City of Witches capítulo 5
"Leer City of Witches capítulo 5 en español."
City of Witches capítulo 5 en español
Esclavo de la Ciudad de Brujas V
Parte 1
Situado en la
sección Noreste del campus, se encuentra el laboratorio de investigación de la
Profesora Asociada Amelia.
El camino que
conducía al edificio no tenía techo y la ropa de Siwoo, antes seca, ahora se le
pegaba a la piel — con el cabello goteando agua mientras se veía obligado a
caminar bajo la lluvia para llegar al edificio.
Amelia
Marigold.
Viendo el tamaño
del edificio, estaba claro que algo no iba bien.
Una simple
Profesora Asociada de la academia, pero, por extraño que parezca, el edificio
de investigación que utilizaba podía ser utilizado fácilmente por otras cinco
personas. Ese era un lujo que sólo los profesores a tiempo completo o titulares
podían permitirse.
“Muy bien,
terminemos de una vez con esto...”
Probablemente se
debía a que era de la nobleza y, por lo tanto, gozaba de algunas ventajas que
otros profesores no podían permitirse.
En cualquier
caso, a Siwoo no le importaba.
Contemplando el
enorme tamaño del centro de investigación y la suciedad que lo cubría, Siwoo no
pudo evitar suspirar con desesperación.
Se quitó el
impermeable y lo puso en el pórtico, luego cogió algunas herramientas de
limpieza del almacén.
*¡Creaaak!*
A diferencia del
deslumbrante edificio principal de la Academia, el anexo era un sencillo
edificio de madera.
Las viejas tablas
del suelo crujían y gemían en señal de protesta a cada paso que daba.
Tras subir las escaleras hasta el segundo piso y entrar por la gran puerta, Siwoo entró en el taller de 20 pyeong[1] de Amelia.
Nada más al
entrar, le recibió el hedor de la persistente calada de un cigarrillo.
Llenando un
espacio tan amplio, había frascos de cristal con misteriosos líquidos
fluorescentes, libros de magia, pergaminos, estanterías con reactivos
clasificados y etiquetados. En lugar de cortinas, atrapasueños se alineaban en
las ventanas, así como velas que iluminaban las zonas oscuras del
laboratorio.
El lugar era como
la mezcla de un laboratorio alquímico medieval y un café ocultista popular del
pasado.
Era bastante auténtico. Si estuviera en un lugar como Hongdae[2], habría sido popular.
Amelia estaba
sentada en medio del oscuro laboratorio.
Con una mano
apoyada en la barbilla y la otra sosteniendo un cigarrillo, examinaba algo con
una mirada preocupada.
Amelia estaba tan
sumida en sus pensamientos que ni siquiera se dio cuenta que Siwoo había
entrado.
Se veía
hermosa.
Una inocencia
impecable adornada con un aspecto indefenso, un aspecto que Siwoo no creía que
mostraría a nadie más.
Con el material
de limpieza en la mano, Siwoo se acercó al escritorio de Amelia.
Le preocupaba
que, si se ponía a limpiar sin decir una palabra, Amelia se enfadaría y le
daría un regaño.
Por cierto, como
nota al margen, el cigarrillo que Amelia estaba fumando era un producto moderno
llamado ‘Lucky Strike’.
Como era una
marca de larga tradición lanzada en 1847, era la favorita entre los fumadores
veteranos y las brujas.
“Ah...”
Tras acercarse
Siwoo a menos de diez pasos de ella, Amelia le miró fijamente sin expresión
alguna, y abrió la boca.
Una luz brillante parpadeó en los ojos de Amelia, que se habían apagado mientras miraba fijamente al vacío.
“Profesora
Asociada Amelia, vengo a limpiar el laboratorio de investigación. ¿Por dónde
empiezo?”
Siwoo se mostró
todo lo respetuoso que pudo y preguntó.
Desde el momento
en que entró en el edificio, calculó que tardaría entre 3 y 12 horas en
limpiarlo por completo.
Por ahora, lo
mejor era simpatizar con Amelia y reducir el castigo todo lo posible.
“¿Cuándo
llegaste?”
“Acabo de llegar
hace un momento.”
Amelia tenía una
expresión naturalmente desdeñosa mientras miraba a Siwoo.
Arremangándose
las mangas para que la tinta no le manchara la ropa, Amelia movió sus esbeltas
muñecas y señaló con la pluma.
“Organiza los
libros de magia por categorías. No te limites a barrer el polvo de las
estanterías, límpialas con un trapo húmedo. Ordena los libros con cubiertas de
cuero por ahí, y los expedientes de tesis, por orden, en la estantería. No
toques nada de la mesa.”
“Sí.”
“Hazlo en
silencio y no me molestes. Muy bien, puedes irte...”
Amelia, que le
había dado las instrucciones, agitó la mano sin mirar a Siwoo.
Siwoo contuvo un
suspiro y empezó a limpiar la esquina del edificio con un balde y una
escoba.
Parecía como si
nunca hubiera limpiado el lugar. Era la primera vez que Siwoo veía un lugar tan
sucio.
Casi como si
alguien lo hubiera ensuciado a propósito.
Durante un rato,
sólo se oyeron los garabatos del bolígrafo de Amelia y el sonido del limpiar de
Siwoo en el lugar.
Esto era tan
incómodo, pero Siwoo tenía que contener la respiración por si hacía
ruido...
Estaba tan
deprimido que estaba al borde de las lágrimas.
Parte 2
Aproximadamente
una hora después.
Justo cuando la
primera estantería había sido limpiada, Amelia abrió la boca.
“Conserje.”
“Sí.”
¿Sobre qué iba a
quejarse hoy?
Siwoo miró a
Amelia sonriendo mientras contenía el ceño fruncido.
Con una mirada
estoica, ella abrió suavemente los labios. Siwoo sólo podía adivinar lo que iba
a decir.
“Ven aquí.”
Siwoo se quedó
atónito ante la inesperada llamada, se señaló el pecho con un dedo y
preguntó.
“¿Sí? ¿Yo-yo?”
El comportamiento
de Siwoo era una monstruosidad para Amelia, que prefería respuestas rápidas a
sus preguntas.
Amelia enarcó una
ceja.
Como referencia,
este lenguaje corporal significaba que había alcanzado alrededor del 25% de su
indicador de histeria. Si superaba el 50%, empezaría a regañarle. Así, Siwoo se
apresuró a decir.
“Sólo limpiaré
esto y me iré.”
“Es suficiente.”
Amelia detuvo a
Siwoo, que estaba metiendo el trapeador en el balde.
Sacudiendo la
cabeza, Amelia chasqueó los dedos.
—¡Estremecerse!
Una ola palpable
de magia recorrió la habitación y Siwoo sintió que ésta temblaba.
Una serie de
objetos empezaron a flotar.
Los objetos que
danzaban en el aire empezaron a colocarse perfectamente en sus respectivos
estantes.
La habilidad de
Amelia, con un hechizo básico como la telequinesis, demostraba su control y
comprensión de la magia.
Mientras
controlaba cientos de objetos simultáneamente con su maná, ni una sola vez
chocaron entre sí.
De los rincones y
grietas de la sala salían partículas de polvo que se levantaban en el aire y se
amontonaban antes de ser arrojadas a un balde cercano.
El laboratorio
había sido limpiado tan a fondo que, si se utilizara un microscopio, no se
podría encontrar ni una sola mota de polvo en la sala que no hubiera sido
limpiada previamente.
Siwoo no podía
creer lo que veían sus ojos mientras contemplaba este espectáculo.
No por nada
formaba parte de la nobleza de las brujas.
Siwoo sólo había
conseguido vislumbrar lo que implicaba la verdadera magia y ahora, sus
conceptos erróneos anteriores sobre la utilidad de la magia habían volado por
los aires.
Siwoo se paró
frente a Amelia.
Debido a lo
sucedido por la mañana, las manos de Amelia estaban siempre en la mente de
Siwoo.
No.
Si tuviera una
erección en este momento, Siwoo simplemente se convertiría en esclavo de sus
deseos.
Con ese
pensamiento en mente, Siwoo reprimió a la fuerza su libido para que no se
desatara.
“Siéntate.”
Mientras Amelia
señalaba con la barbilla, una silla de repuesto se deslizó desde un rincón de
la habitación y le proporcionó un asiento a Siwoo.
Qué caprichosa...
Siwoo se sentó
nerviosamente en la silla, esto no se parecía en nada a su forma de ser
habitual.
Amelia sacó un
cigarrillo de un paquete.
Cuando aspiró,
apareció una pequeña chispa que encendió el cigarrillo.
“Huuu...”
Amelia giró su
silla y miró a Siwoo.
Ella cruzó las
piernas despreocupadamente, y le entregó a Siwoo un paquete de cigarrillos
abierto.
Mientras cruzaba
las piernas, Siwoo, que había vislumbrado el par de muslos blancos como la
leche en todo su esplendor, se apresuró a desviar la mirada.
“¿Fumas?”
Cigarrillos.
En Gehenna, los
cigarrillos eran un bien escaso y, por lo tanto, muy valioso.
Al menos, ése era
el caso de Siwoo — un esclavo.
No podía dejar de
fumar, incluso estando esclavizado. Llegó a tal punto que a veces compartía un
cigarrillo con Takasho para arreglárselas.
Siwoo apenas
podía soportar los síntomas de abstinencia que le asaltaban
constantemente.
Sinceramente, era
un poco aterrador.
Habría cambiado
cualquier cosa por un paquete de cigarrillos. Cualquier cosa menos la
amabilidad de Amelia.
Prefería verse
obligado a beberse una lata de refresco abierta que alguien había encontrado en
los bancos, que aceptar un cigarrillo de Amelia.
“Estoy bien. Gracias.”
“Bueno, es una
pena, pero está bien.”
Amelia cedió.
Siwoo tragó
saliva cuando Amelia volvió a dejar el paquete de cigarrillos sobre la mesa y
exhaló una bocanada de humo.
El perfil de
Amelia, reflejado en el oscuro laboratorio, mostraba su impresionante belleza.
Parecía salida de un cuadro.
Frotó la mitad
restante del cigarrillo en el cenicero, y lo apagó.
Acababa de
desperdiciar la mitad de su precioso cigarrillo delante de Siwoo.
Siwoo se esforzó
por inhalar todo el humo de segunda mano que pudo a sus pulmones.
Sabía que lo que
estaba haciendo estaba mal.
Siwoo no sabía
qué clase de truco era, pero sabía que sólo le esperaba el servilismo si caía
en la trampa de la bruja.
¿No había un
dicho famoso?
“Es mejor ser un
ser humano insatisfecho que un cerdo satisfecho.”
Como si leyera
los pensamientos de Siwoo, Amelia habló inteligentemente en el momento
perfecto.
“¿Tienes hambre?”
“No, está bien.”
Un plato cubierto con un cloche[3] voló sobre la mesa y aterrizó delante de Siwoo, que estaba sentado en posición de atención como un soldado disciplinado.
Un plato de
diseño similar aterrizó delante de Amelia.
Se quitó la
cubierta de cúpula que lo cubría, y se reveló un pedazo de pastel.
El pastel, “Schwarzwaelder
Kirschtorte”, también conocido como “Pastel de la Selva Negra”, estaba hecho
con brandy de cereza, crema batida y chocolate.
La crema fresca
rellenaba las capas de bizcocho de chocolate, que cubrían un relleno de cerezas
confitadas con textura de pulpa y, por último, el jarabe de brandy de cereza
era el punto culminante al envolver dulcemente la parte superior del
pastel.
Amelia sacó un
tenedor y cortó un trozo del pastel, llevándoselo a la boca.
Mientras tanto,
Siwoo estaba atascado procesando sus emociones.
Si uno fuera un
veterano militar, podía contenerse fácilmente, pero lo que más se le había
antojado mientras vivía en la esclavitud no era carne, ni cigarrillos, ni nada,
sino dulces.
En Gehenna, tanto
el azúcar como la miel se comerciaban a precios elevados. La comida dulce no
era algo que un esclavo tuviera la oportunidad de saborear.
Tan pronto como
su nariz —que se había vuelto sensible al dulce olor— detectó el aroma del
pastel, la saliva comenzó a brotar de la comisura de sus labios.
“Vamos, come.”
“¿De verdad está
bien?”
En ese momento,
los deseos de Siwoo superaron su sentido de la razón.
No pudo
soportarlo más.
Con un tenedor,
cortó el pastel como lo hizo Amelia.
El peso del
pastel parecía representar su dulzura y se oyó un trago audible de Siwoo al
darle un mordisco.
“Ah....”
Sabía
delicioso.
El aroma a cereza
le produjo escalofríos suficientes para marearlo.
La crema fresca y
húmeda y el chocolate dulce acariciaban la punta de su lengua, haciéndole
cosquillas en los sentidos.
Siwoo pudo sentir
cómo cada una de sus papilas gustativas —que no habían experimentado una
sensación así en mucho tiempo— se levantaba al unísono y gritaba de
alegría.
“¡Haaa...!”
Siwoo incluso
olvidó que Amelia estaba delante de él, y comió el pastel a toda prisa.
El pastel —del
tamaño de la palma de la mano— desapareció en un minuto sin dejar ni las
migas.
“Yo-yo me
disculpo.”
En ese momento,
había dejado vagar su mente y cuando Siwoo salió de su trance, pudo ver a
Amelia mirándole con una expresión extraña en su rostro.
Amelia se lamió
la crema batida de sus labios y le entregó su plato a Siwoo.
“Si no es
suficiente, puedes comer esto también.”
“¿Te parece bien?”
Amelia asintió
ligeramente con la cabeza.
¡Ésta no era
Amelia!
¡Algo andaba
mal!
Desgraciadamente,
a pesar de que su conciencia interior le pedía que vigilara a la bruja, la
lengua y estómago de Siwoo ansiaban más del dulce pastel.
Siwoo, que acabó
inhalando el pastel sobrante, miró a Amelia.
Sentía una nueva
sensación brotar en su interior.
Era porque Amelia
le estaba mirando. Le estuvo mirando hasta que él terminara de devorar todo el
pastel.
“Muchas gracias.”
Pero, ¿por qué
Amelia actuaba así de repente?
¿Se debía a la
falta de avances a pesar de haber acosado constantemente a Siwoo durante 5
años?
Bueno, si ella
pensaba que podía compensar todo el sufrimiento con un trozo de pastel, no
podía estar más equivocada.
Siwoo pensó: ¡Perra bruja malvada! Me comeré este pastel
y me largaré de aquí.
Al recordar el
consejo de Takasho, Siwoo comenzó a pensar siniestramente.
Amelia abrió
lentamente la boca.
“¿Sabes cómo se
preparó ese pastel?”
Habló en un tono similar al que utilizaba a menudo cuando enseñaba a las gemelas.
En ese momento, Siwoo sintió que un frío ominoso recorría su columna vertebral.
Referencias
- RKB7: Un pyeong (abreviatura py) es una unidad coreana de área y superficie, equivalente a un kan cuadrado o 36 pies cuadrados coreanos. ↩
- RKB7: Hongdae es uno de los barrios del distrito de Mapo-gu en el extremo occidental de Seúl, Corea del Sur. En él se encuentra la Universidad de Hongik, que da nombre al barrio, conocido por su arte urbano y su cultura de música indie, y en el que hay muchos clubs y áreas de entretenimiento. ↩
- RKB7: Los cloches son cubiertas de vajilla que suelen ser de plata y se asemejan a una bola. ↩