Sosial Media
0
Home Chapter Goblin Slayer

Goblin Slayer Vol. 5 capítulo 6

"Leer Goblin Slayer Volumen 5 capítulo 6 novela ligera en español."

106 min read




 Goblin Slayer volumen 5 capítulo 6 en español


Esperaaa...!!
Goblin Slayer vol. 5

 Corona de Goblins


El crujido y gemido del oxidado cuerno era violento para los oídos, pero se podía escuchar claramente en toda la fortaleza. Dado que un goblin soplaba tan fuerte como podía, tenía sentido que el ruido resultante fuera tan fuerte como horrible. O quizás los goblins consideraban que sonaba galante.

Estaban vestidos con un conjunto de harapos que no encajaban entre sí, muchos de los cuales habían producidos al rasgar la ropa que robaron a las mujeres de la aldea. Llevaban tambores de piel y hueso, que hacían un sonido hueco cuando los golpeaban.

Uno tras otro, los goblins inundaron el patio central de la fortaleza.

—¡ORARAG!

—¡GORRB!!

—¡GROOOB!!

Levantaron los puños y aullaron con salpicaduras de saliva oscura saliendo de sus labios.

Era bastante obvio lo que significaba sus voces excitadas. Gritaban burlas, insultos, o daban voz a su resentimiento, celos y avaricia. El odio colectivo se volvió contra todos aquellos que tenían lo que ellos no tenían.

Para los goblins, también era como si estuvieran saludando a su héroe. El que tomó sus deseos sobre sí mismo, el que masacró a los tontos humanos.

En realidad, los goblins tienen un fuerte sentimiento de solidaridad, pero al mismo tiempo, odian tomar la iniciativa de hacer algo por sí mismos. En vez de eso, dejan todo a un jefe, a un chamán o a un lord. Eso los deja libres para perseguir cualquier cosa que brille –literal o proverbialmente– ya sea comida o bebida, o mujeres, o equipo. Libres para arrastrar a los que tienen lo que los ellos no, y cortarlos en pedazos.

Ningún goblin quiere morir. Si su hermano muere, se enfada y siente que debe vengarse.

Y los goblins mantienen todo esto a la vez, sin sentir ninguna contradicción.

—¡GORARARARAUB!!!!

Por fin, una voz aún más fuerte se impuso, y apareció el goblin detrás de esta, a un paso bastante amenazante.

Llevaba un sucio casco de acero; una armadura de metal cubría su cuerpo. Una capa carmesí –había desgarrado una cortina de algún lugar– servía como una cobertura adicional. En su cadera llevaba una brillante espada plateada tan llamativa que a los goblins les parecía casi sagrada.

—¡ORARAG! ¡ORRUG! — El paladín goblin. Ante su gran y sombría voz, los goblins se arrodillaron como uno solo.

Juntos, inclinaron sus cabezas, y una senda se abrió entre ellos como la división de un mar. El paladín goblin empezó a caminar entre ellos, majestuosamente, con su capa revoloteando.

La punta de la vaina en la que descansaba su espada plateada raspaba el suelo, pero pareció no prestarle atención.

Avanzó hacia un gran trono, construido con basura y cadáveres. Su horriblemente retorcida cara parecía sugerir un elemento de orgullo. Casi podría haber parecido gracioso, como la caricatura de un ser humano, pero uno infinitamente depravado y cruel.

*

—Hemos calculado mal.

El grupo acababa de salir de la armería. Goblin Slayer estaba mirando el patio central desde el pasillo, chasqueando su lengua y sin sonar muy contento.

La elfa lo miró con curiosidad. —¿Cómo es eso? ¿No es ese el jefe enemigo? Podría matarlo desde aquí.

—No debes hacerlo —, dijo el sacerdote lagarto gentilmente. —Eso nos dejaría con un ejército de goblins sin líder, y no se sabe lo que podrían hacer. — La temperamental arquera ya tenía una flecha con punta de brote en su arco. —Pero creo que eso no es todo, ¿verdad, Goblin Slayer-dono?

—No —, dijo. Luego, en voz baja, añadió, —¿No lo ves?

—…Son sólo goblins, ¿no?

—Así es.

Esto causó que la elfa contrajera sus largas orejas, perpleja. Esto no tenía sentido para ella, ni estaba segura de lo que habían calculado mal. Sí, había habido algunos contratiempos en el plan, pero ella sentía que había ido bastante bien en general.

—Ese goblin es el amo de esta fortaleza.

—¿…?

—Esto es una ceremonia. Van a otorgar rangos o premios.

—¡Oh! — No fue la elfa, sino la sacerdotisa, quien exclamó. Puso una mano sobre su propia boca, y luego miró al patio desde el pasillo. Afortunadamente, ninguno de los goblins parecía haberla notado, gracias chirriantes sonidos que hacían estos.

La sacerdotisa se puso una mano en el pecho con alivio, y luego, con toda seriedad, respondió.

—¡Siempre hay un sacerdote en ceremonias como esta!

Ciertamente. Si esta ceremonia seguía el estilo típico de los goblins, el sacerdote sería llamado.

Si el sacerdote estaba o no involucrado, ese seguía siendo el paladín goblin que tenían ante ellos, la criatura que aparentemente había recibido un regalo del dios del conocimiento externo.

Pero en cuanto al sacerdote goblin…

—…Oh.

Una pequeña y temblorosa voz escapó de los labios de Noble Fencer. Su encantador rostro se puso un poco pálido. Ella apretó los puños, sus brazos aún estaban envueltos en vendas. ¿Qué habían hecho esas manos suyas? ¿Qué había hecho ella con estas? ¿Por un capricho? ¿Por un capricho de un momento?

Sus ojos vacilaban, miró a los miembros de grupo uno a uno.

—Bueno, no está lejos —, dijo el chamán enano como si no pasara nada. —Pero está permanentemente indispuesto. — Acarició la barba con una mano, y con la otra buscó en su bolsa de catalizadores; su expresión era la seriedad misma. —Supongo que esto puede ser un pequeño problema.

Nadie pudo decir nada en respuesta a su susurro.

Todos entendieron la situación en la que se encontraban.

Incluso un rápido vistazo a los goblins del patio sugería que había más de cincuenta monstruos allí. Y los aventureros estaban allí con ellos. ¿Qué pasaría cuando los goblins descubrieran su presencia?

El matar goblins es tan antiguo como el tiempo; ha estado ocurriendo desde que el mundo nació. Y desde que se hace, los goblins siempre han superado en número a los aventureros.

Aquellos héroes que no están preparados, que desafían a los goblins a ciegas, son asesinados. Más aún cuando intentan dar batalla en el corazón del nido.

Goblin Slayer no era una excepción a esta regla.

¿Cómo haría este extraño aventurero, con sus extrañas ideas, para compensar la diferencia en números? Ellos habían ido de aventuras juntos durante casi un año. No había froma de que ella no lo supiera.

Entonces sucedió.

— ¡O-ow…! — Noble Fencer, con sus puños aún apretados, se puso tiesa y gruñó de dolor.

—¿Qu-Qué pasa? — La sacerdotisa se acercó a ella casi automáticamente, buscando heridas, pero no vio heridas evidentes. Pero…

—Hrr-rrrr-ghh…gah…

—¡E-Ella es ardiendo…!

La piel de Noble Fencer estaba caliente al tacto, casi lo suficiente como para arder.

—¿Qué está pasando? —, preguntó Goblin Slayer.

—No… no lo sé. Pero esto…

Recuerda. Piensa en lo que ha pasado. La sacerdotisa buscaba desesperadamente en su memoria.

No había heridas externas, y no era probable que fuera veneno. Calor en el cuerpo. Casi como si la hubieran hechizado.

¿Un hechizo? No. Esto no era magia simple. Y no había tótems aquí. Un paladín. Un clérigo.

Castigo divino… Una maldición. ¿Una maldición?

—¡Oh…!

La sacerdotisa miró hacia donde Noble Fencer recientemente había cortado su pelo, el cual revelaba la nuca de su cuello. La cruel marca ardía en la piel, el ojo de la luna verde brillaba intensamente, como una llama.

—¡Es…!

—Haah… Hrrrgh… Arrgh…

Noble Fencer se retorció, hundiendo sus dientes en su propio brazo con la esperanza de suprimir sus gemidos de dolor. La sacerdotisa se aferró al ardiente cuerpo de la guerrera como si su vida dependiera de ello, mirando al sacerdote lagarto. Él era un clérigo rango Plata, el más experimentado clérigo aquí. Él dejó escapar un suspiro siseante.

—¡Una maldición de los dioses malignos! Debo disiparla. ¡No, no tenemos tiempo…!

Habían sido descuidados. Habían considerado que la marca no era más que otro ejemplo de la vil crueldad de los goblins.

Ahora entendieron: fue a causa de la maldición que ni siquiera un milagro de curación había podido borrar la cicatriz.

—¡Oh, Madre Tierra, que rebosas de piedad, usa tus sagradas manos y sana a tu hija de sus heridas!

Aun así, no había tiempo que perder. La sacerdotisa imploró a la Madre Tierra que les brindara sanación. La misericordiosa diosa rozó el cuello de la chica con su dedo, enfrentándose a la maldición que allí residía. Pero…

—¡¿GORUB?!

—¡¿ORARARAGU?!

De repente, un alboroto empezó a extenderse entre los goblins del patio.

Los aventureros vieron que la ceremonia se desarrollaba a buen ritmo; ahora los monstruos sólo esperaban a su sacerdote y su sacrificio.

Pero él no apareció. Él no vino.

Después de un momento, el paladín goblin murmuró, “ORG”, y envió a un lacayo corriendo.

Sin duda se dirigía a la prisión del sótano. Encontraría el cuerpo del sacerdote, junto con las prisioneras liberadas, era sólo cuestión de tiempo.

—¡ORARAGAGA!! —, gritaron los goblins, el ruido colectivo creciendo en fuerza.

El paladín goblin saltó y aulló lo que parecía una extraña oración. —¡IRAGARAU!

—¡Hrraaaaahhhh! —, gritó Noble Fencer, incapaz de luchar contra el dolor.

Entonces todo sucedió a la vez.

Mirando al patio, Goblin Slayer agarró su espada. El paladín goblin lo estaba mirando.

Goblin Slayer Volumen 5 pdf

Sus ojos se encontraron. Una mirada oculta por un casco de acero, la otra, un par de pupilas doradas. Y entonces…

—¡ORAGARAGARAGARAGARA!!!!

—¡Abajo!

A las órdenes del paladín goblin, los arqueros se giraron y soltaron un torrente de flechas con una agilidad enfermiza. Al mismo tiempo, Goblin Slayer se lanzó a un lado, atrapando a las dos chicas en el camino.

—¡Eek!

—¡¿…?!

La sacerdotisa gritó; Noble Fencer no hizo ningún ruido, pero obviamente se sobresaltó. Goblin Slayer las ignoró, levantando su escudo.

*Thop, thop, thop* Un sonido débil resonó mientras las flechas cayeron sobre él. Los goblins no son criaturas fuertes para empezar; cuando tuvieron que disparar hacia arriba, el hecho sólo fue magnificado.

Goblin Slayer tomó una de las flechas; encontró que la punta estaba suelta. Y sin embargo, los pequeños monstruos estaban tratando de hacer que las flechas funcionaran a larga distancia.

—Una pobre imitación.

Un sonido hueco de metal acompañó a la continua lluvia de flechas. Goblin Slayer gruñó, tirando la flecha en su mano como si no le interesase en absoluto. Luego volvió a mirar a la sacerdotisa y a Noble Fencer, manteniendo su escudo en alto para protegerlas mientras hablaba.

—¿Están bien?

—Oh, uh, s-sí. Gracias.

—No hay problema.

—……

Noble Fencer no dijo nada, apartando sus ojos de donde yacía, bajo el pecho de Goblin Slayer, pero asintió.

—Bien.

Eso fue suficiente. Él miró al lado, donde estaban sus compañeros, a cierta distancia.

—¿Qué hay de ustedes?

—¡Bien, de alguna manera! —, dijo la elfa.

—Sin embargo, en peligro de ser aplastado —, dijo el chamán enano con un gesto.

El sacerdote lagarto había extendido su cuerpo y se había inclinado hacia atrás sobre la elfa y el enano para cubrirlos.

—Bueno, ahora, esto se ha convertido en algo bueno, ¿no? —, dijo él, entrecerrando los ojos alegremente a pesar de la lluvia de flechas a su alrededor.

Para los hombres lagartos, tales crisis eran consideradas como pruebas, y las pruebas debían ser llevadas a cabo con alegría.

—Nos dividiremos en dos grupos —, dijo Goblin Slayer.

—Excelente idea —, dijo rápidamente el sacerdote lagarto. —Tres y tres: un guerrero, un hechicero y una sacerdotisa. El otro: un sacerdote, una ranger y un hechicero. ¿Sí?

—Está bien.

—¿Quién será el cebo?

—Yo lo seré —, dijo Goblin Slayer. —Un tanque es lo más adecuado para ese trabajo.

—Y mi fuerza física es más apropiada para sacar a las prisioneras de antes del sótano. ¡Entendido!

—Bien.

Su rápida y silenciosa conferencia terminó, la estrategia fue establecida. No había nadie que pudiera vencer a Goblin Slayer en lo que a matar goblins se refería. Ninguna raza podía superar a los lagartos en lo que se refiere a las artes de la guerra.

—Entonces pongamos en marcha este plan. Ranger-dono, hechicero-dono, ¿podrían venir conmigo?

—Sí, claro —, dijo la elfa. —Pero… ¡cielos! ¡Mira la forma que usan para disparar esas flechas! ¡Simplemente me enoja!

—Ahórratelo —, le aconsejó el chamán enano. Entonces los tres comenzaron a deslizarse por el pasillo, usando al sacerdote lagarto y sus poderosas escamas como escudo.

Goblin Slayer asintió. Ahora todo lo que tenía que hacer era hacerse notar.

—Muy bien. Vamos.

—Oh… ¡sí…!

—¡…….!

Pero Noble Fencer se quedó en silencio, sin moverse. O mejor dicho, no podía moverse.

El dolor era parte de eso, la sensación de que le ardía el cuello. Estaba acurrucada y lloriqueaba en silencio.

Pero eso no era todo. Las uñas de los puños que había cerrado con tanta fuerza habían roto a través de sus vendas, y ahora la sangre fluía.

—No… No debes hacer eso, ¿de acuerdo? — La sacerdotisa se acercó, poniendo suavemente su mano sobre la de Noble Fencer. Las dos manos delicadas y delgadas, se encontraron naturalmente, entrelazándose entre sí.

Noble Fencer tembló un poco.

—…Yo…

La más delgada de las voces se le escapó.

—…Lo sé… Yo…lo sé. Lo…sé.

Sacudió su cabeza, las olas ondularon a través de su pelo color miel, como para ahuyentar algo.

—Pero… — Ella no pudo dejar salir más que eso; el resto no llegó. —¡Pero…!

Entonces se rompió la presa, las palabras y las lágrimas se derramaron en igual medida.

El arrepentimiento. El arrepentimiento. El dolor. La tristeza. ¿Por qué le había pasado todo esto? No era…

No se suponía que fuera así. Todos ellos… impulsivos. Riéndose de ella.

Burlándose. Y sin embargo… Ella era miserable. Incapaz de hacer nada. Patética.

Fue su culpa de nuevo. Su culpa de que las cosas… hubieran terminado así.

La espada. Ella tenía que recuperarla. Tenía que hacerlo. Devuélvemela. Devuélvemela.

Quiero irme a casa.

Padre… Madre…

—¡No puedo… no puedo soportar más esto…!

—……

Goblin Slayer y la sacerdotisa estaban en silencio. La cadena de palabras tenía poco sentido para ellos.

Noble Fencer sollozaba y resoplaba como una niña que terminaba de hacer una rabieta. Goblin Slayer escuchó atentamente mientras ella encadenaba palabras desesperadamente. Desde el interior de su casco de metal, él miró intensamente su cara llorosa y mocosa.

Y entonces él pensó:

 “De todo lo que roban los goblins, ¿cuánto realmente se puede recuperar?”

—¿Es así? —, dijo entonces. —Entiendo.

—¿…Huh?

Noble Fencer lo miró, sin entenderlo. Miró a la sacerdotisa, a su lado.

—…Dios —, dijo la sacerdotisa. —Realmente no tienes remedio, ¿verdad? — *Suspiro* No se levantó de donde estaba agachada entre Goblin Slayer y Noble Fencer.

—…es lo que no puedo decir.

Ahora eso salió a la luz. Otra vez. Pero él lo entendió, ¿verdad?

—Goblin Slayer, ya se lo he dicho, no se puede responder a todo con: “¡¿Es así?!”

—¿Es así?

—¿Ves? Lo hiciste de nuevo.

—¿Es así…?

La sonrisa de la sacerdotisa era como una flor floreciente; él apartó su mirada con fuerza.

—Recuperaré tu espada. — Entonces él se puso de pie, con su escudo aún alzado. La tormenta de flechas seguía rebotando en ella. —Y mataré a ese paladín goblin. Junto con los otros goblins.

Goblin Slayer Volumen 5 pdf

Desenvainó la espada en su cadera. Era de una longitud extraña. —No me refiero a uno o dos de ellos. No me refiero a un nido entero. No me refiero a toda esta fortaleza.

El casco sucio. La armadura de aspecto barato. El aventurero que los llevaba.

—Mataré a todos los goblins.

Así que no llores.

Ante estas palabras de Goblin Slayer, Noble Fencer aspiró con fuerza, y luego dio un pequeño asentimiento.

—¡Madre Tierra que rebosas de piedad, concédenos tu luz sagrada nosotros que estamos perdidos en la oscuridad!

Esa gran luz cayó sobre los goblins como el amanecer del sol.

Era Luz Sagrada, concedida por la oración enervante del alma de la sacerdotisa.

A esta distancia, no sería suficiente para cegar a los objetivos, pero…

—¡ORARAGA!

—¡GROAAB!!

…fue más que suficiente para que los goblins se concentraran en un grupo de aventureros mientras que el otro se colaba en la fortaleza.

El paladín goblin escupió una orden, junto con varias manchas oscuras de saliva, y los goblins empezaron a moverse. Las flechas continuaban cayendo, mientras una unidad de goblins salía del patio. Presumiblemente, el plan era inmovilizar al enemigo con flechas mientras avanzaban sus propias tropas. Eso estaba bastante claro.

—Sin embargo, mientras tengamos a su sacrificio, no pueden permitirse el lujo de actuar de manera demasiado agresiva —, dijo Goblin Slayer, sosteniendo su escudo redondo para proteger a la joven que se encontraba detrás de él de los proyectiles que se acercaban.

Las flechas rebotaron en el escudo y se esparcieron por el suelo cercano. Él las pisó y destruyó sin piedad.

—Se siente bien ser el que tiene un rehén por una vez.

Goblin Slayer miró a la sacerdotisa y a Noble Fencer, y luego se giró para asegurarse un camino.

—Aquí vamos. Manténganse agachadas.

—¡Oh, sí señor! ¿Debería usar Protección…?

—No —, dijo Goblin Slayer. —Guárdalo.

A la sacerdotisa sólo le quedaba un milagro. Y era mejor guardarlo y usarlo sólo cuando fuera necesario.

La sacerdotisa asintió obedientemente, pero su sonrisa fue algo traviesa. —Está bien —, dijo ella, luego, después de un segundo: —Pero si se pone peligroso, lo usaré.

—Confiaré en tu juicio.

Las palabras hicieron que su corazón bailara: ¡Él confía en mi juicio!

La hizo tan feliz el escuchar esa palabra, “confianza”, de Goblin Slayer.

—¡Sí señor! — Dijo en seriamente. Goblin Slayer asintió, y luego miró a Noble Fencer.

—¿Puedes correr?

—…Probablemente. — Era la respuesta más honesta. La chica se frotaba las esquinas enrojecidas de sus ojos. Todas las emociones que ella había estado reteniendo habían estallado, y quizás ahora se sentía diferente. Su expresión aún era evidentemente fría, pero ahora las perlas de cristal de sus ojos tenían una luz en ellas.

—Está bien. — Goblin Slayer sacó una antorcha de su bolsa, golpeó un pedernal y la encendió. Se la dio a Noble Fencer. Ella la tomó con firmeza, parpadeando ante la brillante llama.

—Eres nuestra retaguardia. Mantennos a salvo.

—…De acuerdo. — Asintió con una expresión seria. Algo suave envolvió su mano izquierda. Levantó su vista con sorpresa, para ver…

—Todo va a salir bien.

…a la sacerdotisa, sonriendo como una flor floreciente frente a ella.

—Hemos llegado hasta aquí. ¿Crees que vamos a dejar que nos derroten ahora?

—…Mmm.

Noble Fencer apretó la mano de la sacerdotisa. Entonces salieron corriendo, y comenzó la batalla.

Tanto si el enemigo se daba cuenta como si no, las puntas de las flechas de todos los goblins estaban sueltas. Ni las puntas estaban cubiertas de veneno. Quizás esto era un efecto de la batalla anterior, o quizás sólo guardaban rencor. Pero en la opinión de Goblin Slayer, ellos simplemente estaban tratando de imitarlo, pero haciendo un mal trabajo.

El método de tener las puntas de flecha sueltas hizo que las flechas temblaran, disminuyendo su precisión. ¿En qué pensaban los goblins, intentando disparar tales proyectiles desde lejos? El tiro a larga distancia ya era difícil para los goblins, por muy débiles que fueran. Y ahora usaban proyectiles cuyas puntas se rompían cuando golpeaban cualquier cosa. Un aficionado no preparado podría ser vulnerable a esas tácticas, pero las flechas apenas dañarían a alguien con una armadura medio decente.

Aun así, esto era conveniente para él. El objetivo de su grupo era ganar tiempo. Ser la carnada. Estaban apoyando a sus aliados. Cada goblin que les prestaba atención los llevaba un paso más cerca de la victoria.

Eso, por supuesto, asumiendo que el sacerdote lagarto y los otros puedan llevar a cabo su parte del plan.

—Esto va a ser cada vez más difícil de manejar solo.

—¡Goblin Slayer-san! ¡Ya vienen! ¡Seis… no, siete!

La sacerdotisa dio una advertencia como para confirmar el murmullo que se le escapó.

Delante de ellos: un grupo de goblins corría por las murallas de la fortaleza hacia ellos, sus ojos dorados brillaban en la oscuridad. Tenían garrotes, lanzas y hachas con las que golpear a los aventureros, pisotearlos, destrozarlos, violarlos.

—Hmph.

Lo que hizo Goblin Slayer fue simple.

Desenvainó su espada mientras corría, y luego la lanzó.

—¡¿GAROAB?!

De repente, un goblin se encontró con una espada en el cuello; se agarró la garganta como si se ahogara mientras caía de las almenas, desapareciendo en la oscuridad.

Los goblins que quedaban no se sintieron especialmente intimidados por eso.

Mira. Ese estúpido aventurero acaba de tirar su arma. ¡Atacar! ¡Matar! ¡Hacerlo pedazos!

Pero ese fue su error.

—Primero, uno. Siguiente, dos.

—¡¿GARARA?!

El escudo de su mano izquierda se levantó, destrozando el cráneo del goblin que tenía delante. El filo afilado del escudo era un arma por sí mismo, e hizo su trabajo brillantemente.

Al protegerse del horrible rocío de la sangre de su enemigo, Goblin Slayer cogió el hacha de piedra de la criatura.

—¡Tres!

Mientras los goblins lo atacaran, Goblin Slayer no estaría desarmado.

La despiadada hacha de piedra llegó volando a las cabezas de la tercera y cuarta criatura, partiéndolas como a su anterior compañero.

—¡¿ORAG?!

Un cuarto. Un quinto. Un sexto. Cambiando un arma por otra y luego por otra, masacraba a los goblins con cada respiración.

Los goblins eran incapaces de usar sus números a su favor en las estrechas almenas, algo que los pequeños monstruos aún no habían entendido.

Los aventureros avanzaron contra los goblins, que se estrellaron contra ellos como una marea espantosa.

Por supuesto, Goblin Slayer no trató con todos ellos solo.

—¡GRARAB!

Una criatura usó su pequeño tamaño y esquivó a un lado, yendo hacia las mujeres.

—¡Toma esto!

— ¡¿GARO?!

Pero la sacerdotisa lo repelió firmemente con un golpe de su bastón. El daño que hizo fue mínimo, pero fue más que suficiente para aturdirlo.

—¡Por qué, !

—¡¿ORARAG?!

Y un goblin aturdido era presa fácil para Noble Fencer. Ella balanceó la antorcha como un garrote ardiente y envió a la criatura a caer de las murallas.

Sus hombros se encogieron, pero sus ojos miraban a la oscuridad.

—¡También vienen por detrás!

—¿Cuántos?

—…No estoy segura. — Se mordió el labio. —¡Pero son muchos!

—Bien.

Goblin Slayer sacó despreocupadamente una botella de su bolsa y la lanzó atrás. Voló sobre las cabezas de la sacerdotisa y Noble Fencer con el sonido de una brisa pasajera, aterrizando directamente frente a los goblins que se acercaban.

Hubo un estruendo cuando el frasco de cerámica se rompió; el líquido viscoso que contenía se fue a todas partes. Noble Fencer probablemente nunca había visto u oído hablar de este líquido, pero la sacerdotisa lo recordaba.

Tenía muchos nombres: Aceite de Medea, petróleo… y gasolina.

—¡¿GARARARA?!

—¡¿ORAG?!

Había otras formas de matar a un enemigo además de cortarlo. Los goblins resbalaron y se deslizaron sobre el material resbaladizo, cayendo de las murallas. Con todas las criaturas reunidas en la parte superior de la pared, esto era de esperar.

Aun así, los goblins eran goblins. Pisotearon a sus camaradas caídos y superaron la gasolina, lanzándose a los aventureros, aunque su número había sido reducido.

—¡GRARAM!

—¡Hi-yaah!

Noble Fencer los golpeó enérgicamente. La antorcha parecía un gran pincel rojo, derramando chispas mientras pintaba la noche con él.

Un goblin recibió un golpe y se cayó de la pared. El segundo vino saltando hacia ella. Ella lo recibió con un golpe de la antorcha. El tercero ya estaba cerca ella, amenazando con escabullirse a un lado.

—¡Déjenmelo a mí…!

Fue la sacerdotisa. Noble Fencer no tuvo tiempo de responder ya que lidiaba con el cuarto goblin, al que golpeó repetidamente hasta que este dejó de moverse.

Sí, pero ahora el quinto y el sexto fueron…

¡No puedo seguir…!

Su brazo se hizo pesado mientras empuñaba la antorcha, sus movimientos se hicieron lentos; su respiración se tensó y su visión se nubló.

Ella podía oír el sonido de su propia respiración, su propia sangre latiendo. Había un zumbido en sus oídos que le hacía difícil oír.

Noble Fencer miró por encima de su hombro, buscando ayuda. Pero la sacerdotisa estaba batiendo su bastón tan rápido como podía, tratando de hacer retroceder la masa de criaturas que se acercaban.

—¡Malditos sean…! —, decía ella. —¡Siempre hay tantos de ellos…!

Goblin Slayer estaba justo delante de ella, y no serviría de nada esperar ayuda de él.

Noble Fencer podía sentir el rancio aliento goblin en su pálida mejilla; se estaban acercando mucho.

—Oh…

La humillación y la desesperanza que había experimentado en la montaña nevada volvieron a su memoria. El horrible olor de los goblins. Las implacables manos. La constante violencia y la cruel codicia. Las estúpidas sonrisas.

El pensamiento hizo que su cuerpo se pusiera rígido, su garganta contraída por el terror. La fuerza llegó a sus manos.

Pero en su mano izquierda había un calor inconfundible; en la derecha, una luz incesante ardía.

Una escena apareció ante sus ojos, la de Goblin Slayer en el sótano de la prisión, peleando su lucha.

—¡Ah…ahhhh!

Hubo un instante en el que su cuerpo se movió más rápido de lo que pensaba, lanzando la antorcha a los goblins.

—¡¿GAROARAARA?!

Desgraciadamente, ¿o quizás un poco afortunadamente?, su objetivo era uno de los goblins que ya había cruzado la gasolina. La llama se elevó instantáneamente sobre su piel, y cayó de las almenas, mientras se retorcía en agonía.

—¡GROOOB!! ¡GRAAB!!

Siempre, sin importar qué, los goblins confiarían en sus números. Otro goblin simplemente se adelantó y llenó el hueco.

—¡Hrrraah…!

Noble Fencer trajo su puño en un revés. En su mano había escondido la daga de aluminio con la que apuñaló a la criatura.

—¡¿GAROARAO?!

—¡M-Maldito seas…!

La daga enterrada bajo la clavícula del monstruo fue suficiente para acabar con su vida; ella pateó el cadáver, sacó la hoja y volvió a alzar la vista.

De repente, se dio cuenta de que la marea había disminuido. Esta era la pausa, de pocos y preciosos segundos antes de que llegara la siguiente ola. Noble Fencer inhaló profundamente, calmando su respiración.

Estaba segura de que nunca podría haber hecho esto hace unos minutos. Impulsada por la ira, arma en mano, lanzándose a la horda de goblins sin pensar ni en el pasado ni en el futuro. Y…

—Huff…puff…puff…

Pero luego estaba la sacerdotisa. Mientras tragaba aire, se negaba a soltar la mano de Noble Fencer. Sus dedos eran delgados y bonitos, y sin embargo… y sin embargo, cálidos.

—……

Noble Fencer contempló la mano en silencio. El impulso de adentrarse entre los goblins no era suficiente para hacerla salir de las garras de la sacerdotisa. Después de todo, Goblin Slayer, que había rescatado a Noble Fencer, la había confiado a la sacerdotisa.

—Trece… Bien hecho.

El hombre habló sin siquiera mirarla y le lanzó una nueva antorcha. Ella se las arregló para atraparla, usando los momentos de paz entre las embestidas de los goblins para encenderla y agarrarla bien.

Miró brevemente al rostro de la sacerdotisa; el sudor corría por su frente y sus rasgos estaban rígidos por el nerviosismo, pero aun así le dio a Noble Fencer una sonrisa. Noble Fencer reflexionó que probablemente ella misma se veía de la misma manera.

Ella sabía que, para bien o para mal, la gente podía cambiar dramáticamente en el espacio de un instante.

—¿Cómo se ve arriba?

La elfa disparó despreocupadamente a otro goblin, y luego miró a sus amigos.

Había goblins dentro de la fortaleza. No tantos como en las murallas, pero los suficientes para que el combate fuera inevitable. Los sonidos de la lucha que llegaban a los oídos de la elfa se intensificaron, pero se sintió reconfortada por el hecho de que no escuchó ningún grito humano.

—Estás preocupado por Corta Barbas, ¿verdad, Orejas Largas?

El chamán enano rio, sacando un odre y tomando un trago. Con los labios mojados, se limpió unas gotas y sonrió a su compañero. —Ojalá estuvieras ahí arriba, ¿no?

—No especialmente. No me preocupa Orcbolg en lo absoluto. — Ella resopló como si el sujeto la aburriese, y luego sacó otra flecha de su carcaj. —Son las otras dos las que me preocupan.

—¡Preocupada porque la chica nueva te lo va a quitar! ¡Eres terriblemente infantil!

—¡Eso no es lo que me preocupa! — Sus orejas se alzaron y miró fijamente al enano. Quizás se dio cuenta de que sus palabras habían sido un poco fuertes, porque sus siguientes palabras eran mucho más suaves, casi tímidas. —…Son mis amigas. ¿Está mal preocuparme por ellas?

—No tiene nada de malo.

—¿Huh? — La elfa parpadeó, sorprendida al escuchar que el enano estaba de acuerdo con ella tan fácilmente.

—Eres una elfa. ¡Una gran e importante amiga!

Así que él sólo se burlaba de ella después de todo. Pero entonces, él también la estaba elogiando, o eso parecía. Ella quería enfadarse, pero no se atrevía a hacerlo. Y sin embargo, tampoco podía darse por vencida y tomar eso. Ella se conformó con un gruñido y una mirada en dirección al enano, pero él la ignoró y tomó otro sorbo de vino.

—¡Ha-ha-ha! Ahora, si Goblin Slayer-dono estuviera aquí, no habría necesidad de discutir. — el sacerdote lagarto los miraba con expresión alegre, su lengua salía de su boca con un siseo.

En realidad él era el más joven de los tres, pero nunca se cansaba de ver a la elfa, que actuaba mucho más joven de lo que era.

—Ahora, entonces. No nos servirá de nada para charlar y parlotear aquí. ¿Cuánto lejos estamos?

—No muy lejos de la habitación que estamos buscando —, dijo el chamán enano, limpiándose la barba con una mano enguantada. Puso la tapa devuelta en el odre y tocó la pared. —Francamente, va a ser un trabajo más grande volver de la prisión una vez que hayamos terminado allí.

—Oh —, dijo la elfa, sintiendo una oportunidad, —Pensé que los enanos eran tan valientes como gordos. ¿No es así?

—Mírame. — Los movimientos del chamán enano eran sombríos, su sacudida de cabeza fue seria. —Me veo tan bien mientras lo hago porque soy muy valiente. A diferencia de ti. ¡Puedo oír tus rodillas temblar desde aquí!

—¡Vaya, tú…! ¡Enano! ¡Barril de vino!

—¿Qué sucede, yunque?

—¡Ha! ¡Ha! ¡Ha! ¡Ha!

Ahora, por supuesto, los tres podrían estar bromeando, pero no estaban parados perdiendo el tiempo. Menos enemigos para ellos significaba que más ataques a sus amigos. No tenían tiempo, ni la mitad de su fuerza de combate habitual. Un solo movimiento en falso nacido del pánico podría hacer que todo fuera en vano.

El hecho de que pudieran estar tan alertas y sin errores, era un testimonio de quiénes eran. Por eso no tenían tiempo para la ansiedad innecesaria. Sí, a veces era posible tener éxito a pesar del nerviosismo. Pero era crucial seguir charlando, estar relajado, hacer el trabajo como si no fuera nada fuera de lo común.

De hecho, ni un solo goblin con el que se habían encontrado se había escapado. Entre las flechas de la arquera elfa y las garras, colmillos y cola del sacerdote lagarto, ninguno de sus enemigos respiraba ya. Además de eso, la guía del chamán enano era perfecta; él les encontró las rutas más cortas y rápidas.

—Esta será. — Habían llegado a otra gran y gruesa puerta enana. El chamán enano estaba olfateando el aire como si estuviera comprobando algo, luego asintió y se volvió hacia la elfa. —Muy bien, ábrela.

—Sí, claro. Déjame hacerlo. — Ella le dio un golpecito en el hombro y cambió de lugar, luego se presionó contra la puerta. Sacó su rama-aguja y rápidamente revisó el ojo de la cerradura, buscó trampas y se dedicó a forzar la cerradura.

Mientras lo hacía, el chamán enano y el sacerdote lagarto se ocuparon de detectar a los enemigos. Cada uno de ellos sostenía su arma favorita, una espada-garra para uno, una honda para el otro, mientras escaneaban el área con atención.

Aún no había señales de goblins. Podían estar agradecidos por la forma en que los dados estaban cayendo.

—Oye —, dijo la elfa con un movimiento de sus orejas. Ella estaba trabajando con su aguja laboriosamente, finalmente produciendo un *click* de la cerradura. —¿Estás seguro de que esto va a funcionar? No es que dude de ti, pero ya ha fallado una vez…

—Tengo que admitirlo, he estado preocupado por lo mismo. ¿Qué dices, Escamoso?

—Un fracaso no significa que el plan no tenga mérito. — El sacerdote lagarto se adelantó mientras la elfa se deslizaba ágilmente hacia atrás de la puerta. Cualquiera estaría encantado de tener entre ellos a un compañero tan fiel como el sacerdote lagarto, especialmente cuando asalta una fortaleza llena de goblins.

—Siempre ha sido la estrategia de aquellos que atacan castillos inundar el lugar, pero hay otra posibilidad. — Pateó la puerta y miró a su alrededor, luego abrió sus mandíbulas y sonrió como un naga. Un barril cercano estaba llenó hasta el borde con algo: trozos de lo que parecían ser hormigas aplastadas.

—Y eso es matar de hambre al enemigo.

*Fwoosh* Fue en ese momento cuando una ráfaga de fuego se elevó desde un rincón del castillo en ruinas.

—¡¿ORARAGA?!

—¡GROAB!!

Incluso los crueles goblins, leales principalmente a su propia avaricia, se sorprendieron de ello, haciendo sonidos de confusión.

El combate a muerte con la segunda ola había terminado; ahora estaban en la tercera ola. Alrededor de ellos, quince o dieciséis goblins se detuvieron en seco al ver que sus provisiones ardían en llamas.

—Bien.

Goblin Slayer no desperdició esa oportunidad. Ya estaba saliendo del camino a lo largo de la muralla del castillo, gritando órdenes. —¡La antorcha, tírala hacia adelante! ¡Ahora!

Noble Fencer agarró la antorcha que era su arma, mirando al suelo durante un instante. Y luego, esta vez con decisión y no de forma reactiva, lanzó la pequeña llama de mano.

A estas alturas, incluso ella sabía a lo que apuntaba. La antorcha cayó formando un arco, y lenguas de llamas comenzaron surgir a lo largo del camino. La gasolina que Goblin Slayer había tirado antes se convirtió en un muro de llamas, bloqueando completamente a los goblins.

—¡¿GROAA?!

Una desafortunada criatura atrapada en la explosión se convirtió en una antorcha viviente; golpeó el suelo por un momento antes de quedarse quieto.

Ante su terrible muerte, los goblins no iban a intentar saltar a través de las llamas, por muy enojados que estuvieran. Algunas historias hablan de coraje que no teme ni siquiera a la muerte, pero esta era la cosa más alejada de la mente de los goblins.

—Veintinueve. Ya es hora. — Goblin Slayer tiró su garrote embarrado de cerebros y cogió la espada del cadáver del goblin a sus pies. La sujetó, intentó algunos movimientos y luego asintió. —Nos retiramos. Prepárate para…

—¡Goblin Slayer-san! — La sacerdotisa gritó una advertencia. Sin ella, la aventura de Goblin Slayer probablemente hubiera terminado allí. Él batió la espada instintivamente, y esta salió volando de sus manos en una lluvia de chispas. Una línea blanca se trazaba a lo largo de su esternón, entre su casco y su armadura.

—¡Maldita sea…! — Goblin Slayer saltó atrás instantáneamente; hubo un destello de aluminio frente a él. No era una espada encantada, ni una hoja sagrada. Y sin embargo, eso no habría estado fuera de lugar en la mano de un héroe.

—¡GRAAORRRN…!

Un goblin estaba allí, humo salía de su armadura y flamas de sus ojos. Había saltado a través del muro de fuego; era como un mensajero de los dioses, enviado para abatir a sus enemigos en nombre de sus hermanos.

Goblin Slayer Volumen 5 pdf

Con su espada de aluminio en la mano derecha y un escudo en forma de lágrima en la izquierda, parecía la imagen de un guerrero santo.

El paladín goblin.

—Llegas tarde —, dijo tranquilamente Goblin Slayer. Enderezó su espada, que había sido reducida a la longitud de una daga. Era su postura habitual: escudo alto, caderas bajas, muñeca girando hasta que su espada apuntara a su enemigo. —Pero esperaba a que eventualmente aparecieras.

—¡GAROAROB…! — El paladín goblin movió sus manos cargadas de equipamiento en extraños gestos, haciendo una señal desconocida. Era bastante fácil inferir que estaba haciendo una muestra de alabanza al Dios, que residía en la luna verde.

—¡Haa…ahh…ahh…! — Cuando Noble Fencer se dio cuenta de quién era, se le escapó un grito ahogado. La marca en su cuello ardía tan caliente como el fuego. La señal del Dios del Conocimiento Externo comenzó a latir. Había empezado a hincharse, como si fuera a estallar en cualquier momento…

Con esa imagen en su mente, las rodillas de Noble Fencer empezaron a temblar. Y sin embargo, nunca apartó la vista de una sola cosa: la espada plateada que sostenía el goblin.

Eso es mío. Mío… me la robaron…

Y esta fue apuntada a sus (se sorprendió al ver que usaba esta palabra) compañeros.

—¡Ahh…n-n-no…!

Unos sonidos de pasos se acercaron. Los goblins, animados por la apariencia de su campeón, habían rodeado las paredes mientras se acercaban.

No había escapatoria. ¿Habían acorralado al paladín o habían sido acorralados por él? ¿Terminaría todo aquí?

¿Qué debo hacer? ¿Qué debería…?

—Date prisa. — Una tranquila y casi mecánica voz cortó a través de su confusión. —Te conseguiré tiempo.

—¡Sí, señor! — La sacerdotisa respondió inmediatamente en tono resonante.

Noble Fencer se mordió el labio. Un goteo de sangre salía de su nuca; podía sentirlo corriendo por su cuello.

Pero ella estaba bien. Estaba segura de ello. Ella se pondría bien.

—…Cierto.

Las acciones que las dos chicas tomaron a continuación fueron diametralmente opuestas.

Palabras de poder verdadero salieron de la boca de Noble Fencer. —¡Tonitrus…oriens…! ¡Trueno… álzate!

La sacerdotisa, por su parte, rezó a la diosa, pero no invocó un milagro: —Madre tierra que rebosas de piedad. Concédenos seguridad a quienes somos débiles…

Esto era porque Goblin Slayer les había dicho a ambas que confiaría en ellas.

Confía en que una proteja a la sacerdotisa. Confía en que la otra utilice Protección en el momento adecuado.

—¡IRARAGARU!!!

—¡Hrk!

El paladín goblin entró en acción, balbuceando una oración a sus extraños dioses. El golpe de su espada fue rápido y agudo, golpeando fácilmente el escudo que Goblin Slayer había levantado para enfrentarlo.

¡Golpear humano!

Los goblins en su conjunto tienden a ser de baja estatura. Exceptuando a los hob-goblins, ellos carecen de fuerza física. La espada de aluminio, sin embargo, ayudó a compensar eso. En la mano de esta criatura, Goblin Slayer vio que eso era algo de lo que había que tener cuidado. Si fue potenciada por milagros del Dios del conocimiento Externo, la armadura típica bien podría ser inútil contra ella.

Una armadura encantada podría ser un asunto diferente, pero a Goblin Slayer no le gustaban esas cosas. La misma situación en la que se encontraba dejaba claro lo que podía suceder si tales objetos caían en manos del enemigo.

—Hmph.

El manejo de la espada de Goblin Slayer era indiferente pero magistral. Bloquear las hojas no serían la clave aquí; él podía darse cuenta de que eso no tendría sentido. Tendría que golpear la espada de su oponente desde arriba, forzándola hacia abajo, y luego usar su espada acortada para apuñalar en cualquier abertura.

No era algo que hicieran los aventureros, era una técnica más adecuada para un duro y mortal duelo en las afueras de algún pequeño pueblo. No esperaba que el paladín goblin, que muy probablemente había aprendido su esgrima estudiando a los aventureros, pudiese responder.

Pero incluso para Goblin Slayer, este oponente era demasiado peligroso como para simplemente intentar forzar su entrada. Recibió un golpe con su escudo, saltando muy atrás, y luego lo apuntó con su espada, las armas del oponente se dirigieron a él. Empujó la espada hacia abajo, saltó hacia delante con fuerza, dejando que el impulso lo llevase, dando una estocada.

La diferencia en tamaño corporal, en potencia física y equipamiento, estrategia y experiencia, puso fin al encuentro de forma decisiva.

Pero no a la batalla. Eso lo decidiría algo totalmente diferente: dos delicadas jóvenes luchando contra quince goblins entrantes.

Una mirada a las crueles sonrisas de los monstruos dejaba en claro la codicia, las fantasías, en esos pequeños cerebros.

—Heh-heh.

Y sin embargo, a pesar de eso, a pesar de todo lo que ocurría a su alrededor, la sacerdotisa tenía una pequeña sonrisa en su rostro.

El hombre que protegía la espalda de la sacerdotisa. Él le había confiado su espalda a ella: ella lo conocía, y él nunca hacia su lucha más dura en situaciones como ésta. Ni tampoco había hecho que ella usara sus milagros en momentos como estos.

Así que ahora no era el momento. Llegaría el momento de Protección, pero no era éste.

Lo que significaba que lo que ella necesitaba hacer ahora mismo era idear un plan de escape tan rápido como pudiera.

Miró rápidamente a través de su equipamiento y sacó un objeto en particular, como ya habían discutido de antemano. A su lado…

—¡Iacta! ¡Y cae!

…el hechizo Rayo se completó.

Dibujó una línea directa desde la palma de la mano extendida de Noble Fencer hasta… Bueno, uno esperaría que fuera al paladín goblin, ¿no es así?

—¡¿AGARABA?!

—¡¿GORRRBBB?!

Pero no. Su ataque golpeó a la horda que se acercaba.

—¡Ee-yaaaahhh!

En ese instante, el campo de batalla se volvió blanco. Hubo un tremendo ruido de ráfagas de aire, de tal forma que uno podía imaginar que así era como sonaba el aullido de un Drake de Trueno, y luego el rayo cayó al suelo. 

Los goblins azotados por el destello se hincharon y explotaron, gritando.

Usar un poderoso hechizo contra enemigos muy amontonados era una táctica habitual. El humo blanco, que llevaba el hedor acre de la carne cocida, se elevó, mezclándose con el humo del fuego. Noble Fencer no pudo resistir un pensamiento pasajero: que este lugar era el infierno encarnado.

—¡Toma eso…!

La sonrisa en su rostro era insegura, por supuesto era un intento de parecer fuerte; pero no había duda alguna de que las chicas lo habían hecho. La sacerdotisa pasó una mano por su rostro cubierto de hollín y sudor, y gritó, —¡Goblin Slayer-san! ¡Está bien!

—¡……!

La reacción de Goblin Slayer fue inmediata. En su mano hizo girar la espada rota para tomarla en un agarre inverso, y luego, sin dudarlo un instante, la lanzó hacia el paladín goblin.

—¡GARARAI!!

Creyendo que esto era solo un pequeño truco demasiado ingenioso, el paladín levantó su escudo y desvió la espada. Pero también bloqueó su propia línea de visión.

Fue sólo un instante. Pero era todo lo que necesitaba Goblin Slayer.

—¡¿Hwah?!

—¡Ah!

Las dos jóvenes gritaron: de repente se encontraron siendo sostenidas, cada una bajo uno de los brazos de Goblin Slayer mientras este saltaba con gracia desde las almenas.

Era justo antes del amanecer; una suave luz comenzaba a extenderse por toda la tierra. Ellos flotaron a través del espacio.

Un viento frío y mordaz recorrió la piel de las chicas, como un cuchillo afilado.

Entonces la sensación de flotar, de caer, fue detenida tan abruptamente como si hubieran golpeado el suelo.

Pero no lo habían hecho. La mano de Goblin Slayer agarró algo con firmeza.

La caja de herramientas del aventurero.

Hubo un leve sonido de respiración agitada en el interior del casco de acero. Goblin Slayer, al parecer, tenía una sonrisa inusual en su cara. —Se dice: “nunca salgas de casa sin ella”.

El gancho y la soga.

Algo que la sacerdotisa –una aventurera de rango Obsidiana, sólo un escalón arriba en la escalera de aventuras– llevaba consigo religiosamente. El gancho estaba enterrado firmemente en el muro de la fortaleza, la cuerda colgaba hacia el exterior; ¿qué mejor ruta de escape podía haber?

—¡IGARARAROB!!

Levantaron la vista para encontrar al paladín goblin asomándose por encima de la pared, bramando, su expresión estaba retorcida por la ira.

Los goblins vivían principalmente bajo tierra. Asumieron que el paladín goblin nunca antes había visto a alguien escapar saltando desde un lugar alto.

Los monstruos no pudieron contraatacar inmediatamente, pero su repugnante inteligencia era más que suficiente para ponerlos a trabajar en desalojar el gancho.

Tampoco no es que Goblin Slayer los dejara, por supuesto. Con la sacerdotisa y Noble Fencer aferrándose a él, una a cada lado, él apoyó sus pies contra la pared y comenzó a descender en una serie de grandes saltos. Sus movimientos eran rápidos y seguros, obviamente el producto de un entrenamiento intensivo.

Goblin Slayer Volumen 5 pdf

—¿N-No somos pesadas…? Preguntó la sacerdotisa.

—Un poco.

La pregunta se le había escapado y ella frunció un poco el ceño ante la respuesta. Se sonrojó y sintió un poco de enojo hacia él. Era natural que una chica de su edad le respondiera: —¡Se supone que tienes que decir, “no, son perfectamente ligeras”!

—¿Es así?

—¡Lo es!

—Ya veo.

Goblin Slayer asintió, aunque las posibilidades de que realmente entendiese por qué ella estaba disgustada eran escasas.

Casi en el instante en que Goblin Slayer puso los pies en el suelo nevado, la cuerda fue cortada, cayendo a sus pies. Él la recogió y envolvió alrededor de su hombro.

—Te la devolveré más tarde. — Era un momento extraño para pensar en tales sutilezas sociales, pero tan característico que incluso Noble Fencer sintió una leve sonrisa en su cara.

Pero esto aún no había terminado.

—¡IGURARARARARABORR!!

El paladín goblin, loco de ira, emitió un grito que resonó por la montaña, golpeando la nieve de las murallas. Con muchos crujidos y traqueteos, la gran puerta principal comenzó a abrirse.

Tenían que moverse rápidamente, o se encontrarían de nuevo donde habían empezado.

—… ¿Dónde están los otros? — Preguntó Noble Fencer.

—Estarán aquí pronto.

Y así fue. Hubo un crujido cuando el suelo cubierto de nieve comenzó a elevarse, y luego el resto del grupo surgió de debajo de la tierra.

—¡Phew! ¡Ahhh! ¡Voy a estar muy cansado de los túneles goblins cuando esto termine! Exclamó el chamán enano, saliendo del agujero como un topo.

—Arriba —, dijo él, volviendo al túnel y tomando la mano de alguien. Sin una pequeña muestra de delicadeza, ayudó a la elfa a salir a la superficie.

—No bromees —, dijo ella, desempolvándose y frunciendo el ceño. —No puedo creer que los enanos puedan vivir bajo tierra. ¿Están seguros de que no son parientes de los goblins?

—Levanta esas largas orejas y escúchame, yunque de dos mil años. Hay cosas con las que puedes bromear, y cosas con las que no puedes.

—¿Dos mil años qué? ¿Quieres empezar una guerra, hombrecito?

Y ellos estaban afuera discutiendo. Eran sus bromas habituales, pero habían empezado tan repentinamente que Noble Fencer se había perdido por completo.

—…Ehmm. Ahem…

—Todo acorde al plan —, dijo Goblin Slayer.

—¡Así es! —, dijo una cabeza escamosa, saliendo del suelo. Parecía bastante enorme, pero se arrastró afuera con facilidad. —No te preocupes. Su estado puede parecer triste, pero ellas están ilesas.

A pesar de lo intimidante que parecía, el sacerdote lagarto también parecía feliz. Dos prisioneras demacradas colgaban debajo de cada uno bajo sus brazos, cuatro en total. Él tenía la fuerza física suficiente para moverse sin esfuerzo a pesar de llevarlas a todas, y los primeros auxilios que se les habían administrado a las mujeres también eran ejemplares. Parecía que, de hecho, no había necesidad de temer por sus vidas.

—Gracias a Dios… — La sacerdotisa soltó un suspiro aliviada, lágrimas salían de sus ojos. —Estaba preocupada por todos ustedes. ¿Están heridos?

—¡Ni un rasguño! — Dijo la elfa, interrumpiendo brevemente su discusión con el chamán enano. Infló su pecho con orgullo. —¿Qué hay de ti? No sufriste, ¿verdad? Quiero decir, a manos de Orcbolg…

—Oh… Ha-ha-ha-ha. No. Estamos bien. Ningún problema en absoluto.

—Bien. — La elfa asintió satisfactoriamente al ver la valiente sonrisa de la sacerdotisa. Luego miró a Goblin Slayer y finalmente a Noble Fencer. La batalla había terminado; la chica estaba cubierta de sangre y polvo, pero miraba a la ranger con ojos brillantes.

La elfa movió lentamente sus orejas, y luego sonrió como un gato.

—Lo hiciste, ¿eh?

Golpeó a Noble Fencer en el hombro con su puño. La chica puso su mano en el lugar, parpadeando. Entonces miró hacia abajo, como para ocultar las lágrimas en sus ojos, y dijo simplemente, —Sí.

—Bueno, puedes ver que esto no es ningún problema para nosotros —, dijo el chamán enano, acariciándose la barba con orgullo y riéndose.

Y de hecho, esa era la verdad.

El hechizo Túnel podría haber parecido sólo una forma de mover rocas y tierra, pero sin él, no podrían haber salvado a las prisioneras. Tampoco podrían haberlo hecho sin la fuerza del sacerdote lagarto que sacó a las chicas. El carecer de los agudos sentidos de la elfa arquera, podría haber generado luchas contra muchos más goblins.

Ellos habían robado las armas de los goblins, destruido sus provisiones, salvado a las prisioneras y luego atacado a los monstruosos habitantes de la fortaleza. Goblin Slayer solo podía imaginar cuánto tiempo y problemas le habría costado hacerlo solo.

—Ahem, bien entonces, Corta Barbas, — dijo el chamán enano, entrecerrando los ojos. —¿Qué le pasó a tu espada?

—La tiré.

La contundente respuesta provocó una sonrisa del enano y un… —Eso es lo que yo pensaba. Bueno, escoge la que quieras. Son todas cosas de goblins, pero eso debería sentarte bien.

—Gracias, eso ayuda. Aunque probablemente la tire de nuevo.

—¡Ahh, no te preocupes!

“Son sólo armas recuperadas de todos modos.” Sacó un paquete de espadas, las armas que habían robado antes de la armería.

Así que los goblins las habían robado y se las habían quedado por un tiempo, sólo para que los aventureros se las robaran de nuevo. Goblin Slayer lo encontró un pensamiento bastante extraño. Escogió un arma cuya hoja tuviera la longitud que le resultaba más familiar. La metió en su vaina sin dudarlo. No había duda de que se sentía un poco raro sin armas.

—Así que todo lo que nos queda por hacer es recuperar la espada de esa chica, ¿no? — Dijo el chamán enano.

—Correcto. — Goblin Slayer sacó un frasco de su bolsa: una poción de resistencia.

Abrió el corcho y se lo bebió de un solo trago. El calor que se extendió por todo su cuerpo se sintió bien.

Había guardado este ítem, algo que la recepcionista le había dado antes de irse, para un momento especial.

Goblin Slayer miró a sus compañeros: A la sacerdotisa, la chica que tenía fe en él. A la elfa mayor, que se quedaba junto a él en las buenas y en las malas. Al chamán enano, en quien se podía confiar en las circunstancias más extremas. Al sacerdote lagarto, a quien confiaba su seguridad en la batalla. Y a Noble Fencer, que había dado todo de sí para llegar hasta este momento.

Cada uno de ellos estaba cubierto con barro, sangre y ceniza, pero aquí estaban.

Luego miró hacia el horizonte. La ciudad fronteriza estaba lejos al sur. La granjera estaba allí, esperando que volviera a casa. La recepcionista también estaba allí.

Había más y más cosas en su vida que él no podía hacer solo.

Este pensamiento cruzó por su mente, seguido poco después por la conclusión de que esto estaba, muy probablemente, bien para él.

En ese caso, sólo había una cosa que hacer.

Lo mismo de siempre.

—Vamos a matar a todos los goblins.

Los goblins no tienen un concepto de industria, de crear cosas con sus propias manos. Además, habían perdido a docenas de sus hermanos en esta reciente batalla. Tendrían que evitar que se agotaran más los suministros, ahorrarlos.

Para llenar sus filas, sin embargo, necesitarían vientres. Vientres y comida.

Para capturar hembras y robar provisiones, tendrían que atacar una aldea.

Y para poder atacar una aldea, tendrían que reunir su fuerza de combate, mantenerla, moverla y atacar en el momento adecuado.

Todas esas cosas fueron robadas. Sus mujeres fueron secuestradas, sus armas robadas, su comida tomada por la fuerza.

No podemos hacer nada, ¡no podemos hacer nada! Esto no tiene sentido. Nosotros somos los que robamos; ellos son los que son robados.

¿Esto? Esto no me hace diferente de los demás.

Aventureros irrumpen en mi nido y toman lo que es mío; eso me convierte en nada más que… ¡nada más que un goblin!

—GOURRR…

El paladín goblin, mucho más inteligente que cualquiera de sus camaradas, podía ver que todo había terminado. Con las cosas como estaban, no se podía esperar que los goblins supervivientes continuasen obedeciéndole.

Los goblins tenían un fuerte sentido de camaradería, pero lo que los unía era la codicia. Mataban a los que odiaban, violaban, robaban, los humillaban de las maneras más terribles. ¿Qué otra cosa podría hacer un goblin?

Ahora no había forma de avanzar; los planes del paladín goblin estaban en ruinas.

En ese caso, sólo había una cosa que hacer.

Lo mismo que siempre hacia.

Atacar a los aventureros. Matar a los hombres, capturar a las mujeres. Luego las encadenaría en su mazmorra, les daría de comer la carne de sus propios camaradas y las obligaría a tener hijos hasta que sus corazones se rompieran y mueran.

Los goblins no entendían que podrían sufrir represalias por robar, podrían ser reembolsados. Sólo comprendieron que habían sido victimizados y que se vengarían.

—¡¡IRAGARARARARA!!

Así, todo lo que siguió fue un estallido de ira.

*

La luz del alba cayó sobre la fortaleza en llamas, un brillo plateado que resplandecía desde la montaña en cuyas laderas sucedía todo esto.

El resplandor del sol y la cumbre cayeron juntos sobre los aventureros mientras corrían. Incluso un resbalón en la nieve habría sido fatal. Porque, como sucedía, estaban siendo perseguidos por un grupo de locos goblins empeñados en matarlos.

—¡IGARARARAU! — El paladín goblin alzó en alto su espada de aluminio, aullando una oración.

—¡GROAAAB!! — Los goblins tras él gritaron en respuesta, agitando sus armas y corriendo hacia delante. Sus ojos ardían, y sucia saliva goteaba de sus bocas.

Cada pizca de racionalidad había desaparecido, si es que alguna vez la habían tenido.

Locura: era un milagro de batalla concedido por el dios del conocimiento externo.

Los goblins que seguían al gran paladín estaban atrapados en un remolino de locura. Dejaron de pensar en el pasado y en el futuro; su único deseo en este momento era despedazar a los aventureros, aplastarlos bajo sus pies.

Los goblins, transformados en un ejército sagrado, literalmente no conocían el miedo. Ni siquiera cuando las flechas empezaron a llover silenciosamente sobre los que estaban en la vanguardia, cortándolas. Los goblins simplemente pisotearon los cadáveres en la nieve, su fervor no disminuyó.

—Por eso odio a los goblins. ¡Los números son lo único que tienen! — La elfa tomó una flecha con punta de brote con un delicado movimiento, soltándola mientras se daba la vuelta para bromear con sus amigos. A pesar de no apuntar cuidadosamente, la flecha no podía fallar en su objetivo

Una habilidad tan desarrollada era indistinguible de la magia.

—¡Por otra parte, me encantan estos grandes espacios abiertos para disparar! ¡No como esos interiores estrechos!

—¡Cuidado con lo que deseas…! — El chamán enano chasqueó.

—¡Si tienes aliento para hablar, entonces tienes aliento para correr! ¡Más rápido!

—¡Estoy corriendo! ¡Tan rápido como puedo!

Las piernas rechonchas del enano lo convirtieron en el corredor más lento del grupo, incluso cuando iba a máxima velocidad. Por otra parte, todo el grupo se estaba moviendo un poco más lento de lo normal.

—¿Qué hay de ti? — Preguntó el chamán enano. —¿Cómo está esa pierna?

—¿Honestamente? Todavía me duele un poco. — Su pierna, tan delgada como la de un ciervo, había sido alcanzada por una flecha no hace mucho tiempo. La elfa entrecerró un ojo ante el dolor, y luego soltó otra flecha.

—Yo digo que a este paso, creo que nos atraparán —, dijo el sacerdote lagarto. Sus movimientos estaban siendo frenados por el frío, y no hace falta decir que seguía cargando a las ex prisioneras. Había invocado a un guerrero colmillo de dragón y le había confiado a una o dos de las chicas, pero este no era mucho más rápido que él.

—Las filas enemigas se han reducido. Podría recomendar que me dejen enfrentarme a ellos solo.

—¡N-no! ¡No puedes! — La sacerdotisa, que normalmente no era tan conflictiva, agitó su cabeza vigorosamente. —¡Una cosa es hacer algo extravagante o increíble cuando te ayuda a ganar, pero esta vez no funcionará…!

Uno se preguntaba si ella se dio cuenta de que estaba repitiendo uno de los dichos favoritos de Goblin Slayer.

Una poción de resistencia ayudaba un poco, pero no podía restaurar completamente la fuerza física. Habían abandonado el pueblo, marchado a través de la nieve, pasado toda la noche asaltando una fortaleza, y ahora estaban librando otra batalla sin haber tenido la oportunidad de descansar. La fatiga entorpecía la mente, una mente entorpecida conducía a errores, y los errores, en este caso, conducían a la muerte.

—Cielos… Si sólo hiciera un poco más de calor, al menos podría moverme más efectivamente.

—No, no debes… oh — La sacerdotisa recordó que tenía algo en su bolso. Rebuscó en su bolsa y sacó un anillo. —Este es el anillo que me dio Goblin Slayer, otorga Respiración. No servirá de mucho, pero…

—Cualquier cosa es más que nada. Lo recibo con gratitud. — El sacerdote seguía corriendo, aun cargando a las prisioneras, pero se las arregló para poner el anillo de la sacerdotisa en un dedo escamoso.

En el momento en que lo hizo, hizo un sonido impresionante; el efecto fue inmediato y notable. Sin embargo, no fue suficiente para cambiar la situación de manera significativa.

¿Qué hacer ahora?

Sólo uno de ellos tenía potencia de fuego a gran escala. Noble Fencer permitió que el poder mágico comenzara a fluir a través de ella.

—Usaré Rayo para…

—No. — Goblin Slayer rechazó el plan directamente. —Habrá un momento para usarlo, pero no ahora.

—¿……?

Noble Fencer le dio una mirada interrogativa mientras corrían. Su cara estaba, como siempre, oculta tras su casco, y ella no tenía ni idea de lo que podía estar pensando.

Él se quitó los guantes, se masajeó sus dedos como para aflojarlos, y luego se volvió a poner los guantes.

—Tomaré la retaguardia. Tú me apoyas.

—¡Yo me encargo! — dijo el chamán enano, tan seguro como un martillo forjando una espada. Respaldo y soporte eran en lo que los lanzadores de hechizos sobresalían. —¿Qué es la nieve sino agua? ¿Y que va mejor con el agua que la tierra?

Él giró como un trompo, apenas mirando a los goblins mientras estrellaba sus manos contra el suelo nevado. En cada mano había una bola de barro, el cual sería un catalizador adecuado.

—¡Gnomos! ¡Undines! ¡Háganme el mejor cojín que vean!

Con un *shlorp*, el suelo se ablandó. La nieve se derritió ante sus ojos, convirtiéndose en agua; esta se mezcló con la tierra blanda y pronto se convirtió en un campo de barro.

Trampa: mientras se lanzara en la dirección opuesta, esta no afectaría a los aventureros. Sólo afectó a los goblins.

—¡¿GAROBA?!

—¡¿ORAG?!

Las primeras criaturas que llegaran terminarían derrumbándose, agitando sus brazos, con sus pies atrapados en el lodo. Entonces serían inmediatamente pisoteados por sus compañeros. Esto serviría para reducir ligeramente los números de los enemigos y aminorar su velocidad un poco. O debería haberlo hecho.

—¡ORAGARARAU!!

Sin embargo, en ese momento, la oración del paladín goblin resonó a través del campo de batalla. Y adelante, los goblins, rodeados por una pálida luz, caminaron fácilmente por el barro.

—¡¿Qu-qué…?!

El chamán enano estaba aturdido por esto. Tal cosa nunca hubiera sucedido si sus oponentes fueran goblins ordinarios, pero estos tenían un paladín goblin liderándolos.

Ese debió ser el milagro Contra Hechizo.

—¡Gaaah! — Exclamó el chamán enano. —¡Estúpidos goblins escurridizos!

—Parece que tendremos que dejar que mis flechas hablen —, dijo la elfa, lanzando una flecha al ejército de goblins que se aproximaba. Esta voló entre las filas de los monstruos, como si enhebrara una aguja, directamente hacia el paladín goblin…

—¡¿GAROARO?!

—… ¡Oh! — La elfa chasqueó su lengua. Otro goblin había saltado delante del líder, sacrificándose. —¡Ahh, maldita sea! ¡Lo tenía justo donde lo quería!

—Los números enemigos se han reducido. Cambiaré contigo —, dijo Goblin Slayer, moviéndose rápidamente hacia la parte posterior de la formación. Con un movimiento casual, decapitó a un goblin que se había acercado demasiado.

Él lanzó su espada a la siguiente criatura aproximandose, y pateó una lanza de sus pies a su mano.

—Ocho, nueve — Él dio una estocada para revisar el arma, luego miró por encima de su hombro y volvió a retirarse. —No podemos ir directamente al pueblo con todos ellos detrás de nosotros. Recuerdo que había un valle en el camino.

—Si mi memoria no me falla, no está demasiado lejos —, dijo el sacerdote lagarto.

—Entonces iremos allí.

Miró hacia atrás, arrojando su lanza. Esta perforó la armadura torácica de un goblin, clavándolo en el nevado suelo.

—¿Qué te dije, Corta Barbas?

—Lo siento.

El chamán enano sacó otra espada del bulto que llevaba y la lanzó a Goblin Slayer. Luchar de esta manera, dejando los cadáveres enemigos y sus equipamientos detrás, era complicado porque significaba un flujo de armamentos menos constante.

Goblin Slayer cortó a uno o dos goblins, luego, cuando la hoja se llenó de grasa y sangre, él la sostuvo en un agarre inverso.

—¡Hrk…! — Hubo un crujido sordo cuando él usó la empuñadura para romper el cráneo de un goblin. Sostuvo la hoja con las manos enguantadas, empuñándola como un martillo, y mató al goblin de un solo golpe.

—¡Trece!

Limpió los sesos de su improvisada arma y se movió para atacar al siguiente monstruo. Toda la empuñadura terminó enterrada en la caja torácica protegida por la ostentosa armadura de cuero del goblin; la criatura cayó tan pesadamente que Goblin Slayer simplemente dejó la espada.

—¡Bien, el siguiente! — Dijo el chamán enano. —¿Quieres el pico o la pala?

—¿Eso importa? —, gritó la elfa—. ¡Solo elige uno! — Fue su velocidad y habilidad lo que le daba tiempo de intercambiar armas; ella sacó tres flechas de su carcaj y las disparó casi más rápido de lo que un ojo podía ver. Tres goblins fueron atravesados casi simultáneamente y murieron tan rápido que ni siquiera gritaron cuando colapsaron en el suelo.

Eso hizo dieciséis.

Goblin Slayer no dudo. —Necesito algo largo.

—¡Entonces esa sería la pala!

Él atrapó la pala que el chamán enano le lanzó, balanceándola y golpeando con ella, atacando; los cadáveres goblins iban en aumento.

Tratando de sacar el máximo provecho al valioso tiempo que ellos habían ganado, las dos jóvenes se movieron detrás del sacerdote lagarto.

— ¡Solo sigue moviéndote…!

—…ngh.

Dijo la sacerdotisa. Noble Fencer sólo hizo un gruñido de esfuerzo.

—¡Gracias…! — Dijo el sacerdote lagarto. Las chicas lo estaban empujando desde atrás con sus pequeños cuerpos. En cuanto al guerrero colmillo de dragón, quien transportaba silenciosamente a las prisioneras, el grupo nunca había estado tan agradecido por el familiar.

Goblin Slayer, empuñando la pala como una lanza, redujo a otro goblin.

— ¡Diecinueve!

Seis aventureros y cuatro prisioneras rescatadas contra una verdadera marea de goblins liderados por un paladín: esa era la esencia de la batalla mientras se retiraban bajando por la montaña nevada. Todos los involucrados estaban absolutamente comprometidos, listos para luchar hasta la muerte. Sus alientos se mostraban color blanco en el gélido aire, nublando sus visiones. Sus pies comenzaban a entumecerse por la nieve, pero sus cuerpos estaban calientes.

La espada había matado a veinte goblins, luego las flechas de la elfa elevaron el total a veinticuatro; Goblin Slayer había usado un hacha para el vigésimo quinto y el vigésimo sexto, luego le lanzó el hacha al vigésimo séptimo, el cual fue seguido por otra flecha.

Esta batalla, la cual había comenzado con la salida del sol, había producido hasta el momento treinta cadáveres de goblins, y no mostraba señales de detenerse aún. El halo de la luz de la mañana brillaba sobre la nieve manchada de rojo por la sangre de los goblins, corriendo en grandes líneas como si hubieran sido hechas por el pincel de un artista.

La contienda era desesperada; no terminaría hasta que un lado, sean aventureros o goblins, haya sido asesinado hasta la última persona. Esa era la horrible verdad de la cacería de goblins.

—Sigan adelante —, dijo Goblin Slayer cuando llegaron a la entrada del valle.

Las palabras como tal podían sonar como si él se ofreciera a sí mismo como sacrificio, instando a los demás a dejarlo atrás y escapar mientras pudieran. Sin embargo, no hubo ningún sonido trágico en su voz, la cual era tan fría y mecánica como siempre.

—Los detendré aquí. — Su declaración provocó una mirada de todo el grupo.

—¿Puedes… puedes de verdad? — Preguntó el sacerdote lagarto. Él había movido a sus dos prisioneras, por lo que ahora las sostenía frente a sí mismo. Si fuese necesario, él podía protegerlas con su espalda.

—Puedo. No tengo ninguna intención de dejar que lleguen al pueblo.

Después de esta breve respuesta, Goblin Slayer le asintió al chamán enano. El enano soltó una risita fatigada y se encogió de hombros. —Lo siento, Corta Barbas, esa fue mi última arma.

—Entonces, Goblin Slayer-dono, tome la mía.

—Gracias.

En lugar de uno de los armamentos del chamán enano, él recibió una espada-colmillo, Afilada con un hechizo de afilamiento, lanzado sobre ella. Este fue el cuarto y último milagro que el sacerdote lagarto pudo realizar.

La elfa, quien había estado disparando tan rápido como podía recargar, dejó escapar un suspiro. —Me gustaría cubrirte, pero… ¿Por casualidad tienes algunas flechas, Orcbolg?

Los elfos eran amigos del bosque; si hubiera habido al menos una rama frondosa a la vista, ella podría haberse hecho una flecha para sí misma. Pero en el todo este mundo blanco plateado no había ningún árbol que encontrar.

—Usa mi honda —, dijo Goblin Slayer, sacando una bolsita fuera de su bolsa de objetos, mientras le daba unas cuantas oscilaciones de prueba a la espada-colmillo.

La elfa atrapó la bolsita en el aire, escuchando el sonido de piedras dentro mientras lo hacía.

—No soy muy buena lanzando… — Hubo un ceño fruncido en su rostro y un decaimiento en sus orejas. Aun así, ella sabía que no tenía opción, y colocó una piedra en la honda.

—No te gusta porque no eres buena con eso. — El chamán enano dijo con una risita. —Creo que es hora de que conjure mis hechizos, Corta Barbas. ¿Qué dices?

—Dudo de que haya alguna utilidad en seguir conservándolos. ¡Haz lo que creas conveniente!

El chamán enano conjuró otra Trampa. El paladín goblin simplemente volvería a usar Contra Hechizo, pero al menos se vería forzado a desperdiciar uno de sus milagros. No ralentizaría mucho a la horda, pero podría comprar solo un poco de precioso tiempo a los aventureros…

Goblin Slayer estaba tomando profundamente aire cuando la sacerdotisa corrió hacia él.

—Goblin Slayer-san, aquí hay una poción.

—Gracias. Conserva tu milagro.

—Por supuesto. Confiaste en mí para saber cuándo usarlo.

Él le sacó la tapa a la botella que ella le entregó y la bebió. Mientras lo hacía, la sacerdotisa se ocupó de verificar los amarres de la armadura de Goblin Slayer, limpiando la nieve o suciedad que pudieran limitar sus movimientos. Entonces ella hizo una seña y comenzó a rezar.

—Oh Madre Tierra que rebosas de piedad. Que tus bendiciones caigan sobre nosotros…

Esta oración no produciría ningún milagro; esta solo era una oración, una bendición. Sin embargo, Goblin Slayer de ninguna manera lo vio como algo inútil o sin sentido. Él nunca habría sido tan arrogante como para rechazar cualquier cosa que alguien pudiera hacer por él.

Él arrojó la pequeña botella a la nieve al sentir los efectos de la poción extendiéndose por su cuerpo. Él inclinó su casco de metal como si no supiera que decir; se quedó mirando a la horda de goblins cada vez más cerca.

Finalmente, solo dijo, —Hay una oportunidad.

—Sí, señor — respondió la sacerdotisa. Ella no lo cuestionó: no por amor, dependencia o una obediencia ciega. Era una simple fe… confiaba en Goblin Slayer, el hombre delante de ella.

Él le devolvió la misma mirada que ella le dio. Y luego asintió. Eso fue suficiente.

—Te dejo a ti cuando usar Protección. Y… — Su mirada se desvió lentamente hacia Noble Fencer.

—…

Su generoso pecho se agitaba mientras aspiraba, pero ella estaba controlando su respiración. Preparándose para usar magia, tal vez. Goblin Slayer podía suponer eso.

Entonces, no hay necesidad de que él explique los detalles.

—Cuando de la señal, dispara.

Ella asintió, enviando una onda a través de su cabello color miel. Él añadió una o dos cosas más. Al principio, Noble Fencer lo miró sin comprender, pero luego ella dijo, —…Entiendo.

Eso era todo lo que él necesitaba escuchar.

En poco tiempo, él había hecho lo que se necesitaba hacer.

Ahora, no había nada más que hacer.

Goblin Slayer miró el cielo. ¿Las manos celestiales seguían lanzando los dados allá arriba?

—Entonces, comencemos.

Apenas habló, Goblin Slayer echó a correr a través de la nieve. Él se dirigía hacia el ejército goblin. El grupo asintió, luego empezaron a distanciarse, llevando a las prisioneras a cuestas.

Las rocas de la honda de la elfa pasaron silbando. Una, luego dos. Ella no tenía práctica en esto, pero los goblins cayeron bajo su bombardeo, y eso era suficiente.

Entonces surgió el inevitable oponente de Goblin Slayer.

—¡IGARURUARARA!!

El paladín goblin.

—¡Hrmph!

—¡IGRUAA!!

De este modo, la batalla los unió por segunda vez. Hubo una resonancia de metal contra metal cuando sus espadas se encontraron, chispas se dispersaron sobre el campo de batalla. La espada de aluminio del paladín envió a abajo la extendida espada-colmillo de Goblin Slayer.

*¡Fwsh!*  A sus pies, la nieve se alzaba como neblina. El paladín se precipitó hacia Goblin Slayer de nuevo, pero el guerrero barrió su ataque y retrocedió. Goblin Slayer se lanzó en respuesta, pero su hoja fue golpeada hacia abajo nuevamente por la espada de aluminio.

—Así que has aprendido.

—¡IGAROU!

Goblin Slayer pateó la nieve directamente a la aullante cara del paladín goblin.

El monstruo retrocedió, cegado y balbuceando. Goblin Slayer le asestó un golpe con su escudo.

Sin embargo, un sonido metálico fue el único resultado.

El paladín goblin también tenía un escudo. Apenas lo aprovechaba, pero lo había alzado a tiempo para repeler el ataque.

—¡……!

—¡GROOB!!

Los dos empujaron sus escudos, uno contra el otro, y dieron vueltas. Sus alientos salieron arremolinados y blancos.

Goblin Slayer tenía la ventaja en la fuerza física, pero el pequeño tamaño del paladín era intimidante en su propio derecho. La criatura golpeó la espinilla de Goblin Slayer con su espada, pero el aventurero saltó hacia atrás, fuera de su alcance.

Mantuvo sus ojos fijos en su oponente, cuya respiración echaba vapor, incluso mientras luchaba por mantener el equilibrio en la nieve y ajustaba su agarre en la empuñadura de su arma con su mano empapada.

—¡GRARAB!!

—¡¿Hrk?!

Hubo un golpe seco, y una flecha rebotó en su cabeza. Debió de haber venido de uno de los arqueros goblins, su ejército se estaba acercando.

Este era el por qué un casco era tan importante.

Sacudió su cabeza para despejar el eco del impacto, luego hizo un análisis de la situación.

— ¡¿Dónde está tu honor?! — reclamó la elfa, lanzando otra piedra. Esta sobrevoló la cabeza del arquero, golpeando al goblin detrás de él. La elfa chasqueó su lengua y disparó otro proyectil, esta vez clavando en el hombro de su objetivo, rompiendo el hueso.

—¡GRAORURURU…!

Sin embargo, ella estaba en una posición complicada para mantener a raya a la horda de goblins. El ejército estaba observando la lucha del paladín goblin, pero sólo porque resultó ser una entretenida diversión para ellos.

Eso no significaba que los efectos de Locura habían desaparecido. Simplemente estaban esperando, seguros de que, independientemente de que el aventurero saliera victorioso o fuera asesinado, el resultado no cambiaría. Los goblins naturalmente no tenían ni idea de lo que podríamos llamar “orgullo de caballero”. Su lógica era dictada solo por las circunstancias cambiantes frente a ellos. Si la victoria o derrota le esperaban a este retador, ellos caerían sobre él en el momento en que se decidiera el combate.

Goblin Slayer no tenía tiempo que perder.

—Bien, entonces —, murmuró Goblin Slayer. Hizo girar la hoja alrededor de su mano, se dejó caer en una postura baja, y levantó su escudo. El paladín goblin reconoció esta postura, e hizo una espantosa sonrisa satisfecha. Sin duda, él recordó su batalla anterior. El escudo de Goblin Slayer estaba enfrentándolo, con el borde hacia afuera.

—¡ORAGARARARA!!

Lanzó un terrible grito de guerra y se lanzó hacia Goblin Slayer. Su espada de aluminio estaba lista. Perforaría esa defensa a medias con facilidad.

¡Mira! Sí, mira a la punta de la espada enterrarse en el escudo de Goblin Slayer. ¡Mira con qué facilidad pasa a través de esa confección de cuero, madera y tela!

Atraviesa el escudo, desgarra el brazo, perfora el guante, apuñala la carne. La sangre corre por el borde de la hoja, goteando sobre la nieve y la vuelve rosa.

La espada de aluminio golpeó de verdad, incluso desgarró el hombro de Goblin Slayer.

El paladín goblin escuchó el suave quejido de alguien tratando de reprimir el dolor. Él sonrió de forma satisfecha, pensando que había ganado.

—Caíste.

Pero, de hecho, ese fue el final para él.

La hoja de aluminio no fue más lejos. Él puso toda su fuerza en ella, pero no pudo hacer que se moviera.

Fue por la empuñadura. La empuñadura de su espada, que era lo suficientemente pesada como para ser un martillo de guerra, se había quedado atrapada en el escudo de Goblin Slayer.

—¡Hr-grr!

—¡¿ORAGA?!

Y en un simple concurso de fuerza, ningún goblin esperaría vencer a un humano. Goblin Slayer tiró del escudo perforado por la espada; prácticamente se llevándose el brazo del goblin.

Sería correcto decir que él había permitido que atravesaran su escudo. De otro modo… de otro modo, ¿por qué habría revelado deliberadamente su mejor movimiento para matar al paladín goblin? ¿Por qué habría intentado interceptar y atacar con su propio escudo incluso después de que su espada se rompiera?

—Los goblins son estúpidos, pero no tontos.

Por primera vez, el paladín goblin vio el rostro de su oponente. En lo profundo de la oscuridad dentro de ese casco de acero, él vio un resplandeciente ojo rojo.

—Pero tú eres tonto.

—¡AGARARARARARA!!

Goblin Slayer retorció su espada-colmillo, desgarrando despiadadamente la garganta del paladín.

Hubo una erupción de sangre de goblin, contaminando el mundo plateado. Goblin Slayer, que había torcido su cuerpo para proteger la espada de aluminio, estaba empapado en sangre.

—¡¿GORA, u…?!

—¡GROB! ¡¿GROB?!

Miró fijamente a los goblins, quienes estaban congelados de miedo allí en el valle.

No hubo mejor momento que este. Este era precisamente el momento que había estado esperando.

— ¡Fuego! — gritó Goblin Slayer.

—Tonitrus… oriens… —, respondió Noble Fencer. Y luego: —… ¡Iacta!

Relámpagos destellaron.

La montaña se sacudió.

El aire se expandió cuando la electricidad lo atravesó, pero los rayos no cayeron sobre los goblins. Todos siguieron al rayo con sus ojos; arriba, arriba.

El rayo golpeó la cumbre de la montaña.

Hubo un estruendo y un gran estremecimiento.

Eso solo podía significar una cosa.

—O-oye, eso es un poco peligroso, ¿no? —, dijo el chamán enano con el ceño fruncido.

—Tengo un mal presentimiento sobre esto —, añadió la elfa, sus largas orejas se movían nerviosamente.

Ciertamente lo entendieron: este sería definitivamente el fin de los goblins.

—Mm —, asintió el sacerdote lagarto adrede. —Parece que ha llegado.

Un ruido violento como el de tambores de guerra, o como los cascos de la caballería de un ejército aproximándose, venía hacia ellos. Y, de hecho, la muerte, vestida de blanco, estaba viniendo en una estampida hacia el valle.

Era una avalancha.

—¡……!

El sonido de sorpresa ahogada, y el grito, podrían haber pertenecido a la elfa o a Noble Fencer.

La que exclamó, —¡Oh, por el amor de dios! — fue probablemente la elfa.

— ¡¿GARAOROB?!

— ¡¿ORARAGURA?!

Lanzando aullidos insoportables, los goblins fueron tragados por la embestidora nieve. No había nada que ellos pudieran hacer, ninguna posibilidad de correr; ni siquiera dejaron huellas.

En medio de este caos, una persona saltó adelante, actuando más rápido que cualquier otro: era la sacerdotisa.

 Ahora. La palabra vino a su mente como una revelación.

No hubo ninguna vacilación, ni renuencia. Ella sujetó su bastón y ofreció una oración que consumía el alma a los dioses.

— ¡Madre Tierras que rebosas de piedad, por el poder de la tierra, concédenos seguridad a nosotros que somos débiles!

El tsunami blanco se estrelló contra una barrera invisible, separándose pulcramente a ambos lados.

Desde dentro de la protección milagrosa que la Madre Tierra les otorgó, ella lo miró.

Él estaba tan lejos. Un hombre solo, entre el ejército goblin, fuera del milagro de la Madre Tierra.

Ella quería alzar su voz, estirar su mano, a pesar de saber que no lo alcanzaría…

— ¡Goblin Slayer-san!

Entonces el blanco acabó con todo; todo despareció de la vista.

—… ¡¿Esta… esta él…?!

Ella fue la primera en levantarse cuando todo terminó: Noble Fencer.

Ahora que Protección se había desvanecido, ella tuvo que sacudirse la nieve mientras se levantaba.

Todo era blanco. La nieve había borrado todo rastro de las batallas y asesinatos que ella y los demás habían realizado. Ninguna señal de algún goblin había quedado; ellos desaparecieron por completo, como si sólo los hubiera soñado.

—… ¿Dónde está? ¿Dónde está Goblin Slayer?

Ella miró a su alrededor, miró atrás. No había ningún indicio de esa distintiva armadura. En cambio, vio a la sacerdotisa, aferrándose a su bastón, con su respiración agitada. Ella vio a sus camaradas.

La sacerdotisa dio un golpecito a sus labios con su dedo congelado, de forma reflexiva, y miró el pie de la avalancha. —Supongo que él debe estar debajo de todo esto, después de haber sido barrido por la nieve.

Se podían ver brazos y piernas de goblins asomándose como ramas muertas en la nieve que se había deslizado hacia el valle.

—Probablemente —, dijo la elfa asintiendo y frunciendo el ceño. Sus orejas se movieron ligeramente, una vez, dos veces. —La nieve todavía está deslizándose en la distancia. Será mejor que no hablemos demasiado alto.

—En ese caso, será mejor que vayamos a su encuentro, diría yo —, dijo el sacerdote lagarto, limpiando el polvo blanco de su cuerpo con una gran sacudida. Él comprobó que su grupo, junto con las ex prisioneras y el guerrero colmillo de dragón que las sostenía, no estuvieran heridos, luego hizo un extraño gesto con las palmas juntas.

Gracias a mis antepasados. Más aún cuando él había escuchado que fue un gran frío el que los había sepultado.

—Como la avalancha no fue tan grande, no creo que él haya ido muy lejos —, dijo él.

—…… ¿Ustedes no están… preocupado por él? —, preguntó Noble Fencer.

—Por supuesto que lo estamos —, respondió fácilmente el chamán enano. —Él es nuestro amigo.

Él acarició su barba, sacó un odre fuera de su bolso, y tomó un trago. El fuego y el alcohol eran una forma de calentar el cuerpo. Luego le dio un guiño.

—Pero… Bueno, ya lo entiendes, ¿verdad?

—Estamos hablando de Goblin Slayer —, dijo la sacerdotisa, con una sonrisa indefensa cruzando su rostro.

Incluso con esta declaración, Noble Fencer descubrió que no podía aceptar eso.

A pasos inestables, el grupo se abrió camino bajando la montaña, buscando mientras avanzaban. Estaba silencioso ahora, muy diferente a su retirada de poco antes, pero el camino que estaban tomando era suficiente como para hacer desmayar a cualquiera. Con cada paso que daba, Noble Fencer sentía que un peso opresivo se asentaba encima de ella.

Si no hubiera dicho que quería recuperar mi espada… tal vez él no hubiera tenido la necesidad de hacer eso.

Es mi culpa.

Mi culpa.

Todo esto… Todo esto es mi culpa.

—… ngh…

Ahora que todo había terminado, o mejor dicho, ahora que fue arrojada a esta circunstancias tan repentinamente, ella comenzó a apreciar las consecuencias de lo que había hecho. Su estrategia arrogante. La muerte de sus amigos. El ataque al pueblo. El retraso en rescatar a las prisioneras. Y Goblin Slayer.

Ella debería haber sido capaz de hacer algo mejor que esto. Incluso solo un poco. Las cosas no deberían haber terminado en este miserable fracaso.

Regresando al principio; si ella no se hubiera convertido en una aventurera…

Sus ojos, que miraban fijamente el suelo, empezaron a empañarse; se hizo difícil de ver.

Y, sin embargo, ella distinguió algo moviéndose.

—¡Oh…! — Ella no quiso hacer ningún ruido; y ella puso su mano sobre su boca.

Algo se arrastraba gateando sobre la nieve. Debió haberlos visto venir, porque respondió abruptamente… sacudiéndose la nieve y poniéndose de pie. Era un hombre.

—Cometí un error —, dijo él.

Él llevaba una sucia armadura de cuero. Un casco de acero de aspecto barato. No tenía una espada en su cadera, y el escudo en su brazo estaba roto.

—Debería haber estado más preocupado por el impacto que por asfixiarme.

Error o no, de cualquier forma, Goblin Slayer se veía perfectamente calmado.

—¿…G-Goblin… Slayer…? — Noble Fencer difícilmente podía ser culpada por el tono de incredulidad en su voz.

—Sí. ¿Necesitas algo?

— ¿Eso es todo lo que tienes que decir? —preguntó exasperada la elfa.

—Hmm… Así que estás a salvo.

—Esa es mi línea… Tengo que admitirlo, pensé que era raro que simplemente trajeras anillos para respirar. — La elfa presionó su frente como si estuviera luchando contra un dolor de cabeza. Pero sus orejas se balanceaban alegremente.

De repente, eso tuvo sentido para Noble Fencer. Ella miró su mano. Un anillo mágico, cuyo efecto hace mucho había expirado, se asomaba entre sus vendajes.

El anillo con Respiración.

La nieve solo era agua, entonces… entonces…

—… ¿Todo el tiempo sabías que todo esto sucedería?

—Hasta cierto punto.

—Goblin Slayer-san —, dijo la sacerdotisa. —Estoy acostumbrada al hecho de que eres quien eres, pero… — Ella concluyó con un murmullo. —Podrías al menos habernos hecho saber sobre el plan —, y lo miró con reproche. —Sé que dijiste que no harías nada extravagante, pero todavía estoy bastante sorprendida.

—No seas tonta. — Goblin Slayer estaba en cuatro patas otra vez, cavando en la nieve mientras hablaba. —Nuestro enemigo era un goblin inteligente. ¿Y si a alguien se le hubiera escapado algo, arruinando el plan?

— ¿A quién le importa los “y si”? ¡Estábamos preocupados por ti!

—Hrk…

— ¿Por favor, podrías decirnos lo que vas a hacer a partir de ahora?

Después de una pausa, él dijo, —Entendido. — Esa fue toda su respuesta. La áspera voz sugería una expresión agria debajo del casco.

De repente, el sacerdote lagarto dejó escapar un feliz siseo, una sonrisa se extendió por sus mandíbulas.
—Dios mío, Goblin Slayer-dono, parece que tus famosas estrategias no funcionan con nuestra querida clériga.

—¡Lo dijiste, Escamoso! ¡Incluso tus nagas no son tan aterradores como una mujer malhumorada!

—¡Ha-ha-ha-ha! ¡Incluso ahí! Incluso ahí estas en lo cierto, hechicero-dono.

El enano y el lagarto reían juntos. Ellos estaban cansados, pero sus rostros lucían alegres.

La elfa solo sacudió su cabeza, apartando la vista de ellos y mirando a la distancia. Noble Fencer siguió su mirada solo para encontrar un cielo azul claro y un sol tan brillante que era difícil de mirar.

—Hay alrededor de un millón de cosas por las que me gustaría criticarlo —, dijo la elfa, con una sonrisa en los labios. —Pero así es como debe ser una aventura.

Aventura.

La palabra dejo sin aliento a Noble Fencer.

Emprender una aventura, colarse dentro de un nido de monstruos, recorrer un laberinto…

Los amigos con quienes ella había intentado por primera vez este tipo de cosas se habían ido; y ella acababa de conocer a los amigos con los que estaba ahora.

Ya veo… Así que esto fue una aventura…

—Oye.

—¡¿……?!

Sorprendida, Noble Fencer volteó para ver la fuente de la inesperada voz.

—La encontré. — Goblin Slayer se puso de pie de nuevo, sosteniendo algo que había sacado fuera de la nieve.

La vaina brillaba a la luz del sol.

Con un despreocupado movimiento, sacó la espada de aluminio fuera su escudo en donde se había alojado. La sacudió para limpiar la sangre, su propia sangre, y luego la limpió suavemente con un trapo.

Finalmente, la puso en la vaina que había encontrado con un *click*.

—Pude agarrar la espada, pero la vaina fue arrastrada por el paladín goblin, quien aún la tenía en su cadera.

—…Oh…oh…

—Creo que una avalancha fue un error.

—…oh… sniff

Noble Fencer tomó la espada ofrecida con ambas manos; ella pudo sentir el peso de esta. Su visión se empañó aún más; parpadeó varias veces para aclararla. Luego se frotó los ojos furiosamente, pero no importaba lo que hiciera, ella no podía contenerse. Se limpió la nariz, pero eso tampoco ayudó.

Gotas de agua comenzaron a caer sobre la espada, rebotando lejos.

Goblin Slayer observó muy seriamente a Noble Fencer mientras ella estaba de pie llorando. Desapasionadamente, casi de una forma mecánica, él dijo, —Lloras mucho.

Noble Fencer se aferró a la espada y lloró con todas sus fuerzas.

Goblin Slayer Volumen 5 pdf


Comentarios
Additional JS