Goblin Slayer Vol. 5 capítulo 6
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Goblin Slayer volumen 5 capítulo 6 en español

Corona de Goblins
El crujido y gemido del oxidado cuerno era violento
para los oídos, pero se podía escuchar claramente en toda la fortaleza. Dado
que un goblin soplaba tan fuerte como podía, tenía sentido que el ruido
resultante fuera tan fuerte como horrible. O quizás los goblins consideraban
que sonaba galante.
Estaban vestidos con un conjunto de harapos que no
encajaban entre sí, muchos de los cuales habían producidos al rasgar la ropa
que robaron a las mujeres de la aldea. Llevaban tambores de piel y hueso, que
hacían un sonido hueco cuando los golpeaban.
Uno tras otro, los goblins inundaron el patio central
de la fortaleza.
—¡ORARAG!
—¡GORRB!!
—¡GROOOB!!
Levantaron los puños y aullaron con salpicaduras de
saliva oscura saliendo de sus labios.
Era bastante obvio lo que significaba sus voces
excitadas. Gritaban burlas, insultos, o daban voz a su resentimiento, celos y
avaricia. El odio colectivo se volvió contra todos aquellos que tenían lo que
ellos no tenían.
Para los goblins, también era como si estuvieran
saludando a su héroe. El que tomó sus deseos sobre sí mismo, el que masacró a
los tontos humanos.
En realidad, los goblins tienen un fuerte sentimiento
de solidaridad, pero al mismo tiempo, odian tomar la iniciativa de hacer algo
por sí mismos. En vez de eso, dejan todo a un jefe, a un chamán o a un lord.
Eso los deja libres para perseguir cualquier cosa que brille –literal o
proverbialmente– ya sea comida o bebida, o mujeres, o equipo. Libres para
arrastrar a los que tienen lo que los ellos no, y cortarlos en pedazos.
Ningún goblin quiere morir. Si su hermano muere, se
enfada y siente que debe vengarse.
Y los goblins mantienen todo esto a la vez, sin sentir
ninguna contradicción.
—¡GORARARARAUB!!!!
Por fin, una voz aún más fuerte se impuso, y apareció
el goblin detrás de esta, a un paso bastante amenazante.
Llevaba un sucio casco de acero; una armadura de metal
cubría su cuerpo. Una capa carmesí –había desgarrado una cortina de algún
lugar– servía como una cobertura adicional. En su cadera llevaba una brillante
espada plateada tan llamativa que a los goblins les parecía casi sagrada.
—¡ORARAG! ¡ORRUG! — El paladín goblin. Ante su gran y
sombría voz, los goblins se arrodillaron como uno solo.
Juntos, inclinaron sus cabezas, y una senda se abrió
entre ellos como la división de un mar. El paladín goblin empezó a caminar
entre ellos, majestuosamente, con su capa revoloteando.
La punta de la vaina en la que descansaba su espada
plateada raspaba el suelo, pero pareció no prestarle atención.
Avanzó hacia un gran trono, construido con basura y cadáveres. Su horriblemente retorcida cara parecía sugerir un elemento de orgullo. Casi podría haber parecido gracioso, como la caricatura de un ser humano, pero uno infinitamente depravado y cruel.
*
—Hemos calculado mal.
El grupo acababa de salir de la armería. Goblin Slayer
estaba mirando el patio central desde el pasillo, chasqueando su lengua y sin
sonar muy contento.
La elfa lo miró con curiosidad. —¿Cómo es eso? ¿No es
ese el jefe enemigo? Podría matarlo desde aquí.
—No debes hacerlo —, dijo el sacerdote lagarto
gentilmente. —Eso nos dejaría con un ejército de goblins sin líder, y no se
sabe lo que podrían hacer. — La temperamental arquera ya tenía una flecha con
punta de brote en su arco. —Pero creo que eso no es todo, ¿verdad, Goblin
Slayer-dono?
—No —, dijo. Luego, en voz baja, añadió, —¿No lo ves?
—…Son sólo goblins, ¿no?
—Así es.
Esto causó que la elfa contrajera sus largas orejas,
perpleja. Esto no tenía sentido para ella, ni estaba segura de lo que habían
calculado mal. Sí, había habido algunos contratiempos en el plan, pero ella
sentía que había ido bastante bien en general.
—Ese goblin es el amo de esta fortaleza.
—¿…?
—Esto es una ceremonia. Van a otorgar rangos o
premios.
—¡Oh! — No fue la elfa, sino la sacerdotisa, quien
exclamó. Puso una mano sobre su propia boca, y luego miró al patio desde el
pasillo. Afortunadamente, ninguno de los goblins parecía haberla notado,
gracias chirriantes sonidos que hacían estos.
La sacerdotisa se puso una mano en el pecho con alivio,
y luego, con toda seriedad, respondió.
—¡Siempre hay un sacerdote en ceremonias como esta!
Ciertamente. Si esta ceremonia seguía el estilo típico
de los goblins, el sacerdote sería llamado.
Si el sacerdote estaba o no involucrado, ese seguía
siendo el paladín goblin que tenían ante ellos, la criatura que aparentemente
había recibido un regalo del dios del conocimiento externo.
Pero en cuanto al sacerdote goblin…
—…Oh.
Una pequeña y temblorosa voz escapó de los labios de
Noble Fencer. Su encantador rostro se puso un poco pálido. Ella apretó los
puños, sus brazos aún estaban envueltos en vendas. ¿Qué habían hecho esas manos
suyas? ¿Qué había hecho ella con estas? ¿Por un capricho? ¿Por un capricho de
un momento?
Sus ojos vacilaban, miró a los miembros de grupo uno a
uno.
—Bueno, no está lejos —, dijo el chamán enano como si
no pasara nada. —Pero está permanentemente indispuesto. — Acarició la barba con
una mano, y con la otra buscó en su bolsa de catalizadores; su expresión era la
seriedad misma. —Supongo que esto puede ser un pequeño problema.
Nadie pudo decir nada en respuesta a su susurro.
Todos entendieron la situación en la que se
encontraban.
Incluso un rápido vistazo a los goblins del patio
sugería que había más de cincuenta monstruos allí. Y los aventureros estaban
allí con ellos. ¿Qué pasaría cuando los goblins descubrieran su presencia?
El matar goblins es tan antiguo como el tiempo; ha
estado ocurriendo desde que el mundo nació. Y desde que se hace, los goblins
siempre han superado en número a los aventureros.
Aquellos héroes que no están preparados, que desafían
a los goblins a ciegas, son asesinados. Más aún cuando intentan dar batalla en
el corazón del nido.
Goblin Slayer no era una excepción a esta regla.
¿Cómo haría este extraño aventurero, con sus extrañas
ideas, para compensar la diferencia en números? Ellos habían ido de aventuras
juntos durante casi un año. No había froma de que ella no lo supiera.
Entonces sucedió.
— ¡O-ow…! — Noble Fencer, con sus puños aún apretados,
se puso tiesa y gruñó de dolor.
—¿Qu-Qué pasa? — La sacerdotisa se acercó a ella casi
automáticamente, buscando heridas, pero no vio heridas evidentes. Pero…
—Hrr-rrrr-ghh…gah…
—¡E-Ella es ardiendo…!
La piel de Noble Fencer estaba caliente al tacto, casi
lo suficiente como para arder.
—¿Qué está pasando? —, preguntó Goblin Slayer.
—No… no lo sé. Pero esto…
Recuerda. Piensa en lo que ha pasado. La sacerdotisa buscaba desesperadamente en su memoria.
No había heridas externas, y no era probable que fuera
veneno. Calor en el cuerpo. Casi como si la hubieran hechizado.
¿Un hechizo? No. Esto no era magia simple. Y no había
tótems aquí. Un paladín. Un clérigo.
Castigo divino… Una maldición. ¿Una maldición?
—¡Oh…!
La sacerdotisa miró hacia donde Noble Fencer
recientemente había cortado su pelo, el cual revelaba la nuca de su cuello. La
cruel marca ardía en la piel, el ojo de la luna verde brillaba intensamente,
como una llama.
—¡Es…!
—Haah… Hrrrgh… Arrgh…
Noble Fencer se retorció, hundiendo sus dientes en su
propio brazo con la esperanza de suprimir sus gemidos de dolor. La sacerdotisa
se aferró al ardiente cuerpo de la guerrera como si su vida dependiera de ello,
mirando al sacerdote lagarto. Él era un clérigo rango Plata, el más
experimentado clérigo aquí. Él dejó escapar un suspiro siseante.
—¡Una maldición de los dioses malignos! Debo
disiparla. ¡No, no tenemos tiempo…!
Habían sido descuidados. Habían considerado que la
marca no era más que otro ejemplo de la vil crueldad de los goblins.
Ahora entendieron: fue a causa de la maldición que ni
siquiera un milagro de curación había podido borrar la cicatriz.
—¡Oh, Madre Tierra, que rebosas de piedad, usa tus
sagradas manos y sana a tu hija de sus heridas!
Aun así, no había tiempo que perder. La sacerdotisa
imploró a la Madre Tierra que les brindara sanación. La misericordiosa diosa
rozó el cuello de la chica con su dedo, enfrentándose a la maldición que allí
residía. Pero…
—¡¿GORUB?!
—¡¿ORARARAGU?!
De repente, un alboroto empezó a extenderse entre los
goblins del patio.
Los aventureros vieron que la ceremonia se
desarrollaba a buen ritmo; ahora los monstruos sólo esperaban a su sacerdote y
su sacrificio.
Pero él no apareció. Él no vino.
Después de un momento, el paladín goblin murmuró,
“ORG”, y envió a un lacayo corriendo.
Sin duda se dirigía a la prisión del sótano.
Encontraría el cuerpo del sacerdote, junto con las prisioneras liberadas, era
sólo cuestión de tiempo.
—¡ORARAGAGA!! —, gritaron los goblins, el ruido colectivo
creciendo en fuerza.
El paladín goblin saltó y aulló lo que parecía una
extraña oración. —¡IRAGARAU!
—¡Hrraaaaahhhh! —, gritó Noble Fencer, incapaz de
luchar contra el dolor.
Entonces todo sucedió a la vez.
Mirando al patio, Goblin Slayer agarró su espada. El
paladín goblin lo estaba mirando.

Sus ojos se encontraron. Una mirada oculta por un
casco de acero, la otra, un par de pupilas doradas. Y entonces…
—¡ORAGARAGARAGARAGARA!!!!
—¡Abajo!
A las órdenes del paladín goblin, los arqueros se
giraron y soltaron un torrente de flechas con una agilidad enfermiza. Al mismo
tiempo, Goblin Slayer se lanzó a un lado, atrapando a las dos chicas en el
camino.
—¡Eek!
—¡¿…?!
La sacerdotisa gritó; Noble Fencer no hizo ningún
ruido, pero obviamente se sobresaltó. Goblin Slayer las ignoró, levantando su
escudo.
*Thop, thop, thop* Un
sonido débil resonó mientras las flechas cayeron sobre él. Los goblins no son
criaturas fuertes para empezar; cuando tuvieron que disparar hacia arriba, el
hecho sólo fue magnificado.
Goblin Slayer tomó una de las flechas; encontró que la
punta estaba suelta. Y sin embargo, los pequeños monstruos estaban tratando de
hacer que las flechas funcionaran a larga distancia.
—Una pobre imitación.
Un sonido hueco de metal acompañó a la continua lluvia
de flechas. Goblin Slayer gruñó, tirando la flecha en su mano como si no le
interesase en absoluto. Luego volvió a mirar a la sacerdotisa y a Noble Fencer,
manteniendo su escudo en alto para protegerlas mientras hablaba.
—¿Están bien?
—Oh, uh, s-sí. Gracias.
—No hay problema.
—……
Noble Fencer no dijo nada, apartando sus ojos de donde
yacía, bajo el pecho de Goblin Slayer, pero asintió.
—Bien.
Eso fue suficiente. Él miró al lado, donde estaban sus
compañeros, a cierta distancia.
—¿Qué hay de ustedes?
—¡Bien, de alguna manera! —, dijo la elfa.
—Sin embargo, en peligro de ser aplastado —, dijo el
chamán enano con un gesto.
El sacerdote lagarto había extendido su cuerpo y se
había inclinado hacia atrás sobre la elfa y el enano para cubrirlos.
—Bueno, ahora, esto se ha convertido en algo bueno,
¿no? —, dijo él, entrecerrando los ojos alegremente a pesar de la lluvia de
flechas a su alrededor.
Para los hombres lagartos, tales crisis eran
consideradas como pruebas, y las pruebas debían ser llevadas a cabo con
alegría.
—Nos dividiremos en dos grupos —, dijo Goblin Slayer.
—Excelente idea —, dijo rápidamente el sacerdote
lagarto. —Tres y tres: un guerrero, un hechicero y una sacerdotisa. El otro: un
sacerdote, una ranger y un hechicero. ¿Sí?
—Está bien.
—¿Quién será el cebo?
—Yo lo seré —, dijo Goblin Slayer. —Un tanque es lo
más adecuado para ese trabajo.
—Y mi fuerza física es más apropiada para sacar a las
prisioneras de antes del sótano. ¡Entendido!
—Bien.
Su rápida y silenciosa conferencia terminó, la
estrategia fue establecida. No había nadie que pudiera vencer a Goblin Slayer
en lo que a matar goblins se refería. Ninguna raza podía superar a los lagartos
en lo que se refiere a las artes de la guerra.
—Entonces pongamos en marcha este plan. Ranger-dono,
hechicero-dono, ¿podrían venir conmigo?
—Sí, claro —, dijo la elfa. —Pero… ¡cielos! ¡Mira la
forma que usan para disparar esas flechas! ¡Simplemente me enoja!
—Ahórratelo —, le aconsejó el chamán enano. Entonces
los tres comenzaron a deslizarse por el pasillo, usando al sacerdote lagarto y
sus poderosas escamas como escudo.
Goblin Slayer asintió. Ahora todo lo que tenía que
hacer era hacerse notar.
—Muy bien. Vamos.
—Oh… ¡sí…!
—¡…….!
Pero Noble Fencer se quedó en silencio, sin moverse. O
mejor dicho, no podía moverse.
El dolor era parte de eso, la sensación de que le
ardía el cuello. Estaba acurrucada y lloriqueaba en silencio.
Pero eso no era todo. Las uñas de los puños que había
cerrado con tanta fuerza habían roto a través de sus vendas, y ahora la sangre
fluía.
—No… No debes hacer eso, ¿de acuerdo? — La sacerdotisa
se acercó, poniendo suavemente su mano sobre la de Noble Fencer. Las dos manos
delicadas y delgadas, se encontraron naturalmente, entrelazándose entre sí.
Noble Fencer tembló un poco.
—…Yo…
La más delgada de las voces se le escapó.
—…Lo sé… Yo…lo sé. Lo…sé.
Sacudió su cabeza, las olas ondularon a través de su
pelo color miel, como para ahuyentar algo.
—Pero… — Ella no pudo dejar salir más que eso; el
resto no llegó. —¡Pero…!
Entonces se rompió la presa, las palabras y las
lágrimas se derramaron en igual medida.
El arrepentimiento. El arrepentimiento. El dolor. La
tristeza. ¿Por qué le había pasado todo esto? No era…
No se suponía que fuera así. Todos ellos… impulsivos.
Riéndose de ella.
Burlándose. Y sin embargo… Ella era miserable. Incapaz
de hacer nada. Patética.
Fue su culpa de nuevo. Su culpa de que las cosas…
hubieran terminado así.
La espada. Ella tenía que recuperarla. Tenía que hacerlo.
Devuélvemela. Devuélvemela.
Quiero irme a casa.
Padre… Madre…
—¡No puedo… no puedo soportar más esto…!
—……
Goblin Slayer y la sacerdotisa estaban en silencio. La
cadena de palabras tenía poco sentido para ellos.
Noble Fencer sollozaba y resoplaba como una niña que
terminaba de hacer una rabieta. Goblin Slayer escuchó atentamente mientras ella
encadenaba palabras desesperadamente. Desde el interior de su casco de metal,
él miró intensamente su cara llorosa y mocosa.
Y entonces él pensó:
“De todo lo que roban los goblins, ¿cuánto
realmente se puede recuperar?”
—¿Es así? —, dijo entonces. —Entiendo.
—¿…Huh?
Noble Fencer lo miró, sin entenderlo. Miró a la
sacerdotisa, a su lado.
—…Dios —, dijo la sacerdotisa. —Realmente no tienes
remedio, ¿verdad? — *Suspiro* No se levantó de donde estaba
agachada entre Goblin Slayer y Noble Fencer.
—…es lo que no puedo decir.
Ahora eso salió a la luz. Otra vez. Pero él lo
entendió, ¿verdad?
—Goblin Slayer, ya se lo he dicho, no se puede
responder a todo con: “¡¿Es así?!”
—¿Es así?
—¿Ves? Lo hiciste de nuevo.
—¿Es así…?
La sonrisa de la sacerdotisa era como una flor
floreciente; él apartó su mirada con fuerza.
—Recuperaré tu espada. — Entonces él se puso de pie,
con su escudo aún alzado. La tormenta de flechas seguía rebotando en ella. —Y
mataré a ese paladín goblin. Junto con los otros goblins.

Desenvainó la espada en su cadera. Era de una longitud
extraña. —No me refiero a uno o dos de ellos. No me refiero a un nido entero.
No me refiero a toda esta fortaleza.
El casco sucio. La armadura de aspecto barato. El
aventurero que los llevaba.
—Mataré a todos los goblins.
Así que no llores.
Ante estas palabras de Goblin Slayer, Noble Fencer
aspiró con fuerza, y luego dio un pequeño asentimiento.
✠
—¡Madre Tierra que rebosas de piedad, concédenos tu
luz sagrada nosotros que estamos perdidos en la oscuridad!
Esa gran luz cayó sobre los goblins como el amanecer
del sol.
Era Luz Sagrada, concedida por la oración enervante
del alma de la sacerdotisa.
A esta distancia, no sería suficiente para cegar a los
objetivos, pero…
—¡ORARAGA!
—¡GROAAB!!
…fue más que suficiente para que los goblins se
concentraran en un grupo de aventureros mientras que el otro se colaba en la
fortaleza.
El paladín goblin escupió una orden, junto con varias
manchas oscuras de saliva, y los goblins empezaron a moverse. Las flechas
continuaban cayendo, mientras una unidad de goblins salía del patio.
Presumiblemente, el plan era inmovilizar al enemigo con flechas mientras
avanzaban sus propias tropas. Eso estaba bastante claro.
—Sin embargo, mientras tengamos a su sacrificio, no
pueden permitirse el lujo de actuar de manera demasiado agresiva —, dijo Goblin
Slayer, sosteniendo su escudo redondo para proteger a la joven que se
encontraba detrás de él de los proyectiles que se acercaban.
Las flechas rebotaron en el escudo y se esparcieron
por el suelo cercano. Él las pisó y destruyó sin piedad.
—Se siente bien ser el que tiene un rehén por una vez.
Goblin Slayer miró a la sacerdotisa y a Noble Fencer,
y luego se giró para asegurarse un camino.
—Aquí vamos. Manténganse agachadas.
—¡Oh, sí señor! ¿Debería usar Protección…?
—No —, dijo Goblin Slayer. —Guárdalo.
A la sacerdotisa sólo le quedaba un milagro. Y era
mejor guardarlo y usarlo sólo cuando fuera necesario.
La sacerdotisa asintió obedientemente, pero su sonrisa
fue algo traviesa. —Está bien —, dijo ella, luego, después de un segundo: —Pero
si se pone peligroso, lo usaré.
—Confiaré en tu juicio.
Las palabras hicieron que su corazón bailara: ¡Él
confía en mi juicio!
La hizo tan feliz el escuchar esa palabra,
“confianza”, de Goblin Slayer.
—¡Sí señor! — Dijo en seriamente. Goblin Slayer
asintió, y luego miró a Noble Fencer.
—¿Puedes correr?
—…Probablemente. — Era la respuesta más honesta. La
chica se frotaba las esquinas enrojecidas de sus ojos. Todas las emociones que
ella había estado reteniendo habían estallado, y quizás ahora se sentía
diferente. Su expresión aún era evidentemente fría, pero ahora las perlas de
cristal de sus ojos tenían una luz en ellas.
—Está bien. — Goblin Slayer sacó una antorcha de su
bolsa, golpeó un pedernal y la encendió. Se la dio a Noble Fencer. Ella la tomó
con firmeza, parpadeando ante la brillante llama.
—Eres nuestra retaguardia. Mantennos a salvo.
—…De acuerdo. — Asintió con una expresión seria. Algo
suave envolvió su mano izquierda. Levantó su vista con sorpresa, para ver…
—Todo va a salir bien.
…a la sacerdotisa, sonriendo como una flor floreciente
frente a ella.
—Hemos llegado hasta aquí. ¿Crees que vamos a dejar
que nos derroten ahora?
—…Mmm.
Noble Fencer apretó la mano de la sacerdotisa.
Entonces salieron corriendo, y comenzó la batalla.
Tanto si el enemigo se daba cuenta como si no, las
puntas de las flechas de todos los goblins estaban sueltas. Ni las puntas
estaban cubiertas de veneno. Quizás esto era un efecto de la batalla anterior,
o quizás sólo guardaban rencor. Pero en la opinión de Goblin Slayer, ellos
simplemente estaban tratando de imitarlo, pero haciendo un mal trabajo.
El método de tener las puntas de flecha sueltas hizo
que las flechas temblaran, disminuyendo su precisión. ¿En qué pensaban los
goblins, intentando disparar tales proyectiles desde lejos? El tiro a larga
distancia ya era difícil para los goblins, por muy débiles que fueran. Y ahora
usaban proyectiles cuyas puntas se rompían cuando golpeaban cualquier cosa. Un
aficionado no preparado podría ser vulnerable a esas tácticas, pero las flechas
apenas dañarían a alguien con una armadura medio decente.
Aun así, esto era conveniente para él. El objetivo de
su grupo era ganar tiempo. Ser la carnada. Estaban apoyando a sus aliados. Cada
goblin que les prestaba atención los llevaba un paso más cerca de la victoria.
Eso, por supuesto, asumiendo que el sacerdote lagarto
y los otros puedan llevar a cabo su parte del plan.
—Esto va a ser cada vez más difícil de manejar solo.
—¡Goblin Slayer-san! ¡Ya vienen! ¡Seis… no, siete!
La sacerdotisa dio una advertencia como para confirmar
el murmullo que se le escapó.
Delante de ellos: un grupo de goblins corría por las
murallas de la fortaleza hacia ellos, sus ojos dorados brillaban en la
oscuridad. Tenían garrotes, lanzas y hachas con las que golpear a los
aventureros, pisotearlos, destrozarlos, violarlos.
—Hmph.
Lo que hizo Goblin Slayer fue simple.
Desenvainó su espada mientras corría, y luego la
lanzó.
—¡¿GAROAB?!
De repente, un goblin se encontró con una espada en el
cuello; se agarró la garganta como si se ahogara mientras caía de las almenas,
desapareciendo en la oscuridad.
Los goblins que quedaban no se sintieron especialmente
intimidados por eso.
Mira. Ese estúpido aventurero acaba de tirar su arma.
¡Atacar! ¡Matar! ¡Hacerlo pedazos!
Pero ese fue su error.
—Primero, uno. Siguiente, dos.
—¡¿GARARA?!
El escudo de su mano izquierda se levantó, destrozando
el cráneo del goblin que tenía delante. El filo afilado del escudo era un arma
por sí mismo, e hizo su trabajo brillantemente.
Al protegerse del horrible rocío de la sangre de su
enemigo, Goblin Slayer cogió el hacha de piedra de la criatura.
—¡Tres!
Mientras los goblins lo atacaran, Goblin Slayer no
estaría desarmado.
La despiadada hacha de piedra llegó volando a las
cabezas de la tercera y cuarta criatura, partiéndolas como a su anterior
compañero.
—¡¿ORAG?!
Un cuarto. Un quinto. Un sexto. Cambiando un arma por
otra y luego por otra, masacraba a los goblins con cada respiración.
Los goblins eran incapaces de usar sus números a su
favor en las estrechas almenas, algo que los pequeños monstruos aún no habían
entendido.
Los aventureros avanzaron contra los goblins, que se
estrellaron contra ellos como una marea espantosa.
Por supuesto, Goblin Slayer no trató con todos ellos
solo.
—¡GRARAB!
Una criatura usó su pequeño tamaño y esquivó a un
lado, yendo hacia las mujeres.
—¡Toma esto!
— ¡¿GARO?!
Pero la sacerdotisa lo repelió firmemente con un golpe
de su bastón. El daño que hizo fue mínimo, pero fue más que suficiente para
aturdirlo.
—¡Por qué, tú!
—¡¿ORARAG?!
Y un goblin aturdido era presa fácil para Noble
Fencer. Ella balanceó la antorcha como un garrote ardiente y envió a la
criatura a caer de las murallas.
Sus hombros se encogieron, pero sus ojos miraban a la
oscuridad.
—¡También vienen por detrás!
—¿Cuántos?
—…No estoy segura. — Se mordió el labio. —¡Pero son
muchos!
—Bien.
Goblin Slayer sacó despreocupadamente una botella de
su bolsa y la lanzó atrás. Voló sobre las cabezas de la sacerdotisa y Noble
Fencer con el sonido de una brisa pasajera, aterrizando directamente frente a
los goblins que se acercaban.
Hubo un estruendo cuando el frasco de cerámica se
rompió; el líquido viscoso que contenía se fue a todas partes. Noble Fencer
probablemente nunca había visto u oído hablar de este líquido, pero la
sacerdotisa lo recordaba.
Tenía muchos nombres: Aceite de Medea, petróleo… y
gasolina.
—¡¿GARARARA?!
—¡¿ORAG?!
Había otras formas de matar a un enemigo además de
cortarlo. Los goblins resbalaron y se deslizaron sobre el material resbaladizo,
cayendo de las murallas. Con todas las criaturas reunidas en la parte superior
de la pared, esto era de esperar.
Aun así, los goblins eran goblins. Pisotearon a sus
camaradas caídos y superaron la gasolina, lanzándose a los aventureros, aunque
su número había sido reducido.
—¡GRARAM!
—¡Hi-yaah!
Noble Fencer los golpeó enérgicamente. La antorcha
parecía un gran pincel rojo, derramando chispas mientras pintaba la noche con
él.
Un goblin recibió un golpe y se cayó de la pared. El
segundo vino saltando hacia ella. Ella lo recibió con un golpe de la antorcha.
El tercero ya estaba cerca ella, amenazando con escabullirse a un lado.
—¡Déjenmelo a mí…!
Fue la sacerdotisa. Noble Fencer no tuvo tiempo de
responder ya que lidiaba con el cuarto goblin, al que golpeó repetidamente
hasta que este dejó de moverse.
Sí, pero ahora el quinto y el sexto fueron…
¡No puedo seguir…!
Su brazo se hizo pesado mientras empuñaba la antorcha,
sus movimientos se hicieron lentos; su respiración se tensó y su visión se
nubló.
Ella podía oír el sonido de su propia respiración, su
propia sangre latiendo. Había un zumbido en sus oídos que le hacía difícil oír.
Noble Fencer miró por encima de su hombro, buscando
ayuda. Pero la sacerdotisa estaba batiendo su bastón tan rápido como podía,
tratando de hacer retroceder la masa de criaturas que se acercaban.
—¡Malditos sean…! —, decía ella. —¡Siempre hay tantos
de ellos…!
Goblin Slayer estaba justo delante de ella, y no
serviría de nada esperar ayuda de él.
Noble Fencer podía sentir el rancio aliento goblin en
su pálida mejilla; se estaban acercando mucho.
—Oh…
La humillación y la desesperanza que había
experimentado en la montaña nevada volvieron a su memoria. El horrible olor de
los goblins. Las implacables manos. La constante violencia y la cruel codicia.
Las estúpidas sonrisas.
El pensamiento hizo que su cuerpo se pusiera rígido,
su garganta contraída por el terror. La fuerza llegó a sus manos.
Pero en su mano izquierda había un calor
inconfundible; en la derecha, una luz incesante ardía.
Una escena apareció ante sus ojos, la de Goblin Slayer
en el sótano de la prisión, peleando su lucha.
—¡Ah…ahhhh!
Hubo un instante en el que su cuerpo se movió más
rápido de lo que pensaba, lanzando la antorcha a los goblins.
—¡¿GAROARAARA?!
Desgraciadamente, ¿o quizás un poco afortunadamente?,
su objetivo era uno de los goblins que ya había cruzado la gasolina. La llama
se elevó instantáneamente sobre su piel, y cayó de las almenas, mientras se
retorcía en agonía.
—¡GROOOB!! ¡GRAAB!!
Siempre, sin importar qué, los goblins confiarían en
sus números. Otro goblin simplemente se adelantó y llenó el hueco.
—¡Hrrraah…!
Noble Fencer trajo su puño en un revés. En su mano
había escondido la daga de aluminio con la que apuñaló a la criatura.
—¡¿GAROARAO?!
—¡M-Maldito seas…!
La daga enterrada bajo la clavícula del monstruo fue
suficiente para acabar con su vida; ella pateó el cadáver, sacó la hoja y
volvió a alzar la vista.
De repente, se dio cuenta de que la marea había
disminuido. Esta era la pausa, de pocos y preciosos segundos antes de que
llegara la siguiente ola. Noble Fencer inhaló profundamente, calmando su
respiración.
Estaba segura de que nunca podría haber hecho esto
hace unos minutos. Impulsada por la ira, arma en mano, lanzándose a la horda de
goblins sin pensar ni en el pasado ni en el futuro. Y…
—Huff…puff…puff…
Pero luego estaba la sacerdotisa. Mientras tragaba
aire, se negaba a soltar la mano de Noble Fencer. Sus dedos eran delgados y
bonitos, y sin embargo… y sin embargo, cálidos.
—……
Noble Fencer contempló la mano en silencio. El impulso
de adentrarse entre los goblins no era suficiente para hacerla salir de las
garras de la sacerdotisa. Después de todo, Goblin Slayer, que había rescatado a
Noble Fencer, la había confiado a la sacerdotisa.
—Trece… Bien hecho.
El hombre habló sin siquiera mirarla y le lanzó una
nueva antorcha. Ella se las arregló para atraparla, usando los momentos de paz
entre las embestidas de los goblins para encenderla y agarrarla bien.
Miró brevemente al rostro de la sacerdotisa; el sudor
corría por su frente y sus rasgos estaban rígidos por el nerviosismo, pero aun
así le dio a Noble Fencer una sonrisa. Noble Fencer reflexionó que
probablemente ella misma se veía de la misma manera.
Ella sabía que, para bien o para mal, la gente podía
cambiar dramáticamente en el espacio de un instante.
✠
—¿Cómo se ve arriba?
La elfa disparó despreocupadamente a otro goblin, y
luego miró a sus amigos.
Había goblins dentro de la fortaleza. No tantos como
en las murallas, pero los suficientes para que el combate fuera inevitable. Los
sonidos de la lucha que llegaban a los oídos de la elfa se intensificaron, pero
se sintió reconfortada por el hecho de que no escuchó ningún grito humano.
—Estás preocupado por Corta Barbas, ¿verdad, Orejas
Largas?
El chamán enano rio, sacando un odre y tomando un
trago. Con los labios mojados, se limpió unas gotas y sonrió a su compañero.
—Ojalá estuvieras ahí arriba, ¿no?
—No especialmente. No me preocupa Orcbolg en lo
absoluto. — Ella resopló como si el sujeto la aburriese, y luego sacó otra
flecha de su carcaj. —Son las otras dos las que me preocupan.
—¡Preocupada porque la chica nueva te lo va a quitar!
¡Eres terriblemente infantil!
—¡Eso no es lo que me preocupa! — Sus orejas se
alzaron y miró fijamente al enano. Quizás se dio cuenta de que sus palabras
habían sido un poco fuertes, porque sus siguientes palabras eran mucho más
suaves, casi tímidas. —…Son mis amigas. ¿Está mal preocuparme por ellas?
—No tiene nada de malo.
—¿Huh? — La elfa parpadeó, sorprendida al escuchar que
el enano estaba de acuerdo con ella tan fácilmente.
—Eres una elfa. ¡Una gran e importante amiga!
Así que él sólo se burlaba de ella después de todo.
Pero entonces, él también la estaba elogiando, o eso parecía. Ella quería
enfadarse, pero no se atrevía a hacerlo. Y sin embargo, tampoco podía darse por
vencida y tomar eso. Ella se conformó con un gruñido y una mirada en dirección
al enano, pero él la ignoró y tomó otro sorbo de vino.
—¡Ha-ha-ha! Ahora, si Goblin Slayer-dono estuviera
aquí, no habría necesidad de discutir. — el sacerdote lagarto los miraba con
expresión alegre, su lengua salía de su boca con un siseo.
En realidad él era el más joven de los tres, pero nunca
se cansaba de ver a la elfa, que actuaba mucho más joven de lo que era.
—Ahora, entonces. No nos servirá de nada para charlar
y parlotear aquí. ¿Cuánto lejos estamos?
—No muy lejos de la habitación que estamos buscando —,
dijo el chamán enano, limpiándose la barba con una mano enguantada. Puso la
tapa devuelta en el odre y tocó la pared. —Francamente, va a ser un trabajo más
grande volver de la prisión una vez que hayamos terminado allí.
—Oh —, dijo la elfa, sintiendo una oportunidad, —Pensé
que los enanos eran tan valientes como gordos. ¿No es así?
—Mírame. — Los movimientos del chamán enano eran
sombríos, su sacudida de cabeza fue seria. —Me veo tan bien mientras lo
hago porque soy muy valiente. A diferencia de ti. ¡Puedo oír
tus rodillas temblar desde aquí!
—¡Vaya, tú…! ¡Enano! ¡Barril de vino!
—¿Qué sucede, yunque?
—¡Ha! ¡Ha! ¡Ha! ¡Ha!
Ahora, por supuesto, los tres podrían estar bromeando,
pero no estaban parados perdiendo el tiempo. Menos enemigos para ellos
significaba que más ataques a sus amigos. No tenían tiempo, ni la mitad de su
fuerza de combate habitual. Un solo movimiento en falso nacido del pánico
podría hacer que todo fuera en vano.
El hecho de que pudieran estar tan alertas y sin
errores, era un testimonio de quiénes eran. Por eso no tenían tiempo para la
ansiedad innecesaria. Sí, a veces era posible tener éxito a pesar del
nerviosismo. Pero era crucial seguir charlando, estar relajado, hacer el
trabajo como si no fuera nada fuera de lo común.
De hecho, ni un solo goblin con el que se habían
encontrado se había escapado. Entre las flechas de la arquera elfa y las
garras, colmillos y cola del sacerdote lagarto, ninguno de sus enemigos
respiraba ya. Además de eso, la guía del chamán enano era perfecta; él les
encontró las rutas más cortas y rápidas.
—Esta será. — Habían llegado a otra gran y gruesa
puerta enana. El chamán enano estaba olfateando el aire como si estuviera
comprobando algo, luego asintió y se volvió hacia la elfa. —Muy bien, ábrela.
—Sí, claro. Déjame hacerlo. — Ella le dio un golpecito
en el hombro y cambió de lugar, luego se presionó contra la puerta. Sacó su
rama-aguja y rápidamente revisó el ojo de la cerradura, buscó trampas y se
dedicó a forzar la cerradura.
Mientras lo hacía, el chamán enano y el sacerdote
lagarto se ocuparon de detectar a los enemigos. Cada uno de ellos sostenía su
arma favorita, una espada-garra para uno, una honda para el otro, mientras
escaneaban el área con atención.
Aún no había señales de goblins. Podían estar
agradecidos por la forma en que los dados estaban cayendo.
—Oye —, dijo la elfa con un movimiento de sus orejas.
Ella estaba trabajando con su aguja laboriosamente, finalmente produciendo
un *click* de la cerradura. —¿Estás seguro de que esto va a
funcionar? No es que dude de ti, pero ya ha fallado una vez…
—Tengo que admitirlo, he estado preocupado por lo
mismo. ¿Qué dices, Escamoso?
—Un fracaso no significa que el plan no tenga mérito.
— El sacerdote lagarto se adelantó mientras la elfa se deslizaba ágilmente
hacia atrás de la puerta. Cualquiera estaría encantado de tener entre ellos a
un compañero tan fiel como el sacerdote lagarto, especialmente cuando asalta
una fortaleza llena de goblins.
—Siempre ha sido la estrategia de aquellos que atacan
castillos inundar el lugar, pero hay otra posibilidad. — Pateó la puerta y miró
a su alrededor, luego abrió sus mandíbulas y sonrió como un naga. Un barril
cercano estaba llenó hasta el borde con algo: trozos de lo que parecían ser
hormigas aplastadas.
—Y eso es matar de hambre al enemigo.
✠
*Fwoosh* Fue en ese
momento cuando una ráfaga de fuego se elevó desde un rincón del castillo en
ruinas.
—¡¿ORARAGA?!
—¡GROAB!!
Incluso los crueles goblins, leales principalmente a
su propia avaricia, se sorprendieron de ello, haciendo sonidos de confusión.
El combate a muerte con la segunda ola había
terminado; ahora estaban en la tercera ola. Alrededor de ellos, quince o
dieciséis goblins se detuvieron en seco al ver que sus provisiones ardían en
llamas.
—Bien.
Goblin Slayer no desperdició esa oportunidad. Ya
estaba saliendo del camino a lo largo de la muralla del castillo, gritando
órdenes. —¡La antorcha, tírala hacia adelante! ¡Ahora!
Noble Fencer agarró la antorcha que era su arma,
mirando al suelo durante un instante. Y luego, esta vez con decisión y no de
forma reactiva, lanzó la pequeña llama de mano.
A estas alturas, incluso ella sabía a lo que apuntaba.
La antorcha cayó formando un arco, y lenguas de llamas comenzaron surgir a lo
largo del camino. La gasolina que Goblin Slayer había tirado antes se convirtió
en un muro de llamas, bloqueando completamente a los goblins.
—¡¿GROAA?!
Una desafortunada criatura atrapada en la explosión se
convirtió en una antorcha viviente; golpeó el suelo por un momento antes de
quedarse quieto.
Ante su terrible muerte, los goblins no iban a
intentar saltar a través de las llamas, por muy enojados que estuvieran.
Algunas historias hablan de coraje que no teme ni siquiera a la muerte, pero
esta era la cosa más alejada de la mente de los goblins.
—Veintinueve. Ya es hora. — Goblin Slayer tiró su
garrote embarrado de cerebros y cogió la espada del cadáver del goblin a sus
pies. La sujetó, intentó algunos movimientos y luego asintió. —Nos retiramos.
Prepárate para…
—¡Goblin Slayer-san! — La sacerdotisa gritó una
advertencia. Sin ella, la aventura de Goblin Slayer probablemente hubiera
terminado allí. Él batió la espada instintivamente, y esta salió volando de sus
manos en una lluvia de chispas. Una línea blanca se trazaba a lo largo de su
esternón, entre su casco y su armadura.
—¡Maldita sea…! — Goblin Slayer saltó atrás
instantáneamente; hubo un destello de aluminio frente a él. No era una espada
encantada, ni una hoja sagrada. Y sin embargo, eso no habría estado fuera de
lugar en la mano de un héroe.
—¡GRAAORRRN…!
Un goblin estaba allí, humo salía de su armadura y
flamas de sus ojos. Había saltado a través del muro de fuego; era como un
mensajero de los dioses, enviado para abatir a sus enemigos en nombre de sus
hermanos.

Con su espada de aluminio en la mano derecha y un
escudo en forma de lágrima en la izquierda, parecía la imagen de un guerrero
santo.
El paladín goblin.
—Llegas tarde —, dijo tranquilamente Goblin Slayer.
Enderezó su espada, que había sido reducida a la longitud de una daga. Era su
postura habitual: escudo alto, caderas bajas, muñeca girando hasta que su
espada apuntara a su enemigo. —Pero esperaba a que eventualmente aparecieras.
—¡GAROAROB…! — El paladín goblin movió sus manos
cargadas de equipamiento en extraños gestos, haciendo una señal desconocida.
Era bastante fácil inferir que estaba haciendo una muestra de alabanza al Dios,
que residía en la luna verde.
—¡Haa…ahh…ahh…! — Cuando Noble Fencer se dio cuenta de
quién era, se le escapó un grito ahogado. La marca en su cuello ardía tan caliente
como el fuego. La señal del Dios del Conocimiento Externo comenzó a latir.
Había empezado a hincharse, como si fuera a estallar en cualquier momento…
Con esa imagen en su mente, las rodillas de Noble
Fencer empezaron a temblar. Y sin embargo, nunca apartó la vista de una sola
cosa: la espada plateada que sostenía el goblin.
Eso es mío. Mío… me la robaron…
Y esta fue apuntada a sus (se sorprendió al ver que
usaba esta palabra) compañeros.
—¡Ahh…n-n-no…!
Unos sonidos de pasos se acercaron. Los goblins, animados
por la apariencia de su campeón, habían rodeado las paredes mientras se
acercaban.
No había escapatoria. ¿Habían acorralado al paladín o
habían sido acorralados por él? ¿Terminaría todo aquí?
¿Qué debo hacer? ¿Qué debería…?
—Date prisa. — Una tranquila y casi mecánica voz cortó
a través de su confusión. —Te conseguiré tiempo.
—¡Sí, señor! — La sacerdotisa respondió inmediatamente
en tono resonante.
Noble Fencer se mordió el labio. Un goteo de sangre
salía de su nuca; podía sentirlo corriendo por su cuello.
Pero ella estaba bien. Estaba segura de ello. Ella
se pondría bien.
—…Cierto.
Las acciones que las dos chicas tomaron a continuación
fueron diametralmente opuestas.
Palabras de poder verdadero salieron de la boca de
Noble Fencer. —¡Tonitrus…oriens…! ¡Trueno… álzate!
La sacerdotisa, por su parte, rezó a la diosa, pero no
invocó un milagro: —Madre tierra que rebosas de piedad. Concédenos
seguridad a quienes somos débiles…
Esto era porque Goblin Slayer les había dicho a ambas
que confiaría en ellas.
Confía en que una proteja a la sacerdotisa. Confía en
que la otra utilice Protección en el momento adecuado.
—¡IRARAGARU!!!
—¡Hrk!
El paladín goblin entró en acción, balbuceando una
oración a sus extraños dioses. El golpe de su espada fue rápido y agudo,
golpeando fácilmente el escudo que Goblin Slayer había levantado para
enfrentarlo.
¡Golpear humano!
Los goblins en su conjunto tienden a ser de baja
estatura. Exceptuando a los hob-goblins, ellos carecen de fuerza física. La
espada de aluminio, sin embargo, ayudó a compensar eso. En la mano de esta
criatura, Goblin Slayer vio que eso era algo de lo que había que tener cuidado.
Si fue potenciada por milagros del Dios del conocimiento Externo, la armadura
típica bien podría ser inútil contra ella.
Una armadura encantada podría ser un asunto diferente,
pero a Goblin Slayer no le gustaban esas cosas. La misma situación en la que se
encontraba dejaba claro lo que podía suceder si tales objetos caían en manos
del enemigo.
—Hmph.
El manejo de la espada de Goblin Slayer era
indiferente pero magistral. Bloquear las hojas no serían la clave aquí; él
podía darse cuenta de que eso no tendría sentido. Tendría que golpear la espada
de su oponente desde arriba, forzándola hacia abajo, y luego usar su espada
acortada para apuñalar en cualquier abertura.
No era algo que hicieran los aventureros, era una
técnica más adecuada para un duro y mortal duelo en las afueras de algún
pequeño pueblo. No esperaba que el paladín goblin, que muy probablemente había
aprendido su esgrima estudiando a los aventureros, pudiese responder.
Pero incluso para Goblin Slayer, este oponente era
demasiado peligroso como para simplemente intentar forzar su entrada. Recibió
un golpe con su escudo, saltando muy atrás, y luego lo apuntó con su espada,
las armas del oponente se dirigieron a él. Empujó la espada hacia abajo, saltó
hacia delante con fuerza, dejando que el impulso lo llevase, dando una
estocada.
La diferencia en tamaño corporal, en potencia física y
equipamiento, estrategia y experiencia, puso fin al encuentro de forma
decisiva.
Pero no a la batalla. Eso lo decidiría algo totalmente
diferente: dos delicadas jóvenes luchando contra quince goblins entrantes.
Una mirada a las crueles sonrisas de los monstruos
dejaba en claro la codicia, las fantasías, en esos pequeños cerebros.
—Heh-heh.
Y sin embargo, a pesar de eso, a pesar de todo lo que
ocurría a su alrededor, la sacerdotisa tenía una pequeña sonrisa en su rostro.
El hombre que protegía la espalda de la sacerdotisa.
Él le había confiado su espalda a ella: ella lo conocía, y él nunca hacia su
lucha más dura en situaciones como ésta. Ni tampoco había hecho que ella usara
sus milagros en momentos como estos.
Así que ahora no era el momento. Llegaría el momento
de Protección, pero no era éste.
Lo que significaba que lo que ella necesitaba hacer
ahora mismo era idear un plan de escape tan rápido como pudiera.
Miró rápidamente a través de su equipamiento y sacó un
objeto en particular, como ya habían discutido de antemano. A su lado…
—¡Iacta! ¡Y cae!
…el hechizo Rayo se completó.
Dibujó una línea directa desde la palma de la mano
extendida de Noble Fencer hasta… Bueno, uno esperaría que fuera al paladín
goblin, ¿no es así?
—¡¿AGARABA?!
—¡¿GORRRBBB?!
Pero no. Su ataque golpeó a la horda que se acercaba.
—¡Ee-yaaaahhh!
En ese instante, el campo de batalla se volvió blanco. Hubo un tremendo ruido de ráfagas de aire, de tal forma que uno podía imaginar que así era como sonaba el aullido de un Drake de Trueno, y luego el rayo cayó al suelo.
Los goblins azotados por el destello se hincharon y
explotaron, gritando.
Usar un poderoso hechizo contra enemigos muy
amontonados era una táctica habitual. El humo blanco, que llevaba el hedor acre
de la carne cocida, se elevó, mezclándose con el humo del fuego. Noble Fencer
no pudo resistir un pensamiento pasajero: que este lugar era el infierno encarnado.
—¡Toma eso…!
La sonrisa en su rostro era insegura, por supuesto era
un intento de parecer fuerte; pero no había duda alguna de que las chicas lo
habían hecho. La sacerdotisa pasó una mano por su rostro cubierto de hollín y
sudor, y gritó, —¡Goblin Slayer-san! ¡Está bien!
—¡……!
La reacción de Goblin Slayer fue inmediata. En su mano
hizo girar la espada rota para tomarla en un agarre inverso, y luego, sin
dudarlo un instante, la lanzó hacia el paladín goblin.
—¡GARARAI!!
Creyendo que esto era solo un pequeño truco demasiado
ingenioso, el paladín levantó su escudo y desvió la espada. Pero también
bloqueó su propia línea de visión.
Fue sólo un instante. Pero era todo lo que necesitaba
Goblin Slayer.
—¡¿Hwah?!
—¡Ah!
Las dos jóvenes gritaron: de repente se encontraron
siendo sostenidas, cada una bajo uno de los brazos de Goblin Slayer mientras
este saltaba con gracia desde las almenas.
Era justo antes del amanecer; una suave luz comenzaba
a extenderse por toda la tierra. Ellos flotaron a través del espacio.
Un viento frío y mordaz recorrió la piel de las
chicas, como un cuchillo afilado.
Entonces la sensación de flotar, de caer, fue detenida
tan abruptamente como si hubieran golpeado el suelo.
Pero no lo habían hecho. La mano de Goblin Slayer
agarró algo con firmeza.
La caja de herramientas del aventurero.
Hubo un leve sonido de respiración agitada en el
interior del casco de acero. Goblin Slayer, al parecer, tenía una sonrisa
inusual en su cara. —Se dice: “nunca salgas de casa sin ella”.
El gancho y la soga.
Algo que la sacerdotisa –una aventurera de rango
Obsidiana, sólo un escalón arriba en la escalera de aventuras– llevaba consigo
religiosamente. El gancho estaba enterrado firmemente en el muro de la
fortaleza, la cuerda colgaba hacia el exterior; ¿qué mejor ruta de escape podía
haber?
—¡IGARARAROB!!
Levantaron la vista para encontrar al paladín goblin
asomándose por encima de la pared, bramando, su expresión estaba retorcida por
la ira.
Los goblins vivían principalmente bajo tierra.
Asumieron que el paladín goblin nunca antes había visto a alguien escapar
saltando desde un lugar alto.
Los monstruos no pudieron contraatacar inmediatamente,
pero su repugnante inteligencia era más que suficiente para ponerlos a trabajar
en desalojar el gancho.
Tampoco no es que Goblin Slayer los dejara, por
supuesto. Con la sacerdotisa y Noble Fencer aferrándose a él, una a cada lado,
él apoyó sus pies contra la pared y comenzó a descender en una serie de grandes
saltos. Sus movimientos eran rápidos y seguros, obviamente el producto de un
entrenamiento intensivo.

—¿N-No somos pesadas…? Preguntó la sacerdotisa.
—Un poco.
La pregunta se le había escapado y ella frunció un
poco el ceño ante la respuesta. Se sonrojó y sintió un poco de enojo hacia él.
Era natural que una chica de su edad le respondiera: —¡Se supone que tienes que
decir, “no, son perfectamente ligeras”!
—¿Es así?
—¡Lo es!
—Ya veo.
Goblin Slayer asintió, aunque las posibilidades de que
realmente entendiese por qué ella estaba disgustada eran escasas.
Casi en el instante en que Goblin Slayer puso los pies
en el suelo nevado, la cuerda fue cortada, cayendo a sus pies. Él la recogió y
envolvió alrededor de su hombro.
—Te la devolveré más tarde. — Era un momento extraño
para pensar en tales sutilezas sociales, pero tan característico que incluso
Noble Fencer sintió una leve sonrisa en su cara.
Pero esto aún no había terminado.
—¡IGURARARARARABORR!!
El paladín goblin, loco de ira, emitió un grito que
resonó por la montaña, golpeando la nieve de las murallas. Con muchos crujidos
y traqueteos, la gran puerta principal comenzó a abrirse.
Tenían que moverse rápidamente, o se encontrarían de
nuevo donde habían empezado.
—… ¿Dónde están los otros? — Preguntó Noble Fencer.
—Estarán aquí pronto.
Y así fue. Hubo un crujido cuando el suelo cubierto de
nieve comenzó a elevarse, y luego el resto del grupo surgió de debajo de la
tierra.
—¡Phew! ¡Ahhh! ¡Voy a estar muy cansado de los túneles
goblins cuando esto termine! Exclamó el chamán enano, saliendo del agujero como
un topo.
—Arriba —, dijo él, volviendo al túnel y tomando la
mano de alguien. Sin una pequeña muestra de delicadeza, ayudó a la elfa a salir
a la superficie.
—No bromees —, dijo ella, desempolvándose y frunciendo
el ceño. —No puedo creer que los enanos puedan vivir bajo tierra. ¿Están
seguros de que no son parientes de los goblins?
—Levanta esas largas orejas y escúchame, yunque de dos
mil años. Hay cosas con las que puedes bromear, y cosas con las que no puedes.
—¿Dos mil años qué? ¿Quieres empezar una
guerra, hombrecito?
Y ellos estaban afuera discutiendo. Eran sus bromas
habituales, pero habían empezado tan repentinamente que Noble Fencer se había
perdido por completo.
—…Ehmm. Ahem…
—Todo acorde al plan —, dijo Goblin Slayer.
—¡Así es! —, dijo una cabeza escamosa, saliendo del
suelo. Parecía bastante enorme, pero se arrastró afuera con facilidad. —No te
preocupes. Su estado puede parecer triste, pero ellas están ilesas.
A pesar de lo intimidante que parecía, el sacerdote
lagarto también parecía feliz. Dos prisioneras demacradas colgaban debajo de
cada uno bajo sus brazos, cuatro en total. Él tenía la fuerza física suficiente
para moverse sin esfuerzo a pesar de llevarlas a todas, y los primeros auxilios
que se les habían administrado a las mujeres también eran ejemplares. Parecía
que, de hecho, no había necesidad de temer por sus vidas.
—Gracias a Dios… — La sacerdotisa soltó un suspiro
aliviada, lágrimas salían de sus ojos. —Estaba preocupada por todos ustedes.
¿Están heridos?
—¡Ni un rasguño! — Dijo la elfa, interrumpiendo
brevemente su discusión con el chamán enano. Infló su pecho con orgullo. —¿Qué
hay de ti? No sufriste, ¿verdad? Quiero decir, a manos de Orcbolg…
—Oh… Ha-ha-ha-ha. No. Estamos bien. Ningún problema en
absoluto.
—Bien. — La elfa asintió satisfactoriamente al ver la
valiente sonrisa de la sacerdotisa. Luego miró a Goblin Slayer y finalmente a
Noble Fencer. La batalla había terminado; la chica estaba cubierta de sangre y
polvo, pero miraba a la ranger con ojos brillantes.
La elfa movió lentamente sus orejas, y luego sonrió
como un gato.
—Lo hiciste, ¿eh?
Golpeó a Noble Fencer en el hombro con su puño. La
chica puso su mano en el lugar, parpadeando. Entonces miró hacia abajo, como
para ocultar las lágrimas en sus ojos, y dijo simplemente, —Sí.
—Bueno, puedes ver que esto no es ningún problema para
nosotros —, dijo el chamán enano, acariciándose la barba con orgullo y
riéndose.
Y de hecho, esa era la verdad.
El hechizo Túnel podría haber parecido sólo una forma
de mover rocas y tierra, pero sin él, no podrían haber salvado a las
prisioneras. Tampoco podrían haberlo hecho sin la fuerza del sacerdote lagarto
que sacó a las chicas. El carecer de los agudos sentidos de la elfa arquera,
podría haber generado luchas contra muchos más goblins.
Ellos habían robado las armas de los goblins,
destruido sus provisiones, salvado a las prisioneras y luego atacado a los
monstruosos habitantes de la fortaleza. Goblin Slayer solo podía imaginar
cuánto tiempo y problemas le habría costado hacerlo solo.
—Ahem, bien entonces, Corta Barbas, — dijo el chamán
enano, entrecerrando los ojos. —¿Qué le pasó a tu espada?
—La tiré.
La contundente respuesta provocó una sonrisa del enano
y un… —Eso es lo que yo pensaba. Bueno, escoge la que quieras. Son todas cosas
de goblins, pero eso debería sentarte bien.
—Gracias, eso ayuda. Aunque probablemente la tire de
nuevo.
—¡Ahh, no te preocupes!
“Son sólo armas recuperadas de todos modos.” Sacó un paquete de espadas, las armas que habían robado antes de
la armería.
Así que los goblins las habían robado y se las habían
quedado por un tiempo, sólo para que los aventureros se las robaran de nuevo.
Goblin Slayer lo encontró un pensamiento bastante extraño. Escogió un arma cuya
hoja tuviera la longitud que le resultaba más familiar. La metió en su vaina
sin dudarlo. No había duda de que se sentía un poco raro sin armas.
—Así que todo lo que nos queda por hacer es recuperar
la espada de esa chica, ¿no? — Dijo el chamán enano.
—Correcto. — Goblin Slayer sacó un frasco de su bolsa:
una poción de resistencia.
Abrió el corcho y se lo bebió de un solo trago. El
calor que se extendió por todo su cuerpo se sintió bien.
Había guardado este ítem, algo que la recepcionista le
había dado antes de irse, para un momento especial.
Goblin Slayer miró a sus compañeros: A la sacerdotisa,
la chica que tenía fe en él. A la elfa mayor, que se quedaba junto a él en las
buenas y en las malas. Al chamán enano, en quien se podía confiar en las
circunstancias más extremas. Al sacerdote lagarto, a quien confiaba su
seguridad en la batalla. Y a Noble Fencer, que había dado todo de sí para
llegar hasta este momento.
Cada uno de ellos estaba cubierto con barro, sangre y
ceniza, pero aquí estaban.
Luego miró hacia el horizonte. La ciudad fronteriza
estaba lejos al sur. La granjera estaba allí, esperando que volviera a casa. La
recepcionista también estaba allí.
Había más y más cosas en su vida que él no podía hacer
solo.
Este pensamiento cruzó por su mente, seguido poco
después por la conclusión de que esto estaba, muy probablemente, bien para él.
En ese caso, sólo había una cosa que hacer.
Lo mismo de siempre.
—Vamos a matar a todos los goblins.
✠
Los goblins no
tienen un concepto de industria, de crear cosas con sus propias manos. Además,
habían perdido a docenas de sus hermanos en esta reciente batalla. Tendrían que
evitar que se agotaran más los suministros, ahorrarlos.
Para llenar sus
filas, sin embargo, necesitarían vientres. Vientres y comida.
Para capturar
hembras y robar provisiones, tendrían que atacar una aldea.
Y para poder
atacar una aldea, tendrían que reunir su fuerza de combate, mantenerla, moverla
y atacar en el momento adecuado.
Todas esas cosas
fueron robadas. Sus mujeres fueron secuestradas, sus armas robadas, su comida
tomada por la fuerza.
No podemos hacer
nada, ¡no podemos hacer nada! Esto no tiene sentido. Nosotros somos los que
robamos; ellos son los que son robados.
¿Esto? Esto no me
hace diferente de los demás.
Aventureros
irrumpen en mi nido y toman lo que es mío; eso me convierte en nada más que…
¡nada más que un goblin!
—GOURRR…
El paladín goblin,
mucho más inteligente que cualquiera de sus camaradas, podía ver que todo había
terminado. Con las cosas como estaban, no se podía esperar que los goblins
supervivientes continuasen obedeciéndole.
Los goblins tenían
un fuerte sentido de camaradería, pero lo que los unía era la codicia. Mataban
a los que odiaban, violaban, robaban, los humillaban de las maneras más
terribles. ¿Qué otra cosa podría hacer un goblin?
Ahora no había
forma de avanzar; los planes del paladín goblin estaban en ruinas.
En ese caso, sólo
había una cosa que hacer.
Lo mismo que
siempre hacia.
Atacar a los
aventureros. Matar a los hombres, capturar a las mujeres. Luego las encadenaría
en su mazmorra, les daría de comer la carne de sus propios camaradas y las
obligaría a tener hijos hasta que sus corazones se rompieran y mueran.
Los goblins no
entendían que podrían sufrir represalias por robar, podrían ser reembolsados.
Sólo comprendieron que habían sido victimizados y que se vengarían.
—¡¡IRAGARARARARA!!
Así, todo lo que
siguió fue un estallido de ira.
*
La luz del alba
cayó sobre la fortaleza en llamas, un brillo plateado que resplandecía desde la
montaña en cuyas laderas sucedía todo esto.
El resplandor del
sol y la cumbre cayeron juntos sobre los aventureros mientras corrían. Incluso
un resbalón en la nieve habría sido fatal. Porque, como sucedía, estaban siendo
perseguidos por un grupo de locos goblins empeñados en matarlos.
—¡IGARARARAU! — El
paladín goblin alzó en alto su espada de aluminio, aullando una oración.
—¡GROAAAB!! — Los
goblins tras él gritaron en respuesta, agitando sus armas y corriendo hacia
delante. Sus ojos ardían, y sucia saliva goteaba de sus bocas.
Cada pizca de
racionalidad había desaparecido, si es que alguna vez la habían tenido.
Locura: era un
milagro de batalla concedido por el dios del conocimiento externo.
Los goblins que
seguían al gran paladín estaban atrapados en un remolino de locura. Dejaron de
pensar en el pasado y en el futuro; su único deseo en este momento era
despedazar a los aventureros, aplastarlos bajo sus pies.
Los goblins,
transformados en un ejército sagrado, literalmente no conocían el miedo. Ni
siquiera cuando las flechas empezaron a llover silenciosamente sobre los que
estaban en la vanguardia, cortándolas. Los goblins simplemente pisotearon los
cadáveres en la nieve, su fervor no disminuyó.
—Por eso odio a
los goblins. ¡Los números son lo único que tienen! — La elfa tomó una flecha
con punta de brote con un delicado movimiento, soltándola mientras se daba la
vuelta para bromear con sus amigos. A pesar de no apuntar cuidadosamente, la
flecha no podía fallar en su objetivo
Una habilidad tan
desarrollada era indistinguible de la magia.
—¡Por otra parte,
me encantan estos grandes espacios abiertos para disparar! ¡No como esos
interiores estrechos!
—¡Cuidado con lo
que deseas…! — El chamán enano chasqueó.
—¡Si tienes
aliento para hablar, entonces tienes aliento para correr! ¡Más rápido!
—¡Estoy corriendo!
¡Tan rápido como puedo!
Las piernas
rechonchas del enano lo convirtieron en el corredor más lento del grupo,
incluso cuando iba a máxima velocidad. Por otra parte, todo el grupo se estaba
moviendo un poco más lento de lo normal.
—¿Qué hay de ti? —
Preguntó el chamán enano. —¿Cómo está esa pierna?
—¿Honestamente?
Todavía me duele un poco. — Su pierna, tan delgada como la de un ciervo, había
sido alcanzada por una flecha no hace mucho tiempo. La elfa entrecerró un ojo
ante el dolor, y luego soltó otra flecha.
—Yo digo que a
este paso, creo que nos atraparán —, dijo el sacerdote lagarto. Sus movimientos
estaban siendo frenados por el frío, y no hace falta decir que seguía cargando
a las ex prisioneras. Había invocado a un guerrero colmillo de dragón y le
había confiado a una o dos de las chicas, pero este no era mucho más rápido que
él.
—Las filas
enemigas se han reducido. Podría recomendar que me dejen enfrentarme a ellos
solo.
—¡N-no! ¡No
puedes! — La sacerdotisa, que normalmente no era tan conflictiva, agitó su
cabeza vigorosamente. —¡Una cosa es hacer algo extravagante o increíble cuando
te ayuda a ganar, pero esta vez no funcionará…!
Uno se preguntaba
si ella se dio cuenta de que estaba repitiendo uno de los dichos favoritos de
Goblin Slayer.
Una poción de
resistencia ayudaba un poco, pero no podía restaurar completamente la fuerza
física. Habían abandonado el pueblo, marchado a través de la nieve, pasado toda
la noche asaltando una fortaleza, y ahora estaban librando otra batalla sin
haber tenido la oportunidad de descansar. La fatiga entorpecía la mente, una
mente entorpecida conducía a errores, y los errores, en este caso, conducían a
la muerte.
—Cielos… Si sólo
hiciera un poco más de calor, al menos podría moverme más efectivamente.
—No, no debes… oh
— La sacerdotisa recordó que tenía algo en su bolso. Rebuscó en su bolsa y sacó
un anillo. —Este es el anillo que me dio Goblin Slayer, otorga Respiración. No
servirá de mucho, pero…
—Cualquier cosa es
más que nada. Lo recibo con gratitud. — El sacerdote seguía corriendo, aun
cargando a las prisioneras, pero se las arregló para poner el anillo de la
sacerdotisa en un dedo escamoso.
En el momento en
que lo hizo, hizo un sonido impresionante; el efecto fue inmediato y notable.
Sin embargo, no fue suficiente para cambiar la situación de manera
significativa.
¿Qué hacer ahora?
Sólo uno de ellos
tenía potencia de fuego a gran escala. Noble Fencer permitió que el poder
mágico comenzara a fluir a través de ella.
—Usaré Rayo para…
—No. — Goblin
Slayer rechazó el plan directamente. —Habrá un momento para usarlo, pero no
ahora.
—¿……?
Noble Fencer le
dio una mirada interrogativa mientras corrían. Su cara estaba, como siempre,
oculta tras su casco, y ella no tenía ni idea de lo que podía estar pensando.
Él se quitó los
guantes, se masajeó sus dedos como para aflojarlos, y luego se volvió a poner
los guantes.
—Tomaré la
retaguardia. Tú me apoyas.
—¡Yo me encargo! —
dijo el chamán enano, tan seguro como un martillo forjando una espada. Respaldo
y soporte eran en lo que los lanzadores de hechizos sobresalían. —¿Qué es la
nieve sino agua? ¿Y que va mejor con el agua que la tierra?
Él giró como un
trompo, apenas mirando a los goblins mientras estrellaba sus manos contra el
suelo nevado. En cada mano había una bola de barro, el cual sería un
catalizador adecuado.
—¡Gnomos!
¡Undines! ¡Háganme el mejor cojín que vean!
Con un *shlorp*, el
suelo se ablandó. La nieve se derritió ante sus ojos, convirtiéndose en agua;
esta se mezcló con la tierra blanda y pronto se convirtió en un campo de barro.
Trampa: mientras
se lanzara en la dirección opuesta, esta no afectaría a los aventureros. Sólo
afectó a los goblins.
—¡¿GAROBA?!
—¡¿ORAG?!
Las primeras
criaturas que llegaran terminarían derrumbándose, agitando sus brazos, con sus
pies atrapados en el lodo. Entonces serían inmediatamente pisoteados por sus
compañeros. Esto serviría para reducir ligeramente los números de los enemigos
y aminorar su velocidad un poco. O debería haberlo hecho.
—¡ORAGARARAU!!
Sin embargo, en
ese momento, la oración del paladín goblin resonó a través del campo de
batalla. Y adelante, los goblins, rodeados por una pálida luz, caminaron
fácilmente por el barro.
—¡¿Qu-qué…?!
El chamán enano
estaba aturdido por esto. Tal cosa nunca hubiera sucedido si sus oponentes
fueran goblins ordinarios, pero estos tenían un paladín goblin liderándolos.
Ese debió ser el
milagro Contra Hechizo.
—¡Gaaah! — Exclamó
el chamán enano. —¡Estúpidos goblins escurridizos!
—Parece que
tendremos que dejar que mis flechas hablen —, dijo la elfa, lanzando una flecha
al ejército de goblins que se aproximaba. Esta voló entre las filas de los
monstruos, como si enhebrara una aguja, directamente hacia el paladín goblin…
—¡¿GAROARO?!
—… ¡Oh! — La elfa
chasqueó su lengua. Otro goblin había saltado delante del líder, sacrificándose.
—¡Ahh, maldita sea! ¡Lo tenía justo donde lo quería!
—Los números
enemigos se han reducido. Cambiaré contigo —, dijo Goblin Slayer, moviéndose
rápidamente hacia la parte posterior de la formación. Con un movimiento casual,
decapitó a un goblin que se había acercado demasiado.
Él lanzó su espada
a la siguiente criatura aproximandose, y pateó una lanza de sus pies a su mano.
—Ocho, nueve — Él
dio una estocada para revisar el arma, luego miró por encima de su hombro y
volvió a retirarse. —No podemos ir directamente al pueblo con todos ellos
detrás de nosotros. Recuerdo que había un valle en el camino.
—Si mi memoria no
me falla, no está demasiado lejos —, dijo el sacerdote lagarto.
—Entonces iremos
allí.
Miró hacia atrás,
arrojando su lanza. Esta perforó la armadura torácica de un goblin, clavándolo
en el nevado suelo.
—¿Qué te dije,
Corta Barbas?
—Lo siento.
El chamán enano
sacó otra espada del bulto que llevaba y la lanzó a Goblin Slayer. Luchar de
esta manera, dejando los cadáveres enemigos y sus equipamientos detrás, era
complicado porque significaba un flujo de armamentos menos constante.
Goblin Slayer
cortó a uno o dos goblins, luego, cuando la hoja se llenó de grasa y sangre, él
la sostuvo en un agarre inverso.
—¡Hrk…! — Hubo un
crujido sordo cuando él usó la empuñadura para romper el cráneo de un goblin.
Sostuvo la hoja con las manos enguantadas, empuñándola como un martillo, y mató
al goblin de un solo golpe.
—¡Trece!
Limpió los sesos
de su improvisada arma y se movió para atacar al siguiente monstruo. Toda la
empuñadura terminó enterrada en la caja torácica protegida por la ostentosa
armadura de cuero del goblin; la criatura cayó tan pesadamente que Goblin
Slayer simplemente dejó la espada.
—¡Bien, el
siguiente! — Dijo el chamán enano. —¿Quieres el pico o la pala?
—¿Eso importa? —,
gritó la elfa—. ¡Solo elige uno! — Fue su velocidad y habilidad lo que le daba
tiempo de intercambiar armas; ella sacó tres flechas de su carcaj y las disparó
casi más rápido de lo que un ojo podía ver. Tres goblins fueron atravesados
casi simultáneamente y murieron tan rápido que ni siquiera gritaron cuando
colapsaron en el suelo.
Eso hizo
dieciséis.
Goblin Slayer no
dudo. —Necesito algo largo.
—¡Entonces esa
sería la pala!
Él atrapó la pala que
el chamán enano le lanzó, balanceándola y golpeando con ella, atacando; los
cadáveres goblins iban en aumento.
Tratando de sacar
el máximo provecho al valioso tiempo que ellos habían ganado, las dos jóvenes
se movieron detrás del sacerdote lagarto.
— ¡Solo sigue
moviéndote…!
—…ngh.
Dijo la
sacerdotisa. Noble Fencer sólo hizo un gruñido de esfuerzo.
—¡Gracias…! — Dijo
el sacerdote lagarto. Las chicas lo estaban empujando desde atrás con sus
pequeños cuerpos. En cuanto al guerrero colmillo de dragón, quien transportaba
silenciosamente a las prisioneras, el grupo nunca había estado tan agradecido
por el familiar.
✠
Goblin Slayer,
empuñando la pala como una lanza, redujo a otro goblin.
— ¡Diecinueve!
Seis aventureros y
cuatro prisioneras rescatadas contra una verdadera marea de goblins liderados
por un paladín: esa era la esencia de la batalla mientras se retiraban bajando
por la montaña nevada. Todos los involucrados estaban absolutamente
comprometidos, listos para luchar hasta la muerte. Sus alientos se mostraban
color blanco en el gélido aire, nublando sus visiones. Sus pies comenzaban a
entumecerse por la nieve, pero sus cuerpos estaban calientes.
La espada había
matado a veinte goblins, luego las flechas de la elfa elevaron el total a
veinticuatro; Goblin Slayer había usado un hacha para el vigésimo quinto y el
vigésimo sexto, luego le lanzó el hacha al vigésimo séptimo, el cual fue
seguido por otra flecha.
Esta batalla, la
cual había comenzado con la salida del sol, había producido hasta el momento
treinta cadáveres de goblins, y no mostraba señales de detenerse aún. El halo
de la luz de la mañana brillaba sobre la nieve manchada de rojo por la sangre
de los goblins, corriendo en grandes líneas como si hubieran sido hechas por el
pincel de un artista.
La contienda era
desesperada; no terminaría hasta que un lado, sean aventureros o goblins, haya
sido asesinado hasta la última persona. Esa era la horrible verdad de la
cacería de goblins.
—Sigan adelante —,
dijo Goblin Slayer cuando llegaron a la entrada del valle.
Las palabras como
tal podían sonar como si él se ofreciera a sí mismo como sacrificio, instando a
los demás a dejarlo atrás y escapar mientras pudieran. Sin embargo, no hubo
ningún sonido trágico en su voz, la cual era tan fría y mecánica como siempre.
—Los detendré
aquí. — Su declaración provocó una mirada de todo el grupo.
—¿Puedes… puedes
de verdad? — Preguntó el sacerdote lagarto. Él había movido a sus dos
prisioneras, por lo que ahora las sostenía frente a sí mismo. Si fuese
necesario, él podía protegerlas con su espalda.
—Puedo. No tengo
ninguna intención de dejar que lleguen al pueblo.
Después de esta
breve respuesta, Goblin Slayer le asintió al chamán enano. El enano soltó una
risita fatigada y se encogió de hombros. —Lo siento, Corta Barbas, esa fue mi
última arma.
—Entonces, Goblin
Slayer-dono, tome la mía.
—Gracias.
En lugar de uno de
los armamentos del chamán enano, él recibió una espada-colmillo, Afilada con un
hechizo de afilamiento, lanzado sobre ella. Este fue el cuarto y último milagro
que el sacerdote lagarto pudo realizar.
La elfa, quien
había estado disparando tan rápido como podía recargar, dejó escapar un
suspiro. —Me gustaría cubrirte, pero… ¿Por casualidad tienes algunas flechas,
Orcbolg?
Los elfos eran
amigos del bosque; si hubiera habido al menos una rama frondosa a la vista,
ella podría haberse hecho una flecha para sí misma. Pero en el todo este mundo
blanco plateado no había ningún árbol que encontrar.
—Usa mi honda —,
dijo Goblin Slayer, sacando una bolsita fuera de su bolsa de objetos, mientras
le daba unas cuantas oscilaciones de prueba a la espada-colmillo.
La elfa atrapó la
bolsita en el aire, escuchando el sonido de piedras dentro mientras lo hacía.
—No soy muy buena
lanzando… — Hubo un ceño fruncido en su rostro y un decaimiento en sus orejas.
Aun así, ella sabía que no tenía opción, y colocó una piedra en la honda.
—No te gusta
porque no eres buena con eso. — El chamán enano dijo con una risita. —Creo que
es hora de que conjure mis hechizos, Corta Barbas. ¿Qué dices?
—Dudo de que haya
alguna utilidad en seguir conservándolos. ¡Haz lo que creas conveniente!
El chamán enano
conjuró otra Trampa. El paladín goblin simplemente volvería a usar Contra
Hechizo, pero al menos se vería forzado a desperdiciar uno de sus milagros. No
ralentizaría mucho a la horda, pero podría comprar solo un poco de precioso
tiempo a los aventureros…
Goblin Slayer
estaba tomando profundamente aire cuando la sacerdotisa corrió hacia él.
—Goblin
Slayer-san, aquí hay una poción.
—Gracias. Conserva
tu milagro.
—Por supuesto.
Confiaste en mí para saber cuándo usarlo.
Él le sacó la tapa
a la botella que ella le entregó y la bebió. Mientras lo hacía, la sacerdotisa
se ocupó de verificar los amarres de la armadura de Goblin Slayer, limpiando la
nieve o suciedad que pudieran limitar sus movimientos. Entonces ella hizo una
seña y comenzó a rezar.
—Oh Madre Tierra
que rebosas de piedad. Que tus bendiciones caigan sobre nosotros…
Esta oración no
produciría ningún milagro; esta solo era una oración, una bendición. Sin
embargo, Goblin Slayer de ninguna manera lo vio como algo inútil o sin sentido.
Él nunca habría sido tan arrogante como para rechazar cualquier cosa que
alguien pudiera hacer por él.
Él arrojó la
pequeña botella a la nieve al sentir los efectos de la poción extendiéndose por
su cuerpo. Él inclinó su casco de metal como si no supiera que decir; se quedó
mirando a la horda de goblins cada vez más cerca.
Finalmente, solo
dijo, —Hay una oportunidad.
—Sí, señor —
respondió la sacerdotisa. Ella no lo cuestionó: no por amor, dependencia o una
obediencia ciega. Era una simple fe… confiaba en Goblin Slayer, el hombre
delante de ella.
Él le devolvió la
misma mirada que ella le dio. Y luego asintió. Eso fue suficiente.
—Te dejo a ti
cuando usar Protección. Y… — Su mirada se desvió lentamente hacia Noble Fencer.
—…
Su generoso pecho
se agitaba mientras aspiraba, pero ella estaba controlando su respiración.
Preparándose para usar magia, tal vez. Goblin Slayer podía suponer eso.
Entonces, no hay necesidad
de que él explique los detalles.
—Cuando de la
señal, dispara.
Ella asintió,
enviando una onda a través de su cabello color miel. Él añadió una o dos cosas
más. Al principio, Noble Fencer lo miró sin comprender, pero luego ella dijo,
—…Entiendo.
Eso era todo lo
que él necesitaba escuchar.
En poco tiempo, él
había hecho lo que se necesitaba hacer.
Ahora, no había
nada más que hacer.
Goblin Slayer miró
el cielo. ¿Las manos celestiales seguían lanzando los dados allá arriba?
—Entonces,
comencemos.
Apenas habló,
Goblin Slayer echó a correr a través de la nieve. Él se dirigía hacia el
ejército goblin. El grupo asintió, luego empezaron a distanciarse, llevando a
las prisioneras a cuestas.
Las rocas de la
honda de la elfa pasaron silbando. Una, luego dos. Ella no tenía práctica en
esto, pero los goblins cayeron bajo su bombardeo, y eso era suficiente.
Entonces surgió el
inevitable oponente de Goblin Slayer.
—¡IGARURUARARA!!
El paladín goblin.
—¡Hrmph!
—¡IGRUAA!!
De este modo, la
batalla los unió por segunda vez. Hubo una resonancia de metal contra metal
cuando sus espadas se encontraron, chispas se dispersaron sobre el campo de
batalla. La espada de aluminio del paladín envió a abajo la extendida
espada-colmillo de Goblin Slayer.
*¡Fwsh!* A sus pies, la nieve se alzaba
como neblina. El paladín se precipitó hacia Goblin Slayer de nuevo, pero el
guerrero barrió su ataque y retrocedió. Goblin Slayer se lanzó en respuesta,
pero su hoja fue golpeada hacia abajo nuevamente por la espada de aluminio.
—Así que has
aprendido.
—¡IGAROU!
Goblin Slayer
pateó la nieve directamente a la aullante cara del paladín goblin.
El monstruo
retrocedió, cegado y balbuceando. Goblin Slayer le asestó un golpe con su
escudo.
Sin embargo, un
sonido metálico fue el único resultado.
El paladín goblin
también tenía un escudo. Apenas lo aprovechaba, pero lo había alzado a tiempo
para repeler el ataque.
—¡……!
—¡GROOB!!
Los dos empujaron
sus escudos, uno contra el otro, y dieron vueltas. Sus alientos salieron
arremolinados y blancos.
Goblin Slayer
tenía la ventaja en la fuerza física, pero el pequeño tamaño del paladín era
intimidante en su propio derecho. La criatura golpeó la espinilla de Goblin
Slayer con su espada, pero el aventurero saltó hacia atrás, fuera de su
alcance.
Mantuvo sus ojos
fijos en su oponente, cuya respiración echaba vapor, incluso mientras luchaba
por mantener el equilibrio en la nieve y ajustaba su agarre en la empuñadura de
su arma con su mano empapada.
—¡GRARAB!!
—¡¿Hrk?!
Hubo un golpe
seco, y una flecha rebotó en su cabeza. Debió de haber venido de uno de los
arqueros goblins, su ejército se estaba acercando.
Este era el por
qué un casco era tan importante.
Sacudió su cabeza
para despejar el eco del impacto, luego hizo un análisis de la situación.
— ¡¿Dónde está tu
honor?! — reclamó la elfa, lanzando otra piedra. Esta sobrevoló la cabeza del
arquero, golpeando al goblin detrás de él. La elfa chasqueó su lengua y disparó
otro proyectil, esta vez clavando en el hombro de su objetivo, rompiendo el
hueso.
—¡GRAORURURU…!
Sin embargo, ella
estaba en una posición complicada para mantener a raya a la horda de goblins.
El ejército estaba observando la lucha del paladín goblin, pero sólo porque
resultó ser una entretenida diversión para ellos.
Eso no significaba
que los efectos de Locura habían desaparecido. Simplemente estaban esperando,
seguros de que, independientemente de que el aventurero saliera victorioso o
fuera asesinado, el resultado no cambiaría. Los goblins naturalmente no tenían
ni idea de lo que podríamos llamar “orgullo de caballero”. Su lógica era
dictada solo por las circunstancias cambiantes frente a ellos. Si la victoria o
derrota le esperaban a este retador, ellos caerían sobre él en el momento en
que se decidiera el combate.
Goblin Slayer no
tenía tiempo que perder.
—Bien, entonces —,
murmuró Goblin Slayer. Hizo girar la hoja alrededor de su mano, se dejó caer en
una postura baja, y levantó su escudo. El paladín goblin reconoció esta
postura, e hizo una espantosa sonrisa satisfecha. Sin duda, él recordó su
batalla anterior. El escudo de Goblin Slayer estaba enfrentándolo, con el borde
hacia afuera.
—¡ORAGARARARA!!
Lanzó un terrible
grito de guerra y se lanzó hacia Goblin Slayer. Su espada de aluminio estaba
lista. Perforaría esa defensa a medias con facilidad.
¡Mira! Sí, mira a
la punta de la espada enterrarse en el escudo de Goblin Slayer. ¡Mira con qué
facilidad pasa a través de esa confección de cuero, madera y tela!
Atraviesa el
escudo, desgarra el brazo, perfora el guante, apuñala la carne. La sangre corre
por el borde de la hoja, goteando sobre la nieve y la vuelve rosa.
La espada de
aluminio golpeó de verdad, incluso desgarró el hombro de Goblin Slayer.
El paladín goblin
escuchó el suave quejido de alguien tratando de reprimir el dolor. Él sonrió de
forma satisfecha, pensando que había ganado.
—Caíste.
Pero, de hecho,
ese fue el final para él.
La hoja de
aluminio no fue más lejos. Él puso toda su fuerza en ella, pero no pudo hacer
que se moviera.
Fue por la
empuñadura. La empuñadura de su espada, que era lo suficientemente pesada como
para ser un martillo de guerra, se había quedado atrapada en el escudo de
Goblin Slayer.
—¡Hr-grr!
—¡¿ORAGA?!
Y en un simple
concurso de fuerza, ningún goblin esperaría vencer a un humano. Goblin Slayer
tiró del escudo perforado por la espada; prácticamente se llevándose el brazo
del goblin.
Sería correcto
decir que él había permitido que atravesaran su escudo. De otro
modo… de otro modo, ¿por qué habría revelado deliberadamente su mejor
movimiento para matar al paladín goblin? ¿Por qué habría intentado interceptar
y atacar con su propio escudo incluso después de que su espada se rompiera?
—Los goblins son
estúpidos, pero no tontos.
Por primera vez,
el paladín goblin vio el rostro de su oponente. En lo profundo de la oscuridad
dentro de ese casco de acero, él vio un resplandeciente ojo rojo.
—Pero tú eres
tonto.
—¡AGARARARARARA!!
Goblin Slayer
retorció su espada-colmillo, desgarrando despiadadamente la garganta del
paladín.
Hubo una erupción
de sangre de goblin, contaminando el mundo plateado. Goblin Slayer, que había
torcido su cuerpo para proteger la espada de aluminio, estaba empapado en
sangre.
—¡¿GORA, u…?!
—¡GROB! ¡¿GROB?!
Miró fijamente a
los goblins, quienes estaban congelados de miedo allí en el valle.
No hubo mejor
momento que este. Este era precisamente el momento que había estado esperando.
— ¡Fuego! — gritó
Goblin Slayer.
—Tonitrus…
oriens… —, respondió Noble
Fencer. Y luego: —… ¡Iacta!
Relámpagos
destellaron.
La montaña se
sacudió.
El aire se
expandió cuando la electricidad lo atravesó, pero los rayos no cayeron sobre
los goblins. Todos siguieron al rayo con sus ojos; arriba, arriba.
El rayo golpeó la
cumbre de la montaña.
Hubo un estruendo
y un gran estremecimiento.
Eso solo podía
significar una cosa.
—O-oye, eso es un
poco peligroso, ¿no? —, dijo el chamán enano con el ceño fruncido.
—Tengo un mal
presentimiento sobre esto —, añadió la elfa, sus largas orejas se movían
nerviosamente.
Ciertamente lo
entendieron: este sería definitivamente el fin de los goblins.
—Mm —, asintió el
sacerdote lagarto adrede. —Parece que ha llegado.
Un ruido violento
como el de tambores de guerra, o como los cascos de la caballería de un
ejército aproximándose, venía hacia ellos. Y, de hecho, la muerte, vestida de
blanco, estaba viniendo en una estampida hacia el valle.
Era una avalancha.
—¡……!
El sonido de
sorpresa ahogada, y el grito, podrían haber pertenecido a la elfa o a Noble
Fencer.
La que exclamó,
—¡Oh, por el amor de dios! — fue probablemente la elfa.
— ¡¿GARAOROB?!
— ¡¿ORARAGURA?!
Lanzando aullidos
insoportables, los goblins fueron tragados por la embestidora nieve. No había
nada que ellos pudieran hacer, ninguna posibilidad de correr; ni siquiera
dejaron huellas.
En medio de este
caos, una persona saltó adelante, actuando más rápido que cualquier otro: era
la sacerdotisa.
Ahora. La palabra vino a su mente como una
revelación.
No hubo ninguna
vacilación, ni renuencia. Ella sujetó su bastón y ofreció una oración que
consumía el alma a los dioses.
— ¡Madre Tierras
que rebosas de piedad, por el poder de la tierra, concédenos seguridad a
nosotros que somos débiles!
El tsunami blanco
se estrelló contra una barrera invisible, separándose pulcramente a ambos
lados.
Desde dentro de la
protección milagrosa que la Madre Tierra les otorgó, ella lo miró.
Él estaba tan
lejos. Un hombre solo, entre el ejército goblin, fuera del milagro de la Madre
Tierra.
Ella quería alzar
su voz, estirar su mano, a pesar de saber que no lo alcanzaría…
— ¡Goblin Slayer-san!
Entonces el blanco
acabó con todo; todo despareció de la vista.
✠
—… ¡¿Esta… esta
él…?!
Ella fue la
primera en levantarse cuando todo terminó: Noble Fencer.
Ahora que
Protección se había desvanecido, ella tuvo que sacudirse la nieve mientras se
levantaba.
Todo era blanco.
La nieve había borrado todo rastro de las batallas y asesinatos que ella y los
demás habían realizado. Ninguna señal de algún goblin había quedado; ellos
desaparecieron por completo, como si sólo los hubiera soñado.
—… ¿Dónde está? ¿Dónde
está Goblin Slayer?
Ella miró a su
alrededor, miró atrás. No había ningún indicio de esa distintiva armadura. En
cambio, vio a la sacerdotisa, aferrándose a su bastón, con su respiración
agitada. Ella vio a sus camaradas.
La sacerdotisa dio
un golpecito a sus labios con su dedo congelado, de forma reflexiva, y miró el
pie de la avalancha. —Supongo que él debe estar debajo de todo esto, después de
haber sido barrido por la nieve.
Se podían ver
brazos y piernas de goblins asomándose como ramas muertas en la nieve que se
había deslizado hacia el valle.
—Probablemente —,
dijo la elfa asintiendo y frunciendo el ceño. Sus orejas se movieron
ligeramente, una vez, dos veces. —La nieve todavía está deslizándose en la
distancia. Será mejor que no hablemos demasiado alto.
—En ese caso, será
mejor que vayamos a su encuentro, diría yo —, dijo el sacerdote lagarto,
limpiando el polvo blanco de su cuerpo con una gran sacudida. Él comprobó que
su grupo, junto con las ex prisioneras y el guerrero colmillo de dragón que las
sostenía, no estuvieran heridos, luego hizo un extraño gesto con las palmas
juntas.
Gracias a mis
antepasados. Más aún
cuando él había escuchado que fue un gran frío el que los había sepultado.
—Como la avalancha
no fue tan grande, no creo que él haya ido muy lejos —, dijo él.
—…… ¿Ustedes no
están… preocupado por él? —, preguntó Noble Fencer.
—Por supuesto que
lo estamos —, respondió fácilmente el chamán enano. —Él es nuestro amigo.
Él acarició su
barba, sacó un odre fuera de su bolso, y tomó un trago. El fuego y el alcohol
eran una forma de calentar el cuerpo. Luego le dio un guiño.
—Pero… Bueno, ya
lo entiendes, ¿verdad?
—Estamos hablando
de Goblin Slayer —, dijo la sacerdotisa, con una sonrisa indefensa cruzando su
rostro.
Incluso con esta
declaración, Noble Fencer descubrió que no podía aceptar eso.
A pasos
inestables, el grupo se abrió camino bajando la montaña, buscando mientras
avanzaban. Estaba silencioso ahora, muy diferente a su retirada de poco antes,
pero el camino que estaban tomando era suficiente como para hacer desmayar a
cualquiera. Con cada paso que daba, Noble Fencer sentía que un peso opresivo se
asentaba encima de ella.
Si no hubiera
dicho que quería recuperar mi espada… tal vez él no hubiera tenido la necesidad
de hacer eso.
Es mi culpa.
Mi culpa.
Todo esto… Todo
esto es mi culpa.
—… ngh…
Ahora que todo
había terminado, o mejor dicho, ahora que fue arrojada a esta circunstancias
tan repentinamente, ella comenzó a apreciar las consecuencias de lo que había
hecho. Su estrategia arrogante. La muerte de sus amigos. El ataque al pueblo.
El retraso en rescatar a las prisioneras. Y Goblin Slayer.
Ella debería haber
sido capaz de hacer algo mejor que esto. Incluso solo un poco. Las cosas no
deberían haber terminado en este miserable fracaso.
Regresando al
principio; si ella no se hubiera convertido en una aventurera…
Sus ojos, que
miraban fijamente el suelo, empezaron a empañarse; se hizo difícil de ver.
Y, sin embargo,
ella distinguió algo moviéndose.
—¡Oh…! — Ella no
quiso hacer ningún ruido; y ella puso su mano sobre su boca.
Algo se arrastraba
gateando sobre la nieve. Debió haberlos visto venir, porque respondió
abruptamente… sacudiéndose la nieve y poniéndose de pie. Era un hombre.
—Cometí un error
—, dijo él.
Él llevaba una sucia
armadura de cuero. Un casco de acero de aspecto barato. No tenía una espada en
su cadera, y el escudo en su brazo estaba roto.
—Debería haber
estado más preocupado por el impacto que por asfixiarme.
Error o no, de
cualquier forma, Goblin Slayer se veía perfectamente calmado.
—¿…G-Goblin…
Slayer…? — Noble Fencer difícilmente podía ser culpada por el tono de
incredulidad en su voz.
—Sí. ¿Necesitas
algo?
— ¿Eso es todo lo
que tienes que decir? —preguntó exasperada la elfa.
—Hmm… Así que
estás a salvo.
—Esa es mi línea…
Tengo que admitirlo, pensé que era raro que simplemente trajeras anillos para
respirar. — La elfa presionó su frente como si estuviera luchando contra un
dolor de cabeza. Pero sus orejas se balanceaban alegremente.
De repente, eso
tuvo sentido para Noble Fencer. Ella miró su mano. Un anillo mágico, cuyo
efecto hace mucho había expirado, se asomaba entre sus vendajes.
El anillo con
Respiración.
La nieve solo era
agua, entonces… entonces…
—… ¿Todo el tiempo
sabías que todo esto sucedería?
—Hasta cierto
punto.
—Goblin Slayer-san
—, dijo la sacerdotisa. —Estoy acostumbrada al hecho de que eres quien eres,
pero… — Ella concluyó con un murmullo. —Podrías al menos habernos hecho
saber sobre el plan —, y lo miró con reproche. —Sé que dijiste que no
harías nada extravagante, pero todavía estoy bastante sorprendida.
—No seas tonta. —
Goblin Slayer estaba en cuatro patas otra vez, cavando en la nieve mientras
hablaba. —Nuestro enemigo era un goblin inteligente. ¿Y si a alguien se le
hubiera escapado algo, arruinando el plan?
— ¿A quién le
importa los “y si”? ¡Estábamos preocupados por ti!
—Hrk…
— ¿Por favor,
podrías decirnos lo que vas a hacer a partir de ahora?
Después de una
pausa, él dijo, —Entendido. — Esa fue toda su respuesta. La áspera voz sugería
una expresión agria debajo del casco.
—¡Lo dijiste,
Escamoso! ¡Incluso tus nagas no son tan aterradores como una mujer malhumorada!
—¡Ha-ha-ha-ha!
¡Incluso ahí! Incluso ahí estas en lo cierto, hechicero-dono.
El enano y el
lagarto reían juntos. Ellos estaban cansados, pero sus rostros lucían alegres.
La elfa solo
sacudió su cabeza, apartando la vista de ellos y mirando a la distancia. Noble
Fencer siguió su mirada solo para encontrar un cielo azul claro y un sol tan
brillante que era difícil de mirar.
—Hay alrededor de
un millón de cosas por las que me gustaría criticarlo —, dijo la elfa, con una
sonrisa en los labios. —Pero así es como debe ser una aventura.
Aventura.
La palabra dejo
sin aliento a Noble Fencer.
Emprender una
aventura, colarse dentro de un nido de monstruos, recorrer un laberinto…
Los amigos con
quienes ella había intentado por primera vez este tipo de cosas se habían ido;
y ella acababa de conocer a los amigos con los que estaba ahora.
Ya veo… Así que
esto fue una aventura…
—Oye.
—¡¿……?!
Sorprendida, Noble
Fencer volteó para ver la fuente de la inesperada voz.
—La encontré. —
Goblin Slayer se puso de pie de nuevo, sosteniendo algo que había sacado fuera
de la nieve.
La vaina brillaba
a la luz del sol.
Con un
despreocupado movimiento, sacó la espada de aluminio fuera su escudo en donde
se había alojado. La sacudió para limpiar la sangre, su propia sangre, y luego
la limpió suavemente con un trapo.
Finalmente, la
puso en la vaina que había encontrado con un *click*.
—Pude agarrar la
espada, pero la vaina fue arrastrada por el paladín goblin, quien aún la tenía
en su cadera.
—…Oh…oh…
—Creo que una
avalancha fue un error.
—…oh… sniff…
Noble Fencer tomó
la espada ofrecida con ambas manos; ella pudo sentir el peso de esta. Su visión
se empañó aún más; parpadeó varias veces para aclararla. Luego se frotó los
ojos furiosamente, pero no importaba lo que hiciera, ella no podía contenerse.
Se limpió la nariz, pero eso tampoco ayudó.
Gotas de agua
comenzaron a caer sobre la espada, rebotando lejos.
Goblin Slayer observó
muy seriamente a Noble Fencer mientras ella estaba de pie llorando.
Desapasionadamente, casi de una forma mecánica, él dijo, —Lloras mucho.
Noble Fencer se aferró a la espada y lloró con todas sus fuerzas.
