Goblin Slayer Vol. 5 capítulo 5
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Goblin Slayer volumen 5 capítulo 5 en español

Asalto a la Mazmorra
—¡No estaba de acuerdo con esto!
—Ah… Ah-ha-ha-ha-ha…
A la mañana siguiente, la elfa estaba bajando por el
sendero de la montaña, encerrada en una jaula de madera. La sacerdotisa estaba
a su lado, sonriendo incómodamente. Ambas iban vestidas con harapos.
Las largas orejas de la elfa se agitaban con rabia;
ella agarró los barrotes de la jaula y les dio una sacudida.
El palo que atravesaba la parte superior de la jaula
para poder llevarla era, al igual que sus trajes, una parte integrante para
hacer que los “prisioneros” parecieran realistas.

—¡¿Por qué tenemos que ser
prisioneras de batalla?!
—Porque yo y los otros nunca lo seríamos.
Con los hombres como cautivos, el acto ya no sería
convincente. Goblin Slayer no dio ninguna otra opción.
Él había teñido su siempre mugrienta armadura de negro
de pies a cabeza; era un espectáculo muy extraño. Podría haber pasado por el
espíritu de un soldado muerto que acaba de volver de la tumba.
—¡Oh! ¡Oh! ¡La tonta dama aventurera comienza a
quejarse de nuevo! — dijo un enano de aspecto malvado que llevaba la jaula
desde el frente. —Maestro monje, quizás deberíamos darles una lección…
—¡Heh-heh-heh! Finas ofrendas ellas serán al dios del
conocimiento. Te dejaré hacer lo que quieras con ellas. — La respuesta vino de
un monje lagarto oscuro que caminaba adelante, sonriendo maliciosamente. Él
había estado muy entusiasmado desde que preparó su disfraz y se había pintado
la cara y las escamas, usando pigmentos para cubrirlas con diseños extraños.
La elfa alta se mordió el labio con un gruñido y
cambió de objetivo.
—¡Oye, sabes que está bien si te enojas un poco!
—Oh, creo… que me he acostumbrado a este tipo de
cosas… — La sacerdotisa, sentada en una esquina de la jaula abrazando sus
rodillas, sonrió frustradamente. La expresión, combinada con su esbelto cuerpo
y su delicada belleza, la hizo parecer la imagen misma de una prisionera. Una
buena actuación. Por supuesto, el verdadero problema era que no era una
actuación en absoluto.
—……
La jaula tenía otra habitante, alguien que no había
dicho una palabra. Era Noble Fencer.
Ella también estaba sentada en un rincón de la jaula
con sus piernas presionando su pecho, donde miraba fijamente al espacio y no
movió ni un músculo.
Su bella piel, sin embargo, había perdido su brillo;
sus labios rosados se habían vuelto azules.
La sacerdotisa se le acercó lentamente, moviéndose a
gatas.
—Um, ¿no tienes frío…?
—……Estoy bien —, dijo Noble Fencer.
Normalmente, eso podría haber sido suficiente para
disuadir a la sacerdotisa, pero esta vez ella sólo rio un poco.
Fue una mejor respuesta que “Seguro”, “Ya
veo”, “¿En serio?” o “Muy bien, entonces”.
Ella pensó en cómo él había sido
cuando se conocieron por primera vez; él no habría dicho más que una de esas
palabras.
—Yo tengo frío… así que me mantendré cerca de ti, ¿de
acuerdo?
—……Haz lo que quieras.
Noble Fencer miró hacia otro lado. La sacerdotisa
asintió, aunque la luchadora no pudo verla, y luego puso sus rodillas como la
otra chica.
El camino nevado parecía muy largo. La jaula se
balanceaba de un lado a otro con la ventisca.
Estaban marchando hacia la fortaleza que se elevaba
sobre la montaña nevada. No era algo que fuera fácil o agradable para las
mujeres llegar a pie.
Entonces… ¿estaban tratando de ser amables haciéndonos
actuar como prisioneras?
Estaba la “insensibilidad”, y luego estaba la
insensibilidad, pensó la sacerdotisa, que se aferraba suavemente a los hombros
de Noble Fencer.
—¡Achoo! — Alguien estornudó delicadamente
por el frío.
Ella intentó cubrirse su rojo rostro y boca, pero ya
era demasiado tarde. Las afiladas orejas de la elfa habían captado la dirección
del sonido, y ahora la miraba con una sonrisa. Noble Fencer estaba mirando a la
sacerdotisa de una manera que no era muy femenina.
—Yo… no pude evitarlo. Hace frío aquí afuera.
—……Sí. Así es —, murmuró Noble Fencer, pero había
indicios de una sonrisa en los bordes de sus labios. La sacerdotisa estaba
segura de ello.
Ohhh…
Parte de ella estaba orgullosa de haber provocado esa
reacción, pero le daba vergüenza considerarlo un golpe de suerte.
—Pero tienes razón —, dijo la elfa, el color de su
rostro no era inspirador. —Hace mucho frío aquí afuera, especialmente con esta
ropa. — Sus orejas temblaban sin descanso. —Creo que se me van a congelar las
orejas.
—No lo llaman la montaña nevada por nada —, dijo
Goblin Slayer desde fuera de la jaula. Hizo una señal al chamán enano para que
se detuviera. Luego metió la mano en la bolsa de objetos y sacó una manta,
aunque su utilidad contra el frío era mínima.
—Es un viento helado —, dijo el chamán enano. —¿Qué
dices, Escamo- er, monje?
—Yo mismo debo vestirme abrigadamente para no quedarme
inmóvil. — El hombre lagarto quien llevaba su ropa normal, aumentada con una
capa muy pesada. Entrecerró un poco los ojos. —Algunos dicen que los temibles
nagas fueron aniquilados por el frío.
—Debilidad racial, ¿eh? Entonces, no hay forma de
evitarlo. ¿Qué tal si prendemos fuego y calentamos nuestros huesos?
El chamán enano metió la mano en su bolsa de catalizadores
para coger un pedernal, junto con una o dos grandes piedras.
—Llama danzante, gloria de la salamandra. Concédenos
una parte de lo mismo.
Tan pronto como entonó las palabras, las piedras en su
mano comenzaron a brillar suavemente desde dentro. El lanzamiento de ‘Encender’
consumió uno de sus hechizos, pero ninguno de ellos lo consideró un
desperdicio.
—Las piedras no arderán, sólo se calentarán, así que…
¡ay! ¡Caliente, caliente! Es un buen hechizo.
—Tengo muy malos recuerdos de ese hechizo —, dijo la
elfa, cubriendo reflexivamente su pierna. El chamán enano resopló.
—Si no te gusta, no tengo que darte uno.
Poco después, las rocas estaban agradablemente
calientes; el chamán enano las envolvió en tela con una mano experta y las
colocó en la jaula. Incluso la elfa, que no parecía muy contenta hacía un
momento, aceptó una piedra, parpadeando.
—Er, gracias. Eres muy considerado, para ser un enano.
—¡G-Gracias…! — Dijo la sacerdotisa.
—……
Cada una de las tres tuvo su propia reacción. El
chamán enano simplemente golpeó su barriga con un “¡No es nada!”,
causando que la elfa suspirara.
—Podrías ser un poco más abierta acerca de tus
sentimientos —, dijo el enano. —No obstante. Corta Barbas, ¿tienes algo
para nosotros?
—Hmm. Tenía la intención de esperar hasta que
llegáramos al castillo, pero… — Agarró un puñado de algo de su bolsa de objetos
y lo sacó tranquilamente. Lo tiró dentro de la jaula, donde la sacerdotisa lo
atrapó.
En su mano había varios anillos pequeños, cada uno con
una gema azul.
—Esos anillos tienen el hechizo Respiración sellado en
su interior —, dijo calmadamente Goblin Slayer. Este era un hechizo que
permitía respirar libremente.
Sobre el único lanzador de hechizos en quien podía
pensar la sacerdotisa, que podría ser capaz hacer trucos como éste, era la
bruja. Incluso el pensamiento de la exuberante maga hizo que la sacerdotisa se
diera cuenta de su propio cuerpo demasiado delgado.
Ella los dejó a un lado y dijo, —Goblin Slayer-san, si
nos estás dando anillos para respirar bajo el agua, ¿eso significa…?
En el fondo de su mente, la sacerdotisa imaginaba esas
ruinas que habían visitado, las que estaban gobernadas por un ogro. Goblin
Slayer había usado un pergamino inscrito con el hechizo Portal para lanzar un
chorro de agua a alta presión transportado desde el fondo del mar hacia el
monstruo.
—Que entonces tienes un pergamino —, dijo la
sacerdotisa.
—Los anillos no funcionarán por mucho tiempo —, dijo
secamente Goblin Slayer. —Pero ayudarán a aliviar el frío, incluso aquí en la
nieve.
—¡Increíble! ¡¿Por qué no lo dijiste antes, Orcbolg?!
La elfa aplaudió, movió sus orejas, y con una gran
muestra de alegría puso el anillo en su dedo.
—¡Mmmm! —, dijo ella. Evidentemente, era cierto que el
anillo ayudaba con el frío. Tal vez tenía sentido, en cierto modo: después de
todo, la nieve era sólo agua helada.
—El anillo por sí solo no hace mucho, pero combinado
con la piedra del enano, estoy bastante cálida —, dijo la elfa.
—Oh, uh… Déjame intentarlo, entonces… — Con mucha
reticencia, la sacerdotisa se puso el anillo. En el momento en que lo hizo, el
frío fue mitigado en todo su cuerpo, como si se hubiera sepultado bajo una
manta.
—¡Oh! — exclamó ella involuntariamente. —¡Esto es
increíble!
—¿No es así? — Dijo la elfa, cerrando los ojos y
luciendo orgullosa como si a ella se le hubiera ocurrido la idea de los
anillos.
El chamán enano, escuchando esto, rio.
—Oye, ¿qué? — refunfuñó la elfa, haciendo pucheros.
—Dios mío… — La sacerdotisa suspiró y miró a Noble
Fencer a su lado. Ella se encontró con una contundente mirada y con unos ojos
helados. —Toma, ¿por qué no pruebas un anillo también?
—………No lo necesito —, contestó Noble Fencer, agitando
su cabeza tan fuerte que su dorado cabello se sacudió violentamente. —No tengo
frío.
—Vamos, ¿cómo puedes decir eso?
De repente, la sacerdotisa recordó a las chicas más
jóvenes en el Templo. Era el tipo de cosas que habrían dicho en voz alta
(cualesquiera que fueran sus razones) cuando salían en invierno con las
vestiduras más finas, incluso cuando sus narices goteaban con mocos.
Gentilmente, la sacerdotisa tomó la mano de Noble
Fencer. Como era de esperar, estaba muy fría.
—Toma, te ayudaré a ponértelo.
—……Ya te lo dije, no estoy… ¡achoo! —
Estornudó, y luego rápidamente apartó su mirada de la sorprendida sacerdotisa.
—……No tengo frío.
—…Claro, claro. — La sacerdotisa luchó para suprimir
una risa. —Me aseguraré de que todos lo sepan. Pero aun así voy a ponerte este
anillo.
—…Hrm.
Y así, no aceptando un no por respuesta, la
sacerdotisa deslizó el anillo en el dedo de la chica.
Las piedras azules brillaban en las manos de las
chicas.
—¡Heh! Supongo que ya no puedo huir ahora que llevo
esto puesto. — Incluso la elfa parecía estar entrando en el juego, riéndose
mientras ella hablaba.
—……
Noble Fencer permaneció en silencio y taciturna, sin
prestar atención a los demás, aunque las tres permanecieron cerca de las
cálidas piedras. El efecto de calentamiento concedido por sus anillos con las
bonitas piedras azules podría no durar mucho tiempo, pero los anillos en sí aún
quedarían.
—Heyo, chicas, ya basta de charla. Vuelvan a lucir
asustadas. — El chamán enano trató de parecer tan amenazador como pudo con la
esperanza de estimularlas en su acto.
—¡Vamos, enano, no tienes que
estropear el momento!
—¿Momento? Habla por ti misma, Orejas Largas. ¿Qué
clase de esclavos se mostrarían riendo y chismorreando?
Cuando él lo dijo así, ella no pudo responder muy
convincentemente. La elfa frunció sus labios, enfadada, pero se quedó callada.
—Toma la delantera —, dijo Goblin Slayer. —Mi visión
nocturna es muy pobre.
De hecho, sería bastante inusual que un agente del
caos llevara una antorcha. Goblin Slayer tomó el palo de la jaula en su hombro,
ahora siguiendo al sacerdote lagarto.
—Déjamelo a mí. Es mejor que me sigas de cerca, mi
caballero errante. — Con un siseo sibilante y gutural, el sacerdote lagarto
avanzó a pasos sombríos.
La gran puerta negra de la fortaleza estaba casi ante
ellos, era imposible pasarla por alto en la montaña nevada.
✠
—¡Solicitamos la entrada!
La resonante voz del sacerdote lagarto se podía
escuchar incluso sobre el aullido de la ventisca. El rugido de un dragón, en
efecto. No había forma de que los habitantes de la fortaleza no lo hubieran
oído.
—Tu visitante es un servidor del dios del conocimiento
externo, un sacerdote del ojo de la luna verde. Hermanos, ¿no me abrirán esta
puerta?
El sacerdote lagarto era (de hecho) un clérigo, y uno
que se había esforzado diligentemente y por un tiempo suficiente como para
ascender al rango Plata. Él tuvo que soportar el hacerse pasar por un miembro
de alto rango de otra religión.
Cuando el último eco de su voz se desvaneció en la
tormenta, el chamán enano le dio un golpecito a Goblin Slayer con su codo.
—Es difícil de creer que sólo esté actuando, ¿eh? No
creo que la pequeña chica hubiera estado a la altura.
—Cierto.
—Dado que las doncellas de los dioses malvados tienden
a estar escasamente vestidas, podría haber sido interesante.
—¿Es eso así?
—¿Qué es esto? Pensé que te había gustado su
exhibición en el festival. ¿No quisieras disfrazarla?
—No estoy interesado.
Los dos hablaron rápida y silenciosamente, mirando
hacia adelante para que parecieran ser fieles discípulos del sacerdote lagarto.
Después de un momento, el chamán enano dijo, —Me
pregunto si este paladín goblin o lo que sea es fuerte. ¿Qué opinas, Corta
Barbas?
—No lo sé —, murmuró. —Pero debemos operar asumiendo
que es más fuerte que nosotros.
—¿Quieres decir que cualquiera que sea la realidad,
estemos preparados?
—Sí.
—Supongo que si asumimos que era un tonto y nos
atrapa, eso sólo probaría que nosotrossomos los tontos.
Los goblins eran estúpidos, pero no eran tontos. Ese
había sido siempre uno de los principios más importantes de Goblin Slayer.
Asintió en silencio al chamán enano.
—Hmmm. — No hubo respuesta a la llamada del sacerdote
lagarto. La puerta permaneció cerrada, la única respuesta era el llanto del
viento.
Muy bien, entonces. El sacerdote lagarto recogió la
manga de su ostentosa túnica de colores y sacó algo de ella: un ojo tallado en
madera, obra del chamán enano, hecho a imitación de la marca que habían
encontrado. Esto él lo alzó.
—¡El ojo azul del dios del conocimiento externo te
observa! ¡Hermanos, los que comparten el conocimiento, abran ahora esta puerta!
Finalmente, algo sucedió.
Una pequeña brecha apareció bajo la puerta. Esto fue
seguido por un estruendo de poleas, y engranajes girados por cadenas, y con un
poderoso crujido la puerta comenzó a abrirse.
Goblin Slayer observó la puerta con absoluta
concentración. ¿Cuántos goblins se encontraría operándola? Cualquiera que fuera
el número, su enemigo tenía una enorme fuerza de combate. Ahora las cosas se
estaban poniendo interesantes.
—Um… Esto va a estar bien… ¿no?
Ante la suave pero inesperada voz que tenía tras él,
Goblin Slayer solo movió sus ojos bajo su yelmo. Desde el otro lado de los
barrotes, la sacerdotisa lo miraba con un rastro de nerviosismo.
—¿Crees que nos… arrojarán directamente al calabozo o…
o algo así?
—Es lo más probable. — Goblin Slayer asintió, pero
solo ligeramente, los goblins podrían verlo. —Es mejor que ser sacrificada.
—¿Lo… es?
—Sí.
—Pero… nos rescatarás, ¿verdad?
—Esa es mi intención.
La sacerdotisa abrió la boca para decir algo más, y
luego la volvió a cerrar rápidamente. Su expresión se suavizó como si se
hubiera rendido.
—Bueno… Todo bien, entonces.
Con eso, exhaló suavemente. Incluso con los varios calentadores
mágicos, pudo ver su aliento en el momento en que este salió de su boca.
Él podría haber dicho: “Todo estará bien”, o “Puedes
confiar en mí”, o “No dejaré que los goblins les pongan un dedo encima”, o
cualquier otra cosa que consolara a las chicas. Pero él no lo dijo. Nunca lo
dijo.
Por supuesto, si él de repente actuara cálido y
cariñoso, ella podría sospechar que alguien le había robado su armadura. Pero
aun así…
Él realmente no tiene remedio, pensó ella. No sabía por qué eso le dio ganas de sonreír, pero
reprimió el impulso. Podía sentir a Noble Fencer a su lado, su cuerpo estaba
rígido; si por nerviosismo o miedo, la sacerdotisa no lo sabía.
—Está bien —, dijo la sacerdotisa. —Goblin Slayer-san
está aquí. Todos están aquí.
—Ya vienen —, dijo bruscamente la elfa, levantando sus
orejas.
—¡GROOOBR!
La criatura que apareció era pequeña al lado de la
puerta de la que emergió, y su grito era leve comparado con el del sacerdote
lagarto.
Era un solo goblin, vestido con las ropas de un
andrajoso sacerdote. Sin duda intentaba parecer lo más intimidante posible,
pero sus pequeños e inestables pasos parecían bastante cómicos. Sin embargo, de
alguna manera esa cualidad tonta, como si fuera una caricatura de un orgulloso
sumo sacerdote, también lo hacía extraño.
—¡GORARO! ¡GORBBB!!
El goblin se detuvo ante el sacerdote lagarto y
gesticuló imperiosamente, agitando su mano y chillando algo. El sacerdote
lagarto, que todavía sostenía la señal sagrada, asintió gravemente. Goblin
Slayer y el chamán enano mantuvieron sus cabezas inclinadas como buenos
discípulos, en silencio y sin hablar.
—¿Qué está diciendo? — La elfa le susurró a la
sacerdotisa.
—Ni idea —, murmuró ella, agitando su cabeza. ¿Cómo
iba a entender el lenguaje de los goblins? —¿Crees que ese es el paladín
goblin?
—A mí me parece más un sumo sacerdote.
—……Estás equivocada. — La voz de Noble Fencer
interrumpió sus susurros. —…Ese… no es él.
El fuego de la ira ardía en sus ojos; la sacerdotisa
no pudo pasarlo por alto.
Oh…
Un pequeño razonamiento dejó muy claro de dónde había
sacado el goblin sus vestiduras sacerdotales.
—Está bien… —, dijo ella, abrazando a Noble Fencer. No
estaba segura de que sus sentimientos le llegaran, pero ella esperaba eso.
Ahora, entonces.
—En ese caso, ¿podríamos pedir una audiencia con el
gobernante de esta fortaleza? ¿El mismísimo paladín?
—¡GORA! ¡GORARARU!
—Oh, ¿estos? Estos son mis dos fieles sirvientes. Y
estas otras, mi… regalo. — El sacerdote lagarto hizo un gesto de barrido que
englobó la jaula; él se veía verdaderamente señorial. —Logramos capturar a unas
patéticas aventureras. Una de los cuales, debo añadir, ya llevaba la marca de
una ofrenda.
—¡ORRRRG! ¡GAROOM!
—Ah, sí, lo entiendo. Llévanos a la prisión. Debemos
cortarles las extremidades para que no escapen.
El sacerdote goblin asintió y, con un gesto que era
una imitación cómica del propio sacerdote lagarto, hizo un gesto al grupo para
que entrara.
Naturalmente, el sacerdote lagarto no entendía el
lenguaje de los goblins más que el resto de su grupo. Pero el lenguaje de los
goblins a menudo sonaba como un niño haciendo un berrinche, y el significado
era generalmente el mismo:
“Yo quiero eso. Dame. Él lo hizo. Es culpa suya.”
¿Qué hacer, entonces? La ágil lengua siseó una
oración:
—Oh Mapusaurio, gobernante de la tierra. Permíteme
unirme a tu manada, aunque sea brevemente.
Este era el milagro Comunicación, uno que utiliza
telepatía. Tomando prestado algo del poder de sus antepasados, que habían
cazado en manadas, el sacerdote lagarto era capaz de entender y hacerse
entender.
—Nada puede avanzar si las dos partes no se entienden.
Normalmente este hechizo se usa para evangelizar, pero…
Eso era lo que les había dicho la noche anterior en la
mesa de la posada, sentado junto al chamán enano, que trabajaba incansablemente
en su costura.
—Sospecho que en algún momento será necesario que
aprendamos algunas palabras del lenguaje goblin.
Esa había sido la muy seria respuesta de Goblin
Slayer. Y ahora…
—¡Phew! Parece que de alguna manera funcionó —, dijo
el chamán enano.
—Todavía sólo estamos atravesando la puerta. No bajes
la guardia.
—No tienes que decírmelo dos veces.
El enano soltó un breve suspiro. Goblin Slayer le echó
un vistazo, y luego se concentró en los alrededores.
Goblins.
Estaban en el patio de un viejo castillo. Alguna vez,
un manantial había llevado agua a la zona, y quizás se habían celebrado
banquetes en esta plaza de mármol. Pero ahora, el manantial estaba seco; el
lugar estaba cubierto de nieve, todo signo de hierbas y árboles habían
desaparecido del jardín, junto a los caballeros o nobles desde hace mucho
tiempo. Ahora era la provincia de los goblins, y como tal, se había convertido
en un montón de deshechos cubiertos de sangre y suciedad.
—¿Esta es una fortaleza enana de la Edad de los
Dioses? Mira en lo que se ha convertido.
Para alguien que amaba la aventura y lo desconocido
tanto como la elfa arquera, este doloroso susurro era comprensible.
—No tienen idea de lo valioso que es esto.
—Sin embargo, míralos a todos —, dijo la sacerdotisa, mordiéndose
el labio en un intento de suprimir el temblor de su voz. —Tenemos que hacer
algo al respecto.
Fue un golpe de buena suerte que los goblins las
viesen solo como ofrendas lamentables. Los pequeños monstruos sabían lo fácil
que era hacer lloriquear y gimotear a estos prisioneros, sin importar lo
orgullosos que se vieran o sonaran.
La horda de goblins estaba iba más allá de las
docenas.
Los estúpidos goblins estaban por todas partes: el
jardín, en los muros, en la atalaya y en las almenas. Cada uno de ellos llevaba
un equipamiento deficiente, aunque probablemente parecía la calidad más alta
para los ojos de un goblin, y cada uno de ellos estaba observando de cerca a
los recién llegados.
Sus miradas llevaban destellos de curiosidad y
lujuria, pero sobre todo estaban llenas de un hambre aterradora. Los ojos de un
animal, de una bestia sin cerebro, habrían sido mejores. Al
menos las criaturas salvajes no miraban con tanta malicia y codicia.
—……
La sacerdotisa se olvidó de sí misma y se esforzó en
proteger a Noble Fencer de esos ojos; la abrazó más fuerte. Sabía por
experiencia que eso sólo incitaría a los goblins, pero lo hizo de todos modos.
—……
Mientras tanto, Goblin Slayer observaba cuidadosamente
el entorno desde su casco. La geografía, la arquitectura: si no lo asimilaba
todo, entonces era casi seguro que moriría en cualquier cosa que intentara.
La muerte apenas le preocupaba; lo que no podía
soportar era la idea de que estos goblins permanecieran vivos haciendo
maldades.

—GORARA.
—Mm. Vamos, ahora. Dice que lo sigan —, dijo el
sacerdote lagarto, yendo detrás del goblin.
—Claro, maestro sacerdote. Vamos, hombre de hojalata.
Alentados por el chamán enano, Goblin Slayer levantó
el palo de la jaula.
✠
Dejaron el patio lleno de goblins, bajaron por una
escalera que goteaba con el líquido que escurría de la podrida basura. Sus
pasos resonaban extrañamente en el sótano de piedra. Era tenue y sombrío, y un
hedor indescriptible surgía de alguna parte. Dudaban que fuera de un almacén.
¿Por qué mantener la comida en jaulas?
Estaban en el calabozo.
Los barrotes y las cerraduras eran de fabricación
enana, robustos pero hermosos. Las cadenas interiores eran igualmente
impresionantes. Quizás habían sido usados, en algún momento, para atar a los agentes
del caos, o a aquellos malhechores que habrían amenazado esta fortaleza.
Pero ahora, este lugar estaba bajo control goblin, y
estas habitaciones eran la última residencia de desafortunadas muchachas.
Imagínate a una pobre alma encadenada aquí abajo, tratando de contener su nariz
contra el inconfundible olor de los cadáveres podridos.
—…
La sacerdotisa oyó un ruido. Era Noble Fencer, que
había apretado los dientes y soltado un débil gemido. Su cuerpo estaba rígido
en los brazos de la sacerdotisa.
—ORAGARR.
El goblin jugueteó con la oxidada cerradura, y la
puerta de la celda se abrió.
El suelo estaba lleno de un líquido no identificable.
Las cadenas estaban casi rojas por el óxido.
Al estar bajo tierra, el aire traía una corriente
fría, aunque era mejor que estar afuera. El hedor de la putrefacción se
desplazaba junto con el frío.
Sólo había un agujero para defecar, y ya estaba lleno
de deshechos. Como si eso fuera poco, un brazo humano también había sido
arrojado descuidadamente al pozo.
La elfa dio un estrangulado gorgoteo que resonó
fuertemente. No hace falta mencionar que era debido a los sentidos superiores
de los elfos.
Aunque los ojos humanos no podían ver tan bien como
los de los elfos, el olor y el sentido del lugar le hizo recordar sus experiencias
formativas a la sacerdotisa. Tomó una rasposa y silbante bocanada de aliento.
Ella estaba acostumbrada a este tipo de cosas, quizás, probablemente, eso le
gustaba pensar, pero aun así…
—…Eugh…
Aun así, ella no pudo evitar recordar aquella primera
aventura. El espadachín caminando delante ella, y luego convulsionando por el
veneno ante sus ojos. La maga que él había ayudado a matar. Y
la artista marcial, rodeada de goblins, violada de la peor manera posible.
Todos en lugar de ella. Habían muerto mientras ella
había sobrevivido. Ella estaba viva ahora. ¿Pero no llegaría su turno algún
día?
Está bien. Está bien. Está… Está bien.
Ella recitó el nombre de la Madre Tierra en voz baja
para evitar que sus dientes castañetearan. Ella lo miró, a Goblin Slayer.
O al menos, lo intentó.
—¡GAROU!
—¡Hh…ahhh!
Ella sintió que algo le agarró su cabeza; gritó. El
sacerdote goblin había metido su mano en la jaula y tirado de su pelo con una
violencia inhóspita.
—¡ORAGARAO!
“¡Abre la jaula y pon a esta chica en la celda!”
Sea cual sea la deidad por la que debían ser
sacrificadas, parecía que empezaría con ella.
El chamán enano y Goblin Slayer intercambiaron una
mirada y asintieron, y luego bajaron la jaula.
El sacerdote lagarto dijo con seriedad, —Eso está
bien, entonces. Sin embargo, si quieres… disfrutar de estas ofrendas, primero
debo conocer al paladín, y…
—¡Hrrraaaahhhh!
Cuando se abrió la puerta de la jaula, Noble Fencer
hizo algo totalmente inesperado: forzó su salida de la jaula, alcanzando al
goblin que se divertía con la sacerdotisa, y le puso sus manos alrededor del
cuello.
—¡¿OGA…?!
—¡Hraah! ¡Haaaahhhh! — Aullando como un animal
salvaje, Noble Fencer aprovechó el tamaño de su cuerpo para tumbar al monstruo.
—¡¿GORARA…?!
—¡Eep! — La sacerdotisa gritó. El sacerdote goblin
medio enloquecido había sacado un cuchillo de piedra de su cinturón y la rozó.
Una delgada línea roja de sangre apareció en su mejilla, y ella retrocedió.
Mientras lo hacía, Noble Fencer con un golpe hizo que la criatura soltara el
cuchillo.
—¡¿ORAGAGAGA?!?!
—¡Goblin… Goblin! ¡¡Goblin!!!
Ella se montó encima del goblin, golpeándolo con sus
puños. Cada vez que eso gritaba y golpeaba, aparecían nuevos moretones en la
pálida piel de Noble Fencer, pero ella no les prestó atención.
—¡Aaaaagh! ¡Muere! ¡Muere, pedazo de basura!
Una nariz rota; las cuencas de los ojos destrozadas.
Dientes doblados. Un mentón golpeado.
—¡¿GARAO?!
Incluso los goblins no podían pasar por alto
disturbios de esa magnitud. La otra criatura en la sala del sótano, que había
estado esperando para divertirse con las prisioneras, levantó un grito.
Entonces el guardia goblin hizo algo muy goblinesco:
en lugar de enfrentar al atacante, subió corriendo por las escaleras para
llamar a sus camaradas.
—Feh. — Goblin Slayer chasqueó su lengua. Sus
movimientos fueron rápidos y precisos.
Arrojando la jaula al suelo, y haciendo caso omiso de
las indignantes objeciones de la elfa, sacó la espada de su cadera y la mandó a
volar.
La hoja cortó el aire sin hacer ningún ruido antes de
enterrarse en la cabeza del goblin en las escaleras.
—¡¿ORAG?!
La criatura bajó rodando por la escalera,
convulsionando, sin comprender lo que le había pasado. Goblin Slayer saltó
sobre él inmediatamente.
—Hmph. — Le dio un giro a la espada, cortando la
médula espinal, y cuando este golpe definitivo fue dado, arrancó la espada y
pateo lejos el cuerpo. El cuerpo cayó por el resto de las escaleras, aterrizando
en la piscina de deshechos y hundiéndose en ella. Eso escondería el cuerpo.
Sin embargo, Goblin Slayer, que nunca bajó la guardia,
vigiló de cerca la parte superior de la escalera, su conexión con la
superficie.
—¿GORA?
Justo como sospechaba. Un goblin que estaba
patrullando había notado el alboroto en las escaleras y venía a investigar.
Goblin Slayer rápidamente ajustó el agarre en su
espada y gritó a sus compañeros, —Hemos sido detectados. Viene otro.
—¡Aaaaaghhh! ¡Aaahhhhhh!
Noble Fencer seguía golpeando ciegamente al sacerdote
goblin muerto. Los horribles y desiguales dientes de la criatura destrozaron la
piel de sus puños, pero ella apenas se dio cuenta. En sólo unos segundos, sus
dos manos estaban cubiertas de sangre.
—¡Al-Alto! ¡Por favor, detente! — La imploró la
sacerdotisa, acercándose a la joven. —¡Éste no es el momento de… ¡ouch! —
Uno de los brazos en movimiento la empujó hacia atrás y aterrizó sobre su
espalda.
El impacto de la fría piedra contra su frágil trasero
fue bastante doloroso, pero ella hizo a un lado su dolor y dijo: —Er, ah,
¿debería usar Silencio?
—No, muchacha, nada de ruido atraería tanta atención
como el ruido en sí —, dijo el chamán enano. —En cuyo caso, ahem…
Empezó a hurgar en su bolsa, murmurando mientras
pasaba de un objeto tras otro.
—Parece que no hay elección —, murmuró Goblin Slayer,
agarrando con más fuerza su espada. Cuando se ocupase del goblin que se les
acercaba ahora, inevitablemente empeoraría la situación. ¿Debería simplemente
enfrentarse a los goblins ahora? No… Las probabilidades en su contra eran
demasiado altas.
Mientras hacía estos rápidos cálculos, el sacerdote
lagarto, que había estado callado hasta ese momento, habló. —¡Ranger-dono,
grite!
—¿Qué? Er, ¿quién, y-yo?
La elfa mayor, que había estado tratando de detener a
Noble Fencer, fue sorprendida por esa repentina llamada, sus oídos rebotaron de
sorpresa.
El sacerdote lagarto golpeó su cola contra el suelo
con irritación. Había un poco de enojo en su voz cuando dijo: —¡Haz lo que te
pido y grita! ¡No tenemos tiempo!
—S-Sí, claro, está bien. Un grito… Un grito…
Ella profundamente tomó una gran bocanada de aire a
través de sus bien formados labios, abrió la boca y…
—¡N-noooooo! ¡Alto! ¡Altooooo!
Su voz era tan clara y aguda que podría haber roto los
tímpanos.
Las voces de los elfos eran muy potentes. Su grito
resonó por todo el sótano, subió las escaleras y llegó a la superficie, aunque
sólo fuera por poco.
—GORARA.
El goblin que estaba cerca de la parte superior de las
escaleras parecía comprender lo que estaba pasando. Se detuvo, imaginando a la
mujer maltratada. Hizo un gesto vulgar y miró a Goblin Slayer que estaba en las
escaleras.
—¿GORARURU?
Goblin Slayer se encogió de hombros, y el goblin se
rió desagradablemente e hizo un gesto de desprecio con su mano.
—Vendrás más tarde, ¿verdad?
Goblin Slayer miró fijamente a la criatura mientras se
alejaba, la asquerosa sonrisa aún estaba en su cara.
Habían logrado recuperar una pequeña parte del tiempo
que habían perdido. No lo malgastaría de nuevo.
El plan original había sido llevar los “sacrificios”
al amo de la fortaleza para que las inspeccionara. La mejor oportunidad de
eliminar el paladín goblin, si tal cosa existiera, lo más probable es que
hubiera sido esa.
Pero el plan estaba hecho trizas ahora.
—Bueno, ya lo esperaba —, murmuró desapasionadamente
Goblin Slayer mientras cerraba la puerta, la bloqueó y volvió a bajar las
escaleras.
El cuerpo del guardia había flotado de nuevo hasta la
parte superior de la piscina de desechos; él sin dudarlo, lo pateo al fondo de
nuevo.
Miró a Noble Fencer, que seguía golpeando el cadáver
del sacerdote goblin. —Trae a ese goblin aquí también. No es mucho, pero lo
esconderemos. — El sonido de la carne golpeada se había transformado en un
acuoso *splorch*.
—Vamos…vamos… ¡Para ya! — Dijo la elfa, arrancando a
Noble Fencer del cadáver. Agarró a la chica de los hombros y tiró, ella actuó
autoritariamente. Podría haber parecido delicada, pero tal era la diferencia de
fuerza entre un rango Plata y uno de Porcelana, así consiguió mover a la
guerrera.
—Disculpa, pero ¿qué crees que está
haciendo? — Exigió la elfa. —¡Pensé que habíamos explicado cual era el plan!
Noble Fencer, ahora tendida en el sucio suelo, miraba
a la arquera con ojos oscuros. —…Yo tengo que matar a los goblins.
—¡Aww, hombre…!
Era inútil tratar de convencerla de lo contrario. La
elfa frunció los labios, haciendo que su desagrado fuera claro. Sus orejas se
irguieron en medio de su revuelto pelo. Esa imprevisibilidad era lo que más le
gustaba de los humanos. Ella tuvo que admitir que incluso le gustaba quejarse
de todas las extrañas decisiones de Orcbolg. Al menos a veces. ¡Sólo un
poquito…!
La aventurera que estaba sentada frente a ella, con
ambas manos cubiertas de sangre, pero con una expresión serena en su rostro,
era diferente. En qué era diferente, la elfa no podía decirlo exactamente, pero
lo encontró inconfundible.
—¡Es por eso que estaba en contra de esto…!
—Me alegro de que nos hayamos librado sin tener que
usar algún hechizo de repente … eso creo —, dijo el chamán enano, suspirando y
agitando la petaca de vino a la altura de su cadera. Al oír el chapoteo
interior, sacó el tapón y dio un largo trago. Luego limpió las gotitas en su
barba y dio un eructo. Los espíritus del vino eran perfectos para un peligro
apenas evitado.
—Esto no es lo que planeamos, pero tenemos que jugar
la mano que nos tocó.
—Sí, supongo que no hay nada que hacer. Es mejor
tenerla con nosotros que dejarla sola y que cause problemas que desconozcamos.
— El sacerdote lagarto sonaba terriblemente calmado.
La elfa alzó una ceja. —¿Y si por ella quedamos
atrapados en otra cosa, algo aún peor? — Puso sus manos sobre sus caderas y
miró con ira a Noble Fencer. Su ira hacia a la joven, que estaba allí de pie
con las manos aún cubiertas de sangre como si nada de esto le preocupara,
parecía estar aumentando de nuevo.
La sacerdotisa, sensible a lo que estaba pasando,
trató de evitarlo. —C-Cálmate, por favor, ¡mantén la calma! ¡No es el momento
de enfadarse…!
—¡Tu deberías ser la más enojada de todos!
—¡¿Qué?!
La elfa de repente extendió su mano y rozó la mejilla
de la sacerdotisa. La chica se estremeció involuntariamente ante el punzante
dolor. Las armas de los goblins pueden ser rudimentarias, pero una cuchilla era
una cuchilla.
De la línea roja, a lo largo de su mejilla, seguía
goteando sangre.
—Ella decidió lanzar un ataque sorpresa,
¡y tú fuiste quien lo pagó!
Los ojos de la sacerdotisa parpadearon. Ella apretó su
pequeña mano contra su mejilla.
—Estoy bien —, insistió ella. Después de pensarlo un
poco, la expresión que hizo fue la de una sonrisa, una que decía que podía
aguantar un pequeño rasguño. Su valiente rostro solo pareció enfurecer aún más
a la elfa.
—¡No estás bien, estás herida!
Al menos… sí, por lo menos, esa aventurera podría
disculparse con la sacerdotisa.
La elfa se acercó como para agarrar a Noble Fencer,
quien estaba mirando al espacio.
—Cálmate.
—¡Orcbolg…!
Pero se encontró un guante sucio que la detuvo.
Las más pequeñas lágrimas se filtraron por los bordes
de los ojos de la elfa. Fueron sus emociones agitadas las que tuvieron la
culpa. No podía estar tranquila sólo porque se lo pidieran.
—Pero… ¡Pero dijo que vendría con nosotros, y ahora
mira…! — la elfa dijo petulantemente, señalando a Noble Fencer. Ella sólo
quería hacerse entender.
Pero Goblin Slayer agitó su cabeza. —Te estoy diciendo
que te calmes.
Tomó al goblin muerto y lo arrastró, con vestiduras y
todo, a la piscina de deshechos. Con un sonido asqueroso, ese cadáver también
se hundió en la porquería.
Goblin Slayer apartó su vista de la elfa, cuyos
hombros se agitaban con su enojada respiración.
—Oye.
—¡Oh, s-sí! — Dijo la sacerdotisa, enderezándose
rápidamente.
—Empieza a curarte a ti misma, luego dale a ella los
primeros auxilios. Esa mano se pudrirá.
Hubo un momento de silencio, seguido de un gruñido.
Goblin Slayer parecía estar sopesando si seguir adelante.
Entonces: —También habrá una cicatriz.
—…Claro. ¿Debería usar una poción…?
—Empieza con hierbas.
La sacerdotisa asintió con un —Sí, señor —, y luego le
dio una palmadita a Noble Fencer. Las hierbas antisépticas y analgésicas no
tendrían los efectos dramáticos de una poción, pero aun así su efectividad
había sido comprobada. Goblin Slayer se aseguró de que la sacerdotisa se
hubiera aplicado el ungüento en su mejilla correctamente, y luego asintió.
—Disculpa la molestia, pero por favor, comprueba si
hay supervivientes entre los prisioneros.
—En ello. — El chamán enano tomó otro sorbo de su vino
mientras respondía. Siempre respondía rápidamente a una llamada. —Ven conmigo,
Escamoso. Voy a necesitar ayuda si tengo que sacar a alguien de alguna celda.
—¡Ha-ha-ha-ha-ha! Sí, la sabiduría convencional
sostiene que los hechiceros son físicamente débiles, ¿no? — Dijo el sacerdote
lagarto. Sólo una pequeña broma: una manera de luchar contra la atmósfera
opresiva de la prisión.
Tocando la punta de su nariz con su larga lengua, el
sacerdote lagarto le dijo a Goblin Slayer, —Supongo que no te importa si atendemos
las heridas de cualquier herido que encontremos.
—Ahorren sus milagros —, contestó Goblin Slayer. —No
importa lo que hagas, no habrá ningún prisionero en buenas condiciones para
unirse a la batalla.
—De hecho, es un buen punto —, dijo el sacerdote lagarto,
haciendo ese extraño gesto con sus manos.
Mientras él partía, susurró, —Comprendo tus
sentimientos, pero quizás esta vez esa emoción debería dejarse para más tarde.
Las orejas de la elfa captaron su murmullo.
—No creo que sea suficiente decir que no teníamos otra
opción y dejar pasar esto —, dijo ella después de una pausa, su rostro estaba
pálido. Goblin Slayer estaba ante ella en silencio, con los brazos cruzados.
Goblin Slayer sintió que algo estaba mal –en parte
debido al “sacerdote goblin”, algo horrible y aparentemente contradictorio si
es que fuera sólo eso– pero los prisioneros eran lo más inquietante.
Supuestamente, ninguna chica había sido secuestrada en la aldea. Lo que
significaba que probablemente habían sido traídas aquí desde alguna otra aldea
que los goblins habían atacado.
—……
Entonces, ¿habían forzado los goblins a sus
prisioneros a caminar por ese camino nevado? ¿Era eso posible?
¿Qué tan grande era el área que operaban los goblins?
¿Y era este “paladín goblin” el que los dirigía?
—No me gusta —, dijo goblin Slayer.
Había estado hablando solo, pero la elfa respondió
malhumoradamente, —Me lo dices a mí. — Entonces, sin hacer ningún esfuerzo por
ocultar el descontento movimiento de sus orejas, miró fijamente dentro de su
casco y le dijo, —¿Por qué has traído a esa chica?
El casco hizo que su expresión sea tan ilegible como
siempre, y respondió desapasionadamente, —Porque la necesitamos.
—¿Ah, sí? —, dijo la ranger, haciendo una risita
burlona. —Bueno, entonces tal vez deberías darle una tunda.
—En cualquier caso, si no salimos de aquí no podremos
volver a casa. Y… — añadió, con la misma calma de siempre,
—hay goblins que matar. Hemos aceptado el reto. O tenemos éxito, o no volvemos.
—Este… ¡Este este no es el momento de hablar así…!
—…Lo sé.
Pero.
—Yo… créeme, lo sé.
Su voz sonaba inusualmente cansada. La elfa de repente
se dio cuenta de que no podía hablar.
—……
“¿Orcbolg?” ella le
murmuro silenciosamente.
Tal vez no él no la logro escuchar. Él lentamente dejó
escapar un suspiro. —Yo haré de guardia. Una vez que termines de revisar a los
prisioneros y ayudar a quien puedas, ponte tu equipo.
—¿…Aquí?
—Así es.
—……
—No creo que puedas manejar una lucha vestida así —,
le dijo a la elfa.
Específicamente, en un sótano de prisión rodeado de
desechos, podredumbre y cadáveres.
La elfa murmuró que estaba de acuerdo. Ella presionó
un dedo contra su frente, como si estuviera forzando un dolor de cabeza. —Sólo
para asegurarme de que tengo claro esto: ¿aquí?
—Así es.
—¿Y quieres que nos cambiemos de ropa?
—Así es.
Argh, por el amor de dios. Orcbolg no ha cambiado
nada, ¿verdad?
—Disculpa —, dijo la arquera con un suspiro, —pero los
elfos tienen esta pequeña cosa llamada pudor…
—Si te molesta, usa esto como cortina.
—¡¿Ergah?! … ¡Gah! ¡Tú!
Él había tomado una manta de la jaula y se la había
tirado; cayó sobre su cabeza.
Una expresión de ira se le escapó por un segundo a la
elfa; rápidamente intentó calmarla, pero ya era demasiado tarde. Goblin Slayer
ya estaba de espaldas de todas formas.
La elfa se puso a atar la manta firmemente alrededor
de su cuello, y luego se cambió de ropa debajo de ella. No pudo evitar sentirse
patética.
Descartó alegremente los trapos sucios que había usado
como aventurera cautiva, reemplazándolos con su habitual vestimenta de
cazadora. Se puso su armadura para que la mantuviera a salvo en la batalla;
colocó el arco en su espalda; y en cuanto a su ropa interior… bueno, olvídalo.
Ella no entendía por qué alguien se molestaría en eso de todos modos.
Oh, hombre… ¿Por qué estoy tan enfadada?
Esto no era propio de ella. No era propio de ella en
absoluto. Poco a poco sintió que su ira se iba disipando.
¿Huh?
La elfa se detuvo, desconcertada, mientras
inspeccionaba su propia armadura. Orcbolg le había dado la espalda y, sin
embargo, ni siquiera estaba molesta por ello. En parte porque ya estaba
acostumbrada, pero…
Si eso fuera todo, tampoco importaría que me ignorara
si esto también se aplicara a ella (Noble Fencer).
—Hrrm… — Las orejas de la elfa temblaban
pensativamente mientras analizaba este acertijo.
Así que… hay algo diferente cuando se trata de ella y
Orcbolg.
¿Qué podría ser? ¿Qué era diferente?
Ella revolvió esos pensamientos en su mente una y otra
vez hasta que amenazaron con provocar un remolino.
Aun así, no encontró una respuesta, sino que lo que le
vino a la mente fue la única palabra que los dos parecían compartir.
—Goblins.
¡Goblins, goblins, goblins, goblins, goblins, goblins!
La elfa se encontró temblando; la palabra resonó en su
mente como una maldición.
—¡Ahhh, sheesh! ¡Esto no es bueno…! — Ella se golpeó
las mejillas con ambas manos, se frotó los bordes de sus ojos. Parece que no
pudo centrarse.
No pudo hacer que estos sentimientos desaparecieran.
No pudo encontrar una respuesta.
Las cosas estaban en su peor momento.
Sí, pero.
—…Sólo hay una cosa que hacer, ¿no? — Soltó un gemido,
sus orejas temblaban, y luego sacó su cabeza de debajo de la manta.
Goblin Slayer seguía de pie en lo alto de las
escaleras, vigilando atentamente la puerta, con su equipo preparado.
La elfa le habló suavemente a su espalda. —Lo siento,
Orcbolg. — Abrió la boca, pero se dio cuenta de que no podía seguir hablando.
Ella buscó las palabras, y luego lo intentó de nuevo. —Yo… perdí un poco la
cabeza.
—Eso pasa —, dijo Goblin Slayer, sin darse la vuelta.
—A ti, a esa chica, a mí.
Sus palabras fueron tan tranquilas como siempre,
incluso un poco frías. La elfa encontró sus mejillas casi relajándose, formando
una sonrisa.
—¿Incluso tú, Orcbolg?
—Así es.
—Creo que nunca te he visto así.
—¿Ah, sí?
—Seguro que sí.
—Ya veo —, él murmuró sin mucho interés, y luego giró
su cabeza.
Fue sólo un instante. La elfa recordó algo que la
sacerdotisa le había dicho una vez. Que cuando él pensaba, cuando estaba a
punto de decir algo… se quedaba en silencio.
—Le diré a todo el mundo que ya estás lista —, él dijo
en voz baja. —Si crees que debería.
La elfa sacó una mano de debajo de la manta e hizo un
gesto reconfortante como si dijera, “Tranquilo”.
—Nah. Se los diré yo misma. — Se detuvo y dijo, —Gracias.
Apartó la manta con un movimiento, contenta de que la
manta escondiese su cara en ese instante; permitió esconder la suave sonrisa
que había hecho.
—Eres sorprendentemente… considerado, Orcbolg.
—… ¿Es así? — Goblin Slayer murmuró. Y él le dijo:
—Hazlo rápido. Quiero que las otras chicas también cambien.
—Sí, sí.
Ella no podía ver su rostro y, sin embargo, la elfa
pensó que sabía cuál era su expresión.
Eso fue suficiente para ella.
✠
—No hay nadie allí.
—Muy bien.
Cuando la elfa volvió a asomarse por la puerta y
entregó su informe, el grupo se retiró rápidamente de la prisión del sótano.
El olor nauseabundo de los goblins no es algo
agradable. El castillo de piedra no era mucho menos vil que la habitación
subterránea, pero en cierto modo, la sacerdotisa pudo respirar profundamente,
agradecida.
—¿Está bien… dejar a esa gente allí? —, ella susurró.
—Es más seguro que traerlos a tropezar entre nosotros,
sólo puedo pensar en eso —, dijo el sacerdote lagarto.
Afortunadamente –o tal vez, por así decirlo,
desafortunadamente– encontraron a varias chicas cautivas, devastadas pero
vivas. Habían liberado a las jóvenes, pero como dijo el sacerdote lagarto era
imposible llevarlas consigo.
Y aunque sabían que el tiempo y los milagros eran
importantes para el grupo, el hecho de que habían sido imposibilitados de curar
a las jóvenes…
—Tenemos que volver allí y ayudarlas tan pronto como
podamos —, dijo la sacerdotisa, mirando hacia atrás con pesar.
—Ahora mismo me pregunto si podemos ayudarnos a
nosotros mismos —, murmuró el chamán enano, moviéndose cuidadosamente a lo
largo de la pared de piedra.
Él era el que lideraba el grupo. La fortaleza de
piedra no tenía grietas ni rajaduras, realmente una obra de enanos. Cuando la
fortaleza se enfrentaba a algunos bandidos atacantes, se demostraba el gran
trabajo de esos artesanos.
El grupo caminaba ahora en formación, con la elfa
buscando enemigos y el chamán enano trazando el camino a seguir.
—De todos modos, Corta Barbas, ¿adónde planeas ir?
¿Nos dirigimos a la torre principal?
—No —, dijo Goblin Slayer, sacudiendo su cabeza. —Es
demasiado pronto para atacar al líder enemigo.
—……
Noble Fencer tembló ante la tranquila declaración.
Para evitar que se repitiera su anterior arrebato, ahora era la penúltima en la
fila; la sacerdotisa estaba con ella.
Desde que recibió la breve, pero sincera disculpa de
la elfa, Noble Fencer había hablado muy poco.
—Nunca he visto una espada como esa —, le había dicho
el chamán enano. —Parece un buen trabajo, pero, ¿cuál es ese metal?
Entonces, y sólo entonces, ella murmuró en respuesta,
—…Aluminio… La hoja fue forjada de una gema roja con un martillo-relámpago.
—Aluminio, ¿verdad? No puedo decir que haya oído
hablar de él. ¿Te importa si echo un vistazo?
En vez de una respuesta, ella le lanzó una mirada de
rechazo. El chamán enano solo se encogió de hombros.
—Hmm —, Goblin Slayer gruñó. —Primero vayamos a su
almacén.
—¿Armería o comida?
—Ambos. Pero empecemos con las armas.
—Por aquí, entonces.
El grupo avanzó a través de la fortaleza como sombras,
sin hacer ruido. Nadie nunca en el grupo se había adentrado demasiado en el
mundo de los equipos ruidosos. Sólo la sacerdotisa y Goblin Slayer llevaban
armadura de metal, y en el caso de la sacerdotisa era sólo una delgada cota de
malla. Goblin Slayer llevaba una cota de malla junto con su armadura de cuero.
Los únicos sonidos en el pasillo eran las pisadas de
las botas de piel, y la respiración de cada uno de ellos.
Los aventureros organizaron su formación de modo que
estuvieran caminando en fila. Estaban atentos a las trampas, vigilando el área
que les rodeaba y a sus compañeros, pero no estaban nerviosos, y nunca bajaban
la guardia.
Después de todo, de los seis aventureros que había
allí, cuatro eran Plata, el tercer rango. La exploración de los laberintos les
resultaba tan natural como la respiración.
—…Algo se acerca —, dijo la elfa, deteniéndose donde
estaba con sus orejas rebotando. Se agachó y sacó su gran arco, preparando una
flecha y tirando la cuerda hacia atrás. Estaba apuntando a la esquina de
adelante.
Sin decir una palabra, Goblin Slayer cogió la espada
que tenía en su cadera, moviéndose frente al chamán enano. Desde su nueva
posición en la formación, el hechicero metió la mano en su bolsa de
catalizadores, mientras la sacerdotisa agarraba su bastón. El sacerdote lagarto
sacudió su cola y miró fácilmente por encima de su hombro; Noble Fencer rechinó
los dientes.
Por fin escucharon dos series de pasos indefensos que
se acercaban a la esquina.
—……
Sólo hubo un mínimo susurro de aire cuando se soltó la
cuerda del arco. La flecha de la elfa voló por el espacio, atravesando el ojo
de un goblin y clavándolo en la pared.
—¡¿GROOAB?! — Ante lo que debe haber parecido la vista
de su compañero derrumbándose contra la pared, el segundo goblin dio un grito
de confusión.
Antes de que procesara lo que había pasado, una espada
brotaba de su garganta. Goblin Slayer se la había lanzado sin dudarlo.
—Tenemos que esconder los cuerpos —, dijo él.
—Si tenemos que pasar por todo ese problema, ¿por qué
no nos escondimos en primer lugar? — Preguntó la elfa.
—Esto es mejor que si nos hubieran encontrado y los
sonidos de la batalla hubieran alertado a alguien más de nuestra presencia.
Él se acercó a los cadáveres con su enérgico paso;
presionó una bota contra los cuerpos y retiró la espada y la flecha, lanzando
esta última a la elfa.
—Urgh —, dijo ella mientras la tomaba, como si eso
ahora le molestara de repente; ella limpió la sangre rápidamente. La sangre de
un animal salvaje podía ser una cosa, pero la sangre de un goblin no era algo
que se pudiera tolerar.
—¿Cuántos hechizos y milagros les quedan? — Preguntó
Goblin Slayer, mirando a sus compañeros.
—Um… — La sacerdotisa puso un dedo pálido contra sus
labios, pensativamente. —No he usado ninguno, así que me quedan tres. — Contaba
con sus dedos: Encender había sido usado en el camino, mientras que
Comunicación había sido necesitado al entrar en la fortaleza. —Los otros dos
han usado uno cada uno, así que a cada uno le quedan tres, así que… ¿Nueve en
total?
—Oye, aquí —, dijo jovialmente el chamán enano. —No
estás contando a nuestra nueva amiga. — Señaló a Noble Fencer.
Ella había estado parada a cierta distancia, ignorando
su conversación mientras miraba intensamente los cadáveres de los goblins, pero
ahora murmuró, —…Dos más.
“¿Eso es todo?” La sacerdotisa
se preguntó, no por sus hechizos, sino por las palabras que iba a usar.
La sacerdotisa frunció el ceño y dijo, —Muchas gracias
—, con todo el entusiasmo que pudo reunir. Noble Fencer, sin embargo, siguió
mirando hacia otro lado, ni siquiera miraba al grupo.
—Hmmm… — Un pequeño murmullo escapó de la sacerdotisa.
El gesto le recordó a las niñas aprendices en el Templo, específicamente, le
recordó a las más problemáticas.
—De todos modos, son once en total, ¿no es así?
—Ciertamente no estamos ni cerca de agotar nuestros
recursos —, dijo el sacerdote lagarto. —¿Supongo que no te importará si
gastamos un hechizo aquí o allá?
—No —, dijo Goblin Slayer. —Considéralo nueve
hechizos.
—¿Cómo es eso? —, dijo el sacerdote lagarto,
parpadeando. —¿Cómo llegaste a ese número?
—Debemos preservar nuestros dos hechizos Rayo.
Noble Fencer se estremeció ante esto. Sus ojos, tan
claros como el cristal, estaban fijos en Goblin Slayer. Su voz era delgada e
inmensamente silenciosa.
—… ¿Puedo… matar goblins?
—Si todo va bien.
Sus palabras fueron muy breves. Noble Fencer continuó
mirando al inexpresivo casco, hasta que finalmente asintió con un pequeño
movimiento de cabeza.
—No podemos matar más goblins hasta
que nos deshagamos de los que ya hemos matado, ¿verdad? — La elfa mayor, que
parecía haber ignorado la discusión de hechizos y milagros, picó a uno de los
monstruos muertos con la flecha que aún tenía en la mano. A pesar del frío, los
goblins sólo habían envuelto sus caderas y pies en pieles. Las lanzas rústicas
eran sus armas. Parecía que difícilmente poseían algo del mundo.
—¿Tienes alguna idea de cómo hacerlo? — Preguntó
Goblin Slayer, rebuscando en su bolsa de objetos mientras hablaba.
—¿Una idea? Hmmm… Bueno… ¡Oh! — Sus orejas saltaron
con entusiasmo. Le hizo una seña al chamán enano con un brillo en sus ojos como
un niño travieso. —Enano, dame tu vino. Toda la botella.
—Oh-ho. — El chamán enano sonrió, como si hubiera una
broma en marcha. —¿Cuál es la historia, Orejas Largas? ¿Buscando un poco de
inspiración líquida?
—Sólo pásala aquí, ya.
—Sí, está bien. Aún queda algo. No te lo bebas todo.
—No te preocupes. No me lo beberé. — Sacó el tapón con
un chasquido y lo olisqueó, frunciendo el ceño ante el agudo olor del alcohol.
—Te prometo que no beberé ni una gota. — Y luego dio vuelta la botella y vació
el contenido en el suelo.
—¡Oh, no! — El chamán enano gimió como si el mundo se
acabara. El hecho de que no se limitara a gritar era un testimonio de sus
instintos como aventurero.
Sin embargo, parecía que iba a saltar del suelo hasta
el pequeño pecho de la elfa mientras agarraba la botella.
—Ahora mira lo que has hecho, estúpida con pecho de
yunque.
—Lo pedí amablemente, ¿verdad? Ahora vamos, esto fue
necesario, tenemos que hacer lo que tenemos que hacer.
—¡¿Cómo que es necesario?! ¿Cómo puede ser esto lo que
tenemos que hacer? ¡Mi… mi vino!
—No, ella nos ha ayudado. — Goblin Slayer ya se estaba
moviendo. Había adivinado lo que la elfa tenía en mente; ahora limpió la sangre
goteando con un trapo y colocó los cadáveres contra la pared. Inclinó las
cabezas hacia abajo para que sus heridas no fueran obvias, y pateó la lanza que
uno de los goblins había dejado caer para que rodara hacia su costado.
—¡Hrrrrrgh…! —, se lamentó el chamán enano.
—¡Heh! ¿Ves? Yo ayudé. Oh, no te preocupes. Te daré
una botella nueva más tarde. — Pareciendo muy contenta consigo misma, la elfa
puso la botella de vino junto a los goblins.
—¡Oh…! — Dijo la sacerdotisa. Sus ojos empezaron a
brillar, y asintió con comprensión. —No hay un goblin vivo que se tome su
trabajo en serio, ¿verdad?
—Esa es la idea —, contestó la ranger. Ella guiñó el
ojo e hizo una gran risita.
Ahora los cadáveres parecían no ser más que dos
goblins borrachos. El fuerte olor del alcohol ayudaría a enmascarar el olor de
la sangre.
Un par de goblins que se pusieron a beber mientras
estaban de guardia y luego se quedaron dormidos, seguramente no sería nada
extraordinario.
—Si no podemos mantenerlos ocultos, podemos
esconderlos a simple vista —, dijo la elfa.
—Pero, ¿por qué tuvimos que usar mi vino para hacerlo?
— Gimió el chamán enano, mordiéndose las uñas con pesar mientras observaba el
líquido goteando a lo largo del suelo de piedra.
El sacerdote lagarto le dio una buena palmada en la
espalda. —No te desanimes, yo también te daré otra. Tendremos que brindar por
la buena forma de pensar de la ranger.
El chamán enano miró al sacerdote dando infeliz
gruñido, pero el sacerdote lagarto giró sus ojos.
—¿No lo cree, Goblin Slayer-dono?
—Sí. — Asintió. —Yo invito los tragos.
Después de esta oferta, ya no había lugar para las
quejas. El chamán enano gimió y murmuró de nuevo y finalmente soltó un profundo
suspiro.
—Hrm. Erm. Bueno… si Escamoso y Corta Barbas se
sienten así, entonces…
—Ciertamente —, dijo el sacerdote lagarto. —Pero por
ahora, debemos darnos prisa. ¿Dónde está la armería?
—Claro, claro. Por aquí. — El chamán enano dirigió al
grupo con un gesto de su mano.
Junto a él estaba la elfa, riéndose triunfalmente.
—¡Orejas largas, pecho de yunque…! ¡Cuando volvamos al
bar, me vas a invitar hasta que tu cabeza dé vueltas!
—Sí, lo que sea. Te mantendré bebiendo todo el tiempo
que quieras, así que no te enfades tanto.
Y la discusión continuó. La sacerdotisa sonrió al
verlos intercambiando insultos amistosos de nuevo.
Gracias a dios.
En el sótano de antes, hubo una discusión real. Nunca
es una buena sensación ver a tus camaradas pelearse entre ellos. Así que ahora…
Estoy muy, muy contenta.
Con ese pensamiento sincero en su mente, la
sacerdotisa se arrodilló justo donde estaba. Agarró su bastón con ambas manos,
como si se adhiriera a él. El sacerdote lagarto la miró y asintió. “Seguimos
adelante”, él parecía estar diciendo.
Entonces la sacerdotisa cerró los ojos, como siempre
lo hacía.
—… ¿Qué estás haciendo?
La silenciosa voz, vino inesperadamente de al lado.
—Oh, uh, yo… bueno… — La sacerdotisa sintió que su
corazón latía más rápido, pero asintió sin levantarse. —Estoy rezando por el
descanso de sus almas… Aunque lo estoy haciendo rápido, porque no tenemos mucho
tiempo.
De repente, sintió su mano, que sostenía su bastón,
ser agarrada por la de Noble Fencer. La sacerdotisa parecía desconcertada, pero
Noble Fencer agitó su cabeza con firmeza.
—…Eso no es necesario.
—¿Huh? Pero…
Antes de que pudiera decir que todos son iguales en la
muerte, Noble Fencer le dio a uno de los cuerpos una despiadada patada. El
goblin, que había estado apoyado contra la pared, cayó al suelo.
—…Eso no es necesario. ¡No… para… bastardos… como
estos…!
Noble Fencer parecía estar esforzándose a sí misma
para hablar aún más enérgicamente cuando:
—Vamos.
Bajo y agudo, contundente y desapasionado, tal como él
siempre hablaba.
Levantaron la vista y se dieron cuenta de que el resto
del grupo se había adentrado en la fortaleza; sólo Goblin Slayer se había
quedado con ellas. Su espada y escudo estaban en alerta, y su yelmo giró
lentamente, escaneando el área.
¿Estaba… esperándonos?
La sacerdotisa, por supuesto, no hizo la pregunta en
voz alta. No lo necesitaba.
Él siempre los estaba esperando. Lo había aprendido
bien en el último año.
—De acuerdo… Estaremos allí enseguida. — Rápidamente,
pero con cuidado, la sacerdotisa cerró los ojos y rezó para que los goblins
muertos estuvieran bien en la otra vida. Se puso de pie, quitándose el polvo de
las rodillas, y luego sonrió a Noble Fencer.
—¿Nos vamos?
—………
Noble Fencer no dijo nada, sólo apartó su vista, y
luego se dirigió al grupo con un paso rígido.
Bueno, ahora. Su expresión se transformó en una
confusa sonrisa, la sacerdotisa se rascó la mejilla y agitó la cabeza. —¿Le
caigo… mal?
—No lo sé. — Goblin Slayer agitó con firmeza su propia
cabeza, pero luego el yelmo se ladeó con curiosidad. —¿Deseas ser su amiga?
—Hmm… — Ahora que la pregunta surgió, la sacerdotisa
puso un dedo en sus labios, miró al suelo y pensó.
Es que… no puedo dejar a esta gente sola.
El pensamiento era más bien, aunque no del todo,
similar al que ella frecuentemente dirigía al aventurero que tenía enfrente.
Ella sonrió, su expresión era como la de una flor
floreciente.
—Sabes, creo que sí.
—¿Es así? — Asintió con la cabeza. —Entonces deberías
intentar serlo.
Eso fue todo lo que dijo Goblin Slayer antes de que se
diera la vuelta y se fuera. El “¡Lo haré!” de la sacerdotisa le siguió.
Adelante, por el oscuro túnel, sus compañeros los
esperaban.
La armería no estaba lejos ahora.
✠
Incluso los goblins son lo suficientemente
inteligentes como para cerrar una puerta. Incluyendo el enorme metal que
encontraron en una esquina del laberinto de piedra, había un taburete cerca, ya
que la perilla estaba fuera del alcance de los diminutos goblins.
—Bien, es hora de cambiar —, dijo el chamán enano.
La elfa se acercó para examinar la puerta. —Claro,
déjamelo a mí… es lo que me gustaría decir, pero no estoy segura de tener tanta
confianza…
Primero, raspó la superficie de la puerta con una
flecha con punta de brote que sacó de su carcaj. Confirmando que no había nada
allí, levantó sus grandes orejas, escuchando cualquier sonido dentro de la
habitación.
No oyó que se moviera nada. Dado lo húmedo y
contaminado que estaba este escondite de goblins, era sorprendente no escuchar
ni siquiera a una rata corriendo por ahí. Los goblins sin duda encontraron que
los roedores eran buenos bocadillos, un tema el cual ella no quería pensar,
aunque tuvo que admitir que estaba agradecida por ese hecho.
—Estoy bastante segura de que no hay nada dentro… creo
—, dijo la elfa.
—Ábrela —, instruyó Goblin Slayer. —Destruye la puerta
si es necesario.
—En el peor de los casos, podríamos hacerlo —, dijo el
sacerdote lagarto. Juntó sus manos en un extraño gesto, y luego sacó un
colmillo de dragón que podía actuar como catalizador. —No queremos que ningún
goblin se acerque por detrás, así que actuaremos como guardias.
—Tienes razón —, respondió el chamán enano, y los tres
hombres rodearon a las mujeres.
La elfa sacó, de algún lugar de su traje, una rama tan
delgada como una aguja y comenzó a buscar la cerradura. Sus movimientos eran
simples, pero bastante torpes. Ella era una ranger, de ninguna manera una
ladrona. Una aventurera de la ciudad le había enseñado a desarmar trampas simples
y a abrir un candado, junto con un toque de suerte. Por supuesto, todo esto
había sido muy útil para satisfacer su propia curiosidad.
—Con cuidado ahora, ¿ok? — Ella miró hacia un lado
mientras trabajaba, chasqueando su lengua. —Si te paras a mi lado así, puedes
quedar atrapada en cualquier trampa que se active.
—Pero también podré darte los primeros auxilios de
inmediato —, dijo la sacerdotisa con una sonrisa alegre. Se había sentado en el
suelo junto a la elfa. Ella tenía un firme agarre sobre su bastón para así
poder empezar a orar en cualquier momento.
—Honestamente, desearía tener los milagros
Precognición o Suerte.
Su preocupación por su amiga elfa era sólo la mitad de
la razón. La otra mitad era el descontento por su propia impotencia.
—Bueno, no es tu culpa. Es la deidad la que decide qué
milagros obtienes, ¿verdad?
La elfa era muy amable al señalar ese hecho, pero no
ser capaz de hacer nada para ayudar todavía punzaba.
Tal vez la elfa tenía una idea de lo que pasaba por la
mente de la sacerdotisa, porque con un hilo de sudor nervioso, dijo: —Realmente
nos vendría bien un verdadero explorador aquí…
—Mm —, dijo la sacerdotisa, —pero tú eres tan amable
como para buscar trampas y abrir cerraduras para nosotros…
Contamos contigo, ¿de acuerdo?
En ese momento, las orejas de la elfa mayor se
movieron modestamente.
Ahora, ella iba a tener que concentrarse. Los goblins
podrían no ser lo suficientemente inteligentes como para construir trampas muy
sutiles, pero una fortaleza enana remanente de la Edad de los Dioses podría ser
el hogar de más trucos que los puestos por los mismos pequeños demonios.
Un ojo de cerradura que rocíe gas venenoso, o una
perilla que se torne insoportablemente caliente eran las mejores cosas que
podían esperar. Algunas puertas borrarían la memoria de cualquiera que las
usara sin entonar el hechizo apropiadamente.
Y aunque les aguardasen destinos tan brutales, la
crueldad de los goblins era una cuestión de renombre…
—……
La elfa miró hacia atrás por encima de su hombro.
Noble Fencer estaba mirando vacíamente al espacio.
¿De verdad está bien?
No, por supuesto que ella no estaba bien. La elfa
sabía que no podía imaginar las cosas horribles por las que había pasado esa
chica. Era un milagro que mantuviera su cordura.
No hay tiempo para eso ahora. ¡Concéntrate,
concéntrate!
Se mordió el labio, concentrándose en sus dedos
mientras revisaban el ojo de la cerradura.
Después de unos minutos, sintió que algo cedía, y la
cerradura se desbloqueó con un *clack*.
—…Phew. Lo tengo.
—Buen trabajo —, fueron las únicas palabras que dijo
Goblin Slayer. Incluso cuando la elfa rio e infló su pecho, él simplemente
levantó su pierna y dio una patada sólida a la puerta.
No hubo reacción.
—Parece bastante seguro. — El sacerdote lagarto casi
se deslizó hacia delante del grupo. Patear la puerta por si había algo dentro
era una táctica tan antigua como el tiempo.
—Bueno, por supuesto que es seguro. Yo lo
he comprobado, ¿no?
—Tú misma nos dijiste que no sabías lo que
hacías —, gruñó el chamán enano, siguiendo a la triunfante elfa.
Goblin Slayer, que había continuado observando el
pasillo después de atravesar la puerta, asintió a la sacerdotisa.
—Oh, luz —, dijo ella. —Enseguida.
—Gracias.
Ella tomó una antorcha de su bolsa y la encendió como
lo había hecho tantas veces antes.
Una fortaleza goblin. En lo profundo de la noche, una
ventisca aullando a su alrededor; ni siquiera la luz de las estrellas les
llegaba. Los goblins podían ver bien en la oscuridad, así que estas condiciones
no les molestaban, pero no a los humanos. Como mínimo, ellos necesitarían fuego
mientras exploraban los almacenes.
—Listo, lo tengo.
—……
La sacerdotisa soltó un suspiro, una llama roja
danzaba en la antorcha que llevaba en su mano. Esta vaciló cuando su exhalación
pasó por encima.
Luego se giró y se acercó a Noble Fencer, que la
miraba atentamente.
—Sostén esto, ¿de acuerdo?
—¿Sostén esto…qué…?
Noble Fencer se sorprendió al ver que se le hablaba;
no parecía pensar que la sacerdotisa pudiera referirse a ella. Pero la sacerdotisa
insistió, calmada y silenciosamente, —La antorcha. Cuídala, ¿de acuerdo?
—……
Noble Fencer no dijo nada, sólo miró fijamente la luz
ofrecida, pero la sacerdotisa tomó su mano y la envolvió alrededor de la base
de la antorcha.
Noble Fencer se estremeció al ver la llama ante sus
propios ojos. Mientras miraba vacilante a su alrededor, la sacerdotisa pensó
que veía, al mismo tiempo, a una niña asustada.
—……
La joven abrió la boca; se le escapó un pequeño sonido
como si tratara de decir algo, y luego sostuvo la antorcha con ambas manos,
mirando a la llama.
—…Entiendo.
Eso fue todo lo que dijo, en un susurro, y luego se
escabulló hacia el almacén.
El pasillo se oscureció una vez más. La sacerdotisa,
sin embargo, pudo sentir una sonrisa surgiendo en su rostro.
Goblin Slayer caminó junto a ella a su habitual, casi
violento, paso.
—¿Por qué le pediste que la sostuviera?
—Sólo… una corazonada.
La pregunta era bastante aguda, pero la respuesta de
la sacerdotisa fue gentil. A estas alturas ya podía decir por su voz que él no
estaba enfadado.
—Pensé que ella debía estar sintiéndose… muy aburrida,
y yo no quería eso.
—¿Es eso cierto?
Supongo que tienes un plan de todos modos…
La sacerdotisa lo pensó mucho pero no lo dijo.
Ser arrojado de repente a un lugar nuevo, corriendo de
un lugar a otro. Estar de pie por ahí mirando fijamente, sin estar seguro de lo
que se supone que debes hacer. Eso… eso era algo que la sacerdotisa entendía
muy bien. Era una huérfana que había sido criada en el Templo, después de todo.
Una niña abandonada.
—¿No lo notaste?
—¿Notar qué?
—Cuando le di esa antorcha, estaba un poco
avergonzada.
—¿Es así…?
Con ese murmullo, Goblin Slayer y la sacerdotisa se
dirigieron al almacén.
Un olor a moho hizo que sus narices picaran, y el
polvo amenazaba con hacerlos estornudar. Cerraron la puerta detrás de ellos.
Inmediatamente, el chamán enano saltó hacia las bisagras, y golpeó
repetidamente los pines.
—Normalmente, la dejaría abierta —, dijo encogiéndose
de hombros, colocando los pines y el martillo en su bolsa. —Pero no queremos
que ningún desagradable pequeño monstruo se nos acerque por detrás, ¿verdad?
—Bien dicho, pero ahora si el enemigo aparece delante
de nosotros, nuestra huida será bloqueada.
Alguien soltó una gran carcajada entonces, pero si fue
el sacerdote lagarto o el chamán enano, nadie estaba seguro.
—Basta ya. — La elfa frunció el ceño, pero la
sacerdotisa se unió al coro de risas.
Sólo Goblin Slayer y Noble Fencer guardaban silencio.
La joven aún sostenía la antorcha, levantándola lentamente por encima de su
cabeza. Cada movimiento de la llama producía sombras danzantes. En la inestable
luz, Goblin Slayer examinó el equipamiento en el almacén.
—Para una armería… — Mientras hablaba, metió la mano
en un barril cercano y sacó algo. Era un pico rústico, de aspecto barato,
cubierto de barro y óxido, obviamente viejo. Una mirada también reveló palas
esparcidas por todas partes, y otras herramientas buenas para mover la tierra.
—…No hay mucho en cuanto a armas o armaduras.
—¿No crees que sólo están cavando hoyos? Son goblins,
después de todo. — La elfa sonaba totalmente desinteresada. No podría haberle
importado menos las armas o armaduras. En vez de eso, tenía las orejas en alto,
escuchando atentamente los pasos de fuera.
—O tal vez están cavando en busca de algo, minería. —
El sacerdote lagarto extendió su mano, un perezoso movimiento de su cola
agitaba el aire. Levantó una lanza que había caído descuidadamente entre los
picos y dijo: —Si este llamado paladín goblin existe, supongo que tiene algo más
en mente que simplemente agrandar su nido.
—Tiene sentido para mí —, dijo el chamán enano,
mirando a su alrededor, pero no parecía contento. El lugar podría haber estado
sucio, pero la piedra aún tenía el delicado toque de los enanos; ninguna
persona común podría haberlo imitado. —Esta es una fortaleza enana. Debe haber
al menos depósitos de minerales alrededor.
—Pero —, dijo Goblin Slayer, —¿saben los goblins cómo
forjar espadas?
¿Por qué podrían estar cavando? Nadie tenía una
respuesta.
La sombra del paladín goblin, el enemigo cuyo rostro
aún no conocían, se cernía sobre todos ellos.
Incluso Goblin Slayer estaba sin respuestas aquí.
¿Quién más podría entender lo que él no pudo?
—En cualquier caso… —, murmuró la sacerdotisa,
agarrando su bastón como si fuera a hacer retroceder la opresiva atmósfera.
Cuando encontró que pudo sacar esas primeras palabras de la boca, el valor para
seguir adelante se multiplicó. —En cualquier caso, si estos goblins están
planeando algo, no podemos sólo dejarlos aquí.
Sus decididas palabras produjeron asentimientos de
acuerdo por parte de los otros aventureros.
—Tenemos que hacer algo con estas armas y equipos,
también…
—Ahh, déjame eso a mí —, dijo el sacerdote lagarto.
—Tengo un pequeño hechizo para casos como estos.
Él dispersó algunos colmillos de dragón e hizo un
extraño gesto de manos, uniendo sus palmas.
—Bueno, hay que ayudarlo —, susurró el
chamán enano. —Mm. Tú, chica.
—¡…! ¿…?
Noble Fencer, que había estado totalmente concentrada
en llevar la antorcha, saltó e hizo un sonido a media voz en respuesta. Miró la
barba del chamán enano, que él acariciaba; él hizo un pequeño gruñido y luego
le señaló el equipo cercano con la barbilla.
—Échame una mano. Vamos a sacar algunas de esas armas.
— Entonces, como si ya supiera exactamente lo que estaba buscando, el chamán
enano metió la mano en la pila de equipamiento nada ordenado, y sacó una
espada. —Corta Barbas no es muy amable con sus juguetes. Y nunca te las
arreglarás sólo con esa daga.
Hubo un gruñido, de Goblin Slayer por supuesto. —Creo
que uso mi equipo apropiadamente.
—¡Heh-heh! — Habría sido posible tomar la risa
silenciosa como molestia, pero en realidad sólo era la elfa riéndose.
Por su parte, Noble Fencer se tomó un segundo para
darse cuenta de que se le había pedido ayuda. Pero cuando comprendió,
rápidamente empezó a reunir equipo. Una espada, una lanza, un garrote… Todo
esto era equipo goblin. Pero, aun así, ella no era una persona fuerte. Podría
haber sido una guerrera, pero había un límite en cuanto a lo que podía cargar.
Y además de eso…
—No creo que un peto de goblin te vaya a quedar bien
—, declaró el chamán enano.
El generoso busto de Noble Fencer era más de lo que
podía contener la armadura para el pecho encontrada.
Mirando de un lado, la elfa dio un pequeño resoplido y
sugirió con displicencia: —Sólo dale un buen empujón, ¿por qué no lo haces?
Mételo a la fuerza.
—¡Sinvergüenza de orejas largas! ¡Una chica con un
yunque de pecho puede que no lo sepa, pero una armadura que no encaja es más
desventaja que ayuda!
El chamán enano ignoró la respuesta: “¿Quién
es un yunque?” de la elfa, y en su lugar miró a Noble Fencer.
Ella podía usar tanto una espada como magia, y llevaba
una armadura ligera que le permitía sacar el máximo provecho de ambas. Por el
momento, la única arma que tenía era una daga. No es el tipo de cosa que
convertía a alguien en la principal fuente de poder de fuego de un grupo
—Mejor empezar con una espada, entonces…
—¡……!
Noble Fencer frunció notablemente el ceño ante esto y
se alejó del chamán enano.
—¿Hmm?
—…Yo no…
Su voz fue bastante suave. El chamán enano la miró con
curiosidad; ella miró con ira su barba.
—…no necesito…
—……
— ¡No necesito…un arma…!
Su voz era tranquila, pero había una inconfundible
pizca de ira. Su rostro nada expresivo, empezó a arrugarse.
—Hmm. — El chamán enano, quizás un poco sorprendido,
parpadeó y se tocó la barba. Luego sonrió ampliamente, como si acabara de comer
una deliciosa comida. —¡Ya veo, ya veo! Así que no te interesa el equipamiento.
¡Excelente! ¡Ahora ese es el principio de una amistad!
—……
Ahora le tocaba a Noble Fencer quedarse sin palabras.
Mientras ella estaba allí de pie, parpadeando, el
chamán enano continuó como si fuera la cosa más obvia del mundo: —¿Cómo planeas
continuar, sin poder decir las cosas que quieres decir? ¿Hmm?
—Al menos la ropa exterior —, él murmuró,
buscando entre los contenidos del almacén.
Podría haber sido una armadura ligera goblin, pero
también la mayoría era robada. Todo estaba cubierto de suciedad y mugre, pero
todo podía soportar el uso práctico.
Una prenda de cuero. Guantes reforzados con acero. Tal
vez un poco de metal para proteger la cabeza…
—¿…? ¡¿…?!
Noble Fencer estaba totalmente desconcertada al
encontrarse atrapada, el chamán enano la equipó primero con una cosa y luego
con otra. Ninguna raza podía superar a los enanos a la hora de evaluar la
calidad de las armas y armaduras.
Esto, luego aquello, primero una cosa, luego otra.
Equipo puesto, equipo quitado, equipo nuevo, hasta que la cabeza le dio
vueltas.
—Oye, tómatelo con calma, ¿de acuerdo? No lo hagas
todo a la vez… — La sacerdotisa ofreció este intento a medias para salvar a
Noble Fencer, pero no parecía muy esperanzada.
Ella de alguna manera se encontró como una hermana
mayor… O tal vez más precisamente, alguien que estaba tratando duramente de
actuar como tal. Puso las manos en sus caderas y movió el dedo, repitiendo:
—Vamos, detente. — Ella estaba tratando de sonar severa pero no estaba haciendo
un buen trabajo. —Sólo le estás causando problemas.
—Hrm… — El chamán enano gruñó, y luego miró a la cara
de Noble Fencer. —¿Te estoy causando problemas?
Durante un largo tiempo, Noble Fencer no dijo nada,
tratando de mirar a ningún lado excepto al enano. Silencio. Luego más silencio.
Entonces, finalmente: —…Un poco.
—¿Ves? — Dijo la sacerdotisa, intentando ocultar una
sonrisa.
—Bueno, por dios, perdóname —, dijo el chamán enano,
tratando de no sonreír. La forma en que su boca se curvó un poco de todos modos
fue encantadora.
Él reunió el equipo y se lo puso en su propia espalda
con bastante agilidad a pesar de su pequeño tamaño. Luego miró a la joven.
—Pero aún no he terminado de dar mi opinión. Corta
Barbas es otra cosa, ¿entiendes?
—Sin contar su extraño rasgo —, dijo la elfa con una
sonrisa que no pudo aguantar. —Orcbolg nunca dice nada más que “¿Es así?”, “Así
es” y “Goblins”.
Ella miró a Goblin Slayer, que estaba apoyado contra
la pared en un hosco silencio, y sonrió como un gato.
La sacerdotisa le ofreció otra de sus miradas de “no
tiene remedio”, y dijo, —Él es así.
Finalmente, Goblin Slayer no pudo contenerse de decir,
—¿Es así?
No era malo para un grupo de aventureros como éste, en
el corazón del peligro, encontrar la capacidad de reír, aunque no fuera uno de
los preceptos que comúnmente definiera a Goblin Slayer.
“Si ser serio es la forma de ganar, él será serio”, pensó la sacerdotisa. “Pero si no lo es, bueno… sería mejor
que él se relajara un poco…”
—Estoy seguro de que Goblin Slayer-dono conoce bien
sus propios hábitos. Ahora, entonces… — Era el sacerdote lagarto, su
respiración sibilante cerró la charla improvisada en el momento justo. Golpeó
su cola contra el suelo, y luego miró a su alrededor. —¿Está todo listo?
—Supongo que podemos dejar las burlas para más tarde.
Todo listo, Escamoso.
—Mm. — El lagarto asintió sombríamente, y luego hizo
un extraño gesto con su mano.
—Oh, mis antepasados que duermen bajo capas de roca,
con todo el tiempo que se ha acumulado sobre ustedes, guíen estos objetos.
Tan pronto como habló, los colmillos de dragón
esparcidos en el suelo empezaron a hervir.
Y entonces, se observó que: las armas y el equipo
comenzaron a oxidarse y a deteriorarse ante sus propios ojos, comenzando con lo
que estaba expuesto al aire.
—W-wow… — La sacerdotisa había oído hablar de esta
habilidad, pero se consideraba un milagro maligno y por eso no se veía a
menudo. —¿Es este el milagro Óxido…?
—Ah, ¿lo conoces? — El sacerdote lagarto pareció
sorprendido e interesado por su pregunta. —De hecho, lo es. Destruir objetos
con Meteorización lleva demasiado tiempo.
—Nunca lo había visto con mis propios ojos. ¿Qué hay
de nuestros ítems?
—No nos afectará. Aunque esta no es una oración que
use a menudo en batalla.
La sacerdotisa se sintió aliviada por eso. La delgada
cota de malla que llevaba bajo su ropa era importante para ella.
Sé que es un ítem consumible, pero aun así…
—Se necesita mucho tiempo para prepararlo, pero es
útil en momentos como éste —, le explicó el sacerdote lagarto, moviendo su cola
como si estuviera bastante contento consigo mismo. —Ahem. Así que hemos
liberado a los prisioneros y destruido el equipamiento de nuestros enemigos.
Creo que todo ha ido según lo planeado hasta ahora, ¿no es así, Goblin
Slayer-dono?
—Sí —, dijo Goblin Slayer, asintiendo lentamente. Sacó un odre de su bolsa de objetos, la descorchó y bebió entre las rendijas de su casco. —Sin embargo, no debemos bajar la guardia. No se sabe lo que puede pasar.
Eso, por supuesto, era algo de lo que todos los aventureros de aquí eran plenamente conscientes. Nadie en este mundo sabía si era el destino o el azar lo que controlaba los dados que lanzaban los dioses.
La posibilidad de lo inesperado era precisamente lo que hacía de esto una aventura.