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City of Witches capítulo 325

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City of Witches novela pdf
City of Witches - Siwoo Brujo

 Te Elijo a Ti I


Parte 1

Una vez terminado su turno del día, organizaron una sencilla fiesta para celebrar el gran éxito de la jornada, que terminó al llegar la mañana.

Ahora, el club anfitrión estaba tranquilo, como si el ajetreo de ayer fuera mentira.

Siwoo, que ya había bebido mucho alcohol durante su turno y aún más en la fiesta, se echó una siesta de unas dos horas.

Normalmente, después de despertarse, tendría una terrible resaca, pero gracias a su cuerpo espiritual, no tuvo que sufrirla.

De repente tuvo ganas de deambular, así que bajó al primer piso y se encontró a Takasho escribiendo algo bajo la luz de la lámpara de gas.

Viendo que aún no se había cambiado de ropa, parecía que había vuelto inmediatamente al trabajo después de la fiesta. 

“¿Todavía no duermes?”

Ante la llamada de Siwoo, Takasho levantó la barbilla y le sonrió. 

“Hey, parece que el as de nuestro club anfitrión está despierto. ¿Quieres tomar algo?” 

“Nah, paso. Ayer me tomé unas diez botellas, sólo con ver otra ya me dan ganas de vomitar.” 

Viendo cómo pasó quince minutos con cada una de las 120 brujas que vinieron ayer, lo más probable es que bebiera más que eso. 

Llegó al punto de sentirse mal por el alcohol, ya que tuvo que beber todo lo que las brujas le ofrecían, todo mientras les servía lo mejor que podía. 

“De todos modos, ¿qué haces? El sol está a punto de salir.”

“Escribiendo documentos y organizando la lista de clientes y el orden de las colas.” 

Tal y como dijo, había tickets para hacer cola y formularios de admisión esparcidos por la mesa. 

La visión hizo que Siwoo se replanteara la impresión que tenía de su querido amigo. No podía tacharlo de mujeriego cuando se desvivía por hacer horas extras de esa manera a pesar de ser el jefe del local. 

No pudo evitar admirar interiormente a su querido amigo.

“Sobre todo la lista de clientes es muy importante organizarla. Así podremos saber cuáles de ellas están dispuestas a gastar un montón de dinero de golpe y merecen ser tratadas como VIP.” 

“¿Necesitas ayuda?”

“Nah, ya casi he terminado.”

Siwoo sacó una silla y se sentó cómodamente con las piernas sobre la mesa. 

“Siwoo... Gracias, de verdad... Dile a la Srta. Periwinkle que yo también le estoy muy agradecido.” 

“Oh, vamos, para ya. Me estás poniendo la piel de gallina.” 

“Sabes, hice todo lo posible para que este negocio funcionara, pero aun así fracasé miserablemente. Fue gracias a ustedes dos que finalmente puedo sentirme esperanzado sobre el futuro...” 

“¿Crees que puede funcionar?” 

La cuestión era que Siwoo no trabajaría aquí para siempre, así que lo importante era si Takasho podía hacer o no que Rose Glass funcionara sin él. 

Afortunadamente, parecía que Siwoo no necesitaba preocuparse por el asunto, ya que Takasho sonrió felizmente antes de asentir. 

“Hay más de diez brujas que dejaron sus tarjetas de visita y me pidieron que las invitara de nuevo cuando todo se calme. Y el número de brujas que prometieron volver la próxima vez se duplicó con creces. Puedo decir con seguridad que esta vez nos ha tocado el premio gordo.”

“Es bueno oír eso.” 

Sólo después de escuchar las palabras de Takasho, Siwoo pudo estar tranquilo. 

La razón por la que se ofreció a trabajar como anfitrión, a pesar de que no sabía nada de la industria, fue porque quería ayudar a Takasho para que a su negocio le fuera bien. 

“Pero aun así... No sé cómo decirlo... Uh, ¿este sitio es más inocente de lo que pensaba...? Considerando como solías ir por ahí y tener sexo todos los días, es una sorpresa que tu negocio no se inclinara hacia ese lado, sabes...” 

“Realmente te has adelantado y has dicho ese tipo de gilipolleces delante de mi cara, ¿huh?” 

Takasho estampó el sello de su mano en el papel que tenía delante con una sonrisa irónica. 

“De todos modos, así es como es un club anfitrión de primera clase. Solo los clubes anfitriones de segunda categoría ofrecerían a sus anfitriones como un consolador andante para los clientes. Ese tipo de club saldría del negocio antes de un año.”

“Bien, me dijiste sobre eso antes, creo.”

“En cualquier caso, de momento, seguiré llevando el club con esta política. Cuando empecemos a tener clientes habituales, pensaré en organizar algún tipo de evento para mantener las cosas frescas. Quizá los lleve a todos al Mar Angosto o traiga algún ítem del Mundo Moderno para presentarlo.”

Después de que Takasho terminó de trabajar en los documentos, se puso un cigarrillo en la boca y lo encendió.

Tal vez, como estaba agotado, no parecía tan alborotado como de costumbre, pero Siwoo podía verlo claramente en su cara...

Estaba extremadamente feliz con todo esto.

“Has cambiado mucho, ¿sabes? En aquel entonces, eras un cabrón miserable que ni siquiera podía hablar bien con las mujeres. Sin embargo, aquí estás, manejando a esas brujas como un follador. ¿Cómo demonios hiciste eso?” 

“No lo sé. Pasaron cosas y de alguna manera terminé así, supongo.”

Aunque sus palabras eran ciertas. Por aquel entonces, Siwoo ni siquiera se atrevía a mirar a las brujas a los ojos, pero ahora las manejaba bien.

“¡De todas formas! ¡Podemos decir que ambos hemos ascendido! Érase una vez, que éramos simples esclavos humildes, cavando zanjas en la Academia Trinity y ahora ¡míranos! ¡Hincha el pecho, amigo mío! Siéntete más orgulloso de ti mismo.” 

“Cállate, ni siquiera cavaste la zanja en aquel entonces.” 

“Cierto, fuiste tú quien lo hizo mientras yo estaba ocupado abriendo los coños de las brujas. Además, ya sabes, si me columpiara por ahí, tal vez nos cavaríamos el culo el uno al otro en su lugar, ¿no crees? Por supuesto, yo estaré delante y tú vendrás por detrás.” 

“Ugh, para... Sólo de pensarlo me pongo enfermo. Para antes de que te mate.”

Aunque estaban intercambiando bromas tan desagradables, el ambiente era agradable.

De repente, Takasho señaló algo.

“Bien, ¿tu novia te dio permiso para trabajar aquí?” 

“¿Qué?”

“Vamos, esto es un club de anfitriones, ¿sabes? ¿No se pondrá celosa?”

¿Celosa?

¿Permiso?

Ambas palabras eran algo que ni siquiera se le había pasado por la cabeza a Siwoo antes. 

“... Debería estar bien. No es como si estuviera haciendo algo grande de todos modos.”

Al oír esa respuesta, Takasho entrecerró los ojos mientras sacudía la cabeza.

“Nuestro Shin Siwoo ha cambiado mucho, ¿verdad? Pero lo entiendo. Ahora que eres el gran jefe, no hay razón para que te conformes con un solo socio, ¿eh? Pronto te convertirás en un VIP en Obstetricia y Ginecología de Gehenna.”

“Deja de decir tonterías y vete a dormir. ¿No necesitas prepararte para mañana?” 

“Claro. Pero, ¿y tú? ¿No necesitas dormir también?” 

“Nah, ya no necesito dormir. Aunque me agote mucho, una siestecita me hará sentir mejor otra vez.” 

“Debe ser agradable tener el cuerpo de una bruja.” 

Por supuesto, a Takasho no le importaba realmente si Siwoo se había convertido en bruja o no. 

Se encogió de hombros y se puso de pie.

“Por favor, ven a menudo, incluso después de que pasen tus dos semanas. Eres el único amigo que tengo ahora, ¿sabes?”

“Claro, sólo escribe una lista de lo que quieres que te compre, lo traeré la próxima vez que vuelva del Mundo Moderno.” 

“Por supuesto. Gracias de antemano.” 

Tras intercambiar una ligera despedida, Takasho se metió en su alojamiento. 


Parte 2

La magia era un estudio complejo y ser inteligente no bastaba para dominar ni una fracción de ella.

Esa era la razón por la que muchas brujas comparaban la magia con algo parecido a una orquesta elaborada.

En la magia, la inspiración artística era tan importante como el conocimiento sistemático.

Al fin y al cabo, desde la antigüedad era bien sabido que la sublimación y la trascendencia espiritual procedía del arte.

Por eso había brujas que se dedicaban a clases de artes liberales, como la música, el arte y la danza desde que eran aprendices de bruja.

Y una de ellas era la aprendiz de Lucy Yesod, Diana Yesod, que se dedicaba a sus clases de ballet.

O, para ser más precisos...

La Condesa se dedicó a enseñarle ballet, pero en cuanto a la propia Diana... 

“Ugh... Hace tanto calor...”

—Diana Yesod—

La mansión de la Condesa Yesod, dentro de una sala de baile que estaba reservada sólo para una persona.

Enormes espejos —cada uno de 4 m de altura— estaban instalados en las dos paredes.

Aunque la sala no era lo bastante grande para jugar al fútbol, sí lo era para jugar al fútbol sala. Dentro, Diana dejó escapar un largo suspiro.

En una de las esquinas de la habitación, había un cojín colocado allí.

Diana extendió su cuerpo sobre él.

Sus ajustadas mallas blancas estaban empapadas de sudor y sus pies estaban cubiertos por unas zapatillas de color beige.

Llevaba un vestido de ballet de una belleza tal que, probablemente, si pasara por delante de la tumba de Edgar Degas*, el hombre saltaría de su tumba para admirarla.

Cuando era ella consciente de que la Condesa Yesod la observaba, fingía practicar con ahínco, pero en cuanto la Condesa la dejaba a su aire, dejaba de practicar sin vacilar. 

“Por esto odio hacer ejercicio...”

Había un brillo de insatisfacción en sus ojos color topacio.

Estaba claro que Diana odiaba hacer ejercicio.

En realidad, prefería sentarse a tocar el piano en vez de hacer ballet, pero la Condesa la presionaba para que lo hiciera, así que no podía hacer mucho al respecto.

Aunque Diana podía optar por no hacerlo, la Condesa la castigaría sin duda si lo hacía.

Por eso, a pesar de su molestía, decidió hacerlo de todos modos.

A simple vista, un ejercicio de ballet no parecía tan malo, pero no lo era en absoluto en opinión de Diana.

El cabello gris que se había atado desde hacía un buen rato, se le había caído y despeinado.

Los zapatos de punta que llevaba estaban tan apretados que podía sentir el dolor en cada parte de sus pies.

Y no sólo eso, el sudor que salía de su clavícula después de un simple baile le resultaba completamente desagradable.

Luego estaban los leotardos y las mallas.

La forma en que se ceñían a su cuerpo la avergonzaba cada vez que se miraba al espejo.

Cuando era más joven, le encantaban, pensaba que eran bonitas, pero ahora que había crecido considerablemente, se preguntaba una y otra vez: “¿Quién en su sano juicio pensaría que estas cosas son bonitas?” cada vez que las veía. 

“Da igual. El ejercicio de hoy está hecho.”

Me quedaré por aquí dos horas y me iré cuando llegue la hora de almorzar.

Después de eso, echaré una larga siesta hasta que llegue la hora del té a las 3, y luego saldré al jardín a jugar.

Luego, después de cenar, me daré un baño de tres horas antes de irme a dormir.

Mientras planeaba sus próximas actividades, sintió de repente un escalofrío que le recorría la espalda.

¿La causa? Cierta persona acababa de pasar junto al espejo de pared.

La Condesa Yesod, que la miraba con los brazos cruzados. 

“¿M-mamá...?”

—Condesa Lucy Yesod—

Diana se levantó apresuradamente y fingió volver a practicar, pero incluso después de eso, la mirada amenazadora de la Condesa no se apartó de sus ojos.

Ya era demasiado tarde.

Además, la atmósfera que rodeaba a la Condesa era diferente, como si hubiera tomado una decisión sobre algo. 

“Diana, ¿cuánto tiempo planeas quedarte así?” 

“Sólo estaba tomando un breve descanso, después volveré a practicar de nuevo. ¿Quieres ver los movimientos que he estado practicando, mamá?”

“¡¿Crees que soy tonta?! ¡Te vi sin hacer nada durante toda una hora tan pronto como pensaste que me había ido! ¿No me prometiste que practicarías mucho? ¡¿Era demasiado pedirte que practicaras?!”

Diana intentó hacerse la simpática y aplacar su enfado, pero la Condesa seguía sin ceder. Al contrario, siguió regañándola aún más. 

“Estudiar magia está bien, ¡pero te dije que movieras el cuerpo de vez en cuando! Incluso esta clase de ballet sólo dura cuatro horas a la semana. ¿Y sigues holgazaneando durante ese poco tiempo?” 

“... L-lo siento, mamá...”

Diana bajó la cabeza.

Sus brazos colgaban débilmente de sus lados.

No sólo eso, sus hombros mostraban un claro abatimiento, como si hubiera reflexionado adecuadamente sobre lo que había hecho mal. 

“Fue porque me dolían mucho los pies durante los entrenamientos... Te prometo que no volveré a mentirte a partir de ahora...”

Ella dijo esas palabras con una voz débil y temblorosa.

Después de eso, las lágrimas se deslizaron por su barbilla hasta el suelo, gota a gota.

Como su plan A de actuar de forma linda fracasó, pasó inmediatamente a ejecutar su plan B: lágrimas de cocodrilo.

Este fue su movimiento especial, el movimiento que nunca le había fallado antes.

Aunque la Condesa Yesod estaba decidida a regañarla, estaba claro que las lágrimas de Diana la afectaban.

Sus dedos comenzaron a temblar.

Tal vez si bajara un poco la guardia, correría hacia Diana y la abrazaría.

Pero, ella sabía que tenía que mantenerse firme aquí.

Porque no quería que su preciosa hija se convirtiera en la encarnación de la pereza.

Aunque, probablemente era demasiado tarde ya que Diana ya era demasiado mayor para ser llamada niña. 

“¡Deja de mostrarme esas lágrimas falsas! ¡Sé que no estás llorando de verdad!” 

“N-No son falsas...”

Aunque dijo que no era falso, sus lágrimas se secaron inmediatamente como el humo cuando volvió a levantar la cabeza, haciendo que la Condesa la mirara estupefacta. 

“¿Puede perdonarme esta vez...? Prometo trabajar duro a partir de ahora...” 

“¿Perdonarte? Claro que no. ¡¿Has estado holgazaneando, mintiendo e incluso engañándome con tu actuación?! Tú— ¡juro que serás mi muerte!”

Mientras tanto, Diana también se quedó boquiabierta, ya que no sólo falló su movimiento especial, sino que su madre seguía regañándola sin descanso.

Parecía que esta vez su madre no la dejaría escapar tan fácilmente.

Y su suposición aproximada fue correcta, ya que una declaración impactante salió de la boca de la Condesa, dejando a Diana estupefacta una vez más. 

“Sal de la mansión.” 

“¿… Huh?”

Diana comenzó a tartamudear.

“¿M-Me estás echando?” 

“¡Sí! ¡Incluso si te quedas aquí, sólo flojearás en la esquina de la mansión de todos modos! Será mejor si lo haces fuera de mi vista, ¡así que sal de aquí!” 

“Pero... es más cómodo dentro...”

“¡Fuera! ¡Fuera!”

La Condesa podía sentir cómo se le hundía el estómago.

Echarla de la mansión era el peor castigo que pudo recibir.

Todo porque tenía una habilidad pasiva que hacía que su punto de salud disminuyera cuanto más se alejara de casa.

Por supuesto, por muy enfadada que estuviera, la Condesa seguía siendo una tonta para su hija.

Aunque dijera que quería que Diana se fuera de la mansión, no quería decir que la estuviera echando de verdad y convirtiéndola en una persona sin hogar.

“A partir de ahora, después de desayunar, ¡sal y no vuelvas hasta la cena! Por supuesto, ¡tampoco puedes quedarte dentro del baño!” 

“¿Tengo que salir... desde por la mañana... hasta por la noche...?” 

“¡Empezando hoy! Eso significa, ¡ahora mismo! ¡Sal!” 

“... Sí, mamá...”

Esta vez, Diana no estaba actuando, estaba realmente desanimada.

La Condesa Yesod pudo sentir su corazón doler al ver la cabeza baja de Diana, su mirada enfocada en los dedos de sus pies.

Dejar a su linda y encantadora hija afuera...

La decisión realmente hizo que su corazón se rompiera en pedazos.

Si siguiera lo que su corazón le decía, correría hacia su hija y la abrazaría, asegurándole repetidamente que la quería mucho. 

“Huu...”

Pero esta vez, ella tuvo que soportar este sentimiento.

Porque después de transmitir su marca a su hija, tenía que vivir sola en este mundo cruel y duro. Sus regaños y castigos no eran nada comparados con la dura realidad.

La pereza crónica de Diana era casi una enfermedad.

Y la Condesa estaba dispuesta a pagar cualquier precio con tal de curar esa enfermedad. 

“Te amo... Mi querida hija...”

Las lágrimas brotaron del rabillo de los ojos de Lucy Yesod al ver la espalda de Diana que se alejaba, abandonando la sala de ballet en dirección al vestuario.



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