Goblin Slayer Vol. 5 Interludio 1
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Goblin Slayer volumen 5 interludio 1 en español

De Aquellos que Estaban Esperando
—¡Cielos! ¡Frío! ¡Hace frío! — A pesar de sus quejas,
la granjera parecía muy feliz cuando abrió la puerta del gremio. —¡Incluso está
nevando!
¡Es invierno, muy bien! Con esas palabras, entró en la sala de espera del gremio y se
quitó la blanca nieve de la ropa. Los pocos aventureros que había dentro
estaban sentados en el gran banco, calentándose junto al fuego de la chimenea.
El pequeño número se debía en parte a la hora del día, y en parte al simple
hecho de que no mucha gente quería aventurarse en invierno.
Hacía frío, no era fácil acampar, había nieve, era
peligroso y… oh sí: hacía frío.
Historias hablaban de bárbaros de mucho más allá de
las montañas del norte que no les afectaba un frío como este, que afirmaban que
esta era la estación en la que los pueblos civilizados débiles se aferraban a
lo que era cálido.
Mientras la granjera caminaba por la cálida
habitación, dejó escapar un suspiro. La mayoría de los aventureros, ávidos de
dinero, ahorraban desde la primavera hasta el otoño para poder pasar el
invierno sin trabajar.
Sin embargo, eso no significaba necesariamente que los
aventureros de aquí ahora fueran malos ahorrando. Los aventureros podían
descansar en invierno, pero los no-iluminados no: goblins, espíritus caídos y
monstruos seguían afuera.
También habían ruinas cuyas puertas se abrían sólo en
temporada de nevadas, y había tesoros escondidos que encontrar. Aquellos que se
sometían a un entrenamiento duro, exploradores o aventureros de razas no
susceptibles al frío no paraban su trabajo simplemente porque era invierno.
De hecho, la escasez de aventureros significaba más
misiones que realizar durante el invierno, algo de lo que ya hemos hablado
antes.
—Ciertamente es invierno —, dijo la amiga de la
granjera, la recepcionista, al captar las palabras que la granjera había
murmurado para sí misma.
La granjera hizo un sonido de desconcierto al ver a su
amiga mirando por la ventana con una mirada melancólica, con la barbilla en sus
manos.
—¿Qué pasa? —, preguntó la granjera. Alguien le pasó
un formulario mientras hablaba.
—Nada —, dijo la recepcionista con una enigmática
sonrisa. —Sólo estaba… viendo caer la nieve.
—Oh…
Atraída por el comentario, la granjera también miró
por la ventana. Podría ser fácil no verlo si uno mismo estuviera en medio de
los remolinos, pero desde el interior de esta habitación era realmente hermoso.
Pronto, copos de nieve cubrirían la ciudad de blanco.
—Espero que él esté bien…
La recepcionista sólo se susurraba a sí misma; no dijo
quién esperaba que estuviera bien, o qué cosa estaba haciendo esa persona que
lo pusiera en peligro.
Eso no impidió que la granjera pusiera una mano en su
amplio pecho y le susurrara, —Estará bien. — Luego añadió, —Creo que ya ha
estado en la montaña nevada antes.
—Oh, ¿en serio? — dijo la recepcionista, parpadeando
ante esta nueva e inesperada información. —No sabía eso. Así que ya ha estado
allí antes.
—Aunque nunca me dijo qué estaba haciendo allí.
Todo el mundo tiene ciertas cosas de las que no quiere
hablar. Él siempre era taciturno, y aunque a veces la hacía sentir un poco
sola, la granjera estaba dispuesta a vivir con ello.
Después de todo, hay cosas que tampoco le he dicho.
Ella devolvió el formulario con una palabra de
agradecimiento y guardó sus sentimientos en ese amplio pecho suyo.
—¡Ugh! ¡Frío, frío, frío! ¡Esa helada es suficiente
como para lastimar! ¡Sé que ese tipo sólo estaba usando sus puños, pero…!
—Era… el descendiente…. de los Gigantes de Escarcha,
¿no?
—Esa pelea fue demasiado larga y dolorosa.
La puerta del gremio se abrió, dos caras familiares
entraron junto con una ráfaga de viento.
Uno de los aventureros era un hombre guapo con una
lanza apoyada en su hombro; la otra, una bruja cuyo atuendo dejaba poco de su
generosa figura a la imaginación.

Se sacudieron la nieve en la entrada, y luego el
lancero, con su pelo cuidadosamente peinado, se acercó a la recepcionista.
La granjera se puso de pie. —Buena suerte con el
trabajo.
—Gracias. Trabajaré lo más duro que pueda. — Hubo una
pausa, —No lo odio, ¿sabes?
—Él simplemente no es mi favorito —,
susurró ella, y la granjera le sonrió.
—Creo que todo saldrá bien.
—¿Qué quieres decir?
—Volverá antes de que celebremos el fin de año.
Estoy segura de ello.