Failure Frame Vol. 6 Epílogo
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Failure Frame volumen 6 Epílogo en español
Epílogo
“EMPEZABA a impacientarme, Espada
del Valor.”
Las noticias que tanto tiempo llevaba esperando por fin había
llegado por medio de una paloma de guerra mágica. La Diosa había asignado a la
Espada del Valor, la exploración de esa zona hacía ya tanto tiempo — pero tras
una serie de fracasos, parecía que por fin habían tenido éxito.
“El País del Fin del Mundo... Oh ho ho, esto significa el
fin para el Clan de las Palabras Prohibidas. Qué buen día es hoy.”
Vicius dio órdenes a sus subordinados, una convocatoria inmediata.
Tras pasar algún tiempo, él entró en sus aposentos.
“¿Quieres que me dirija al oeste?”
Era Tomohiro Yasu, con los dedos ya curados por la Diosa después
de la batalla. Por suerte, él no había caído en el sueño que a veces las
bendiciones de la diosa podían causar.
“Sí, de hecho, tengo una misión muy importante para ti en ese
lugar”, respondió la Diosa.
“¿Una misión, dices? Los ejércitos del Rey Demonio aún no han sido
derrotados en el campo de batalla. ¡Debo llevar a cabo mi venganza contra
ellos! ¡¿Por qué me ordenas ir al oeste?! ¡Envía a Ayaka o a otro de tus
peones para que se ocupe de ello! ¡Esta misión no es digna de mi atención!”
“Mmm, ¿me pregunto?”
La sien de Yasu se contrajo, su rostro enrojeció
por la ira. “¿A qué estás jugando?”
“Para ser totalmente honesta... y, esto es sólo entre nosotros,
¿entiendes?” Vicius se inclinó hacia delante y su expresión era solemne.
“¿Eh?” Yasu parecía más atento ahora.
“Esta misión es más importante que nuestra lucha contra el Rey
Demonio.”
“... ¿Qué?” La voz de Yasu era calmada, y su expresión cambió de
enfado a interés.
“Consideré preguntar a los otros Héroes, pero lamentablemente, no
sé hasta qué punto puedo confiar en ellos.” Suspiró ella y puso su mano sobre
la de él. “Pero en ti, Yasu-san— creo que puedo confiar en ti.”
“Ahora lo entiendo.” Yasu intentaba mantener una actitud seria,
pero había una sonrisa dibujada en sus mejillas que no podía reprimir del todo.
“Muy bien. Supongo que Kirihara e Hijiri no son capaces, ¿supongo?”
“Como bien sabes Yasu-san, estos Héroes de clase S... ninguno es
tan adepto a usar la cabeza en batalla, ¿verdad?”
“Sí, es cierto.”
“Sin embargo, si bien puedes ser un Héroe de clase A, tu mente es
mucho más aguda que la de ellos. Si no fuera por eso, no estaría aquí
ofreciéndote esta tarea. Eres el único capaz de hacerlo.”
Las palabras de la Diosa claramente habían dejado una impresión en
Yasu, pero Vicius se encargó de no hacer ninguna señal visible de que ella lo
había notado.
“Esta misión es ultra secreta. Una misión que
sacudirá este país, no, este mundo hasta la médula. ¿Puedo contar
contigo?”
Yasu resopló en respuesta. “Si es así, supongo que no tengo
elección. Si soy el único que puede llevar a cabo esta tarea, entonces debo
hacerlo.”
Vicius le sonrió.
“Exactamente lo que esperaba de ti, Yasu-san.”
Tras marcharse Yasu, ella envió a buscar al capitán de la Sexta
Orden de Caballeros.
“Estas criaturas de mente simple — pueden ser tan patéticas a
veces, pero son tan fáciles de manipular.”
Examinó con la mirada los pergaminos que estaban sobre su
escritorio. Le quedaba una montaña de ellos con los que lidiar. Desde el
descenso del Rey Demonio, su trabajo como Diosa se había vuelto mucho más
ajetreado, y Vicius no confiaba en casi nadie — mucho menos en los humanos.
Pensó que la estupidez de esta especie se veía subrayada por la corta duración
de su existencia. Antes que ellos pudieran adquirir verdadera sabiduría o
iluminación sobre el mundo, se debilitaban y morían. Una vida demasiado corta para
la verdadera inteligencia.
Vicius se llevó una mano a la boca, recuperó la compostura, sonrió
y puso la pluma sobre el papel una vez más.
Habían pasado varios días desde la partida de Tomohiro Yasu y la
Sexta Orden de Caballeros, y la Diosa estaba trabajando en su despacho privado,
como era costumbre en ella.
“¡Diosa Vicius, por favor disculpe la intrusión!”
Un hombre entró dando tumbos en la habitación. Vicius lo miró por
encima de sus pergaminos — uno de sus subordinados estaba en la puerta, con el
rostro pálido.
“Cielos, cielos, entrar sin siquiera tocar, ¿qué debo pensar de
esto? Ejem, ¿movimientos por parte de los ejércitos del Rey Demonio, supongo?
Hmph, no es inesperado. Pero esto presenta un problema. La Raíz de Todo Mal esta vez ha sido una
molestia—”
“¡N-no es ése mi informe!”, interrumpió el hombre.
“¿Quieres decir que no tienes noticias del Rey Demonio? Entonces,
¿de qué se trata?”
“E-el Emperador Salvajemente
Hermoso...” Tomó aire para recomponerse y continuó, incapaz de disimular
su conmoción. “¡El Imperio de Mira ha declarado la guerra a nuestra nación, Alión!
¡Sus ejércitos están marchando para cruzar Ulza en este momento mientras le
informo!”
“... ¡¿Qué?!”