Failure Frame Vol. 7 capítulo 4
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Failure Frame volumen 7 capítulo 4 en español
Apartando a la Mosca de Encima
“SIR BELZEGEA,
Su Majestad ha preguntado por usted.”
Una
arpía me avisó con mediante un mensaje justo después que terminara de desayunar
en mi habitación. Reconocí por su armadura que era una de las guardias
personales armadas del Rey Zect.
Miré la hora y guardé el reloj de bolsillo.
Parece
que ya tenemos los resultados de la votación.
Seras
y yo seguimos a la arpía hasta la sala donde nos habíamos reunido con las Siete
Luces el día anterior. Todas las miradas se posaron en nosotros en cuanto
entramos. Todo estaba igual que ayer — salvo las expresiones de los rostros de
los que estaban sentados ante nosotros. El Rey Zect levantó ligeramente la mano
desde su asiento desde la cabecera de la mesa.
“En
cuanto a si vamos a resolver nuestra situación a través de la discusión o la
batalla — se ha llegado a una decisión.”
“¿Qué
se ha decidido?”, pregunté.
“Hubo
dos votos a favor de la batalla — Geo y Kil. En cuanto a resolver el asunto
mediante una discusión pacífica, hubo tres votos — Liselotte, Cocoroniko y
Amia.”
Lise
me miró, con una sonrisa de satisfacción en el rostro. “Así pues, esta nación
nuestra hará de ahora en adelante todo lo que esté en su mano para negociar con
quienes marchan contra nosotros. Aunque este resultado no ha sido unánime, la
decisión debe respetarse. Deseo que ahora todos dejemos lo pasado en el pasado
y nos unamos para llevar a cabo las negociaciones venideras.”
Geo
se quedó en silencio ante la mesa, con los brazos cruzados sobre el pecho.
“¿Aceptas
esto, Geo? Por favor. También contamos contigo”, dijo el rey.
“Yo...
Sí. Hay muchas cosas que quiero decir ahora, pero ya he dado mi opinión en la
votación. Tengo que aceptar estos resultados.”
“Cuento
también con tu vista y oído de hombre-leopardo”, dijo Lise. “Sé que no te gusta
la decisión que tomamos hoy, pero cooperemos para seguir adelante, ¿okay?
¿Aceptas?”
“Sí...”
“También
cuento contigo, Kil.”
Kil
se encogió de hombros en respuesta. “Esperaba que Geo se pusiera violento...
Pero si está retrocediendo y aceptando los resultados, supongo que será mejor
que yo también lo haga.”
“Contaré
con la fuerza de los centauros también.”
“Estamos
a su servicio, Lady Primera Ministra.”
“¿Estás
siendo sarcástica conmigo, usando tales formalidades?”
“No
es sarcasmo. Sólo estoy siendo una mala perdedora.”
“Muy
bien. Oh, y estoy muy contenta de ver que Niko y Amia entienden cuánta razón
tengo sobre esta situación. Les agradezco a ambas.”
“Está el asunto de mi deuda contigo. Además, respeto tu posición como
primera ministra”, dijo Cocoroniko.
El
voto de Cocoroniko fue como se esperaba, al igual que el de Geo y Kil. La única
persona cuya decisión no pudimos leer...
“Muchos
de nosotras, las lamias, tenemos niños pequeños en este momento, ¿sí? Y muchas
estamos en el ejército. Si fuéramos a luchar, muchos niños quedarían huérfanos.
Si hay una manera de superar esto sin ninguna pérdida de vidas, será lo mejor.
Personalmente, no tengo hijos, así que estaría dispuesta a luchar... Pero con
los números a los que nos enfrentamos, necesitaríamos toda la ayuda posible.”
“No
te preocupes, Amia.” Lise infló el pecho enfáticamente. “No dejaré que muera
nadie. Prometo que resolveré este asunto por medios pacíficos, pase lo que
pase.”
Geo
volteó a mirarla. “¿Y qué pasará con los ejércitos?”
“Serán
disueltos como estaba previsto. Sólo conservaremos la guardia personal del rey
como fuerza de combate.”
“¿Hablas
en serio...?”
“Los semi-humanos y los monstruos siempre hemos sido vistos como una
amenaza por los humanos. Debemos tomar medidas para demostrar nuestra falta de
hostilidad — para demostrar que no queremos hacerles daño.”
Disolver
su ejército... no puede verlo de otra manera.
“Es
posible que pronto estemos invitando a estas personas en nuestro país. Con eso
en mente, me gustaría eliminar todos los factores que puedan hacer que nuestra
comunidad parezca peligrosa. Ya hay ciertos monstruos en este país que parecen
violentos incluso sin armas en las manos. Debemos mostrar nuestra sinceridad,
demostrar que somos un pueblo pacífico.”
Lise
se acercó a la puerta y se quedó de pie ante mí.
“Y,
bueno... así es como va a ser. Ninguna queja, ¿no?”
“La
decisión de hoy se tomó de forma justa, siguiendo el procedimiento adecuado. Yo
tampoco soy ciudadano de este país. He dado mi consejo, y ha sido rechazado —
no tengo derecho a quejarme del acuerdo al que han llegado entre ustedes.”
“Así
es. Sólo eres un forastero. ¿Quizás ahora lo entiendas?”
“¿Entender
qué?”
“Tu lugar.”
Apuesto
a que fue Lise quien me llamó aquí en primer lugar.
Había una victoria completa escrita en su rostro.
“¡Yo
tenía razón y tú no!”, debe pensar eso. Pero Liselotte Onik
tiene tanta razón que duele. Tiene razón — ella ganó, justa
y limpiamente. No fue injusto por su parte ir
y convencer a Amia para que se uniera a su lado anoche. No
es injusto tratar de convencer a alguien de algo.
Después
de un rato, pareció cansarse de mi falta de respuesta.
“Suficiente. Deberías
irte”, dijo enérgicamente. “Lástima que no pudieras engañarnos y manipularnos a
todos, ¿eh?”
“...”
“Tenemos
que darnos prisa y discutir nuestros próximos movimientos, ya sabes. No es una
discusión para oídos de forasteros de sangre caliente como ustedes.”
“Ya
basta, Lise”, dijo Geo en tono de reproche. “El hombre puede ser un forastero,
pero sigue siendo nuestro invitado.”
“Sí,
también creo que ha sido un poco exagerado, ya sabes”, añadió Amia.
Lise
hizo un puchero de enfado y desvió la mirada. “Lo único que hice fue decir la
verdad.”
“No...
Es como tú dices, no soy más que un extraño aquí. Si hay una forma de resolver
este asunto sin derramar sangre, estoy de acuerdo en que es lo mejor. Le deseo
sinceramente suerte en las negociaciones venideras.”
Hice
una reverencia ante las Siete Luces.
“Bueno,
entonces, me despido.”
✧❂✧
Cuanto
más inteligente se cree una persona, más empeño pone en justificar sus propios
argumentos con lógica... hasta que finalmente nombra lo que ha encontrado como
la “respuesta correcta”. Algunos lo llaman exceso de confianza.
Pero
yo soy igual, ¿verdad?
Creo
demasiado en las conclusiones a las que llego.
Al
final, ¿no son sólo dos tipos diferentes con exceso de confianza chocando entre
sí?
Hasta
que no obtengamos algunos resultados reales, nunca sabremos la verdadera
respuesta... Nunca sabremos de quién era la lógica justificada todo el tiempo.
✧❂✧
Al
día siguiente, solicité una audiencia con el Rey Zect. Esta vez nos reunimos en
su sala del trono, no en la gran sala de reuniones habitual. El rey inmortal
estaba sentado en su trono con Gratrah detrás a su derecha. Los Cuatro
Guerreros Resplandecientes no se veían por ninguna parte.
“He
logrado mi objetivo en este país. Con tu decisión de negociar con las fuerzas
invasoras, y la declaración de Lise-dono de que cualquiera que parezca un
soldado es un peligro... no creo que mis compañeros y yo debamos quedarnos.”
“Me
disculpo por echarte en tales circunstancias.”
“Pero
los deseos de Lise-dono deben ser seguidos, supongo.”
“Hmph.
Ella cree que eres la causa de un conflicto innecesario. Ella piensa que la
decisión de Geo y Kil de votar por la batalla se debió a tu influencia. Pido
disculpas.”
“No,
es cierto que puedo haber provocado esa reacción en ellos... Ella tiene razón
en su evaluación. Creo que su decisión es la correcta.”
“Deseo
confiar en ellos, confiarles el futuro de este país... los arachne han
contribuido tanto a nuestro hogar.”
“Al
final, todos tenemos que tomar nuestras propias decisiones. Yo no tengo nada
que decir en la dirección que este país elija tomar. Con respecto a los
Kurosaga, sin embargo...”
“Tal
y como me pediste, nuestro país los mantendrá a salvo hasta que llegue el
momento... te doy mi palabra. Por favor, regresa por ellos, y no te preocupes.
Cuando llegue ese momento, te concederé el reingreso. Gratrah.”
“Sí.”
A
la orden del rey, ella se presentó ante mí y me entregó una llave del mismo
tipo que me había dado Erika.
“Si
la Bestia Divina ha de quedarse con nosotros, necesitarás esta llave para
volver a entrar en nuestra nación.”
“Te
lo agradezco — pero ¿estás seguro? ¿No son preciosas estas llaves para tu
pueblo?”
“Con
la llegada de la Bestia Divina, necesitaremos muchas menos en el futuro. Por
favor, no te preocupes por la Señorita Nyaki. Me aseguraré de que pueda vivir
en paz aquí. Te lo juro.”
“Gracias…
la dejo a su cuidado.”
Gratrah
volvió a su lugar al lado del Rey Zect.
“¿Se
irán de inmediato?”, preguntó él.”
“Sí. No
tenemos mucho tiempo.”
“Comprendo.
Espero que la próxima vez que nos veamos, mi país haya renacido y podamos unir
nuestras manos a las de ustedes, los humanos. Deseo creer que ese futuro es
posible. Y si tienes la oportunidad... por favor, dile a la Señora Erika lo
profundamente agradecido que estoy con ella por todo lo que ha hecho por mí y
por mi pueblo.”
Salí
de la sala del trono y me dirigí a nuestras habitaciones. Encontré a Seras,
Nyaki y Slei esperando en el dormitorio cuando regresé.
“Vamos.”
“Entendido.”
“Pakyuh.”
“Maestro...”
Nyaki me miró inquieta.
Me
quité la máscara y la miré a los ojos. “No te preocupes. Estoy seguro que todo
irá bien.”
“Ah.
Nyaki se siente...”
“No
voy a decir adiós, ¿okay?”
Nyaki
asintió. “... Miau. Nyaki realmente, realmente te desea
suerte.”
Había lágrimas en sus ojos.
Hombre,
esta chica.
Mi
boca se curvó en una sonrisa genuina, y le acaricié la cabeza. “Mantente
fuerte.”
“¡Ny-Nyaki
es miembro de la Brigada El Lord Mosca! ¡Nyaki nunca lo olvidará!”
“Eso
es lo que me gusta oír”, dije mientras volvía a ponerme la máscara.
Caminamos fuera del castillo y salimos de los terrenos por la puerta
principal. Nyaki nos acompañó hasta allí. Comenzamos a descender por la suave
pendiente. Me di la vuelta una vez y vi que Nyaki seguía observándonos,
despidiéndonos con la mano desde fuera de los muros del castillo.
Así
es como es ella.
Levanté la vista hacia las almenas — había otras caras allí observándonos
también.
Geo
Shadowblade.
Levanté
la mano y él levantó la suya en respuesta.
Atravesamos
las calles de la ciudad y finalmente llegamos al túnel que conducía a la
superficie. Me di la vuelta, contemplando una última vista completa del reino
subterráneo.
Subimos la escalera y llegamos a la puerta plateada que daba al exterior.
Coloqué la llave en el hueco y la puerta comenzó a abrirse.
Supongo
que la llave no se consume cuando abres esta puerta desde dentro — sólo desde
fuera.
Cuando
la puerta se abrió de par en par, sentí que hacía siglos que no me daba la luz
del sol en los ojos.
“Realmente me gustaría ir y aplastar a esas Trece Órdenes de Alión o como
se llamen, ahora mismo.”
Pero
con Lise de por medio, eso no parece posible. Y hay otras cosas que tenemos que
hacer ahora.
“Bien,
entonces... Hagamos lo que podamos, ¿de acuerdo?”
Con eso, dejamos el País del Fin del Mundo.
CIERTA PAREJA CASADA
“QUERIDO...”
“No
te preocupes. Esto saldrá bien, estoy seguro de ello.”
“Ah,
no es eso. Estoy... estoy embarazada.”
“¡¿En
serio?!”
“Sí...
lo siento. Sé que no es el mejor momento.”
“Tch... Ojalá
me lo hubieras dicho antes, eso es todo.”
“Quería
darte una sorpresa. En realidad, iba a decírtelo más tarde.”
“No
es el mejor momento, es verdad. Pero oye... ¡estoy feliz de escucharlo!”
“Geo...
Volverás a salvo, ¿verdad?”
“Por
supuesto que lo haré. No me llaman el más fuerte de los Cuatro Guerreros
Resplandecientes por nada. Volveré por ti.”
“Honestamente,
yo también quiero ir contigo.”
“¿Después
de lo que me acabas de decir? De ninguna manera.”
“Tienes
razón... Buena suerte en la batalla, cariño.”
“Voy
a volver. Por ti. Por el bebé que llevas. Lo juro.”
LISELOTTE
ONIK
PARA LISELOTTE
ONIK, los ajetreados días de trabajo no habían hecho más que empezar. En primer
lugar, tenía que enviar mensajeros a las fuerzas de la Diosa que se dirigían
hacia ellos — ella necesitaba expresar su falta de hostilidad hacia el ejército
que se acercaba.
“Cuando
la gente entra y sale, ¿Nyaki debe abrir y cerrar la puerta?”, preguntó Nyaki.
“Ese
es su trabajo, sí. Hazlo bien y supongo que puedo llamarlo trabajo.”
“¡Miau, Nyaki lo entiende!”
El
número de llaves que poseemos es limitado, pero ahora que tenemos una Bestia
Divina, ya no necesitamos consumirlas al abrir la puerta de nuestro país. Esa
mosca que la trajo aquí — es lo único que ha hecho bien por nosotros.
Lise había estado trabajando duro desde que se decidió la votación,
poniendo a todos los miembros del clan Onik a la tarea de sus próximas
negociaciones con el mundo exterior.
También
debo hablar de la “reeducación” de los Cuatro Guerreros Resplandecientes.
Debemos corregir sus tendencias belicistas — sobre todo las de Geo y Kil en
particular.
Había una montaña de cosas que hacer, y Liselotte Onik hizo todo lo que
pudo por sí misma. El fracaso era inaceptable.
Espero
que estas negociaciones tarden varios viajes en completarse.
El
clan Onik era fundamental para el gobierno de la nación, y los arachne eran
quienes mantenían los siempre importantes dispositivos mágicos antiguos que
mantenían el país en funcionamiento. Lise era consciente de la escasez de
alimentos y del estado de deterioro de estos dispositivos, por supuesto. Su
país tenía que abrirse al exterior.
Eso significaba que era probable que las fuerzas de la Diosa no fueran las
únicas con las que iba a tener que negociar.
También
habrá otras naciones. Debo explicar a los humanos que no somos un peligro para
ellos. Puedo hacerlo. No importa con quién me enfrente, resolveré el asunto sin
derramar una sola gota de sangre.
Simplemente
no podía permitir que esa mosca sugiriera que recurriéramos al derramamiento de
sangre. Intentó utilizarnos.
Durante tres días, Lise envió arpías mensajeras al mundo exterior.
Hemos
decidido abrir este país al exterior... Existe el peligro de que nos
encuentren, pero ha llegado el momento de aceptar ese riesgo.
Lise dedicó todo su tiempo y energía a mirar hacia el futuro del País del
Fin del Mundo mientras esperaba una respuesta de sus mensajeros. Habían pasado
tres días, pero algunos aún no habían regresado. Tampoco había recibido ningún
informe de un ejército humano marchando hacia ellos a través del bosque.
Lo
que significa que es muy probable que las fuerzas de la Diosa aún estén lejos
de aquí.
Tenemos
tiempo para prepararnos. Aún queda mucho por hacer.
Lise
empezó a dormir y a comer menos mientras se concentraba por completo en el
trabajo que tenía entre manos.
“¡Primera
Ministra Lise!” Un arachne irrumpió en su habitación, jadeante y sin aliento —
era Idatah Onik.
“¿Qué
ocurre, Idatah? Lo siento, pero he estado muy ocupada estos últimos días y
estoy un poco cansada... Pensaba descansar un rato—”
“¡E-ellos
han desaparecido!”, la interrumpió Idatah.
“Ejem... Vas
a tener que decirme algo más que eso. ¿Quiénes han desaparecido?”
“Geo
Shadowblade y Kil Mail... La Banda del Leopardo y Caballo Resplandeciente...
¡Se han ido!”
Antes
de que Idatah terminara de hablar, Lise se levantó de la silla. “¡¿Cómo que se
han ido?!”
“Creo que deben haberse desplazado por la noche — ¡Nadie se dio cuenta de
que se habían ido!”
Imposible...
¿Están desobedeciendo la decisión de nuestro país? ¿Pretenden abandonarnos
permanentemente porque no se han salido con la suya?
“¡Ah!”
Los ojos de Lise se abrieron de par en par y dejó escapar un grito de asombro.
“Esto no puede ser.”
“Primera
Ministra Lise, ¿cuál es el m...?”
“¡Idatah!”
Lise gritó pasando por encima de ella.
“¡S-sí!”
“¡Envíen
a la Banda del Dragón Resplandeciente y la Serpiente de inmediato! ¡Pero que no
vayan armados! ¡Bajo ninguna circunstancia deben llevar armas! ¿Entendido?
¡Invoca también a Loa y a los otros grandes lobos!”
“¡E-Entendido!
Los soldados, sin embargo... ¡¿Tienes la intención de ir tras Geo y Kil?!”
“¡Claro
que sí!”
“Si
vamos a salir a buscarlos, ¿entonces quizás podríamos contactar con Gratrah y
hacer que su guardia personal busque también?”
“¡Tienes
razón! ¡Ordena a Gratrah que salga con sus arpías! Pero asegúrate que ellos—”
“¡Estén
desarmados, entendido!” Idatah terminó la oración de Lise.
“¡Veo
que sigues mi pensamiento! Ahora, ¡date prisa! ¡Antes que sea demasiado tarde!”
Presintiendo la gravedad de la situación, Idatah salió corriendo de la
habitación, y Lise la siguió poco después.
Esto
no es bueno — ¡nada bueno! Sin duda, Geo y Kil se disponen a luchar. Han ido a
luchar contra las fuerzas de la Diosa incluso antes de que podamos empezar a
negociar con ellos. Deben haber estado moviéndose en las sombras, preparando
esto durante días.
Lise y los otros arachne habían estado tan ocupados, que no habían tenido
tiempo para vigilarlos.
Geo, Kil... Nunca aceptaron los resultados de la votación, ¿verdad? ¡Estaba
equivocada!
Pero quizás no se podía predecir este resultado. La gente de este país
siempre ha respetado los resultados de las decisiones democráticas. ¡Todos!
¡Sin excepción! Las decisiones a las que llegamos las Siete Luces con nuestros
votos son definitivas — son la ley. ¿De qué otra forma podemos gobernar,
entonces?
¡¿Por
qué está pasando esto?! ¿Por qué cambiaron todos...?
Lise sabía la respuesta.
La
mosca... Es esa mosca. Es una desgracia que sea un conocido de Anael. Nunca
debí respetarlo. Debería haberle expulsado antes.
Lise corrió por el castillo, a veces utilizando sus hilos para tomar
atajos, pegando telarañas a los pilares de los pasillos del castillo e
impulsándose rápidamente, arqueándose en el aire. Eso le permitía subir
escaleras en un instante, y era mucho más rápido que correr.
Tengo
que darme prisa.
Abandonó las puertas del castillo. Los grandes lobos se estaban reuniendo
cerca.
Con
su velocidad, quizá podamos alcanzarlos.
Lise
reunió a sus fuerzas mientras seguía en movimiento, y rápidamente llegó a la
puerta plateada del país.
“Estas
huellas en el suelo... Y en tal número... Ya están fuera.”
“Idatah,
¿y qué hay de las llaves?”, preguntó Lise.
“S-sí”,
fue su respuesta.
“¿Faltaba
alguna de nuestro stock?”
“Ninguna
— aparte de la que se concedió a Belzegea cuando su grupo se marchó.”
Lise examinó la zona. “Esa Bestia Divina no se la ve por ninguna parte.
Debería estar a la espera en esta área...”
¿También planeaba traicionarnos desde el principio? No puedo hacer esa
suposición ahora. Tal vez se sintió amenazada por Geo o Kil.
Pero
en este momento tenemos otras prioridades. Debemos ir tras ellos. Los grandes
lobos son más rápidos que los centauros, y estoy segura que podrán alcanzarlos.
El
sabueso de tres cabezas de Hades se presentó ante ella, líder de los grandes
lobos — se llamaba Loa.
“Loa,
déjame montarte.”
“¿Vamos
tras ellos?”, preguntó él. Loa podía hablar no sólo a los grandes lobos, sino
también a los demás — aunque sólo a través de la boca de su cabeza central.
“¡Incluso
si soy la única que los alcance, tenemos que ir! ¡¿Lo entiendes, Loa?! ¡Sigue
su olor! ¡Sus huellas!”
“Como
ordene.”
Lise
utilizó su hilo para saltar a la espalda de Loa y sujetarse firmemente a él
para no caer. Entrecerró los ojos y miró a su alrededor.
“Tch. ¡Amia!
Estás escondiendo una espada corta detrás de ese escudo tuyo, ¡¿verdad?!”
“Sé
que nos dijiste que no lleváramos armas, pero pensé que podría ser un poco
peligroso, eso es todo”, respondió Amia.
“¡No!
¡Tú escudo será más que suficiente! ¡No hay necesidad de atacar! ¡¿Tanto deseas
ver muertas a esas madres lamias y a sus hijos recién nacidos?! ¡Déjalo ahí! ¡Y
ustedes, los demás caballeros lamia, sigan su ejemplo!”
Amia
arrojó al suelo la espada que había estado escondiendo y dio órdenes a los
demás para que hicieran lo mismo. El duro sonido del metal al chocar llenó el
aire.
Lise
escrutó a Amia cada vez más de cerca.
“Amia,
¡¿qué es eso?!”
Amia
abrió la pequeña bolsa de cuero para mostrársela. “Sí, son esferas de sonido.”
Las
esferas de sonido eran dispositivos mágicos que, como su nombre indicaba,
emitían un sonido una vez que se había vertido cierta cantidad de maná en
ellas.
“Podríamos
separarnos ahí fuera. Necesitaremos esto para señalarnos unos a otros. ¿No
tiene usted algunos de estos, Señorita Lise? Estás siendo un poco hipersensible
con todo esto, ¿no es así?”
“Tú... puedes estar en lo cierto. Mis disculpas, Amia.” Lise se secó el
sudor de la frente.
Quizá
sea el cansancio... Pero tiene razón. No pienso con claridad. Tengo que
recomponerme.
Lise
respiró profundo y alzó la voz para dar órdenes a los soldados que la rodeaban.
“¡Lamias
y dragonkin, monten tantos grandes lobos como puedan! Arpías, ¡busquen desde el
cielo! Infórmenme en cuanto localicen a Geo, Kil o cualquier individuo que
parezca pertenecer a las fuerzas de la Diosa. Idatah — ¡abre la puerta!”
“¡S-sí!”
Idatah introdujo una llave en el hueco, y la puerta se abrió. Lise le quitó
la llave y, en cuanto la tuvo en las manos, Loa salió disparado como una bala.
Los grandes lobos y las arpías la siguieron.
Voy
a detenerlos. Tengo que hacerlo. Si encuentran a los humanos antes que
lleguemos a ellos... ¡Les explicaré todo! Les explicaré que no somos sus enemigos.
Convenceré a Geo y a los demás que no les pongan un dedo encima.
Una duda seguía dando vueltas en la cabeza de Lise.
¡¿Por qué hicieron esto?! ¡¿Por qué, por qué, por qué?!
Si
me hubieran dejado negociar, todo habría ido como la seda... ¡Habría acabado
con todo esto sin incidentes!
✧❂✧
Lise corrió como el viento por el valle, a lomos de Loa. Lise mantenía la
vista fija en el camino, y Loa corría como una flecha bajo ella—
¡Allí!
Lise escuchó el sonido.
¿Son
pezuñas? ¿Los centauros? ¿Es Kil la que está ahí fuera?
Loa
se detuvo de repente, sus patas delanteras rozaron el suelo y levantaron polvo.
Lise sintió que se acercaban varias sombras — que estaban fuera de su campo de
visión, pero se acercaban rápidamente.
“Esos
son—” Sus ojos se abrieron de par en par. “No pueden ser... ¡¿Humanos?!”
Un grupo de humanos a caballo se acercaban a ella — todos armados.
Ya
están aquí.
Lise
se dio la vuelta y vio a la manada de grandes lobos no muy lejos de ella. Las
arpías también estaban en el cielo, un poco por detrás de la manada.
Su
mente se agitó.
“Loa,
¡regresa con ellos! ¡Llévalos de regreso a la puerta!”
“¡¿Regresar?!”
“¡¿Puedes ver lo que está pasando, verdad?! ¡Esos humanos de ahí son probablemente
las fuerzas de la Diosa! Si ellos te ven, pensarán que eres peligroso. ¡Toma
nuestras fuerzas y retírate! Excepto la Banda de la Serpiente
Resplandeciente...”
La
parte superior de los cuerpos de las lamias parecen mitad humana — por lo que
podrían ser algo afines con estas personas.
“¡Haz
que vengan a mí!”
Los humanos se habían detenido — parecían estar discutiendo algo.
Se
dieron cuenta de nuestra presencia.
El corazón de Lise latía con fuerza y rapidez — sus propios latidos sonaban
ensordecedores a sus oídos. No podía fallar — pero se sentía como si la
hubieran lanzado a la actuación en frío, sin tiempo siquiera para ensayar.
¡Se
suponía que tenía que estar preparada para esto!
“...”
“—nistra—”
“...”
“¡Primera
Ministra!”
“¡Ah!”
Ante
las palabras de Loa, fue sacada de sus pensamientos acelerados de vuelta a la
realidad.
“¿Estás
segura que debo regresar con los demás?”
“¡S-sí!
¡¿Quién te crees que soy exactamente?! Soy la Primera Ministra de esta nación,
¡Liselotte Onik!”
“Soy...
soy consciente de ello.”
Lise saltó al suelo, y Loa se retiró para reunirse con los otros grandes
lobos. Las lamias y los dragonkin bajaron de sus monturas de los grandes lobos
mientras Loa llamaba a las arpías. Pronto, todos excepto la lamia emprendieron
la retirada.
Ahora
las piezas están en su sitio.
Giró
la cabeza hacia los humanos. Ellos también se movían — se acercaban. Amia y las
otras lamias llegaron al lado de Lise.
“Primera
Ministra.”
“Amia,
¿preparaste la bandera blanca?”
“Ah... Sí, tal y como me pediste.”
Esto
debería decirles a los humanos que no queremos hacerles daño — al menos creo
que ese es el significado del gesto en su sociedad. Me pregunto si lo
entenderán correctamente. Quizá deberíamos habérselo preguntado a la mosca.”
Lise
alzó la voz e intentó llamarles, pero fue inútil — estaban demasiado lejos y su
voz no llegaba a sus oídos. Desde lejos, pudo ver las ballestas cargadas en sus
manos — eran caballeros arqueros.
Lise se puso a la cabeza de las lamias e izó su bandera blanca.
¡¿Han...
bajado sus arcos...?!
El
pecho de Lise empezó a latir de emoción.
Entonces, los humanos izaron su propia bandera blanca.
¡Lo
han entendido! Saben que no tenemos hostilidad hacia ellos.
Lise
levantó una mano en el aire, sin dejar de mirar a los humanos que tenía
delante.
“Banda
de la Serpiente Resplandeciente, aguarden aquí en espera.”
“Al
menos déjame ir contigo. Estarías demasiado expuesta y sin defensa.”
“¡Hay
un significado detrás de mi apertura! Esta es una oportunidad única en la vida,
¡¿entiendes?! ¡Debemos darnos prisa! ¡Por suerte, parece que aún no se han
encontrado con Geo y los demás! ¡Debemos negociar rápidamente con ellos y
explicarles que no hay necesidad de luchar! ¡No hay tiempo que perder!”
“Me
parece extraño que no hayan luchado con Geo.”
“¿A
dónde quieres llegar?”
“¿Crees
que es posible...” Por una vez, a Amia le temblaban las manos. “¿Y si esos
humanos se encontraron con Geo en el camino hacia nosotros, y ya lo han...”
“¡No
asumas lo peor de ellos desde el principio! ¡Contrólate, Amia Plum Lynx! No hay
forma de saberlo con certeza, ¡¿verdad?! ¡Tenemos que confiar en estos
humanos!”
“Lise...
no creo que pudiera perdonarlos, ¿sabes? Si esos humanos de ahí fuera han
matado a Geo o a Kil...”
Lise
abofeteó a Amia en la mejilla.
“¡Contrólate!
¡Con más razón tendríamos que negociar! ¡Tenemos que explicarles que no somos
como Geo y Kil! ¡Decirles que esos dos ignoraron nuestras reglas y abandonaron
nuestro país! ¡Tenemos que ser sinceras!”
“Yo...
permaneceré a su lado, Primera Ministra.”
“¡Ya te lo dije, me voy sola!” Lise dio media vuelta y volvió a respirar
profundo.
No
pasa nada. Han izado una bandera blanca. No quieren hacernos daño. Ahora el
escenario está preparado para la negociación.
Lise caminó hacia ellos, con la bandera aún en alto. Un caballero comenzó a
avanzar también en su dirección. Su armadura se distinguía claramente del
resto, y parecía estar en una posición de autoridad sobre los demás caballeros.
¿Podría
ser uno de esos “nobles”, tal vez?
Se acercó a ella hasta que estuvieron a pocos metros, y luego se acercó aún
más. Por fin estaban cara a cara. El hombre iba a caballo, así que Lise tuvo
que alzar la vista. No llevaba casco y su armadura parecía más ligera que la de
los otros caballeros. Tenía el cabello castaño oscuro. Tenía los ojos algo
caídos, pero Lise se dio cuenta que, con sus rasgos bien proporcionados y su
ligero aire de sofisticación, podría considerarse incluso guapo.
¿Parece
tener unos veintitantos o principios de los treinta, tal vez? No es tan
musculoso como Geo, pero el hombre está bien construido.
“Disculpe.
Sería descortés hablarle desde el lomo de mi caballo”, dijo el hombre con un
tono de voz suave. Desmontó, acomodó su bandera blanca en la silla antes de
darse la vuelta hacia Lise una vez más, e inclinarse con elegancia.
“Me
llamo Michael Eucalyon. Soy el segundo hijo de la Casa de Eucalyon, del Reino
de Alión. Sirvo como comandante de las Trece Órdenes de Alión y capitán de la
Primera Orden de Caballeros. Ahora bien... con la bandera blanca que izaste,
veo que no eres un simple monstruo — ni tienes los habituales ojos dorados.
Creo que son habitantes del País del Fin del Mundo. ¿Estoy en lo cierto?”
Lise dio un suspiro de alivio. El hombre era de buenos modales —
corpulento, pero no intimidante.
Incluso
desmontó su caballo con consideración — debía de ser un ser humano amable.
“Soy...
Es decir, ejerzo de Primera Ministra en el País del Fin del Mundo. Mi nombre es
Liselotte Onik, una arachne. En primer lugar, permítame agradecerle que haya
comprendido el significado de nuestra bandera blanca. ¿Qué puedo hacer por
usted?”
Michael
parecía sorprendido.
“¡Ah!
Oírte hablar con tanta fluidez y con tanta gracia... Me disculpo, pero me
sorprende un poco. Por no hablar de tu belleza...”
Las mejillas de Lise se sonrojaron ante el inesperado cumplido.
No
puedo. Pensará que soy muy fácil de manipular.
Michael
le dedicó una sonrisa que podría haber pretendido ser incluso cariñosa.
“Enviaste
arpías mensajeras hacia nosotros, ¿verdad?”, preguntó él.
“¿Eh?
Ah, sí.
“Nos
explicaron su deseo de negociar, y por eso hemos venido. Hemos oído que desean
resolver sus conflictos mediante la discusión, no a través de la batalla. Al
enterarnos por ellos, nos apresuramos a reunirnos con usted.”
“Ya veo.”
Recibieron
nuestros mensajes.
Fue
entonces cuando Lise se dio cuenta de la dirección en la que miraba Michael.
Estaba mirando algo por encima del hombro de Lise.
“¿Sir
Michael?”
“Esos
individuos de ahí atrás... ¿Son lamias?”
“Sí.
Oh, por favor, no se preocupe. No son criaturas violentas.”
“No
veo armas de las que hablar. ¿Usan dispositivos mágicos ofensivos, tal vez?”
“No,
los he traído aquí sólo con sus escudos, nada más.”
“¡¿N-no
están armados?!”
Michael se sorprendió una vez más, dejando escapar un jadeo que sonó
bastante fuera de lugar.
Quizá
sea más ingenuo de lo que parece a primera vista... Incluso un poco entrañable.
“Deliberadamente,
sí. Deseo comunicarles durante nuestras negociaciones que no tenemos ninguna
hostilidad hacia ustedes. Tenemos armas, pero las hemos dejado atrás para venir
a hablar con ustedes, junto con todos los monstruos que tenemos y que podrían
ser malinterpretados como hostiles...”
Lise
explicó el pacifismo de su país y la traición de Geo y Kil — le dijo al humano
que ellos habían dado la espalda a la decisión de su propia nación. Michael
escuchó atentamente, asintiendo como una inocente estudiante.
“Ya
veo, pensar que llegarías tan lejos... Me sorprende. No sabía que hubiera
individuos tan sabios viviendo en el País del Fin del Mundo... Señora
Liselotte.”
Michael se acercó a ella y le tendió la mano para que se la estrechara.
Lise tomó su mano y la apretó con fuerza. Él la miró con sinceridad en los ojos
y le devolvió el apretón.
No
estaba equivocada.
Lise estaba completamente segura de ello ahora.
Aquella
mosca pensó que no se podía confiar en ninguna de estas personas... pero sólo
lo creía porque le resultaban molestas. Estuvo cerca. Estuvimos a punto de
tragarnos sus melosas palabras y de hacer algo que ya no podría deshacerse.
Lise
levantó la cabeza y sonrió.
“Siempre
soñé con conocer a un humano así — con el día en que pudiéramos estrecharnos la
mano.”
“Sí... Para ser sincero, yo también estoy bastante asombrado. No tenía ni
idea de que los habitantes del País del Fin del Mundo...” Michael dijo, los
ojos suavizándose mientras le sonreía, “serían tan increíblemente estúpidos.”
... ¿Eh?
¿Qué
acaba de decir? Imposible de creer—
“¡¿Wahh?!”
Lise
fue empujada al suelo con una fuerza aterradora. Sintió que unos brazos fuertes
y musculosos la rodeaban con firmeza. Un escalofrío le recorrió la espalda. Oyó
un grito de “¡Primera Ministra!” de Amia a cierta distancia detrás de ella.
“S-Sir
M-Mich-ael... Qu-qué e-está... Me-está las-timando...”
No tenía una idea clara de lo que le estaba pasando. Su cerebro no daba
abasto — no podía comprender la situación.
¿Eh? ¿Qué? ¿Qué está ocurriendo? ¿Qué me está pasando? ¿Sir Michael? ¿Este
amable humano está...? ¡¿Por qué?!
¡¿Por
qué?!
La
miró con ojos sin emoción, y Lise se estremeció de miedo. Michael levantó la
mano — parecía una señal para los demás. Lise oyó el ruido de cascos cuando los
otros caballeros se acercaron.
“Es
suficiente, lamia. Un paso más y mataré a esta primera ministra tuya.” Su voz
había sido tan suave, pero ahora sus tonos eran fríos y crueles —
terroríficamente crueles.
Empezó
a rebuscar entre las pertenencias de Lise.
“¿Eso es todo? Ah... sí, ésta es.”
La
llave. La llave para abrir nuestra puerta de plata.
“Si
tenemos esta cosa, ni siquiera necesitaremos llamar a la Sexta Caballería, ¿eh?
Ese grupo... Tratan a esa Bestia Divina casi como si fuera uno de ellos. Con
esto, ya ni siquiera necesitamos esa cosa.”
Lise
estaba híperventilando, pero de algún modo consiguió calmar su respiración lo
suficiente como para hablar.
“¡S-Sir
Micha-el!”
“¿Hmm?”
“¡Esto
es un... un malentendido...! Tiene que ser...”
“¿Un
malentendido? Tú eres la que no entiende lo que está pasando aquí.”
“Ustedes
dos deben haber tenido una gran conversación, Sir Michael”, otro de los
caballeros le dijo mientras cabalgaba hacia él.
“Este
grupo está actuando más humano de lo que esperaba.”
“Vaya,
¿esa de ahí es una lamia? Qué belleza.”
“¿Qué,
te gustan las lamias?”
“No,
pero...”
Lise
sintió su mirada lasciva sobre ella — lo cual hizo que se le erizara la piel.
“Ésta
con la parte inferior del cuerpo de araña tampoco está nada mal.”
“Las
chicas humanas son aburridas, ¿sí? Quiero probar a las semi-humanas — esa es la
razón por la que vine a esta misión.”
“Especialmente
cuando se trata de sub-humanos como estos, realmente no
tenemos que contenernos... No como cuando se lo haces a otro humano. No hay
necesidad de mostrar piedad, ¿verdad?”
“Los
que tienen partes humanas alcanzarán un buen precio. El País del Fin del Mundo
es como un tesoro de golosinas para llevarnos.”
Lise estaba conmocionada.
Pero
tengo que ser fuerte — debo serlo.
“¡H-hablemos
de esto! ¡Estoy segura de que podremos llegar a un acuerdo! ¡Todos somos buenas
personas en el País del Fin del Mundo! ¡No es demasiado tarde para hablar!
Olvidémonos de todo esto — ¡agua bajo el puente! ¡Si nos esforzamos por
entendernos, estoy segura de que podremos estrechar nuestras manos!”
“Preferiría
unir otras partes.”
“¿Eh...?”
“Estoy
preguntando si podemos foll*r.”
“¿Qu-qué...?”
¿Qué
está diciendo este humano?
“Relaciones
sexuales entre humanos y arachnes... Ya sabes, apareamiento. ¿Es posible?”
“¡¿Q—q—qué
demonios estás tratando d...?!”
Michael
le dio un puñetazo en el rostro, con su cuerpo aún presionando todo su peso
sobre ella desde arriba.
“Deja
que te lo pregunte de nuevo.”
Lise
sintió un dolor agudo en la nariz.
“Tú
y yo, por ejemplo — ¿podríamos tener sexo?”
“¡B-basta
de tonterías! ¡¿Acaso sabes lo que estás diciendo?! ¡Quítate de encima!” Lise
sintió que algo se rompía en su interior. Ella perdió el control. “¡Rápido,
ahora! ¡Hablar contigo es inútil! Envía a alguien más serio con quien pueda
negoci— ¡¿aagh?!”
Le
dio puñetazos en el rostro una y otra vez — bajando los puños uno tras otro.
“Gah,
ghh— P-par... ¡Gh! Por favor, par— gh...”
Los
golpes se detuvieron.
“Por
favor, para-por favor... Par — snif... Lo s-siento... Así que
por favor... No me pegues... Waah... No puedo
so-soportarlo... Waaahh...”
“Sólo
te lo preguntaré una vez más. ¿Es posible?”
El
rostro de Lise estaba cubierto de sangre y lágrimas mientras intentaba
desesperadamente hacerse lo más pequeña posible.
“N-no
lo sé... Nunca lo he hecho, así que... Lo siento... No me golpees...”
Lise
estaba absolutamente aterrorizada, pidiendo clemencia entre sollozos. Michael
dejó escapar un pequeño suspiro ante su respuesta.
“¿Qué,
no sabes responder a una simple pregunta y se supone que eres la primera
ministra de este lugar? Basura inútil. Bueno, supongo que puedo tenerte como
mascota hasta que me aburra. Considéralo un honor — esto es piedad.”
De repente, un zumbido llenó el aire — era casi ensordecedor.
¿Esferas
de sonido...?
“¿Qué
es eso, una señal?”
“Déjala
ir... Deja ir a nuestra primera ministra.”
Era
la voz de Amia.
“Tú.
Quítate la ropa.”
“...
¿Qué?”
“Sub-humanos
como ustedes tienen agallas, vistiéndose así. ¡Desnúdate!”
“¡T-tú...!”
Con
un *woosh* y un *clank*, un solo proyectil rebotó
en el escudo de Amia — disparado por uno de los caballeros arqueros detrás de
Michael.
“Qué
sorpresa. Ella lo bloqueó.”
“Creo
que eso de hace un momento era una esfera de sonido. Probablemente envió un
mensaje a sus aliados.”
“Una
señal dirigida a sus amigos de que las negociaciones se han roto. Los
sub-humanos armados y los monstruos repulsivos estarán en camino. Aquí es donde
comienza la verdadera batalla.”
“Podríamos utilizar a su primera ministra como rehén.”
“¡Ja!”
“¿Qué?”
“Nada...
Es sólo que llamar a este monstruo sub-humano como primera ministra es...
patético. Es muy gracioso.”
“Lo
sé, ¿verdad?”
Lise
no podía decir nada — no podía hablar. Estaba aterrorizada. Pero una terrible
sensación de hundimiento la arrastraba hacia abajo, y no podía soportar seguir
sin saber. Se atragantó con una pregunta.
“¿M-mensaj-eras...?”
“¿Oh?
¿Qué estás diciendo ahora?”
“...
Nuestros m-mensajeras... ¿Qu-qué les pasó...?”
“Oh,
los matamos. Les disparamos hasta hacerlos caer del cielo. Si hubiéramos sabido
lo inofensivas que eran, las habríamos capturado y nos habríamos divertido un
poco primero.”
“Ghh... Snif...”
Lo
siento... Todo es culpa mía... Todo es por mi culpa...
“Ah,
cierto, cierto— Sir Michael. Acabamos de recibir un mensaje de las otras
Órdenes que avanzan a nuestras espaldas.”
“¿Algo
que valga la pena escuchar?”
“Esos hombres-leopardo que la Sexta Orden informó haber encontrado, han
sido casi todos aniquilados. He oído que algunos de ellos siguen huyendo, pero
la gran pantera negra que se cree que es el líder ya ha sido eliminado.”
¡¿No
puede ser— Geo...?!
“Dicen que le han arrancado la cabeza... Imagino que pretenden
presentársela a la Diosa como trofeo, conociendo a ese montón de la Sexta
Orden.”
“Snif...”
G-Geo...
“¿Qué
hay de los centauros mencionados en el informe anterior?”
“He
oído que han sido casi completamente derrotados también.”
“Tch,
esa maldita Sexta Orden. Trabajan demasiado rápido.”
“Pero
eso no es todo ... je je je.”
“¿Qué?”
“Las perras centauros son un grupo de hermosuras, dicen, hasta la última de
ellas. Intentan capturarlas vivas hasta donde pueden. Ah, y la de piel azul que
las lidera ha sido capturada... Oigan, tuvieron que cortarle las dos patas
traseras para derribarla.”
¡Kil!
N-no... No puede ser... ¡Kil—!
Michael
chasqueó la lengua.
“Maldita
Sexta Orden. Ni siquiera me consultan antes de tomar esas decisiones.”
“Están
teniendo toda la diversión, ¿no?”
“Esto
significa que tenemos que movernos rápido...” Michael apartó sus agudos ojos de
Lise para mirar a lo lejos. “Tenemos que entrar primero en el País del Fin del
Mundo y asegurarnos de que la Sexta Orden no robe los mejores juguetes.
Vamos... Capturen a todas esas lamias, ¿quieren? Cualquiera que quiera
violarlas aquí mismo, adelante, inténtelo. Pero no a esa fina con el velo en el
rostro, ella es mía... ¿Hm?”
Él
se dio la vuelta.
“¿Qué
pasa?”
Hubo
un alboroto entre los caballeros asignados a la retaguardia.
Lise cerró los ojos con fuerza y volvió a abrirlos. El mundo que la rodeaba
era borroso e indistinto.
Los
caballeros... ¿Se están dispersando?
“¿Un
ataque suicida de los patéticos remanentes de ese ejército sub-humano?”
“Saben
que ya están muertos.”
“Parece
que su ataque sorpresa ha tomado desprevenidos a nuestros hombres. Pero no
durará mucho. ¡Aplástenlos!”
Docenas
de los caballeros cercanos bajaron sus lanzas y dirigieron sus monturas al
lugar, listos para luchar.
“Esperen.”
La voz de Michael se puso tensa. “¿Qué es esa cosa?”
Una
sombra grande y negra avanzaba hacia ellos — una figura demasiado alta para ser
humano. Se oyó un grito de guerra que atravesó el bosque y llegó hasta los
oídos de Lise.
“Hey,
¡¿no es ese el hombre-leopardo del informe?!”
“¿Así
que el que mataron era falso?”
La
retaguardia de los caballeros fue empujada hacia atrás, retirándose en un
intento de reformar sus líneas. Lise vio terror en los ojos de los caballeros
mientras cabalgaban hacia ella en retirada — entonces vio una gran sombra negra
saltar sobre una de sus espaldas. Fue entonces cuando lo reconoció, el
hombre-leopardo más fuerte que conocía, con una katana negra curva en cada
mano.
“¡¿W-waaah?!”
El caballero que se retiraba gritó cuando el hombre-leopardo se abalanzó sobre
él — la espada cortó el aire, partiéndolo en dos con un rugido atronador. La
armadura del caballero no ofreció resistencia, y el hombre fue cortado
limpiamente por la mitad. Su cadáver se retorció y se desplomó, colgando
grotescamente a los lados del caballo.
“E-esa
cosa es un monstr—”
Un
torbellino negro de ojos rojos centelleantes pasó disparado junto a los
caballeros. Era mucho más grande que los demás hombres-leopardo y casi parecía
irreal de pie junto a ellos. Nadie más podía blandir esas dos enormes espadas
negras. Geo Shadowblade cortó en pedazos a los caballeros uno a uno mientras
huían.
Lágrimas se formaron en los ojos de Lise.
¡G-Geo...!
¡Estás vivo! Geo...
El
rostro de Michael se puso morado de rabia, aunque su expresión permaneció
carente de emoción.
“Esto
no estaba en el informe. Mátalos.”
“¡E-este
debe haber sido el plan del enemigo todo el tiempo! ¡Un plan para tomarnos
desprevenidos!”
“Esa
maldita Sexta Orden — ¿en qué están pensando? Tch...” Pisó a Lise,
apoyando todo el peso de su cuerpo sobre el pie para sujetarla mientras ella
gruñía por la presión.
Estaba
tan rígida que no podría haberse movido, ni estaba en condiciones emocionales
de ponerse de pie.
“¡Escuchen!”
Michael gritó por encima de los demás que luchaban. “¡Poderosos caballeros de
mi Primera Orden! Los enemigos a los que nos enfrentamos son sub-humanos,
¡errores de la naturaleza! ¡Son salvajes que lograron una emboscada barata y
ahora se creen guerreros! ¡Enséñenles la verdadera batalla! ¡Sin piedad! ¡Hagan
un ejemplo sangriento de ese hombre-leopardo! ¡Una recompensa para todos los
que ayuden en su masacre! ¡Vamos!
Los
caballeros lanzaron un grito de guerra y se lanzaron a la carga. Estaba claro
que Geo se había adelantado demasiado a sus propias líneas — los que iban
detrás de él seguían ocupándose de la retaguardia y aún no le habían alcanzado.
Pero Geo no se detuvo.
“G-Geo...”
Lise quería advertirle, decirle que esperara a que los demás vinieran a
apoyarle, pero no encontró la forma de hacerlo.
“Sin
miedo, ¿eh? Ese hombre-leopardo va a dar problemas — ¡caballeros arqueros, en
posición!”
Estaban en el camino, un único sendero que atravesaba un valle con
escarpados acantilados de piedra a ambos lados. Caballeros con arcos
aparecieron de repente en los bordes del barranco.
Una
emboscada. Seguro que habían dado la vuelta por otro camino para situarse por
encima de nosotros.
Lise
sabía que esa táctica era posible en el estrecho valle en el que se encontraban
— simplemente, para empezar, ella nunca había tenido intención de luchar.
“Dispara
a esa bestia antes que los caballeros tengan que enfrentarse a él en batalla.
¡Derríbenlo!”
Los
caballeros arqueros tensaron sus arcos y fijaron sus miras en Geo.
“¿P-Por
qué...?”
“¿Eh?”
“Nosotros...
Nosotros te mostramos... Nosotros no... Nosotros no queremos pelear, así
que...”
“¿Todavía estás tratando de zafarte de esto con palabras dulces? Nunca
dejas de divertirme.”
“Snif...”
No lo entiendo.
No pude convencerlos.
Estaba equivocada.
Esa
mosca... El Lord Mosca tenía razón. Pero ahora es demasiado tarde para eso.
Demasiado tarde.
“¡¿Ghhah?!”
“¡¿Qué
está pasando ahí arriba?!”
Michael
miró hacia los acantilados y escuchó gritos desde arriba.
Fue
entonces cuando aparecieron — Lise los vio con toda claridad
mientras yacía de espaldas en la tierra.
“¡Ah—!”
“Somos
nosotros los que tomamos el control aquí arriba. Qué pena, ¿eh?” Era Kil Mail,
con un arco en las manos. Los otros centauros aparecieron detrás de ella,
alineados y empuñando sus propios arcos.
“K-Kil...”
“Qu-qu...”
Michael temblaba de rabia. Su cabello se erizaba con el viento, pero casi
parecía que era la rabia lo que hacía que se le pusiera de punta. “¡¿A qué
están jugando las otras Órdenes?! ¡Por favor! Son sólo un puñado de animales,
¡sólo eso! Ustedes, arqueros, disparen a los acantilados y— ¡¿Qué—?!”
Se detuvo de repente — como si hubiera visto algo que no podía creer. Sus
fuerzas estaban perdiendo. Los caballeros que se habían lanzado contra Geo
estaban siendo superados.
¡¿Contra
ese insignificante animal?!
“¡¿Qué
es esa cosa?!”
“¡Yo-yo
no quiero morir!”
“¡Es
un monstruo!”
Los
caballeros de la retaguardia, que ahora habían retrocedido hacia la posición de
Micheal, volvieron a dar vuelta con sus caballos en el lugar.
“¡P-pero
si hay más hombres-leopardo por allí!”, exclamó uno de los caballeros. “¡Miren!
¡Son muchos! ¡Y nosotros somos tan pocos! ¡Sir Gran!”
Una
sombra negra apareció detrás del caballero que acababa de ordenar la retirada,
con ojos de un rojo intenso centelleando. Con un gruñido aterrador, la espada
negra de la sombra golpeó horizontalmente al caballero. La cabeza del caballo
fue cortada, y el caballero fue partido limpiamente en dos. Geo abrió la boca y
soltó un gruñido bajo y grave. Estaba completamente bañado en sangre.
“Los
mataré a todos.”
Por
un momento después de que él hablara, un silencio mortal cayó sobre el campo de
batalla. Los caballeros parecían no saber qué hacer. Sus filas se desmoronaron
y comenzaron a huir, intentando escapar por donde habían venido. Los centauros
enviaron una lluvia inmisericorde de flechas y magia ofensiva sobre ellos, que
caía como lluvia desde lo alto.
La
Primera Orden estaba en plena retirada.
“¡Alto,
cobardes! ¡Dejen de correr!” Michael gritó a sus espaldas, pero los caballeros
se quebraron. “¡Gah! ¿Cómo pudo...? ¡¿Qué está pasando...?!”
“S-Sir
M-Michael.”
Michael
se quedó de pie en el bosque, solo a no ser por el hombre que parecía ser su
vice-capitán a su lado. Se dio la vuelta, mirando en dirección al País del Fin
del Mundo. Las lamias se reunían ante él.
“¿Qué
demonios...?” Rechinó los dientes. “¡Debemos avanzar! ¡A la carga contra esas
malditas lamias que sólo tienen escudos!”
“¡Quizás
podamos usar a esta arachne! ¡Ella puede ser nuestra rehén!”
“¿Huh?
¿Qué estás diciendo? Eso jamás funcionará, ¿sabes?”
Una
voz tranquila habló desde arriba. Era Kil, que los miraba con desprecio en los
ojos.
El
vice-capitán de Michael le gritó, echando espuma por la boca. “E-esta... esta
persona... ¡¿Es tu primera ministra, no es así?! Si quieres que viva,
entonces...”
“¿No
te has enterado?”
“¡¿De
qué estás hablando?!”
Pero
la expresión de Michael mostraba que lo había entendido. “Lo había
olvidado...”, dijo en voz baja. “Esta arachne no nos servirá de rehén.”
“¡¿Por
qué?!”
“Lo
oí de su propia boca... Estos soldados se rebelaron contra su propia primera
ministra. Imagino que preferirían verla muerta que viva.” Michael miró a Kil.
“Creo que esta pequeña araña está exactamente donde ellos quieren que esté.”
“Esa
primera ministra de ahí abajo es la que nos metió en esta lucha, ¿sabes?”
“¡Ghh—!
Ah...”
Hubo
un súbito sonido silbante cuando la flecha de Kil alcanzó al vice-capitán justo
entre los ojos.
“Mátala
si quieres. Aunque no tiene mucho sentido”, le instó Kil mientras miraba desde
arriba, con los ojos completamente desprovistos de emoción.
Un
sudor de pánico empapó la frente de Michael cuando éste se dio la vuelta para
mirar a las lamias. Luego miró por encima de su hombro — Geo Shadowblade estaba
bloqueando su retirada, con el pelaje empapado de sangre y el rojo goteando de
sus espadas. Parecía la ira encarnada.
“¡U-ustedes,
salvajes!”
“Entonces,
¿qué haremos?”, preguntó Geo, extendiendo los brazos y levantando las espadas
en el aire. “Tú eres el líder, ¿verdad? Incluso podría pensar en hacerte
prisionero si me lo pides amablemente.”
Michael
observó el aterrador número de cadáveres de la Primera Orden que yacían
esparcidos por el suelo ante él. Un poco más lejos, vio a los hombres-leopardo
clavando sus espadas en los que aún respiraban.
Su
Orden había sido completamente destruida.
Apretó
los dientes con frustración.
“¡Ustedes...
ustedes bestias! Michael Eucalyon jamás será tomado por gente como—”
En
un instante, dos sombras negras saltaron de los acantilados de arriba.
“¡¿Qu—?!”
Parecía
que habían pasado desapercibidos ante los centauros y habían saltado — un
enorme corcel negro de ojos llameantes montado por una mujer vestida de
espadachín mosca. El caballo aterrizó con destreza, como si apenas hubiera
registrado la caída.
Entonces
Michael se dio cuenta de que había otra persona junto a la jinete.
“¿D-de... dónde...? ¿Qu-quienes...?”
“Mi nombre es Belzegea”, dijo el Lord Mosca. “No te preocupes. Mi Brigada El Lord Mosca está aquí para ayudarte. Y en el momento adecuado, Capitán de la Primera Orden Michael.”