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City of Witches capítulo 348

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City of Witches novela pdf
City of Witches - Diana Yesod

 La Novela Erótica de la Bruja I


Diana comenzó a leer el Volumen 3 de, El Servicio de Entrega del Diablo.

Antes de eso, ya había hojeado todo el libro y cada vez estaba más convencida de que había sido su madre quien lo había escrito.

Tanto su elegante caligrafía como la tinta y la pluma que había sobre la mesa bastaban para demostrarlo. 

[Capítulo 1]

[Crimen y Castigo.]

[Bajo la influencia del amor, la bruja se volvió aún más hermosa que antes.]

[Su cabello, antes despreciado y ridiculizado como sucio, tenía un brillo que recordaría a la piel de un lobo. Sus labios, de colores cautivadores, y sus ojos, relucientes de un brillo de ensueño, robaban la atención de todas las brujas que paseaban por las calles.]

Éstas fueron las primeras palabras que Diana leyó del libro.

Parecía una novela romántica que se puede encontrar en cualquier parte.

Una historia de amor entre un hombre y una mujer, como 'Las penas del joven Werther' o 'Rojo y negro'.

“El cabello de la protagonista es gris…”

Diana se fijó en el rasgo más distintivo de la bruja que parecía ser la protagonista de la novela — su cabello gris ceniza.

Rápidamente asumió que su madre se estaba proyectando en este personaje.

Fue un poco extraño, pero Diana tenía la mente lo suficientemente abierta para aceptarlo.

La primera mitad de la historia transcurrió sin que ocurriera nada especial.

Había un resumen de lo sucedido en el volumen uno y dos, de unas 3~4 páginas, que contaba la historia de cómo la bruja se enamoró de un repartidor común y corriente, pero atractivo.

Al parecer la bruja fue rechazada por él de alguna manera.

En el resumen, había incluso una descripción de la bruja dejando escapar un suspiro bajo la deslumbrante luz de la luna, incapaz de olvidar la apariencia de dicho repartidor.

[“Esa persona detestable, ¿por qué se negó a reunirse conmigo? No puede aliviar esta soledad más oscura que la noche, aliviarme de este dolor más afilado que incontables espadas...”]

“¿... Rechazó a la bruja?”

Diana sabía que esta obra era puramente ficticia, pero aun así se quedó boquiabierta por lo absurdo de aquella idea.

Era igual que todas esas líneas pronunciadas en el teatro que nadie intentaría decir en voz alta en la vida real.

Aunque, si tuviera que describir su expresión actual en una sola palabra, sería…

“Hmm...”

Emoción.

Porque este libro no era el tipo de libro que la Condesa Lucy permitiría guardar en la biblioteca de la mansión, el llamado “libro controvertido”.

Normalmente, un libro que describe una relación entre un hombre y una mujer terminaría en términos vagos, como si el autor se negara a dar un final claro a su obra.

Pero este libro debería ser diferente. Para Diana, fue como si estuviera entrando en un mundo completamente nuevo.

Ella era como un chaebol que había probado la comida rápida por primera vez y se deleitaba con el sabor barato y sabroso de esa comida.

Esa expresión no estaba más lejos de la realidad, ya que sintió la misma emoción que cuando su madre le trajo esos extraños aperitivos del Mundo Moderno mientras leía este libro.

Como aún faltaba algún tiempo para el regreso de la Condesa, Diana decidió sentarse y leer detenidamente el libro. 

[Después de pensarlo mucho, la bruja decidió por fin reunirse con el repartidor. Sin embargo, fue recibida por sus palabras frías y humillantes en lugar de un cálido abrazo.] 

[“¿No me dijiste que no volverías a buscarme?”] 

[“Lo hice.”] 

[“¿No dijiste que odiabas a los que rompen sus promesas?”] 

[“Lo hice.”] 

 [“Entonces, ¿por qué estás aquí? ¿Es porque el peso de tu promesa a los humanos es menor que el de tu promesa a las brujas?”]

“Ajá...”

A partir de ahí, Diana pudo saber que había sido la bruja la que había dejado al hombre primero por algo y declaró que no volvería a encontrarse con él nunca más.

Pero, ella no pudo soportar la soledad y al final, fue en contra de sus propias palabras y buscó al hombre.

Hasta este punto podía seguir la trama perfectamente.

El resumen era bastante claro y no parecía necesario que leyera primero el primer y el segundo volumen.

Después de eso, la bruja y el repartidor hablaron ida y vuelta.

[“Mentir es un gran pecado. Aunque lo digas con tus hermosos labios hasta que sangren, no borrarás ese pecado”.]

[“Lo sé. Por eso estoy aquí, para aceptar cualquier castigo que me impongas, para expiar ese pecado.”]

[La bruja se cubrió la cara de vergüenza.]

[Una mezcla entre vergüenza y humillación se mostraba en su rostro, derivada de la forma en que se humillaba y se comportaba como una persona humilde a pesar de su identidad como bruja noble. Pero había una tercera emoción mezclada; anticipación.]

[La bruja, que había apartado la mirada del hombre, volvió a abrir la boca.]

[“Por favor, dime, ¿qué clase de castigo me espera?”]

[“¿Podría ser esa la razón por la que viniste aquí, señorita bruja? ¿Para recibir ese castigo de mi parte?”]

[“Eso no es cierto.”]

[“Mentir es pecado.”]

[“…”]

“¿Castigo?”

Diana ladeó la cabeza.

Hasta ese momento había podido seguir la trama sin dificultad alguna, pero esa palabra en particular la dejó desconcertada.

¿Un hombre? ¿Castigando a una bruja?

¿La bruja incluso espera con ansias el castigo…?

¿Qué está sucediendo?

“¿Le pegaría en el dorso de la mano... ¿O tal vez la obligaría a caminar fuera de su mansión?”

Esta parte del libro la dejó perpleja. Aunque hasta ahora había leído las líneas sin problemas, ahora se rascaba la barbilla confundida.

Luego, sacudió la cabeza de izquierda a derecha.

[El repartidor entonces le pidió un beso a la bruja.]

[Y así, la bruja se arrodilló ante su sano cuerpo masculino, sacando sus labios llenos de sus deseos y lujuria, como rogándole que viniera.]

Beso.

La palabra que llevaba días quitándole el sueño a Diana, la palabra que describía el acto de amor entre un hombre y una mujer.

Todavía era incapaz de superar el shock inicial por su primera exposición a ella.

Pero ella apretó los dientes, diciéndose a sí misma que ya era lo bastante madura como para no inmutarse por algo así.

Sin embargo, el problema era que el beso que aparecía en el libro no era exactamente un beso normal.

¡Una bruja…!

¡Arrodillarse! *

*

¡Frente a un hombre! *

*

¡Exigiendo un beso!

Era natural que los ojos de Diana se abrieran ante esto.

Porque esta escena por sí sola manchaba el honor de las brujas.

Si este libro no hubiera sido escrito por su madre, probablemente lo habría llevado a las autoridades y pedido que lo enterraran o lo quemaran.

“...”

[“¿Un beso antes del castigo?”] 

[“Todas las noches, siempre he soñado con besarte mientras me acurrucaba en tus brazos.”] 

[“No es mi caso. No se me ha pasado por la cabeza ni una sola vez, Srta. Bruja.”]

[“¡!”]

“¡E-Este hombre arrogante—!”

Una mezcla de repulsión y conmoción envolvió el corazón de Diana.

Sin embargo, su mano seguía hojeando la página del libro, como una espectadora de telenovela, curiosa por ver cómo seguía el flujo de la historia.

Y entonces...

Si el fragmento del beso fue como un bache en el camino, el siguiente fragmento fue como un enorme cráter.

[Y así, la bruja, que había estado arrodillada tan lastimosamente, levantó su cuerpo.] 

[Sin dudarlo, tiró las ropas que envolvían su noble cuerpo lentamente, como una serpiente, mudando su piel.] 

[Mientras las suaves ropas se amontonaban lentamente en el sucio suelo de tierra, la bruja emergió en su traje de cumpleaños.] 

[Su pecho, regordete y saludable, igual que una fruta madura, con un tamaño perfecto que podía caber en la mano de un hombre...]

—¡Slam!

En ese momento, Diana cerró el libro de golpe, como si acabara de ojear un grimorio prohibido. 

“E-E-E-Ella... t-t-tiró la ropa...”

La historia se desarrolló de una manera que Diana nunca podría haber imaginado.

Fue como si hubiera abierto la Caja de Pandora.

Diana no podía entender lo que estaba pasando. ¿Cómo podía una bruja arrodillarse voluntariamente ante un hombre, rogarle que la besara y luego desnudarse casualmente delante de él? 

“¡E-Eso no está bien! ¡Una bruja nunca debería hacer algo así!”

Al decir esas palabras a nadie en particular, la respiración de Diana se volvió entrecortada en algún momento.

Apretó sus pequeños puños antes de apretar los dientes, expresando su total incredulidad.

¿Estás tratando de decirme que mamá escribió este libro?

¡¿Mi madre, la bruja cuya nobleza y gracia son intachables —bueno, excepto cuando intenta adorarme—, escribió este tipo de libro?!

Una cosa es que ella sea sólo una lectora, ¡¿pero ella es la autora de este libro?! 

“…”

La mirada de Diana, que había estado vagando por la habitación durante un momento, se centró de repente en la cubierta de cuero rojo.

Su respiración todavía era entrecortada.

Y su corazón se llenó de un gran malestar.

Pero, había un picor que estaba plagando su cabeza; el picor que provenía de su curiosidad.

La palabra “castigo” que se había mencionado varias veces en el libro.

“Ejem...”

Así, se produjo un choque entre su incomodidad y su curiosidad.

Como era de esperar, fue su curiosidad la que ganó el breve enfrentamiento.

Y así, echó un vistazo a la habitación antes de abrir la cubierta del libro con cautela, como si estuviera manipulando una bomba o algo así.

Después de pasar por todo tipo de descripciones vulgares y explícitas del cuerpo de la bruja que estaban empaquetadas con palabras sensuales...

La identidad del “castigo” por el que ella había sentido curiosidad fue finalmente revelada.

[La Condesa, con ambas manos atadas a la cama, igual que un espécimen de mariposa, miraba al repartidor con ojos apenados.] 

[Acompañando a esa pena había obscenidad y servilismo.] 

[Ella reflexionó sobre su aspecto actual, antiestético y repugnante. El hecho de que acabara así por culpa de su patético amor sólo aumentaba la miseria que sentía.] 

[Pero al mismo tiempo, sintió ese éxtasis dulce y emocionante que acompañaba tales sentimientos.]

[Un tímido color rosa claro, como un sakura en flor, pintó su rostro.] 

[Aunque todavía no había sentido el aliento del hombre tocando su cuerpo, su vergüenza fue arrojada por la ventana en el momento en que la suave pluma en la mano del hombre la acarició...]

En ese momento Diana desvió la mirada del libro.

“¿Qué es esto siquiera...?”

Contrariamente a lo que Diana había pensado, el castigo que mencionó el repartidor no era algo excesivamente obsceno.

En todo caso, fue menos impactante en comparación con cuando la bruja se despojó de su ropa sin previo aviso.

El repartidor se limitó a atar a la bruja desnuda a la cama.

Luego, con una pluma de ave, le hizo cosquillas suavemente en el cuerpo.

Intentó imaginarse esa escena en su cabeza, pero todavía no logró encontrar nada extraño en ella.

“... Supongo que tendré que leer más para saberlo...”

Y así, continuó leyendo el libro a pesar del calor que le subía a la cabeza.

[La pluma hizo cosquillas en cada rincón del cuerpo de la bruja, incluso en la parte más profunda donde nadie más que ella podía tocar.] 

[“No puedo... aguantar esto más... Por favor... Abrázame...”] 

[“Pero el castigo aún no ha terminado.”]

[“Por favor… Solo abrázame… Si esto sigue así… no puedo…”]

“…”

Por primera vez, Diana pudo identificarse de alguna manera con la bruja.

Ella pensó que si le hicieran cosquillas tan fuertemente con una pluma, también se sentiría tan asfixiada que podría morir.

Por supuesto, para empezar, no tenía intención de dejar que nadie le hiciera cosquillas con una pluma.

En cualquier caso, logró comprender esta parte del libro con bastante facilidad.

Aunque el libro utilizaba palabras sensuales para describir la parte en la que el repartidor le hacía cosquillas a la bruja, aparte del pasaje en el que decía “La bruja emitió extraños sonidos nasales”, se trataba más o menos de un castigo de cosquillas.

[El cuerpo de la bruja, temblando lastimosamente, ahora cubierto de brillantes gotas de sudor, parecido al del rocío de la mañana.] 

[Su aliento caliente, dulce, como las frutas tropicales y su cuerpo, ahora tan caliente y excitado, incluso un ligero roce de la pluma le daba la sensación de una caricia profunda.]

[“Está mojada ahí abajo, Srta. Bruja.”] 

[“No menciones eso…”]

[“¿De verdad disfrutaste tanto que te acariciara esta pluma?”]

[“A-Aa… Ah…”]

[El repartidor blandió la pluma en el punto saliente más preciado de la bruja.] 

[Eso evocó una reacción de la bruja, mientras su cuerpo se bamboleaba y un gemido lascivo y bestial escapaba de sus labios.] 

[Su ingle, toda empapada a causa de los toques de la pluma, apestaba al vulgar aroma de una mujer.]

“…”

La novela, que empezaba como un cliché de novela romántica, se volvía cada vez más picante a medida que avanzaba.

A medida que seguía leyendo, Diana encontró más frases que no lograba entender.

Pero…

Una cosa que ella sabía con certeza era...

El hecho de que esta novela fuera extremadamente obscena.

Sólo de imaginar lo que ocurría ya se le oprimía el pecho, era tan vulgar que sintió cierta aversión mientras lo leía.

Después, el libro le mostró una escena en la que el repartidor se quitaba la ropa y se subía a la cama.

El pasaje mostraba el cuerpo desnudo de un hombre —que Diana, obviamente, nunca había visto antes— con todo lujo de detalles.

Como lo duros que eran los músculos del hombre, gracias al duro trabajo que había realizado todos estos años, o cómo su piel color cobre era más áspera que la de una mujer.

Pero, la parte más detallada de la representación no era otra que el órgano específico masculino del hombre.

[Abajo estaba su rígida lanza, hecha de carne.] 

[Su punta era redonda, tan grande como el puño de un niño. Unas gruesas venas cubrían su vástago mientras se erguía orgulloso y alto, sin mostrar signos de marchitarse pronto. El hombre no tuvo reparos en presionar este duro objeto contra el bajo vientre de la bruja.] 

[“¿Es esto lo que quieres?”]

[“Sí… Eso… quiero…”]

[“Dilo bien, que lo quieres.”]

[“Tu polla... Esa lanza caliente y dura de éxtasis... ¡La quiero muy dentro de mí...!”]

Diana, que había estado conteniendo la respiración mientras leía cada palabra con los ojos inyectados en sangre, se detuvo en la última frase.

[“Está bien. Lo pondré.”]

La parte donde los genitales del hombre…

Fue insertado en los propios genitales de la bruja…

“¡Eep...!”

Casi de inmediato, Diana levantó la mano del libro, como si acabara de tocar una olla caliente por accidente.

Luego sacudió la cabeza violentamente de un lado a otro.

Si Gehenna fuera una ciudad cualquiera de la Era Victoriana, y no la Ciudad de Brujas...

Y si Diana fuera una joven ordinaria de la familia de un conde en lugar de una bruja, ya habría celebrado su debut social y se habría comprometido hace dos o tres años y probablemente pensaría que este tipo de estimulación era bastante excitante. 

Pero no fue así, sino que fue criada por la Condesa Lucy, que plantó ante ella la semilla del odio a los hombres. Este tipo de estimulación era demasiado para ella. 

“¡Este sucio—!” 

Rápidamente cerró el libro, puso todo en su lugar y salió rápidamente de la biblioteca.



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