Failure Frame Vol. 6 Prólogo
"Leer Failure Frame Volumen 6 Prólogo en español."
Failure Frame volumen 6 Prólogo en español
Prólogo
EL CAMPO DE BATALLA SE PODRÍA resumir en un solo mundo —
espantoso. Cadáveres sobre cadáveres — yacían en montículos demasiado altos
como para ser contados. Aproximadamente el 90% de los muertos pertenecían al
ejército del Imperio Demoníaco, el resto al ejército del este.
“Así que es-esto es el poder de un Héroe de clase S...”
Un caballero de los Jinetes Lobo Blanco levantó el brazo de su
espada, sintiéndose débil y agotado. Sus ojos estaban paralizados por la escena
que se extendía ante él, soldados ogros brutalmente cortados y masacrados a lo
largo del campo de batalla. Aquí y allá sus carnes estaban chamuscadas, y finas
volutas de humo se elevaban de sus restos. Otros fueron empalados por
fragmentos de hielo.
Toda esta carnicería era obra de Takao Hijiri, y de la habilidad
única que había despertado en ella. Ahora era capaz de aprovechar dos aspectos
elementales diferentes del tipo viento... y los utilizaba en el campo de
batalla para asolar al enemigo por medios destructivos de largo alcance.
“《Viento
- Fuego》.”
“《Viento
- Tormenta》.”
Takao Hijiri rápidamente recuperó el control de su respiración
con un suspiro indiferente. Takao Itsuki, su hermana menor, la miraba con gran
admiración. Itsuki sabía que Hijiri debía de haber agotado increíbles reservas
de energía durante la batalla. Pero, aunque Hijiri estaba cansada, no dejaba
que el agotamiento se reflejara en su rostro.
Cuando los demás la observan, seguramente piensan que ella ni
siquiera ha sudado. Siempre he estado a su lado, soy el única que puede notar
estas cosas, la única que puede ver que está cansada.
“¡No esperaba menos de ti, Aneki!”, dijo Itsuki con una sonrisa, sintiendo más respeto por su hermana mayor de lo que nunca antes había sentido.
✧❂✧
Las hermanas Takao y su ejército del este habían sido obligados
a retroceder constantemente, retirándose hacia el sur, a las Llanuras del
Norte. Fue allí donde se les unieron los refuerzos de la Alianza Sagrada — las
fuerzas de Ulza del sur y del oeste, que se habían mantenido en reserva.
Dirigido por los Caballeros Asesinos de Monstruos, el ejército de Ulza ayudó a
hacer retroceder el frente del este... hasta que el mismo Rey Demonio apareció
en el frente. El curso de la batalla cambió en un instante.
El colosal armazón de su cuerpo púrpura y dorado se erigía como
una fortaleza viviente. Su presencia era horrenda, vulgar y vívida como una
flor carnívora de las profundidades del infierno, magnífica y obscena a la vez.
De la superficie de su piel sobresalían manchas bulbosas como repugnantes
caramelos de goma que brillaban con una luz pálida. Su cuerpo estaba cubierto
de extremidades y apéndices deformes — cuernos, brazos, patas parecidas a las
de un cangrejo que se retorcían furiosamente y alas. En el centro de todo ello
había una inquietante sombra humanoide, fusionada con el resto del cuerpo, pero
desafiante ante cualquier intento de mirar directamente al Rey Demonio.
La monstruosidad no dijo una sola palabra, sólo engendró
monstruos con mayor rapidez para reforzar su ejército en el campo. Las bestias
nacían de las pústulas brillantes de todo su cuerpo. Se hincharon y reventaron,
derramando conjuntos de monstruos como peces en la cubierta de un barco de
pesca. Entonces, los monstruos recién nacidos se pusieron de pie, cubiertos de
pies a cabeza de mucosidad pegajosa, y tomaron las armaduras y las armas de sus
camaradas caídos antes de cargar al combate. No importaba cuántos derrotaran
los humanos: el número de monstruos no disminuía.
Las Hermanas Takao y los Jinetes Lobo Blanco lucharon con
valentía, pero no pudieron hacer nada para hacer retroceder a las oleadas de
monstruos. La implacable marea los fue desgastando paulatinamente, aunque la
presencia de Takao Hijiri les dio un motivo de esperanza. El recuento de
muertes de su habilidad única era inigualable, pero su ejército sólo necesitaba
un empujón más.
A medida que pasaba el tiempo, el ejército de humanos se agotaba
y se preguntaba qué pasaría si el mismísimo Rey Demonio decidía aventurarse en
la primera línea, y la mayoría de los soldados de la Alianza Sagrada rezaban
fervientemente para que eso nunca ocurriera. Aunque él permaneció en la
retaguardia, su inmensa forma era identificable incluso para los que estaban al
otro lado del campo de batalla. A esa distancia, su abrumadora esencia no tenía
casi ningún efecto sobre las tropas humanas en batalla, por lo que podían
luchar con todas sus fuerzas. Todo esto podría cambiar en un instante si él
decidiera entrar en escena. Si eso ocurría, sólo quedarían las hermanas Takao
para frenar la marea.
Entonces, dos caballos mágicos aparecieron — la Diosa Vicius,
con un Héroe de clase S a su lado.
✧❂✧
En el fragor de la batalla, Hijiri utilizó su habilidad única
como muro, extendida para proteger a sus aliados. Los cadáveres de los
monstruos se apilaban ante ella en una escena infernal.
Mientras tanto, Kirihara Takuto estaba en primera línea y miraba
al cielo. Ante él se extendía un enorme montículo de cadáveres, y detrás de él,
los soldados restantes del ejército del este. Estos se encontraban en la línea
fronteriza, una línea que dividía los vivos de los muertos.
El Jefe de los Jinetes Lobo Blanco, Sogude Sigmus, se acercó al
lado de la Diosa, y miró la espalda de Kirihara.
“Entonces... ¿Qué piensas, Vicius?”, preguntó él.
“Maravillosos resultados, he de decir”, respondió con una amplia
sonrisa, agarrando ligeramente las riendas de su refrescante caballo blanco.
Nyantan cabalgaba a su lado, seguido por las hermanas Takao.
“El Rey Demonio se retiró, y no hemos perdido a ningún Héroe de
clase S”, dijo Sogude, entrecerrando la mirada y observando el campo de
batalla. “Aún no. Una parte mía piensa que esto podría ser demasiado bueno para
ser verdad.”
“Ellos vieron las habilidades únicas de dos de nuestros Héroes
de clase S en la batalla y decidieron una retirada precipitada, creo.” La Diosa
seguía firme en su convicción de que esto era una victoria para el ejército del
este.
“... Pero no te parece que esto esté bien, ¿verdad?”
Itsuki los escuchó hablar y volvió a mirar a su hermana.
Ellos sospechan del momento de esa retirada. Aneki dijo
exactamente lo mismo...
Itsuki recordó la conversación que tuvieron, en cuanto quedó
claro que el Rey Demonio se retiraba de la batalla.
“¡Simplemente huyó!”, le dijo a su hermana. “Como que, ¡qué
decepción!”
“No parece que se haya retirado por temor a nuestras habilidades
únicas.”
“¿Tú crees? Imaginé que se había asustado y había seguido su
camino...”
“No dio señales de avanzar hacia nuestras filas en ningún
sentido durante la batalla”, había observado Hijiri. “Pero hubo un momento— en
que sentí cierta vacilación de su parte. Sí, como si hubiera ocurrido algo muy
anormal.”
“¿De verdad? Yo, como que no sentí nada en absoluto”, dijo
Itsuki.
“Más que una corazonada, en realidad... Tal vez el Rey Demonio
tenía realmente la intención de aplastar a nuestro ejército del este. Pero
también podría haber querido alejar a la Diosa y a los Héroes de clase S del
frente sur revelándose aquí.”
“¡Vaya, Aneki! ¡Eres como una estratega!”
“Es sólo una corazonada— no tengo pruebas, por supuesto.”
Itsuki recordó la forma en que su hermana le había hablado en
ese entonces mientras miraba ahora a Kirihara, de espaldas a ella, de pie y
solo en el campo de batalla.
“...Aneki, dijiste que al Rey Demonio no le gustó, se asustó y
huyó porque vio tu habilidad única, ¿verdad?”
“En efecto, lo hice.”
“Pero, como que me pregunto... Cuando lo veo a él allí, también
me refiero a ti, Aneki, pero... ¿No son ustedes, los Héroes de clase S, una
verdadera amenaza para el Rey Demonio?”
Kirihara estaba solo bajo un cielo azul mientras innumerables
dragones dorados hechos de energía pura se entrecruzaban en el aire por encima
de él, arrastrando brillantes chorros de luz detrás de ellos. La mitad de los
cadáveres de los monstruos que yacían ante él carecían partes del cuerpo, como
si hubieran sido simplemente seccionados.
Los dragones giraban mientras volaban, dueños del cielo,
esparciendo destellos a su paso. Durante la batalla rugieron, se enfurecieron y
masacraron a los monstruos que había debajo. Fue una masacre, en la que los
soldados ogros fueron completamente devorados por el fuego despiadado de los
dragones dorados desatados por el Héroe dorado. Ahora permanecían arriba.
“El Rey Demonio huyó, ¿verdad?” Kirihara chasqueó la lengua y volvió a mirar por encima del hombro a sus aliados, sin más que una confianza suprema en su rostro. “Bueno, al menos ya estamos aquí. ¿Todos me vieron en acción?
“Es inconcebible que no lo hayan hecho. Quedará grabado en fuego en sus memorias. Hoy es el día del inicio de tu rey, del inicio de Kirihara, de mi inicio. Ahora...” Levantó su mano derecha, señalando con la palma a los que estaban detrás de él, como haciendo alarde de su fuerza. “¡Este es Kirihara!”