de completar un ritual… Eso sería mucho peor que
escuchar ocasionalmente la voz de Dios.
—¿Estás seguro de que no es un sacerdote malvado de
alto rango, un elfo oscuro o algo así? —, preguntó ella.
—¿Qué? No lo creo —, dijo una voz fuerte y clara en
respuesta a la sugerencia de la sacerdotisa.
El chamán enano suspiró de nuevo y se acarició la
barba algo molesto. —Puedes vigilar o charlar. Elige uno.
—Tú eres el que me dijo que los escuchara. Si estoy
escuchando, tengo derecho a contribuir, ¿no? — La elfa se rio en voz baja.
—Mm —, dijo el sacerdote lagarto, asintiendo. —Y
señorita ranger. ¿Qué le gustaría contribuir?
—Quiero decir… — Ella movió su dedo índice formando un
círculo. —Si tienes un montón de goblins, y sólo los usas para saquear… Eso no
te hace mucho más inteligente que un goblin, ¿no?
—¡Bueno, Orejas Largas, tal vez un puñado de bandidos
encontraron la religión y pensaron que debían adorar a los goblins!
—Sólo estás molesto porque ya no puedes creer en tu
propia explicación.
—Hrm, bueno.
—Heh. — El sacerdote lagarto dio una especie de
resoplido, cruzó los brazos y luego comenzó a contar con sus dedos. —Piensa
como un goblin, controla goblins, cura goblins, ataca a las personas y es un
seguidor del mal.
La sacerdotisa puso un dedo en sus labios, pensando en
las posibilidades. —¿Un sacerdote goblin? ¿Un sacerdote guerrero?
Nada parecía encajar. ¿A qué se estaban enfrentando?
¿Un goblin de algún tipo? ¿Pero de qué tipo?
En ese momento, una idea llegó a la cabeza de la
sacerdotisa, tan de repente como si fuera un regalo del cielo.
Era una idea atroz e imposible. Pero…
Las cosas empezarían a tener sentido si se enfrentaban
contra alguien que tenía un ejército contra los no creyentes.
—No… No puede ser. Eso es imposible.
Ella abrazó a sus propios hombros, sacudió su cabeza y
se negó a creerlo.
A su lado, podía oír la marca rechinando en el puño de
Goblin Slayer.
No era posible. Era ridículo. Pero de hecho, nada era
imposible.
Sólo había una respuesta. Goblin Slayer reconoció claramente la verdad de su enemigo.
—Un paladín goblin.